Antonio el albañil me estrena la cola.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Físicamente estaba casi igual que ahora, tengo el pelo castaño claro largo, ojos marrones, piel blanca, estatura media y un cuerpo bien desarrollado; unas tetas grandes y firmes y una cola enorme y parada, que era la envidia de las demás chicas.
Todo empezó un dia en el que volvía de la escuela, pase por una calle donde había unos albañiles, los cuales al verme pasar se detuvieron a verme, pero después de todo eso es normal. Uno de ellos me piropeó y sentí algo raro, me gustó.
Era un hombre muy grande pero me sentí bien. El hombre ya lo conocía de vista, vivía con su mujer cerca de mi casa y tenía fama de mujeriego y engañar a su esposa, aunque no sabía como se llamaba.Sentir que los hombres me miraban me gustaba, aunque nunca pasó nada además de eso, yo era virgen hasta ese entonces.
Cuando estaba llegando a mi casa, sentí que alguien me seguía, me dí vuelta y ví entonces que el albañil que había visto, era él,un hombre de unos 50 años, alto, de pelo negro canoso y piel bronceada.
– Que hermosa que estás, nena- me dijo tomándome del hombro.
– Oiga suélteme!-le grité tratando de apartarme, pero tenía unos brazos musculosos y entonces me sujetó de los mios.
– Mirá nena, estás hermosa, vení conmigo que la vas a pasar bien.- me dijo con una sonrisa maliciosa.
Yo estaba sola, y la calle donde vivo siempre es silenciosa y es muy raro que alguien pase, ya que es casi todo campo y no suele haber gente.
– Esto está mal, usted es grande y…- le dije, pero me sujetó con aún más fuerza.
– No chiquita, vos venís conmigo…- me dijo y entonces me cargó en sus brazos y me llevó a un terreno que había en esa calle, donde en el fondo había una casa abandonada.
Sinceramente estaba muy excitada. Yo traía puesto mi uniforme escolar; una camisa blanca con corbata y una pollerita a cuadros. Entonces me quitó la corbata y juntando mis manos detrás de mi espalda, me las ató.
Luego me cargó como a una bolsa y entramos en la casa. Allí había un colchón y otras cosas, lo que me hizo pensar que ya tenía planeado desde antes lo que haría conmigo.
– Ahora me voy a dar el gusto con vos, pendeja hermosa…- me dijo tumbándome en el colchón.
Yo estaba indefensa, con ambas manos atadas y además yo sólo era una adolescente, y él un hombre adulto y fuerte.Me quedé mirándolo, mientras el se quitaba la camisa y los pantalones. Tenía un muy buen físico, y no era feo, pero yo estaba muy asustada.
El se quedó sólo en slip y se arrodilló en el colchón. Luego se acercó a mi y me abrió la camisa y me quitó las zapatillas y la pollera, dejándome en ropa interior y medias.
– Mi amor, que cuerpo… Te voy a comer toda pendeja…- me dijo y acto seguido me tomó de la nuca y me besó en la boca.
Sentí sus labios pegados a los mios. Sentía su calor, su lengua caliente abrazando la mia, mientras sus manos acariciaban mis nalgas y mis muslos. Luego, sin despegar su boca de la mia ni por un segundo, se recostó por completo sobre mí, sin aplastarme.
Aquel hombre me besaba con ganas, sin dejar de acariciar mi cuerpo de adolescente, se notaba que me deseaba mucho y no le importaba mi edad ni el obligarme, él estaba desahogando su deseo con toda pasíon sobre mí.
Yo estaba inmovíl, me sentía rodeada por él así que lo único que hize fué cerrar los ojos, aunque, lentamente sin darme cuenta, comenzé a corresponderle el beso.
No me dí cuenta de que lo hize, ni por qué, quizas me exitaba el hecho de estar haciendo eso con un hombre mucho mayor, de ser su prisionera, de sentirme así de deseada, pero comenzé a disfrutar de lo que me hacía y yo me dejaba hacer.
– Bien que te gusta, pendejita rica…- me dijo apartando su boca de la mia, dejandome respirar un poco.
– Usted… déjeme ir…- le dije en tono suplicante aunque inconscientemente, quería todo lo contrario.
Quería que me siguiera besando y acariciando, que me hiciera suya. Yo era virgen y todo eso era nuevo para mi y de repente quería saber y aprender más. Por suerte para mí y para él, me respondió:
– No, nena. Ni lo pienses. Sé que te gusta, y ahora te voy a cojer bien rico nena. Te voy a mostrar lo que hago con las pendejas que me calientan…- me dijo con lujuria y luego de besarme la frente reanudó con mi boquita.
Yo también lo besaba, el mordía mi labio inferior levemente y yo juguetaba con su lengua. Estuvimos besándonos como por 5 minutos, el se calentó más y empezó a besar mi cuello, a acariciar mis nalgas más y más hasta que luego de morderme suavemente el cuello, bajó hasta mis pechos.
Hundió su cara entre mis dos enormes tetas, y me besaba la piel. Yo sentía sus besos, su barba pinchándome y comenzé a suspirar fuerte hasta que solté un gemido.
– Ya, nena, te las voy a chupar bien rico…- me dijo sacándome el corpiño.
Entonces empezó a besar mis pechos lentamente, hasta que siguió con lamidas alrededor de ellos. Yo me calenté más y comenzé a gemir. El me las chupaba sin parar, pasaba su lengua por mis pezones y luego soplaba. Eso me exitaba y me ponía súper loca.
Luego comenzó a succionar mis pezones, los lamía con pasión, mientras sus manos seguián palpando mis grandes y suaves nalgas de adolescente.Me chupó las tetas como por diez minutos, y luego de metérselas lo que pudo en su boca, nos dimos otro largo y excitante beso en la boca. Esta vez le sonreí y él me acarició la mejilla.
Después de besarnos un poco más, bajó a mis tetas de nuevo, y besándome lentamente llego a mi ombligo, dónde me dió una mordidita suave que me calentó. Entonces porfín llegó hasta mi conchita.
Me recostó boca abajor y luego de acariciarme las nalgas una vez más, me bajó el culotte blanco lentamente, hasta quitarmélo por completo y arrojarlo cerca del colchón.
– Que preciosa cola que tenés pendeja, te la voy a cojer bien duro… – me dijo dándome una nalgada que resonó en la casa vacía.
– Ay! Eso me va a doler…- le dije lloriqueando.- Tranquila mi amor, te la voy a meter despacio y antes te la voy a preparar…- me dijo y me dió otra nalgada, haciendome de nuevo gritar.
El plaf! sonó de nuevo, él disfrutaba teniéndome como prisionera sexual, disfrutaba de mis gemidos. Luego de pasar su mano desde mi nalga hasta mi muslo, bajó su boca hasta mi cola.
Entonces con una mano en cada nalga, las separó dejando a la vista mi pequeña entradita anal.Sin perder más tiempo hundió su boca en mi cola, sentí como me besaba el ano y me lamía la conchita, subiendo y bajando. Sus manos acariciaban mis rosadas y suaves nalgas, mientras que su boca chupaba mi ano y vagina.
Yo gemía sin parar, nunca pensé que un hombre así me diera tanto placer, era increible todo lo que me causaba, y sólo con su boca. Entonces comenzó a succionar mi ano y me metió su lengua.
– Ah….ay! Ah!…- gemí al sentir su lengua caliente dentro de mi.
– Que cola hermosa, todo lo que le falta que le dé, mi amor…- me dijo y luego de darme otra nalgada, volvió a hundir su boca en mi cola.
Le gustaba mucho chupármela, yo ya tenía una cola bien grande y redondita, y ese hombre era el primero en probarla. Me lamió la cola como por media hora, y luego me recostó boca arriba. El inclinó y tomando mis piernas, las colocó en sus hombros, y dejó mi conchita ante su cara.
– Que preciosa conchita, rosada y sin un pelo, eso me gusta de las nenas como vos…- me dijo y me empezó a chupar la vagina.
Me separó los labios y con su lengua recorría de arriba a abajo mi intimidad. Yo gemía y gemía, com mis piernitas lo sujeté y traté de pegarlo a mi lo más que pude. Me quedé mirando mis piernas levantadas en el aire, tenía puestas unas medias blancas cortitas, me veía muy sexy, con mi uniforme en el piso y recibiendo placer de un hombre mayor.
El albañil me la chupó durante un rato, metió su lengua chupándome el clítoris hasta que me dió un orgasmo terrible y acabé en su boca. El se puso de pié y luego se quitó el slip. Entonces salió su enorme verga, medía unos 25 cm, estaba bien erecta, dura y venosa, y sus bolas también.
– Nena, como te voy a cojer la cola- me dijo arrodillándose ante mi, y acariciando mi vagina – como te rompería la conchita, pero no traje condones, te dejaría embarazada y tendría problemas con mi mujer- dijo riéndose y luego se inclino sobre mi.
Me tomó del mentón y me besó en la boca otra vez, a lo que correspondí excitada de nuevo.
– Pendeja, te voy a tratar como a una princesa, sólo porque sos la nena más hermosa con la que estuve, tenés un cuerpo hermoso, y una carita de nena inocente preciosa, cuántos años tenés?
– Diecisieste, recién cumplidos- le dijo mirándolo a los ojos.
– Diecisiete añitos, pero no me importa, sos una pendeja hermosa y no me importa tu edad, yo tengo 52, sabés? Me llamo Antonio, me vas a recordar siempre…
– Me llamo Kiara… y usted… me está dando mucho placer, Antonio. Nunca pensé que mi primera vez sería con un hombre tan grande. Me gusta.- le dije ya muy caliente.Era una locura, pero ya no había vuelta atrás.
– Me alegro preciosa, porque te voy a dar sexo sin parar, no me importa que seas una nena, te voy a hacer mia y voy a ser tu macho…-me dijo también muy excitado y luego me recostó boca abajo de nuevo.
Antonió colocó unos almohadas que había allí debajo de mi cintura, y me dijo que arqueara mi espalda hacia abajo, para que mi cola se levantara lo más que pudiera. Yo puse mi colita en pompa y el me desató las manos, pero sólo por un momento. Luego de quitarme la camisa me las ató de nuevo detrás de la espalda.
– Me gusta tenerte así, tan indefensa, tan hermosa… Me encantás bebota…-me dijo y comenzó a lamerme el ano de nuevo.
Antonio me comía la cola y yo gemía sin parar. Era un hombre mayor y yo una adolescente colegiala, pero nada nos importaba, ni nuestra edad, ni su mujer, ni la sesión de sexo prohibido que estábamos teniendo.
Nunca pensé que terminaría gustándome tanto lo que me hacía, nunca pensé que terminaría gustándome tanto Antonio.El siguio chupeteándome la cola unos minutos más y luego de meter sus dedos, me dijo:
– Ahora vas a sentir lo que es mi verga, nena.
Se arrodilló detrás de mi, yo estaba con la colita levantada a la altura de su cadera, lista para ser penetrada. Me miré, mi piel rosada y suave, comparada con la de él, con su piel bronceada y sudorosa de tanto calor, Antonio estaba a mil.
Desnudita, sólo con medias, nunca me pensé ver así, y con ese hombre, pero ahora venía lo mejor.
– Te voy a garchar esa colita preciosa mi amor!- me dijo y luego de darme una fuerte nalgada, colocó la punta de su pene en mi ano, mientras que con sus manos sujetaba mi cintura y de vez en cuando las apoyaba en mis nalgas para separarlas y ver mejor mi entradita.
Sentí su caliente glande entrar. Sólo su puntita me hizo gritar.Intenté gatear hacia adelante pero el me arrastró de nuevo hacia él, y me dió otra nalgada. Yo levanté mi cola y me quedé quieta.
– Pendeja, te voy a dar hasta sacarme estas ganas que te tengo desde que te conocí, siempre quise comerte esta colita hermosa, sin importarme nada…te voy a hacer mia nena,mia.
Y entonces comenzó a meterme su pene en mi dilatado ano, aunque obviamente me dolió igual. Yo grité de dolor mientras ese enorme miembro entraba en mi colita.
-ahhh!- grité pero él no se detuvo.
Me sujetó con firmeza y metió por completo su verga en mi cola. Además del dolor que me causaba, noté lo era tener ese miembro enorme dentro de mi. Su verga era enorme, estaba dura, caliente, era muy gruesa. La presión que ejercía mi cola sobre su pene lo debía estar volviendo loco.
– Ah… Tu cola es una obra de arte, pendeja. Tiene un sabor muy rico, pero sentirla así es lo mejor…- dijo cerrándo sus ojos y dejándome su verga adentro, sin sacarla.
Después de unos minutos que se me hicieron eternos, comenzó a sacármela, y esta vez a penetrarme en serio. Su cintura iba de adelante para atrás sin parar, mete y saca.De la fuerza con que me penetraba, yo casi me levantada, me empujaba hacia adelante pero no me libraba ya que me sujetaba con fuerza de la cintura.
– ah,ah,ah! Antonio,ya!- le grité suplicando.
– No, mi nena, no! De esta no te salvas!- me dijo y me dió una nalgada mientras que con otra mano me tironeaba del pelo.
Yo quise apartarme pero me sujeto. Luego me siguió penetrando cada vez más fuerte.Su pene entraba y salía de mi colita, me cojía sin parar. Antonio disfrutaba de mi cola y mis gemidos, su verga parecía que estaba a punto de estallar.
Yo comenzé a gemir pero de placer, aún me ardía la cola pero sentir su verga me daba mucho placer.El seguía cojiéndome, mete y saca, pene, colita,pene, colita.Me bombeaba la cola con furia y pasión, sin parar, como si estuviera mucho tiempo sin tener sexo.
Yo levanté mi cola aún más y recoste mi cabeza, mordiéndo una almohada. La faena de sexo continuaba, Antonio me cojía la cola sin piedad. Sus embestidas comenzaban a ser más rápidas y fuertes. Luego se inclinó apoyando ambos brazos a mis costados, quedando arriba de mi en cuatro patas.
– Rica, qué rica que estás nena! Diecisiete años, podrías ser casi mi nieta, mi amor! Pero te voy a cojer sin piedad…- me dijo besándome y mordiéndome el cuello.
Sin dejar de bombearme la cola, comenzó a respirar sobre mi pelo, le gustaba el perfume de mi pelo y mi piel. Yo seguía mordiéndo la almohada y gimiendo de placer.Su verga madura garchaba mi cola de nena sin parar, sus bolas chocaban contra mi conchita con cada embestida mientras que su cintura golpeteaba mis nalgas.
El plaf! plaf! plaf! de mis nalgas y los rechinidos del colchón junto con sus suspiros y mis gritos y gemidos resonaban en toda la casa. Antonio seguia besando mi cuello y penetrándome, lo hacia con pasión, deseándome y satisfaciendo esa hambre de mí que sentía desde hace tiempo, dándome el mayor placer de mi vida.
Me cojió sin parar, el calor del sexo me hacía parecer que nuestros cuerpos se fundían en pasión y placer. Yo estaba como loca, un orgasmo tras otro.Antonio me la metía con ganas mientras acariciaba mi cuerpo de nena, yo sentía su pecho caliente sobre mí. Sentir su peso y su calor de macho me excitó mucho.
Me montó durante un buen rato, yo no nada más entonces se acercó a mi oído y me dijo:
– Te cojería todo el dia, pero sos una nena y no me vas a aguantar. Aguantá un poco más y mi amor que ya acabo en la cola y te lleno de calor…- me dijo y me dió un beso en la cabeza, mientras seguía penetrándome.
Sus embestidas eran más salvajes que nunca, yo gemía y gritaba como gatita en celo, mientras él me garchaba con maestría. Antonió se recostó pegado a mi y su pelvis se pegó a mi cuerpo, haciendo sus penetraciones más rápidas.
– Ah,ah,ah,ah,ah! Aaaaaaah…..ay!!!
– Tomá, nena mala, tomá! Sentí mi pija bien dura en tu cola!- me gritó y comenzó a nalguearme sin parar mientras me besaba el cuello.-Tomá! tomá! tomá! tomá! toma!
-aaaaaaah!- grité casi sin fuerzas.
Antonio me cojió durante los últimos minutos salvajemente.Su pene azotaba mi cola sin piedad y nos daba placer a ambos. En medio de un orgasmo explosivo, me dió las últimas embestidas, hasta que estalló dentro de mi. Eyaculó de golpe y sentí como me llenaba el interior de sémen caliente.
El suspiraba y yo gemía.Seguía penetrándome mientras bombeába y descargaba en mi cola.
– Ah….tomá pendeja…- dijo dándome cada vez más lento y suave, hasta detenerse.
– Ay…mi cola…ah…- dije cerrándo mis ojos y mordiendo de nuevo la almohada.
Nos quedamos en silencio. El seguía encima mio y ya no me penetraba, aunque su verga seguia dentro de mi cola. Sentí como eyaculó de nuevo. Y una vez más, y otra vez.Mi cola estaba rebalsada de semén, su leche caliente brotaba de mi ano porque parecía que no entraba más, y de deslizaba entre mis nalgas y mi conchita.
– Que cojida te pegué, bebita…- me dijo y bajó la vista para ver mi cola aún con su miembro adentro.-te llené de leche nena, te gusta?
– Si, es muy rico… Antonio, me gustó mucho que me hiciera el amor…- le dije dulcemente.
El empezó a penetrarme de nuevo, esta vez más lento y suave, mientras que con una mano me levantó la cabeza y nos besamos en la boca mientras me cojía la colita de nuevo.
Eyaculó de nuevo y me dejó la verga adentro hasta que terminamos de besárnos.Luego se acostó boca arriba y a mi encima suyo.
Yo empezé a besar su pecho peludo y a lamerle las tetillas, mientras él olia mi pelo y me besaba en la frente, acariciándome la cola.Yo besaba su pecho, pasaba mi lengua lentamente entre sus pectorales, con mis manos atadas áun, coloqué mis piernas en su cintura seguimos mimándonos como por 15 minutos.
Nos dimos un beso largo, apasionado, en silencio.Luego el se paró y me desató. Me iba a poner mi ropa pero él lo hizo por mi. Después de vestirnos, el salió primero para ver si había alguien en la calle y luego me avisó que podía salir.
Antes de despedirnos, nos abrazamos y nos besamos.
– Bebita, sos la más hermosa, cojer con vos fué lo mejor de mi vida, sabés? Pero mi mujer me está esperando, tenemos que despedirnos.
– Antonio, usted es mi primer hombre, hacer el amor con usted nunca pensé que me gustaría tanto, gracias…
– Ya nos vamos a ver de nuevo, nena. La próxima vez en mi casa, o en un hotel. Quiero que pasemos una noche juntos. Vos sos mia nada más. Cuídate bebita.
Nos besamos y él se fué para su casa y yo a la mía.Entregarme a él fué mi mejor travesura.
La próxima vez les voy a contar lo que segui pasando con él .
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