ALMUERZO CON MAYRA
Fue un almuerzo muy “especial”, con harta leche, carne, huevos y fluidos, que saciaron nuestra hambre de morbo, pasión y sexo, mucho sexo….
El domingo me levanté muy temprano; sabiendo que Mayra me traería el almuerzo al mediodía, salí a tomar desayuno y a comprar Sildenafil, que me hace recuperar el largo y el grosor de mis 20 años, porque, aunque ninguna se queja, siento que la pinga se me ha achicado con el tiempo… regresé animado después de ver, en la plaza principal del pueblo, varias, muchas motivadoras nenas, con shorts, tops pequeñitos y delgados, que dejaban traslucir los pezones, culos redonditos, piernas del campo, fuertes, sólidas…
Revisé que todo estuviera limpio y ordenado, puse agua en un vaso y, a las 11:45, tomé la cápsula endurecedora de pinga…me paré en la ventana para esperar…a las 12 en punto, se abrió la puerta de la casa de Mayra y salió ella con dos envases plásticos…estaba vestida con un short azul y un top negro, que hacia resaltar sus tetitas en constante desarrollo. Me miró, hizo un movimiento con su cabecita, como diciendo que me apure…bajé corriendo, abrí la puerta, ella entró, me dijo que cerrara rápido, que su mami le había dicho que la acompañaba para que no cargara los dos envases que estaban calientes, ella hizo como que no la escuchó y salió. Mientras subíamos la escalera escuchamos que su mamá la llamaba. Apenas llegamos al departamento, ella corrió a la ventana y le dijo que ya llegó sin problemas. Yo me acerqué, la saludé y le agradecí. La mamá me saludó, sonrió y entró a su casa…
Yo había puesto platos y cubiertos en la mesa. Ella me saludo abrazándome y dándome un gran beso y se comenzó a desnudar…yo hice lo mismo. Una vez desnudos, me ordenó sentarme a la mesa, abrió los envases. La entrada era papa a la huancaína, que es papas sancochadas cortadas por la mitad y una crema levemente picante…metí la mano a la crema, saqué un poco y me embadurné la pinga, ella hizo lo mismo y se untó los pezones y la conchita. Me miró, sonrió y me dijo: -¿Nos servimos, papito?…Me acerqué, le besé la carita, la boca, con mucha lengua, bajé, chupé los pezones, cada día más ricos, con crema picantita…nos echamos en el suelo, en posición 69 y comenzamos a ingerir la entrada; la crema se me había ido hasta el culo, lo mismo que a ella…nos lamimos, chupamos, comíamos la crema que se iba mezclando con nuestros líquidos. Tomé la mitad de una papa y se la metí en la conchita, la moví bien y me la comí…ella gemía y la picazón de la crema la hacía cerrar y abrir las piernas, lo que me excitaba mucho más; me imitó, y me pasó la papa por toda la zona de mi pinga y mis huevos, incluso llegó a la entrada de mi ano; le dije que conmigo todo por delante, nada por atrás; se rio y me dijo que sabía que me había gustado sentir la papa y su lengua en el culo…le jalé de los cabellos por el atrevimiento y se lo devolví metiendo un pedazo de papa a su culito para luego sacarlo con mi lengua…
El segundo era un guiso de pollo…agarré una pierna, la embadurné con el juguito del guiso y se la metí de frente en la concha…gritó, cerró las piernas, mientras yo metía y sacaba la presa…la jalé, estaba llena de una mezcla muy atractiva, me comí una parte y le invité la otra…inmediatamente le clavé la pinga hasta el fondo; todo estaba mojado y tibio, casi caliente…nos movimos como una máquina eléctrica, rápido, sin freno, gritando, gimiendo, diciendo groserías: – ¡Así, papi, cáchame rico! ¡Muévete más, hijita putita, sácame toda la leche!…Me vino un deseo incontrolable de culearla, por lo que saqué la pinga, la volteé, la puse en posición perrita en celo y le lamí el huequito del ano, lleno de sabores, le metí la lengua hasta donde pude, y le incrusté la pinga…me dolió un poco, a pesar de lo mojado que estaba, pero seguí entrando, ella se movía, me decía que me amaba, que le rompa todo, que no eyacule porque me tenía que comer la pinga y alimentarse con mi semen.
Nos paramos, ambos chorreábamos, no sabíamos qué, pero los olores nos ponían a mil, se sentó en una silla, me jaló y me comenzó a lamer el pecho, las tetillas, la barriga…bajó hasta la pinga, besó dulcemente el glande, lo lamió…me dijo que aún picaba un poco, pasó su lengüita por todo el cuerpo de la pinga, llegó a los huevos, los chupó y metió a la boca…succionaba como si se los quisiera comer, con su manito frotaba mi pinga en su nariz, sus ojos, su frente…sacó los huevos de su boca y se tragó la verga, toda ella, hasta el fondo, como el día anterior…la sacó, me miró, sonrió y me dijo: – Papito, llegó el momento… metió la cabeza de la pinga entre sus labios y succionó muy rápido, mientras que sus deditos me masturbaban. Yo le apreté los pezoncitos, muy duros, chupó y chupó sin descanso y la leche embistió su lengua, su campanilla, su garganta…un chorro, dos, tres…ella no paraba de chupar y tragar…yo presionaba fuerte sus tetitas…
Antes de que se bajara la erección, la hice parar, me senté en el borde de la silla y le pedí que se pare de espaldas a mí, que se ponga en ángulo, que abra las piernas y que se acercara hasta que mi pinga toque los labios de su vagina, en ese momento la jalé, la penetré y se movió adelante-atrás, hasta que lo que me quedaba de semen, abandonó mi cuerpo y se integró al de ella…volvimos, entonces a la posición inicial, a lamernos y chupar nuestras zonas sexuales, hasta tragar la última gota de nuestros fluidos… no sé cuánto tiempo duró esa “operación”…cuando estuvimos satisfechos con el “almuerzo”, procedimos a bañarnos, limpiar todo el piso asqueroso, guardar la mayor parte de lo que había traído en dos recipientes míos…nos vestimos, fuimos a su casa para agradecer a su mamá la invitación y pedirle autorización para “ir a tomar un helado”, lo que aceptó. Nos fuimos a un restaurante a almorzar de verdad y, luego, a tomar los helados…
Ricky
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