LA NUEVA MASCOTA DE MI MEJOR AMIGO PARTE 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ya desde los 13 años me interesaba los hombres, a pesar de estar oculto en el closet, por miedo a ser juzgado y rechazado. Mi amigo de la infancia, Juanito tres años mayor a mi conocía mi condición, por lo que me invitaba a ver pornografía de hombres, mientras masturbabamos nuestro sexo indefinidamente. Soy delgado, de unos 1.67 metros, peso de 56 kgs, y lampiño. Apenas tenía un poco de vello en mi pene, que era de acaso unos 15 cm, discretamente rechoncho. Mi amigo era más fornido, alto de 1.85 metros, con un peso de 79 kgs. Su pene era extremadamente enorme, acaso unos 24 cm, con un grosor favorable. Muchas ocasiones le solicitaba en acariciar su pene, sin tener efecto alguno.
Por mi inexperiencia y precocidad, mi eyaculación era inmediata, no pasaban ni 5 minutos de iniciar una buena pajeada, cuando me venía irremediablemente. Mi amigo aguantaba más, por lo que era evidente que disfrutaba su pajeada.
-Por favor Juan enséñame a tolerar mejor mi eyaculación, la diversión se termina en cuanto mi lechita sale. Suplicaba todo el tiempo, burlandose frecuentemente de mi condición, exclamaba con "Ya verás que pronto lograrás no correrte de inmediato". Palabra que cumplió cruelmente.
El 30 de abril sería mi cumpleaños, mi madre prepararía una pequeña fiesta, invitaríamos a varios amigos y algunos familiares. Por supuesto Juan estaba invitado desde el principio.
Juan últimamente estaba tramando algo, me miraba con perversamente, como si planeara algo sucio y grande. El 18 de febrero me invitó a su casa a Jugar videojuegos, y claro luego veríamos porno gay y pajearnos libremente. Sin embargo, parecía que los planes cambiaría un poco. Al llegar a su cuarto, me tomó del cuello y me tumbó al suelo con facilidad. Susurró a mi oido:
– Mi gran deseo es que te conviertas en mi perra desde el día de hoy, y te daré lo que más deseas. El 30 de abril tendrás tu máxima corrida de tu vida. Solo te hace falta disciplina y un buen macho que te monte.
Sus palabras me generaron miedo, desconocí por completo a Juan, por lo que comencé a gritar en afán que su madre nos oyera. -Cállate imbecil, que no creas que te me escaparás tan rápido. No sabes como deseo poseer tu cuerpecito y ese lindo culito. A parte si no hacer todo lo que yo te diga, todos en el colegio conocerán tu condición.
El terror me invadió de inmediato, me sentía acorralado. Sabía que Juan era capaz de revelar mi secreto en el colegio e incluso en mi familia. A partír de ese día, todo cambiaría.
-Desnúdate rápido, que tengo tu primer regalo. Ya veras que te gustará. A partír de ahora serás mi perra y harás lo que te indique sin reclamar. Contestarás solo con dos palabras "SI AMO". No se te es permitido hablar o suplicar. Por cada palabra que digas, te propiciaré un castigo que no olvidarás. Te mantendrás a cuatro patas, como la perra que eres. Y no podras levantár la mirada, tendras que ver el suelo todo el tiempo. A menos que lo indique podras voltear hacia arriba. Siempre que estes en mi casa estaras desnudo. Y te aconsejo que apartir de ahora no uses ropa interior, ya que si quiero acceder a ti en otro lugar o momento, debe ser accesible tu vestimenta. Pediras a tus padres para que te dejen venir al menos cuatro veces a la semana, y quedarte a dormir los fines de semana. A parte ellos me adoran.
Y una regla mas, se te será prohibido correrte sin mi autorización, por cada mililitro de semen que arrojes, se te será asignado un castigo imperdonable. No podrás masturbarte, y para estar completamente seguro te colocaré esta jaula de metal, la llave la llevaré en esta medalla en mi cuello. Y solo yo podré abrir tu candado, si lo deseo. Así mismo, llevarás este aditamente en tu culito, por supuesto un buen perro tiene una simpática colita.
No dije nada, era evidente que no podía escapar de sus maléficos planes. Me coloqué en ese momento en cuatro patas. Tomó mi pene aun flácido, y colocó esa jaula de metal que aprisionó mi pene, una pequeña argolla envolvió mis testículos y la otra la base del pene. Colocó el candado y puso la llave de seguridad en su cuello. Colocó una pequeña correa en mis huevos, y la sujetó fuertemente. Un dolor súbito recorrió mi ingle, luego de ser tirado por esa cuerda maldita.
-Como sabes todo perro necesita una correa, y la tuya sujetará tus huevos. Espero te guste, ya que la escogí especialmente para ti.
Mi adiestramiento comenzó de inmediato, ya que era de noche y mi amo decidió ir por unas cervezas. Por supuesto quería estrenar su mascota, y llevarla a pasear. Colocó un cinturón en mi cuello, con una placa que decía “MI PERRA JAIME”.
Se colocó su chamarra, y tiró de la correa, haciéndome gemir de dolor, indicando que caminara junto a él. La verdad era muy incómodo caminar a cuatro patas, y sobre todo siendo tirado de mis huevos frecuentemente. –Apúrate, tienes que seguir mi paso. Tomó un látigo. Dando un fuerte golpe en mi espalda, que se ruborizó en seguida.
Bajé las escaleras con gran dificultad, para mi desgracia estaba lloviendo, y teníamos que cruzar un pequeño parque para llegar a la tienda. Mi amo colocó su impermeable, y abrió la puerta de la entrada sigilosamente.
-¡Juan a dónde vas!. Exclamó inmediatamente la madre de Juan, lo que me hizo ruborizar inmediatamente. Sentí tanta humillación y pena, al ver a la madre de Juan me miró con gran asombro.
-Con que este es tu nueva mascota, pero que lindo perrito tienes. Espero que lo eduques mejor, porque los anteriores daban mucha lata. Pero esa carita de inocencia, bienvenido a la familia. Por cierto tu madre ya sabes que estás con nosotros, y me dijo que te cuidemos muy bien. Por supuesto, Juan es un muy buen amo, que hasta te va a sacar a pasear, para que te diviertas un rato.
Esas palabras me paralizaron de inmediato, la madre de mi mejor amigo era cómplice de sus más terribles perversiones. Estaba completamente perdido.
Mi amo me obligó a caminar por el sendero de lodo, mi cuerpo estaba completamente mojado, y mi corazón palpitaba de vergüenza, que no tardé en generar unas lágrimas. Mi amo propició de inmediato una patada en el abdomen, sacándome el aliento.
-No llores, que no tengo todo el tiempo. A parte si no caminas más rápido, te juro que te arrancaré esos huevos, no lo dudes ni un segundo.
Me reincorporé rápidamente, luego de darme un gran tirón de la correa, que me hizo paralizarme del dolor. El paseo fue tedioso, las rodillas me sangraron un poco, luego de pasar por un sendero de piedritas rojas. Al llegar al otro lado del parque, mi amo me amarró en un árbol de la correa, con afán de no escapar. Al menos no me vería nadie en esa condición.
-Te quedarás aquí, encadenado, y más te vale que no hagas escándalo, porque nadie te va a escuchar, más que yo. Y no querrás que mis amigos jueguen contigo.
Esa noche fue terrible, pasaron como 4 horas bajo la lluvia, lleno de lodo y con mucho frio. Me había amarrado demasiado bien, que no podía movilizarme fácilmente , sin que mis huevos se estiracen de la correa. El pánico se hizo de inmediato, al darme cuenta que a propósito mi amo me había amarrado cerca de un hormiguero. Las pequeñas hormigas comenzaron a ascender por mis pies, hasta alcanzar mis huevos.. Sentía una desesperación que no terminaría rápidamente.
Eran las 6:30 horas, aún seguía amarrado de mis huevos en ese árbol, moría de frío. Mi amor apareció, muy borracho. Uno de sus amigos me miró con lujuria, y no dudo en lamer una de mis mejillas.
-Cálmate es mi perra, tu consigue la tuya. Ándale nos iremos a casa. Me soltó del árbol y tiró fuerte de la corre, a paso veloz. Mis huevos eran torturados terriblemente, el dolor era insoportable, tratando de seguir su paso a cuatro patas. Pero tanto fue mi desesperación, que me reincorporé a dos patas para seguir mejor su paso, y mi amo enloqueció.
-Maldita Perra desobediente, pero ya verás cómo te educas. Ninguna de mis mascotas me desobedece.
Tiró de la correa haciéndome caer de dolor. Tiró de la correa, arrastrándome de dolor, hasta llegar a un arbusto. Me puso cerca del excremento fresco y plasmó mi rostro en el.
-Comete toda esa porquería, que será tu desayuno.
Me restregó la cara, era inevitable ingerir tal bocado. Mi nariz y mi boca estaba llena de asquerosidad.
-Trágatelo de una buena vez, que no quede nada.
Con todas las fuerzas del mundo comí el excremento, mientras tiraba de mis huevos para que lo hiciera más rápido. Sentía que me desmayaría. Y antes de terminar todo el bocado, vomité irremediablemente. Manchándome de asquerosidad y vómito.
-Maldita perra, uno que te quiera alimentar, y nada te agrada. Pero conmigo te educarás quieras o no.
Llegamos al fin a la casa de mi amo, mi aspecto era horrible, lleno de lodo, mojado, y oliendo a mierda y vómito. Deseaba que esto acabara, pero para mi desgracia apenas era sábado. Y mi madre pasaría mañana por la tarde.
-Pero que pasa aquí, porque huele a mierda. Pero vienes borracho de nuevo, y que aspecto tiene ese animal. Pero es tu culpa maldita perra, porque no lo cuidaste. Ahora te quedarás encerrado en tu jaula, hasta que mañana tu madre llegue por ti.
Como si supiera lo que hacía, la madre de mi amo tomó la correa, haciéndome temblar de dolor en mi ingle, y me encerró en una pequeña jaula dispuesta en el patio, que apenas podía moverme.
La humillación era terrible, en el gran patio, metido en una jaula, sin poderme mover. Teniendo que orinarme y defecarme dentro del encierro, mi aliento a mierda, y mis huevos atados a una correa que no podía quitarme.
La mañana del domingo, la madre de mi amo me sacó de la jaula, y amarró la correa en un pequeño poste.
-Ahora sí, es mejor que te bañemos, tu madre no tardará en llegar. Y bueno lávate ese hocico, que apesta terrible. A manguerasos de agua fría, quitó mi suciedad, aventando cubetas con jabón comercial, que se utiliza comúnmente para lavar la ropa. Luego talló mi cuerpo con un zacate viejo y rígido, haciéndome pequeños rayones en mi piel. Lavó mi cabello con un poco de sahmpoo para mascotas, (ya que era una perra). Y terminó por secarme con una toalla vieja.
Lavé mi hocico mil veces, pero el aliento y sabor a mierda no desaparecía. Usando mentitas para disipar mi olor.
-Bueno, nos veremos el martes, ya sabes puntual. A ver que se me ocurren esta vez, por cierto felicidades no te corriste esta vez.
Me plantó un beso en la frente y me dio una nalgadita, para luego ir con mi madre.
Ese día no comí nada, me sentía humillado. Lloré toda la noche. Y pensar que esto apenas comenzaría.
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