El castigo de Julian
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por arghos.
EL CASTIGO DE JULIAN
Ama S. quiso que asistiera al castigo de Julian. Solo en los casos de castigos extremos, permitia la presencia de otros esclavos. Ama S. solia ser comprensiva y compasiva, pero no toleraba la rebeldia. "El esclavo es desobediente por naturaleza; pero el esclavo rebelde es un animal salvaje que hay que domar", repetia con frecuencia. Y para ella, la doma de un esclavo implicaba el sufrimiento del tormento fisico, sin concesiones de perdon ni atenciones a suplicas ni gritos.
Era mi primer castigo como espectador. Llevaba poco tiempo siendo esclavo de Ama S. y no se me habia pasado por la imaginacion cometer la osadia de ser rebelde, por lo que mis castigos siempre fueron en solitario. Me excitaba la idea de contemplar a otro esclavo a merced de mi dueña, aun cuando sabia que el castigo seria duro y ejemplarizante.
Cuando llegue a la mazmorra, ya estaba Julian desnudo y encadenado a la barra donde Ama S. me habia azotado en numerosas ocasiones. Observe, sin embargo, que la barra no estaba a demasiada altura, de tal forma que Julian mantenia sus brazos flexionados. Las cadenas que ataban sus tobillos al suelo impedian que pudiera cerrar sus piernas separadas.
Ama S. me indico que me desnudara. Coloco las esposas en mis muñecas y me encadeno, a poca distancia de donde estaba situado Julian. Mi dueña me miro fijamente y, en alta voz, dijo:
– Considera un privilegio el estar aqui. Quiero mostrarte como puede llegar a ser tu Ama cuando un esclavo deja de respetarla. Sera un castigo corto, muy corto.
El tono de Ama S. era sombrio y duro. Su mirada tambien. Senti deseos de mirar hacia otro lado pero resisti. Ella se volvio hacia Julian y comprobe que este temblaba y que su cuerpo estaba brillante por el sudor. "Tiene miedo", pense. Tambien yo lo tenia, aun cuando supiera que no era a mi a quien Ama S. iba a castigar.
Ella retrocedio unos pasos. Posiblemente para que yo pudiera contemplar perfectamente a Julian. Sus manos se agarraban a la barra, con los dedos rigidos, atenazados por el miedo. El leve sonido de las cadenas delataba el temblor de todo su cuerpo. Su verga, flacida sobre los testiculos.
– No se te ocurra dejar de mirar– me dijo imperativamente. – Si cierras los ojos, si vuelves la mirada, si te mueves, te castigare. Contempla como se doma a un animal, sin mucho esfuerzo.
Ama S. se descalzo. Vestia camiseta negra, sin mangas, y un pantalon del mismo color, que se ajustaba milimetricamente al contorno de sus caderas y de sus piernas. Se situo frente a Julian, a poco mas de medio metro de distancia. Sus manos vacias impedian presagiar cual seria el castigo del esclavo. El silencio se hizo espeso en la mazmorra, roto unicamente por la fuerte respiracion de Julian que miraba a Ama S. con ojos suplicantes.
Un grito de dolor lleno la estancia. Contemple el cuerpo convulso de Julian, sus manos apretadas en la barra, sus rodillas dobladas. Ama S. habia descargado un fuerte golpe con su pie sobre los testiculos de Julian. Comence a sudar copiosamente pero no me atrevi siquiera a pestañear. Julian recobro la compostura, temblando casi compulsivamente. "¡Mirame!", le grito Ama S.. El esclavo obedecio, el infimo instante que transcurrio hasta el segundo golpe. Brutal y certero, agito el cuerpo de Julian como un muñeco de trapo, mientras el grito desgarraba su garganta. Vencido su cuerpo hacia delante, sus brazos se estiraron evitandole caer. Jadeaba con fuerza, buscando el aire que le faltaba. Y era un sollozo incontenido la suplica a su ama.
Ama S. elevo la barra, para que Julian recuperase la estabilidad. La elevo hasta estirar al maximo los brazos y las piernas del esclavo. Julian pedia clemencia, con la voz entrecortada por el llanto y la falta de respiracion. Ama S. se coloco nuevamente frente a Julian y golpeo sus cojones por tercera vez.
Julian no aguanto el tercer golpe. Inconsciente, su cabeza se desplomo sobre el pecho. La rigidez de su encadenamiento mantuvo su cuerpo vertical, aunque inerte.
Ama S. me desato. "Puedes irte", me dijo con dulzura. Ni una sola palabra mas. Recogi mi ropa y sali de la mazmorra, desnudo. Necesitaba salir de alli, respirar aire fresco. El castigo de Julian me hizo temer mas a mi Ama. Pero, incomprensiblemente, tambien me hizo amarla mas.
Despues del castigo, Julian dejo de ser esclavo de Ama S.. Domado para siempre, su dueña le regalo el peor de los castigos: venderlo. Y es que Ama S., comprensiva y compasiva como pocas, jamas tolerara la rebeldia.
arghos
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