ÁNGELES O DEMONIOS: VALENTINA III
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por rxxa4.
Al otro día, lunes, había amanecido con una tormenta muy intensa.
La lluvia caía a cantaros sobre el pavimento, los truenos resonaban con violencia mientras el cielo se iluminaba por los relámpagos.
El agua era demasiada que en muchas partes de la zona, el drenaje no cumplía con su trabajo, y por ende varias calles se encontraban inundadas.
Eran ya las 8:20 de la mañana y ningún niño de segundo A ni de tercero A había llegado, al igual que las maestras, de quienes se sabía iban a faltar, pues la colonia donde viven se inunda mucho.
En varios salones ya habían llegado unos cuantos niños al igual que sus maestros y maestras, mientras que Sebastián se encontraba en su salón solo, pues ninguno de sus alumnos había llegado debido al mal tiempo.
A esa hora le tocaba clase con tercero A y pensaba que sería un milagro si alguno de sus alumnos llegaba.
El hombre no teniendo cosa alguna por hacer sacó su computadora y se dispuso a ver un poco de pornografía, reproduciendo primero el video de sus vecinos cogiendo a Ada, Juana y Liam.
Comenzando el video, desabrochó su cinturón y pantalones liberando a su animal para jalarle el cuello, cuando de pronto la puerta del salón se abre y de inmediato una hermosa niña cubierta por un impermeable rosa entró.
Los ojos de Sebastián se iluminaron, pues era la niña que esperaba ese día.
– Ya llegué teacher.
– dijo la niña mientras cerraba la puerta.
– Que bueno que llegaste Vale.
Te estaba esperando, al igual que mi amigo.
– le informó mientras le mostraba su parada verga.
La niña sonrió y puso seguro a la puerta, para después dejar su mochila en la banca más cercana junto con su impermeable.
Caminó entonces hacia el hombre y con su manita agarró su miembro y lo metió a su boca para brindarle placer.
– ¡Ooooh Vale! – gimió el hombre.
Aunque Valentina no era igual de experta que Alicia mamando una verga, si podía satisfacer a un hombre, pues lengüeteaba, besaba y succionaba con destreza.
En un momento, Valentina giró un poco su cabeza hacia la izquierda, pudiendo ver el video que miraba su maestro el cual mostraba a dos niñas siendo penetradas por dos adultos, haciéndola sentir muy caliente.
Poniendo una mano en la cabeza de la niña, Sebastián aceleró los movimientos e hizo la mamada más intensa haciéndolo explotar.
– ¡Aaaaaaah! ¡Siii! – gritó de placer disparando su semen hacia la garganta de la niña.
Después de la venida de Sebastián, Valentina saco el miembro de su boca y relamió sus labios, pues le había encantado su ración de lechita.
Inmediatamente se levantó, alzó su falda y se quitó sus braguitas de algodón blancas lanzándolas a la cara del maestro.
– Mmm… Que delicia.
– decía Sebastián mientras olfateaba la prenda.
La niña tomó con su manita el duro miembro del hombre y se montó sobre este para poder encajarlo bien en su culito.
– Mmm.
¡Aaah! – gimió Vale al sentir la dura daga abriéndose paso en sus entrañas.
– ¡Oooh Vale! – El hombre denotaba felicidad en sus gemidos.
Cuando la verga estaba en lo más profundo de la niña, ella comenzó a subir y bajar con ritmo lento para disfrutar bien de ese trozo de carne.
Los gemidos que ambos emitían se escuchaban tiernos y llenos de pasión pues era el reencuentro de aquellos dos individuos y sus cuerpos ya extrañaban el calor del otro.
Valentina gemía y gemía, mientras mordía sus labios inferiores y cerraba sus ojitos.
Le encantaba sentir como el miembro de su maestro se abría paso dentro de su culito, haciéndola gozar al máximo y deseando cada vez más y más verga.
– ¡Aaaaah, aaaaah, aaaaah! ¡Teacher! – sus gemidos se habían convertido en gritos de placer que gracias a los truenos eran imperceptibles para los demás.
– ¡Uuuufff! ¡Vale! ¡Fuuuufff! – Sebastián bufaba habiéndose convertido en todo un animal deseoso de sexo.
En un momento, Sebastián se levantó cargando a la niña, se arrodillo y dejándola en el piso sacó su verga, cambió a la niña a posición de perrito y nuevamente se la dejó ir.
Había dejado de razonar, y su lado animal era quien lo controlaba, embistiendo salvajemente a la pequeña que sometía.
– ¡Aaay, aaay, aaay! – se quejaba Valentina por el dolor.
– ¡Aguanta mi niña! ¡Ya casi! ¡Aaaaaah! – Sebastián trataba de calmar a la niña mientras movía sus caderas a gran velocidad.
– ¡Teacher! ¡Más! ¡Quiero más! – pero a pesar de todo, la niña estaba disfrutando en demasía la cogida que su maestro le estaba propinando.
La cogida se prolongó por quince minutos más, hasta que Sebastián sintió como sus huevos se iban inflamando.
– ¡Valentinaaaaaah! – gimió con intensidad el hombre, depositando chorros y chorros de semen en las entrañas de aquella niña de nueve añitos.
– ¡Oooh siiii! – gritó Vale mientras se venía al sentir la leche de su maestro en lo más profundo de su ser.
El hombre metió y sacó su verga un par de minutos más hasta que perdió la dureza, soltando a la niña quien se dejó caer satisfecha, mientras el admiraba el culo infantil muy abierto, dejando a la vista su semen.
El hombre volvió a su escritorio y tomó un pañuelo húmedo, con el cual limpio el culito de Valentina, quien solo le sonrió al joven hombre.
– Estuviste fenomenal como siempre Valentina.
– dijo Sebastián alagando a Valentina.
– Gracias teacher.
– agradeció Valentina sonrojándose.
– Que bueno que esta tormenta hizo que nadie asistiera, bueno solo tú.
– sonrió el maestro.
– Si, me alegro mucho.
– sonrió la pequeña.
– Veo que tus compañeritas te dijeron que ya no me llamaras maestro.
– Si.
Amairany me dijo, al igual que me pasó todos los trabajos para que me pusiera al corriente.
– explicó Valentina.
– Que bueno.
A parte de hermosa eres una niña muy responsable.
– Sebastián no se cansaba de alagar a la pequeña.
– Ji, ji, ji.
– rio Valentina sonrojándose nuevamente.
– Ven Vale.
Quiero mostrarte este video.
Valentina se acercó al hombre y de inmediato se sentó en sus piernas.
Una vez acomodados, Sebastián dio clic en reproducir y el video comenzó.
En la pantalla se podía admira como dos hombres penetraban a dos niñas por sus anitos, y al parecer, lo estaban disfrutando mucho.
Valentina reconoció parte del video, pues lo había visto mientras mamaba la verga de su maestro.
Minutos después vio como un hombre llegaba e intercambiaba a un niño por una de las pequeñas y de ahí lo que observó le llamó mucho la atención: el hombre recién llegado estaba penetrando a la pequeña por su vaginita.
– Eso no me lo ha hecho.
– dijo la niña.
– Tienes razón mi niña, no te lo he hecho por ahí.
– le dijo el hombre, quien jugaba muy bien sus cartas para poder salirse con la suya.
– ¿Y por qué no lo hemos hecho? – preguntó la niña llena de curiosidad
– Porque primero quise que gozaras por tu coliga para después volverte toda una mujer.
– contestó Sebastián.
– ¿Volverme toda una mujer? – La curiosidad de la pequeña iba en aumento.
– Así es pequeña.
Cuando te lo meta por tu vagina dejaras de ser niña y ya serás toda una mujer, mi mujer.
– lamiéndose los labios dijo.
– ¿Quiere decir que creceré mágicamente? – preguntó ingenuamente.
– No pequeña, no me refiero a eso.
Mira, cuando una hembra humana no ha tenido sexo por su vagina, independientemente que sea niña o adulta, no puede considerarse una mujer completa; en cambio una que ya lo ha hecho puede llamarse así misma mujer y sentirse plena.
– explicó tratando de manipular la mente de la pequeña de nueve años.
– Aaaaa… Ya entiendo.
– dijo Vale.
– Que bueno mi niña.
Y dime, ¿quieres que te vuelva mujer?
Valentina se quedó pensativa por unos segundos y después sin dudarlo más aceptó asintiendo con su cabeza.
Inmediatamente, Sebastián quitó varias cosas de su escritorio y sentó a la pequeña en este, y sin pensarlo comenzó a chupar la hermosa rayita.
– Mmm.
– la niña disfrutaba mucho de las lamidas que su maestro proporcionaba a su vaginita.
– Mi niña, me encanta tu puchita.
– decía Sebastián mientras chupaba la vagina de la pequeña.
El maestro chupaba, lamía y besaba la rayita, separando un poco los pliegues para poder chupar el clítoris de la pequeña, quien se retorcía al sentir el ataque de la lengua de su macho a la protuberancia.
– ¡Aaaaaaah! – gimió Vale con fuerza mojándose toda.
Sebastián al ver que la vagina de Valentina se encontraba muy bien lubricada debido a su reciente orgasmo, se incorporó y puso su pene en la entrada de la pequeña, haciendo leve presión sobre esta.
– Vale, mi pequeña Vale.
¿Estás segura que quieres que te meta mi pene en tu puchita? – preguntó el maestro.
– Si teacher, hágalo.
– contestó la niña con seguridad.
El maestro comenzó a sobar su pene sobre la vaginita de la niña, dando de vez en cuando puntadas para ir metiéndolo.
Con calma, el joven disfrutaba de aquella suave vaginita que, si todo salía bien, iba a recibir por primera vez una verga en su interior.
Luego de varios minutos de sobarle y puntearle su rayita, sacó un bote de vaselina de uno de sus cajones y lo unto en la cabeza de su miembro, al igual que un poco en la tierna panochita.
– Bueno hermosa, es hora de que comience la diversión.
– dijo Sebastián.
Al hacer presión, la cabeza logró entrar, haciendo que Valentina sintiera mucho dolor, al grado de querer gritar, cosa que su maestro no le permitió al taparle la boca.
– Calma Vale.
Al principio duele, pero verás que después vas a gozar de lo lindo.
– dijo el hombre tratando de calmarla.
Espero un rato mientras que la pequeña se acostumbraba para después dar un empujón más, topándose con su himen, la delicada barrera que impedía la entrada de aquella caliente y poderosa barra de carne.
– Auuuu, teacher, me duele.
– dijo la niña llorando.
– Calma mi amor, ya falta poco.
– dijo su maestro.
Sebastián retrocedió medio centímetro y sin esperar más empujó su miembro hasta el fondo, llevándose consigo la virginidad de la chiquilla.
– ¡Aaaaay! – grito Valentina.
En ese momento Sebastián volvió a tapar su boca, mientras sentía como la apretada, tierna y cálida cuevita albergaba a su verga, a la vez que un hilillo de sangre corría hacia el trasero de niña.
– ¡Uuufff Vale! Estas bien apretadita.
– Sebastián apenas pudo decir.
– ¡Sáquelo! Buuu.
– suplicaba la niña llorando.
– Tranquila mi niña, voy a dejarlo ahí hasta que se acostumbre tu panochita.
– dijo mientras besaba la frente de la infante.
Durante cinco minutos, el hombre se encontraba sin mover su miembro, algo que le costaba demasiado, pues lo apretado de aquella vagina lo ponía a mil, pero una vez que vio a la niña más relajada comenzó el mete y saca tranquilamente.
– Bueno mi niña ahí vamos.
– anunció el hombre.
La verga se movía muy lentamente, de afuera hacia adentro, un movimiento suave, sin dañar a la pequeña, quien todavía sufría un poco por el dolor, pero ya empezaba a gozar.
– ¡Aaayy! ¡Aaaah! – gemía Valentina.
– ¡Oooh! – el hombre gemía también.
– ¡Teeeaaacheeer! ¡Me duele! ¡Aaaaah! ¡Aaaaaaaah! – gritaba la pequeña.
Pronto las quejas de Valentina fueron remplazadas por gemidos llenos de pasión, que eran camuflados gracias a los trueno.
que seguían y a la intensa lluvia.
– ¡Oooh, oooh, oooh! ¡Vaaaaleee! ¡Ufff! – Sebastián gozaba con locura.
– ¡Aaaah ¡ ¡Se siente muy riiiicoooo! – Valentina gimiendo decía.
– ¡Siii mi aamooor! ¡Disfrutalo pequeña! ¡Aaaaaaaaah! – Sebastián continuaba igual de caliente, dejándole ir su verga cada vez más rápido.
– ¡Aaaaaaaah! ¡Siiiiiiiiii, siiiiiiii! – gritó la niña llegando a su orgasmo, ocasionando a su vez que las contracciones de su sexo ocasionaran el orgasmo del maestro.
– ¡Oooooooh Valeeeee! ¡Gaaaaaaagh! – bufó llenando con su leche caliente la vagina de la niña, quien ahora podía sentirse toda una mujer, pues había perdido su virginidad.
Sebastián embistió una y otra y otra vez, penetrando con su verga a aquella niña de nueve años hasta que la última gota de semen fue disparada.
Su verga no había perdido la dureza, pero al ver a Valentina muy agotada decidió que sería mejor tomar un descanso.
– Valentina mi amor, estuviste excelente.
– dijo el maestro alagandola.
– Gracias teacher.
– dijo la niña con una leve sonrisa en su rostro que denotaba cansancio.
– Descansaremos un rato mi niña, y después ya veremos.
– dijo el hombre sacando su verga de la tierna vagina.
Sebastián sacó de un cajón unos pañuelos, con los cuales limpió a la pequeña, colocó una manta que tenía en su locker y recostó a Valentina para que descansara y repusiera sus fuerzas.
La niña inmediatamente que tocó la manta se quedó profundamente dormida.
Mientras tanto, el maestro se sentó en su lugar y tomó las pantaletas de la niña, comenzando a disfrutar de su aroma a niña la vez que le jalaba el cuello al ganso para satisfacerse el mismo, hasta que la niña se recuperara de la cogida que su maestro le había proporcionado.
Se encontraba concentrado en lo suyo, hasta que en la puerta se escucharon unos golpecitos, haciéndolo sobresaltarse un poco y obligándolo a guardar la prenda infantil.
Se levantó para abrir la puerta y cuando lo hizo su rostro se llenó de felicidad.
– Buen día maestro, ¿puedo pasar? – dijo un niño bien conocido por el hombre.
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Hasta aquí con este capítulo.
Gracias a todos los que leen mis relatos y por su apoyo.
Quiero pedirles una disculpa por haber tardado en publicar la continuación de esta saga, pues por asuntos personales no tenía el tiempo para escribir.
Espero que les esté gustando ya que no será la única que estaré publicando, pues por petición de algunos le daré continuación a el Especial Navideño, que estará ambientado no solo en esta fecha, pues narraré la vida diaria de los tres personajes principales.
También estaré publicando otras dos sagas en otras categorías, pues una de ellas será de temática homosexual y la otra heterosexual.
Nos estamos leyendo.
Hasta la próxima.
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