ÁNGELES O DEMONIOS: AMAIRANY
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por rxxa4.
*NOTA*
Este relato es una obra de fantasía, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
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Ese mismo día en la tarde, Sebastián había limpiado su departamento, pues estaba en espera de su alumna, quien había dicho a su mamá que necesitaba "asesoría" de inglés, y quien mejor que su maestro, que se encontraba ansioso de "asesorar" a la pequeña.
Eran las 5:57 pm, lo que significaba que en cualquier momento llegaría la niña, y la esperaba con total impaciencia.
Había colocado algunos libros en el comedor, en señal que estudiarían en ese lugar.
Tres minutos más tarde, siendo exactamente las seis de la tarde, el timbre de su puerta sonó.
Él para no hacerse notar impaciente, espero unos veinte segundos antes de abrir.
Cuando abrió la puerta, ahí se encontraba una niña verdaderamente hermosa, más baja que Valentina, de piel blanca, delgadita, con cabello negro hasta los hombros, ojos oscuros, y lo que más llamó la atención del maestro era su culito, que se encontraba bien formadito y firme.
Detrás de la niña se encontraba una señora de estatura media, de cuerpo muy bien formado, de piel morena clara, cabello negro un poco ondulado, y ojos oscuros como los de la niña.
– Buena tarde maestro.
– Saludo la señora.
– Señora Rosalía muy buena tarde.
Hola Amairany.
Adelante.
– dio la bienvenida.
– Mi hija me comentó que necesitaba unas asesorías, que aunque le entiende bien a su clase y habla muy bien el idioma, quiere reforzar sus habilidades.
– explicó la señora.
– Si señora.
Su hija ya me había comentado con anterioridad y le dije que lo comentara con usted.
– mintió el joven, pues aunque la niña ya había planeado todo con Valentina, hacía apenas unas horas que se puso de acuerdo con él, y de manera muy fugaz.
– Pues entonces se la dejo, para que estudien duro.
– dijo la señora.
– Claro que sí.
– contestó Sebastián.
– ¿Cuanto será? – preguntó la señora para poder pagarle al maestro más tarde.
– Pues, por ser Amairany, le cobraré 60 la hora.
– le comentó.
– Me parece bien maestro.
Solo que, me da pena decirlo pero, ¿se podría quedar hasta las nueve? Claro, si no es molestia Es que tengo un compromiso muy importante.
Yo le pago las horas extra, aunque solo le dé una a mi niña.
–preguntó la señora
En ese momento a Sebastián le brillaron los ojos, y tuvo que controlarse para no saltar ni gritar de emoción, pues tendría a esa bella niña por tres horas.
– Descuide señora, no es ninguna molestia.
– comentó Sebastián con seguridad, brindando tranquilidad a la mujer.
La mamá de Amairany era una mujer muy joven, teniendo treinta y un años de edad.
Con dos hijas, de 8 y 13, y divorciada, debería estar demacrada o con varios kilos encima, pero la verdad era que su ex esposo, siendo un hombre sumamente rico, mantenía las necesidades de sus hijas y para mantener tranquila a la su ex mujer, le daba a ella también una buena suma de dinero al mes.
Esto le ha dado oportunidad de vivir una vida intensa, con varios amantes, los cuales llevaba a casa, sin importarle que sus hijas escucharan cuando tenía relaciones.
Como consecuencia había despertado la curiosidad de las niñas, quienes querían saber lo que su madre hacía.
Amairany había visto también a una de sus primas manteniendo sexo anal con un amigo, lo que despertó más su curiosidad.
Fue entonces cuando le contó a su mejor amiga, Valentina, lo que ella había visto y que tenía ganas de sentir lo mismo, y como se trataba de su mejor amiga, Vale le contó todo lo que ocurría entre su maestro y ella, prometiendo que lo convencería para que le hiciera lo mismo.
Al retirarse la señora, la niña corrió y abrazó a su maestro, dándole todo su cariño, a lo que el joven respondió positivamente.
– Teacher lo quiero.
– dijo la niña.
– Y yo te quiero a ti pequeña.
– contestó Sebastián.
– Ya quiero sentir lo que sienten mi prima y Vale.
– dijo entusiasmada la nena.
– Calma, calma.
Ya comenzaremos.
– le dijo conteniéndose.
Tomó a la niña de la mano y la llevó a su habitación.
Al entrar a esta, hizo que la niña se recostara boca arriba, montándose el sobre ella sin llegar a aplastarla.
Sebastián comenzó a besar tiernamente a la niña en su boquita, dándole piquitos para ver cómo reaccionaba.
La pequeña se acoplaba rápidamente, haciendo que su maestro fuera aumentando la pasión de sus besos.
Pronto la niña abría su boquita por órdenes del hombre, jugueteando su lengua con la de él.
Sebastián disfrutaba de la boquita de la niña, enseñándole como se debía besar.
Amairany era una buena alumna, pues no tardó mucho para aprender a mover su lengua.
Unos minutos después, el maestro se separó de la niña, y comenzó a desvestirla hasta dejarla solo con sus braguitas color amarillo, excitándolo en demasía.
Comenzó a besar a la niña en su cuello, provocándole muchas cosquillas.
– Ji, ji, ji, ji.
– reía la pequeña al sentir los besos de su maestro.
– Hueles rico mi niña.
– le dijo mientras aspiraba el delicioso aroma a fresas, lo que provocaba en él mucha excitación.
Siguió besando a la niña en su cuellito, para después ir bajando lentamente, recorriendo cada centímetro de la piel de la pequeña.
Pronto llegó a las nulas tetitas de la nena, cosa que no evitó que disfrutara de estas, mordiendo y succionando sus pezones rosita hasta dejarlos duritos.
La niña dejó de reír y comenzó a sentirse extraña.
Su respiración se agitaba cada vez más al sentir la boca de su maestro en sus tetitas.
– Mmm, aaaaahh.
– Amairany gimió de placer por primera vez en su vida.
– ¡Teeeeacher!
– ¿Te gusta lo que te hago mi vida?
La pequeña solo asintió.
Su carita estaba colorada de lo apenada que se sentía, pero se encontraba disfrutando de esas nuevas sensaciones que le eran proporcionadas.
Sebastián entonces continuo su camino recorriendo la pancita de Amairany y cuando llego a su ombligo lo besó y lamió como loco provocándole a la niña más excitación.
– ¡Aaaaaahh, aaaaah, aaaaah! – gemía y gemía la chiquilla.
Después de un rato se dispuso a comerle el monte de venus, así que tomándola por sorpresa bajó las pantaletas de ella y las olfateo profundamente.
– Que aroma tan delicioso mi niña.
– dijo el profesor.
Entonces sin aguardar más se lanzó sobre la vulva de la niña para chupársela.
El hombre chupaba, lamía y succionaba la rayita de la niña, quien se retorcía de placer dejando escapar intensos gemidos.
La niña se agitaba cada vez más.
Toma bocanadas largas de aire mientras gemía como loca gracias al tratamiento que recibía en ese momento su clítoris.
Estaba poseída totalmente por la lujuria.
Deseaba que ese momento nunca terminara.
– ¡Teeeeeacher! ¡Me oriiiiinooooo! – gritó la pequeña.
– Hazlo preciosa, hazlo.
– dijo el hombre.
– ¡AAAAAAAAAAHHH! – gimiendo la niña arqueando su espalda, abriendo la boca y revirando sus ojitos dejándolos en blanco, señal de que su orgasmo había llegado, mientras que su vagina se llenaba con sus fluidos.
Y vaya orgasmo, pues fue muy intenso y largo, haciéndola desfallecer al terminarse.
El hombre apartó su cara de la vulva de la pequeña y la observó.
Se encontraba inconsciente debido al fuertísimo orgasmo.
Pero esto no le preocupó, pues disfrutaría del bello cuerpo de la pequeña no importando tal situación.
Lo único que no haría era penetrarla en ese estado, pues quería ver su carita mientras le perforaba cualquiera de sus agujeritos, además de querer compartir a la niña la misma sensación.
Se desnudó por completo y comenzó a sobar su duro pene en la vagina de la niña, disfrutando de su suave partecita.
El hombre sintió un gran placer al restregar su duro miembro en la conchita de Amairany.
El saber que era una vagina nueva hacía que se calentara más y que su pene endureciera al máximo.
Una vez más se alegraba de tener tanta suerte al poder disfrutar de una niña, pues jamás en su vida hubiera imaginado estar en tal situación.
– ¡Ooh síí! – gemía el maestro.
Su pene se encontraba pegajoso debido al líquido pre seminal que segregaba, al igual que los fluidos de la vagina de la pequeña quien seguía inconsciente debido a su brutal orgasmo.
Sebastián no dio tregua a la parte intima de la niña, sosteniéndole las piernitas y abriéndoselas mientras movía sus caderas de atrás hacia adelante mientras se masturbaba con la rayita de la pequeña.
Continuó con su labor mientras que la niña poco a poco recuperó el conocimiento, hasta que abrió sus ojitos y miró a su maestro.
Notó que hacía unas muecas que le parecieron graciosas, mientras sentía el duro aparato restregarse en un partecita.
– Ji, ji, ji.
Teacher hace muecas graciosas.
– dijo la pequeña.
– ¡Aaah! Es que… tu conchita… está… bien rica.
¡Oooh! – el hombre le contestó con dificultad debido a la gran excitación que sentía.
– Su cosota está bien dura y se siente rico lo que me haces con ella.
– dijo la pequeña mientras su respiración se escuchaba cada vez más agitada.
El hombre entonces notó que los pezones de la niña seguían duritos por lo excitada que se encontraba, así que soltó un momento las piernas de la pequeña y con la yema de sus dedos comenzó a frotar y pellizcar esas duras protuberancias.
– ¡Aaaaah! ¡Teacheeeer! ¡Aaaaah! – gimió con intensidad esa tierna niña.
– ¡Uufff! ¡Aaaah! – el hombre parecía animal en celo, tratando de aparearse con su hembra.
Un par de minutos después el hombre volvió a tomar a la pequeña de sus piernitas y continuó con sus movimientos violentos sobre la infantil vagina.
– ¡TEEEAACHEEEEER! –gritó la pequeña mientras tenía su segundo orgasmo del día, humedeciéndose nuevamente su sexo.
– ¡GAAAAAGH! – gimió por su parte Sebastián mientras disparaba chorros y chorros de semen sobre la vagina, pancita, pechito y carita de la nena.
Sebastián se tiro en la cama al lado de Amairany quien permanecía con sus ojitos cerrados, respirando agitadamente.
Sebastián entonces miró su reloj despertador con las 7:01 pm en su pantalla.
Todavía le quedaba un buen rato para disfrutar de esa linda criaturita que tenía a su lado.
La nena sintió como un liquido algo espeso la había manchado algunas partes de su cuerpo incluyendo su carita.
Su boquita tenía parte de este líquido y sacando su lengua lamió este sintiendo su sabor.
Hizo una mueca.
– ¿No te gustó? – preguntó el hombre al notar la mueca de la niña.
– No es que no me haya gustado.
Lo siento raro.
Tiene un sabor fuerte.
– contestó la chiquilla.
– Ya te acostumbraras.
El hombre se levantó y colocó su verga algo flácida frente a la cara de la niña.
– Ahora chúpalo.
Amairany se quedó pensando un momento.
Dudaba un poco en hacer lo que su maestro le pedía.
Pero sabía que si quería ser una mujercita grande como su prima y su mami estaba dispuesta a eso y a dejarse meter la cosa de su maestro por su colita.
Tomó con su manita el aparato sexual de su maestro y sacando su lengua lo lamió para probarlo antes de metérselo a su boquita.
– ¡Oooh sí! – exclamó con excitación su macho.
– ¿Le gustó que lo lamiera? – preguntó curiosa.
– Me encantó pequeña.
Continúa por favor.
La niña comenzó a dar lengüetadas a la verga de Sebastián, provocándole nuevamente una poderosa erección.
La niña parecía estar lamiendo una paleta de carne.
Después de cinco minutos de grandiosas lengüetadas Sebastián le pidió a la chiquilla que se lo metiera en su boquita y le advirtió de no mordérselo.
La niña entonces obedeció y una vez que tenía ese pedazo de carne entre sus labios sintió las manos de su maestro tomarla por su cabecita.
– Este ritmo debes tener preciosa.
– le dijo mientras movía la cabeza de la niña de adelante para atrás.
La nena comprendió de inmediato pero dejó que su maestro la guiara un rato más.
Entonces luego de un rato Sebastián le pidió que continuara ella solita.
Y así lo hizo.
– Así mamita, así.
Con calma bebé.
Éste juguetito es tuyo mi amor, disfrútalo.
Al cabo de un rato, Amairany ya mamaba con maestría la verga de su joven maestro, metiéndola y sacándolo de su boca a la vez que le pasaba la lengua haciendo círculos en la cabeza de la daga, regalándole al hombre intensas sensaciones.
– ¡Así mi niña! ¡Así! ¡Sigue! ¡Más rápido! – exclamaba el hombre poseso de sus bajos instintos.
La niña aceleró la intensidad de sus mamadas para complacer a su macho alfa cuando de pronto sintió que con ambas manos la volvía a tomar de su cabeza, moviéndola violentamente, causando que la barra de carne entrara hasta su garganta provocándole algunas arcadas.
– ¡AAAGHH! ¡UUFFF! – gritó mientras eyaculaba dentro de la boca de la pequeña.
Amairany en ese momento intentó retirarse del hombre sin mucho éxito, pues este la tenía bien sujeta, depositando gran cantidad de leche caliente en la cavidad bucal de la niña, quien no tuvo más remedio que tragarse lo que más pudiera.
Una vez que soltó a la nena ella tosió y jaló aire.
Miró a su maestro con sus ojitos algo llorosos debido a las arcadas y le reclamó haciendo pucheros.
– Que malo es conmigo teacher.
– Perdona mamita.
Es que lo hiciste fenomenal.
– le dijo el hombre para tratar de contentarla.
– ¿En serio?
– Sí pequeña.
– ¡Yupiii! ¡Ya soy niña grande! – gritó con entusiasmo la pequeña.
– No.
Aún no.
Te falta algo.
– le dijo.
– ¡Ah sí! Ya sé que falta.
– dijo con total seguridad.
– A ver dime.
¿Qué es lo que te falta? – preguntó con morbo el hombre.
– Falta que tu pene entre en mi colita.
– contestó la niña.
– O en tu rayita.
– agregó Sebastián.
– ¡No! Solo por mi colita.
Me puedes lastimar mi cosita.
– dijo la niña.
– Pero se siente muy rico mamita.
– dijo el hombre tratando de persuadirla.
– Dije que no.
Si sigues entonces ya no juego.
– finalizó Amairany haciendo pucheros.
Sebastián tenía unas inmensas ganas de penetrar la vagina de la nena, pero al parecer si lo intentaba podría ser perjudicial para su oscuro secreto.
Pues si hacía algo que la niña no quisiera podría quizás delatarlo.
– De acuerdo mi niña.
Haré lo que me pidas pues te quiero muchísimo.
Amairany se sonrojó un poco, pero segundos después rápidamente le dio un beso de piquito a su maestro.
– Que rico beso.
Pero tendré que enseñarte a hacerlo bien.
Ven aquí.
Sebastián tomó a la pequeña entre sus brazos y junto sus labios con los de ella.
Primero le dio uno de piquito como lo había hecho ella, pero después le indicó que separara un poco los labios, acción que hizo de inmediato.
Poco a poco iba instruyendo a aquella preciosura de niña en el fino y pasional arte del beso.
Al cabo de un rato la pequeña ya estaba más que calificada para besar con total pasión.
Su lengua se enredaba ahora con la de su maestro en un tierno, húmedo y ardiente beso.
La niña se había entregado a su maestro.
Disfrutaba de ese intenso beso, con sus ojitos cerrados y respiración sumamente agitada.
Sebastián en un momento vio de reojo que el reloj marcaba las 7:38, debía apurarse si quería disfrutar del hoyito trasero de la chiquilla.
– Mamita.
Ya es hora de que meta mi verga en tu colita.
– dijo a la niña deteniendo
– ¿Tu qué? – preguntó la nenita.
– Esto mi niña.
– dijo agarrándose su pedazo de carne que se endurecía en ese mismo momento.
– Esto se llama pene o verga.
– Aaah, ye entendí.
El hombre entonces tomó a la pequeña y la puso a cuatro patas sobre la cama.
Entonces acercó su cara hacia el huequito de la nena y comenzó a lamerlo.
– Ji, ji, ji.
Me haces cosquillas.
– decía Amairany.
La lengua del maestro hacía círculos en el esfínter de ella, intentando entrar en este.
De vez en cuando Sebastián ponía su nariz aspirando el aroma del culito cerrado de la nenita.
Comenzó a intentar meter un dedo en ese apretado sitio diciéndole a ella que se relajara un poco.
Y así lo hizo la hermosa ninfula.
Entonces el trabajo del hombre se facilitó por completo.
Al no haber resistencia el dedo medio de Sebastián logró entrar.
Lentamente comenzó a bombear la entradita trasera de la niña, arrebatándole algunos gemidos llenos de intensa pasión.
Luego de un rato dio un paso más metiendo dos dedos haciendo que Amairany comenzara a quejarse.
Sebastián se detuvo un momento y le ordenó a su compañerita que aguardara en la misma posición mientras iba por algo al baño.
Sin mucha tardanza fue y tomó un bote de vaselina.
De vuelta con su pequeña amante unto vaselina en su verga y vertió también abundante en el anito de la chiquilla.
Entonces puso la cabeza de su herramienta en la entrada trasera infantil a hizo presión.
Logró meter la cabeza completa y se detuvo pues la niña comenzó a quejarse mucho.
– ¡Aay! Teacher sáquemela.
Duele mucho.
– suplicaba.
– Aguanta pequeña.
Pronto pasará el dolor y verás que disfrutarás al máximo.
– decía el joven tratando de calmarla.
– ¡No ya sáquela por favor! ¡Buuuu! – La pequeña comenzó a llorar.
El maestro hizo caso omiso a las suplicas de la niña y aguardo en la misma posición sosteniéndola de la cadera por si quería zafarse.
Cinco minutos después al ver que la nena ya no se quejaba comenzó el bombeo lento para no lastimarla.
Entraban y salían diez centímetros de la barra de carne luego de un rato.
El bombeo a pesar de ser lento comenzó a hacer efecto en la pequeña, pues ya no se quejaba, gimiendo con intensidad.
– ¡Aaaah! ¡Teacher! ¡Aaaaah!
– Te dije que te gustaría.
¡Uff!
Sebastián bombeo cada vez más y más rápido, ganando terreno hasta que solo quince centímetros logró meter.
La verga ahora entraba y salía a gran velocidad.
El hombre sintió que estaba a punto de venirse y para evitarlo se quedó quieto con su verga en lo más profundo que podía del culo de la niña por un par de minutos.
Entonces tomó a la nena y la colocó en posición del misionero sin sacar su daga.
Agarró las piernas de la niña y las sostuvo reiniciando el bombeo.
– ¡Aaah, aaah, aaah! ¡Teeeeaacheeer! – gritaba loca de pasión.
– ¡Toma esto! ¡Uuff! ¡Ooh! – gemía él.
– ¡Más duro! ¡Así, así! ¡Sigaaaa!
– ¡Oooh sí! ¡Gózalo putita! ¡Oooh, oooh!
Una vez más Sebastián cambio de posición e hizo que la niña lo cabalgara al ritmo que ella quisiera.
La niña subía y bajaba sobre la verga hasta que tuvo su tercer orgasmo.
– ¡AAAAHHH, AAAHHH, AAAAAAAAAAH! – la niña se retorció y emitió gemidos guturales de tanto placer.
Amairany se recostó sobre el pecho de su maestro quien la abrazó dejando de moverse para descansar un momento.
– Teacher lo quiero.
– dijo la niña un poco agitada.
– Y yo a ti mamita.
– contestó el hombre.
– Eres una tierna niña.
– ¿Quién es mejor? ¿Vale o yo? – preguntó al hombre dejándolo en una encrucijada.
– Las dos pequeña, las dos.
– le respondió.
– A las dos las quiero igual.
– Bueno.
– dijo la niña no muy convencida.
En ese momento Sebastián miró nuevamente el reloj y dándose cuenta que ya eran las 8:10 colocó a la niña nuevamente en cuatro para terminar la faena.
– Bueno mamita, no me detendré hasta haber terminado.
El vaivén reinició de manera lenta, disfrutando los últimos minutos que le quedaban con la chiquilla.
Sebastián sostenía a la nenita por su caderita y empujaba su verga hasta llegar a lo más profundo que podía, haciendo pujar y gemir a su preciosa compañera nuevamente.
Después de unos minutos, siendo las 8:16, Sebastián aceleró sus movimientos para que su excitación aumentara.
– ¡Aaah! ¡Teacher! ¡Asíííí! – grito Amairany.
– ¡Toma esto putita! ¡Oooh! – gemía el hombre mientras nalgueaba las suaves y redondas asentaderas.
– ¡Aaayy! ¡Aaaah, aaaah, aaaah! ¡Sííí! ¡Soy su putita! ¡Aaaaah!
– ¡Uuuffff! ¡Ooooh! ¡Qué cuuuuloooo!
– ¡Más duro! ¡Hágalo más duro! ¡Aaaaaah!
Después de casi un cuarto de hora el maestro sintió como sus bolas se hinchaban al igual que la cabeza de su verga, indicando su nueva venida.
– ¡Aaaah! ¡TOMA ESTOOO! ¡AAAAAGHH! – gritó disparando una gran descarga de semen en los intestinos de la niña.
– ¡AAAAAHH! ¡SIENTO ALGO CALIENTE DENTRO DE MI! ¡AAAAHHH!– gimió la nena al sentir la leche del hombre dentro de ella.
Sebastián siguió bombeando un par de minutos más hasta que perdió su dureza, sacando su daga lentamente del agujero trasero de Amairany.
Satisfecho y victorioso, así se sentía el joven maestro.
Se apartó un poco y vio el ano de la niña todo abierto y con mucho semen.
– Que rico teacher.
– dijo la nena – Valentina tenía razón.
– Claro que sí pequeña.
Ella ha disfrutado mucho de este jueguito.
– le decía Sebastián.
– Pero recuerda que este será nuestro secreto.
– Ok teacher.
I will keep the secret.
– le dijo en ingles para demostrar que también era buena en su materia.
– Esa es mi niña.
– dijo felicitándola.
– Bueno, tenemos que arreglarno porque en unos treinta minutos llega tu mami.
Se levantaron y él la guió hasta el baño.
Se metieron ambos en la regadera y se bañaron mutuamente, dándose de caricias.
Ya iban a empezar a coger de nuevo pero Sebastián hizo un esfuerzo sobre humano para no hacerlo, pues la madre de la niña estaría ahí muy pronto.
A las 9:05 la señora ya estaba tocando el timbre siendo recibida segundos después por el maestro de su hija.
– Listo maestro.
¿Cómo se portó la niña? – preguntó.
– Muy bien señora, muy bien.
– contestó.
– ¿Qué tal está avanzando?
– Ella es muy buena señora.
Lo que hice hoy fue comprobar que tan buena era manejando el idioma.
(Y en la cama) – pensó después de dar respuesta a la pregunta de la mujer.
– Que bien maestro.
Bueno, aquí tiene su paga.
Amy, vámonos porque tenemos que ir a dejarle algo a tu abuela.
– Sí mami.
Bye bye teacher.
– See you later Amy.
– Por cierto maestro.
La niña no podrá asistir mañana a la escuela.
¿Podría informar a su maestra?
– Sí señora con gusto.
– Gracias.
Las dos damas se retiraron.
Inmediatamente se dirigió hacia su refrigerador y sacó una hamburguesa que había guardado y una cerveza.
Calentó su comida y la ingirió con calma al igual que su cerveza.
Luego cepilló sus dientes, cambió las sabanas de su cama y cayó rendido.
Al otro día en el colegio.
Acababa de iniciar el recreo.
Todos los niños se encontraban jugando mientras las maestras platicaban y platicaban mientras desayunaban.
Mientras tanto en el salón de inglés Valentina se encontraba en cuatro patas con su faldita levantada y sus pantaletas a medio muslo mientras su vaginita era penetrada por su maestro favorito, quien daba estocadas rápidas para no tardarse y que la pequeña saliera a su recreo.
– ¡Oooh! ¡Vale! ¡Tu culito es delicioso! – decía el hombre disfrutando del huequito trasero de Valentina.
– ¡Aaaah! ¡Teacher! ¡Más, máááás! – gemía como loca esa pequeña.
– ¿Quieres más? ¡Pues toma! ¡Toma esto putita! – decía Sebastián mientras penetraba duro a la niña.
– ¡Aaay! ¡Aaaah sííí! ¡Aaaaaayy! ¡Aaaaaaaahhh! – la niña disfrutaba a pesar de sentir un poco de dolor por las duras embestidas de su maestro.
Plaf, plaf, plaf, era lo que se oía en el salón debido a la gran cogida que el hombre y la niña estaban teniendo.
Faltando diez minutos para terminar el recreo ambos llegaron al éxtasis.
– ¡GAAAAGHH! VAAALEEE! – bufó el hombre mientras depositaba su semen en los intestinos de la niña.
– ¡AAAAAH, AAAAAH, AAAAAH! – Valentina gimió también pues al igual que su maestro se había venido.
Descansaron un par de minutos y después el hombre limpió a la pequeña.
Luego antes de salir le hizo un pregunta.
– Teacher digame.
¿Cómo la pasó con Amairany?
– Muy bien Vale.
Tu amiguita estuvo de maravilla.
– le contestó.
– ¡Sííííí! – gritó efusivamente la pequeña.
– Espero que nos pueda coger juntas.
– Así será mi niña.
Así será.
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El próximo capítulo será: ÁNGELES O DEMONIOS: TRIO CON VALENTINA Y AMAIRANY.
Excelente relato. ¿Para cuando el proximo?
me gusto muchisimo.
Saludos
Para mi que el autor ya abandono la saga porque llevamos mas de tres años y nada, lastima era de mis favoritas