ALGO PARA DESCUBRIR
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Decidimos hacer un buen arreglo con quien sería mi marido y para terminar la casa donde nos iríamos a vivir alquilamos a un tío-abuelo suyo un departamentito al fondo de su casa.
dentro del arreglo además de un módico precio de alquiler entraba yo como su doméstica y para su cuidado general.
Cuerpona de 25 años y su familiar un casi setentón delgado alto y bastante silencioso lo cual era un escollo para mí ya que no sabía si estaba satisfecho con mi labor o siquiera emprender una conversación aunque esto último algo corto pero existían los diálogos.
Pasaron los días y en uno de ellos sin querer descubrí como me miraba cuando no se sentía observado; algo en mí me despertó preocupación y curiosidad por saber si esa mirada era de interés u observación al trabajo.
Nunca me puse ropa sugestiva para no tener que ser cuidadosa en mis movimientos pero sí descarté el uso de enaguas para permitir algo más de transparencia en mis vestido que dejaban vislumbrar mejor mi cuerpo.
Casi que me saqué las dudas de que su mirada era hacia mi condición de mujer y quedé algo entre incómoda y orgullosa.
un día cerca del mediodía me dio un paquete con un regalo.
era mi perfume favorito, el original, en alguna charla se lo habría dicho y aún fascinada por ver que se mostraba contento lo abracé agradecida y le dí un pico mientras volví a revisar al regalo.
Solo ahí en el silencio me dí cuenta de mi actitud respecto a su regalo y mirándolo con pena le pedí disculpas por mi efusividad.
el sonrió contento y picaronamente me respondió que le gustó el agradecimiento y que de su boca jamás saldría palabra alguna.
Era una declaración bien dibujada, quien sería a futuro mi marido era el único hombre en mi vida al margen de un par de masturbaciones lesbianas en mi adolescencia.
Me dió una ternura lastimosa y tomándolo de la pera lo besé despacio y el abrió la boca para recibir mi lengua y entre ojos ví como cerraba los suyos para disfrutar al máximo de mi lengua chupada por él; noté su dentadura postiza y el beso fue mas intenso y el marcaría hasta donde.
Fuí yo quien le tomó la mano y la llevé a mi pecho para que lo sobara; fuí yo quien se separó un segundo de su boca y lo ví aún con los ojos cerrados y la boca entreabierta con la lengua afuera repleta de saliva, fui yo quien se dio cuenta que esos besos no tenían pasión pero sí una morbosidad con la que había soñado más de una vez; fuera mujer venga hembra con su macho que quiero coger.
Cuando abrió los ojos me dijo con pena que no podía hacer mas que eso.
lo acerqué a mí y saqué una teta de mi sostén y se la puse en la boca.
chupaba bien lo hacía con intensidad y pasión chorreando baba a lo loco y con sus manos me pidió la otra.
Quedé con los pechos trigueños de pesones marrón a disposición de su lengua mientras me tocaba las piernas.
En el mismo sofá puse un almohadón en el piso haciéndolo arrodillar y yo después de recoger mi vestido y correr la bombacha le ofrecí a ese viejo la concha para que me la chupe.
fué la primera y por siempre mejor lamida de vagina que tuve, su rostro desapareció entre mis muslos y yo me sobaba las tetas palpitando la llegada de mis flujos en su boca.
Vibré en su cara y el se desesperó mamando los jugos de mi clítoris.
quedamos jadeando él se sentó a mi lado besándome por lujuria y yo le daba las gracias con mis tetas y concha al aire.
a partir de ese día nos cuidamos mucho de ser descubiertos pero un sola vez dejé de hacerme saborear la vagina; solo alguna vez con la menstruación pero más que nada para evitar mis dolores de ovarios ante tanta calentura de la prodigiosa lengua del viejo y esas veces me chupaba el culo metiendo su dedo para llevarlo a su boca, siempre me pidió pichi en la boca y no me salía aunque estaba dispuesta a mearle la cara.
Lo acostaba en una colchoneta en el piso y el adoraba que me pusiera de piernas abiertas parada a la altura de su cara para después ponerme en cuclillas y pajearme con labios lengua y cara.
Un día descubrí que no era enfermo del corazón y decidimos mediante visita médica comprar la pastilla milagrosa.
Solo la ignorancia de su vejez y mis prejuicios al saber que más de uno había muerto por el uso de ella no me llevó a probar antes.
la tenía mas grande que mi marido; lo primero que hice fué hacerme romper el culo.
siempre quise una pija mas grande en el orto y ahora pese a los ardores la disfrutaba.
Fué mi amante asqueroso; nunca me agradeció como si yo a él que me cogiera tan bien.
lo hacía a pija pelada y fue el primero en llenarme la cara y boca de leche, un día mientras escupía su semen porque esa vez estaba demasiado amargo sentí un chorro tibio en mi cabeza.
cerré los ojos y sonriendo con la boca abierta antes de decirle hijo de puta empecé a recibir mi primera y divina lluvia dorada.
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