… Y despertaron mis vicios.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por yamilafabregat.
Al otro día se la llevaron a Lourdes, y estuvimos algo asustadas con Natalia. Sabíamos que era por lo que había visto la preceptora Mabel, pero fue esta misma quien nos tranquilizo explicándonos que aquello era normal y era de rutina que las jefas de preceptoras tomaran medidas sabiendo el verdadero alcance de las cuestiones. Pero no teman, no será nada más que un interrogatorio.
Esa noche dormimos cada una es su cama.
Fue pasados dos días que volvió Lourdes, pero inmediatamente se llevaron a Natalia.
Lourdes se puso muy mal, cuando vio que a ella la dejaban y se llevaban a nuestra amiga, y muy nerviosa comenzó a putear…. Que pedazo de hijas de puta…. Por que se la llevan….
– A interrogarla, dije
– No, no solo eso…. Se la van a cojer bien cojida.
– Como?
– Allá están la directora de preceptoras, Lucrecia, la profe de música, Cristina y la monja Perales. Te revisan toda y si no sos virgen te hacen de todo y es muy probable que se propasen con Natalia.
Dos días interminables, pensando en Natalia y que era posible me llevaran también a mi.
Y mi temor se cumplió, porque trajeron a Nati y me dijeron, vamos nena tenés que acompañarnos. Nati me miro, y con una sonrisa me dijo, todo bien, no te preocupes.
La habitación de las juezas era grande confortable y muy bien calefaccionada. Cuando entre percibí una aroma agradable de perfume de buena calidad. Era evidente que la pasaban muy bien.
-Hola Yamila, dijo Lucrecia, sabes que estas acá para colaborar con una investigación?
– No señora, respondí, a aquella rubia grandota, a la que muchas llamaban La polaca o La Alemana.
– Si y es de esperar que colabores, porque tu estabas junto a las otras en actitudes que debemos esclarecer.
– Yo, dije…. Y me interrumpió al momento….
-Tú hablaras cuando te lo indique…. Ahora súbete a esa banqueta.
La banqueta de madera era bastante baja, grande y parecía segura, y de un solo envión me subí y quede quietita.
Ella dio varios giros a mí alrededor con postura de sargento. Al tiempo entraron las otras damas.
– Aun no han comenzado, dijo la monja Perales, una monja bajita pero de muy dulce mirada.
-Hola Yamilita, dijo Cristina, una profesora que las alumnas adorábamos. Todas teníamos un especial interés en sus clases, por ser ella muy agradable, joven y guapa además de ser efectiva en su tarea siempre nos provocaba dándonos incentivos muy especiales, montando escenarios para hablarnos de sexo sano, explicito y de buen resultado.
Lucrecia seguía dando vueltas y comenzó a mover mi ropa y mi cuerpo con una larga regla, se movía con criterio logrando abrir mis piernas de par en par, con ello mi corta pollerita se subió dejando a la vista mi pequeña tanguita.
– Mira lo que usa, dijo la Perales, eso y nada es lo mismo, así que sácasela Cristina.
Cristina se acerco a mi, con su atractiva presencia y comenzó a bajar mi tanguita cosa que yo facilite levantando levemente una pierna, cosa que esta aprovecho para depositarla sobre otra banquetita algo más alta, dejándome con las piernas bien abiertas y exponiendo mi trasero.
Lucrecia con una especie de plumerillo en la punta de la regla, hurgaba entre mis nalgas produciéndome un intenso cosquilleo.
La Perales comenzó a desprender los botones de mi blusita que pronto quedo colgada en el respaldo de una silla. Y ella saco todo el resto dejando mis tetas al aire….y fue tal su premura que mi pollerita quito por encima.
Allí desnuda delante de ellas no comprendía cual era el cometido de esa investigación.
El plumerillo de Lucrecia hizo notoria influencia en mis tetitas comenzando a impacientarme pues me estaba naciendo una calentura no esperada.
– Hermosas tetas tiene esta niña.
– Y una rajita peludita pero agradable…. Ves.
– Pues a mi me atrae su formidable culito…. Mira que carnesillas, que nalguitas, que redondeaditos tiene ese trasero….
– Pues revísalo entonces Maria Perales……
La Perales lentamente comenzó a abrir y cerrar los cachetes de mi trasero…. Mirando indagando. El roce de su mano me hacia mas notoria mi calentura…. Para cuando comenzó a besar mi ano, sentí miedo un poquito, pero pronto comencé a gozar con su lengua. Cada beso que me daba, iba acompañado de una metidita de lengua, cada vez mas profundo… Nunca me habían hecho eso y mi excitación esta siendo bien vista por las otras dos, que con sus caras no disimulaban la expresión de deseo. El morbo de la situación era enorme.
Aquella lengua de la monja Maria Perales me gustaba, me gustaba lo que me estaba haciendo y el calor que nacía en el centro de mi orificio se expandía por todo mi cuerpo.
Lucrecia cambio el plumerillo por su boca, y lamió mis tetas, buscando hacer mella en mis redondeados limones.
La profe Cristina, se lanzo directamente a mi ya ofrecido coño, cuyos labios yo mismo le abr con mis dedos para que esa cachonda perdida me comiera la cuevita de los deseos.
Mi excitación y deseo se pusieron al rojo vivo. Estaba probando algo totalmente nuevo y que no me desagradaba en absoluto…. Al contrario…. Estaba disfrutando del interrogatorio.
No pude soportarlo, ni quise aguantarlo…. Abría mis piernas de par en par empujando hacia delante para sentir bien fuerte que Cristina me comía el coñito e iba hacia atrás para que la monja me metiera su degenerada lengua en el culo…. Así, hasta abrace a la polaca Lucrecia, con la que termine dándome besos de lengua.
Ellas disfrutaron sacarme ese impresionante orgasmo que fue el primero de aquella jornada.
Pronto me vi en un gran sillón de ese tipo psicólogo, con las piernas abiertas por la Perales, que apoyaba sus gordas tetas sobre mis piernas… y de cabeza bajaba a hurgar en mi aun palpitante almejita.
– Si tienes razón, Cris, aun conserva la telita….. de virgen. Pero te aseguro que el culito se le abre de par en par.
Yo había oído hablar de esos aparatitos, pero nunca había visto alguno directamente….. Y fui presa de una vibración impresionante que en pocos minutos me estaba haciendo gritar de placer….Cristina lo manipulaba recorriendo mi raja desde arriba hacia abajo y volvía a subir para sentir mis grititos cuando entraba en contacto con mi clítoris.
La polaca se había puesto un arnés con una enorme tripa, y ya también desnuda empalaba a la profe de música que abría la boca boqueando una calentura armoniosa y musical. Se acabo a toda orquesta. Yo la acompañe haciéndole coros y bailando a ritmo.
Me pusieron de espalda. Y ya estaba yo para cualquier faena. Si venia un macho y me culeaba, yo lo dejaba hacer.
Pero lo que vi a nuestro lado me puso cachondo en serio…. Lucrecia ahora fondeaba la cuca de la monja Perales con ese vergon de plástico….. La monjita se bamboleaba con una vela de fragata en plena tormenta.
Allí de espaldas fui sometida sexualmente por el ano con aquel pequeño consolador que me había sacado tan grande orgasmo…. Mi culito se abrió y abrió para recibirlo una y otra vez, hasta que lo encendió y comencé a volverme loquita, loquita….a tal punto que cuando Lucrecia se despojo del pijon de plástico se acerco y le comí su conchota de labios gruesos y carnosos.
Me encontraba allí a pleno goce, entregada a la lujuria de esas tres mujeres, mi coneja no podía ya retener humedad y chorreaba jugos a más no poder…. Mi hasta ayer cerrado culito estaba siendo abierto para ser deseado y desear recibir pollas con agrado por toda una eternidad.
Ya en la cama con mi querida profesora de música, acaricie sus pechos, de una perfección maravillosa, ella se fue animando, tanto por mi calentura como por su propia entrega, se los lamí, se los mamé hasta que ella busco con su mano mi sexo y llevo las mías al suyo.
De pronto tomadas ambas de las caderas unimos nuestros sexos abriendo nuestras piernas al máximo y nos refregamos las cuquitas con fuerza y cariño. Me gusto oír sus gemidos de placer, notar que su cuerpo se ponía en tensión, como se entregaba a mi del mismo modo de cómo yo me entregaba a ella. Esa noche así quede dormida.
Al otro día, fui pasto de comentarios morbosos, como que era una insaciable, que tenia genes de yegua mezclada con perra y gata alzada.
Fue ese día, que otra vez me pusieron en la cima de un volcán y quise tener más y mas rogándole que me desfloraran allí mismo.
Cristina me mimaba, La godita Perales manoseaba mis limoncitos hinchados como peras grandes….Lucrecia me tomo de los tobillos, abrio al máximo mis muslos y entro en mis entrañas con aquel aparato fálico, lo hizo lento, lento…. Lentamente.
Me sentí llena de vergas y aunque algo se rompía en mis entrañas, gozaba sin remedio, totalmente entregada, totalmente poseída por mi desfloración eterna. Ella me penetraba entrando y sacando sin descanso, con una lacerante lentitud que hacia que continuaran mis orgasmos sin encontrar un final. Me corría como loca.
Yo había encontrado una veta de placer, ellas también, había descubierto mi vocación de bisexual bien definida y a partir de aquel día, todas las semanas pasaba una tarde noche con ellas, y el resto del tiempo lo ocupábamos en jadear con Natalia, Lourdes y Mabel que resulto ser una putita encantadora.
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