El fin de semana.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ni Dani ni yo somos gays, pero los dos sabemos que nos gusta el bondage y lo practicamos entre nosotros.
Esto ocurrió cuando tenía 16 años.Dani me había invitado a su casa del pueblo, en el que él y sus padres pasan el fin de semana, pero aquellos dos días iban a ser especiales pues a los padres de mi amigo les había surgido un problema en Madrid y tenían que volver. Así pues, confiando en nosotros nos dejaron solos, en principio iba a ser sólo el sábado pero el problema se complicó y al final fueron dos días.
El sábado por la mañana lo pasamos montando en bici, jugando al billar, a la diana, viendo la tele y otras cosas. Todavía no se nos había pasado por la cabeza hacer bondage pero pronto mi mente morbosa empezó a maquinar una especie de plan, y así se lo dije a Dani mientras comíamos.
-¡Hey tío! ¿Y si el resto del día lo dedicamos ha hacer bondage? Estaría guapo.
-Pero, a ver si vienen mis padres y nos pillan, que pueden haber solucionado eso y están ahora de vuelta.
-Sí, tienes razón- dije mientras le rascaba la barriga a su perra (que me quiere con locura) y sentí cómo me invadía la desilusión.
Pero he aquí que vino la fortuna y al rato, cuando estábamos recogiendo los platos, nos llamaron los padres de Dani diciendo que estaríamos solos todo el finde y el lunes por la mañana (no había problema de insti pues era finales de Agosto). Nos pusimos locos de alegría y me las ingenié para que quedáramos en que Dani me haría bondage ese día y yo todo el domingo a Dani (yo tenía una broma preparada desde la comida).
Fuimos a una tienda del pueblo y compramos cuerdas y cinta americana, ya en la casa, Dani me ordenó desnudarme y quedarme en calzoncillos. Así lo hice, aunque me dejé los calcetines, eran de esos que no tienen cuello y son geniales para cuando vas con pesqueros, pues como no tienen cuello, no vas haciendo el ridículo ni tienes que doblarlo, ese día me había puesto unos bóxers azules de esos de fibra, eran mis favoritos, preciosos y además apretaban, aumentando mi excitación. Dani se fijó en el bulto y sonrió.
-Tienes ganas ¿eh?
Yo le dije que sí, que muchas y que por favor empezase ya.
Me ató las manos a la espalda, tan fuerte que me era imposible liberarme. Me llevó a mi habitación y me tumbó boca abajo sobre la cama. Me ató los pies por los tobillos, también muy fuerte, a continuación por las rodillas, luego ató una cuerda justo debajo de mi culo y la dio dos vueltas, seguidamente me ató los codos al cuerpo y luego los brazos al cuerpo también, dejándome completamente inmovilizado. Pero la cosa no acabó ahí; cogió otra cuerda me la ató a la cuerda de las muñecas y la unió con la de los tobillos, pretendiendo hacer un hogtie. Yo creí que ya había acabado y que ya me iba ha amordazar, pero el muy cabrón me tenía reservada una sorpresa, después de atar la cuerda a la de los tobillos cogió el trozo que sobraba y lo ató a la cuerda que estaba justo debajo de mi culo.
-¡Aaaaaaah! ¡Cabrón!-grité entre risas.
-Chsssss silencio.
Abrió el cajón de mis calcetines y me metió uno en la boca.
-De ahora en adelante no protestarás más- y me enrolló cinta alrededor de mi cabeza apretando bien en la zona de la boca.
-Bueno, me voy a casa de mis primos, volveré a la hora de cenar.
-¡Mmmmmmmh mmmmmh!-fue todo lo que pude gritar.
Dani cerró las cortinas quedando la habitación casi a oscuras (eran muy gruesas) y salió. Al cabo de un rato oí la puerta de la casa que se cerraba.
La verdad es que la situación era muy excitante: solo, abandonado, atado, amordazado y semidesnudo, aunque la cuerda de las rodillas me pellizcaba la piel (menos mal que iba depilado) y la postura era realmente incómoda porque no había hecho nunca un hogtie tan apretado. De todas formas decidí disfrutar de la sensación de la mordaza y de las cuerdas sobre mi piel que tanto me gusta, me encanta estar atado, y también intentar soltarme, retorciéndome y todo eso, así que intenté liberarme, más que nada por mi orgullo, no quería que Dani me encontrase así, como me había dejado.
Pasó una hora y yo me veía en la misma postura, sin poder desatarme ni nada, casi ni moverme, comenzaba a sentir entumecidos los huesos y la lengua se me estaba secando por el contacto con el calcetín, aunque la erección de mi verga no cesaba.
Quería sorprender a Dani desatado y vestido, sentado en el porche de la casa, esperándole, pero por más que me retorcía no conseguía nada, sólo que las cuerdas me apretaran más. Comencé a sentir calor y cómo la piel se pegaba a la sábana. Por el esfuerzo de soltarme mi respiración era rápida y fuerte, pues no podía respirar por la boca y comencé a sofocarme; aunque estuviera sólo en bóxers tenía un calor tremendo y empecé a sudar. Grité y pedí ayuda por si Dani en realidad me estaba gastando una broma, pero de la mordaza sólo brotaron gemidos incoherentes.
Pasaban las horas y el sofoco no disminuía, decidí descansar y dejar de moverme, en esos momentos lo único que quería era agua, mi erección había cesado y toda la zona de mi cuerpo en contacto con el colchón estaba empapada en sudor, me di la vuelta y quedé bocarriba, sostuve las piernas como pude, estuve así un buen rato hasta que me entró sueño, entonces reparé en que estaba atardeciendo, aunque no lo veía por las cortinas, se notaba. Quedé de lado, mirando hacia la puerta abierta, de espaldas a la ventana y me quedé dormido.
Desperté con la sensación de algo húmedo lamiendo mis abdominales, todavía con modorra, miré a ver lo que era. Era la perra de Dani, que estaba lamiéndome el sudor, mi verga comenzó a empalmarse y a mí se me quitó todo el sueño. Gruñendo por el esfuerzo, me di la vuelta, me costó porque me sentía agotado y tenía los huesos entumecidos y además yo estaba bien amarrado. El orgullo herido hizo mella en mí, le ofrecí las cuerdas a la perra con la esperanza de que las mordiese, pero cuál fue mi frustración cuando la perra rodeó la cama y siguió lamiéndome la tripa. Solté un grito de frustración sólo apagado por la mordaza.
Me intenté calmar como pude y dejé que la perra me lamiera los abdominales, los bóxers por la zona de mi polla, mi pecho… la verdad es que me ponía cachondísimo. Pasado un rato la perra se fue de la habitación y me volví a quedar solo. Miré hacia las cortinas y empecé a notar que se estaba poniendo oscuro; decidí liberarme de una vez por todas: me balanceé y conseguí incorporarme sobre mis rodillas, la cuerda me pellizcó aún más (¡ay!). Me retorcí y contorsioné para que alguna cuerda se aflojase, pero me caí de la cama.
“¡Joder!” grité en mi mente al tiempo que volvía a soltar otro grito apagado. No me hice daño en la cabeza gracias a que en kárate nos enseñan a caer, pero aún así me di un buen batacazo. Me retorcí y contorsioné, hasta grité, por si de verdad era una broma de Dani, pero sólo conseguía emitir gemidos y sollozos ahogados.
-¡Mmmmmmmh mmmmmmmh mmmmmmmmh!
Me comenzó a entrar el pánico, era probable que Dani tuviera planeado dejarme así todo el finde, y eso me dio fuerzas para seguir intentando soltarme; pasó un buen rato y no había conseguido nada, sólo que me entrase el sueño, me rendí y me quedé dormido.
Me despertó Dani, me estaba meneando por los hombros y me gritaba.
-¡Tío, tío, despierta!
Abrí los ojos y me encontré frente a Dani, que me miraba desde arriba carcajeándose.
-Macho, ¿qué te ha pasado?
Intenté explicárselo pero mi mordaza me impedía hablar.
-¡Mmmmmmmh mmmmmmmh mmmmmmmh!
-Bueno, es hora de soltarte.
Con paciencia y unas tijeras me desató, en cuanto tuve libres los brazos, cogí las tijeras, me quité la cinta y escupí el calcetín.
-¡Joder, tío, me ha entrado la desesperación, creía que me ibas a dejar así hasta el lunes.
-¡No hombre no! ¿Cómo voy ha hacer eso?
-Tengo que ir al baño- le dije, no había hecho mis necesidades en todo el día.
Me estiré pues tenía los huesos entumecidos y estaba agarrotado. De camino al lavabo me di cuenta de que todas las ventanas estaban cerradas, y claro, si ya hacía calor antes de la sesión, durante ella aumentó.
Mientras hacía mis necesidades, miré por la ventana del cuarto de baño y reparé en que ya era de noche. También bebí porque mi lengua estaba sequísima.
Volví a mi habitación y me encontré a Dani recogiendo las cuerdas.
-Deberías darte una ducha, apestas-. Dijo riendo.
-Normal, has cerrado las ventanas.
-Bueno, sólo era para hacerte sufrir un poco.
-Pues a ver si por eso me he vuelto loco-. Y reí yo.
-Bueno, mientras te duchas haré la cena.
Me duché y en la cena le comenté a Dani todo lo que había sentido y todo lo que había pasado, cuando le conté lo que había hecho la perra los dos nos reímos hasta que nos entró flato, la verdad es que aunque al final me hubiese desesperado me lo había pasado muy bien y había disfrutado a tope.
Mientras cenábamos pensaba en lo que le haría a Dani el siguiente día, tenía el plan preparado desde el viernes y clamaría aquello como una venganza, aunque de broma, por supuesto. Je, je.
Continuará, falta el domingo…
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