A mis 58 tuve mi perrita
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola a toda la gente adulta que como yo leemos estos relatos calientes. Llamenme Ernesto o simplemente “Neto”, no he leido muchos relatos escritos por hombres de mi edad, tengo 58 años, tengo cinco nietos, vivo con mi mujer con quien tengo 32 años de casado. Soy subgerente de una empresa de textiles para importación en este país. Mi esposa no trabaja, solo se dedica al hogar y a sus grupos de amigas.
Todo inició cuando tuvimos nuevos vecinos, era una mujer divorciada de unos 42 años, quien tenía una hija de 17 años a quien llamaremos Michelle. Como somos vecinos, ella se llegó a presentar a la casa con Michelle, quien es una muchachita delgada, cabello castaño, con pocos senos, pero un lindo culito redondo y paradito. Además la chica se presentó en una mini que descubría sus preciosos muslos delgados y finos. A mi edad tenía sexo con mi esposa cada 15 o 21 días o más, asi que mi vida sexual era por demás aburrida, ese día noté que esos muslitos delgados me despertaron el morbo y también mi pija.
La pequeña llamó mi atención, de eso no hay duda. No había pasado una semana, cuando la mamá de la pequeña me llamó para decirme si ayudaba a su hija en una tarea escolar, era una investigación y debía de hacerse sobre una empresa, y que ella se había enterado que yo era sub-gerente de una. Le dije que con todo gusto, no sé porque pero tragué saliva, como nervioso cuando le dije que la pequeña podía llegar, quedamos que sería a las 6:00 pm. No le dije nada de esto a mi esposa, no quería que se perdiera el encanto, yo sabía que ella iría a las 5:00 pm con sus amigas a sus reuniones habituales.
Me arreglé lo que pude, a las 6:00 estaba tocando mi puerta la pequeña Michelle. Llevaba puesto su falda y camisa escolar, la falda era por mucho, arriba de la rodilla y su camisa blanca dejaba ver un pequeño top que cubría sus teticas. La invité a pasar adelante, la llevé a la sala y le ofrecí un refresco, ella aceptó. Le serví y comenzamos a platicar de otras cosas, como si la tarea no fuera su objetivo. Ella se movía en el sofá, se paraba, se acostaba en el respaldo, subía las piernas al sofá, en fin la chiquilla era muy activa y promiscua, me ofrecía varias perspectivas de sus delgadas piernas, inclusive pude verle su braguita rosada varias veces.
-don Neto cuantos años tiene?- preguntó. –Bueno, tengo 58- respondí.
-Ay pero se ve como de 40- me dijo ella. –gracias Michelle, y tu cuantos tienes?
-Yo tengo 17 años!- me dijo. –Yo podría ser tu abuelo!, verdad que ya estoy viejo- le contesté y pregunté.
-La verdad, don Neto se conserva muy bien. Fijese que a mi gustan los hombres grandes, entre más grandes mejor-.
Esa respuesta no la esperaba, en mi pantalón me iba creciendo la pija, me estaba excitando solo de hablar con ella. Asi que me pasé a su lado, con la excusa que me enseñara su cuaderno y me explicara lo que ella quería que yo la ayudara.
Ella se me pegó más, sentí su piel y su calor cerca de mi. Ella hablaba y yo no le podía poner atención, estaba distraido con su calor, con su olor y con sus piernas delgadas, pero muy sexys. Yo estaba muy excitado, como jamas pensé volver a estarlo, asi que puse una mano en su muslo, ella no dijo nada, mientras ella hablaba y yo le constestaba, fui deslizando mi mano por debajo de su faldita colegial. Ella no dijo nada de nuevo, yo sentía su aliento cuando me hablaba, metí mi mano hasta tocar su braguita, ella dejó de hablar y mordió su labio inferior de la boca. Mi mano acarició todo el frente de su panochita sobre su braguita, pensé que eso sería todo, pero fue ella quien abrió un poco más sus piernas para que mi mano se deslizara más al fondo de sus piernas. Acaricié con comodidad los labios vaginales sobre la tela de su braguita, se sentía un intenso calorcito en esa parte. Ella hablaba y dejaba de hablar para morderse los labios.
–don Neto!, don Neto!- me dijo mientras tomaba mi brazo y lo apretaba, luego ella me tomó de la mano con la que yo acariciaba su panochita y ella misma la metió adentro de su braguita. Pude sentir su vulvita, era suave al igual que sus labios vaginales, tenía poquitos pelitos, señal que se rasuraba la panochita frecuentemente. Mis dedos jugaban con su sexo con mucha paciencia, lo hacía con la lujuria, como lo habia hecho unos 35 años antes con mis novias. Michelle estaba excitándose cada vez más, volteo a verme y tomando mi rostro con sus pequeñas manos me dio un beso bien húmedo con lenguita y todo.
En pleno beso estabamos cuando yo me aproveché para meterle un dedo dentro de su panochita mojada, ella se quejó y tomando mi mano con la suya me orientó para que le metiera y sacara mi dedo de su pequeña fruta. Poco a poco nos fuimos acomodando acostados en el sofá, yo le fui quitando la camisa, luego su top, sus tetas eran pequeñas pero bien formaditas, luego le quité su braguita y pude ver su juvenil panochita, yo estaba con la pija parada, me la saqué del pantalón y solo pude quitarme el pantalón y dejarlo en mis rodillas, me subí sobre ella con todo el ímpetu del mundo y también ella ayudó abriendo sus piernitas para recibirme y sin más le fui metíendo mi pija en su panochita.
Me empecé a mover lentamente en el clásico mete-saca, haciendolo suavemente con un vaiven delicado, no quería asutarla, pero ella se adaptó muy rápido y ella también comenzó a moverse. Alli estabamos los dos moviendonos al ritmo de la follada sobre el sofá. Ella emitia varios quejiditos que aún retumban en mis oidos. –Asi don Neto, cójame, cójame!-. Yo comencé a darle tremendos empujones a mi pija para que entrara de golpe a su pequeña raja mojada.
Por un momento estabamos como animales en celo cogiendo sobre el sofá, el cual se movía por el suelo de la sala. Tomé sus senos y los mamé uno por uno, le apretaba con fuerza sus pezones con mis labios, Michelle gritaba pidiendo que siguiera cogiendomela, -Cójame don Neto, por dios!, que rico, asii!-. y tuvo un largo orgasmo la pequeña.
Todo eso me llevó a mi boleto sin regreso. Gemí y le deposité un largo chorro de esperma, tenía años de no ver tanto semen salir de mi pija. Le llené su panochita. Yo estaba cansado y me quedé sobre ella al menos un minuto, mientras mi pija perdía su rigidez dentro de su rajita.
-don Neto estuvo maravilloso!- me dijo.
-De veras te gusto como te lo hice!- le dije con miedo, ya que no hubo tiempo para sexo oral, del cual soy especialista y aficionado.
La pequeña se arregló la ropa y antes que le dijera algo, se despidió con un beso en la boca y se marchó. No habíamos ni tenido tiempo para su tarea escolar.
En la noche, ya en la cama, además que se me estuvo repitiendo todo lo hecho con Michelle, pensaba en lo novato que había sido al correrme en la panochita de Michelle, sin saber si ella tomaba algo. Eso me sirvió de excusa para llamarla a los dos días, la llamé por telefono y pedía a dios que ella contestara y no su madre. Y asi fue, me identifique diciendole quien era y le pregunté eso y ella me contestó que no tuvera pena que ella tenía sexo desde los 14 y que ya tomaba algo. Ella me dijo con su voz tierna que quería verme de nuevo, yo le dije que mi esposa no estaba en casa y que regresaría tarde, ella me dijo que le inventaría algo a su madre y que la esperara. Eran las 7:00 pm cuando ella tocó mi puerta, de nuevo tenía la falda del colegio, esta vez no perdimos tiempo y la llevé a mi recamara, le quité todita su ropita y la dejé como había venido al mundo.
Ella me abrió las piernas invitándome a comerle su panochita, era mi oportunidad de darle una espectacular chupada de coño, metí mi cabeza en sus piernas y comencé a darle lengua en sus labios vaginales y su pequeño clítoris, ella empezó a gemir como una gatita y luego se volvieron quejidos de placer, yo le abría con las manos su panochita y le chupaba toda su vagina, de la cual salían rios de juguitos vaginales, los cuales tomaba yo como si fuera un riquisimo nectar.
Mis 58 años me sirvieron mucho para darle una chupada sensacional de sexo, se la mamé unos veinte minutos ininterrumpidos, sacándole dos orgasmos casi seguidos y dejándola cansada, pero aún caliente.
-Don Neto te comiste toda mi chuchita!- me dijo la chiquilla.
-Y todavía falta lo mejor!- le contesté
A horcajadas me subi a la cama y bajandome los pantalones le puse mi rigido miembro cerca de su boquita, ella la tomó con sus manitas y comenzó a darle pequeños chupones y lenguetazos a mi cabeza y tronco.
_Métela adentro de tu boquita!- le dije. Ella metió mi glande en su boca y la chupó como un caramelo. Su boquita estaba suave y tibia.
Michelle estuvo algunos minutos mamándomela rico. No era la mejor mamada que yo había recibido, pero lo juvenil de su boca hacia el resto.
Mientras terminaba de chuparme la pija, me quité la camisa y luego los pantalones, quería encuerarme a igual que estaba ella. Aún teniamos tiempo. Me fui colocando entre sus piernas casi sentado, puse mi pija en la entrada de su panochita y mientras le acariciaba sus senos y sus piernas y fui penetrándola. Ella fruncio el ceño de su frente y abrio su boquita para quejarse cuando se sintió penetrada por mi carne, la cual estaba dura después de muchos meses, la fui ensartando con pequeños movimientos hacia adentro y hacia fuera, le tomé sus pezones con mis dedos y los apreté suavemente.
-Don Neto!. Me está cogiendo?- me preguntó.
-Si, mi princesa, te estoy cogiendo rico. Te gusta?- le contesté
-Si Don Neto, me siento llena.- me dijo.
Poco a poco me fui acomodando sobre ella hasta que pude tocar sus senos con mi boca. Le fui chupando sus dos pequeños volcancitos, al tiempo que la ensartaba moviendo mis caderas con sabia experiencia. La pequeña estaba la borde un orgasmo de nuevo, aceleré un poco para hacerla llegar. Ella cerró sus ojos y movió su cabeza de lado a lado en señal de que estaba sumamente excitada llegando a su climax. Michelle humedeció más su panochita, sentí que mi pija entraba ahora a una gruta repleta de juguitos intimos. Tenía que darle una buena cogida si quería que la chiquilla regresara por su propia voluntad conmigo, eso lo sabe cualquier persona adulta que se mete con una adolescente.
La estuve follando con movimientos secos de mi pija en su panochita, mientras le pasaba su climax. Volvi a poner casi sentado entre sus piernas sin sacarsela. Le tomé unos de sus pies (he sido amante de los pies femeninos) y mientras la seguía cogiendo, comencé a lamer los deditos de sus pies, me fui metiendo por turnos cada uno y luego cambie de pie para darle el mismo tratamiento, entre mi lengua podía sentir sus pequeños apendices que se movían en mi boca. Todo eso hacia que me excitara más y que mi pija se hinchara aún más dentro de su panochita.
Michelle empezó a gemir más fuerte, sus quejidos evidenciaban que la estaba pasando muy bien con la pija adentro.
Al rato la puse en cuatro, sus nalgas no eran muy voluminosas, pero eran dos perfectos globitos redondos, le chupé su orto con la lengua y le dedie la rajita, luego la ensarté en su panochita de nuevo, la tomé de los hombros y me puse a cogerla como una yeguita. Ella ayudaba moviendo su culito hacia atrás y hacia delante, lo cual en ocasiones coincidía cuando yo me movía, haciendo que la penetración fuera bien profunda y ella gimiera de placer. Por fin ya no pude aguantar más, cuando sentí que mi pija iba a disparar mi semen, la saqué de su rajita y me puse a pajearla con las manos y un chorro abundante de esperma salió disparado y cayó en toda su espalda. Luego se la puse entre sus nalgas y le eché otra ración a su rayita.
Ese fue el delicioso inicio de nuestras relaciones. Michelle me decía que ella prefería a los hombres adultos. Y yo traté de satisfacerla el casi año que duramos juntos.
Dentro de mis recuerdos también está cuando le estrené su orto, en eso si fui el primero en metersela por allí. Ella relinchaba cuando se la dejé ir toda al fondo de su recto.
Todo eso terminó hace unos pocos meses. Michelle se enamoró de un muchacho de 25 años y me dejó colgado. Pero le hice de todo a esa chiquilla caliente.
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