Por curioso termino torturado 2.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Sumiso15100.
Después de aquello sentía como me lastimaba algo por dentro.
Sin saber como describirlo exactamente era como si justo en el centro de mi cuerpo, un poco más debajo de mi abdomen, algo me estuviera lastimando.
Aquel palo me había lastimado más de lo que creía y yo solo deseaba que todo aquello terminara.
—Vas a ser una buena puta desde ahora— Continuó con los insultos y me pegó una muy fuerte nalgada que me hizo gritar de nuevo por lo sensibles y lastimados que estaban mis glúteos.
De una manera algo dura tiró de mi cuerpo para poder acomodar mi cabeza en la orilla de la cama dejando mi cuerpo boca arriba.
Desde ahí fue que pude ver la enorme erección que tenía, y para mi su miembro era muy grande.
Mi rostro aun me ardía y sentía mis ojos llorosos y aquello pareció darle más morbo por qué no dejaba de mirarme con esa mirada profunda que él tiene.
Entonces escupió en mi cara y me pegó otra fuerte cachetada que me hizo lloriquear.
De nuevo comenzó a insultarme, a decirme que me veía patético y que solo era un juguete para los machos como él.
Yo no respondía y le miraba suplicando, pero a él no le importó y metió sus dedos a mi boca a la fuerza para abrirla.
—No quiero mordidas o ya sabes que va a pasar— Me amenazó de nuevo y colocó su glande en mis labios.
A pesar de la incomodidad que sentía en ese momento no me rehusé, le tenía miedo.
Y de manera difícil comencé a chupar su miembro.
El sabor no era agradable del todo.
Sabía un poco a orina, pero aun así continué chupando.
Me sorprendió que se separó de mi después de unos segundos, pero solo fue para tomar su celular y me ordenó mamar de nuevo.
Ya a esas alturas no planeaba discutir con él sobro eso y permití que grabara mientras yo le hacía la mamada.
Pero él es una persona muy poco paciente y al ver lo poco que yo estaba mamando decidió tomar el control y tomó mi cabeza para empujar hasta mi garganta su verga.
Una fuerte arcada se escapó de mi boca y traté de alejarme, pero al tener mis manos atadas era inútil.
El no tenía ninguna piedad conmigo y su verga entraba y salía lo más profundo que podía llegar.
Mi rostro se tornó completamente rojo y sentía como saliva escurría de mi boca para cubrir mi rostro.
Incluso ya sin la intención de llorar estaba lagrimeando de nuevo por el roce que hacía en mi garganta.
Quiero hacer una pequeña pausa aquí para decir algo.
A pesar de lo rudo que era con mi inexperta garganta, y lo incomodo de mis muñecas y mis glúteos, disfruté de aquello.
Desde ese entonces una de las sensaciones que más disfruto, sexualmente hablando, es como alguien me hace una garganta profunda.
No supe cuando tiempo pasó, pero fue un largo rato.
Sacaba todo su miembro solo para dejarme respirar y toser.
Tomar un par de fotos de mi rostro rojo y cubierto de saliva, y luego retomaba el video donde volvía a follar mi garganta.
Cuando se cansó de aquello pude respirar de nuevo y mi miembro se encontraba demasiado duro.
A él le pareció gracioso por lo pequeño que se veía y decidió tomarme más fotos.
Pero ahora en diferentes posiciones.
Y no me negué ya que retiró la cuerda que tenían mis manos para estar en ciertas posiciones como estar en cuatro y hacerme separar mis glúteos.
—Ya no voy a atar tus manos por qué te portaste bien— Me dijo aquello como si realmente fuera una persona buena que me estuviera haciendo un favor.
—Ponte en cuatro— Y yo, ya temeroso de él, le obedecí.
El estar en cuatro me hacía temblar y a eso él le causaba gracia.
Otra nalgada me hizo chillar y apretar sus sabanas y entonces se colocó detrás de mí.
Me dijo que era una puta nueva, por lo qué no iba a usar condón.
Yo no me negué y mi cuerpo siguió temblando.
Cuando sentí su glande en mi entrada el nerviosismo creció y comencé a sentir como empezaba a empujar.
Batalló un poco, pero logró meter su glande dentro de mí logrando que un quejido saliera de mi boca.
La sensación era conocida para mí.
A pesar de que él la tenía más grande que mi vecino yo había hecho un par de cosas en mi búsqueda de satisfacerme.
Una de ellas fue tomar uno de mis desodorantes mientras me bañaba, ponerle jabón, y sentarme sobre él.
Realmente me estaba lastimando, no iba a negarlo.
Pero había algo dentro de eso que me daba morbo, o placer.
La verdad no se como describirlo pro qué actualmente se lo que es el placer del sexo duro.
Pero en ese entonces era principiante.
Mi cuerpo reaccionaba instintivamente al dolor, pero había algo dentro de eso que parecía agradarme.
Aun así, le pedí que me la sacara y solo recibí otra nalgada.
—Putita… que apretada estás— Me dijo antes de comenzar a empujar con fuerza.
Aguanté como pude un poco entre quejidos, pero después ya no pude.
Llegó un momento en que sentía que se metía tan a fondo que le pedía que la sacara, pero no lo hizo.
Casi como un acto reflejó dejé caer mi cuerpo a la cama para intentar sacarla, pero él se dejó caer sobre mi y tomó mis cabellos con fuerza para comenzar a embestirme con fuerza.
Aquello me dolía mucho y con cada embestida yo gritaba, pero eso parecía darle más morbo.
No sabía por qué lo hacía, pero tiraba de mis cabellos hacía atrás, luego restregaba mi rostro en la cama, y me movía de un lado para otro la cabeza.
Como si eso reafirmara su control sobre mí.
El dolor era mucho, pero no de una manera en que no pudiera aguantar.
Aun así, gritaba y sentía que mi rostro se tornaba de nuevo de un color rojizo como por millonésima vez en el día.
El gruñía y en ratos lambía mi rostro.
La diferencia en nuestros cuerpos era un factor a su favor que le permitía tenerme dominado sin que yo pudiera hacerlo más que gritar.
Me cogió de tantas posiciones pudo.
Me tuvo boca arriba mientras embestía mi cuerpo.
Me obligó a cabalgarlo, aunque no duré mucho haciéndolo ya que a él no le gustó que lo hacía muy lento.
Me folló contra la pared y para ese punto yo ya no gritaba.
Solo jadeaba con fuerza.
Por último, me colocó de rodillas, pero con mi cuerpo en la cama para qué el pudiera ponerse a mi costado y pisar mi rostro mientras me cogía.
Y después de un rato más de mi culo lastimado siendo violentado por su gran verga, se corrió dentro de mí.
Gruñó de nuevo y como si fuera un animal me la sacó para girarme y comenzar a besar de una manera algo dura.
Yo ni me molesté en seguirle el beso ya que él parecía solo querer atrapar mis labios.
Cuando me dejó libre yo ya me encontraba totalmente exhausto y adolorido.
Entonces fue como si se tratara de otra persona.
Se acostó a mi lado y comenzó a acariciarme mientras yo luchaba por no ponerme a llorar por el dolor.
Comenzó a decirme cosas lindas y luego hizo una pregunta.
Una que yo creo que cambió mi vida, por más ridículo que suene.
— ¿Quieres quedarte o quieres que te lleve a tu casa? —
Apenas comenzaba a oscurecer y yo me sentía en un dilema.
Ya les había dicho a mis padres que pasaría la noche en la casa de un amigo, y si llegaba ahora y caminando extraño o quejándome iba a sonar extraño.
Aun así, siento que eso no influyó mucho en mi respuesta.
Aun hoy en día me debato sobre si fue miedo, o deseo lo que me hizo decirle.
—Me quedo— Aquello pareció alegrarlo.
—Si te quedas vas a ser mío.
Y cualquier cosa que yo te diga que hagas la vas a hacer— Yo no dije nada y solo asentí con la cabeza.
El se levantó para salir de la habitación mientras yo me quedaba inmóvil mirando al vacío pensando.
No recuerdo que pensaba exactamente, pero me parecía relajante.
Entonces el regresó con un vaso de jugo de naranja, de ese que es algo espesito, no del que parece agua con colorante.
—Tiene gotas para dormir, te ayudará— Me dijo y ya sin nada que perder comencé a tomarlo.
—Te servirán por qué por la madrugada tendrás mucho trabajo—
Debí prestar atención a esas palabras.
Pero como lo dije, o tenía miedo o realmente era más estúpido de lo que decía.
Por qué me tomé el jugo.
Y déjenme decirles que no se que gotas eran, pero no tardé mucho en caer dormido sin saber que para cuando despertara habría más gente esperando.
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