Mono amaestrado III. Los Monos atrapan Monos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por summoner.
Habian pasado ya dos años desde que Gerardo aquel enorme hombre que vivía en las calles había encontrado a aquel pobre chico vagando perdido, y del cual le ofreció un buen lugar donde vivir y unas cogidas maratónicas, pero al paso del tiempo la enorme verga de aquel hombre había desgarrado por completo los esfínteres anales de su mascota humana, ya no apretaba su verga como debía y eso lo enfurecía, aquel muchacho se había vuelto adicto a aquel hombre, ya no era necesario encadenarlo o amarrarlo, las drogas que aquel hombre le había dado por tanto tiempo a su monito amaestrado lo habían vuelto completamente dependiente de su amo, del mismo modo aquel hombre se divertía golpeando al chico y lo hacia en cada oportunidad, todos estos factores se veían reflejados en la fisionomía de aquel chico, se veía más delgado y ojeroso.
–Mírate pedazo de mierda, cada día estas peor- el chico se había vuelto retraído y hablaba muy poco, y a lo largo de ese tiempo ahora consideraba a Gerardo como su padre, aquel hombre se quito los zapatos nuevos, el chico se emociono por ello, le retiro los calcetines y le los dio en la mano a aquel hombre, sus pies eran grandes mas grandes que la cabeza de aquel chico y ya en anteriores ocasiones había recibido un pisotón en el rostro, -Te gusta lo que tiene tu papi para ti– de su bolsillo saco una botella con disolvente y lo empapo en sus calcetines –¿Sabes cuánto me costaron estos calcetines? Estoy hachando a perder mi ropa para darte gusto– los ojos del chico brillaron de emoción, tomo los calcetines de aquel hombre y los inhalo fuertemente el aroma era una mescla entre disolvente, calzado nuevo y pies húmedos, aquella sumisión excitaba a Gerardo de sobremanera, su miembro comenzó a endurecerse –sabes, estuve con una de tus mamis hoy, ¿quieres probar a que sabe tu mami? – gracias a las limosnas que aquel hombre había obtenido de aquel chico y de la renta con algunos hombres había tenido la oportunidad de darte ciertos gustos, Gerardo era un hombre completamente morboso y vicioso, había estado toda la tarde tomando y el aroma etílico lo rodeba como un aura de su imponencia, además de ser un apasionado del sexo con prostitutas, y aquella tarde no había sido la excepción, y había cogido con una de sus chicas favoritas con quien nunca usaba protección, para Gerardo el condon era simplemente basura, le exitaba la idea de poder embarzar a alguna chica aunque claro nunca se haría responsable de nadie, como ya lo había hecho en anteriores ocasiones, para algunas personas Gerardo representaba lo peor de un hombre, pero disfrutaba de la vida y esta lo había premiado como al mejor hombre del mundo, y tal vez lo era y la vida lo seguiría recompensando, –Quieres hacer feliz a tu padre verdad hijo de la gran puta– aquel monito amaestrado entendió inmediatamente lo que aquel hombre deseaba, el chico seguía inhalando la ropa usada de su amo, Gerardos e saco su verga de la prisión de sus pantalones y comenzó a masturbarse, dirigió la cara del muchacho a su ingle y comenzó a masturbarse con aquella dulce boquita, el aroma a hombre y a sexo era evidente, desque que había eyaculado dentro de la vagina de aquella chica aquel hombre deseaba que su mascota lo limpiara, algunas verrugas se habían formado en aquel enorme falo derivado de sus inumerables aventuras con prostitutas, y ahora lo compartía con su esclavo, volteo al chico le bajo los pantaloncitos y de un empujón le clavo su verga, el ano de aquel chico había perdido su elasticidad, –Puto de mierda ya no aprietas, ya no me sirves– lo abofeteo fuertemente y volvió a cojerlo con mas fuerza, el chico sintió dolor pero su ano ya se había acostumbrado a eso, aquel hombre eyaculo una considerable cantidad de semen después de varios minutos, fue entonces cuando una idea surgió en su mente, necesitaba otro mono uno nuevo y de mejor calidad, un mono que nadie haya utilizado y quien mejor que su mascota para ayudarle a atrapar otro esclavo.
Pasarían algunos días en desarrollar su plan, su mono mascota debía de hacerse amigo de otro chico, irían a jugar a su casa y ahí seria donde podría estrenarlo, Gerardo esperó en una banca, dejándole instrucciones precisas a su esclavo, pasaron unos minutos y su miembro se endureció como roca al solo penar en el nuevo manjar que estaría a su disposición, paso una hora y un nerviosismo empezó a apoderarse de su cuerpo, algo no estaba bien, un par de policías pasaron a lado suyo uno era un hombre de unos 50 años, otro era un joven de unos veintitantos, su mirada se cruzo con la de aquel joven policía, una mirada poco usual, Gerardo noto como los ojos de aquel uniformado se posaban sobre su entrepierna, el joven policía miraba el bulto que se marcab en la entrepierna de aquel hombre y Gerardo en un gesto de cordial formalidad se acaricio el miembro sobre el pantalón, el joven uniformado continuo con su mirada fija en Gerardo por unos segundos extras pero continuo con su rutina
a los pocos minutos llego su mono con un chico bajo de pelo negro y tez morena –¿Cómo te llamas? – preguntó aquel enorme hombre al nuevo muchacho –Me llamo Jorge– aquel muchacho era perfecto en toda la extensión de la palabra, su estatura su complexión, su rostro eran un sueño erótico para Gerardo, saco su botella de la chamarra y la empapo en un trapo viejo –Ven te quiero enseñar un nuevo juego– aquel chico confió en aquel extraño Geraro coloco rápidamente el trapo en el rostro del chiquillo quien poca resistencia opuso, parecía estar consciente que su destino era estar en los brazos de Gerardo, después de unos segundos el nene se había quedado adormilado, fue el momento de retirarse con la pesca del dia de hoy, miro a los lados y no había nadie quien haya sido testigo de aquel suceso, aprovecho para meter su mano en los pantaloncitos de su nuevo mono, e introdujo su dedo, como el imaginaba el ano de su nueva mascota estaba completamente cerrado, el chiquillo despertó un poco al sentir la incomodidad en su recto, quejándose un poco, pero aquel dedo gordo de ese hombre no era comparable en lo mas mínimo con lo que le esperaba a aquel chico al llegar a su nuevo y permanente hogar.
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