Me creía el gigoló supremo…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Zekyasha.
500 mil a la una… a las dos.
Vendido por 500 mil pesos!! Oía decir a alguien mientras golpeaba una mesa con un mazo.
La gagball en mi boca impedían que pudiera decir algo y la jaula que pudiera escapar de ese sitio.
Aún me encontraba incrédulo ante esa situación, no podía creer que me estuviera pasando.
En ese momento acababa de ser subastado y vendido a otro hombre, un tipo viejo, gordo y de apariencia extranjera.
Varios hombres más chiflaron mientras la jaula donde estaba desnudo y solo con un collar en mi cuello estaba siendo bajada del escenario principal para subir a otro chico más joven que yo, en las mismas condiciones, lo más seguro que para ser vendido al igual que yo.
Fui llevado a una camioneta donde me subieron en la parte trasera.
Ahí otras dos jaulas ya esperaban.
En una había dos niños, como de 10 años, en otra, un joven de mayor edad que yo.
Los pequeños silenciados también con su gagball no paraban de llorar y sollozar, azotando la jaula como intentando desesperadamente de abrirla para escapar.
El otro joven y yo solo nos regresamos a ver mutuamente, él, en ese momento bajó su mirada, demostrando pesimismo, en ese momento lo supe, no era un sueño, habíamos sido vendidos, éramos ahora propiedad de otro ser humano, fue entonces que mi cara se desencajó y no pude evitar llorar.
Tras aproximadamente esperar una hora y con dos jóvenes de nuestra edad más en la camioneta, cerraron la puerta y ésta empezó su marcha.
Mi nombre es Javier, tengo 17 años.
Hasta hace unos días estaba estudiando el bachillerato.
Desde más joven hacia mucho ejercicio por eso mismo tengo un muy buen cuerpo, debido a eso muchos gays se acercaban a mi, para pedirme favores sexuales, que me encargaba de hacer siempre y cuando me convencieran con una buena cantidad de dinero.
Tenía una clientela nutrida, dos o tres veces por semana varios hombres me buscaban para hacerme cargo de sus culos.
El que me probaba regresaba por más, además siempre me recomendaban con sus amigos.
Precisamente ese fue el grave error, por el cual ahora estoy aquí.
Un día un chico llegó a la escuela, quería un favor.
-Hola guapo, me han hablado de ti- me dijo tocándome el rostro
-5000 y ni un centavo menos, a cambio te daré 4 horas de placer- contesté
-Vaya! Tú sí que vas al grano, eso me agrada- reviró mientras tocaba mi abdomen
-Pero se nota que eres buena mercancía así que no discutiré- agregó
Caminamos hasta su auto, y manejó una distancia considerable, pensé que era lo mejor pues así no me vería gente conocida.
Grave error mío.
Llegamos a una casa a las afueras de la ciudad, muy grande y lujosa.
Si dejaba feliz a este putito podría sacarle mucho jugo, pensé.
Bajamos del auto y entramos a la casa.
-¿Quieres algo de tomar bombón?- me dijo
-Por ahora no… gracias- le dije mirando todo el interior de la casa.
-Ponte cómodo, es tu casa guapo- dijo mientras se acercaba a mi por la espalda
ese momento beso mi cuello llevando sus manos a mi abdomen, recorriéndolo por completo, posteriormente levantó mi camisa quitándola y llevándola posteriormente a su cara para olerla con detenimiento.
ver claramente que ya eres todo un hombre- dijo
En ese momento volteo hacia la cocina mientras yo quede ahí parado en la sala.
En un punto donde el podía verme.
Tomo una botella y se sirvió un trago mientras me decía
-No seas penoso, ya te dije que es tu casa, ponte comodo- insinuó con una mirada masiva
Sabiendo que es lo que quería darme a entender me voltee hasta quedar frente a él, me desabroche los tenis, me quite los calcetines, para incorporarme y desabrochar mi pantalón, el cual lentamente lleve al piso junto con mis boxers, para quedar expuesto a sus ojos.
Silvando como en gesto de aprobación el solo se limitó a verme desnudo.
Mi pene era de tamaño normal, unos 17-18 cm flácido, pero grueso.
Puse mis manos tras de mí cabeza mientras estaba ahí parado, como incitándolo más, así que inmediatamente él se tomó de golpe su trago y se acercó a mí.
Me tomó de la mano y fuimos a su habitación.
Llegando hizo sentarme al borde de la cama donde empezó a mamarmela hasta el fondo, sentía su nariz resoplando en mis bellos púbicos.
-¿Quieres lechita putito?- dije mientras miraba como se tragaba mi verga
-mhhhmmmm- dijo con mi verga llenando su boca como en señal de aceptación
Solo bastaron un par de minutos para que soltara varios chorros de mi leche en su garganta y boca, el cual bebió sin dejar una sola gota, lamiendo hasta los restos que había en su mejilla y los restos que también había en mi falo.
-Deliciosa!- Exclamó mientras empezaba a desvestirse
-Ahora te toca a ti complacerme bebé- dijo mostrándome su culo
Acostándose en el borde de la cama, boca abajo, empezó a menear su trasero.
Ya sabía lo que quería.
Me acerqué y empecé a lamerme su culo, a comérmelo.
El putito gemía como si estuviera en la gloria.
Su culo dilataba con cada lamida que le daba.
-Métemela- dijo
-Ponmelo con la boca- insinuando que me pusiera un condón
-Hazmelo a pelo- contestó
-Sin condón no- le dije
-Te pago lo que quieras pero házmelo a pelo- dijo mientras me daba un bote de lubricante
Nunca lo había hecho a pelo, y menos en el trabajo, pero el tipo tenía buena casa, buen carro y me había dicho que me pagaría lo que fuera, así que pues pensé que tenía una mina de oro asegurada.
Le puse lubricante en su culo y me puse en mi pene y así sin avisar se lo deje ir de una sola vez.
El pego un grito que retumbó la habitación, y sin darle tiempo a recuperarse empecé el mete y saca con velocidad frenética.
Sus gritos eran fuertes, al igual que el sonido de mis caderas chocando con sus nalgas, pero veía que lo estaba disfrutando al máximo.
Mientras estaba en la faena besaba su cuello, mordía sus orejas, jalaba un poco su cabello o simplemente lo besaba en los labios.
Veía en su cara un éxtasis supremo.
Tras unos diez minutos de embestidas bestiales aumente el ritmo un poco más hasta venirme en su interior, mientras el gritaba como loco sintiendo mi leche recorriendo su intestino.
Me quede quieto besándolo en los labios hasta que poco a poco mi pene se puso flácido y salió lentamente de su culo, enrojecido y con hilillos de mi semen caliente escurriendo.
Me recosté a su lado mientras el ponía su cabeza en mi pecho retomando el aliento, mientras tocaba mi cuerpo diciendome:
-Wow, eso se sintió magnifico- mientras besaba mi pecho
Durante las siguientes tres horas lo hicimos unas 5 veces más, y en todas me vine dentro de el, estábamos agotados pero el tenis una cara de satisfacción total.
Tras quedarnos acostados un rato abrazándonos el se levantó y se fue a la cocina mientras yo aproveché a ir al baño de la habitación para ducharme.
Estaba en eso cuando el entro con un vaso de jugo, el cual me ofreció.
-Estuviste maravilloso.
Valdras cada centavo- dijo mientras reía (ahora entiendo el por qué de su risa)
-Anda, bebé un poco para que te recuperes- dijo instándo a que bebiera el jugo
Estaba completamente agotado y sediento por esa faena que me aventé.
Así que lentamente me tomé el jugo.
Asimismo mi amante temporal se unió conmigo en el baño, aprovechando a recorrer mi cuerpo con el jabón, aprovechando cada minuto que aún teníamos juntos.
Al salir no sabía por qué pero me sentía muy agotado, tanto que me senté en el borde de la cama, mientras sentía que un sueño abrazador me envolvía.
Poco a poco fui perdiendo la conciencia hasta quedar profundamente dormido.
Al despertar me encontraba amordazado y amarrado en la cama.
Por más que intentaba zafarme me era imposible.
A mi lado se encontraba aquel tipo, con una sonrisa malévola dibujada en su rostro.
-Veo que ya despertaste.
Al parecer la droga tuvo efecto- dijo con una voz irónica
-Edpero hayas disfrutado mucho la vida que llevabas, por qué se terminó- agregó
Al decir aquello sentía mi corazón explotar de miedo, pues pensaba que sería asesinado.
Pataleaba intentando zafarme a como diera lugar sin lograrlo, al darme cuenta que mi lucha era imposible empecé a llorar.
-Aaaw, los hombres no lloran querido- dijo con voz burlona
-No te preocupes, no te haré nada que te haga daño, no me servirías así- agregó
En ese momento dos tipos entraron a la habitación con una caja plástica grande con varios agujeros, en la cual me metieron mientras forcejeaba y la cerraron.
Por más que golpeaba la tapa está no cedía, y una oscuridad siniestra me cubría.
-Por el solo te podemos dar 200 mil- oía a alguien decir
-Oh.
Es más de lo que me dieron por el último- dijo aquel chico que me había engañado.
-Bueno, este tipo tiene mejor cuerpo- dijo la otra persona.
-Y créeme, aguanta mucho, vale muchísimo la pena- agregó el perpetuado de mi situación
-Bueno.
Nos vamos, si tienes a alguien más ya sabes que hacer- termino de decir aquella otra persona mientras sentía que cargaban la caja conmigo en su interior.
Intentaba gritar, pero al parecer nadie podía escucharme.
Alcance a ver a través de uno de los agujeros y ya era de noche, no se veía gente pasar por las calles.
Bruscamente me subieron a la cajuela de un auto y la cerraron.
No sé por cuanto tiempo estuvieron manejando, pero se me hizo eterno.
Cuando el auto se detuvo mi corazón estaba a mil.
Se abrió la cajuela y lentamente me bajaron.
Asomando minojo por el agujero no podía ver nada, seguís oscuro, pero esta vez no casas ni calle.
Parecía que estaba en un lugar muy alejado.
Pude ver una casa grande, entramos por un costado, por el jardín.
Pude ver que era llevado a algo así como unas caballerizas, donde al abrir una de ellas fui puesto dentro y ahí me dejaron.
A la mañana siguiente me encontraba sin dormir, no sabía que era lo que querian de mi, cuando escuché a alguien acercarse a donde me encontraba.
-Hay que empezar a preparar a este perro- oí decir a alguien
Sentí como la caja donde estaba se movía nuevamente, el trayecto no duro mucho.
Aventaron la caja bruscamente al suelo, casi inmediatamente quitaron la tapa dejándome expuesto.
La luz del sol de mediodía me enceguecía.
Dos tipos muy grandes y corpulentos me sacaron de esa caja, aventandome al suelo.
Inmediatamente tomaron una manguera y empezaron a rociarme con mucha presión.
-Asegurate de lavar bien a este perro, si no el jefe se enojará- dijo uno de ellos al otro que me rociaba con la manguera
El agua estaba helada, con mis manos y pies atados me era imposible salir de esa situación y de aquel lugar.
Después de un par de minutos se acercaron nuevamente a mi, me pusieron un collar en el cuello con una placa.
La placa tenía el número 12, para después llevarme a otro lugar, como un establo, al avanzar por ese establo logré ver algunas jaulas con muchachos en su interior y otras vacías.
Algunos forcejeaba por salir de su aprisionamiento sin fruto aparente, todos con un collar y una placa con número.
Al llegar a una jaula vacía, mis cuidadores la abrieron, era pequeña, quitándome mis ataduras de pies y manos, violentamente, me metieron con exceso de violencia a ella, ya estando dentro un candado impediría que pudiera abrirla.
Pasaban los días, y nosotros simplemente estábamos encerrados en nuestras jaulas.
Aunque cabíamos perfectamente acostados y tenía la suficiente altura como para sentarnos no dejaba de ser una prisión de acero.
Para comer nos servían la comida y el agua en unos tazones para perro, los cuales ponían al frente de la jaula.
Esta misma tenía un hueco por el cual solo cabía la cabeza, así que para comer teníamos que ponernos de rodillas, sacar la cabeza y comer directamente del tazón, como un perro.
Noté que algunos muchachos más pasaron por mí misma situación y fueron agregándose a esa abadía conforme los días pasaban.
No recuerdo bien pero transcurrieron aproximadamente dos semanas desde que llegué.
No sabía nada de mi familia, ni de que hacía en ese lugar.
De repente oí un camión, el cual entró al establo.
Cuando los cuidadores se acercaron a mi, tomaron la jaula y la cargaron conmigo en su interior, aproximándose al camión.
Cuando estuvieron en la caja trasera, me levantaron y me aventaron al fondo, deslizándome por el piso.
Golpeé con otra jaula, deteniendo mi movimiento, un breve momento después sentí una jaula golpear mi jaula por el costado, era otro chico, y así sucesivamente.
Había otros dos tipos arriba de la caja acomodando y apilando las jaulas, asegurándoles para que en la transportación no lastimarnos.
-¡Son todos!- Exclamó uno
Dándole unos golpes al camión, este arranco y se puso en marcha.
No se cuantos éramos pero fácil más de una treintena.
Había desde niños pequeños, como de unos cinco años, hasta jóvenes de unos 24-25, pero sin duda la mayoría la conformábamos chavos como de entre 15 y 18 años.
Tardamos varias horas en el camión.
Oíamos bullicio de ciudad en más de una ocasión pero no podíamos pedir auxilio.
Las mordazas que nos habían puesto nos impedían gritar.
Cuando finalmente se detuvo y las puertas de la caja se abrieron fuimos sacados uno por uno, y llevados a una bonita casa en una loma, en los suburbios de alguna ciudad que no reconocía.
La extensa propiedad y la lejanía de la ciudad harían más que imposible que nos escucharan si gritábamos.
Todos fuimos colocados en una estancia, donde nos desataron y nos quitaron la mordaza.
Nos alimentaron y al terminar nos pusieron una gagball.
A media tarde abrieron las puertas permitiendo el ingreso de varios hombres y mujeres que se nos quedaban viendo entre risas, caminando en un pasillo con jaulas a cada lado, observándonos como checandonos a detalle.
Cuando nadie más pasó, dos hombres se llevaron la primera jaula, un chico moreno como de mi edad, a través del pasillo hacia a otra habitación.
Entraron y cerraron la puerta.
La jaula nunca regresó, los que si regresaron fueron estos mismos tipos por otra jaula, un tipo rubio, con el cual hicieron lo mismo.
Una a una, las jaulas fueron llevadas a aquella habitación hasta que llegó el momento en que yo fui llevado.
-Jaula número doce!!- decía un presentador en un escenario mientras era llevado cerca de el
-Esta mascota tiene 17 años, todo un semental- continuaba diciendo mientras los tipos me ponían sobre una mesa a la vista de toda una multitud que me miraba maravillada
-Vean que hermoso cuerpo tiene este lindo perrito, iniciaremos la subasta con 200 mil- dijo mientras golpeaba el borde de la mesa con su mazo
¿Perro? ¿Acaba de decir que soy un perro? Mi mente estaba en shock, mil cosas pasaban por mi mente que ignoré por completo el hecho que la multitud pujaba por mi, para comprarme.
-500 mil a la una… a las dos.
Vendido por 500 mil pesos!! Al afortunado caballero! Felicidades, pase por su mascota!- decía el vendedor mientras la multitud aplaudía y yo salía de mi shock para darme cuenta que acababa de ser vendido.
Fui subido a una camioneta donde ya había varias jaulas esperando.
Tras esperar un rato y algunas jaulas más, partimos.
Estaba oscuro, y la camioneta se movía muy rápido.
Pese a eso el trayecto fue largo.
Todos lloramos durante el trayecto.
Llegamos a algún lugar, fuimos bajados de la camioneta y metidos a una casa pequeña en algún lugar muy apartado de todo.
Nos llevaron hasta una habitación donde había un tipo y una mesa grande.
-Aqui está el material, ya sabes lo que el cliente quiere- dijo el tipo que nos había comprado en la subasta
-Empezaré a trabajar ahora mismo- le contesto el otro mientras se ponía una bata blanca
-Te lo dejo entonces, volveré por la mercancía en unos dias- agregó nuestro comprador
-Yo me encargo- le contesto nuevamente.
Aquel tipo estrechó su mano para inmediatamente salir de la casa.
-Que buenos perritos me trajo ahora, lástima que deba convertirlos en perras- nos dijo a todos mientras se reía
Con ayuda de dos asistentes a su lado, primero tomaron la jaula de los niños la abrieron y sacaron a uno quien no dejaba de patalear.
Al quitarle la gagball de su boca empezó a gritar, llorando y pidiendo por su mami.
-Grita lo que quieras cachorro, nadie te escuchara- dijo aquel tipo mientras se reía
Tomaron al niño y lo colocaron sobre la mesa, sujetándolo con fuerza mientras ponían una mascarilla sobre su nariz y boca.
-Respira hondo, vamos, eso-
Poco a poco los movimientos del niño se empezaron a tornar lentos hasta que finalmente quedó dormido.
Uno de los asistentes tomó una videocámara y empezó a grabar todo lo que pasaría.
El tipo acomodo primero el collar del niño, haciendo que la placa se viera en el vídeo, nunca se lo quitó.
Luego tomó un bisturí y lentamente hizo un corte en los huevitos del niño.
Sacando los testículos del escroto de aquel niño los cortó hasta dejarlo castrado.
Los otros muchachos y yo sacudiamos nuestras jaulas intentando zafarnos para salvar a aquel niño, pero era imposible.
Terminando de castrarlo la cirugía continúo.
Lentamente cortó la piel del pene desde su base hasta la punta dejandolo expuesto.
Nosotros no podíamos hacer nada más que mirar atónitos mientras la hombría de aquel inocente era arrebatada.
Tras dos horas de cirugía donde antes había un pene ahora había una cavidad similar a una vagina.
-El siguiente paciente por favor- dijo el maldito degenerado
Tomando al otro niño, repitió de principio a fin todo el procedimiento.
Ahora entendí todo.
Entendía por qué decían que querían perras en lugar de perros.
Ese era nuestro destino.
Nos querían como juguetes sexuales anormales.
Al terminar con el otro niño, uno de los asistentes lo cargo hasta la jaula donde se encontraba su otro hermano.
Por que hasta eso, nunca dejaron de meternos en la jaula, de tratarnos como unos viles animales.
-Que lindas quedaron estás cachorritas- decía mientras su risa y la de sus ayudantes inundaban la habitación.
Salieron un rato, y tras un par de horas volvieron y sacaron de la jaula al chico con el que nos regresamos a ver en la camioneta al principio.
Solo volteó a verme llorando.
Intentaba escapar de los ayudantes de aquel médico sádico, pero estaba débil por la mañana alimentación que habíamos recibido.
Al igual que los pequeños fue forzado a dormir por la anestesia y posteriormente todo rastro de virilidad que poseía desapareció, dando lugar a una vagina.
Al acabar con el se acercaron a mi jaula, me sacaron de ella y aunque logré golpear a uno de mis captores otro logro someterme.
Forzandome a subir a esa mesa, peleando por evitar respirar aquel gas, pero todo era inútil.
Lentamente mi cuerpo se fue entumeciendo y mi conciencia se perdió poco a poco.
Al despertar un dolor muy agudo me oprimía en la entrepierna, sollozos y gritos se oían en la habitación.
Al voltear a ver a la jaula vecina podía ver a uno de los muchachos gritar maldiciones mientras tocaba su parte baja, la cual ya no tenía nada.
Al otro lado los niños decían que les dolía mucho y lloraban.
Fue entonces que me toqué, y en efecto, había desaparecido.
Mis huevos y mi pene ya no estaban.
Solo podía sentir un hueco y una sonda saliendo de el.
Lo único que hice fue llorar mientras gritaba de dolor y rabia.
Han pasado varios meses ya.
Mi nombre actual es Rocko y soy un perro mascota acompañante.
En el prostíbulo donde me han mantenido mi tarea es complacer en todos sus caprichos a mi amo.
Me han prohibido usar ropa, solo debo usar mi collar.
Los clientes me adoptan (compran) por días, semanas o incluso un par de meses.
El collar en mi cuello no se puede quitar.
Para evitar escapar el prostíbulo le dice a los clientes que me deben encadenar.
Igual tengo insertado un chip que si me lograra escapar me encontrarían en un par de minutos, así que ya no hago el mínimo intento de hacerlo.
Ya estoy acostumbrado a tantas cosas; que me follen el culo, la vagina o la boca, ya sean humanos, perros u otros animales.
Ha habido amos que solo me han dado de comer comida para perro así que me he llegado a acostumbrar.
Uno el otro día me llevo a una playa nudista con una correa, permitiendo que todo el mundo me viera.
Mi vida ahora es ser una mascota, no tengo ninguna preocupación más.
Al final de todo no es tan malo (?)
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