15 de agosto
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por MiladyMorte.
El martes pasado, 15 de agosto, me fuí a una sala X.
La verdad, es una práctica habitual en mí, aunque antes iba bastante menos, como una vez cada muchísimos meses.
Ahora lo necesito casi todas las semanas, incluso, hoy quiero volver, me siento caliente, de hecho, hace días que a través de diferentes páginas de contacto, busco hombres más allá de sexagenarios, para que me acompañen si lo desean, pero curiosa y contrariamente a lo que esperaba, nadie se atreve a acompañarme, pero vamos, yo me voy sola, no hay problema con eso. Pollas no me van a faltar, así que esto deseando que llegue la tarde para ir a por mi ración mientras sentada en el ordenador, me he bajado el vestido por la cintura mientras no dejo de tocarme las tetas, pensando que es un tío caliente y baboso quien lo hace.
Estoy hambrienta de sexo, aunque ayer me pegué una sentada a follar bastante buena, pero voy al "cine" esta tarde, eso por descontado. Necesito oler a pija guarra.
Qué haces ahí? Es un sexshop que hay cerca de casa, dentro tiene una sala para apenas unas 20 butacas. La mejor hora son las 15 o 16 de la tarde y generalmente, las veces que he ido habían unos 4, 5 tíos a lo sumo.
Se entra atravesando una cortinita, que apenas la abres, te viene el tufo a vicio, a requesón de polla poco aseada y un ambientador barato, generalmente de pino, que más bien mal, trata de disimular la atmósfera pestilente a sudor, pies y abandono de los cuerpos desatendidos. Toda la atmósfera es sucia y nauseabunda, pero es lo que hace que mi lado perverso se llene de lujuria, llegando incluso a correrme con solo impregnarme del ambiente.
Justo al lado, nada más entrar, hay una fila de butacas. Es ahí donde me gusta sentarme, justamente en la segunda, dejando una vacía para cuando un tío me eche la vista encima, se siente a mi lado, a mi derecha. Lo ideal es, cuando a la izquierda, hay sentado otro y quedo en medio, de este modo tengo cuatro manos y dos pollas para mí.
Acudo poco vestida, apenas un vestidillo de algodón, uno naranja que tengo y sin ropa interior, para que sean obvias mis intenciones. Alguien se sienta a mi lado y tímidamente me toca un brazo, aunque el pasado martes, para mi extrañeza, porque estamos en fiestas, estaba lleno de tíos y tuve que irme al fondo de mi fila favorita, pasando por entre un grupo ávido de sexo que se sorprendía a mi paso; uno a uno iba rozándoles con mis piernas buscando un sitio libre,
Me senté al final del todo, un poco avergonzada, tratando de no pensar que cipote ha derramado su néctar momentos antes de llegar. A mi lado un tío, que, tras palparme un brazo y un muslo tímidamente, me tocó una teta con descaro. Me mojé y abrí las piernas ofreciendo mi coño, mostrando mi ganas y predisposición, a los de las butacas delanteras o ante cualquier mirón que en silencio, observa la escena y algunos además, se la pelaba.
El de al lado de mí, tomó mi mano y la puso encima de su polla flácida que sobeteé sin dudar.
El tío exploraba en mis pezones, palpaba mis tetas y me apresuré a bajarme los tirantes del vestido en un gesto hábil, ofreciendo mis tetas a los espectadores que comenzaron a tocarme el coño para lo cual, resbalé por el asiento un poco con la intención de ponerlo más a mano.
Apenas me tocaron la raja, me corrí viva y seguí frotando aquella polla tan lacia pero el tío me tocaba las tetas genial haciéndome gemir sin parar, pero dulcemente, sabedora que el público restante, se percataría que ahí había (cosa extrañísima) una mujer y que además estaba caliente y con ganas de ser saciada.
Por suerte, los caballeros sentados delante de mí, se turnaban para tocarme la raja. Estaba loca porque me metieran el dedo, cosa que no hacía nadie y aquello me hizo correrme más. Sentí asco de la escena al comprobar que había gente mirando y pajeándose, solo viejos verdes, salidos y viciosos.
El vestido en la parte de arriba ya había bajado a la altura de mi cintura, ofreciendo mi hermoso par de tetas a la presente concurrencia que se iban acercando a palparlas, mientras mi coño, al subirme el vestido hacia arriba, se veía expuesto a lo que los señores desearan hacer con él. Era casi como estar desnuda sin estarlo. Otras veces, me han quitado la ropa y es increible la sensación de verme y ser vista en pelota picada mientras ellos, pudorosos, apenan se sacan la tranca, aunque el martes, me dejé el vestidito, además, así es más guarro y me hace sentir realmente muy puta.
Loca y sucia, no dudé en levantarme y colocarme encima del viejo de la polla lacia al que no se le empinaba ni de lejos. No veía bien en la oscuridad, pero se notaba que había gente pajeándose a costa mía.
Me senté sobre la minga y me aseguré de que mi raja coincidiera bien con el cipote y me quedé quieta, notándolo flácido. Que asco sentí!!! Soy muy zorra y me corrí larga y dulcemente entre convulsiones de placer, mientras me seguían tocando las tetas por turnos unas veces, varias manos, otras dándome todo ello ganas de llorar del gusto que me estaban dando todos y la vergüenza de ser tan viciosa.
Volví a sentarme y ya no quería más, me sentí superada, asqueada y aparté cuanta mano me toqueteaba mientras fumaba un cigarrillo. Pero el de al lado mía seguía con mis tetas, pellizcando mis pezones calientes y volví a ofrecer el coño casi sin querer y, naturalmente, alguien se apresuró apenas a rozarlo con la yema de unos dedos toscos, aunque esta vez, cogí la mano y la dirigí a su interior totalmente encharcado de deseo. El tío que fuera, reaccionó como era desear, ya que al instante me masturbaba con tres dedos frenéticamente haciendo ese ruido indudable del chapoteo del mete-saca, mientras que sin pestañear miraba la pantalla para no mirar la cara de los cerdos que disfrutaban de la calidez de un cuerpo, que para ellos era joven aunque yo ya no lo sea tanto. De tener valor de mirar alguno, fijo que saldría al instante de aquel lóbrego lugar.
Cerraba los ojos y me entregué tan deliciosas caricias de los abuelos y, caray! estaba mucho más caliente y cachonda, si cabe que antes. Necesito polla, me la darán? me follará alguno? La idea me da náuseas, pero me atrae muy mucho ser penetrada cuanto antes.
Sentir un capullo entre mis carnes, que, tímidamente apenas se atreve a palpar mi chocho húmedo e insaciable… Mover el coño permitiendo sentir más el cipote que ahora hace de brocha caliente entre mis muslos de puta perversa, mientras que, abro bien las paredes invitando a entrar la masa de carne. Es entonces cuando mi cabeza y mi cuerpo entran en conflicto: la primera dice que eso es perversión por eso me pongo nerviosa. Es mi subconsciente con ganas de salir de allí, sin embargo los ruidos propios de la follada, denotan precisamente todo lo contrario y me da igual la polla que entre, cualquiera me vale: grande, pequeña… pero una polla gordita sería ideal mientras su dueño tiembla por lo raro que le resulta verse envuelto en tal situación.
La idea de follar me caliente a límites extremos y subo una pierna encima del tío que me toca en silencio y al que no dejo de amasársela con la esperanza de engordarla, dando a entender que mi cuerpo desea ser follado más que urgentemente. A ver si hay suerte y alguno me la cuela, que yo lo que voy necesitando és que me bombeen cuanto antes. No siempre se atreven, aunque yo me dejo con cualquiera.
Sin pronunciar palabra, el festín continúa entre gemidos y gruñidos de placer. Lo que ocurre entre estas paredes, nunca es predecible y la escena se torna más tórrida y subversiva, totalmente dañina a la sensibilidad de la mayoría de las personas.
Mis manos tocan diferentes pollas. Me encantan los cipotes. Siento mi coño palpitar de gusto. Ojalá me follaran todos uno a uno, haciendo turnos, mientras mis pies cuelgan de las butacas delanteras sacudidas como un péndulo, mientras me empujan clavándome en mi sillón de reinona, con todo el derecho y confianza que les brindo, esperando cada uno su vez para ensartarme.
Me vuelven loca los maduros pervertidos, auténticos viejos verdes!! para estas cosas son mucho más divertidos que los más jóvenes y siempre digo que un hombre de 40, 50, no es un maduro, ya que al ser aun atractivos para muchas mujeres, no valoran lo que yo les ofrezco y por esto me gustan más, mucho más mayores, de esos que hace mucho que no disfrutan el sexo, con una mujer de piel tersa y suave ni en sus más calenturientas fantasías.
Cuando con su voz ronca, me susurra al oido "oye, tu follas?" me apresuro a contestar, "si, si, si, claro que follo, lo estoy deseando" Entonces, ese cuerpo obeso y sucio, se las ingenia para, torpemente encasquetármela y tras sentir mi tibia humedad se vienen entre sacudidas y espamos mientras se le cae la baba del gusto aunque a mí me deja más bien con ganas de vomitar el muy cabrón sobre todo cuando noto el sudor en su cuerpo que, pegado al mío, queda como una ventosa. Ese es precisamente el morbo y estallo en orgasmos brutales abrazada a un tipo al que no quiero mirar pero me está matando de gustillo, borracha por la mezcla de lo grotesco, el llegar a semejante estado, fuera de mí y mis facultades mentales. Llegar a una situación que en la conciencia, sin duda, no se produciría.
No puedo más, ya hasta veo borroso hoy tengo que volver aunque hayan pasado tan solo dos días desde mi última sesión continua.
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