Pesadilla en un barco mercantil V
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por marinerosado.
Después de varios días de haber sido secuestrados mi esposo y yo, continuábamos desesperados, por todo lo que estos "animales", porqué asi deberían llamarlos, nos están haciendo.
Yo, por mi lado, ahora estoy atada a un pilar de acero con mis brazos en la parte alta de este tubo totalmente desnuda a pleno sol.
La piel me arde, siento como si me estuviera cocinando a fuego lento.
Mantenerme atada, casi colgando me produce fuerte dolores en los brazos y la espalda.
Pero lo peor sigue siendo la quemadura de mi piel bajo este sol inclemente.
Para peor, cada cierto tiempo viene uno de estos malditos y me echa una cubeta de agua de mar para que se extremen mis pesares con esa sal causandome mayor dolor y picor sobre las quemaduras de mi piel.
A veces me pregunto que he hecho para merecer esto.
Continúan pasando las horas y el sol cada vez más me desidrata.
Mis labios están partidos con escamas y muero de la sed.
Llega uno de ellos y trae un balde de agua de más nueva vez y me baña con el.
Se me acerca y pasa sus manos por donde le de su gana.
Toca mis senos, los aprieta, los hala como si fueran de juguete.
El roce de esas manos ásperas más toda la sal que tengo encima pareciera como si este inevitable manoseo fuera una lija que me pasarán.
Se va a mis nalgas las manosea, las agarra con fuerza, yo grito de dolor.
Sigue sin importarle nada, como si yo fuera un animal.
Mete sus dedos en mi ano, grito de dolor.
A él no le importa.
Me preguntó que si tengo sed.
Digo que si desesperada, asintiendo con la cabeza.
Se ríe y me dice tendrás que esperar a la noche o beber agua salada.
Ríe a carcajadas y se marcha.
Me quedo llorando, la tarde es larga aún.
Llega la noche después de 2 visitas más como las anteriores.
Vienen 2 y se acercan.
Me miran y se dicen: la cerda está bien cocinada.
Esta noche es que sabra las consecuencias de esta insolación.
Me descuentan y caigo al piso.
No tengo fuerzas.
Uno de ellos me amenaza ordenando que me parece y los siga.
Pero estoy agotada y no puedo hacerlo.
El otro le dice: te lo dije las cerdas hay que amarrarlas y tirar de ellas.
Te burla de mi.
Verás que si puedes caminar.
Saca una soga fina y la pasa por las argollas puestas por ellos en mis pezones.
Primero un pezón y luego el otro.
Continúa bajando a la última argolla pues en mi clitoris.
Une la soga y me queda como un triángulo y tira con fuerza hacia arriba.
Casi rompe mis pezones y me incorporo.
El dolor en mi clitoris es infernal.
Me lleva alada por la soga que me rompe los punto de union de mis argollas.
Camino con lo único que me queda de fuerza.
Casi arrastrada.
No tengo fuerzas en brazos y piernas.
La deshidratación ya me hace confundirme.
Me llevan a una puerta, la abren entramos.
Unas escaleras hacia abajo.
Bajamos 3 pisos.
Otra puerta de metal se abre.
Veo oscuro pero me percato que son celdas.
Silencio total.
Son decenas de esclavas desnudas acostadas en el piso.
Llego a la mía en total penumbra.
El que estira la soga me obliga a acostarme boca arriba.
Abre mis brazos y cada uno es atado a una anilla especialmente colocada en el piso.
Cuando pego mi cuerpo quemado siento una quemazón y picor terrible.
Me están acostando sobre sal para que me arda el cuerpo.
Pura tortura.
Preguntan: sed? Asentí con la cabeza.
Uno de ellos busca una lata, y para mí martirio, orina en ella.
El otro la toma después y hace lo mismo.
Me pone un poco sentada en el piso y dice: bebe esto es lo único que tienes.
Es obligado y si notas algo te arrepentirás.
Acercan el envase y sin poder decir nada, acerco mis labios rasgados y siento picor pero sumisa inicio a beber este líquido tan desagradable.
Me obligan beberlo todo.
Me acuestan y atan mis pies tambien.
Estoy estirada al máximo en forma de equis.
La quemazón en mi espalda y las nalgas hacen que me refuerza pero es peor pues me penetra más sal.
El sin piedad ante mis gritos seguía metiéndolo tratando de causarme el mayor dolor posible.
Ya solo con la irritación de las sal en mi parte era suficiente para un dolor extremo.
Agarro los dos anzuelos de mis pezones y los alaba hasta casi unirlos.
El dolor se hace insoportable y yo grito como si con ello logro disipar.
La bestia seguía encima de mi, insaciable, interminable, inhumano.
Luego de mucho tiempo y de destrosarme internamente, siento varios enviones con furia y él se derrama dentro de mi.
Se queda quieto con su parte dentro de mi mientras los demas, y no se cuantos, aplauden.
Me besa obligada y me dice: esto es poco para lo que a ti te espera maldita puta.
Esa oración retumba en mi alma y no contengo las lágrimas.
El se para y ordena otro: vamos a voltearla boca abajo.
Me sueltan as ataduras y me hacen rodar sobre sal.
Me produce un escozor mayúsculo, tengo el cuerpo lacerado entero.
Quedó boca abajo en el piso.
Mis pezones tocan la sal y grito del ardor.
Atan mis manos a las mismas clavijas y así continúan con mis tobillos.
Quedó nuevamente en cruz.
Siento el peso de alguien que se me acuesta encima.
Trato de moverme pero me causo más dolor.
No puedo hacer nada para evitarlo.
Estoy en una posición inmóvil con todas mis partes expuestas facilitando lo que quieran hacerme.
Lloro de la impotencia, de la amargura de no ser tratada como un humano, de la pérdida total de tomar mis decisiones, de que me conviertan en un animal sometido a tantas bajezas.
Entre esos pensamientos me despertó la penetración más dolorosa que he tenido.
Alguien me acababa de romper culo.
Grite desesperada pero esto los éxitos más.
Me daba como un animal gozando hacerme daño y oír mis gritos y solo eso porque tenía prohibido hablar.
Eran tan fuertes mis gritos que no percibía que alguien seguía balbuceando mi nombre.
El tipo encima mío me gritaba: te gusta perra, oigo tus gritos y me emociona saber que te rompo ese culo delicioso que tienes.
Y seguía dándome y me preguntaba si estas bestias eran interminables.
Y continúo largo rato dándome duro, luego lo sacaba para volver a penetrarme.
Nunca mi esposo ni siquiera se atrevió a pedirme esto.
Yo tampoco lo aceptaría.
Y ahora un animal extraño me lo está rompiendo sin compasión.
Después de mucho dar me dice: me vengo puta y me larga una nalgada que me extremecio.
Y se vino dentro de mis tripas dejándome llena de su leche y el culo desbaratado.
Lo saco y me dio otra tremenda nalgada.
Llore.
Se fueron y me dejaron sucia adolorida en todas mis partes.
No podía ni cerrar mi anito y cuando trata de contraer el dolor de ambas partes era insoportable.
Me goteaba por mí entrepierna parte de la leche que me habían echado y sangre de los desgarres que me habían producido esos 2 animales.
Lloraba y escuché nuevamente la voz que débil pronunciaba mi nombre.
Venía de al lado.
Y respondí y dijo: soy yo.
Reconoci de inmediato esa voz y era mi esposo que estaba al lado mío.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!