ÁNGELES O DEMONIOS: EL BALNEARIO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por rxxa4.
Al siguiente día, un domingo algo caluroso, después de limpiar su casa, lavar un poco de ropa y preparar todo para el siguiente día, Sebastián tomo la decisión de ir a un balneario muy cerca del lugar donde trabajaba.
Le apetecía nadar un rato y siendo las cinco de la tarde, después de que el sol ya no estuviera tan fuerte, llegó al lugar.
En la entrada se encontraba una niña con dos amiguitas de la misma edad y su mamá, las cuales se le hicieron conocidas.
Estando más cerca reconoció de inmediato a todas, se trataba de Valentina, Mariana y Amairany y por su puesto su mamá, la señora Rocío.
– ¡Miren! ¡Es el maestro! – gritó Amairany.
– ¡Si, si, es el maestro! – continuó Vale.
Las niñas inmediatamente corrieron hacia su maestro y lo saludaron.
– Hola maestro.
– dijo Vale.
– ¿Que lo trae por aquí? – preguntó después.
– Hola pequeñas.
Vine a refrescarme un rato, ya ven que hace mucho calor.
– les dijo a las niñas, actuando de manera natural.
En eso se acercó la señora para ver qué es lo que hacía su hija.
– ¿Valentina, conocen a este joven? – preguntó la señora.
– Si mami, el es mi maestro de inglés.
– Contestó la niña.
– Mucho gusto señora.
Soy el profesor Sebastián y como dijo su hija, soy su maestro de inglés.
– dijo el joven hombre.
– Encantado de conocerlo.
Mi hija se la pasa hablando de usted.
– dijo la señora, haciéndolo tragar un poco de saliva.
–
Dice que le encantan sus clases, que es el mejor que ha tenido hasta el momento.
– Muchas gracias, y ella es una niña muy dedicada, una de las mejores.
– ya más tranquilo siguió la plática.
– Bueno debemos irnos, se nos hace tarde.
Disfrute su día profesor, el agua está fresca.
– despidiéndose dijo la señora.
– Hasta luego, que les vaya bien.
– se despidió Sebastián.
– ¡Adiós maestro! – las tres niñas gritaron al unísono.
Antes de subir a una camioneta, Valentina, volteó a mirar al hombre y le guiñó el ojo.
Esa niña estaba ansiosa de que fuera lunes para poder seguir con sus juegos con el maestro.
Sebastián pagó su entrada y se dirigió a los vestidores; se puso su traje de baño, tipo bikini para hombre y fue camino a la alberca olímpica.
Estuvo nadando dos horas, disfrutando del agua fresca de la alberca, a la vez que ejercitaba su cuerpo.
Después, a eso de las 7:15 pm, cuando ya estaba casi vacío el lugar, a excepción de una niña de unos once años que vestía un traje de baño de una pieza negro y una niña unos tres años mayor con un traje de baño de dos piezas rosa, se metió al vestidor, entró a uno de los cubículos de las regaderas para enjuagarse y de ahí se recostó en la banca de madera.
Minutos más tarde, escuchó que personas entraban a los vestidores, cerrando la puerta del lugar, con calma se sentó sin poner los pies en el suelo y movió la cortina para ver de quien se trataba.
Pudo ver que se trataba de uno de los encargados del lugar, un hombre de rasgos africanos, que medía cerca de dos metros y algo musculoso, acompañado de las dos niñas de antes.
La piel blanca de los infantes contrastaba con la piel del hombre.
– Mis bomboncitos, es hora de divertirnos.
– dijo el hombre con una voz muy grave.
Inmediatamente las niños se quitaron su traje de baño quedando desnudas frente al hombre.
La niña menor era delgadita, de piel blanca con cabellos largos y rizados negros, de 1.
45 de estatura, con unas nalguitas redonditas y más blancas que el resto de su cuerpo y unos pechitos apenas en desarrollo; la mayor por su parte medía 1.
55, también de piel blanca, cabello rizado largo y color castaño, con un cuerpo de diosa, sus caderas ya bien formadas, un culo despampanante que al igual que la otra niña, quien era su hermanita, tenía más blanco que el resto de cuerpo, su pelvis ya se encontraba con una ligera pelusita, y sus senos parecían una mandarinas medianas, pero bien firmes, con unos pezones más oscuros que para entonces se encontraban ya erectos.
Entonces, el hombre musculoso se quito la ropa por completo, dejando libre un animal de 30 centímetros de largo y muy gruesa apuntando hacia el techo.
Las niñas se acercaron y comenzaron a lamer el monstruoso miembro del hombre, quien las miraba con una cara de lujuria.
Sebastián estando escondido, comenzó a masturbarse, deleitándose con la escena.
– Oooh, muy bien mis niñas… Así, así.
– gemía el hombre.
En un momento de descuido, Sebastián baja un pie, haciendo notar su presencia.
El hombre aunque descubrió al joven profesor, no dijo palabra alguna, pues presentía que tenía los mismos gustos que él.
Cinco minutos después, acelerando sus lamidas, la chica mayor hizo que el hombre disparara un chorro a la cara de ella, y evitando que se desperdiciaran los demás, lo metió a su boca y trago todos.
– ¡No es justo Vanessa! ¡Yo también quería! – le recriminó la pequeña a su hermana mayor.
– Tranquila Katia.
– dijo el hombre.
– No te preocupes, mi amigo que está detrás de aquella cortina tiene mucha leche que darte.
Sebastián se sorprendió, pues sabía que el único a parte de ellos era él, y más al haber dado su ubicación exacta.
– Amigo, sal de ahí y ven a disfrutar estos bomboncitos.
– el hombre le hizo la invitación.
No quedándole otra opción, Sebastián salió con su verga erecta y se puso al lado de ellos.
– Hola mi nombre es Mateo y soy encargado de este lugar.
– Hola mi nombre es Sebastián y soy profesor.
– se presentó también.
– Anda, dale a la niña lo que quiere.
– dijo.
Sin titubear la pequeña Katia, se lanzó sobre la verga de Sebastián, quien ya la esperaba, y se dedico a mamar con tranquilidad.
– Eso pequeña.
Chúpamelo bien.
– dijo Sebastián, dándole ánimo a la niña.
Mateo se acostó en el húmedo suelo boca arriba, seguido por Vanessa quien abriendo sus piernas se ensartó el miembro en su vagina, y bajando lentamente hacía que se perdiera dentro de ella.
Un rato después de estar chupando la verga de Sebastián, la pequeño Katia recibió su premio, bebiéndose toda la leche de Sebastián, sin desperdiciar una sola gota.
– ¡Aaaah Katia! ¡Siiii! – Bufaba Sebastián.
Mientras tanto, Mateo y Vanessa ya se encontraban en otra posición, estando la acostada sobre su costado derecho, mientras que aquel musculoso sostenía su pierna izquierda, mientras metía cerca de veinte centímetros de su verga en aquella adolescente vagina.
– Uufff, uuff, uuff.
– bufaba el hombre.
– ¡Aaaah! ¡Aaaah, aaaah, aaaah! – gemía fuertemente Vanessa.
No queriéndose quedar atrás, Sebastián colocó a Katia en cuatro, lamió su culito un momento y se dispuso a penetrarla.
– ¡Aaaghh! ¡Qué apretado estás pequeña! – dijo Sebastián mientras penetraba lentamente a la niña.
– Uff, uff… Eso es… lo mejor… del culito… de Katy, lo apretado que está.
– comentó Mateo casi jadeando.
– Mmm… – gemía la menor.
Una vez que se sintió completamente adentro, Sebastián comenzó rítmicamente el mete y saca, haciendo gozar a Katia, quien ponía su culito en pompa tratando de hacer profunda la penetración.
– ¡Aaaaah, aaaaaah, aaaaaaaaaah! – Minutos después, Vanessa tuvo un intenso orgasmo.
Mateo, queriendo disfrutar más, sacó su verga de la panochita de la niña y se la dio a chupar a su hermanita, quien sin pensarlo, metió aquella enorme daga en su boca.
En un cambio de posición, Katy quedó boca arriba mientras, Mateo le daba a chupar su vergota y Sebastián levantando las caderitas de la niña, metía y sacaba su verga acelerando sus movimientos.
Luego de un rato de estar en esa misma posición, Sebastián ve como Vanessa se aproxima hacia él, para luego sentir su húmeda boca uniendo con la suya.
– Cógeme.
– le susurro la niña en el oído.
Sebastián no quiso desaprovechar la oportunidad y de inmediato se salió del culito de Katia para tomar a Vanessa, colocando a la chica en cuatro.
– ¿Lista pequeña? – preguntó a la mayor de las hermanas, quien solo asintió con su cabeza.
De un solo empujón metió por completo su verga, comenzando a mover sus caderas rítmicamente.
Al mismo tiempo, Mateo penetraba a Katia con su poderoso instrumento, sometiendo a esta en posición de perrito.
– ¡Uuuff! ¡Oooh! – Mateo exclamaba encantado con el ano de la niña.
– Esta perrita es muy fogosa.
¿Qué tal la tuya Sebastián?
– ¡Ooooh! ¡Esta niña sí que sabe apretarme el tolete! ¡Es deliciosa!
– ¡Aaaaaah! ¡Ooooh! – gemían las infantes, aguantando las embestidas de sus machos.
De pronto, la pequeña Katia se vino intensamente, orinándose a chorros regando el piso, mientras apretaba su esfínter provocando también la corrida de Mateo.
– ¡Ooooh! – adulto y niña gimieron.
Sebastián al escuchar a ambos se excitó sobremanera y…
– ¡G-gaaaaaaaaaaah! – explotó dejando gran cantidad de semen dentro de la chiquilla, sin importarle que quedara embarazada, pues ya estaba en edad de reproducción.
– ¡Oooooh! – la niña le acompañó.
Los cuatro quedaron votados en el suelo, agitados pero satisfechos.
Entonces fue que Mateo le preguntó…
– Sebastián.
¿Qué te parecieron mis bomboncitos?
– Deliciosos.
– contestó el maestro.
– Sabía que te gustarían mucho.
– el hombre sonrío denotando perversión en su rostro.
– Sabes, me caíste muy bien, así que un día te invitaré a que goces a mis niñas, dos gemelitas muy ricas.
Al decir esto Sebastián reconoció de inmediato al hombre, pues vivía en el mismo edificio de él y era padre de Ada y Juana, las niñas que sus vecinos Carmelo y Carlos se cogieron la noche anterior.
– Tú eres papá de Ada y Juana si no me equivoco.
– dijo Sebas.
– ¿Cómo sabes el nombre de mis hijas? – extrañado preguntó Mateo.
– Porque esta noche las vi cogiendo con vecinos míos en la azotea.
– ¿Te refieres a Carmelo y Carlos?
– Así es.
– Confirmó.
– Vaya, veo que los descubriste.
Bueno no importa.
Entonces mejor aún, siendo mi vecino con más confianza te las presto.
– feliz dijo el hombre de rasgos africanos.
Después de eso los cuatro se ducharon, se vistieron y salieron del lugar como si nada hubiera pasado.
Sebastián pensó que esta semana se le iba a hacer aburrida y desesperante, pues su niña, la hermosa Valentina había tenido que faltar por cuestiones familiares, pero jamás se imaginó que sería de las mejores semanas de su vida, pues tuvo la oportunidad de conocer a Mario y coger con él a diario; tuvo un trío con el niño y Alicia; se cogió a un pequeño de seis años, a una niña de once y a una chica de 14.
Pero a pesar de todo lo anterior, se encontraba ansioso de que ya fuera lunes para intentar desvirgar a Valentina.
El próximo capítulo será: ÁNGELES O DEMONIOS: VALENTINA III
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