El cachorrito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por pupete{DF}.
Derrepente me desperte, con el corazón agitado y el cuerpo tembloroso. Asustado,gire mi cabeza por todas partes, mirando aquel cuarto en el que me encontraba. ¿Donde estaba, que lugar era este? ¿Como había llegado hasta allí? Y sobretodo… ¿Quien soy yo?.
Tenía mil preguntas rondando por la cabeza, era incapaz de recordar absolutamente nada, ni mi nombre, ni de donde era, ni siquiera mi edad…
Me encontraba de rodillas, completamente desnudo en aquel oscuro cuarto, con las manos completamente alzadas, atadas de unas muñequeras negras que llevaba puestas con una cadena al techo. Las rodillas separadas levemente y los pies separados por una barra metálica que los mantenía bien separados, cogida a unas tobilleras negras, iguales que las muñequeras.
Una puerta enfrente mía se abre, saliendo de esta una luz cegadora para mis ojos acostumbrados a la oscuridad del cuarto, pero en medio de esa luz cegadora se dibujaba una sombra, la sombra de una persona, que poco a poco se acercaba con lentos pasos hacia mi:
– buenas cachorrito…
-Mmmpppffffff!!!
Mi grito de rabia, dolor, miedo y furia fue tristemente apagado por la mordaza que llevaba puesta, con el miedo que llevaba desde que desperte y el tiempo que la debería aver llevado puesta hicieron que no la recordaba llevar puesta, y el sudor hacia que apenas notase la saliva que deslizaba por mis labios y bajaba por mi cuello hasta acabar por mi pecho. Era una mordaza de bola con agujeros, por los que deslizaba y caía mi saliva.
-Los animales no hablan.
Me revuelvo y forcejeo con mis ataduras, furioso y agotando la poca energía que me quedaba.
-nada de lo que hagas servirá, su voz era un poco ronca. Se acercaba con lentos pasos hacia mi, mientras mi cuerpo permanecia colgado y quieto, agotado tras tanto forcejeo, tan solo mis ojos se mantenían altos, fijos en aquel hombre que me había atado en este oscuro lugar, quería verlo bien, si iba a morir, quería saber bien quien lo haría.
Cada paso que daba, podía reconocer una parte más de él.
Era un señor grande, tanto en altura como en complexión, debía tener entre 40 y 50 años.
Barba dejada de varios días, un pelo canoso con 2 dedos de grosor, manos grandes y robustas, tripa cervecera de cincuentón y de vestimenta tan solo una camiseta corta blanca, con un dibujo en medio, unos vaqueros y unos zapatos negros.
-te voy a explicar bien las cosas cachorro, y espero que te portes bien y seas bueno, no me gusta ser malo…
Me cogió del mentón con una mano, y suavemente me alzo la cara, fijando mis ojos furiosos y rabiosos, enfrentándose a su mirada gélida, acompañada de una risita que me sacaba de quicio.
Cogió una silla y se sentó enfrente mía, a tan solo 1 o 2 metros de mi, y cara a cara, comenzó a responderme todas esas dudas que me rondaban por la cabeza, aun que no de la forma que yo me esperaba:
– el martes es el cumpleaños de mi mujer y bueno… últimamente hemos tenido problemas, discusiones, gritos…pero eso ya se acabó, el martes es su cumpleaños y tú, pequeño cachorro, eres su regalo.
Acaricia suavemente mi pelo mirándome con una pequeña sonrisa, y tras un pequeño suspiro de satisfacción, se levanta de la silla, se da media vuelta y dejando la silla de nuevo en un lado de la habitación continúa hablando:
-Pero por supuesto, el animal que va a vivir en mi casa, no puede ser un perro rabioso, indisciplinado y que busca morder la mano que le da de comer, no no no… Tiene que ser obediente, lindo y bueno, y sobretodo: que sepa bien cual es su sitio.
Se volvió hacia mi, clavándome una mirada de furia y fuerza que inconscientemente me hizo estremecer todo el cuerpo.
Cogió algo de un pequeño armario y mientras se iva quitando la camiseta regreso frente a mi, y de cuclillas comenzó a desatarme la mordaza lentamente:
– voy a quitarte esto, porque veo en tus ojos que vas a ser un buen cachorrito y no vas a…
-!Maldito hijo de, Nyaaaa! grr…
Recibí una enorme bofetada que me hizo callar de inmediato, apretando los dientes intentando aguantar las lagrimas inútilmente, ya que estas caían igualmente por mis mejillas.
– !Estúpida perra¡ Te dije que callaras, sólo eres un puto animal, !Y los animales no hablan¡
Cogió de nuevo la mordaza por la bola y empezó a apretarla contra mis labios cerrados, forcejeando para volver a meterla, pero yo no quería volver a tenerla puesta, tenía rozaduras y odiaba estar salivando y ensuciando todo mi torso de aquella forma tan humillante.
-Abre la boca puta, no me obliges a…
– grrrr….
Gruño enrabietado, dispuesto a no abrir la boca bajo ningún concepto, lanzándole una mirada de odio profundo.
Con la otra mano, por encima de los mofletes, me aprieta ambos lados de la mandibula, forcandome a abrirla y aprovechando ese segundo para volver a meterme la mordaza, y de inmediato termina de atarmela por la nuca. Intento escupirla, echarla fuera, resistiendome como puedo, pero nada, ya es inutil, otra vez como al principio…
– Esperó que aprendas pronto a comportarte, tengo muy poca paciencia.
Recoje el bote y me voltea, situándose detrás mía. Forcejeo una vez más con mis ataduras, intentando ponerme frente a él, no me quería estar sin saber que hacía, sin embargo la única parte de mi cuerpo que podía mover, era mi cabeza, pero esta tan sólo podía moverla de costado, pierdondele por completo de vista.
Notó sus manos ásperas y algo frías recorriendo mis costados con suavidad, lo que me provoca un pequeño respingo, aumentando mi rabia y furia, las cuales eternizaba para proteger lo que realmente sentía dentro de mí, miedo.
– vaya… Que suave… Esta vez esos cabrones han hecho un buen trabajo…
Continúa bajando por mi espalda, sintiendo vértebra a vértebra bajando, y cuando llega a mis glúteos, primero los acaricia al igual que el resto de mi diminuto y fragil cuerpo. Apreto con furia mis puños, sintiéndome sucio y usado, no me hacia falta verle la cara para saber que estaba disfrutando.
Continúa acariciandome, de vez en cuando apretando suavemente para palpar mejor su propiedad, comienza a acercarse al centro, sin dejar de acariciar de arriba a abajo mis nalgas, sabía lo que quería, pero no pensaba dárselo, no sin pelear, todo mi cuerpo comienza a temblar, asustado como un niño pequeño, intentaba hacerme el valiente, pero sólo me engañaba a mi mismo.
– vamos a comprobar si de verdad pudieron contenerse como les dije.
Y con su mano entera, pasando su brazo por debajo de mi trasero, comienza a acariciar mis testículos,completamente depilados al igual que el resto de mi cuerpo.
-"no no… Eso no por favor…"
Pensaba mientras más lágrimas recorrían mis mofletes. Mi miembro casi de inmediato, comenzo a crecer, sintiendo las caricias y la forma de masturbarlo poco a poco, me era inevitable.
– mmm… Parece que esta vez si pudieron mantener sus poyas bien guardaditas, lo que significa que…
Dejó mi pequeño miembro erecto y palpitante, deseoso por sentir la más minima caricia, y pasando su mano de regreso a mi parte trasera, aprovechando el camino para acariciar y sentir mis muslos llegando a la zona que tanto temía que llegase, mi ano.
Separo suavemente con dos dedos mis cachetes, dejando completamente visible.
– rosita, palpitante y bien cerrado, perfecto…
Lo acaricio suavemente con un dedo, sin llegar a penetrar, mientras con la otra mano cogía aquel bote, lubricante. Yo no veía nada, pero lo escuchaba, coml sonaba al abrir el tapon.
Solo temblaba, ya había perdido hasta la fuerza para retorcerme y patalear, mi cuerpo y mi mente tan sólo eran puro miedo,el instinto más básico y humillante, al igual que un cachorro abandonado, temblar y llorar deseando que todo fuese un mal sueño.
Senti como su dedo, helado por el lubricante, acariciaba y restregaba todo por mi agujero, haciéndome gritar y llorar con todas mis gabas, sacando fuerzas de donde no existían para poner resistencia, un simple cordero asustado entre las manos de su cazador.
– Mmmm!! Mmm mmm!
-shhh, tranquila pequeña…relajate, hoy estoy siendo bueno contigo y no quiero que te pongas así…
Introduzco la punta de su dedo, sintiendose como un puñal clavandose, al cual le seguía el frío por todas partes.
-Jejejej dioos… Si que esta cerrado… Se nota que esta vez cumplieron su palabra y ninguno te usó… Grrrr siento como intenta cerrarse y me aprieta.
Era cierto, dentro de mí miedo y mis sacudidas inútiles, era capaz de sentir como mi propio cuerpo suplicaba echar el cuerpo extraño de dentro, se apretaba y hacia lo posible por expulsarlo, pero yo no tenía el control, yo no era quien decidía, yo… Yo ya no tenía el poder sobre mi mismo…
Su dedo continuó entrando sin piedad, llegando a notar el resto de su mano tocar mis glúteos.
-Mmmmm mmm mmmpff!
Era terriblemente doloroso… Sentir todo su dedo… Dentro de mí, me sentía fatal, pequeño, insignificante… Comenzaba a comprender que eso no era un sueño, y que de todó lo que estaba ocurriendo era verdad, rendido y con su dedo ensartandome, notó como mi mente y cuerpo se rinden, abandonan toda esperanza y se queda en el ser sumiso y débil que ese monstruo deseaba…
– buena chica…
Sacó suavemente su dedo, sintiendo como mi interior se cerraba lentamente a su paso, pero el alivio duró poco tiempo, volvió a lubricarse y de nuevo lo introdujo, esta vez dispuesto a moverlo.
Mi miembro palpitaba, deseoso de atención, mi año ardía con la fricción de su miembro, sentía con cada movimiento como el resto de su mano chocaba contra mis nalgas.
– mm mm mm grrr…
Sentía que lo iva a echar todo, que no aguantaría más y explotaría, sin embargo mi miembro no decaída, él continuaba en su sitio.
Estaba sumido en mis pensamientos, intentando evadirme del dolor y la humillación que recibía, cuando sin ningún aviso, saca de golpe su dedo, haciéndome erguir la espalda y aullar de dolor, creyendo que eso sería lo peor, me equivocaba.
Se lúbrico un segundo dedo y poco a poco fue introduciendo ambos.
"No,no por favor, n-no quiero más se lo suplico…" mi mente intentaba hacerle llegar estas palabras, pero todo era inutil.
– muy bien pequeño, relajate, tienes que aprender a dejarte llevar, un día dejaremos de usar el lubricante y tienes que aprender a ser bueno y dejarte hacer… Mmm si.. Asi… Buen chico..
De nada sirvió toda su palabrería, me ardía y dolía más incluso que antes, a cada milímetro que sus dedos avanzaban,mi ínterior más ardía, notaba como su otra mano me acariciaba, como si quisiera consolarme, rozaba mi costado, pasándola por la parte baja de la espalda, de vez en cuando la pasa por mi tripa, acariciandome la parte inferior.
Cuando consiguió meterlos hasta que su palma chocaba con mis nalgas, de nuevo los sacó, se los volvió a lubricar, y los metió, siguiendo el mismo proceso anterior. Su torpeza y brusquedad hacían su uso del lubricante en exceso, mojando no sólo mi agujero, si no tambn todos su alrededores, llegando incluso a los muslos.
– si si si joder jejeje que bien se siente cacho puta, respondes bien, me gusta.
Mis cachetes rebotaban al ritmo cada vez más frenético de sus manos, de nuevo ese ardor interior y esa extraña sensación, unión de dolor, humillación, miedo…
-! Joder zorra como me pones, no puedo aguantar más!
Los sacó de golpe, pero esta vez recién sacados, me dio un azote con todas su fuerzas en la nalga derecha, haciendome gemir como un cordero en el matadero.
-estoy hasta los cojones de seguir la mierda esa del manual de adiestramiento, eres mía y te educo como quiera.
Yo tan sólo balbuceaba en un mar de lágrimas, haciendo caso omiso a toda su palabrería, sin darme cuenta de lo que estaba haciendo, se acercaba lo peor…
Sentí como algo cálido y duro chocaba contra mi pequeño agujerito,mientras que su mano izquierda agarraba mi cadera.
Se hizo el silencio durante unos pocos segundos…
N-no, no podía ser… E-eso si que no eso si que no.
-Aaaaagggg!!(De una embestida la introdujo)
-!MMMMmmmmmpppppfffff!( grite con todas mis fuerzas, esta vez el dolor fue mayor e intenso las anteriores veces.
Todo lo anterior era para llegar a esto.
Se había situado de rodillas detrás de mi, bajado los pantalones, y con su miembro, jugeteos por mi año, lubricandose la punta con todo lo que había fuera, para así poder introducirla.
– siiiii aaa, esta tan cerrado, me encanta que te resistas zorra, siento como tu culo intenta cerrarse y mmmm…
Comenzó a moverse y a embestirme como a una perra en celo.
Me resistía y pataleaba sin importarme el dolor de las rozaduras por las ataduras, pero sus manos agarraban con fuerza mis caderas e impedía que me escapase de sus garras.
Me sentía pequeño, insignificante, era un pequeño cervatillo y él me había cazado, aora era su trofeo, y estaba en sus manos.
Su frenesí y excitación aumentaban a la par que mis gemidos y llanto salían a la luz.
De vez en cuando recibía una nalgada que sólo conseguían rebajarme emocionalmente, su dolor se quedaba ínfimo al lado de la violacion.
Sentí como su enorme tripa se posaba sobre mi espalda, sin dejar ni un segundo de moverse, comenzó a acariciar con una de sus manos mi torso, mientras con la otra se agarraba a mi tripa para no caerse.
Comenzó a besarme los homoplatos, hombros y nuca, mientras que su mano jugeteaba con mi pequeño pezon, pasándolo de rosa a rojo con sus gordos dedos.
– agg mmmm sii sii vamoos grrr
Su miembro se introducía tanto que sentía como sus caderas rebotaban en mis nalgas, llegandome a doler la derecha con cada golpe.
Sentía su aliento en la nuca, jadeante como un cerdo, su ritmo aumentaba y dejó de jugar con mi pezon, para con la palma entera agarrarme al igual que la otra, como si no quisiese que me escapara.
-si si si ggggrrrrrrrr mmmmmm….
– Mmmmmmppfffff!!!
Senti como su miembro crecía un poco más dentro de mí, sabiendo que significaba eso.
El cálido semen comenzó a salir a pistoletazos, llegando asta lo más profundo de mi, sentía como cada gota manchaba y me ensuciaba por dentro.
Mi cabeza cayó, con la mirada fija ja al suelo, dejándo que mis lágrimas cayeran directas al suelo, mientras que él, tras pocos segundos de descanso sobre mí, se levanto, limpio su miembro con mis muslos, se levanto y vistió.
– ahora, eres mia.
Y con esas palabras y una sonrisa de satisfacción mayor a la que trajo, se marchó hacia la puerta y antes de cerrarla tras él dijo:
– mañana volveré, descansa, porque a partir de ahora, esta será tu vida.
Apagó las luces y cerro tras de si, dejándome de nuevo en aquella oscura habitación, sin más compañía que mi aullidos de dolor y tristeza de cachorrito abandonado.
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