Arianna
Soy un hombre maduro, vivo en la Ciudad de México, divorciado y afortunado de haber tenido esta y otra experiencias con chicas jóvenes. .
Conocí a esta chica cuando acudió a mi consultorio para tratamiento dental, el cual duro casi 3 años, en ese momento, ella tendría unos 19 o 20 años. Fue a instancias de ella que empezamos a tener relaciones sexuales, quería hacerlo con un hombre maduro, yo tenía en ese entonces 49 años, actualmente tengo 64 y bueno, fui un afortunado. Fue durante nuestras sesiones de sexo, que me dijo como empezó su vida sexual y la convencí de escribirlo y solo corregí la ortografía y le di forma para hacerlo comprensible, eso digo yo. Espero que lo disfruten, tanto como disfruté yo de esta hermosa chica. Por último, esto empezó en el año 2006 y terminó a mediados del 2009. Gracias por su atención. Saludos
ARIANNA
Hola a todos aquellos que lleguen a leer este relato, el cual es real en todo lo que escribo y que me ha sucedido desde los 10 años, edad en la que inicie de manera accidental mi vida sexual.
Actualmente tengo 15 años y aunque nunca me he considerado una chica bonita, mis amigos y amigas dicen que si lo soy, pues nunca he sido una chica ni presuntuosa o engreída. Siempre había sido una niña alta para mi edad y más bien flacuchona, una tabla se puede decir, hasta que inicié mi vida sexual. Soy una chica que actualmente mido 1.70 de estatura, peso 59 kilogramos, soy morena clara, de cabello negro, ojos castaño claros y soy un poco pecosita.
Mis padres se separaron cuando yo era pequeña, tenia 4 años de edad cuando ellos decidieron divorciarse. Yo, me quede con mi madre, pues así lo determino el juez. Esto lo se, porque mi madre me lo platico recientemente.
Mis padres después de un tiempo decidieron rehacer sus vidas y ambos se volvieron a casar, claro esta, con diferentes personas. Mi madre se casó con un alto ejecutivo de una empresa financiera de nombre Raúl, se casaron cuando yo tenia 9 años, y mi padre se caso con una chica bastante simpática con la que me llevo muy bien, ya que los visito con mucha frecuencia. Somos lo que se puede decir una familia de clase media, y vivimos en una colonia al sur de la Ciudad de México, y bueno el marido de mi madre siempre me trato bien. El es un hombre de aproximadamente 1.78 de estatura y unos 80 kilos de peso, bueno esos eran mis cálculos y no estaba tan lejos, después supe que media 1.76 y pesaba 75 kilos, moreno claro, ojos café oscuros y cabello castaño, no es un hombre guapo, pero si tiene cierto atractivo y mucha personalidad, es un hombre muy seguro de si mismo, pero no presuntuoso ni mucho menos prepotente, es un buen hombre.
Pero bueno, como les decía al principio de mi relato, todo comenzó y sucedió de manera accidental, un día me di cuenta que mi madre se quitaba las panties y se ponía un vestido de amplio vuelo, yo me quede extrañada, pero siendo aun inocente, tenía 10 años, no le di mayor importancia, pensaba que lo hacía por comodidad. Al poco rato, llego mi padrastro y mi madre se dirigió a la cocina a preparar la cena. Yo me encontraba en la sala, terminando mi tarea escolar, pero vi cuando mi padrastro entro en la cocina y escuche que empezó a platicar con mi madre, escuche que ambos reían y escuchaba como se besaban. No le di mayor importancia a este hecho, puesto que esto lo hacían a diario. Al poco rato salieron de la cocina y me llamaron para cenar.
Cenamos normalmente, platicaban entre ellos o me preguntaban como había estado el colegio, acerca de la tarea, etc. Termine de cenar y me dirigí a mi habitación, para arreglar los útiles de la escuela que llevaría al otro día. Por lo que no me di cuenta cuando ellos terminaron de cenar y se dirigieron a la cocina. Pensando que ellos estaban en su habitación, salí de la mía y me dirigí a la cocina a recoger parte del trabajo escolar que había hecho y que había dejado en ese lugar. Conforme me iba acercando, escuchaba susurros, por lo que sentí curiosidad y me acerque sin hacer ruido, de hecho no lo hacia, iba descalza, solo con unas calcetas, por lo que me agache y asome por la pequeña ventana que tiene la puerta de la cocina, la cual, para mi fortuna, se encuentra en la parte baja de la puerta, y cual fue mi sorpresa al ver a mi madre recargada sobre el trastero y con la falda levantada dejando al descubierto sus nalgas, mientras mi padrastro colocado detrás de ella y como empujándola con la parte baja de su estomago, por suerte ellos no se dieron cuenta de que estaban siendo observados. Yo no salía de mi asombro de ver a mi madre en esa situación, situación, que en ese momento yo no entendía. Veía a mi madre gemir y poner una cara que no entendía, pero a las claras demostraba que estaba gozando de lo que le hacía Raúl, su marido. Poco después, me di cuenta que mi padrastro le metía algo que salía de la parte baja de su estomago y que eso era lo que hacía que mi madre gimiera de tal manera. Yo no me pude mover de mi lugar de observación, era tal mi curiosidad que me quede ahí, mirando como ellos se divertían de lo lindo. Mi madre seguía en esa posición, con la falda arriba, las piernas bien abiertas y con mi padrastro atrás de ella, metiendo y sacando esa cosa de entre las nalgas de mi madre. No se cuanto tiempo duro el espectáculo, pero vi cuando mi padrastro, hundía completamente esa cosa en el cuerpo de mi madre y exclamaba:
¡¡Mami, me vengo!! ¿¿Sientes como te lleno de leche mamita??
¡¡¡Siiiii papi, damela toda, así mi amor, asiiiii!!!!! Exclamaba mi madre.
Después de unos momentos que me parecieron eternos, Raúl saco su cosa del cuerpo de mi madre y ella volteándose, se lo metió en la boca y lo empezó a chupar como si fuera la golosina más dulce que podía meter en su boca.
-Mmmmm, que rica verga tienes Raúl, y que rica sabe tu lechita, dame mas- Decía mi madre al chupar la cosa de mi padrastro, yo seguí sin entender que es lo que estaban haciendo, así que cuando vi que mi madre terminaba de chupar la gran cosa de su marido, me levante y me fui a mi recamara, sin saber que pensar acerca de lo que había visto. Deje pasar unos minutos, y nuevamente me dirigí a la cocina para sacar mi trabajo, cuando los vi salir tomados de la mano y muy contentos. No sabían que los había visto. Yo me sentía extraña, pues nunca había visto nada parecido, estaba yo por terminar el cuarto año de primaria, así que mi conocimiento del sexo en ese momento, era igual a nada.
Después de mi primera visión, empecé a observar a mi madre, y me di cuenta que era frecuente que se quitara los panties para andar sin ellos, lo cual hacía antes de que mi padrastro llegara de trabajar. Los llegué a espiar muchas veces, más bien ya se había hecho una rutina espiarlos cuando lo hacían. Así pasaron varios meses sin que ellos supieran que yo los observaba, tiempo durante el cual yo empecé a sentir como escalofríos que hacían que apretara mis piernas para sentir mas rico. Y así, veía como mi madre disfrutaba cuando su marido le metía su cosa, ya en su boca o en su cuerpo, incluso un día, mi sorpresa aumento, pues vi como mi madre se metía la verga (ahora se que así se llama o le dicen) de mi padrastro en su boca y la estuvo chupando por un buen rato, hasta que vi como Raúl le decía con palabras entrecortadas:
¡¡¡Me voy a venir…mamita!!! ¡¡¡Si, continúa mamándola así!!! ¡¡¡Sácame la leche nena, así, me vengo, me vengo!!!
Y como Raúl le hundía en la boca su gran vergota, y mi mamá, diciendo:
¡¡Si mi amor, damela toda!! ¿¿Te gusta como te la mamo papi?? ¡¡Que rica sabe tu lechita!! ¡¡Así, vente mi vida!!
Vi como salía de la verga de Raúl un líquido blanco, que mi madre se esforzaba por no perder, hilos de este liquido, corrían por las comisuras de los labios de mi madre mientras continuaba chupándole la verga a mi padrastro. En determinado momento, Raúl le saco su enorme verga (a mi me lo parecía, mas adelante sabría si tenía o no razón) de la boca y continuo echando ese liquido en la cara de mi madre. Ella entonces usando sus dedos, recogía ese líquido y lo llevaba a su boca donde relamía sus dedos para recoger hasta la última gota del mencionado líquido.
¡¡Que bárbaro eres Raúl, que cantidad de leche has arrojado!! ¡¡Te salía a chorros y que rica sabe!! Le decía mi madre a su marido.
¡¡Es que me la mamaste muy rico mamita!! ¡¡Cada día la mamas mejor!! Le respondía Raúl. –Anda mamita, vamos a la cama, que te quiero coger por ese precioso culo que tienes y darte mi lechita por ahí- ¿¿Quieres putita??
Era la primera vez que escuchaba que Raúl le decía así a mi madre, pero lo que más me sorprendió, fue que mi madre no pareció enterarse y mucho menos molestarse por esa palabra: ¡PUTITA!
Al contrario, su respuesta me sorprendió aun más: ¡¡Claro cariño, cógeme por el culo!! ¡¡Sabes que soy tu puta y puedes cogerme como te plazca!!
Me escondí y vi cuando se fueron a su habitación, por lo que me dirigí hacia la ventana de la recamara de ellos, la cual en esas fechas no cerraban, pues hacía mucho calor. Estaba intrigada por saber y ver como Raúl se cogía por el culo a mi madre. A esa edad, la curiosidad por conocer mas es mayor que nada. Cuando llegue a mi lugar de observación, separe un poco las cortinas y como ellos tenían las luces de su habitación encendidas, no tuve mayor problema en observar plenamente lo que ellos estaban haciendo. Ambos estaban desnudos y entonces vi por primera vez en toda su magnitud la enorme verga de mi padrastro, (ahora ya se que la tiene de 18 cms. de largo y muy gruesa).
Mi madre volvió a hacer lo que hacía cuando los espiaba en la cocina, chupar el enorme aparato de Raúl. Al hacerlo, le decía a la enorme verga:
¡¡Anda bonito, ponte bien duro para Mami!! ¡¡Quiero que te pongas muy dura, para guardarte en mi apretado culito!!
Y mientras mi madre le chupaba la verga, Raúl tomaba un frasco de su cómoda, lo abría y hundiendo sus dedos en el interior saco algo que empezó a colocar entre las nalgas de mi madre, quien abría las piernas para permitirle a su marido colocar esa sustancia entre sus nalgas. Desde mi lugar de observación, podía ver como mi madre le chupaba la verga a Raúl, y podía también ver como este le colocaba esa sustancia entre sus nalgas y como hundía un dedo en el culo de mi madre, sin que esta protestara, era todo lo contrario, le pedía más:
¡¡Que rico mi amor, así, méteme mas tu dedo!! ¡¡Ay que rico lo mueves corazón!! ¡¡Anda cariño, lubrícalo bien para que me metas tu vergota en el culo!!
Raúl no necesitaba mayores incentivos, continuaba metiendo y sacando su dedo de la cavidad posterior de mi madre.
Durante unos minutos el continuo con esta tarea, que mi madre se veía que gozaba al máximo, pero cuando me di cuenta, ya no era solo un dedo el que entraba en el culo de mi madre, eran tres de sus dedos los que se hundían en ella.
¡¡Sigue así papito, dale duro!! ¡¡No pares por favor, no pares!! ¡¡Estoy teniendo un orgasmo!! ¡¡Sssiiiiii!! Exclamaba mi madre, y la veía que sufría una especie de ataques. Mas adelante, comprendería que era lo que mi madre sentía en esos momentos.
Uno o dos minutos después, Raúl saco sus dedos del culo de mi madre. Vi como volviendo a tomar el mismo frasco, tomaba de la misma sustancia y la untaba en la punta de su verga y como ella continuaba recostada pero con las piernas bien abiertas, mi padrastro lo aprovecho y tomando a mi madre por las piernas, las levanto y las abrió mas aun de lo que yo podría creer que mi madre podría abrir y empujando sus piernas hacia el pecho de ella, logro que sus piernas pasaran una a cada lado de su cabeza, dejando a su merced el culo de mi gritona madre. Ella misma tomando con su mano la verga de Raúl, la dirigió hacia su culo y vi como esta se empezaba a hundir en el cuerpo de mi madre, no daba crédito a lo que veía. Era la primera vez que veía como mi madre era poseída por el culo y que además le provocaba mucho placer.
¡¡Con cuidado mi amor, con cuidado!! Le decía a su marido. ¡¡Que grande es tu verga, por favor hazlo despacio, de lo contrario me lastimaras!!
¡¡No te preocupes putita (otra vez esa palabra), te lubrique muy bien tu culito y bien que te la comes por ahí!! ¡¡Anda puta, relaja ese culo para que te la meta toda!! Respondía mi padrastro.
Y así fue que fui testigo de cómo mi madre era cogida por el culo. Yo sentía algo raro, escalofríos recorrían mi cuerpo, y sentía cosquillas en mi partecita, por lo que de manera inconsciente, coloque mi mano en mi parte y me sorprendí cuando la sentí mojada. No sabía lo que me pasaba en esos momentos, pero se sentía bien. Sin saber a ciencia cierta que hacer, tocaba los labios de mi partecita y pasaba un dedo de arriba hacia debajo de mi rajita y que en ese momento se encontraba sumamente mojada.
Yo continuaba azorada por el espectáculo que sin querer y sin saber me ofrecían mi madre y su marido. Vi como poco a poco la verga entraba hasta desaparecer por completo en el culo de mi mamá. Esta al sentir que ya no podía recibir más verga, le pedía a Raúl:
¡¡Anda papi, cógeme muy rico!! ¡¡Hazme sentir otro orgasmo, pero ahora con tu verga bien metida en mi culo!! ¡¡Si, muévete así mi amor!! ¡¡Soy tú puta, y nada más tu puta!!
¡¡No te detengas, lléname de tu rica leche mi amor!!
Mi padrastro se encontraba hincado, con su gran verga bien hundida en el cuerpo de mi madre, su cara denotaba solo placer, y dando inicio a una serie de movimiento de entrada y salida, proporcionaba a mi madre gran placer. La escuchaba gemir y pedir más y más…
¡¡Así papi, así, cógeme duro!! ¡¡Anda, cógeme como la puta que soy!! ¡¡Ay que rico me coges amor!! ¡¡No pares, sigue así, así, mmmmm riiiccccoooo!! Eran las palabras que mi madre le decía a su marido.
Este continuaba metiendo y sacando su enorme cosa, ya lo hacía muy rápido, ya lo hacía muy despacio. Como lo hiciera, mi madre le pedía que no se lo sacara:
¡¡Siiii, no la saques, no la saques!! Imploraba mi madre. ¡¡Estoy en el cielo!!
Yo continuaba como hipnotizada por la escena que se desarrollaba ante mis ojos, cuando de repente me di cuenta que Raúl me miraba fijamente. Me había descubierto, pensé que le diría a mi madre, pero sonriéndome me guiño un ojo y llevándose un dedo a sus labios me dijo que guardara silencio, para continuar penetrando a mi madre.
Yo estaba petrificada, no sabía que hacer, no sabía si quedarme o salir corriendo a mi recamara. Opte por esto último, me di media vuelta y me fui corriendo a mi habitación. Me tiré en mi cama y me cubrí con las cobijas. Aun estaba muy nerviosa por lo que había presenciado, y mis pantaletas, estaban mojadas, pero al mismo tiempo me sentía mal, pues estaba segura de que me regañarían y encima sería castigada, así que trate de pensar en cual sería el castigo que me impondrían, pero seguía sintiendo cosquillitas en mi cosita, por lo que metí mi manita entre mis piernas y de nuevo empecé a tocar primero por encima de mi calzoncito para unos instantes después meter mi mano directamente sobre mi cosita. La sensación era deliciosa, sentía como electricidad corriendo por todo mi cuerpo, hasta que en un determinado momento, sentí una sensación muy agradable que hizo que mi cuerpo se contorsionara y posteriormente entrara en una especie de sueño que me relajo completamente, yo no lo sabía en ese instante, pero fue el primer orgasmo de mi vida.
No podía dormir, la sensación de que sería castigada no me lo permitía. Pero los acontecimientos fueron totalmente diferentes. No se cuanto tiempo paso entre que fui descubierta por mi padrastro y esto que les platico, pero estoy segura de que paso mas o menos una hora. Me encontraba metida en mi cama, cuando oí que abrieron la puerta de mi habitación. Como me encontraba bien tapada por las cobijas no podía delatarme y levantar la cabeza para saber quien había entrado, aunque estaba segura de que era mi madre. Cual sería mi sorpresa al escuchar la voz de mi padrastro y que me decía:
¡¡Sé que estas despierta!! ¡¡Así que vamos a platicar un ratito acerca de lo que viste!!
Al sentirme descubierta, me senté en la cama cubierta por mis cobijas, dispuesta a escuchar lo que me iban a decir y dispuesta a aceptar el castigo que pensaba me iban a imponer. Me dijo que lo que estaban haciendo mi madre y el, lo hacen todas las personas que se quieren. Es algo que les gusta hacer y que no hay nada de malo en lo que ellos hacían. Que si quería preguntarle algo que lo hiciera.
Así que tomándole la palabra, le pregunte que como se llamaba lo que hacían mi madre y el, a lo que respondió: ¡¡Cogíamos!! ¡¡Otros lo llaman hacer el amor!!
Mmm, respondí yo, y entonces le pregunte: ¿¿Por qué mi madre grita y se retorcía cuando le metes tu cosa??
¡¡Porque siente muy rico!! ¡¡Porque le gusta que le meta “mi cosa”!! Respondió con una sonrisa.
Yo le pregunte de nuevo: ¿¿Me van a castigar por haberlos visto hacer el amor??
Y entonces me sorprendió su respuesta:
¿¿Por qué habría de hacerlo?? ¡¡Este es nuestro secreto, tu madre no sabe que nos viste cogiendo!!
Entonces echando a un lado las cobijas, salte de la cama para abrazarlo y agradecerle que no me acusara con mi madre de que los había visto. El me abrazo y dándome un beso en la mejilla me acostó de nuevo y cuando me iba a cubrir con las cobijas, se dio cuenta de que mi calzoncito estaba mojado en el frente.
¿¿Qué has estado haciendo pequeña?? ¡¡Mira como tienes tu calzoncito, muy mojado!!
¡¡No puedes quedarte así!!
Por lo que me pregunto que en donde guardaba mis pantaletas. Señalándole un cajón, le dije: ¡¡Ahí, en el cajón de en medio!!
Abriendo el cajón, saco un calzón limpio y se dirigió hacia mi, me pidió que me quitara el calzón mojado, lo cual hice de inmediato, pero al quedar sin calzoncitos frente a mi padrastro, este tuvo una vista perfecta de mi partecita aun mojada por el trabajo de mis dedos, por lo que se me quedo mirando y me dijo:
¿¿Te has estado tocando Ari?? ¿¿Sentiste rico al tocarte??
A lo que respondí: ¡¡Si, me estaba tocando cuando los veía y me toque cuando llegue aquí, y si sentí muy rico!! Y añadí, ¡¡Pero aun me siento extraña!!
Entonces el dijo: ¡¡Algo debemos de hacer para aliviar eso que sientes!! ¿¿Me dejas ayudarte??
Yo no sabía que responder, solo atine a decir: ¿¿Y mi mamá??
¡¡Ya esta dormida!! Respondió el.
Al escuchar esto, le dije entonces: ¡¡Si, está bien!!
Tomándome en sus brazos. Mi padrastro me recostó en mi camita y como ya me encontraba sin calzones, no le fue difícil empezar a tocar mi partecita. Empezó primero a tocarme con sus dedos, yo empecé a sentir muy rico, su dedo tocaba una parte que me hacía sentir aun mejor de lo que yo había logrado hacerme sentir con mis propios dedos. De nuevo, mi cosita se mojo, a lo que el dijo:
¡¡Mira, vaya que eres una diablita caliente!! ¡¡Quien lo iba a decir, eres igual de caliente que tu madre!! Y terminando de decir esto, me abrió mis piernitas y metiendo su cabeza entre ellas, empezó a chupar mi cosita. Si la sensación que me provocaban sus dedos era muy rica, al usar su lengua rápidamente me hizo sentir muy rico, sentía como escalofríos recorriendo mi cuerpo y empecé a retorcerme, hasta que sentí algo mas intenso que lo que yo me había podido provocar.
De esta manera fue como inicie mi vida sexual, fue la primera vez y por supuesto no sería ni con mucho la última.
Después de haber provocado esto, mi padrastro, me puso el calzón limpio y me acostó para cubrirme con las cobijas y dejarme dormir plácidamente, no sin antes decirme: ¡¡Ari, este será nuestro secreto!! ¡¡Nadie puede saberlo, ni tu madre!! ¡¡De lo contrario, nos alejarían y no volveríamos a hacerlo!!
A lo que contesté: ¡¡No se lo diré a nadie, te lo prometo!!
De esta manera, ambos nos convertimos en cómplices y disfrutábamos de lo que hacíamos, sin que mi madre se diera cuenta de lo que pasaba entre su marido y su hija.
El acudía a mi recamara casi todas las noches a chuparme mi cosita, lo cual yo gozaba enormemente, pero sentía que quería algo mas sólido, y sabía por lo que había visto que el me lo podía dar.
Una de esas noches que mi padrastro acudió a mi recamara, después de chuparme mi cosita y hacerme tener un orgasmo mas, le pedí que me dejara ver su verga, primero se negó, diciéndome que aun no estaba preparada. Pero le insistí y a final de cuentas me permitió verla.
Cuando la tuve ante mí exclamé: ¡¡Que grande es!! ¿¿Me dejas tocarla??
¡¡Si, puedes hacerlo pequeña!! ¡¡Tócala con mucho cuidado!!
Así que la tome entre mis manos y empecé a moverla como había visto a mi madre hacerlo. Mi padrastro me dijo: ¡¡Lo haces muy bien Ari!! ¿¿Dónde aprendiste a hacerlo??
Y le dije: ¡¡Viendo a mi madre como te lo hacía!! ¡¡Tenía tiempo de ver como cogían en la cocina primero y en su recamara después!!
¡¡Vaya!! Exclamó y riendo me dijo: ¡¡Igual de puta que la madre!!
Esa exclamación me gusto y me hizo sentir orgullosa, yo también era una putita. Continué moviendo mis manos a lo largo de su enorme verga, lo cual le provocaba gran placer, lo que demostraba por las exclamaciones de placer que salían de su boca.
¡¡Así pequeña, muévela así!! ¡¡Que ricas manitas tienes nena!! ¡¡Si continuas moviendo así tus manitas, harás que me venga pequeña!!
Sabedora de lo que decía, me aplique mas a hacer que mi padrastro se viniera. Quería hacerlo con mi boca, pero sentía temor del sabor que tuviera su leche, y aunque ya había visto a mi madre beberla, no estaba segura de querer hacerlo de esa manera, aunque a decir verdad, moría por metermela en la boca. Así que volteando a ver a mi padrastro, abrí mi boquita y metí lo que pude de su enorme verga, lo chupaba como había visto hacerlo a mi madre, o como yo creía que ella lo hacía. Por lo que Raúl viendo eso, empezó a decirme como hacerlo:
¡¡Que rica nena!! ¡¡Chúpalo como si fuera una paleta!! ¡¡Anda, así, así muñeca!! ¡¡Ah que rico me mamas la verga pequeña!! ¡¡Usa tu lengua putita!!
Hice lo que me decía, lo chupaba como una paleta. Pensé que su sabor seria raro, pero no, sabía un poco saladito, rico. Lo metía y lo sacaba de mi boca y cuando hacía esto ultimo, trataba de meter mi lengüita en el pequeño orificio que tiene en la punta de la verga. Mi padrastro, se retorcía de placer y poco a poco fui mejorando mi manera de mamar su verga. Seguí chupándole su enorme cosa, hasta sentir como se inflamaba la punta que tenía metida en mi boca, para unos segundos después sentir como la lechita de mi padrastro salía por la punta de su verga para llenarme la boca primero y no pudiendo recibir mas leche, la saque para recibir un chorro en mi cara y otros mas en mis manitas. Trataba de comer su leche, que tenía un sabor extraño, hasta que finalmente pude hacerlo y aunque no me agrado esa vez logre tragar toda la leche que arrojo en mi boca. Después de esta primera vez, no paso mucho tiempo para que le tomara sabor a su lechita y ahora me encanta hacerlo venirse y logro tragarme todo lo que arroja en mi boquita.
¡¡Fue fantástico lo que me hiciste pequeña!! ¡¡Serás una gran mamadora de vergas!! ¡¡Te lo garantizo pequeña putita!! Me decía mi padrastro cuando recobró el aliento.
Yo continuaba acariciándole y chupándole su verga limpiando la lechita y mientras el me limpiaba la cara y las manos con una toalla que había acercado.
¡¡Sabe raro tu lechita, pero me gusto!! Le dije.
¡¡Así pasa la primera vez!! ¡¡Pero ya verás que acabará gustándote mucho!! Respondió.
¡¡Lo se!! ¡¡Se ve que a mi mamá le encanta!! Dije a mi vez.
Y el a su vez dijo: ¡¡Así es, le encanta!!
Después de este dialogo, mi padrastro se levanto y tomándome entre sus brazos, me beso en la boca. Algo que no había hecho, y me gusto. Esta ocasión no solo me dejo mamarle la verga, sino que se vino en mi boca, tragué por primera vez su lechita y por primera vez me beso.
Fue muy rico, nos besamos largamente y al hacerlo me acariciaba mi desnudo cuerpo, me tocaba mis nalguitas, me abrió las piernas y me metió un dedo en mi cosita, consiguiendo humedecerla casi de inmediato. También acaricio y beso mis infantiles pezones, lo cual me agrado muchísimo. Yo estaba parada sobre mi cama, por lo que colgándome de su cuello, enrolle mis piernas alrededor de su cintura, con lo cual pudo meter a placer sus dedos entre mis piernas y tocar mi cosita, al mismo tiempo que continuábamos besándonos. Yo sentía como su verga se iba parando paulatinamente y como la punta tocaba mi cosita, haciéndome perder el control. Sentir como la punta de su verga se quería meter en mi cosita fue riquísimo. Pero el no lo permitió. Me dijo que aun no era tiempo, que lo haríamos y que no desesperara.
Yo quería que ese día me metiera su cosota, pero no pude convencerlo. Para compensarme, me recostó en mi cama y abriéndome las piernas me dió una chupada que me hizo ver las estrellas. Y como les había dicho, este día, sucedieron muchas cosas, ya que no solo me chupo mi cosita como solía hacerlo, ese día también, hizo algo que no sabía que me encantaría, bajando un poco su cabeza, empezó a pasar su lengua por mi culito, la sensación era increíble, pasaba su lengua ya de mi cosita a mi culito. Y aun hizo algo mas, empezó a meterme un dedo en mi culito, al principio la sensación es extraña, pero en cuanto me acostumbre, y por la manera en que lo metía y lo sacaba, me hizo tener el orgasmo más intenso en mi corta vida.
Después de recuperarme de este placentero tratamiento y viendo que su verga estaba dura, le dije que se acercara. Al hacerlo la tome entre mis manos e hincándome ante el se la volví a mamar como el me había enseñado, hasta hacerlo venirse de nuevo en mi boquita, y esta vez pude beber la mayor parte de la lechita que echo su verga. Me seguía sabiendo raro, pero logre tragarme toda la leche que me echo en la boca. Le estaba agarrando sabor.
Pasado esto, se retiro a sus habitaciones y yo me quede profundamente dormida. Esto que les platico, estuvo pasando por aproximadamente 6 meses, solo nos chupábamos mutuamente hasta provocarnos intensos orgasmos, aunque últimamente, me metía uno o dos dedos en mi culito sin que sintiera molestia alguna cuando lo hacía, sabía bien lo que vendría mas adelante y lo deseaba vehementemente.
Mi madre por su trabajo, viaja constantemente y sale de la ciudad por algunos días, lo cual era aprovechado por su marido para hacerme lo que le viniera en gana. Fue en uno de estos viajes que mi madre tuvo que ausentarse de la ciudad por 5 días, que mi padrastro aprovecho para tomar mi virginidad.
Sabiendo que no habría nada que se lo impidiera, ese día llegó mas temprano que de costumbre, despacho a la muchacha que nos ayudaba con los quehaceres y tomándome de la mano, me llevo a su recamara, donde después de besarnos y acariciarnos nos desnudamos para continuar tocándonos mutuamente. Unos instantes después, mi padrastro empezó a chuparme mi cosita como nunca lo había hecho. Me chupaba y me metía un dedo en el culo, lo cual me encantaba. Cuando estaba a punto de alcanzar un intenso orgasmo, se levantó y colocándome en la orilla de la cama, me tomo de los tobillos y me abrió las piernas para colocar su verga a la entrada de mi cosita. Me decía:
¡¡Abre bien tus piernitas nena!! ¡¡Te voy a meter la verga en tu cosita!! ¿¿No es lo que querías putita??
¡¡Si, metémela por favor!! Imploraba.
Yo mantenía mis piernas lo mas abiertas posible mientras veía a mi padrastro tomar su verga, poner la punta en la entrada de mi cosita y moverla de arriba debajo de mi cosita, haciéndome sentir muy rico.
¡¡Ya metémela por favor!! Le pedía yo.
¡¡Tranquila, tenemos mucho tiempo!! ¡¡Y hay que hacerlo con cuidado!! ¡¡Estas muy estrecha y no quiero lastimarte!! ¡¡La tengo muy grande!!
El continuaba moviendo su vergota de arriba debajo de mi cosita, y al detenerla, con los dedos de su mano libre, me abría mi cosita para meter poco a poco su vergota. Yo sentía como se abría mi cosita poco a poco, mientras el con mucha paciencia continuaba moviendo la punta de su verga a lo largo de mi rajita.
Su paciencia rindió frutos, logro finalmente meter la punta por completo en mi cosita. Yo estaba super excitadísima, por fin me estaba cogiendo. El no tenía prisa en terminar su labor, se veía que estaba disfrutándolo. Poco a poco sentía como su verga se iba metiendo en mi cosita. Iba ganado terreno, hasta que llego y topo con un pequeño obstáculo: mi virginidad.
Al tocar mi himen intacto aun, pero no por mucho tiempo, sentí dolor. Y se lo dije:
¡¡Ayyy, me duele mucho!! ¡¡Sácalo, me duele!!
¡¡Espera un momento, me quedare quieto para que te acostumbres!! Contesto.
Sabía que así pasaría, pero aun así sentía mucho dolor y temor. El permaneció quieto, metido hasta donde le permitía mi virginidad. Recostado sobre mi, me beso apasionadamente, al tiempo que acariciaba mis pezoncitos, en ese momento muy duritos por las caricias de mi padrastro. Yo me tranquilicé cuando me empezó a besar, no se movía en lo absoluto, solo sentía como palpitaba en mi interior la parte que ya había entrado. Permanecía con las piernas bien abiertas y mi padrastro recostado sobre mi, besándome y acariciando todo mi cuerpo.
Después de unos minutos de este tratamiento, y de haber aumentado nuevamente mi placer, mi padrastro inicio una serie de movimientos de entrada y salida de su verga de mi cosita. La sacaba y la volvía a meter, hasta tocar la membrana que le impedía entrar totalmente en mí. Mientras se moviera y no tocara esa membrana, yo sentía solo placer, el problema era cuando la tocaba, me dolía. Pero poco a poco, mi membrana iba cediendo ante el empuje de la verga de mi padrastro, hasta que después de varios minutos de sacarla y meterla, en un fuerte y súbito impulso, mi himen cedió, rompiéndose y permitiendo la entrada completamente de la gran verga de mi padrastro.
Al sentir que mi himen se rompía, sentí un dolor agudo y grite pidiéndole que me la sacara, que me lastimaba:
¡¡Por favor sácamela, me duele mucho!! ¡¡Ayy me duele mucho, para, para por favor!! Gritaba yo, tratando de empujarlo fuera de mí.
Raúl al sentir que había pasado la barrera que le impedía gozar de mí totalmente, empezó a meter y sacar su vergota de mi cosita. Bien sabía el que esos movimientos me ayudarían a superar el dolor del rompimiento de mi himen.
¡¡Tranquila pequeña, ya lo peor ha pasado!! ¡¡Veras que pronto empezarás a sentir muy rico!! Me decía el.
Yo no estaba segura de lo que me decía, el dolor aun persistía, aunque a decir verdad, iba disminuyendo poco a poco. Así que no tenía otra opción que creer en sus palabras. Me tranquilicé y le deje hacer lo que le viniera en gana. El continuaba con sus movimientos de entrada y salida. Y poco a poco, empecé a sentir como el dolor cedía y mi placer empezaba a crecer. Unos minutos después de esto, ya no sentía dolor, sentía como ardor, pero no me dolía. Entonces sacando fuerzas no se de donde, puse mis piernas alrededor de su cintura y las enrollé en su espalda, permitiéndole meter y sacar su enorme verga con mas facilidad. Mi placer aumentaba a cada momento. Sentía como el enorme instrumento de mi padrastro entraba y salía de mi cuerpecito, provocándome intensas sensaciones placenteras, hasta hacerme alcanzar el primer orgasmo con la verga de mi padrastro bien hundida en mi cuerpecito.
El sabía que ya me tenía a su plena disposición, y continuaba metiendo y sacando su duro miembro de mi cosita, no me dejaba reposar, no permitía que mi placer disminuyera en lo absoluto, continuaba con su tarea, entraba y salía, provocándome otro orgasmo, aun mas intenso que el primero. Para entonces ya había perdido el miedo, el dolor ya no existía en lo absoluto, solo placer recorría mi cuerpo, sentía como el enorme miembro entraba y salía, no dándome tregua y provocándome sensaciones que nunca antes había sentido. El no se detenía, continuaba con su labor, hasta que sentí como se hinchaba su vergota, ya sabía por experiencia lo que esto significaba, instantes después sentí por primera vez como se venía dentro de mí, arrojaba chorros de leche, se sentía increíble. Totalmente hundido, continuaba arrojando leche, lo que me provoco un último e intenso orgasmo. Lo sentía bien metido en mi cuerpo, hasta que después de unos instantes, recostándose enteramente sobre mí, respiraba agitadamente y me besaba, diciéndome:
¡¡Pequeña putita, fue la mejor cogida de mi vida!! ¡¡Tu cosita me aprieta la verga como un guante!! ¡¡Eres deliciosa!!
¡¡Me dolió mucho cuando me lo metiste!! ¡¡Pero después me hiciste sentir muy rico!! ¡¡Me gusto mucho lo que me hiciste sentir durante este tiempo!! Respondí.
¡¡Si, se que te dolió mucho, perdóname, no era mi intención lastimarte!! ¡¡Pero no había otra manera de hacerlo, además fuiste muy valiente al aguantar el dolor!! ¡¡Ya viste que después de eso no había nada que temer y si mucho que gozar!! Me volvió a decir.
¡¡Si, me gusto mucho después de que paso el dolor!! ¡¡Espero que no me vuelva a doler!! ¡¡Sentí muy rico cuando te veniste dentro de mi!! Volví a responder.
¡¡Verás que ya no habrá dolor!! ¡¡Solo placer vas a tener!! Dijo el.
Después de este dialogo, y ya más tranquilos me saco su enorme verga de mi cosita, y al hacerlo me dijo:
¡¡Quédate así, déjame limpiar tu cosita!!
Yo me quede recostada con las piernas bien abiertas mientras el se dirigía al baño y volvía con una toalla y una pequeña bandeja con agua, con lo cual limpio mi cosita.
Poco después de esta limpieza, me cubrió con las cobijas de su cama y se acostó a mi lado a dormir.
Dormimos hasta tarde, y obvio ese día no fui a la escuela. Pues me molestaba al caminar, y no era cuestión de dar explicaciones. Mi padrastro me cuido ese día, me aplico fomentos de agua caliente y me dio a tomar una pastilla para el dolor. Me llevó de comer a la cama y me mimo todo el día. En agradecimiento a sus atenciones y antes de dormir, le di a mi padrastro una mamada hasta hacerlo venirse en mi boquita. Como ya le había tomado gusto a su lechita, la tragué toda, sin desperdiciar una sola gota. Después de esto, dormimos nuevamente juntos.
Con las atenciones de mi padrastro, el siguiente día, el dolor desapareció casi por completo, ya podía caminar bien sin tener molestia alguna. Volví a la escuela y mi padrastro regreso al trabajo. Por la tarde, el volvió temprano, para saber como seguía.
¿¿Cómo te sientes hoy?? ¿¿Aun te duele?? Pregunto al quedarnos solos.
¡¡Me siento bien!! ¡¡Ya no me duele nada!! ¡¡Pude hacer mis cosas bien y no me dolió nada!! Conteste.
¡¡Ah que bueno!! ¡¡Me parece muy bien!! ¿¿Quieres que lo hagamos de nuevo?? Me dijo.
Yo estaba ansiosa de volver a hacerlo, quería comprobar que ya no dolería, así que le respondí:
¡¡Claro!! ¡¡Hagámoslo de nuevo!!
Esta vez fue la sala el mudo testigo de nuestro encuentro sexual. Sacándose la verga me llamo y colocándome de frente a él, me quito mis calzoncitos dejándome puesta la falda del colegio, posteriormente me hinco encima de el y con la verga ya fuera de sus pantalones, la coloco a la entrada de mi cosita y dejándome caer, poco a poco me la fue metiendo hasta sentir como mis nalguitas chocaban con sus muslos. Ya no hubo dolor. Solo sentí placer al sentir como su verga iba entrando lentamente en mi cuerpo. Por consejo suyo, empecé a subir y a bajar, metiendo y sacando con estos movimientos su enorme instrumento, lo que me provoco oleadas de placer que nuevamente recorrían mi cuerpo. No tarde en tener mi primer orgasmo.
¡¡Ay que rico se siente!! ¡¡Esta enorme y me cabe toda!! Decía yo.
¡¡Así es mi putita, te cabe toda!! Me dijo él.
Yo continuaba subiendo y bajando sobre el enorme instrumento y como estaba de frente a él, lo abrazaba y lo besaba lo cual incrementaba el placer de ambos. Poco a poco, me fue quitando la blusita, dejándome solo el corpiño que usaba en ese tiempo, pero poco duro en su lugar, también me lo quito, dejando mi torso desnudo y a disposición de sus dedos y su boca. Besaba y chupaba mis nada desarrolladas tetitas y veía como se ponían rígidos mis pezones, provocando e incrementando nuestro placer.
Cabalgaba como poseída su enorme verga. Durante varios minutos subía y bajada del instrumento que se encajaba en mi cuerpo y que me producía un placer inmenso. Las manos de él, recorrían mi cuerpo, ya tocaban aquí, me agarraba las nalgas las cuales cabían perfectamente en sus manos, pues era muy flaca como ya les había dicho, y metía un dedo en mi culito, y al hacerlo provoco que tuviera un gran orgasmo. Apretaba mis muslos para sentir aun más su enorme instrumento bien clavado en mi cuerpo. Instantes después, sentía como se inflamaba y empezaba a arrojar chorros de leche en el interior de mi cosita. Un nuevo orgasmo me alcanzaba. El continuaba bien metido en mi cosita y yo me sentía cada vez mejor. Poco tiempo después, levantándome de tan rico asiento, pero con la verga aun bien dura, me coloco en el sillón hincada y levantándome la faldita del colegio, me la volvió a meter, pero esta vez entro en mi cosita desde atrás. Me cogía muy rico, su vergota entraba en mi cosita sin sentir la mas mínima molestia, solo había placer. El tenía completo control, me agarraba de la cintura y se hundía totalmente. La sensación era increíble. Tenerlo bien adentro era muy rico. De repente empezó a darme nalgadas, me sorprendió pero me gusto. Mientras me decía:
¡¡Esto es para que aprendas a no ser una niña mala!! ¡¡Tienes que aprender a ser la putita de papá!!
Yo me dejaba hacer, me gustaba lo que me hacía. Continuaba metiendo y sacando su enorme verga causándome gran gusto con sus movimientos. Sentía cuan profundamente entraba en mi cuerpo. No daba crédito a lo que sentía, a mi edad, 11 años cumplidos, ya cogía y me metía una verga de 18 cms de largo y bastante gruesa, lo que mis amigas del colegio ni siquiera imaginaban, y que me producía enorme placer. Mi padrastro me acariciaba mis nalguitas y las abría para meterme un dedo en mi culito, lo que el sabía que me gustaba mucho. Entraba y salía de mi cuerpo, una y otra vez, ya había tenido varios orgasmos, cuando finalmente sentí como su lechita se derramaba de nuevo en mi interior, no había sensación mas placentera que sentir como su leche salía de su enorme miembro. Uno, dos, tres chorros o más eran enviados al interior de mi cuerpo. Yo solo sentía, y con cada cogida que me daba mi padrastro, me volvía más puta, era ya su pequeña putita. Ya el dolor de la primera cogida era cosa del pasado, ya solo sentía mucho placer.
Después de unos instantes y recuperados de tan intensa actividad, descansábamos en la sala, acariciándonos y besándonos. Yo solo vestía la faldita del colegio, pues el me había quitado lo demás. En esa situación, mi padrastro recorría cada parte de mi cuerpo. Tocaba mi culito y poco a poco metía un dedo en él, hasta lograr meterlo en su totalidad. Mientras el hacía esto, yo me regodeaba tomando entre mis manos su verga, ya para entonces nuevamente dura, y después de unos instantes, empezaba a mamarla como él me había enseñado a hacerlo. Chupaba la cabeza y usaba mi lengua, provocándole mucho placer a mi padrastro, la chupaba toda, de arriba abajo, a todo lo largo de su enorme instrumento, mientras que hacía esto, con una mano sostenía la bolsa con los testículos, hasta que me pidió que se los lamiera, lo cual hice con mucho gusto de mi parte y gran placer por parte de él. Chupaba la cabeza, usaba mi mano para incrementar su placer, le lamía las bolas como a el le gustaba. El se encontraba sentado en el sofá, con las nalgas apoyadas en la orilla y yo me encontraba hincada entre sus piernas, chupando y lamiendo todo su aparato genital, chupaba su enorme miembro y lamía sus bolas. En eso estaba, cuando tomando su instrumento y sus bolas, las jalo hacia arriba, dejando al descubierto su peludo culo, pidiéndome que se lo lamiera. Recordando que el me había hecho lo que me pedía, no me negué a hacerlo, por lo que bajando mi cabecita, use mi lengua para lamerlo, mientras que con una mano, continuaba acariciando su vergota. Así estuvimos unos minutos hasta que me pidió que volviera a mamarle la verga, lo cual hice de inmediato, para en pocos instantes recibir en mi boca su caliente y espesa lechita, la cual como les he platicado, me encantaba recibir y tragar. Ni una sola gota salió de mi boca, la tragué toda, era una delicia. Poco después y tras lavar mis partes íntimas, mi padrastro y yo fuimos a cenar, pues mucha falta nos hacía para recuperar las fuerzas perdidas en nuestros ardientes encuentros.
Me llevó a cenar a un restaurante de comida japonesa, pues sabe que me gusta mucho, iba yo vestida con el uniforme del colegio, falda, blusa y sweater, pero debajo de la falda, no llevaba nada, me pidió que no me pusiera mis calzoncitos, petición a la cual accedí gustosa. Durante los trayectos de ida y regreso, me fue acariciando mi cosita, excitándome y haciendo que se mojara. Hundía para placer mío uno o dos dedos en mi cosita, provocándome un orgasmo antes de llegar al restaurante. Yo me deje hacer, recostándome en el asiento del auto, abría mis piernas para que metiera sus dedos tan profundamente como pudiera. Fue muy rico.
De regreso en casa, ambos veníamos muy calientes, por lo que de solo entrar y cerrar la puerta, me hizo recargarme sobre la mesa del comedor y levantándome la falda y abriéndome las piernas, nuevamente me volvió a coger desde atrás, con sus dedos abrió mi cosita y poniéndome la punta de su miembro, empezó a meterla lentamente. Yo sentía como su enorme instrumento se abría paso hasta que sentí que su estomago chocaba con mis nalguitas. El se quedo quieto por unos instantes, no se movía yo solo sentía como palpitaba su verga bien hundida en mi cuerpo. Unos instantes después, empezó a moverse lentamente, me tomo de la cintura y se hundía profundamente, arrancándome gemidos de placer.
¡¡Mmmmm, si, que rico!! ¡¡Mételo despacio!! ¡¡Aaayyy, mmmmm!! Recuerdo que decía yo.
¿¿Te gusta como te cojo putita?? Preguntaba mi padrastro.
¡¡Siiii, mmee guuusta muchooo!! ¡¡Mmmmm, mmmm. Ay si!! Respondía yo.
Y continuaba metiendo y sacando su gran verga para deleite de ambos, sentía como se deslizaba en mi cosita llenándome por completo. Fueron unos 15 minutos que me tuvo así, tiempo durante el cual me vine 3 o 4 veces, mientras mi cabeza reposaba sobre la mesa y mis manos se aferraban a las orillas de la misma. Siguió una serie de estocadas rápidas pero profundas, al final de las cuales Raúl, al tiempo que dejaba escapar un suspiro, empujó hasta lo más hondo y comenzó a vomitar en mi interior un verdadero diluvio de semen. Chorro tras chorro brotaba de su verga mientras él, con los ojos en blanco y los labios temblorosos, llegaba al éxtasis.
¡¡Ari me voy venir!! ¡¡Ya, me vengo preciosa, me vengo!! Decía al tiempo que arrojaba chorros de leche en mi interior. Yo al sentir la descarga, solo pude empezar a gemir.
¡¡Mmmm, mmmm!! Gemía al sentir como se derramaba en mi interior.
Tomándome por la cintura, hundió tanto como pudo su verga, permaneciendo quieto, mientras se venía. Instantes después sacando su miembro de mi cosita, sentí como la leche me corría piernas abajo, por lo que tomando una servilleta, me limpie como pude para no manchar mi uniforme ni mis zapatos.
No bien me termine de limpiar cuando mi padrastro me abrazo y me lleno de besos y caricias, mismas que correspondí, pues aún me encontraba muy excitada por la cogida que me había dado. Nos dirigimos a su recamara donde después de un buen baño, nos acostamos a dormir y a recuperar energía, pues tanto placer nos había agotado a los dos.
Aun faltaban dos días para que mi madre regresara de su viaje de trabajo, así que los aprovechamos al máximo. Por la mañana mi padrastro me llevo a la escuela. Durante el trayecto me pidió que me quitara las pantaletas y me fue acariciando y metiendo los dedos en mi cosita haciendo que tuviera un orgasmo antes de llegar. Fue fantástico. Llegamos nos despedimos y yo entre al colegio y el se fue a trabajar, quedando de vernos en la casa por la tarde. Solo pensaba en lo que iba a pasar en la tarde, en lo que me iba a hacer mi padrastro, por lo cual estuve muy distraída en las clases. Nada más tocaron el timbre de salida, para que saliera corriendo al transporte que me regresaba del colegio.
Llegando a casa, hice lo mismo que vi a mi madre hacer, me puse una faldita que me cubría un poco más debajo de la mitad de mis piernas y me quite mi pantaleta. Mi cosita se mojaba al pensar en lo que pasaría mas tarde. Para pasar el tiempo esperando a mi padrastro, hice mis deberes de la escuela para no provocar que me llamaran la atención. El llegó como a las 5 de la tarde, yo estaba en mi recamara recostada boca abajo terminado una lectura, cuando el entro. La falda se me había levantado, dejando ver la mitad de mis nalguitas, así que eso fue lo primero que vio Raúl al entrar, mis nalguitas desnudas.
¡¡Wow!! ¡¡Que ricas nalgas tienes Ari! Me dijo, al tiempo que arrojaba su saco y empezaba a quitarse el pantalón, para quedar solo con el bóxer que acostumbra usar, los cuales no ocultaban la erección que ya tenía. Recostándose a mi lado, de inmediato empezó a acariciar mis nalguitas y a meter un dedo en mi cosita la que para ese momento se encontraba mojada por la excitación. Al tiempo que esto hacía, me besaba ardientemente, caricia a la cual respondía.
Ven, mi niña bonita —dijo él—. Déjame que te coja; déjame disfrutar de tus cositas que tanto placer me causan. Te llenaré de lechita caliente. Eres mi putita ¡ven!
Qué forma de tocarme! Murmure, abriendo voluntariamente mis piernas a las temblorosas manos de mi padrastro, mientras este casi me ahogaba al darme deliciosos besos. En un momento determinado mi complaciente mano apresó su rígido miembro.
¿Cómo lo ves Ari, no es grande? Me preguntaba mi padrastro. ¡¡Ah, cómo me excitas, Ari!! Tu manita, que rico se siente. ¡Ay! ¡Me muero por meterlo hasta el fondo de tu estrecha cosita! ¡Bésame, nena!
¡¡Qué gusto! —murmure—. Quiero que me lo metas. Y en ese momento la roja punta del rígido miembro entró en mi boca. Con la mayor avidez recibí el duro y palpitante objeto entre mis labios y admití tanto como pude de ella. Comencé a lamer alrededor con mi lengua, y hasta trate de introducirla en la roja abertura de la punta. Estaba excitada hasta el frenesí. Mis mejillas ardían, mi respiración iba y venía con ansiedad. Me aferré más aún al miembro de mi caliente padrastro, y mi juvenil y estrecha cosita palpitaba de placer anticipado. Hubiera querido continuar cosquilleando, lamiendo y excitando el duro miembro, pero Raúl me hizo seña para que me detuviera.
Espera un momento, putita —suspiró—, vas a hacer que me venga.
Solté el enorme miembro y me eche hacia atrás, de manera que no dejara por un solo momento de prestar ansiosamente atención a las extraordinarias dimensiones del miembro de mi padrastro.
Yo me estremecía de placer, entretanto Raúl, enardecido por el delicioso jugueteo con el que estuve entretenida, se puso de pie y me puso de espaldas en la cama, y encaminando la punta gruesa y caliente hacia mi húmeda hendidura, la empujó con fuerza dentro de mi cosita. La humedad que lubricaba mis partes facilitó la entrada de la cabeza y la parte delantera, y el miembro de mi padrastro pronto quedó hundido. Siguieron fuertes embestidas, hasta que sentí como sus bolas chocaban con mis nalguitas, la tenía completamente metida. La excitación era tremenda, por lo que me abrí de piernas hasta donde me fue posible para permitirle hundirse según su deseo en la posesión de mi cuerpo.
Un ahogado lamento escapó de mis labios cuando sentí aquella gran verga, dura como el hierro, presionando y dilatando mi cosita con su gran tamaño. Tan pronto como Raúl se sintió firmemente alojado en mi cuerpo debajo de él, refrenó su ansiedad. Pasó sus manos temblorosas sobre mis caderas, y apartando mis ropas, me metía su verga con la que a cada sacudida me frotaba deliciosamente.
Después de unos 15 minutos de tan placentero tratamiento, Raúl aceleró su trabajo. Con fuertes embestidas se enterraba en mi cuerpo que yacía debajo de él. Apretó fuertemente hacia adelante, y yo enlacé mis brazos en torno a su cuello. Su instrumento había penetrado profundamente en mi sexo, provocándome oleadas de placer que recorrían mi cuerpecito.
¡¡Ay, Dios!! —grite—. ¡¡Me estás matando…!! Me muero… ¡¡Me estoy viniendo!! Y dejando escapar un grito abogado, me vine, inundando el grueso miembro que tan deliciosamente me estaba cogiendo. El largo miembro engruesó y se enardeció todavía más. También sentí como la punta se hinchó, y todo el aparato parecía que iba a explotar. Raúl, también completamente enardecido, y sintiendo su enorme verga atrapada en mis infantiles carnes, no pudo aguantar más, y agarrando mis nalgas con ambas manos, empujó hacia el interior toda la tremenda longitud de su miembro y descargó, arrojando los espesos chorros de su fluido, uno tras otro, muy adentro de mi estrecha cosita. Un gemido como de bestia salvaje escapó de su pecho a medida que arrojaba su cálida leche.
¡¡Ah, ya viene!¡La siento!! ¡¡Ah, qué rico!!
Mientras tanto la verga de mi padrastro, bien hundida en mi cuerpo, seguía echando por su hinchada cabeza el semen que me inundaba plenamente.
¡¡Que caliente se siente, que rico!! Se recostó sobre mí y me beso fuertemente en la boca, mientras yo lo tenía bien abrazado a mi cuerpo, acostado sobre mí me acariciaba las nalgas sobándolas suavemente.
Agotados por la cogida nos recostamos y estuvimos platicando de lo rico y sabroso que había estado el encuentro y del placer que habíamos tenido. Unos 30 minutos después y sin haber dejado de acariciarnos y besarnos, me pidió que me ponga en cuatro patas. Mi padrastro aprovechando mi posición uso su lengua a todo lo largo de mi vagina hasta llegar a mi culito. Mi culo era virgen pero al sentir que invadía con su lengua aquella zona hasta ahora virgen, di un suspiro sonoro por el placer que me estaba proporcionando… mi padrastro seguía lamiéndome el ano haciendo círculos con su lengua yo sentí cómo relajaba mis músculos, en señal de placer y aprobación… Siguió comiéndose mi culo y finalmente introdujo levemente su lengua en mi ano, ensalivándolo bien. Cada vez que le daba una lamida yo experimentaba unos ricos temblores de placer… Mi padrastro puso un dedo sobre de mi culo y trato de introducirlo, yo tuve el reflejo de apretarlo, pero segundos después lo relaje y él aprovechó para introducírmelo, el cual entró sin demasiado problema por la cantidad de saliva que me había dejado y a las veces que ya me había metido los dedos anteriormente… Como no sintió ninguna reacción negativa continuó con su impresionante mamada sobre mi culito y me introdujo otro dedo. Este tratamiento que me daba mi padrastro duro unos 20 minutos, logrando hacerme venir un par de veces, usando solo su lengua y sus dedos en mi culito. De repente se detuvo y sacando un frasco de su saco lo abrio y metiendo sus dedos en el los embarró de algo que ahora se era vaselina, para untarmela en mi culito y meter sus dedos, los cuales entraban en mi orificio posterior con mas facilidad debido a la vaselina que me ponía, durante 5 minutos mas se dedico a meter y sacar sus dedos y embarrar bien mi culito, de pronto saco sus dedos y se coloco detrás de mi. Yo sentía la verga de mi padrastro en la entrada de mi culo… mi cara se había puesto tensa… las mandíbulas apretadas, yo lo miraba con una expresión entre temerosa y excitada… » ¡¡Relájate… relájate si no quieres que te duela!! Me dijo y al instante pude sentir cómo la punta de la verga de Raúl iba penetrando muy lentamente mi culo…. mi padrastro empujó con suavidad pero con firmeza… al principio me dolió al sentir su verga en mi estrecho culo y se lo hice saber, ¡¡Me duele, para por favor!! ¡¡No sigas, no sigas!! El se detuvo un momento y me dijo: ¡¡Me quedaré quieto para que te acostumbres putita y se mantuvo quieto, no intento meterme mas su enorme miembro, pero pasando una mano por debajo de mi cuerpo, empezó a acariciar mi cosita con sus dedos.
Sabía como hacerlo, pues en unos instantes me volvió a excitar y a provocar escalofríos que recorrían toda mi columna. Y conforme iba pasando el tiempo y con sus ricos movimientos empecé a disfrutar como nunca una cogida. Mientras acariciaba mi cosita, empujaba su verga poco a poco, imperceptiblemente hasta lograr meter su verga en mi apretado culo.
Cuando su estomago toco mis nalguitas, entonces supe que la tenía metida en toda su extensión en mi culito. Por primera vez en mi vida, sentía una verga adentro de mi estrecho orificio posterior. Fue la sensación más sublime que jamás había sentido, solo de recordarlo se me mojan mis pequeñas tanguitas. El se mantuvo quieto unos instantes para que me acostumbrara a la extraña sensación de tener como un palo metido en el culo, pero esa sensación fue desapareciendo conforme el avanzaba y entraba cada vez mas profundamente y ya solo sentía como el inmenso instrumento palpitaba en mi interior, provocandome sensaciones placenteras. Olas de placer recorrían todo mi cuerpo, haciéndome poner mis ojitos en blanco, gemir y dar gritos de la exquisita sensación que me estaba provocando. Cuando esto sucedió el me pregunto:
¡¡Qué sientes chiquita?? ¿¿Te duele o te molesta?? ¿¿Dime por favor que estas sintiendo??
Era tanto y tan grande mi placer que no podía articular palabra, después de un momento le pude decir:
Siento riquísimo, ya no me duele, solo al principio me dolió un poco y me sentí un poco rara, pero ahora siento muy rico.
Y entonces vino lo bueno, empezó un lento pero delicioso mete y saca, que me hacia dar gritos de placer, con mis manos me aferraba a la colcha que cubría la cama, el se agarro de mis caderas y me abrió mas las nalgas, lo que hizo que su enorme miembro entrara mas profundo dentro de mi culo, haciéndome perder el poco control que tenía y provocándome mas placer del que yo creía era capaz de soportar. Entraba y salía, a veces lento a veces rápido, pero siempre provocándome que oleadas de placer recorrieran todo mi cuerpecito.
Así estuvo durante un buen rato, produciéndome sensaciones que no creí fuera capaz de sentir. Me sacaba su enorme miembro casi en su totalidad de mi apretado culito, para volver a forzarlo hasta que su estomago chocaba fuertemente con mis nalgas, una y otra vez repetía esa acción, que como comprenderán me hizo tener 2 intensos orgasmos. Y en verdad que fueron intensos. Yo no paraba de gritar y de aferrarme con todas mis fuerzas a la colcha que cubría mi cama, mi carita reposaba de lado en la cama y mis ojos expresaban el placer que sentía. Yo escuchaba los gemidos de placer de mi padrastro, hasta que el dijo:
¡¡¡¡¡Me vengo chiquita, me vengo!!!!!
Mi padrastro de pronto se quedo quieto y penetrándome bien profundo empezó a enviar al fondo de mi retacado culito chorros de espeso y caliente esperma, dos, tres cuatro chorros sentía que mi culo seria incapaz de albergar tal cantidad de semen, el continuaba arrojando chorros de ardiente néctar, y mientras sentía esto, yo alcanzaba un orgasmo mas de los muchos que logré ese memorable día. Mientras tanto el continuaba bien metido dentro de mi culo recién abierto, yo sentía como el enorme objeto de mis placeres, palpitaba bien metido, como no queriendo abandonar tan estrecho recipiente, así permanecimos un buen rato, sintiéndonos el uno al otro, sin hablar, no había necesidad de hacerlo, la sensación era tan grata para ambos que no teníamos que hacerlo, solo sentíamos y disfrutábamos del momento de placer que habíamos tenido.
¡¡Pequeña!! ¡¡Ha sido el día más hermoso y placentero que he tenido en toda mi vida!! Me dijo mi padrastro, rompiendo el silencio y sacando de mi trasero su ya reblandecido miembro, dime, ¿Qué has sentido?
¡¡Sentí muy rico!! ¡¡Me gusto, aunque al principio me dolió y me molesto un poco!! ¡¡Pero me gusto!!
Al escuchar esto, mi padrastro, solo se acerco a mí y dándome un exquisito beso, me dio las gracias por permitirle hacer lo que hizo y provocarle tanto placer.
¡¡Me has dejado seco Nena!! ¡¡No tengo por el momento más leche que darte!! ¡¡Ha sido en verdad la sesión más salvaje y placentera de sexo que jamás me haya tenido!! ¡¡Así, que lo único que te pido, es que descansemos y recuperemos fuerzas, para más tarde volver a repetirlo!! ¿Estás de acuerdo mi amorcito?
¡¡Si, te iba a pedir que tomáramos algo, ya que tengo mucha sed!! ¡¡Y si, mas tarde quiero que me vuelvas a hacer sentir como lo hiciste hace un momento!! ¡¡Quiero volver a sentir tu gran verga muy dentro de mi!! Fue lo que recuerdo haberle dicho en ese instante.
-Quítate la ropa, Nena. Vamos a bañarnos- Me dijo Raúl.
Me deshice de la falda y de la blusa, que era todo lo que llevaba puesto y nos fuimos al baño, tomados de la mano. Mientras se calentaba el agua seguimos besándonos y acariciándonos.
-Te voy a poner esta inyección, mi amor. Acércate- Me dije en el borde de la ducha.
-¿Para que es?
¡¡Estoy echándote adentro mucha lechita, mi vida. Esta evita que tengamos un accidente!! Dijo él.
-¿Duele?- pregunte. ¡Era una niña! Eso es lo que realmente me importaba, no para lo que sirviera la medicina.
¡¡Poquito. Lo prometo!! Me respondió
¡¡Bueno!! Conteste y me deje inyectar.
Listo. ¿Dolió? Me pregunto.
-No. Para nada. ¿¿Qué miedosa soy, verdad??
-Algo. Pero a lo que te voy a meter ahorita, ya no le tienes miedo. ¿Verdad mamacita?
-No. Para nada. Ya traigo ganas, jijiji. Respondí
Se deslizó bajo de la ducha, conmigo y empezamos otra vez a besarnos y acariciarnos. ¡Qué delicia! Era la primera vez que estaba con el en la regadera. Qué cosa más memorable sentir su cuerpo pegado al mío bajo la acción del agua. Nos enjabonamos y nos lavamos mutuamente. Mis manitas lavaron su espalda, su pecho, sus piernas y desde luego, sus testículos y su vergota, derecha como palo de closet. Mis manos enjabonadas se deslizaban con ternura por todo el cañón, recorriéndolo sabroso y resbaloso. Mi manita lavaba bien la cabezota hinchada y la otra el tronco venoso y duro.
-¡Que bárbaro! Mira cómo se te pone, bien grande… Le comenté
-Síguele, no te detengas… mmmmhh… se va a poner más grande… mmmhhh… qué ricas manitas tienes, chiquita…Respondió gimiendo de placer.
La vergota casi me rozaba el mentón. No la dejaba de frotar con jabón en mis manos, exprimiéndomela bien, a conciencia. Ya no la lavaba solamente, se la exprimía toda, desde la base hasta la punta, muy fuerte, dejándola o mejor dicho, poniéndola bien dura. Muy callados, sin abrir la boca estábamos viendo cada quien, el prodigio que mis manos estaban haciendo en la enorme verga de mi padrastro.
Poco después salimos de la regadera y nos secamos mutuamente, mi padrastro seguía con su verga dura como un palo, pero acostándonos estuvimos mirando la televisión y conversando relajados cerca de una hora comiendo y bebiendo refresco animadamente para recuperar fuerzas. Aunque el no lo necesitaba, continuaba con su enorme instrumento bien parado. Seguíamos platicando y parándonos de rato en rato al baño a orinar los refrescos que habíamos tomado. En uno de esos viajes, de regreso, me monte en su regazo y empecé a besarlo moviéndome sobre la toalla que tapaba su enorme verga. Mi cuerpo fresco y ligero se pegaba al suyo con voluptuosidad. Su boca se estampaba con la mía y su lengua me exploraba toda la concavidad, las encías, los dientes, el paladar, ¡hasta la campanilla sentía la punta de su lengua!
Poco a poco nos empezamos a sentir acalorados de nuevo. Nos besábamos suavemente, a fuego lento. No acariciábamos más como novios que como amantes, muy tiernamente y seguíamos platicando.
Se nos despertaba una sed rara que calmábamos con besos. Mis manos recorrían su estómago y sus muslos, maravillada de semejante textura y contornos de su verga, que no me cansaba de conocer y reconocer. No lo podía creer: Desnuda completamente, recostada encima de el, desnudo también
No dejaba de decirme lo hermosa y rica que estaba y yo no dejaba de aclararle que era toda suya. Era como un sueño muy romántico. A los 20 minutos ya estaba muy caliente. Sus ojos empezaban a adquirir ese brillo perverso, anunciándome la calentura que sentía. Nuestros besos crecieron en rigor y al poco ya sus dedos exploraban mi cosita con confianza. Mis piernitas estaban bien abiertas sintiendo como las recorría por completo y su boca también, sobre la mía, besándome cálidamente.
Con dos dedos bien embadurnados de mis jugos, empezó a acariciarme el anito, hasta que me los hundió por completo. Los movía dentro y sentía riquísimo. Me puso de pie en la alfombra y alcanzó el tarro de vaselina. Lo abrió y me aplico una buena cantidad en mi culito además de poner en la punta y alrededor de su instrumento, esparciéndolo bien por todo el cañón. Yo miraba algo temerosa la enorme vergota que pretendía guardar en mi estrecho culito, y sin darme tiempo a seguir razonando me coloco de espaldas recostada en el colchón y me abrió las piernas tanto como le fue posible. Apunto en medio de mis nalgas empujando suavemente, metiendo la punta en mi ya bien abierto culito. Yo me sostenía con los brazos en la cama, meneando instintivamente mi trasero redondo para que fuera entrando con mas facilidad. Cuando sentí que entró casi la mitad de su inmenso miembro, le pedí que me lo sacara, lo sacó y salió un pedito, nos reímos y se acomodó de nuevo para meterme de nuevamente la verga, hasta el mismo punto en que estaba antes de este episodio musical.
Poco a poquito me la hundió casi toda. No pensé que me fuera a entrar todo, era demasiado grande para mí, metido de semejante manera en mi cuerpo. Pero no, me equivoqué, ¡se me fue completa! Cuando estaba plenamente ensartada me empecé a mover con su verga bien metida en mi hoyito trasero, circularmente como el me había dicho antes. Sentía como apretaba el tieso miembro con mi culito tan apretado. El me estaba matando, lo juro.
Así, bien ensartada como me tenía, me puso de pie y me sacándome su inmensa verga me puso de rodillas en el sillón, apoyada en el respaldo. Me tomo de la cintura y me cogió en esa posición durante unos 10-15 minutos. Me dio una cogida por el culo, estaba poseído. Me llenaba totalmente mi colita. Yo casi despegaba mis rodillas del asiento por los impulsos tan largos y fuertes que me daba mi padrastro, con la verga bien adentro de mi castigado culito.
Me quejaba muy fuerte, como si me estuvieran atormentando. ¿Y cómo no?, si eso era lo que le estaba haciendo mi padrastro. Cambio de «técnica» y con movimientos lentos y muy largos, sacando sus 18 centímetros, casi completos hasta dejar sólo la punta del enorme miembro en la entrada de mi culito y luego los iba hundiendo poco a poco, haciéndome sentir cada milímetro de su tiesa verga que sin parar me metía y me sacaba lentamente.
De repente se enderezó y con ambas manos me jaló para atrás, ya no di más. Era demasiada mi calentura. El sólo hecho de saber que tenía metida completamente por el culo ese enorme monstruo, me provocó un intenso orgasmo, para unos instantes después y en pleno gocé, sentí como me hundía su verga y empezaba de nuevo a arrojar en mi interior chorros y chorros de caliente leche. Uno, dos, tres, cuatro chorros llenaban mi cavidad posterior. Era increíble la cantidad que echaba en mi culito mi padrastro. Solo sentía como el placer recorría mi espalda, provocándome contracciones en mi cosita y en mi culito. Pasados los estertores de la descomunal venida, su verga poco a poco se fue aflojando, así que sacándola de mi culito, me recosté a su lado, mis piernas las sentía como de chicle, no hubiera podido estar de pie, después de la tremenda cogida que me dio mi caliente padrastro. Nos quedamos recostados sin hablar, aun sintiendo las delicias recién disfrutadas por ambos. Rodando sobre su costado, me abrazo y besándome apasionadamente, me agradeció el momento tan placentero que le había proporcionado. Estaba seco, literalmente. Lo había exprimido al máximo. Le había sacado hasta la última gota de leche. No tenía más que darme. O, eso era lo que yo pensaba y otra muy diferente la realidad.
Sabía por experiencia, que no solo me la iba a coger así, y tampoco yo lo iba a permitir, por lo que pasados unos minutos, me puse a mamarle la verga como el me había enseñado a hacerlo. Estaba muy excitada, la cogida que me había dado momentos antes, solo había aumentado mi calentura y quería mas verga y sabia lo que podía obtener, y creanme, lo consegui. Después de 10 minutos de estarle mamando la verga, empezó a lanzar aullidos como un loco, al tiempo que tomando mi cabecita con sus manos, empujo su vergota en mi boca y mirandome, empezó a arrojar chorros de caliente y espesa leche, los cuales devore sin desperdiciar una sola gota del semen que vertia en mi boquita y que corria a traves de mi garganta. Fue impresionante la cantidad de leche que arrojo y aun despues de haber echado la ultima gota de leche, yo continuaba succionando su garrote, queriendo sacar mas y mas esperma. Poco después de haber tomado toda la leche que arrojo mi padrastro, me levante para ir al sanitario a hacerme una limpieza de mis partes, tan necesaria por la gran cantidad de esperma que arrojo en mi cosita como en mi culito. Una vez terminada mi limpieza, regrese y como si nada hubiera pasado, me metí entre las cobijas de mi cama a dormir, bien merecido me lo tenía. Mi padrastro se fue a su recamara a hacer lo mismo, dormir.
Esto que he escrito aquí, es real, me paso y me sigue pasando. Continúo cogiendo con mi padrastro quien es mi amante habitual, pero no ha sido el unico hombre con el que he tenido sexo, sucedió una vez, cuando tenía 11 años, estaba cerca de cumplir los 12, me fui a quedar a casa de mi padre el fin de semana como era costumbre, durante el día no pasó nada fuera de lo normal. Solo recuerdo que me ayudo a bañarme como lo hacía cuando era mas pequeña y vivíamos juntos, pero no hubo nada, solo me baño, me seco y me vistio. Cuando me fui a dormir, me acosté con un pequeño camizón y mis pantaletas, pues hacía mucho calor. Estaba ya dormida cuando sentí que alguien me acariciaba las piernas y trataba de quitarme el calzoncito que traia puesto. Yo me hicé la dormida, pero le permití a aquel intruso seguir con su tarea, poco a poco mi calzoncito fue saliendo hasta que senti que me lo quitaban por completo. Instantes después, sentí como mis piernas eran separadas y una mano empezaba a acariciar mi cosita, que como ya les platiqué, se mojaba muy rápido, y esta vez no fue la excepción. Así estuve por un rato acariciando mi cosita, de repente senti que metía una mano bajo mi camizón y empezaba a acariciar mis pequeñas tetitas, mismas que por esas fechas me empezaban a crecer, pero seguían siendo pequeñas. Ya tenía los pezones muy duros por la excitación, yo me removía y gemía por los tocamientos de que era objeto, pero no abrí los ojos, permanecí como dormida, pero bien que me estaba gustando lo que me hacían. De repente sentí como me empezaban a lamer mi cosita, lo que aumento mi excitación a tal grado que ya casi ni disimulaba y soltaba gemidos que demostraban el placer que estaba sintiendo. Mis piernas ya estaban totalmente abiertas, cuando senti que levantaban mi cadera y colocaban una almohada bajo mis nalgas, sabía lo que iba a pasar, y no me equivoqué, senti como la punta de una verga trataba de abirse paso para entrar en mi cosita, lo cual consiguió al segundo o tercer intento. Se metió hasta el fondo y comenzo primero un lento movimiento de entrada y salida provocándome que me contorsionara por las sensaciones que me producía. De a poco iba aumentando el ritmo de sus movimientos, hasta hacer que tuviera un orgasmo. Al sentir que mi cosita aprisionaba el duro miembro tan profundamente metido, supo que me estaba viniendo, por lo que me saco la verga y me volteo, poniéndome en cuatro patas, sentí que empezó a lamer mi cosita y a meter un dedo en mi culito, me pasaba su lengua por toda mi rajita y terminaba lamiendo y succionando mi agujerito posterior, asi me tuvo unos minutos, para después empezar a meterme esa rica verga en mi culito. Cuando logró meterme todo su instrumento, empezó movimientos de mete y saca, los cuales empecé a acompañar, nos moviamos a un mismo ritmo, ya no me importaba que supiera que estaba despierta, después de unos minutos de estarme cogiendo de esta manera, sentí como su instrumento se hinchaba para terminar arrojando toda su lechita en mi culito, fue tal la cantidad de semen que echo, que sentí como su lechita corría por mis piernas. Al terminar, me saco la verga y se retiro de la habitación, mi camizón y mi pantaleta acabaron en el piso, pero no hice nada por recuperarlos, solo me recosté y mi padre me cubrió con un edredón y así me dormi.
No volvió a pasar nada entre mi padre biológico y yo, pero recuerdo con cariño la cogida que me dió esa vez. Ninguno de los dos hicimos comentario alguno de lo que había pasado. Pero estoy segura de que le gusto tanto como a mi.
Y ahora a mis 15 años cumplidos y cerca de cumplir los 16, sigo cogiendo con mi padrastro, y a veces dejo a un chico con el que salgo, que me toque, incluso le he mamado la verga un par de veces, pero su tamaño no se compara en nada con la verga de mi padrastro, ya que la verga de mi amigo, parada mide 14 cms y es bastante delgadita, no como la de Raúl que es larga y gruesa. Pero a decir verdad no hay nada mejor que coger con un hombre mayor, ya que por su experiencia nos va a enseñar muchas cosas y nos hara gozar mas que lo que podría hacerlo un chico sin experiencia, que a las primeras caricias, se viene. Lo sé de primera mano, pues a mi amigo así le pasa, solo tocarle la verga y ya se esta viniendo.
Mi madre hasta la fecha, no sabe de esto que esta pasando entre su marido y su hija. Ella sigue viajando por razones de trabajo, y cuando lo hace su marido y yo aprovechamos para coger muy a gusto. A mi madre se la sigue cogiendo como a ella le gusta y por lo que a mi respecta, me sigue atendiendo igual o mejor. Y como lo dije desde un principio, todo es verdad, me paso y me sigue pasando. Por cierto, quiero decirles que mi cuerpo ya no es el de la chica flacucha que inicio en este relato. Crecieron, mis bubis, mis nalgas y mis piernas, siendo estas dos últimas mi mayor orgullo, pues poseo unas nalgas duras y bien paraditas y mis piernas están bien torneadas. Mido en este momento 1.70 de estura y peso 59 kilogramos, y mis medidas si bien no son espectaculares, me hacen ver muy bien. ¿¿Mis medidas?? Pues bien estas son: 89-61-90. Todo gracias a las ricas cogidas que me sigue dando el marido de mi madre.
Dónde se encuentra ese consultorio??🤭