Una serie de violaciones inducidas
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Imágenes borrosas, no sé si son reales o son producto de mi imaginación, esta oscuro todo es indefinido y difuso.
Luces, música, risas.
Recobro vagamente el sentido y todo da vueltas en mi cabeza, no alcanzo a distinguir el lugar, no veo nada claro, todo está vacío.
No sé si estoy tumbado en el suelo, el frio me hace creer que si pero solo mis pies tocan el piso.
No logro concretar una idea y entonces vuelvo a caer en el abismo de la inconciencia.
Despierto al sentir el agua fría al chocar con mi piel, el choque térmico hace que me dé un espasmo y trato de levantarme por instinto pero una fuerza me lo impide.
Estoy desorientado, el mareo en mi cabeza me hace tener nauseas aunado al dolor en mi estómago y el entumecimiento de mi cuerpo no hacen más que empeorar mi situación.
Trato de incorporarme de nuevo pero no logro conseguir mi objetivo.
Se dispara el sentido de alarma en mi cabeza y consigo tener un poco más de claridad.
No logro levantarme alcanzo a sentir en mis piernas y pies el cosquilleo de la poca sangre que alcanza a circular por mis piernas.
Levanto la mirada y veo la muñeca de mi mano esposada a la pata de la mesa.
Consigo ver que la mesa es más bien como esas camillas quirúrgicas en las que los doctores hacen sus operaciones o en las que los forenses depositan sus cadáveres para realizarles autopsias.
¡Oh mi dios!
Sé que no estoy muerto pues las sensaciones y malestares parecen ser demasiado mundanas como para ser un espíritu, como el hambre que siento, el mareo y las náuseas o el frio aire rosando mi piel.
Me doy la vuelta para comprobar que mi otra mano también está atada a la otra pata de la mesa.
Trato de concentrarme y diagnosticar algún dolor físico en mi abdomen o en cualquier otro lado, lejos del hormigueo en mis piernas no consigo sentir nada más.
Es un alivio pensé que había sido víctima de la delincuencia y en estos momentos alguno de mis órganos estaría siendo vendido en algún mercado negro por traficantes.
Cerré un ojo y luego el otro para comprobar que mi vista, aun en esta poca luz que se filtra de alguna rendija, este completa y me tranquilizo al percibir que mi astigmatismo sigue en ambas corneas.
Vuelvo de nuevo a mi situación, trato de ubicar y de nuevo vuelvo a sentir el aire frio tocando mi cuerpo.
No alcanzo a verme por completo pero puedo determinar que ese aire está pasando por mis nalgas y bifurcándose por mi pene.
Instantáneamente quiero cerrar mis piernas pero estas están igualmente esposadas a las patas de la mesa, compruebo mi posición y me doy cuenta que esta mesa termina a la altura de mi cadera mi cuerpo queda extendido, y la lámina de acero inoxidable me llega hasta el cuello, estoy sobre la plancha, mis muslos y piernas se flexionan para aterrizar en el piso.
Me muevo con fuerza tratando de liberarme y escandalizando la habitación y pese a todos mis esfuerzos no logro cambiar de posición.
Voz 1: ¿Quien anda ahí? Libérame, ¡Rápido!
Escucho unos gritos demandantes y me quedo quieto, esperando no haber despertado a mis captores, quien sabe que depravaciones hayan hecho conmigo o estén pensando hacer pero no quiero ser testigo de eso.
Voz 1: ¿Qué no oyes? que me liberes te he dicho… ¡maldito cerdo! ¿Qué me has hecho?
Por lo que grita no puede ser uno de los captores, pareciera más bien otro preso.
Creo reconocer la voz pero no estoy completamente seguro.
Logro identificar el sonido, su timbre y puedo saber que está al frente de mí.
Voz 2: ¿Dónde estoy?
Escucho una segunda voz que habla e instintivamente trato de voltearme pues viene de atrás, pero no logro más que chocar mis cadenas y golpear mi pie en la pata de la mesa.
Dolor.
De repente una luz ilumina la plancha en la que estoy, parece que tiene un cono, de los que le ponen a los perros para que no se rasquen, pues el espacio que alumbra no es extensivo como para iluminar todo el local, más bien está dirigida.
Voz 1: ¿Qué demonios?
Preguntó al parecer, había visto mi situación.
Instantáneamente se alumbro la lámpara que tenía sobre él, realmente no quise ver nunca algo así.
La estructura metálica que alumbraba la lámpara recién encendida, tenía forma de “X” medía aproximadamente tres metros de altura y el grosor de cada uno de sus extremos no era de más de diez centímetros en cada extremo de la equis había una argolla que aprisionaba las muñecas y tobillos de un chico, este; completamente desnudo y erecto, me miraba incrédulo, su expresión de desconcertada y temerosa me confirmaba que mi desorientación e ignorancia de la situación era la misa que yo tenía.
Voz 2: Maldición ¿Qué es esto?
La mirada del chico del frente pasó de largo para ver lo que se presentaba detrás de mí.
Quise levantarme de nuevo pero las cadenas hicieron su trabajo y me regresaron a mi sitio.
La expresión no le había cambiado, incluso, sus ojos parecieron abrirse más.
Apoye mis codos sobre la plancha y antes de ver hacia atrás, descubrí el agujero que tenía la mesa a la altura de mi estómago.
No le di mayor importancia, curvando mi columna y girando mi cuello lo más que podía logre ver.
El chico que estaba a mis espaldas también contaba con su propia estructura en “X” con los mismos arillos que capturaban sus muñecas y tobillos.
Este al igual que el que tenía de frente estaba completamente desnudo y como una extraña coincidencia su pene también estaba erecto.
Voz maldita: Que bueno que han despertado mis muñequitos-.
Escuche que decía una voz casi mecánica por algún lado de la habitación, extrañamente parecía venir del techo.
Sentí temor solo de oírla.
Voz 1: ¿Quién eres mal nacido?- Reclamo el chico de enfrente.
Voz maldita: pero no hay por qué ser descortés mí querido Aiden ¿Qué dirían tus padres si pudieran escucharte decir esas groserías? No es así como te educaron.
La voz mecánica recrimino con si estuviera regañando a un pequeño niño al hacer una fechoría.
Voz maldita: Tengo una mejor idea, por qué no mejor conoces a tus amiguitos de juego, estoy seguro que te van a encantar, pero vamos chicos, no sean tímidos acérquense.
Al decir esto, escuche como un el movimiento de bandas y anclajes se reaccionaba, y al instante comenzaron a acercarse las “X” a mi mesa.
Los chicos parecían desorientados y confusos.
Yo temía lo peor y me dije que esto solo era una pesadilla.
Cerré los ojos.
El ruido de las bandas y engranes dejo de oírse, de nuevo todo fue silencio.
Voz maldita: vamos “Eli” no seas tímido, preséntate con tus compañeros, dales un “beso”.
“Eli”, ese es el diminutivo de mi nombre, que mi madre usa para llamarme y por el cual mis amigos acostumbraron a decirme.
Me estaba hablando a mí.
Abrí los ojos y me tope directamente con el pene erecto de Aiden frente a mí, como acto reflejo me alejé de él pero no pudo ser la distancia que yo hubiese deseado.
Sentí que por encima de mis nalgas se posaba algo caliente y al voltear vi el pene del chico de atrás descansando sobre ellas.
Voz maldita: Muy bien mi querido Joey, dale un abrazo a Eli, parece temeroso de conocer nuevos amigos.
¿No es así? Mi bello Eli.
Siempre te ha dado miedo conocer nuevas personas.
Aiden: ¿Qué quieres de nosotros? Eres un depravado, homosexual, si piensas que vamos a seguirte tu “jueguitos” tienes frito el cerebro.
Aiden se preparaba para decir más insultos al aire cuando por detrás de su equis salió una adaptación.
Me aleje de inmediato, pues este “brazo” de fierro, que se movió mecánicamente, tenía integrado un círculo metálico, dentado, como púas de moto cierra, comenzó a girar y fue bajando hasta quedar por encima del pene del chico.
Voz maldita: Creo que no han entendido.
No tienen otra opción.
Joey: ¡Maldición!.
¡Alto, alto!-.
Gritó el chico que tenía atrás.
Agitándose.
Volteé la cabeza y vi como de su equis también había salido un brazo como el de su gemela y al igual que con Aiden este portaba el disco acerrado.
Voz maldita, comprenderán chicos que puedo ser muy persuasivo para lograr que hagan lo que quiero.
Si no lo hace, me temo que no saldrán vivos de esta.
Cuando dijo esto en la pared que estaba a un lado comenzaron a proyectarse imágenes.
Chicos un diferentes posiciones, atados con correas, desnudos.
Todos ellos muertos, desgarrados, mutilados.
Vi una imagen que me pareció completamente aterradora, identifique la mesas en la que yo ahora estaba; en ella había un chico, este, estaba un poco levantado de esta mesa y de su espalda salía una fierro, reconocí que se trataba de una barra metálica con espiral que asemejaba la broca de un taladro en mayor proporción.
El chico había sido traspasado por el estómago con esa broca.
Recordé el hueco en la mesa y mi piel se erizó completamente, gire la cabeza para no ver esas imágenes
Voz maldita: ¡Oh no mi pequeño Eli! No te asustes eso no te va a pasar a ti, claro mientras cooperes.
Vamos chicos comiencen a jugar.
Las imágenes dejaron de verse y en su lugar se ilumino un espejo que reflejaba perfectamente nuestra situación.
Nadie se movió.
En la tenue iluminación y el silencio absoluto, escuche otro ruido mecánico bajo la meza vi por el espejo que algo asía del piso en una plataforma, l ver la punta de la broca me horrorizó y quede estupefacto cuando esta comenzó a girar.
Estuve absorto en esa imagen y tratando de comprender y asimilar lo que iba a pasar que no me di cuenta cuando los discos dentados comenzaron a girar.
Joey: Siento mucho esto pero… no hay otra opción -.
Dijo con un triste y frustrado tono.
Cuando comprendí lo que eso significaba volteé instintivamente pero el dolor hizo que mi espalda se encorvará y no pude evitar gritar desgarradoramente al sentir su pene, extremadamente caliente introduciéndose en mi ano.
El también grito por el dolor que esto debió suponerle.
Mi cuerpo reaccionó y tras la acometida comencé a sentir el calor de la sangre escurriendo por mis piernas.
Se quedó inmóvil.
Mientras la voz mecánica reía y se regocijaba en lo alto.
Voz maldita: Bien, bien, mi querido Joey, sabía que tú no me podías fallar no hay nada mejor que una fuerte envestida ¿sabes? supuse que el capitán del equipo debía ser una fiera en el amor y no me equivoque.
Dijo y se oía encantado con lo que veía como si estuviera viendo el programa más divertido en T.
V.
Voz maldita: Esta vez escogí bien ¿No te parece mí querido Eli? Dime ¿cómo sientes ese enorme falo desvirgando tu apretadito “culito”? ¿Lo sentiste? Mide veinte centímetros.
Apuesto a que te ha gustado.
Comencé a abrir los ojos apenas y pude sobreponerme al dolor que estaba sintiendo.
La vergüenza y desesperación me invadían, trate de zafarme de nuevo pero no pude, fue inútil y entre más me removía en mi lugar sentía como mi trasero sangraba.
Cuando sentí las lágrimas viniendo, cerré los ojos y los apreté para que no escurrieran.
Ya me sentía bastante humillado como para darle más motivo al maldito que me está haciendo esto, que nos está haciendo esto, para seguir humillándonos.
Voz maldita: Pero vamos mi querido Aiden, es tu turno ¿Qué no te gusta “mi muñequito” más bonito? Escogí a Eli especialmente para los dos, ¿No es angelical? Con su piel clara, suave, mira sus risos y esos ojos grandes, rasgados ligeramente hacía abajo como si guardara una tristeza que solo el amor puede ver.
Supe que necesitaba compañía.
Abrí los ojos al escuchar lo que decía.
Siempre había sido algo introvertido, solo con mi madre y algunos amigos lograban sentirme cómodo.
La ausencia de mi padre hizo estragos en mi de esa manera o por lo menos eso fue lo que dijeron los psicólogos y trabajadoras sociales cuando en las escuelas comenzaban a preocuparse por el pequeño que siempre esta callado.
Me topé con la mirada de Aiden, este parecía estar sufriendo más que cualquier persona en este mundo, estaba angustiado y eso se debía a que el disco que giraba sobre su pelvis no se detenía como lo había hecho el que tenía en la misma posición Joey.
Él parecía confuso y dolido.
Sus cejas y expresión parecían suplicantes.
Comprendí lo que su mente estaba pensando.
Voz maldita: Vamos Eli, se buen niño y abre la boquita-.
Me llené de angustia.
-no querrás que tu nuevo amiguito se quede sin su polla.
– Ves Aiden, ser el chico rico y popular del colegio no te vuelve el más deseado, ni tus padres te desearon.
Es una pena que siendo tan guapo no puedas ser querido.
Aiden: ¡Por favor!-.
Dijo suplicante y las lágrimas salieron de sus ojos.
Conocía a Aiden, lo había visto en el colegio algunas veces, siempre rodeado de chicas, a ellas les gustaba estar con él.
Veía como llegaban en su carro convertible, él era orgulloso.
Los chicos le decían el pavo real y a él parecía agradarle el comparativo.
Cerré mis ojos y abrí mi boca, para que el pudiera entrar, tardó un segundo y al momento sentí como su pene entraba hasta llegar a mi garganta.
Comencé a atragantarme
Voz maldita.
¡Cuidado, con cuidado Aiden! no quieres asfixiar a mi muñequito en la “primera sesión” ya sé que tu polla es muy grande y quieres meterla toda pero diecinueve y medio centímetros, la medí con mis propias manos, es mucho para la garganta inexperta de mi querido Eli.
Deja que se acostumbre a ella y así podrá disfrutarla.
-Anden mis queridos, diviértanse, amaos.
Que mis cámaras quieren grabarlos haciendo el amor.
Recuerden que entre más rápido acaben a sesión del día, más cerca estarán de irse.
Comencé a sentir como el pene de Joey comenzaba a entrar y salir en el bombeo típico del sexo, mi ano comenzó a doler de nuevo pero cuando intente gritar salió un gemido sin fuerza por la obstaculización del miembro de Aiden en mi boca.
La voz mecánica gemía y se regocijaba y yo sentía tanto desprecio por ella, la odiaba, me daba asco escucharla.
Me prometí que saldría de aquí y me encargaría de matar a quien fuera que estuviera de tras de todo esto.
Joey y Aiden seguían poseyéndome tratando de no hacerme más daño del que ya me habían hecho, yo sentí que el tiempo se detuvo y que las interminables embestidas no acabarían nunca, estaba bañando en sudor y lágrimas.
No quería abrir los ojos y escuchaba las respiraciones y gemidos de los chicos.
De pronto Joey comenzó a bombear más rápido.
Voz maldita: Si…si… si mi querido Joey ya llegó el momento de esa rica explosión, vamos más duro, más rápido.
Sí.
Lo alentaba y como si Joey estuviese siendo controlado este hacía lo que la voz decía.
(Más duro, más rápido).
En un grito de éxtasis Joey exploto dentro, disparando su semen en mi interior.
Pude sentir como el líquido caliente escurría por mis “balls” y mis piernas.
Voz maldita: ¡Excelente! Pero que espectáculo, su auditorio está completamente complacido.
Joey, haz encontrado tu lugar en este mundo, aunque tus padres te han abandonado en la puerta de un orfanato.
Ya encontraste un lugar donde embonas a la perfección.
Ellos no saben al semental que han dejado ir ¿No lo crees mi querido Eli?
Ya no quería seguir escuchando esa voz, nos hablaba como si nos conociera, como si sintiera algún aprecio por nosotros pero también como si fuéramos animales u objetos y eso me enfurecía.
Recordé que dijo que entre más rápido termináramos, se acabaría la sesión.
Así que tome fuera y comencé a mamar la polla de Aiden para que pudiera terminar.
Voz maldita: Pero que grata sorpresa mi querido Eli, si, si, si, sigue así.
Estas convirtiéndote en mi favorito, esa energía y pasión no te la había visto nunca.
Si, vamos, más.
Los gemidos de Aiden empezaron a subir de volumen y su agitación al igual que su bombeo se incrementó, luego escuche un fuerte gemido gutural y sentí mi garganta llenándose de su leche.
Escupí lo más que pude.
Exhausto y abatido quede tirado en la plancha.
Completamente molido.
Voz maldito.
¡Bravo! ¡Bravo! gritaba extasiado.
Lo han hecho muy bien.
Pareciera que quieren seguir jugando mis pequeños pero sé que es por el efecto de la “pastillita azul que les di”.
Elí mi querido Eli, lo has hecho de maravilla para ser tu primera vez, me has dejado completamente sorprendido.
“Vamos” chicos agradézcanle a Eli les ha abierto su corazón.
Sabía que si alguien podría quererlos ese era mi muñequito de porcelana.
-Buen trabajo mis muñequitos.
Se han ganado un diez absoluto.
Ahora, hora de dormir.
¿Qué? Me quede pensando en lo que decía y entonces comencé a escuchar un “Psss” que provenía de alguna parte entonces un extraño olor impacto de golpe y comencé a experimentar mareos y sentir pesados mis parpados.
Desperté.
Estaba oscuro, solo unos haces de luces se filtraban por alguna rejilla.
¿Fue una pesadilla? Todo lo que había pasado.
Pronto descubrí que no cuando que a mi lado estaba dormido Aiden, y del otro lado se encontraba Joey.
Me incorporé al instante y pude ver como una silueta se alejaba del lugar.
Me quede inmóvil, presó del miedo pues sabía quién era.
Me levanté bruscamente y antes de que pudiera alcanzar la sombra negra que caminaba alejándose de mi vista, me vi detenido por los barrotes como de una celda.
Estaba en una celda.
Me di la vuelta cuando la silueta ya no estaba, me topé con los ojos de Joey, perdí el equilibrio sentí una fuerte punzada de dolor y caí al piso en mi trasero, el dolor se disparó, traté de no gritar y para lograrlo me apreté las piernas contra mi pecho.
Me quedé ahí encogido cuando sentí que alguien se acercó a mí.
Joey: Lo siento mucho, lo siento mucho, por favor perdóname -.
Decía angustiado y con la voz cortada por el llanto.
–Por favor perdóname.
Se acercó suplicante.
No pude decir nada, solo coloqué un brazo alrededor de sus hombros para intentar reconfortarlo.
Nos quedamos hechos un ovillo ahí, llorando casi en silencio.
Sentí como otro brazo nos rodeaba y pude saber que era Aiden que se unía a nuestro dolor.
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