Ana, la mujer de las tangas.
El descubrimiento de una mujer, llena de apariencias..
Primero, debo mencionar que esta historia es absolutamente verídica y que lo único cambiado, son los nombres de las personas involucradas por seguridad.
Siempre me he preguntado, como serán algunas mujeres en la cama. Por lo general, las que son reservadas frente al tema o aquellas, que tienen un hogar ya establecido y entran en la categoría de «señoras», «maduras» o incluso «MILFS». Estas segundas, me interesan mucho, puesto que, por lo general son mujeres con deliciosos atributos escondidos entre el disfraz de la cotidianidad y con intensos deseos reprimidos, por el prejuicio o la falta de contacto sexual fogoso con sus maridos. Casi siempre, el esposo las infravalora, pues está cansado, de tenerla durante varios años y ya no le atrae como antes. Este tipo de sujetos, son incapaces de apreciar a quien tienen al lado y aún más, de disfrutar intensamente la sexualidad con ellas. Y es que las mujeres más atractivas, no son las de 15 o las de 20, sino aquellas, que han logrado realmente convertirse en mujeres, hechas y derechas. Aquí es donde entra Ana y empieza esta historia, donde he ido descubriendo en esa mujer seria, reservada, madura y bella, a una perra en celo, que guarda sus deseos, para quien sabe aprovecharlos.
La conocí, cuando yo era un niño, pues ella era novia de un tío mio. Yo debía tener 4 o 5 años de edad y ella 14 o 15. Siempre fue una mujer bella (realmente bella), aunque en ese momento, hasta ahora estaba empezando a formarse su cuerpo. Era delgada y su principal atractivo, era su sonrisa de princesa y su piel suave y delicada. En aquel momento, yo no la miraba con ojos distintos, al parentesco (si se puede denominar así) que teníamos, era la novia de mi tío y nada más. En esa época, sucedió lo peor para una quinceañera, entregar su virginidad y quedar embarazada. Justo eso le sucedió a Ana y a mi tío. La vida golpeo a una princesa y ella supo responder, para convertirse en una hembra.
Entre dificultades, nació mi primo y a medida que fue creciendo, nos volvimos muy cercanos. Era como mi primo hermano. En ese lapso de tiempo Ana y mi tio, tuvieron que hacer grandes esfuerzos, para poder superar las dificultades. Él, empezó a trabajar como operario fuertemente en una empresa y ella, a obtener diversos empleos en cargos auxiliares para ir acumulando experiencia. Fueron momentos muy difíciles, que solo una niña, destinada a convertirse en toda un mujer, en una hembra, puede superar. Ana demostró todo de sí y resultó una excelente trabajadora, que no se conformaba solo con la mediana estabilidad, que habían empezado a alcanzar, sino que, busco continuar y emprender una carrera universitaria virtual.
La primera vez, que la empece a notar como mujer y no solo como familia, fue durante unas vacaciones, cuando aún estudiaba en el colegio. Para entonces yo tendría 12 o 13 años y ella 23 o 24. Era habitual mi presencia durante las vacaciones en la casa de mi tío, pues siempre iba a jugar con mi primo a pesar, de que él era menor que yo. Realmente la pasábamos muy bien y yo no iba con una segunda intención. Fue hasta ese día, donde las cosas empezaron a cambiar. Ana ya no era la adolescente novia de mi tío, ahora, toda su vida había cambiado y su personalidad, sus gestos, sus rasgos y su cuerpo, no eran la excepción. Esta mujer, siempre tuvo una belleza natural muy atractiva, pero aún, era muy prematura cuando mi tío la conoció. Pero, con el pasar de los años y los azares de la vida, Ana, estaba hermosa. Ella nos es muy alta de estatura y eso le ha jugado a favor, pues ha medida que su cuerpo se ha desarrollado, sus nalgas y senos, le han crecido voluminosamente. Cuando la vi por primera vez como mujer en esas vacaciones, Ana, tenia ahora unas piernas blancas y gruesas (no gordas), acompañadas de una cadera ancha y un culo respingado, redondo y carnoso. Ese es su mayor atractivo. También unas tetas de tamaño mediano, redondas y algo caídas, pero lo suficientemente crecidas, producto, de su etapa como madre. Su cintura, era delgada y tenia un ombligo delicado, femenino y muy formado. De esos que uno ve y siente ganas de venirse encima de ellos. Un abdomen exquisito. Su rostro, era muy hermoso, ojos cafés, labios rosados, piel blanca y delicada, dientes muy blancos y un cabello castaño hasta la cintura, largo y liso. Para ese momento, Ana era una mamasita, una mujer bellisima, de esas que roban la mirada sin quererlo. Aquel día la vi y pude notar lo hermosa que era, pero también pude notar, lo imbécil de mi tío. Él, siempre ha sido una persona de altas aspiraciones, a pesar de las vicisitudes. Ha trabajado arduamente y hoy tiene un nivel de vida, bastante deseable. Para ese momento, iba a medio camino y empezaba a prosperar económicamente. Pero tal y como señale un aspecto positivo, así mismo, debo señalar lo idiota de su ser. En aquella época, él literalmente tenía una semi modelo en casa. Una mujer despampanante, solo para él y para lo que se le ocurriera hacer. Sin embargo, él muy tarado se la pasaba bebiendo con los amigos y cuando tenía oportunidad y deseo, engañando a Ana, con otras mujeres. Yo me preguntaba, ¿cómo es posible que esté afuera bebiendo en esta noche, mientras su mujer duerme sola, seguramente deseosa de una verga ardiente entre las piernas? Jajaja mentira, no pensaba eso (aún no era tan pervertido jaja), pero si veía como ese tonto, desaprovechaba a semejante mujer. Recuerdo para esa misma época, dos detalles más; la vez que la vi como una reina de belleza en unos tacones negros, unos jeans holgados, una chaqueta de cuero y con su cabello perfectamente arreglado, sencillamente era espectacular; y un hecho que luego tendría sentido en esta historia, «un amigo de ella», llamado Armando, el cual visitaba frecuentemente la casa de mi tío, con la excusa de «ayudarle a Ana» a hacer trabajos de la universidad. El tipo no me daba desconfianza, porque era de esos hombres, que aún yo siendo un semi adolescente, consideraba como un tonto, casi un friki. Recuerden eso, porque luego tendrá un lugar en esta historia.
Los años pasaron, yo fui creciendo y me fui alejando de mi primo, pero aún, lo visitaba frecuentemente. Con los años, vino el sexo , la perversión y los lujuriosos deseos. A los 18 años, yo ya no era un niño y mi pensamiento y acciones, eran las de un hombre en busca de hembra. Al ir donde mi tío a esa edad, empece a notar más y más a Ana, pero esta vez, la detallaba con mucha más confianza y profundidad. Al principio, mantenía ciertas reservas por ser ella la esposa mi tío, al cual yo respetaba en cierta forma, pero de a pocos, eso se fue y sólo quedó mi visión de hombre, sobre una mujer. Esta vez, Ana, ya con 28 o 29 años, era toda una mujer y sus atributos se habían ajustado a su forma. Su culo, había crecido un poco más y estaba notablemente más carnoso. Sus tetas seguían muy similares, tan solo un poco más separadas y su rostro, más maduro, encarnaba la belleza de una mujer, ahora con dos hijos y a punto de entrar a los treinta, es decir, de una dama que está en la plena etapa para gozar su sexualidad muy a fondo. Para ese momento ya me preguntaba, ¿Cómo es, que esta mujer, está al lado de mi tío?¿Cómo es posible que semejante bombón, se haya mezclado con un tipo tan feo y tan tonto en muchos aspectos? Realmente mi tío era muy poco atractivo y su personalidad, más bien parecida a la de un hombre pasivo, esos que francamente no destacan. Realmente, la razón de su relación con Ana, se debe a su encuentro «amoroso» a tan corta edad, pues él la conoció cuando ella tenía 12 años. Estoy seguro, de lo diferente de la realidad, si él la hubiera conocido a los 20 años, probablemente, ella, ni la hora le habría dado. Empece a pensar, que ella era demasiado para él y con el tiempo, mi teoría se iba fortaleciendo. Pero demasiado en todo sentido y principalmente, en el sexual. En primera instancia, me enteré por alguien cercano, que ellos tenían serios problemas sexuales y que ella, no apetecía físicamente a mi tío ( y la entiendo, pues es demasiado delgado, realmente feo de rostro, tal vez, su única ayuda, es la manera medianamente «cool» de vestir) y tampoco se sentía a gusto con su pobre rendimiento en el coito. Por otro lado, vino el tema principal y punto esencial de este relato: empece a descubrir en ella, a una mujer libidinosa y llena de apariencias. La dama seria y de su marido, escondía a una perra arrecha y deseosa de vergas con mucha leche, para ordeñarlas con semejante culo señorial. Este descubrimiento vino a mí, cuando en medio de una calentura, pensando en ella, hurgue en su ropa interior.
Al ver a una mujer como ella, tan seria, tan recta, tan reservada, tan recatada, tan puesta en su sitio, con una vida sexual aburrida y poco activa, uno esperaría encontrar ropa interior por esa línea, pero no, no fue lo que yo encontré para mi agradable y excitante sorpresa. Todo ocurrió un día, cuando yo tenía 18 años y estaba solo en la casa de mi tío, pues yo era de gran confianza y a veces iba en los intermedios de un entrenamiento deportivo que practicaba, cerca a su residencia. Ese día al llegar, estaba pensando en ella, pero ya mis ideas no eran nada inocentes y me había hecho varías pajas a su nombre. Llegó a mí, entonces, la loca idea. ¿Por qué no buscar en el cajón de su ropa y ver si puedo hallar algo de su ropa interior, así no sea sexy y masturbarme con ella? Pues bien, empece a buscar y realmente estaba muy emocionado a la vez que asustado pues mi abuelo, también solía ir a esa hora, para vigilar la casa. Pero la calentura y el morbo podían más y seguía en mi labor. Finalmente llegué a una bolsita de cremallera, donde se podía ver al fondo ropa interior femenina. He aquí mi gran sorpresa y enorme excitación, con el corazón a mil, empece descubrir, no el tipo de ropa interior esperado, sino tangas e hilos muy diminutos y tremendamente sexuales, con detalles, los cuales tienen claramente la intención de cumplir un rol fetichista, durante el coito. Es decir (sin caer en el machismo, de insinuar que una mujer sólo se viste para el hombre), una mujer no se coloca ese tipo de prendas por lo general, si la intención que lleva, no es de carácter sexual. Lo más sorpresivo y excitante, era el tipo de tanga e hilos, que tenía en su colección, todos contaban de una u otra forma, con algún detalle, para resaltar la sexualidad femenina, desde el color, la forma, los bordados, los estilos, las aberturas, el material y en general, las características de cada tanga. Es como si Ana los comprara especialmente con la intención de verse y sentirse sensual, pero sobre todo, de lucir como una perra deliciosa, durante el acto sexual. Esta mujer, parecía girar en torno a ese deseo. Yo me pajeaba a mil, supremamente excitado, al imaginármela con semejantes prendas, mientras me la mamaba, me daba sentones o le partía el culo en cuatro, como la perra que era. Me llenaba de morbo saber, que ella también estaba llena de morbo y todo lo disimulaba muy bien, frente a una relación donde claramente ella no estaba satisfecha. Escogí las tangas más sexys para pajerame y venirme sobre ellas, especialmente en el área, donde ella coloca su apetecible e irresistible vagina. Fue delicioso, un orgasmo profundamente intenso. Obviamente se me volvió costumbre y siempre, cuando tenía oportunidad,lo hacía, deleitándome todavía más, cuando descubría alguna prenda nueva recién comprada, obviamente todas cumplían con la norma: pequeñas, eróticas y muy, pero muy sexuales. A pesar del enorme placer, que me generaba hacer esto, en mí nació una duda adicional y obvia para la situación ¿para quién compraba Ana este tipo de prendas, si claramente para mi tío no eran? Siguió fortaleciéndose mi teoría, Ana escondía una doble cara y por fuera de la casa se revolcaba como perra en celo, tragaba leche y dejaba a su cuca (vagina) hambrienta satisfecha. Pero no sólo buscaba desahogo sexual, sino además, llegar más allá, como dice esa canción «ser una dama, pero una perra en la cama». Así es amigos Ana, la mujer seria, recatada y de su marido, era una bandida, adicta a las vergas ajenas y con ganas probar muchísimas cosas sucias y nuevas, montada sobre una verga. Toda una mujer, toda una perra en celo. Una hembra. Llegó a mí la certeza final, cuando me enteré ( por boca de mi propio primo), que su primer amante activo, había sido su «amigo de la universidad tonto e indefenso» llamado Armando. Ese pelele había resultado ser mucho más hábil de lo esperado y había estado partiendo semejante vagina, en la plena cama de mi tío. Pero él solo fue el primero, Ana, había tenido otros dos amantes más, y eran, tan sólo los que mi primo llegó a descubrir. Ahora todo tenía sentido, la muy perra compraba semejantes tangas, para parar las vergas de sus diferentes machos y exprimir los testículos hasta vaciar la última gota de leche. Seguramente esta vagabunda, se la pasaba de motel en motel y «cuando se iba a hacer trabajos», estaba cabalgando con su gran y pesado culo sobre una verga, que penetraba hasta sus entrañas. Cuantas tardes, donde se había demorado en llegar, realmente estaba mamando vergas, llenándolas de saliva, mientras a mi tío lo despreciaba. Cuantas veces habrá estado culiando, en el carro de alguno de sus amantes, mientras hablaba al teléfono con mi tío. Cuantas ocasiones, habrá estado en moteles intentando bajar una verga erecta a sentones, moviendo su exponencial culo con la mayor fuerza y suciedad posible, para provocar el orgasmo de su macho y llenarse de leche. Cuantas veces habrá llegado a casa, después de follar intensamente toda la tarde, con las gotas de semen aún escurriendo por su vagina y mojando tan deliciosas tangas. Cuantas ocasiones, habrá estado de rodillas en algún motel de Bogotá, con su carita de princesa y su cuca (vagina) de perra en celo, anciosa por recibir la leche en su boquita abierta y con la lengua afuera, para luego tragarsela. Cuantas veces, habrá estado en cuatro patas como la perra que era, mientras un macho la follaba y le daba duras nalgadas en su sexual y gran culo, dejando marcados los dedos. Cuantas veces habrá estado culiando, con la tanga puesta y corrida hacia un lado para que entre la verga. Cuantas cosas sucias y perversas habrá hecho, mientras todos en su inocencia la creían una mujer ideal y de su casa. Estoy seguro, que muchísimas. Era una perra y eso ella lo sabía, pero yo, lo había descubierto, apenas a mis 18 años………….. Hoy tengo 23…….
Bien amigos, hasta acá dejo mi relato. Si quieren seguir conociendo más detalles y los hechos sucedidos después, es decir la continuación de la historia, por favor haganmelo saber y procederé entonces, a escribirla. Igualmente, denme a conocer su opinión, acerca del relato. Vuelvo y afirmo, es un hecho real, verdadero.
Mi correo es [email protected] por si se les ofrece algo.
Muy bueno el relato espero que cuentes toda la historia
mucho texto como diria el meme de yoda.