Locura de amor
Situaciones de celos me llevaron a tener una actitud que nunca había tenido.
Nos conocimos con Gloria por intermedio de amigos comunes, comenzamos a salir y a los seis meses no fuimos a vivir juntos. Gloria es una mujer muy interesante, al menos para mis ojos, tiene un metro setenta de altura, hermosas tetas grandes con bellos pezones puntudos y con una aureola simétrica a grandor de sus senos y de un color marrón semi oscuro. Si uno baja la mira llega a un hermoso ombligo que preanuncia un monte de venus muy llamativo porque lo tiene siempre rasurado y comienza a ver la raja de una concha con labios externos pulposos, con labios internos finos y de medidas normales.
Su espalda tiene una zanja en el medio extremadamente llamativa porque siempre ha hecho deporte y termina en un culo enorme con glúteos carnosos y parados, realmente una cosa que excita rápidamente.
Gloria no había mostrado en nuestra especie de noviazgo su verdadera personalidad, en el sentido que nunca se había mostrado celosa ante situaciones generales. Pero a partir que nos fuimos a vivir juntos comenzó a poner cada vez más densa en cuenta a que veía cosas que no existían realmente. Siempre yo me encontraba en una situación embarazosa respecto de cualquier mujer que pasara por enfrente de mis ojos, sin que ni siquiera yo la siguiera con la vista, pero ella se ponía realmente muy enojada y comenzaba a arengarme con un discurso en donde me retaba por, insisto, situaciones que no habían pasado.
Así fue sucediendo durante casi todo el año y medio en que convivimos y cada vez eran más violentas sus reacciones surgida de su propia imaginación, que, por cierto, es muy frondosa. Es más, todo esto nos había llevado a espaciar las relaciones sexuales, la frecuencia había bajado a una vez a la semana y hasta una vez cada quince días.
Un sábado le dije que podíamos ir al cine y así fue, fuimos a ver una película, durante toda la velada, que no llevó más de tres horas, no había pasado absolutamente nada, Gloria estuvo normal durante ese rato y cuando volvimos a casa y estamos descambiando ella empezó a enrostrarme que había mirado a cuanta mujer se me cruzó pro delante de mí.
El volumen de su voz cada vez era más alto, estaba roja de rabia, no se podía contener hasta que en un momento determinado se puso violenta, me tomó desprevenido y me dio una cachetada que me hizo voltear el rostro hacia el lado opuesto al de su mano.
Allí me enojé, me salí de mi eje, le devolví la cachetada y comencé a insultarla, le dije
-Pero por la concha de tu madre, hija de mil putas, mal parida de mierda, sos una puta tarada, que no sabe lo que dice e inventa todo. Estoy harto de escucharte,
Ella se puso más loca todavía y allí comenzó una lucha entre ambos, nos tomamos de los brazos, forcejeamos y cachetada de un lado hacia el otro, eso me puso muy excitado al tiempo que estaba enojado, comencé a sentir que se me empezó a parar la verga, así que consideré la posibilidad de cogerme a mi mujer, por supuesto que no se dejó y yo empecé a arráncale la ropa, mientras ella seguía golpeándome hasta que me dio una trompada y me partió la comisura derecha de mi boca, al tiempo que le di un revés y le golpee la boca y sus dientes chocaron con sus labios que empezaron a manar sangre.
Cayo sobre la cama y le arranqué la ropa de la parte superior, tenía puesta una camisola blanca, saltaron los botones y luego le arranqué el corpiño, sus hermosas y enormes tetas quedaron boyando de un lado a otro, ella continuaba intentando sacarme de encima, no la dejé, por cierto, y le saqué la pollera que lleva puesta, se rompió del tirón que le di, le saqué como pude la bombacha , ella seguía intentando desprenderse de mí, pero opuse mi resistencia y como pude, ya casi que ni sé cómo lo hice, pude sacar la verga y metérsela en la concha mientras ella se retorcía como una víbora.
Comencé a entrar y salir de su canal vaginal como podía, en ocasiones, se me salía la pija y la volvía a poner, mientras le tenía aprisionadas las manos, una a cada lado de su cabeza, ella me decía una retahíla de barbaridades, vociferaba como una loca, me decía que yo era un puto, traga leche, que si ella no se hubiera cruzado por mi camino estaría chupando pija.
Mientras tanto, yo seguía dándole verga, su concha había comenzado a ponerse mojada a pesar de su resistencia. Le dije:
-Pero te estas mojando puta asquerosa, sos tan puta como tu madre, conchuda mal parida, bien que te gusta que te coja puta reventada.
-Callate sorete, me dijo, sos un reverendo pelotudo que no servís para una mierda. Putazo.
-Callate, reventada, sos una tarada igual que tu viejo, que tiene los cuernos hasta el cielo porque tu vieja se comió todas las vergas juntas. La muy puta es una genia y vos sos una pelotuda, digna hija del boludo de tu padre. Con la diferencia que nunca te puse los cuernos, putita, le contesté.
Tenía su rostro a 20 centímetros de mi cara, la escupí, quedó asombrada, le volví a dar una cachetada y volví a escupirla en la cara, al tiempo que la daba vuelta, la puse boca abajo, y comencé a meterla la pija por el culo, lo tenía seco la yegua, pero insistí, me dolió la cabeza de la verga, pero volví a insistir, ella que se quejaba que le dolía el culo, no me importó, volví a forzar mi verga en su agujero hasta que entró hasta el fondo, y comencé a meterla y sacarla hasta que se lubricó un poco el ojete de mi mujer. Ella seguía intentando zafar de mí, pero no la dejé, le apreté aún más los brazos contra la cama, en esos momentos sentí una corriente eléctrica desde la nuca hasta mis huevos y le llené el culo de leche caliente y espesa, me ardió un poco el interior de mi verga. Nunca me había acabado de esa forma, tan fuerte, verdaderamente fue un gran polvo.
Gloria se calmó un poco, quedó boca abajo, yo me salí de dentro de ella y que quedé boca arriba en la cama, al lado de ella.
-Cuando vayas a cagar te va a salir la mierda con mi leche, yegua puta.
Me levanté y me fui al baño.
– ¿A dónde vas?, me dijo con voz suave.
-Estoy en baño a ver cómo puedo arreglar mi cara de tus golpes.
-Disculpame.
– ¿Disculparte? Ni loco, vos estás muy mal. No tenés límites para tus celos de cuarta. Sos una celosa de mierda. Ya no te aguanto más.
-Vos me violaste, me dijo.
-No me dejaste otra opción, estabas como enajenada, le contesté.
– ¿Me vas a dejar?, me dijo con vos entrecortada por las lágrimas.
-Y…, es muy probable, sabés cuántas minas hay que no son como vos.
Se llegó hasta la puerta del baño y me dijo que no la dejara que ella iba a cambiar y nunca más iba a ocurrir esto que había pasado. Le dije que tenía que mostrarme eso durante un tipo prudencial, como para que me diera cuenta que había cambiado de verdad.
Verdaderamente con el paso del tiempo realmente mi esposa cambió, hasta el punto que ahora somos practicantes de BDSM, y ya pasaron cuatro años y medio de aquella noche fatídica, por un lado; pero que, por el otro, nos dio la oportunidad de practicar una disciplina sexual que nos subyuga a ambos pero que se encuentra consensuada. Gloria dio una vuelta sobre su eje total, ya que Incluso pertenecemos a una comunidad que practica este tipo de sexo.
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