Pesadilla en barco mercantil VI
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por marinerosado.
Estaba boca abajo luego de ser violada por el trasero.
Cuando de repente escuche una voz conocida.
Al oír su voz gire mi cabeza la cual apenas podía girar por estar pegada al suelo.
Me di cuenta de inmediato que era mi esposo.
De inmediato le pregunté que como estaba?.
Pero no respondió.
Se oían sus sollozos.
Pensé que seguro estaba llorando por la impotencia de no haberme podido ayudar y de ver cómo me violaban a su lado.
Pero como lo haría si está atado igual que yo.
Le pregunte de manera dulce: cómo estás?
Me respondió: muy mal tanto física como espiritualmente.
Supuse que era por haber oído y visto como me violaban a su lado.
Y le pregunte: que te ha pasado? Y con sollozos respondió: me han llevado a lo más bajo, me han quitado mi virilidad, ya no sirvo para nada.
Mi intriga crecía, será que lo han maltratado?, lo habrán castigado tanto? Y dije cuenta por favor.
El con voz entrecortada inició a relatarme lo que le había ocurrido.
Me mantuvieron durante el día encerrado en una estrecha jaula que están ubicadas varios pisos más abajo, donde duermen los que fueron hombres.
Nadie habló, nadie dijo nada.
Pasada la media mañana, supongo porque ni la hora se cual es, me sacaron de esa jaula pequeña hecha de metal propia para animales y me llevaron por un pasillo dando varios giros hasta llegar a lo que debe ser la enfermería.
No podía hacer nada para escapar, pues llevo un collar de metal en el cuello que ellos hábilmente me soldaron para que no pudiera quitármelo jamás, las manos atadas a la espalda con esposas y grilletes en mis tobillos a una distancia muy corta.
Unido a este collar de metal me bajan dos cadenas que se unen también soldadas a dos argollas que me colocaron a sangre fría en cada una de mis tetillas.
Me llevaban como un perro amarrado.
Llegamos al área y allí me subieron a una mesa de metal, comenzaron a atarme.
Pusieron mis brazos estirados hacia atrás muy fuerte, casi creí que se me iban a desprender.
Tomaron una correa y rodearon mi pecho dejándolo también muy apretado y otra más en las caderas pero mucho más fuerte.
Mis piernas las subieron y las colgaron del techo.
Quedé mostrando totalmente mis genitales.
Así espere un buen tiempo solo y atado.
Oí pasos y llegaron unas personas.
Escuche que decían doctor venga por aquí.
Y se acercaron a mí.
Y famoso doctor aclaro, yo no soy doctor humano, soy un veterinario.
Paso seguido pregunto por su paciente.
Y todos rieron diciendo el cerdo está aquí bien atado.
Y si, mis pesares se hicieron realidad.
Nunca imaginé tal situación.
Pero su conversación me fue hundiendo en el abismo.
Él se sentó entre mis piernas que colgaban del techo.
Estaba tan bien atado que no podía mover nada de mi cuerpo.
Escuche cuando él dr.
Dijo: muy seguro de sí.
Pondré anestesia aquí para evitar dolores.
De inmediato una orden de uno de los jefes indico que no.
Que la cirugía debe hacerse a sangre fría para ir domando al cerdo y que aprenda a ser un esclavo sumiso.
El dr.
dudo diciendo que no era tan simple el procedimiento de castración.
Uno de los groseros y bestias contesto: Dr.
Usted no ha castrado ya muchos animales? Hágalo igual con este cerdo.
Déjese de contemplaciones que necesitamos convertirla en una cerda obediente y sumisa.
Cuando convertimos un hombre a mujer tienen mucho más valor para hacer aberraciones, lo pagan mucho mejor.
Grite y me introdujeron una tela en mi boca para no oír mis gritos.
Me la taparon con cinta adhesiva fuerte.
Mis ojos se me salían de las órbitas por la desesperación.
Y sentí que alguien tocaba los genitales con un material suave.
Era algodón con alcohol, para desinfectar el área.
Antes estos bastardos me habían depilado completo.
Y el Dr dijo: aguanta que voy a realizar una incisión.
Y me estremecí del dolor causado cuando ese artefacto filoso cortó por el mismo medio mi escrito.
La herida debió haber sido de 3/4 de pulgada o algo así.
Se detuvo y repitió: volverá a dolerte.
Y sí que dolía, imagínate que te agarren los testículos y los aprieten.
Duele.
Pero peor aún es que te introduzcan los dedos dentro del escroto y te halen los testículos hacia afuera para sacarlos y poder cortarlos.
Y así fue, un dolor insoportable recorría toda el área de mi ingle.
Sentía sus dedos rebuscando dentro de mí y me dolía.
Un jalón fuerte y un dolor como si me arrancarán todo de adentro.
Creo que me desmayé.
Me despertaron y continúo el suplicio.
El doctor dijo: ven aquí están sus glándulas afuera, ahora pongo estás pinzas y corto.
Sentí como unas tijeras me rasgaron.
Y dijo: ya está le he extirpado sus testículos.
Ya no será más hombre.
Ahora debo cocer, pero uno de ellos dijo: Dr.
cortele todo el escroto que ahora le sobra.
Y cuando comenzó volví a desmayarme de dolor.
Desperté y me trasladaron aquí.
No podía ni mover mis piernas del dolor.
Ya te imaginas.
Y me traen aquí a tu lado para que sienta y vea cómo hombres de verdad te violan.
La noche la pasamos despiertos lamentándonos por la vida que nos estaban obligando a aceptar.
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