La iniciación.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esta es mi historia real.
He cambiado los nombres para evitar líos.
Mi hoy ex-mujer llego un día a casa, de esto hace ya 7 años y me dijo que se había enamorado de un compañero de trabajo.
No hicieron falta mas explicaciones, nuestra historia de 17 años había terminado.
Por cierto, me presento, soy Adrián, un hombre de 51 años de 1.78 y 84kg, velludo con el pelo castaño y un pene de 14 cm y fino.
En el divorcio su abogada fue más lista que la mía y me quedé sin un euro y sin casa.
Así que tenía que empezar de cero.
Después de buscar casa durante un tiempo llegué a la triste realidad de que no podía pagarme ni uno pequeño, así que opte por alquilar una habitación.
Tras ver varias opciones me decidí por una en un barrio bastante bien.
El piso pertenecía a un hombre viudo de 66 años al que llamaremos Antonio.
Es un hombre de 1.89 y 94 kg muy velludo tipo oso con un pene de 17 cm y unos 7 cm de diámetro.
La habitación es amplia tipo suite, así que me gusto que podría tener mi total independencia, compartiendo el salón y la cocina.
Así que hice el traslado y me fui a vivir a casa de Antonio.
El principio fue totalmente normal, yo llegaba a casa del trabajo le saludaba charlábamos de cosas intrascendentes y me encerraba en mi habitación, me duchaba, me ponía cómodo, miraba un rato la tv y salía hacía la cocina para prepararme algo de cena.
Por la mañana me levantaba me arreglaba y me iba al trabajo.
Los fines de semana me iba a dar largos paseos por la ciudad y el resto del tiempo lo pasaba en el cuarto viendo la tv, leyendo o chateando.
Asi que en resumen, después del palo de mi divorcio, parecía que volvía a tener estabilidad en mi vida.
Al poco tiempo y a medida que íbamos ganando en confianza empezamos a charlar más, cenar en el salón viendo la tv y los fines de semana salíamos a pasear juntos y a comprar y yo le preparaba la comida.
Me gusta cocinar y me gusta hacerlo para él, así alguien puede saborear mis platos.
Así empezó a transcurrir mi nueva vida, un viernes al llegar a casa después del trabajo me encontré a Antonio preparando la cena, me dijo que había pensado en darme un sorpresa ya que yo siempre los fines de semana le cocinaba, me dijo que me pusiera cómodo que él acababa en un rato.
Me duché y me puse el pijama, como siempre hacía, Antonio había preparado un picoteo que sirvió en la mesita de centro del salón enfrente del televisor.
Nos pusimos a cenar charlando con la tv de fondo, tomamos vino y después lo retiró todo y me preparó un gin tonic.
Me dijo: Adrián tengo preparada una película que me gustaría ver contigo.
Yo por supuesto le dije que si.
Puso en marcha el dvd y resulto ser una película X sobre tema bisexual.
Los protagonistas eran una pareja de hombres maduros y una mujer también madura.
Estábamos sentados los dos en el sofá y la verdad es que me empalmé viendo la peli.
Me daba morbo la situación, en la pantalla un hombre saboreando la polla de otro mientras este le comía el coño a ella, y a mi lado un hombre maduro vestido con su pijama y su bata mirando la tv sin perder detalle.
A los dos se nos notaba el empalme y yo lo miraba de reojo, me ponía a mil tenerlo allí a mi lado y totalmente empalmado.
Antonio se abrió la bata y por la raja del pantalón de pijama se saco su enorme verga, se la empezó a tocar suavemente y yo me quedé como hipnotizado mirando de reojo su enorme polla erecta.
Lógicamente él se daba cuenta de mi estado de excitación.
El siguió tocándose, se acariciaba el capullo suavemente, entonces sucedió lo que yo deseaba en ese momento y no me atrevía a hacer.
Cogió mi cabeza y con mano firme la dirigió hasta encajar mi boca en su polla.
Empecé a saborearla con mucho deleite.
El sin soltar mi cabeza la dirigía arriba y abajo a su antojo a veces lento a veces rápido hasta que reventó en mi boca.
Recibí la leche en mi boca, la saboree y me la tragué toda.
Cuando por fin la tuvo pequeña dejo libre mi cabeza y pude separar mi boca de su polla.
Yo estaba excitadísimo, entonces me dijo que se iba a la ducha y que yo lo acompañara.
Nos metimos en la ducha, le enjabone lo limpie bien y luego el me enjabono a mi, mi polla estaba tiesa y el jugo un rato con ella con su mano.
me hizo agachar y me la volvió a meter en la boca.
Allí estabamos en el espacio reducido de la ducha.
El de pié yo en cuclillas y follándome de nuevo la boca.
Después de mucho rato se volvió a correr, esta vez en mi cara, se aclaró y salió.
Yo al quedarme solo me empece a pajear, lo necesitaba.
El me miraba me dijo que como pudiera me pusiera tumbado en el suelo de la ducha y mientras yo me pajeaba el se meo en mi polla, mano y huevos.
Exploté.
Fue una de las mejores corridas de mi vida.
Me duché volví a ponerme el pijama y muerto de vergüenza me fui a mi habitación.
Me costo dormir pensando en lo sucedido, la vergüenza inicial dio paso a una gran erección y allí en la soledad de mi cuarto me hice una paja recordando lo que acababa de pasar.
A la mañana siguiente, sábado, me daba apuro levantarme no podía quitarme de la cabeza como me había prestado a ese juego.
En el fondo me había encantado, mi polla corroboraba mi gusto por lo sucedido por la gran erección que mostraba.
Antonio a eso de las 11 de la mañana entró en mi habitación, vestido con su pijama y su bata y me dijo: Adri ayer estuviste fantástica tienes madera de zorra y me gustas.
Yo pensé.
"¿Adri?", "¿fantástica?", "¿zorra?", no asimilaba tanta información femenina.
Me quitó la sábana que cubría mi desnudo cuerpo y vio lo que el sospechaba, mi gran erección.
Me dijo: ves cielo, te pone ser la zorra de un abuelo.
La noche anterior me había tenido de objeto sexual y esta mañana me estaba acosando con sus palabras femeninas.
Lo peor, no me desagradaba en absoluto.
Me levanté y me preparo un café.
No quiso que me vistiera y mientras tomaba mi café el me iba tocando el culo, acariciaba mis nalgas, cuando lo termine nos fuimos al salón, me dejo de pié, puso mis manos en la nuca entrelazadas y empezó a hacer un reconocimiento de mi cuerpo.
Metía un dedo en mi boca y después de ensalivarlo jugaba con mis pezones, volvía a meterlo en mi boca y así un buen rato.
Me pellizcaba los pezones, los estiraba, los retorcía entre sus dedos, cada vez mas fuerte y seguía metiéndome los dedos en mi boca para seguir jugando con mis pezones, cada vez más duros, erectos y doloridos.
Empezó a lamerlos y a morderlos, primero suavemente para ir gradualmente incrementado la mordedura sobre ellos.
El dolor era bestial, deseaba que parara, pero quería que siguiera.
Me imagino que más de uno me entenderá.
Yo quería bajar mis manos de mi nuca, separarme de el y acariciarme los pezones para poder descansar de tanto dolor, pero el me decia, Adri te gusta y lo estas disfrutando cuando quieras lo dejo pero., ¿seguro que es lo que quieres?, ¿lo dejamos aquí? a lo que mansamente le respondí: No Señor, me gusta.
Él estaba disfrutando de este, mi primer reconocimiento.
Tenía una buena erección que se le notaba a través de la ligera ropa que llevaba.
A continuación y tras dejarme los pezones a máxima sensibilidad y muy doloridos empezó a jugar con mis nalgas, ano, pene y huevos.
Me acariciaba mis nalgas y les daba de vez en cuando un sonoro cachete incrementando gradualmente la fuerza, me separó las piernas y siguió dándoles cachetes y acariciándolas, pasaba un dedo por mi raja, despacio, jugaba suavemente con la entrada de mi ano y volvía a los cachetes, las nalgas estaban enrojecidas de tanto cachetazo y mi ano palpitaba cada vez que el jugaba con su dedo.
Entonces, sin avisar, me hizo girar y cogió mis huevos con su mano, los fue apretando gradualmente hasta que chillé de dolor, retiró su mano y dejó que asimilara todo el dolor que me había producido, instintivamente baje mis manos a mis doloridos huevos, los cogí suavemente con mis manos y me los masajeé con la vana intención de que ese dolor intenso desapareciera.
Cuando desapareció el dolor me dijo muy suavemente al oido.
"adri cielo, ¿te he dado permiso para que bajes tus manos? así que sin esperar respuesta por mi parte volvió a coger mis huevos y volvió a estrujarlos, esta vez más fuerte.
Chillé, me contornee pero conseguí no bajar mis manos, entonces me dijo: mi niña zorra, aprendes rápido y me gustas.
Entonces cogió mi colita con su mano y la fue pajeando lentamente, me llevo al límite en tres ocasiones y me dejo con las ganas de correrme.
Yo solo deseaba hacerlo, el lo sabía y me negaba ese derecho.
Me dijo: es hora de comer y no tenemos nada, voy a salir a comprar algo y vuelvo enseguida, pero…
y ese pero me puso alerta.
Antes de irme te voy a preparar.
Yo seguía de pié con las manos detrás de mi nuca, las piernas semiabiertas y los pezones hinchados y doloridos al igual que mis huevos.
Ató un libro a un cordel y después ató el otro extremos a la base de mis huevos quedando el libro colgado de mis partes.
Medijo que hasta su regreso permaneciera asi, se vistió y salió de casa.
Allí estaba yo, desnudo con un libro colgando de mis huevos.
El dolor se iba incrementando y el jodido libro cada vez pesaba más.
Tenía una batalla en mi mente, sentarme y aliviar el dolor o seguir así satisfaciendo el deseo de mi nuevo Señor.
Mi pelea psicológica era tremenda.
Yo sólo me estaba entregando sin condiciones a ese hombre, no me lo podía creer.
A los 15 minutos oí la puerta, yo seguía allí inmóvil.
dejó la compra en la cocina y se vino al salón.
Me dijo: veo que has cumplido, te mereces un premio.
Me hizo arrodillar, el libro descansaba en el suelo, se sacó la polla del pantalón y me la metió en la boca.
Se la empecé a mamar despacio notando como iba alcanzando el máximo grosor dentro de mi boca, entonces agarró mi cabeza y empezó un movimiento de mete saca fuerte, la metía hasta el fondo sin importarle lo más mínimo mis arcadas, me ahogaba con su polla, entonces explotó dentro de mi, en lo más hondo de mi boca y su leche pasó casi directa a mi estómago.
Siguió apretando mi boca contra su polla hasta que esta se puso flácida, hizo que se la limpiara de todos los restos de su leche y cuando terminé mi tarea me dijo que me duchara y le preparara la comida.
Después de comer y de recoger la cocina me senté a su lado en el sofá, el me cogió me recostó con mi cabeza encima de él dejo su brazo por encima de mi torso y me dijo que le encantaba mi manera de actuar, sumisa y obediente, sonreí sin que el me viera y me sentí suyo.
Me quede dormido en su regazo.
Tras casi tres horas de siesta desperté.
Charlamos un rato de lo sucedido, yo estaba muerto de vergüenza y el cada vez más encantado con mi timidez y con mi sumisión.
Me confesó que sabía que era sumiso por mi manera de actuar, siempre intentando agradarle, tímido, buscando sin querer su aprobación y que ese conjunto de cosas le habían envalentonado para empezar a prepararme como su zorra.
La verdad es que todo lo que me decía me calentaba, llevaba casi todo el día empalmado y con ganas de correrme.
Me empezó a tocar mi paquete, la tenía muy dura, la saco de mi pantalón de pijama y empezó a hacerme una paja, me corrí en su mano como hacía años no lo hacía, le deje la mano y los dedos empapados de mi leche, seguía tocándome, el placer era máximo.
Me dio a saborear sus dedos y su mano impreganados de mi leche, le limpié todos los dedos con mi lengua, le limpie también la mano, y así por primera vez saboree mi leche.
Me llevó a la ducha, me metió dentro y tras arrodillarme me la volvió a meter en la boca, me costaba ponérsela dura y entonces noté como se empezó a orinar dentro de mi boca, su orina entraba en mi boca y me caía por la comisura de los labios, me baño de su dulce néctar, cuando acabó, se fue y me pude duchar.
Cuando salí me dio un delantal de cocina y me dijo que desde ese momento cuando estuviera en casa sería la única ropa que llevaría para estar siempre accesible a sus caprichos y antojos.
Tendría mis pezones a mano, mi ridícula polla tapada y mi culo siempre expuesto.
Si os ha gustado, hacérmelo saber y continuaré el relato de mi nueva vida.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!