Vecinos incestuosos y perversos II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Aquella mujer parecía disfrutar de la verga en exceso.
Hasta nosotros llegaba esos exagerados ahhh ahhh ummm ummm que emitía mientras disfrutaba mamar aquel grueso pedazo de carne.
Desnuda igual que su pareja, de unos 20 y tantos años, el hombre mucho mayor, 40 quizás, fornido con algo de panza, pelo en pecho.
A leguas podía adivinarse que eran los típicos amantes que van a desahogar sus deseos y lujurias en un motel a las afueras de la ciudad, sin saber que afuera, subidos en la pared perimetral están 16 ojos observando su pecado.
Y que forma de pecar, porque la golosa chica además de ser una experta en chupar también tiene lo suyo en cuanto a montar pollas se refiere.
Ahora jinetea sobre su amante comiéndose en cada movimiento casi todo el rabo que a “ojo de buen cubero” fácil sobrepasa los 20 cm.
Mmmm mmmm mmmm –gemía dejándose caer sobre el peludo pecho de su pareja- Sus caderas no dejan de moverse, suben y bajan con ese rico movimiento en círculos que adivinábamos debía ser lo que tenía en extasis a su hombre, ese que puja como si meter la verga en aquella vulva le causara la más grande sensación de su vida.
Si nena – la animaba – Cómetela toda, métetela hasta el fondo, si, así princesa.
Que rico .
Difícil era no excitarse, ver ese culo moverse de arriba a abajo, escuchar gemidos de uno y otro, el chapoteo de sus cuerpos chocando.
Ninguno de nosotros decía palabra alguna, a mi lado Joaquín y sus hermanos Miguel, Clara y Josefa.
Un poco más allá pero siempre sobre la pared, Beatriz mi hermana, eterna compañera de juegos y sexo.
También nos acompaña una chica llamada Claudia y su hermano, ella 14 el 12 años.
Todos vivimos en la misma vecindad, esa a donde recién unos meses nos mudamos y en donde hemos encontrado a chicos como nosotros gustosos de tener sexo.
Joaquín es el mayor de todos los que ahora espiamos, tiene 19 y hace unas semanas aprovechó un descuido entre mi hermana y yo, nos encontró teniendo sexo e hizo algo que jamás imaginaríamos.
Con chantajes logró que Beatriz tuviera sexo con él, pero a ella no le fue tan indiferente.
Joaquín es guapo, de buen físico y sobre todo tiene una verga de más de 20 cm y según que la sabe usar a la perfección.
Ha sido precisamente Joaquín quién nos contó acerca de este lugar.
Un motel, más bien dicho las últimas habitaciones de aquel lugar a donde a diario llegan parejas a tener sexo.
El sitio está bastante apartado de la colonia donde vivimos, para llegar a donde estábamos teníamos que cruzar un terreno no construido de más 200 metros, lleno de monte y árboles.
Lugar perfecto para adentrarse e ir a espiar a los lujuriosos e infieles y porque no, darse una paja a su salud.
Serían las 8 de la noche, apenas y había luz, con bastante dificultad llegaba hasta dónde estábamos los reflejos de los focos del interior del motel, a lo lejos podíamos ver nuestra vecindad, en donde nuestros papas disfrutaban de la novela en turno.
Sería hasta las diez cuando saldrían a decirnos que ya era de dormir.
En en caso de Beatriz y yo, sería la hora en que podríamos tener sexo entre nosotros o con nuestros hermanos menores con quienes dormíamos en un cuarto aparte del de nuestros padres.
Hacía algo de frío, adentro la chica seguía montando a su hombre.
Por sus gemidos sabíamos que estaba disfrutando comerse aquella polla a la que habíamos escuchado decir: ESTA MAL ATENDIDA POR TU ESPOSA.
Fue Joaquín quién se separó del grupo y tras de él su hermana Clara.
En la oscuridad pude ver cómo se recostaba en la pared, desabrochaba sus pantalones y seguidamente su hermana se agachaba para mamarle la verga.
Se escuchaban excitados, a lo lejos Claudia la chica que nos acompañaba por primera vez, parecía no saber a dónde mirar.
Por un lado, una mujer y su amante teniendo sexo, por el otro un hermano y su hermana.
Creí ver su mano moviéndose a su entre pierna y rozar por encima de su parte intima.
Joaquín ya tenía a Clara sostenida a la pared dándole polla, le había levantado la falda dejándosela enrollada a la cintura y la penetraba con fuerza haciendo que Clara gimiera, pareciera querer que su hermana le hiciera competencia a la mujer de motel en cuanto a gemidos.
Fue Miguel quién tomó la iniciativa, porque si bien yo tenía la polla parada no me atrevía a decidir con quién bajar mi calentura.
– Tu con Josefa y yo con tu hermana – me dijo –
La verdad me pareció bien, me gustaba esa niña.
A sus 13 tenia mejor cuerpo que Clara, rellenita pero de piernas y culo firme, tetas grandes.
Bajita de estatura pero con un rostro sensual.
Ya antes había la había visto mamar el pito de sus hermanos, incluso el de Joaquín, porque como dije Beatriz y yo habíamos habíamos sido víctima de un chantaje y habíamos estado en más de una ocasión con ellos teniendo sexo.
Eso sí, no me habían permitido penetrar a ninguna de sus hermanas y que mejor que ahora fuera el mismo Miguel quién me diera la oportunidad.
Tu, Claudia – le había dicho Miguel a la vecinita que parecía no entender que pasaba-.
Ven aquí.
Todos vamos a hacer cositas ricas.
.
Tu mámasela a tu hermano.
Ya después veremos quién te hace rico a ti.
Y cómo si tuviera prisa se saco esa verga gruesa que se tenía y recostado en la pared empezó a disfrutar del sexo oral que le daba mi hermana.
Joaquín seguía dándole polla a Clara, Josefa ya me hacía ver estrellas con esa caliente boca.
Me la chupaba rico, apretando sus labios como si fuera un coño estrecho.
Me chupaba los huevos y me lo jalaba para atrás dejando mis 17 cm en toda su ereccion para luego engullir lo más que podía en su garganta.
De haber sabido lo que pasaba afuera, quizás los que saldrían a espiar fueran la mujer y su amante.
Cuatro penes cuatro hembras, pero con excepción a Josefa y yo, era sexo entre hermanos.
Miguel fue el segundo en penetrar a su hembra, lo vi colocar a Beatriz sostenida a la pared, echarse saliva en su gruesa verga y como se la ponía en la entrada para después empujar poco a poco hasta metérsela toda.
Ahí estaba mi hermanita con otra polla dentro, quizás no tan larga como la de Joaquín, pero gruesa, ancha y carnosa.
Ya la culeaba Miguel una y otra vez, despacio cómo si quisiera sentir cada entrada en aquella vagina que por primera vez penetraba.
Josefa hacía lo suyo con mi pene, me masturbaba al tiempo que lo engullía en su boca, podía ver que me miraba cuál si quisiera medir el gusto que me causaba.
Me tenía loco, lo que sucedía a nuestro alrededor simplemente no existía.
Que importaba que a unos metros cogieran a mi hermana, que importaban los gemidos de Clara un poco más allá.
Que importaba Claudia mamándole el pito a su inexperto hermano de tan solo 12.
Lo que me hacía sentir Josefa era indescriptible, la muy zorra parecía gozarlo tanto como yo que incluso se daba dedo en su panochita.
Le saque el pito y ella pareció entender que había llegado el momento cumbre.
Le ayude a bajarse sus calzones y cómo quede a la altura de su chocho pude oler su aroma a hembra caliente, irresistible.
Con uno de mis dedos palpe y pude saber que estaba encharcada de líquidos.
Sus gruesos labios vaginales parecían aún más dilatados que siempre.
Por instinto me lleve la mano a la boca y lamí aquellos líquidos y luego se los ofrecí a ella quien golosamente chupo mis dedos.
La gire dejándola con su culito a la altura de mi pene y no resistiendo la tentación le chupe el chocho, desde atrás, abriendo sus cachetes del culo me metía hasta sorber aquellos líquidos que me sabían de maravilla, Josefa se retorcía sin poder callar lo que le hacía sentir.
Gemía tan alto que el mismo Miguel tuvo que decirle que guardara silencio porque nos podían descubrir.
Sonreí para mí, está vez éramos el centro de atención.
Meter mi verga en esa vagina fue casi divino por decir una palabra, apretada al exceso aunque jugosa, caliente y suave.
Podía sentir como me abría paso mientas escuchaba el gutural sonido de Josefa disfrutando cada centímetro.
Cuando nuestros cuerpos chocaron nos quedamos quietos, dándonos cuenta que el mundo no había dejado de girar.
Miguel nos miraba un tanto celoso, Joaquín seguía cogiendo a su hermana y Claudia parecía no estar satisfecha con el pito de su hermana.
Fueron segundos que luego dejaron de importar, aferrado a sus caderas empecé a penetrarla una y otra vez.
Le daba despacio saboreando su vagina, sintiendo su estrechez, oyendo sus gemidos de mmmmm mmmmmm mmmmm mmmmm una y otra vez.
Fueron largos minutos de placer, desconectados del mundo.
Ignorando incluso el frío de la noche.
Pude sentir los espasmos en la vagina de Josefa, como aceleró sus movimientos de caderas, la escuche pedirme que le diera más fuerte, que se la mandara toda.
Que quería más, que sentía rico, que me amabaaaa
Terminamos.
Joaquín y Miguel nos miraban extrañados, Beatriz se acomodaba sus ropas.
Claudia nos miraba como buscando una explicación a lo que acababa de ver.
Quizá nadie más la tenía, solo Josefa y yo.
Había sido un polvo que no tenia comparación.
Yo seguía con mi verga al aire, goteando semen.
– Ya vístanse – escuchamos decir a Joaquín – Creo que con sus gritos ya nos delataron.
Efectivamente pudimos ver a lo lejos luces de linternas enfocando hacia nosotros.
No nos vieron, ocultos entre el monte iniciamos el regreso a nuestra casa.
Pude saber que había sentimientos encontrados, Joaquín y Miguel parecían no aceptar que su hermana hubiera tenido sexo conmigo y lo hubiera disfrutado.
Beatriz parecía celosa de que Joaquín no la hubiera cogido a ella.
Claudia quizá no le había encontrado el gusto al pito de su hermano menor y quizá pensara en cuando volvería a tener la oportunidad de probar uno diferente.
Josefa no soltaba mi mano, me apretaba como si me agradeciera el polvo que le había hachado.
Yo, pensaba que esto tenía que repetirse más a menudo.
Seguiré contando .
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