ÁNGELES O DEMONIOS: VALENTINA IV
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por rxxa4.
El recreo de la primaria había iniciado hacía cinco minutos.
Todos los niños y niñas se encontraban desayunando, platicando, jugando, gritando y más, todos menos Valentina, quien se había quitado sus pantaletitas y levantado su falda para disfrutar cabalgando la verga de un joven maestro.
– ¡Uuufff! – bufaba el hombre.
– ¡Mmm, mmm! – gemía Valentina lo más bajo que podía, haciendo un gran esfuerzo.
– Estas bien apretadita mi niña.
¡Aaah! – decía aquel maestro mientras metía su verga a buen ritmo en la puchita de la pequeña.
El trozo de carne entraba y salía de aquella vaginita, siendo muy bien recibido.
La vagina de la niña segregaba gran cantidad de fluidos, lubricando bien la verga invasora, haciendo la penetración más sencilla y profunda.
– ¡Aaah siiiii! – gimió Vale sin poder contenerse más.
– ¡Sí mi niña, gózalo! – dijo el maestro ya sin preocuparse.
– ¡AAAAAHH! – gritó Valentina anunciando su orgasmo.
– ¡GGAAAGHH! – Sebastián no aguantó más debido a las contracciones de la vagina de la pequeña.
La vagina de la niña era llenada de lechita caliente.
Chorro, tras chorro, tras chorro era disparado por aquella dura y caliente verga, desinflando un poco los huevos del hombre.
– Uuff.
Que rico lo hiciste preciosa.
Cada vez lo haces mejor.
– Sebastián halagaba a su mujercita.
– Gracias, teacher.
Siempre me esfuerzo para hacerlo mejor.
– contestó la pequeña.
– Así me gusta muñeca.
Todo lo haces para hacerme el hombre más feliz.
– Y usted me hace la niña más feliz.
– sonrió la niña.
Sebastián en ese momento se acercó y le dio un piquito en sus labios, en señal de agradecimiento, siendo aceptado por ella de muy buena manera.
– Por cierto… – dijo la niña.
– Dime preciosa.
– Es que quería pedirle un favor.
– ¿Cuál favor hermosa? – preguntó curioso.
– Es que, el otro día platiqué con Amairany y me contó que había visto a una de sus primas cogiendo por la cola con un muchacho y que le gustaría saber que se siente.
Yo le platiqué que yo ya sabía hacerlo y le dije que hablaría con quien me había enseñado para ver si quería hacerle lo mismo.
– argumentó Vale.
– Ya veo.
Quieres que se lo haga porque es una de tus mejores amigas, ¿verdad? – dijo el maestro con una sonrisa.
– Sí.
¿Lo haría? – preguntó la niña, esperando que su maestro aceptara la petición.
– Claro que sí preciosa.
Lo haré porque es tu amiguita.
Pero sabes ya me pusiste de nuevo dura la verga con tu comentario, y como todavía la tienes adentro prepárate.
Sebastián inició una nueva cogida, pero con mucha más velocidad que la anterior, pues le quedaban menos de diez minutos antes de que terminara el recreo y entrará el siguiente grupo.
– ¡Aaah, aaah, aaah! – gemía nuevamente la niña al sentir cómo una vez más la verga de su maestro entraba y salía de su rayita.
– ¡Ufff! ¡Oooooh, siiiii! – gozaba como poseso el hombre.
Los sexos de ambos se conocían muy bien.
Eran casi inseparables, pues si por ellos fuera permanecerían unidos, disfrutando de coger por siempre.
– ¡Teeacher! ¡Aaaah! – decía la niña mientras subía y bajaba a gran velocidad, enterrándose la barra de carne por completo.
– ¡Oooh Vale! ¡Aaaah! – gemía el maestro.
– ¡Teacher! – dijo Vale parando – Ya me cansé.
– dijo a su maestro.
En ese momento, Sebastián tomó a la niña por sus nalguitas y sin sacarle la verga, la cargó y recostó sobre el escritorio, tomándole sus piernitas para coger en posición de misionero.
Reinició una vez más el mete y saca de su verga, pues la lujuria lo tenía al límite, queriendo descargar su semen de nuevo en aquella infantil vagina.
– ¡Ay, ay! ¡Teeeeaaacher! – gemía con intensidad Valentina, feliz de ser penetrada por su maestro.
– ¡Toma esto putita! ¡Toma, toma, tomaaa! – exclamaba el hombre.
Para Sebastián, la pequeña Valentina se había convertido en su mini puta personal, con la cual saciaba su calentura.
Sus caderas embestían a gran velocidad, metiendo la verga en la rayita.
Adelante, atrás, adelante y atrás, el vaivén del maestro era continuo, emitiendo chasquidos provenientes de sus sexos lubricados, que ardían de placer.
– ¡Vaaaleee! – Exclamaba – ¡GAAGH! ¡OOOOHH! – gritó lleno de lujuria, mientras terminaba, batiendo su leche dentro de la vagina de la niña
– ¡AAAAAAAAAHH! – la niña dio un largo grito de placer, que para fortuna de ambos nadie escuchó.
El maestro siguió embistiendo un par de minutos más, hasta que perdió la dureza y sacó su falo de la linda vagina infantil.
Rápidamente se limpiaron y arreglaron (Valentina volviéndose a colocar sus pantis) y se despidieron a tiempo, pues el timbre de fin de recreo sonó en ese momento.
Todos los niños volvieron a sus salones, todos excepto Valentina, pues había pedido permiso a su maestra de ir rápido al baño.
Antes de entrar al sanitario vio a lo lejos a una chica de sexto grado entrar en la bodega de deportes del otro lado de la cancha, cosa que le extrañó un poco, ya que ya a esa hora no se impartía deportes.
Se metió a orinar antes que le ganara, limpiando también el semen que tenía en su vagina.
Arregló su falda y se lavó las manos para regresar a su salón, pero antes de hacerlo, la curiosidad le ganó y fue a ver qué estaba haciendo aquella niña en la bodega de deportes.
Al llegar y abrir un poco la puerta, su sorpresa fue grande, pues el maestro de educación física Josué, un hombre de cincuenta y seis años, de estatura media, piel blanca y algo panzón, tenía a la chica de doce años en cuatro y se la estaba cogiendo por el culo.
Se encontraban gozando de lo lindo, tratando de no hacer mucho ruido.
– ¡Oh Zoe! – gemía el hombre cincuentón.
– Hmm.
– la niña gemía casi pujando para no hacer ruido.
En ese momento, Valentina descubrió que ella, Mario y su maestro no eran los únicos que practicaban aquellos juegos secretos.
Se sentía con la inquietud de probar con alguien más, pero decidió que por el momento lo haría solo con su maestro y con el pequeño Mario.
Por la tarde, su encuentro con Sebastián en el salón 14 fue de lo más ardiente hasta el momento, pues ella se encontraba muy caliente al haber visto al maestro de educación física coger con aquella niña, y trataba de apagar su calentura con su maestro, cabalgándolo muy rápido.
– ¡Aah, aah! – gemía Valentina mientras subía y bajaba metiéndose la verga del maestro en su puchita.
– ¡Oh sí! ¡Vaaaleee! – gozaba Sebastián.
En el suelo, alrededor de ellos, se encontraban todas sus prendas de vestir, rozando sus cuerpos directamente, utilizando el escritorio como cama.
– ¡Fuuuu! – bufaba el hombre.
– ¡Aaaaah, aaaaah, aaaaah! – la niña se encontraba casi al límite.
– ¡Así chiquita! ¡Asíiii! – Sebastián se encontraba totalmente caliente.
Sentía que en cualquier momento reventaba.
En un momento cambiaron de posición, a la del misionero, aquella que se había convertido en la favorita de Vale.
El joven maestro penetró el coñito quince minutos más, cuando de pronto su semen salió disparado hacia el interior de la niña.
– ¡AAAAAAH VALE! – gritó el maestro terminando dentro de la niña.
– ¡AAAAH! – al mismo tiempo Valentina terminó.
Descasaron un rato y se vistieron, para irse a sus respectivos hogares, pero antes de partir, el maestro le dio una noticia a su alumna.
– Al rato a las 6 de la tarde, tu amiguita Amairany irá a tomar una “asesoría” conmigo.
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El siguiente capítulo será ÁNGELES O DEMONIOS: AMAIRANY
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