ÁNGELES O DEMONIOS: VECINOS PERVERSOS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por rxxa4.
Habiendo regresado de su paseo recreativo por las plazas de aquel lugar, Sebastián se dedico a ver películas en internet, siendo sus preferidas las de acción.
Después de ver algunas películas, fue hacia su refrigerador y tomó un par de cervezas, dándole ganas de salir un rato.
Él, quien vivía en el tercer piso de su edificio, subió tres pisos más, hacia a la azotea.
Estando ahí, se sentó en el suelo cerca de la orilla y se dispuso a beber sus cervezas.
Cerca de las 10:45 am, y ya habiendo consumido una de sus bebidas, escuchó que alguien más subía y al voltear, vio que se trataba de don Carmelo y don Carlos, hombres de 68 y 65 años, blancos los dos, el primero de cabello castaño claro con algunas canas, ojos verdes y con bigotes, quien tomaba de la mano a una niña de unos 10 años de rasgos africanos, piel oscura como la noche, la cual contrastaba con la blancura de la piel del viejo, delgada, de 1.50 de estatura, normal para su edad, pero con un culito bien dotado y firme, cubierto por una pijama verde, y unos senos apenas en desarrollo, pero ya visibles, que estaban escondidos bajo la parte superior de la misma pijama, mientras que el otro hombre, calvo, de ojos café claro, y sin barba o bigote, sostenía a la hermanita gemela de la niña que don Carmelo sostenía, con los mismos atributos de su hermana.
Rápidamente, los hombres jalaron a las niñas hacia el extremo opuesto de donde se encontraba el profesor, sin notar su presencia, y quién se dispuso a seguirlos.
Escondiéndose detrás de un contenedor de agua, Sebastián pudo ver que las niñas se ponían de rodillas mientras los hombres sacaban sus vergas al aire, para después comenzar a mamarlas.
– Así Ada, así pequeña, lo haces muy bien.
– decía don Carmelo mientras hacía muecas por el placer que sentía.
– Uuufff, así Juana, eres una experta mi niña.
– don Carlos también disfrutaba de su niña.
Las pequeñas Ada y Juana, hijas de una pareja que se había mudado al segundo piso del edificio, vecinas de aquellos dos hombres mayores, mamaban con gran maestría las vergas erectas.
Inmediatamente, Sebastián sacó su celular y comenzó a grabar el espectáculo, captando como los hombres en ese momento ponían a las pequeñas en cuatro mirándose frente a frente, mientras les metían sus vergas por los culitos deliciosos de ambas niñas nalgueándolos.
– ¡Ooooh Ada! – gimió Carmelo.
– Tu culito es delicioso Ada.
– decía el hombre mientras iba metiendo sus 20 centímetros en el ano de la pequeña.
– ¡Mmm! – la pequeña disfrutaba el sentir la verga de Carmelo avanzar dentro de ella.
– ¡Uufff! – por su parte, don Carlos disfrutaba de la pequeña Juana.
– Compadre.
Este culito esta bien sabroso.
Mi tolete y yo lo amamos… ¡Gaaaah! – Bufaba mientras sus 16 centímetros se perdían dentro de Juanita.
– ¡Aaaah! – gemía Juana de placer.
– ¡Fuu! Se lo… ¡gaah!… dije… compadre.
Estas niñas están bien sabrosas, solo espere a meterle su verga por la vagina.
Están bien entrenadas por su papi, y él me ha dicho que ambas están apretaditas – argumentó Carmelo, dejando en claro que no era la primera vez que gozaba de las pequeñas, aunque nunca por la conchita de ellas, ya que a él le gustaban más los culitos, siendo sus preferidos los niños.
Mientras tanto, Sebastián que permanecía escondido, grabando ese acontecimiento, había ya sacado su daga, y se masturbaba viendo a las dos parejas disfrutando sus "jueguitos".
De pronto, otro hombre llegó al lugar, un hombre en bóxer sin playera, de unos 58 años, de 1.
70 de estatura, panzón de piel blanca, cabello plateado y barraba tupida del mismo color que su cabello.
Este hombre traía de la mano a un pequeño de 6 años, de 1.
15 de estatura, blanquito, delgado pero sin llegar a ser un palillo, de cabello lacio y negro.
– Veo que se están divirtiendo en grande.
– dijo aquel hombre, interrumpiendo la cogida.
– ¡Jonás! ¡Que susto nos metiste!.
– dijo Carmelo con la verga en lo más profundo de los intestinos de la pequeña Ada, quien besaba ardientemente a su hermanita.
– Te tardaste hombre.
Pensé que no venías.
– dijo Carlos en la misma posición que su compadre.
– Perdón, mi mujer no se dormía.
– se disculpaba Jonás.
– Veo que traes al pequeño Liam.
– Carmelo dijo lamiéndose los labios.
– Así es.
Saluda hijo.
– Hola, buena noche.
– dijo el pequeño, quien se trataba del nieto del recién llegado hombre.
– Bueno, continúen con lo que estaban.
Yo gozaré de mi nieto junto a ustedes.
– dijo Jonás.
En ese instante Carmelo, sacó su verga del culo de la pequeña y detuvo al hombre.
– Jonás mi hermano.
¿No te gustaría cogerte a esta belleza? Es de lo mejor que hay.
– le ofrecía el viejo Carmelo.
– No te preocupes Carmelo, con mi nieto tengo, tú sigue en lo que estabas.
– sonriendo le contestó.
– Por favor Jonás.
Bueno seré más claro contigo.
Quiero que cambiemos, pues me gustaría disfrutar del culito de tu nieto.
– sin pelos en la lengua dijo.
– Je, je, je.
Ya se mi estimado.
– Jonás reía mientras le decía.
– Pero me estas ofreciendo algo que acabas de usar.
No digo que la niña no se me antoje, pues esta bien rica la mocosa, pero Liam está más tiernito y además recién bañadito.
El viejo Carmelo no encontraba forma de convencer a su amigo, hasta que una idea se le vino a la cabeza.
– Te propongo algo.
Tú me das a Liam hoy y la próxima semana traigo a mi nieta Lucía para que le hagas lo que quieras.
Ella es dos años mayor que Liam lo sé, pero tiene una ventaja: todavía no la desvirgan.
Esta propuesta le pareció muy interesante al viejo Jonás, pues a él le encantaba estrenar vaginitas, habiendo desvirgado a tres anteriormente.
– ¡Ufff! hiciste que se me parara la verga.
– contestó.
– Esta bien mi estimado.
Liam es todo tuyo.
Carmelo dio un salto de felicidad y de inmediato tomó a Liam para desnudarlo.
Por su parte, Jonás ya se había quitado su bóxer, y sin dudarlo metió sus 14 centímetros de verga en la vagina de la niña, haciendolo en la posición en la que su amigo la había dejado.
– ¡Oooh! Que rica puchita tienes puntita.
– Jonás dijo a Ada.
– Mmm… – gimió mientras continuaba besando a su hermana.
Sebastián apuntaba a las niñas, quienes eran folladas muy rico por sus hombres.
Entonces volteó su celular para ver que hacía el viejo Carmelo que se había retirado unos cinco pasos.
Lo que vio lo excitó demasiado: Liam era penetrado por la gran verga del señor en posición de misionero.
– ¡Uuuffff! ¡Liam! Eres… mío… pequeño.
– decía mientras el calor del anito del niño lo hacía sentir en el paraíso.
– ¡Auch! Señor, hagalo despacio.
– dijo el pequeño quejándose por el dolor que sentía.
– Su pipí es más grande que el de mi abuelito y el de mi papi.
– Esta bien pequeño, haré lo posible por no lastimarte.
Los tres hombres estaban disfrutando de su infantil compañero o compañera.
Los chasquidos y golpeteos se escuchaban en el ambiente, excitando sobre manera a los tres adultos, a la vez que a Sebastián, quien se masturbaba deliciosamente.
– ¡Aaaaaaah! ¡Aaaaaaah! – gemían al unísono las gemelas.
– ¡Fuuuu! – Jonás bufaba.
– ¡Ooooh! – y Carlos gemía.
– ¡Uuuf! Liam, amorcito, que apretadizo estás.
– mientras Carmelo le decía a su pequeño compañero.
– ¡Ay! Señor Carmelo, me lastima un poco.
– ¿Quieres que pare? – preguntó al niño.
– No.
Se siente rico, pero hágalo más despacio.
– dijo Liam.
La escena era de lo más morbosa, cualquiera que la viera se iría para atrás de la impresión, pues nadie se imaginaría que esa azotea estaba siendo testigo de esta.
Las caderas de los tres hombres se movían sin parar, a ritmos distintos pero sin detenerse, cambiando de posición en ciertas ocasiones.
Cerca de treinta treinta minutos después, los tres hombres y los tres infantes llegaron a un sonoro orgasmo, lleno de pasión.
– ¡Aaaaaah! – se escuchó al mismo tiempo saliendo de la boca de los seis, mientras chorros de semen caían sobre los cuerpos de las gemelas y del niño, pues ninguno de los hombres se vino dentro.
Sebastián dejó un momento de jalarle el cuello al ganso, con el fin de grabar con detalle la escena.
Sabía que más tarde podía satisfacerse a si mismo viendo el video que acababa de filmar.
– Bueno chicos, ya es algo tarde.
– Dijo don Carlos.
– Es hora que me retire.
– ¡Uuuuf! Tienes razón Carlos.
– apoyando a su amigo decía el viejo Carmelo.
– Me voy contigo, y de paso llevamos a las niñas.
– Carmelo no olvides nuestro trato.
– sentenció Jonás.
– Claro que no mi estimado.
El próximo fin de semana traeré a la pequeña Lucía.
– afirmó.
– Perfecto, eso quería escuchar.
– sonriendo dijo el abuelo de Liam.
– Por lo pronto yo me quedaré a tomar fresco muchachos.
– Muy bien.
Como desees.
– finalizó Carmelo mientras terminaba de vestirse.
Carmelo y Carlos se vistieron al mismo tiempo que las gemelitas, y se retiraron a sus departamentos no sin antes dejar a las chiquillas.
Mientras tanto, Jonás se quedó sentado en el suelo con su nieto sobre sus piernas cuando…
– Muchacho quiero ver el video.
– dijo en voz alta.
Este hecho hizo que a Sebastián le helara la sangre, pero al volver a insistirle el hombre, no le quedó de otra.
– Bu-buena noche señor Jonás.
Veo que me descubrió.
– Ja, ja, ja.
No te asustes muchacho.
Si te vi cuando llegué, pero no te dije nada porque pude apreciar que estabas filmando mientras te chaqueteabas, y pues dije porqué no.
– Jonás argumentó tratando de entrar en confianza con el joven.
– Je, je.
Gracias por permitirme hacerlo.
– más aliviado confesó el joven maestro.
– Si, si, si.
No te preocupes hombre.
Muéstrame ya el video, quiero ver cómo salgo.
Sebastián le mostró entonces toda la grabación, la cual deleitó a don Jonás.
El maestro había grabado todo lo acontecido desde los don Carmelo y don Carlos comenzaron a coger a las niñas afro hasta que Liam y su abuelo se unieron para después finalizar sacando sus miembros y eyaculando sobre los tiernos cuerpos de las pequeñas y el niño.
– Ufff… Te quedó de pelos.
Quiero una copia para mi.
– dijo el hombre.
– Y a cambio te dejaré coger a mi nieto.
– ¿De verdad don? – preguntó incrédulo.
– Claro que si mijo.
No tengo dinero para pagarte, así que que mejor que pagar mi deuda con el culito de mi niño.
Sebastián no podía creer su suerte, el no haber terminado cuando se encontraba filmando le fue recompensado de la mejor manera posible, pues iba a cogerse al nieto del señor.
– Liam, quitate de nuevo la ropita, y deja que el joven cobre por su trabajo.
El niño obedeció sin objetar las ordenes de su abuelo, dejando ver su pequeño cuerpo a los dos presentes.
Ni tardo ni perezoso, Sebastián tomó al niño y comenzó a besarle sus pequeños pezones, provocando la risa del pequeño, quien sentía muchas cosquillas con la boca del maestro.
Sebastián lamía y mordía cada parte del cuerpo de Liam, y cuando llegó a su verguita la chupó sin chistar.
Luego continuó hasta el anito, dejando mucha saliva para después penetrar sin dificultad.
Se quitó la ropa velozmente y.
– Ahora si pequeño, mi amiguito entrará en tu cuevita.
– dijo esto colocando la cabeza en el esfínter infantil.
La gran daga se abría paso dentro del culito del niño, que ya estaba acostumbrado a recibir invitados.
La posición de Liam facilitaba la penetración profunda, levantando sus piernas y descansándolas en sus hombros.
– ¡Uuufff! ¡Ooooh! ¡Aaaaah! – gemía Sebastián al sentir la estreches del culito de su presa.
– ¡Que culo! ¡Ooooh siiii!
– ¡Ooooh! ¡Aaaaah! – el niño no podía controlarse, pues la excitación era mucha.
– ¡Abueeeliiitooo! ¡Siento muy riiiicooo!
– Si mi niño, goza con la verga de este joven.
– dijo Jonás.
Sebastián empujaba una y otra vez su verga, embelesado por completo con el niño, y no aguantando más se vino dentro del niño.
– ¡Ooooooh! – exclamó regando los intestinos del niño.
– ¡Aaaah, aaaah! – exausto Liam gimió.
Sebastián se dejó caer al suelo sin energía, lo que provocó que el abuelo Jonás riera.
Luego de unos minutos se recuperó y se vistió, se despidió del hombre quien le dijo que le había devuelto el favor, filmando como se cogía a su nieto, además de prometerle visitarlo en su depa con el pequeño y su otra nieta, Casandra de la misma edad.
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El siguiente capítulo será: ÁNGELES O DEMONIOS: EL BALNEARIO.
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