Por curioso terminó torturado.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Sumiso15100.
No voy a asegurar que esto es real, por qué muchos lo creerían y otros no.
Tampoco diré que es ficticio por qué probablemente no lo sea.
Al final ustedes deciden que creer.
Primero que nada me gustaría describirme, a como era en ese entonces, ya que esto sucedió hace 4 años.
Tenía 15 años (Actualmente tengo 19), comenzaba la preparatoria y era un completo idiota e ignorante.
Ya saben, creí que conocía como funcionaba el mundo.
Físicamente medía menos de 1.
70.
Mi piel es clara, cabello castaño oscuro tirando a negro.
Mis ojos color miel y era muy delgado.
No tenía cuadritos, solo estaba como plano de mi abdomen.
Mi pene no era muy grande, aun sigue sin serlo, y acaso mediría unos 15 centímetros en erección y delgado.
Y no mentiré diciendo que tenía un trasero de ensueño, pero plano no estaba.
Tenía lo mío.
Para dar muy poco trasfondo diré que perdí mi virginidad a los 14 con un vecino.
Tuvimos sexo un par de veces más pero consiguió pareja y me dejó no sin antes amenazarme con no decir nada.
Desde entonces me la vivía caliente.
El porno y los chats gays eran mi única vida sexual.
Las pocas personas que lograba conocer cerca de donde vivía, no querían nada conmigo por ser menor.
Y los que si querían vivían en otro país.
Así que me masturbaba a diario.
Entonces conocí el porno sadomasoquista o BDSM y mi calentura explotó.
Me masturbaba pensando en que era yo el pasivo que era violado en los videos.
Al que golpeaban, al que azotaban, al que le causaban dolor.
La lluvia dorada y el fisting se volvieron mi obsesión.
Entonces conocí a mi verdugo, por así llamarle.
Una pagina Web algo conocida llamada Manhunt.
Me hice un perfil falso, y después de mil rechazos di con un perfil perfecto.
Su nombre era parecido a “MachoDominanteAlgo” y en sus gustos estaba prácticamente todo seleccionado.
Le mandé un mensaje y realmente el tiempo se me hizo lento.
Pensé que no le importaba por qué nunca respondió hasta el otro día.
Me preguntó si era el de la foto a lo que respondí que no.
Le mandé fotos mías y entonces, para mi sorpresa, me pidió el celular.
No quiero hacer el cuento largo así que todo eso se resumió en el llamándome.
De puta y zorra nunca me bajó, pero me gustaba.
Y tontamente le mandé mil fotos mías en tantas posiciones como él pidió.
Me pidió que le asegurara que no iba a tener problemas legales y yo acepté.
También me dijo que quería tenerme todo sábado y domingo.
Y gracias a mi mejor amiga que mintió por mi en mi casa le dije que pasaría con ella el fin de semana.
El sábado a las 3pm le vi en donde quedamos.
Lo vi fuera de su auto fumando un cigarro y debo admitir que era mejor de lo que pensaba.
No se su estatura exacta pero para mi medía 1.
80 más o menos.
Quizá menos ya que en ese entonces era demasiado enano y cualquiera era más alto que yo.
Tenía 33 años pero yo le veía más joven.
Se veía grueso, grande.
No gordo, ni relleno.
Como si hubiera hecho mucho ejercicio y ahora hubiera dejado de hacerlo ya que no estaba ya marcado pero su cuerpo seguía viéndose sexy.
La verdad no se mucho de gimnasio y eso así que no sabría decirle.
Sus cabellos oscuros como los míos y sus ojos marrones.
Y realmente no era muy agraciado, no era la persona más guapa que haya visto pero no me importó.
Lo saludé y me hizo un poco de platica sobre mis estudios, mi vida.
Y otras cosas.
Y arriba olvidé mencionar un pequeño detalle, yo le aseguré que tenía experiencia.
Cosa que era mentira.
Sin saber él solo hacía tiempo a que no hubiera carros ni gente en la calle para después abrir el maletero y pedirme amablemente que entrara.
Cosa que hice.
Fue el viaje más incomodo de mi vida.
No supe cuanto tiempo pasó pero cuando por fin se detuvo y apagó el carro estaba en una cochera y no sabía donde estaba.
Bien pudo secuestrarme y yo hubiera cooperado sin saberlo.
Me entregó una bolsa de plástico de un auto servicio y me ordenó que guarda mis pertenencias y ropa ahí.
Inmediatamente obedecí y cuando estaba desnudo se burló de mi por el tamaño de mi pene.
—Ahora entiendo por qué eres una puta, mira esa cosa— Fueron las palabras que usó.
Nunca las olvidé.
Me tomó del cabello y me tiró de él mientras yo me quejaba hasta que me llevó a su habitación.
Esa parte creo que fue la mejor de toda mi larga estadía.
Se tiró sobre mi y a pesar de que su peso era enorme comparado con el mío poco le importó.
Nos besamos apasionadamente y me manoseó lo más que pudo.
No se me olvida que pasó su lengua por mi mejilla de una manera tan morbosa que me sentí extraño.
—¿Tienes sed perrita? — El me preguntó y se sobó el bulto.
—Si señor—
Entonces de nuevo me llevó del cabello logrando que me quejara de nuevo y me llevó a su regadera ya que no quería manchar nada de su habitación.
En ese momento el morbo llenó mi cuerpo, por fin iba a probar la lluvia dorada.
Cuando él retiró toda su ropa me quedé demasiado admirado por su gran cuerpo, me calentaba mucho.
—Órale zorrita abre la boca— De nuevo me ordenó y yo me puse de rodillas y abrí la boca lo más que pude.
Ahí comenzó mi tortura.
Cuando el chorro amarillo de orina salió de su miembro para caer en mi boca me di cuenta que aquello era muy diferente a masturbarme pensando en eso.
El sabor era amago, salado, horrible.
De inmediato escupí y comencé a tener arcadas sintiendo como algo de su orina caía en rostro.
El olor era tan fuerte que sentía que se me impregnaba a la piel y aquello ya no era placentero, me daba mucho asco.
—Abre la puta boca— Me ordenó pero yo me negué.
Le dije que no me gustaba y entonces fue cuando se molestó.
Tomó un vaso de plástico que tenía en el baño, no se para qué, y lo colocó en su miembro para seguir orinando ahí mientras yo continuaba escupiendo saliva tratando de quitarme el mal sabor.
Cuando terminó de orinar lo que sentí fue dolor y ador por una fuerte cachetada que me pegó.
Tanto que mis ojos comenzaron a lagrimear.
—Eres una puta mentirosa— Dijo molesto.
—Dijiste que te encantaban los miados—
Intenté explicar que lo sentía, que quería probar y que no me gustó.
Mi voz sonaba entrecortada, sabía que estaba a nada de llorar pero solo me gané otra cachetada y las lagrimas se hicieron presentes.
A la mala me abrió la boca y dejó caer su orina en mi boca para con su mano libre tapármela.
Intenté quitarlo pero era inútil.
Intentaba escupir pero solo se filtraba muy poco de entre sus labios.
Al final tuve que tragar todo y las arcadas me invadieron.
El me soltó y traté de vomitar pero al estar en ayunas, otras cosa que él me pidió, no pude vomitar nada.
—Eso les pasa las putas mentirosas como tú—Y el resto de su orina cayó sobre mi cabello haciéndome sentir asqueroso y nauseabundo.
Pensé que al verme llorar me iba a dejar ir, pero no fue así.
Había caído en las garras de un sádico, y en sus propias palabras pedófilo,
Tuve la suerte de que me dejó bañarme, en teoría por qué solo me cayó agua de la regadera, solo por qué no quería apestar su colcha.
Cuando me sacó del cabello de nuevo yo aun seguía llorando.
Tomó un mecate, de esos que usan para colgar ropa, y amarró mis manos a la espalda algo apretado.
Y déjenme decirles que esas cosas raspan y lastiman mucho.
—¿Querías probar? Ahora no te vas sin probar— Me amenazó y tomó de su escritorio una cuchara de madera.
De esas grandes que suelen usar para cocinar.
Con ella comenzó a azotar mis glúteos.
Mi cuerpo luchaba por quitarse pero era inútil.
Los primeros golpes logré aguantarlos.
No supe en que numero de golpe iba cuando comencé a gritar con fuerza y a pedir piedad.
Mis nalgas me ardían a más no poder, gritaba en cada golpe y sentía un horrible dolor acompañado del ardor.
Pero el seguía azotando y maldiciéndome con cada golpe.
—Ahora tenemos que medir tu culo— Dijo eso y se marchó para regresar con una escoba de plástico.
Yo seguía llorando y pidiendo piedad pero parecía que eso lo enojaba más o le calentaba.
Por qué cuando se enojaba me metía dos cachetadas y tiraba de mi cabello.
Le puso un condón al palo de plástico de la escoba y lo acercó a mi ano, a pesar de que luche por evitarlo.
Cuando introdujo un poco de ese palto me quejé.
Me sentía humillado y no sentía calentura como para disfrutarlo, pero no me lastimaba.
Solo me incomodaba.
Mientras iba metiéndolo fue que la sensación de ir al baño creció y continué con mis quejidos.
Hasta que empujó con tanta fuerza que no se cuanto entró, solo se que tocó algo dentro de mi que me hizo gritar desesperadamente.
Por un segundo mi rostro se tornó rojo y me quedé sin habla.
—Ahí está tu medida— Dijo de la manera más burlona posible y comenzó a penetrarme con el palo de escoba de una manera ruda.
Ya no lo metía a fondo como lo hizo anteriormente, pero aun así me dolía mucho y me lastimaba que yo no podía parar de llorar.
Y para mi sorpresa, esa solo era una de las tantas cosas que me iba a hacer esos días.
Si gustan que suba las otras partes de este relato me gustaría que me lo hicieran saber.
Lamento si toqué la sensibilidad de alguno de ustedes.
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