ANGELES O DEMONIOS: VALENTINA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por rxxa4.
El siguiente relato es ficticio, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Esta historia se remonta cuatro años antes de lo ocurrido en el relato anterior.
En el Colegio Particular XX asistían alumnos de edades diversas, ya que se dividía en secciones.
Este contaba desde jardín de niños, hasta bachillerato.
Era un día tranquilo como cualquiera, siendo las 8 de la mañana todos los alumnos se encontraban en clase, el patio y los pasillos se encontraban vacíos, a excepción de uno por el cual un hombre joven caminaba en dirección a la dirección las secciones primaria y secundaria del plantel.
Al llegar ahí una señora bajita y llenita le recibió.
– Buen día joven.
¿En qué puedo servirle? – la señora preguntó con amabilidad.
– Buen día.
Mi nombre es Sebastián Rodríguez, estoy aquí para entrevistarme con el director, ya que vengo a solicitar el puesto de maestro de Inglés y Francés.
– Espere un momento enseguida lo atiende.
La señora tomó el teléfono e informó que un aspirante al puesto se encontraba ahí.
Casi un minuto después se le permitió el paso a la oficina del director y comenzó con su entrevista.
– Buen día.
Siéntese.
– dijo el director.
Después de una entrevista de poco más de veinte minutos en inglés y francés, Sebastián se retiró del lugar con la esperanza de ser contratado, pues le hacía mucha falta el dinero, y lo que ofrecían en el Colegio era muy buena paga.
Por la tarde, estando en su departamento, se encontraba en la sala, viendo una película triple x.
Se encontraba con su pene completamente erecto masturbándolo con su mano derecha, mientras veía en su pantalla como una mujer blanca era penetrada por su vagina y ano por dos hombres afroamericanos.
Estaba a punto de venirse cuando el teléfono sonó interrumpiendo su diversión.
Pausó la película y contestó.
– Si, buena tarde.
– Señor Rodríguez.
Habla el Ingeniero González.
– Si, diga ingeniero.
– El motivo de mi llamada es para informarle que lo hemos elegido para el puesto que solicitó.
Lo esperamos el día de mañana a las 7:30 am.
– Si, gracias ingeniero ahí estaré puntual.
Al otro día, Sebastián se presentó puntual en la oficina del director.
Éste le informó que él había sido asignado para los grupos de segundo y tercero de primaria, y que impartiría francés a segundo y a tercero inglés, con un horario de tres horas diarias de cada idioma.
Al primer grupo al que llegó fue tercer grado, un grupo de quince alumnos.
Se presentó ante todos e hizo que cada uno se presentara.
Ahí fue cuando conoció a Valentina, una niña algo llenita, sin llegar a ser gordita, de piel morena clara, cabello castaño y ojos café oscuros, con carita muy agradable, de estatura promedio para su edad, aunque ella era la mayor del grupo con nueve años, ya que en primer grado había reprobado por cuestiones de salud.
Las primeras dos semanas pasaron normales, sin nada fuera de lo común, hasta que el lunes de su tercera semana, había puesto una actividad algo complicada y después de unos minutos preguntó.
– ¿Quién ya terminó?
Alzando la mano Valentina, indicó que había finalizado, a decir verdad la única en haber terminado para ese momento.
– Muy bien, acércate Valentina.
La niña obediente obedeció, entregó su libreta al maestro y se puso a su costado derecho.
El hombre se encontraba con la pierna izquierda sobre su derecha, sin percatarse que había quedado en la entrepierna de la pequeña, empujando levemente la falda.
En un movimiento de su pierna este sintió la presión que ejerció sobre algo y al voltear, se percató que había sido la vulvita de Valentina quien al sentir el pie del hombre sintió un choque eléctrico leve por todo su cuerpo, mostrando un gesto de placer en su rostro, el cual fue captado por Sebastián inmediatamente.
Nunca había sentido atracción hacia ninguna menor, pero le entró morbo al ver la cara de satisfacción de la pequeña.
El día finalizó, y siendo las dos treinta de la tarde, se disponía a salir del salón y retirarse a su casa, cuando una figura infantil aparece en la puerta del salón.
– Hola Valentina.
¿Qué te trae por aquí? ¿Todavía no llega tu mamá por ti? – Sebastián preguntó con una amable sonrisa en su rostro.
– Hola maestro.
No, me voy sola, pues vivo a unas calles de aquí.
– Ooo, ¿y no se encuentra nadie en tu casa?
– Solo mis hermanos.
Aunque deben estar en la calle jugando futbol.
– ¿Y tus papis? – Curioso preguntó.
– No se encuentran.
Llegan tarde, como a eso de las diez de la noche.
– Ya veo.
¿Y por qué no te retiras a tu casa? – Queriendo obtener una respuesta siguió su interrogatorio.
– Es que venía a decirle algo.
– la niña sonrojándose le dijo.
– Dime.
¿En qué puedo ser útil? – preguntó aunque se imaginaba lo que la niña le diría.
– Es que…
– Anda dime.
Que no te dé pena.
– Sebastián animaba a la pequeña.
– Es que venía a decirle que hace rato que pasó su pie por mi cosita sentí muy bonito, y… – se detuvo antes de decir algo más por la pena que le daba.
– ¿Quieres volver a sentir lo mismo? – El hombre aunque nervioso, preguntó para saber si lograría algo con la pequeña.
La niña solo asintió con la cabeza, y sin más la hizo pasar al aula.
Inmediatamente cerró con seguro y bajó las cortinas, se sentó en su silla y llamó a la pequeña, a quien sentó sobre su pierna izquierda y posó su mano derecha sobre la parte interna de la pierna derecha de la niña.
– Descríbeme lo que sentiste hace rato.
– Sentí muchas cosquillas en mi cosita y me tembló el cuerpo.
Sentí rico.
Al escuchar esto, Sebastián comenzó a mover con suavidad la mano que estaba sobre la pierna de la niña, disfrutando de la suave piel de ella mientras se dirigía a su conchita.
Cuando llego a su destino, comenzó a frotar sus dedos sobre la pequeña prenda, haciendo que la niña se estremeciera.
Frotaba de arriba abajo con calma, disfrutando del momento, pues su verga yacía erecta, haciendo un bulto bajo sus pantalones.
La niña por su parte se encontraba con sus ojos cerrados y la boquita abierta, disfrutando al máximo las nuevas sensaciones que tenía en ese momento.
El masaje a la parte intima de la niña por parte del hombre, continuó por quince minutos más, la niña se encontraba bien mojadita hasta que.
– ¡Aaaahh! ¡Maestro! ¿Qué me pasa? Siento… Sien…to – la niña gemía haciendo un esfuerzo por hablar, pero el placer le ganaba.
– Te estás viniendo pequeña.
Disfruta, solo disfruta.
– ¡Aaaaaaaah! – la niña arqueó su espalda hacia atrás dejando escapar un sonoro gemido, provocado por el gran orgasmo a causa de las caricias de su maestro, haciéndola perder su energía casi por completo y dejándose caer en los brazos del hombre
– Eso es pequeña.
– el hombre dijo mientras llevaba su mano hacia su nariz para sentir ese dulce aroma de niña que se había impregnado sobre sus dedos.
– ¿Qué fue eso? – La niña preguntó exhausta.
– Eso fue un orgasmo mi niña, provocado por mis tiernas caricias a tu conchita.
– Sentí riquísimo.
Tanto que quiero repetirlo siempre.
– Y así será pequeña.
Así será.
Pero ya es hora de irnos, se está haciendo más tarde y los conserjes deben limpiar.
Además tengo asuntos que atender esta tarde.
– ¿Mañana podemos repetirlo? – Preguntó la niña con una sonrisa.
– Mañana y siempre mi vida.
Solo no debes contárselo a nadie, ni a tu mejor amiga, si no ya no podremos seguir haciéndolo.
– El hombre le contestó también con una sonrisa en su rostro.
– ¡Siiii! – gritó Valentina con mucha felicidad.
– Y no se preocupe, no le diré a nadie.
– Añadió guiñando el ojo.
Ambos se despidieron y la niña salió rumbo a su casa contenta por lo sucedido poco atrás con su maestro.
Sebastián sabía que su vida había dado un giro interesante y no desaprovecharía la oportunidad que se le presentaba.
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