Unos vendedores ambulantes se fornican a mi esposa 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por cornudissimo.
… Los días fueron transcurriendo y con ellos las continuas y sospechosas salidas de mi mujer.
Yo sabía perfectamente a donde se dirigía, sabía perfectamente que clase de trabajo iba a realizar y a pesar de todo, ni una sola vez más la seguí, decidí no querer saber nunca más lo que hacía fuera de casa con su cuerpo.
Pero a veces son los acontecimientos los que persiguen a uno.
Un día más nos levantamos como otro cualquiera con la intención de irnos cada uno a nuestro trabajo.
Aunque la verdad yo ese día no me encontraba nada bien. Había dormido mal y estaba bastante mareado. Aún así los dos nos despedimos dirección al trabajo.
El mareo fue agudizándose y a media mañana no pude más y avisé en el trabajo que me encontraba mal y me iba para casa.
Realicé el camino de vuelta como malamente pude y por fin me encontré en el rellano de mi piso apunto de entrar en el mismo.
Abrí la puerta y me introduje dentro de la vivienda. Una vez dentro me llegaron a mis oídos, unos sonidos que en un principio no pude llegar a comprender. Concentré la atención y al instante me di cuenta de lo que estaba escuchando. Eran voces y a lo menos una era conocida. El corazón se me iba acelerando a medida que me acercaba a la habitación de donde provenían las voces.
Llegué a la puerta de mi habitación y con mucho cuidado asomé la cabeza para ver lo que allí sucedía.
No me lo podía creer, en nuestra habitación, en nuestra cama, mi mujer se lo estaba montando en nuestra cama.
Allí estaba su chulo acostado boca arriba, con mi mujer encima y cabalgándolo brutalmente, mientras otro joven situado detrás de ella y totalmente desnudo le estrujaba las tetas y con su boca recorría todo su cuello hasta juntarse con la de ella.
Mi mujer no paraba de gritar y gemir, mientras subía y bajaba tragándose aquel enorme trozo de carne negra.
– siiiiiiii, siiiiiiiii, como me pones cabrón, como me gusta, siiiiiii diossssss-
– pero mira que eres zorra, no paras de follar puta, no te cansas y cada vez follas mejor-
De vez en cuando mi mujer se inclinaba hacia delante y su lengua buscaba ansiosamente la boca de su amante, la cual una vez encontrada era violentada con fuerza y pasión.
Una vez incorporada sus pechos volvían a ser objetos de un magreo duro e intenso, consiguiendo poner sus pezones en un estado de excitación casi inaguantable.
Otras veces mi mujer alargaba sus brazos hacia atrás buscando el miembro del joven, iniciando unos movimientos de pajeo suaves y deliciosos, y todo esto sin que mi mujer dejase de mover su pelvis de forma oscilante.
Lo que quedaba claramente demostrado es que el cabrón de su chulo conseguía ponerla en un estado de excitación y deseo nunca visto antes por mí. Mi mujer adoraba y disfrutaba como una autentica perra con el cipote del negro, yo nunca había sido capaz de ponerla en un estado tal, estaba como fuera de sí, como fuera de sus cabales.
– siiiiiii joderrrrrrr, dame mássssssss, como lo lo hacessss, como lo haces para darme este placer cabrón, siiiiii hasta el fondo-
Y mientras decía esto sus movimientos de pelvis iban subiendo de velocidad.
Estaba totalmente absorto viendo esa escena, pero pronto algo me despertó. Noté un pequeño toque en la espalda y rápidamente giré mi cabeza buscando el origen.
A escasos centímetros de mi cara encontré la cara de otro joven negro, era el que faltaba del trío y haciéndome una señal con el dedo índice cerca de la boca me obligo a permanecer en silencio. Solamente me dijo una cosa al oído.
– observa como disfruta la zorra de tu mujer, ya verás que bien lo vamos a pasar con ella-
Otra vez la escena reclamó mi atención, pues los gemidos y gritos de mi esposa habían subido notablemente de graduación. Estaba llegando al orgasmo.
– dame másssssssss que me viene, joderrrrrrrr que me voy a correrrrrrrrr, follameeeeee, métemela hasta el fondo –
Mi mujer se inclinó sobre el cuerpo del macho y abrazándose fuertemente a el comenzó a corredse como una posesa. Pasado unos minutos mi mujer se incorporó y comenzó nuevamente a moverse con el fin de que ahora fuese el amante quien llegase al orgasmo.
– eh tíos mirad a quien tenemos aquí- dijo mi compañero.
Los tres giraron la cabeza hacia nosotros y mi mujer al verme, rápidamente quiso levantarse y desprenderse así de la polla que la estaba penetrando. Esto no lo consiguió pues el otro joven la sujeto por los hombros y la obligó a recuperar la posición anterior engullendo nuevamente aquel inmenso miembro.
– no, delante de él no, por favor no – suplicó mi mujer.
– tranquila tía que no sucede nada, si a él seguro no le importa ver como nos beneficiamos a su mujercita, es más hasta seguro que le gusta, verdad que es así?- me preguntó burlonamente su chulo.
Yo asentí tímidamente con la cabeza, lo que provocó que me obligaran a entrar en la habitación y a sentarme en una silla cerca de la cama para ver muy de cerca aquella escena pornográfica.
En la habitación había una fuerte mezcla de olor de sudor y sexo, que a veces convertía el aire casi en irrespirable.
– así muy bien, ahí estás muy bien colocado y ahora disfruta de la función, observa como se le da placer a una perra- me dijo el joven que me había acompañado desde la puerta.
– no delante de él no, por favor, os lo pido por favor –
– venga no te venga ahora de estrecha y remilgada, acaba de hacer tu tarea y hazla bien para que tu cornudo se sienta orgulloso –
El chulo dijo esto en un tono firme y desafiante que mi mujer comprendió a la primera.
– lo siento, lo siento mucho – me dijo mi mujer y al instante volvió a comenzar con su tarea, moviendo intensamente su pelvis.
El tercer negro se desnudo por completo y se sumó a la fiesta colocándose de pie en la cama y ofreciéndole a mi mujer su polla, ofrecimiento que mi mujer aceptó a la primera, comenzando una suave mamada.
– ohhhhh, ohhhh siiiiiiiiii como la comes putaaaaaaa, oh síiiiiiiii, tienes una mujer que vale su peso en oro-
El otro negro había dejado de sobarle las tetas y ahora estaba buscando un agujero donde poder resguardar su cipote. La inclinó hacia delante, lo suficiente para que su hermoso culo quedase a su disposición. Acercó su polla y poco a poco se la fue hundiendo en el interior de su ano. Mi mujer no tuvo más remedio que soltar el trozo de carne que seguía degustando y comenzar a gemir.
– ohhhhh diossssss diosssssss me estáis volviendo a abrir, me estáis volviendo a destrozar, diossssssss-
Yo estaba totalmente petrificado, bueno casi totalmente pues había una parte de mi cuerpo que no paraba de moverse y de crecer, estaba sumamente excitado.
Los chillidos de mi mujer ponían aún más cachondos a sus amantes. El que la estaba enculando la sujetó con fuerza por sus hombros y le pegó una embestida brutal, salvaje clavándole la polla hasta los huevos.
– diosssss, diossssssss me estais abriendo el puto culo, diossssss noto como me lo estais desgarrando cabronesssssss, joderrrrrrr, la tengo metida hasta las entrañasssssss-
La escena otra vez era de durísimo porno y otra vez mi esposa era la gran protagonista.
El que estaba de pie en la cama le restregaba su polla por la cara y de vez en cuando le penetraba con violencia la boca.
Su chulo estaba altamente excitado y aferrandola con fuerza por las caderas incrementó la fuerza de las penetraciones.
– siiiiiiii putaaaaa, cada vez que te follo me gusta massssss, siiiiiii mueveteee. Te voy a llenar de leche zorra, te voy a preñar. Oye cornudo no te gustaría tener un hijo negro? eh quieres que te preñe a tu esposita?-
Las risas inundaron la habitación, y yo cada vez me sentía más y más humillado.
– muevete que me viene zorra, muevete, siiiiiiiiii siiiiiiiiii que me vieneeeeee, me corrooooooo-
El chulo ya había vaciado y ahora quedaban los otros dos. Seguía siendo enculada con fuerza pero su culo ya se había habituado lo suficiente a las embestidas, por lo que ya no gritaba ni gemía tanto.
A la vez que la fornicaba, sus dos grandes manos no dejaban ni un solo instante de magrear sus tetas, pellizcando y acariciando los pezones, lo que provocaba que los tuviese a punto de reventar.
– zorra sigueeee, sigueeeee, sigue, sacame toda la leche, toda, como te mueves puta, es una delicia –
Las penetraciones aumentaban y aumentaban de intensidad y la segunda corrida llegó de inmediato.
Quedaba un tercero el cual se sentó en el borde de la cama, muy cerca de mí y le ordenó que se sentase en su regazo, de espaldas a él.
Mi mujer obedeció como una buena sumisa y pronto se encontraba nuevamente perforada por un gran mástil negro.
Estaba de frente a mí y muy cerca, por lo que podía observar a la perfección todas y cada una de las muecas de placer.
– como me gusta follarte zorra, me encanta tienes un coño delicioso. Vamos a acercarnos un poco al cornudo para que vea bien de cerca como te follo –
Se incorporaron un poco y se movieron lo justo para que ella pudiese apoyar sus dos manos en los brazos de mi silla.
La tenía a menos de medio metro y podía oler sus jugos y oír sus gemidos a la perfección. Podía escuchar perfectamente el sonido de los huevos chocando contra el culo de ella.
– siiiii, siiiii, joderrrrr, que gusto da follarte-
Mi mujer comenzó a jadear cada vez con más fuerza y rapidez, iba directa a un nuevo orgasmo y esta vez a un palmo de mí.
– perdóname, perdóname, pero estos cabrones me sacan de mis casillas, consiguen dame un placer inaguantable, siiiiiii , siiiii cabrónnnnnn, métemela toda, toda, la quiero toda-
– toma putaaaa toma, te voy a llenar de lefaaaaa-
Cada palabra de ella me taladraba la cabeza, me retumbaba en lo más profundo de mi cerebro.
– diosssss, diosssss, me corrooo, me corrrrro cabron, correte conmigo, siiiiii-
Finalmente los dos llegaron al orgasmo casi al mismo tiempo.
Se recostaron en la cama y los tres cabrones dirigieron sus miradas hacia mi persona.
– que cornudo, te gusto ver como nos cepillamos a tu esposita, seguro que sí, estoy convencido de que disfrutaste casi tanto como ella –
– seguro que hasta estás empalmado como un burro, eh cornudo –
Dijo uno de ellos alargando la mano e intentando tocarme el paquete, que a estas alturas estaba duro como una piedra. Yo le aparté la mano lo que evitó que comprobase mi estado.
– no te hagas el duro con nosotros que llevas las de perder, así que sé un chico bueno y enseñanos como te encuentras –
Hizo un movimiento rápido y suficiente para que comprobase que tenía la polla dura como una roca.
– joder pero si el cabronazo está como una moto, tiene la polla durísima –
– si ya lo decía yo que a este le pone ver como se cepillan a su mujer, a ver bájate los pantalones y enséñanos como tienes ese aparato –
Yo intenté negarme, pero sabía que si no obedecía por las buenas, lo haría por las malas, así que me baje los pantalones, quedando tapado por el boxer.
– venga desnúdate de todo que queremos ver tu armamento –
Me quité la última prenda y a la vista de todos quedo mi polla totalmente tiesa y dura.
– vaya, vaya mirad como está de empalmado el capullo. Pero ahora no te quedarás así? Oye tía que te parece si le hago una paja, y lo dejo bien a gusto? Que te parece se la hago?.
Yo miré inmediatamente para mi mujer esperando su respuesta, y su respuesta fue afirmativa. No me podía creer que mi mujer accediese.
Sin darme tiempo a reaccionar el chulo me agarró con fuerza mi polla y comenzó a pajearme. Su mano estaba caliente, rugosa y me presionaba más de lo que a mi me hubiese gustado.
Me encontraba totalmente humillado y hundido, y solamente había una cosa que provocaba que aguantase esa situación, Y no era otra que en el fondo y sorprendentemente me estaba gustando la masturbación que me estaba haciendo el negro. Realmente el cabrón lo hacía bien, con unos movimientos casi perfectos.
Esto fue algo que él rápidamente notó.
– vaya, pero si al final le está gustando al imbécil este, vamos a tocarle los huevos a ver que tal –
Me agarró los huevos con la otra mano y me los empezó a acariciar, arrancándome mi primer gemido. Estaba excitadísimo y a ese ritmo no tardaría en corredme.
– venga tío, no te cortes disfruta de tu paja, que te oigamos todos –
– siiii, joderrrrr, me gusta, me gusta –
Era una situación increíble, nunca pudiera imaginar que yo me encontrase en ella.
– oye tía, acércate que este se va a correr y quiero que seas tu quien reciba toda su corrida, acércate y abre bien la boca –
Mi mujer se colocó de rodillas delante de mi polla esperando la salida de mi semen.
El negro aceleró sus movimientos, provocando que yo llegase al orgasmo antes de lo deseado.
Mi lefa salió disparada y fue a chocar directamente a la cara de mi mujer, tragándose una parte y otra empezó a descender por su cara.
Todos aplaudieron y me felicitaron, yo estaba totalmente abochornado.
Nos vestimos y los cinco no sentamos en la sala, mientras nos tomábamos unas cervezas.
Mi mujer se levantó a atender la llamada del portero electrónico.
– Es Alberto, mi primo – dijo ella
– dile que suba – respondió el chulo
Al rato entraba Alberto en la sala, era un hombre fuerte, tirando a gordo y de unos 45 años. Hicimos las presentaciones y se sentó aceptando la cerveza que se le ofreció.
Charlamos un rato y cuando las cervezas se terminaron mi mujer y su chulo se levantaron para ir a buscar más.
Regresaron enseguida con las cervezas y con algo más. Mi mujer se había cambiado de vestuario, dejando el chándal que llevaba puesto y vistiéndose un blusón blanco, casi transparente y con dos enormes abertura laterales, las cuales dejaban a la vista la casi totalidad de sus muslos.
Los pezones se le marcaban y resaltaban de manera especial y la tanga se le divisaba casi por completo.
Pude observar como su primo se quedo casi sin habla al ver tan de cerca semejante espectáculo.
Ella se sentó de frente a Alberto y con una postula más que sugerente, mediante la cual se podía apreciar a la perfección su entrepierna.
– oye tío, ahora que estamos todos aquí de colegueo, que te parece tu prima?, físicamente quiero decir –
Alberto miró sorprendido a mi mujer y a continuación a mí.
– Venga, no te cortes que aquí hay confianza –
Volvió a mirarme como solicitando permiso, a lo que yo respondí afirmativamente con la cabeza.
– Pues hombre que me va parecer, lo que creo que a todos, que está muy buena y más vestida así –
Mi mujer sonrió picaronamente.
– Y te apetecería pegarle un revolcón, aquí delante de todos? –
Alberto se quedó pálido ante tal pregunta. Miro a mi mujer y volvió a mirarme a mí.
– pero, pero aquí delante de todos, venga es una broma –
– de broma nada, te estoy o estamos preguntando si quieres beneficiarte a tu prima, por nosotros no hay objeción –
– hombre si ella quiere y nadie pone impedimentos por mi que no quede -, dijo mirándome a los ojos.
– ya te dije que nadie pone objeciones –
El chulo y mi mujer se intercambiaron las posiciones quedando ella sentada al lado de su primo.
Alberto la miró de arriba y abajo, contemplando bien el cuerpo que tenía a su disposición.
– no me creo que esto me esté sucediendo, pero no voy a dejar pasar esta oportunidad –
Mi mujer le empezó a besar el cuello, las mejillas y pronto las dos bocas estaban fuertemente unidas.
Las manos de Alberto comenzaron a jugar con sus senos, acariciándolos dulcemente.
Mi mujer le retiró la camiseta, comenzando a acariciarle el dorso, al tiempo que sus manos descendían suavemente.
Las detuvo justo al llegar a su paquete, le miró a los ojos y al instante sus dedos se abalanzaron sobre el miembro masculino.
Alberto se pegó al sillón al tiempo que comenzaba a emitir sus primeros gemidos.
A continuación le desabrochó el short, haciendo desaparecer sus manos en el interior de él. Luego de unas pocas caricias, le desenvainó el miembro, ya duro y tieso, quedando a la vista de todos.
Mi mujer se inclinó hacia él y comenzó una mamada, con una fuerza y pasión como nunca.
– ohhhhhh, ohhhhh, siiiiiii, siiiiiii, prima que biennnnnn la chupas, no paressssss, sigue –
Alberto estaba excitadísimo y mi mujer, por la forma en que se estaba comiendo ese rabo creo que también, pues nunca la había visto una mamada de semejante calibre.
– me vas a hacer correrrrrr, siiiiiiiiii, siiiiiiiiiii, zorra, sigue, que me corroooo –
Mi mujer al oír esto se levantó como un resorte.
– de eso nada primo, tú aún no te corres, quiero que te corras en otro sitio –
Se quitó el blusón y la diminuta tanga quedando totalmente desnuda. Se colocó encima de él y dirigió su polla directa a la boca de su coño. Se fue sentando poco a poco hasta que su vagina engulló todo aquel falo.
– siiiiiii, siiiiiiii, primitoooooo, la tengo dentrooooooo, la quiero toda, toda, quiero que me folles, que me destroces, que me derritas de placerrrrrrrrr –
Mi mujer comenzó con sus magníficos movimientos de pelvis y caderas y su primo comenzó a disfrutar como un auténtico cabrón.
Los tres jóvenes sonreían con cara de satisfacción y de vez en cuando entraban en escena.
– que? A que folla bien la putilla? a que es una auténtica profesional?
– si joderrrr, joderrrrrrr, si folla biennnn, es una delicia, sigue prima, sigue, muévete así, diossssss, putaaaaaa, me vas a reventarrrr la polla –
Mi mujer de vez en cuando se inclinaba hacia atrás, mientras seguía con sus, cada vez, más brutales movimientos de cintura. Esto lo aprovechaba Alberto para lanzar sus manos y su boca sobre los pechos tensos de ella.
Una profesional, eso es en lo que se estaba o se había convertido mi esposa, una profesional del sexo, que era capaz de excitar al máximo a cualquier hombre.
– no aguanto más prima, me voy a correr, me tengo que correr o me va a estallar la polla, siiiii, diossss,-
– espera que yo también ya llego, espera, penétrame mássss, o siiiiiii, siiiiiii, todaaaaaaa, hasta el fondooooo, diosssssss, me viene, me viene –
Su primo pegó un último empujón, clavándole aún más su polla. Y provocando esto que los dos llegasen al éxtasis.
– siiiii primooooo, la quiero dentro, córrete dentro, diossss, me corrooooo, me corroooo, dámela toda, todaaaaaa, siiiiiiiii, ahhhhhhhh –
– tómala toda, hasta la última gotaaaaa, zorraaaaa, zorraaaaa, siiiiiiii, siiiiiiiii, joderrrrrr, que polvoooooo, –
Los dos se quedaron abrazados fuertemente y con los ojos totalmente cerrados. Acababan de disfrutar de un polvo que nunca, nunca olvidarán.
A mi esposa la habían convertido en una auténtica máquina de sexo.
Quisiera ser ella