ÁNGELES O DEMONIOS: TRIO CON ALICIA Y MARIO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por rxxa4.
– Claro que te esperaré mi niña.
– Dijo Sebas
– ¡Siii! – exclamó la pequeña Alicia.
– Entonces regreso como a las 10.
– estableció la hora de su retorno y entró al departamento frente al de Sebastián para reunirse con su tía y su mamá.
Rápidamente Sebastián se metió a su departamento, se desvistió y se duchó, pues tenía planeado pasar por algunas cosas antes de la llegada de Alicia, además de invitar a alguien más.
Después de haberse vestido se dirigió a una farmacia y compró un paquete de viagra, pues sabía que debía estar más que listo para disfrutar de sus dos invitados.
Mientras estaba fuera de su casa, compró algo de despensa también.
Al regresar a su casa, observó que el reloj marcaba las ocho en punto, así que dejó las cosas y volvió para la calle, tomó un taxi y salió rumbo hacia la casa de Mario.
Cuando llegó a su destino, siendo las ocho treinta de la noche, volteó hacia todos lados y tocó el timbre con nerviosismo, el cual desapareció cuando una figura infantil masculina abrió la puerta.
– ¡Profe, si vino! – el niño lo abrazó feliz.
– Claro que si Mario.
Quiero seguir pasándola bien contigo, y te iba a proponer algo.
– Dijo el hombre.
– Dígame profe.
– el niño puso atención para saber la propuesta.
– Quisiera intentar algo nuevo, y pues creo que también será nuevo para ti.
Pero antes quiero saber algo.
¿Lo has hecho con alguna niña? – Preguntó
– No, nunca.
– contestó el pequeño.
– Siempre lo he hecho con hombres, nunca con niñas.
– Pues mira, esta es tu oportunidad.
Hoy a mi departamento irá una niña de la edad de Valentina, pero no quiero hacerte a un lado por esa situación, así que por qué no vienes conmigo, verás que la pasaremos bien.
El niño se quedó en silencio y pensando un par de minutos hasta que…
– Esta bien profe, quiero intentarlo.
– Excelente verás que la pasaremos súper.
Mario tomó su juego de llaves y cerró toda su casa para acompañar a Sebastián.
Tomaron un taxi y durante el camino, Mario iba pensativo y un poco nervioso, pues el cuerpo femenino era terreno desconocido para él.
Llegaron a las nueve con diez al departamento de Sebastián, quien observó cuidadosamente hacia todos lados para que nadie viera que entraba con un niño a su hogar.
Dejó a Mario sentado en la sala viendo televisión y se dirigió a su recamara para arreglar todo.
Tendió la cama, colocó una almohada extra y aromatizó el ambiente.
Luego, entró a la cocina y preparó bocadillos para sus dos pequeños invitados.
Siendo las nueve cuarenta y cinco, llenó un vaso de agua para tomar una dosis de la milagrosa pastilla azul, para que cuando iniciará la diversión ya la tuviera bien parada y aguantara todas las cogidas que les iba a dar a los dos infantes.
Ya tenía todo listo solo esperaba a que llegara Alicia y comenzara todo.
El timbre de su hogar sonó a las diez con diez y con velocidad abrió la puerta, descubriendo a la niña que gozaría.
– Pasa Alicia.
– La invitó a pasar con cortesía.
– Mira el es Mario y viene a hacernos compañía.
– ¿Compañía? – Preguntó la pequeña.
– Si, mira.
– terminando de decir eso Sebastián depositó un beso en la boca del niño, sorprendiendo a ambos menores.
– Acompáñenme.
En la habitación los hizo parar frente a él y observó el cuerpito de los dos.
En un instante comenzó desvestir a Alicia, quien no se sentía muy en confianza por la presencia de Mario, quien también fue despojado de su ropa.
– Ahora pequeños, quiero que se besen.
Los niños se ruborizaron por la petición del hombre, pero ambos tenían confianza en aquel hombre, y sabían que iban a disfrutar de ese momento con él, así que poco a poco se acercaron y abrazándose, juntaron sus labios.
Al principio el beso fue muy simple, pero conforme pasaban los segundos se volvió más ardiente, llegando a enredar sus lenguas.
Sebastián aprovechó el momento y se desvistió dejando su verga al aire más dura que nunca, gracias a los efectos del viagra.
Entonces, el hombre se acercó a ellos, posándose detrás de Mario y se arrodilló, dando comienzo a unas lamidas a su esfínter.
– Mmm.
– gemía levemente, siendo callado por los besos de Alicia.
Minutos después, Sebastián se puso detrás de la niña y le dio el mismo tratamiento a su culito, haciéndola reaccionar de la misma forma.
Los besos de los niños eran ya muy intensos hasta que Sebas los detuvo por un momento.
– Amores míos, deténganse un momento.
– les dijo con ternura.
– Mario recuéstate en la cama boca arriba, y luego Alicia móntate en su cara para que él te la chupe.
Los niños ni tardos ni perezosos obedecieron la orden y se pusieron en la posición que les dijo el hombre, y Mario comenzó a lengüetear la rayita de la niña.
– Mmm… – gemía quedamente Alicia, disfrutando de la húmeda lengua del niño en su vaginita.
En ese mismo momento, Sebastián ya no resistiendo más, tomó las piernas del pequeño y se las levantó dejando a la vista su esfínter.
Se untó crema en su pene y en el culito del niño, para que la penetración fuera más sencilla.
– ¡Oh, sí! – Empujó lentamente la cabeza de su pene pero sin detenerse.
Estando la mitad de su pene dentro del culito del niño inició el mete y saca con velocidad moderada.
– ¡Mmm! – El niño gemía pero no paraba las lamidas a la concha de la niña.
– ¡Aaah! Tu lengua… se siente… muy bien… ¡Aaaaaah! – las sensaciones de la niña se agolpaban en su cuerpo, estremeciéndola cada vez más.
– Ufff… Rico cu… li… to.
– balbuceaba Sebastián.
Quince minutos después, el niño parecía convulsionar, pues su orgasmo fue el más fuerte que jamás tuvo hasta el momento.
– ¡Gaaaaaaaah! ¡Aaaaaaah! ¡Uuuuuh, ooooh! – gimió el niño retorciéndose.
Alicia al ver la excitación del niño, volteó para ver que había hecho el hombre, pues creía que había hecho algo fuera de lo común, pero la verdad es que el niño quedó encantado de chupar una vagina y ser cogido al mismo tiempo.
– Te toca mi niña.
– diciendo esto, el profesor tomó a Alicia y la acostó al lado del niño, quien recuperaba energía para continuar.
Apuntó a la vagina de la niña y se la dejó ir sin esperar más.
– ¡Aaaay! ¡Ten cuidado! – la niña le reclamó por lo violento de la penetración.
– Disculpame Alicia pero ya no aguanto más, quiero ensartarte ya, así que… ¡Toma!
– ¡Aaaah, aaah, aaah! – a la pequeña no le quedaba más que aguantar las embestidas que aquel hombre le daba a su ponochita.
El hombre metía y sacaba su verga a gran velocidad, sin importarle nada más, pues aunque sabía que se encontraba cogiendo a una pequeña de tan solo ocho añitos, también estaba seguro que ella lo soportaría.
– ¡Aaah, aaah, aaay! – gemía y se quejaba la pequeña.
– Uuufff.
– bufaba Sebastián.
De pronto, la niña comenzó a tener su orgasmo, contrayendo su vagina y haciendo que Sebastián no aguantará más lo que ocasionó que también se viniera, pero antes de lanzar su semen en lo profundo de Alicia, sacó su verga de ella rociándola a ella y al niño también.
– ¡Fuuuuu! ¡Oooooh! – gritó Sebastián sintiendo gran excitación.
– ¡Aaaaah! – la niño gimió agotada.
Los niños estaban algo cansados después de la cogida que les había dado el profesor, pero el hombre seguía con su verga bien erecta debido a los efectos de la pastilla azul.
Sin pedirle permiso tomó a Sebastián y lo puso en cuatro para volver a gozar del culito de Mario.
– Ahí voy de nuevo mi niño.
– le advirtió poniendo la punta de su verga en su entrada.
Una vez más el culito del niño recibía a ese ya conocido amiguito, proporcionándole calor mientras duraba su visita.
– Oooh… – gemía el jovencito débilmente
– Si chiquito, disfrútalo.
– le dijo al niño mientras metía su verga gentilmente.
Después de la violenta cogida que les dio a ambos niños, Sebastián ya estaba más tranquilo, por lo que ahora su vaivén era lento, aprovechando cada pliegue del niño, quien agradecía que ahora fuera así.
Luego de veinte minutos, ese delicioso sexo anal entre el profesor y Mario continuaba, mientras tanto Alicia se repuso y para no sentirse desplazada se levantó y se dirigió hacia el hombre.
Sin darse cuenta, Mario sintió una pequeña boca que mordía sus pezones, haciéndolo sentir sensaciones nuevas, pues nunca antes le habían hecho eso.
– Oooh Alicia.
Así mi vida, así.
– su placer era indescriptible.
La niña mordió, lamió y succionó los pezones hábilmente y con calma comenzó a subir, besando el pecho y el cuello del hombre, hasta que llegó a la boca, besándole dulcemente, metiendo su lengua y jugando con la del hombre.
– Esperen.
– dijo el hombre.
– Vamos a cambiar de posición.
Me acostaré y Alicia móntate en mi cara, tengo ganas de comerme tu puchita.
Mario, metete mi verga de nuevo y cabálgame.
Ambos niños siguieron las órdenes del adulto, y continuaron con su juego placentero.
Mario cabalgaba lentamente la verga de su macho, metiéndosela en lo más profundo de ser, mientras que Alicia sentía como la lengua de Sebastián se encontraba dentro de ella, moviéndose en círculos.
Algo que la excitaba sobremanera.
Luego de unos minutos, Mario sintió como una corriente electrica recorría su espina dorsal, mientras sentía como sus huevitos se inflamaban y su verguita se ponía recta y tiesa.
– ¡Aaaaaaaah.
– gimió Mario mientras daba su primer disparo de leche en su vida, regando el estomago del hombre y parte de la espalda de la niña.
– Mario, estas eyaculando.
– Dijo Sebastián viendo la lechita sobre su estomago.
– A mí también me cayó, en la espalda.
– Dijo Alicia.
– Es… la… primera… vez… que… me pasa.
– dijo agitado el pequeño.
– Te felicito Mario, ya eres un niño grande.
Alicia, tendrás el honor de probar la primera eyaculación de Mario.
– le dijo a la niña.
Alicia comenzó a lamer el estomago de Sebastián, limpiando el semen del niño, mientras que Sebastián con su mano le dio a lamer el que tenía en su espalda.
El niño se acostó a la derecha del profesor y sin demora se quedó profundamente dormido, mientras que la pequeña gustosa tomaba su lugar, metiéndose la verga del hombre en su vaginita y comenzandola a cabalgar.
– ¡Aaah, aaah, aaah! Es mi turno de gozar papi.
– advirtió Alicia disfrutando de los dieciocho centímetros de su hombre.
– ¡Si mi niña! ¡Goza, goza, goza! – gritó el hombre.
Alicia cabalgó la verga de Sebastián quince minutos más, para luego cambiar a la posición del misionero, abriendo sus piernas de par en par para que Sebas disfrutara de ella.
Siendo las 11:30 pm, el hombre sintió que la niña se venía, y para compensarla, aceleró sus movimientos y se vino también.
– ¡Gaaa-aaaaaaah! – Su orgasmo fue tan intenso que sintió que su leche no dejaba de salir.
– ¡Mmmaaaaaaaaaa! – gimió la niña mientras se retorcía de tanto placer.
Teniendo todavía la verga dura, levantó las piernas de la niña y se la dejó ir por su ano, para seguir disfrutando como poseso.
– ¡Aaayy! – la pequeña volvió a quejarse.
– Haz lo con calma.
– Disculpame pequeña.
Trataré de calmarme un poco.
– Dijo Sebastián.
Esperó cinco minutos en lo profundo de los intestinos de la niña y comenzó el vaivén lento de nuevo.
El seguía cogiendo a esa niña, para bajar su calentura y aprovechar los efectos del viagra, aunque la niña para ese entonces se había quedado dormida.
Para la media noche, el hombre ya había llegado a su orgasmo, llenando ahora el culito de la niña con su leche caliente.
Dejó a los niños dormir mientras él entró al baño para ducharse y refrescarse un poco.
Cuando salió se dirigió a la cocina cubierto con su toalla en forma de bata, para comer uno de los sándwiches que había preparado y se dispuso a ver la televisión un rato.
Cuando terminó su sándwich vio que el reloj marcaba las 12:30 de la noche y se encaminó a su recamara.
Al entrar observó que los pequeños seguían durmiendo desnudos, admirando al pequeño Mario y a la belleza de la pequeña Alicia, de piel blanca, delgada y de cabello corto arriba de sus hombros de color castaño.
Tomó una sabana y los cubrió, luego se puso unos bermudas ligeros y una camiseta de tirantes, fue al refrigerador y agarró dos cervezas, decidiendo distraerse viendo vídeos en su computadora.
Descargó un par de vídeos que fueron muy de su agrado, siendo el primero un clásico de una niña disfrutando del sexo anal con su papá; y el segundo otro clásico, pero ahora de una pequeña latina, quien también disfrutaba de un anal.
Esto puso nuevamente dura la verga del joven, quien sin pensarlo dos veces, se desnudó velozmente y caminó a su recamara, dejando la ropa tirada en la sala.
Estando en la recamara, inmediatamente descubrió a Mario y se abalanzó para mamarle su verguita, era la primera vez que mamaba una verga, pero esa no era cualquier verga, pues se trataba del pequeño Mario, aquel niño que lo hacía gozar intensamente.
Luego de un rato de estar mamando, la verguita se puso erecta y el niño por fin despertó, sonriéndole a su hombre.
De inmediato, Sebastián se subió a la cama y comenzó a besar a su muñequito, disfrutando de su lengüita.
– Vamos a despertar a Alicia para que nos acompañe.
– dijo Sebastián.
Se levantó y descubrió a la pequeña abriéndole las piernas, e hizo una seña a Mario para que metiera su miembro de nueve centímetros en la vagina de la niña, mientras él se puso frente a la cara de la pequeña, la besó tiernamente haciéndola despertar.
Entonces se puso de pie y le mostró su dura verga, haciéndola entender.
Mientras el niño cogía la vaginita de la pequeña, ella mamaba la dura verga de Sebastián, quien después, por puro morbo, se puso en cuatro e hizo que el pequeño se la metiera.
Esa noche lo hicieron en todas las posiciones: anal, oral, sesenta y nueves, etc.
; y en todo el departamento, desde la recamara hasta la sala y cocina, terminando en el baño duchándose los tres mientras los primeros rayos del sol salían.
Ya vestida, Alicia se despidió de ellos, dándoles un tierno y dulce beso a cada quien, y se retiró al departamento de su tía, mientras Mario y Sebastián se acostaron a dormir un rato para que antes de las dos de la tarde llegaran a la casa del niño.
Por la tarde, después de dejar al infante en su casa y siendo sábado.
Sebastián decidió ir a dar un paseo a una de las plazas del lugar.
Estando en la plaza, se sentó a comer una hamburguesa doble, pues por el ejercicio nocturno que hizo, sentía un hambre descomunal.
Más tarde se sentó en una de las bancas del lugar cerca de un restaurante con juegos, al cual decidió entrar y beber una cerveza, sentándose cerca de los juegos, mirando a través de sus gafas oscuras a todos los niños y niñas de diversas edades jugar mientras él se deleitaba mirando sus culitos y las pantis a las niñas que traían faldas y debido al juego abrían sus piernas.
Se imaginaba cogiéndolos dentro de la alberca de pelotas del local, y gracias a que lo cubría el mantel de su mesa, sacó su verga y discretamente se masturbaba.
Ya no podía dejar de pensar en eso, pues gracias a sus tres manjares sabía que era una delicia el coger a niñas y niños.
Más tarde de vuelta al edificio donde vivía, como a eso de las seis de la tarde, vio que Alicia y su mamá se subían a un taxi y dejaban el lugar.
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El siguiente capítulo será: ÁNGELES O DEMONIOS: VECINOS PERVERSOS
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