Cobrando deudas…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por porqueria15.
Oh! Por Dios!, está entrando… no lo puedo creer, está entrando y se siente como si un pequeño y suave guante de terciopelo tibio se cerrara alrededor de mi verga… si alguien me hubiera dicho hoy por la mañana que estaría introduciendo mi erecto miembro en el culito de una pequeña de 9 años, nunca en la vida lo hubiera creído… pero aquí estoy, empujando lentamente, mientras la carita de ángel de la pequeña se me queda viendo con esos ojos preciosos color gris y su boquita como tratando de alcanzar un bocado de aire, esto es como un sueño…
2 horas antes….
– Buenos días, se encuentra el Señor Domínguez en casa – le pregunte a una señora que salió a abrir la puerta que segundos antes había estado tocando.
– No el Señor Domínguez no está, ¿quién lo busca? – pregunto secamente la señora que bien calculados tendría unos 35 años, o tal vez menos, pero con el vestido desalineado, la ojeras que tenía pintadas y el cabello descompuesto no podría apostar por menos, sin embargo algo en sus ojos me indicaba que era mucho más joven.
– Soy el Licenciado Víctor Asturias, vengo en referencia a unos negocios pendientes con el Señor Domínguez – mentí, ya que lo que llegaba era a cobrar los pagarés firmados por Domínguez por el alquiler de unos locales que había negociado en el pasado, pero que por lo que sabía no le había fructificado el negocio y ya tenía vencidos más de 6 de ellos, lo cual ascendía a una muy buena cantidad de dinero.
– Bueno – dijo la señora, cambiando de semblante – si es por negocios le puedo decir la verdad, y es la que le he repetido a cuantos han venido a buscar al hijo de puta de mi marido… ¡SE HA LARGADO! – Me dejo ir a quemarropa la señora poniendo los brazos en jarras y plantándose en la puerta.
Realmente yo ya sabía esa situación, me he preciado de ser un excelente negociante y raramente me dan un esquinazo como el que Domínguez pensaba darme, por ello durante las negociaciones de los pagarés, logre que los abogados lo forzaran a que los amparara por lo bienes de su esposa, que era dueña de la casa y del automóvil según constaba en los registros.
– Ok, de acuerdo – le dije – entonces puedo hablar con usted, que asumo que es la Sra.
De Domínguez.
– Eso le cambio el semblante, posiblemente la mayoría de deudores se iban con un palmo de narices con la sentencia que me acababa de dar, pero al ver mi mirada tranquila la puse a dudar y bajando los brazos me pregunto – ¿y que quiere hablar conmigo?
– Si me permite pasar, le explicare.
– creo que mi aplomo y seguridad la termino de desarmar, y franqueando la puerta me introduje en la casa, ella no pudo más que seguirme con la mirada y dando por sentado que tendría que atenderme entro detrás de mi cerrando la puerta.
Al entrar pude apreciar que la casa era muy amplia, aunque algo descuidada, había libros y cuadernos regados por la mesa del comedor, y en la sala se escuchaba un programa de Disney Channel para pre-adolecentes.
Me quede de pie en el corredor que comunicaba la sala con el comedor y las gradas hacia el segundo nivel – por aquí – me indico haciendo el ademan que me dirigiera a la sala de la casa, espere que pasara ella como todo caballero y al entrar a la sala pude ver a dos pequeñas que estaban bocabajo viendo la televisión, absortas de lo que ocurría a su alrededor, ambas estaban vestidas con sendos camisones que apenas le deberían llegar a medio muslo, ya que ambos estaban casi sobre sus nalguitas, dejándome apreciar a un conjunto de florecitas amarillas en un calzoncito blanco y unos pequeños unicornios en un calzoncito rosado, ambos calzoncitos ya debían tener su tiempo de uso ya que les quedaban muy tallados y eso permitía apreciar la redondez de ambos culitos, uno más pronunciando que el otro, estime que el mas grandecito no debería tener más de 9 años y el otro más pequeño debería rondar los 6 o 7 añitos.
– Nenas por favor vayan a recoger el desorden que dejaron en el comedor – ordeno la madre, que me hizo una mirada de interrogación cuando se percató que me había quedado como bobo observando los culitos de sus hijas.
– ¡Hala mami!, si no hemos terminado de ver la Tele – exclamo la más pequeña que se reusaba a levantarse, mientras que la mayor, más sumisa, ya estaba de pie dirigiéndose a al comedor.
La menor se quedó en la misma posición dando a entender que nosotros la teníamos sin cuidado.
– Por favor siéntese – me indico la madre señalando un sillón que me dejaba casi de frente a la pequeña que me estaba enseñando descaradamente el calzoncito floreado.
La madre se sentó dando la espalda a la niña y quedando frente a mí – Bueno dígame que vela me dejo encendida el desobligado de mi marido.
– me pregunto meciéndose nerviosamente en la silla que ocupaba.
– Bueno, si lo ponemos en velas, lamento informarle que su marido dejo 6 velas de 6,000.
00 dólares cada una, en total el velorio quedo en 60,000.
00 dólares – le dije a quemarropa, a lo cual la expresión de ella no se inmuto y casi como automáticamente me respondió – Bueno y que tengo que ver yo con eso, mi esposo realizo muchos negocios en los cuales ha quedado como lo que es, un completo irresponsable, lo lamento mucho por usted.
– Bueno, señora, el problema ahora es que el velorio no lo asumió solo su esposo, sino que también la embarco a usted – y diciendo eso, saque las copias de los pagare donde aparecía la firma de la señora y la indicación de la colocación de los bienes a su nombre como garantía de los mismos.
– Pero… pero… estos documentos yo los firme solo como un trámite, según me dijo mi esposo, nunca me dijo nada al respecto de la casa y el carro.
– repetía moviendo la cabeza negativamente de un lado a otro y casi de inmediato se soltó en llanto.
A todo esto, las nenas ya habían perdido interés en la Televisión y los cuadernos y se habían acercado poco a poco hacia la madre, parándose a la par de ella.
Pude entonces apreciarlas de mejor manera, la mayor con su pelito castaño que le llegaba a los hombros, de figura esbelta, con un par de botoncitos que insinuaban unos próximos senos, la pequeña un poco más robusta sin llegar a gordita, más bajita de pelo un poco más claro con el cabello más corto llegándole apenas al cuello.
– ¿Qué voy hacer ahora? No solo le basto a ese hijo de puta dejarme casi en la quiebra, gastándose toda mi herencia, si no que ahora ¡me va a dejar sin techo sobre mi cabeza y la de mis hijas! – empezó a gritar la señora, levantándose y moviéndose de un lado a otro de forma histérica, por un momento pensé que se abrazarían de manera dramática las tres y llorarían a moco tendido frente a mí, buscando mi compasión.
Les soy honesto, no es primera vez que me ocurre una situación similar, y usualmente termina de una u otra manera: o la esposa usualmente se ofrece ella como pago de la deuda incitándome a cogerla, cosa a la que he accedido algunas veces, cuando la mujer en cuestión se mira estable, guapa y no muy loca, y le he llegado a perdonar hasta un 50% de la deuda, aunque no han sido tan elevadas como la de Domínguez; la otra es que terminan rogándome la madre y los hijos de manera dramática y en el 100% de los casos se me tuerce el corazón y termino haciendo un arreglo para que terminen pagándome de la forma que puedan, a veces han tardado años, y algunas nunca terminan pagándome y desaparecen de la ciudad…, que les digo… así soy y hasta ahora no me falta el dinero, lo tengo de sobra así que no me complico.
Ahora bien, lo que estaba a punto de ocurrir no fue ni uno ni lo otro, así que comprenderán que eso si me sorprendió.
– ¡Ya vieron pedazos de mierda! – les espeto a las niñas – ¡ahora ven que es lo que pasa cuando el hijo de puta de su padre se desvivía en comprares cualquier idiotez que a ustedes se les ocurría! ¡que si los ponys, que si las clases de equitación, que si los carros de Barbie, que si los viajes a Disney solo ustedes tres, que si juguetes y regalos cada semana, Ahhhhhh! Que si los iPhones, iPads, y toda cuanta mierda que salía nueva y el corriendo iba a comprárselos, ¡Por la gran puta! ¡Dios es testigo que no invirtió un solo centavo en mí, pero sí que se lo gastaba en ustedes par de putitas!.
Y continuo la andanada de insultos e improperios que la mujer estaba desbordando sobre las hijas, las cuales solo estaban de pie frente a ella, la mayor con la vista baja sin decir palaba, la más pequeña se le quedaba viendo fijamente sin bajarle la mirada, por un momento sentí que la estaba hasta retando.
– ¿Y ahora que vamos hacer, perras, que voy hacer perdiendo lo que me heredaron sus abuelos?, ni vendiendo todas sus porquerías podría juntar esa cantidad de dinero.
– Mis cosas no vayas a tocarlas – dijo finalmente la mayor, levantando la vista – me las regalo mi papa y son mías.
– Tampoco las mías – dijo la menor pero con una mirada más fiera.
– ¿Ah sí?, par de idiotas y entonces ¿cómo quieren que no nos echen a la calle? – les pregunto a las dos, y luego señalándome a mí continuo – ¿Cómo le pagaremos a este señor su dinero?, ya que por esa cantidad prácticamente le pertenecemos.
Yo había estado como un espectador únicamente de todo este torbellino de situaciones que se estaban dando, y cuando me volteo a ver la señora, me sorprendió (y les aseguro que yo también me sorprendí a mí mismo) observando las piernitas de las pequeñas nenas, casi de inmediato levante la vista a los ojos de la señora, y la mirada de ella cambio, pude ver como si hubiera echado chispas al verme a mí y luego voltear a ver a sus hijas y luego voltear a verme a mí.
Tomando a cada niña de la mano se dirigió a mí y acercándose junto con las nenas se inclinó para decirme casi como un susurro – bueno… a menos que usted esté interesado en que negociemos una forma diferente de pago.
Me quede de piedra, definitivamente no esperaba este giro de eventos, pero sería mentiroso si les dijera que no lo había pensado en más de una de las situaciones anteriores que les comente.
Sin perder mí aplomo, le dije – Ok, ¿de qué estamos hablando? – a lo que ella respondió.
– Pues nada más simple, le estoy ofreciendo mis hijas a un completo desconocido, por un justo precio.
– ¿Pero ellas que dicen? – pregunte, viendo a las pequeñas, que a todo esto se me quedaron viendo de arriba abajo.
– ¿Qué van a decir? – dijo la mujer y se arrodillo poniendo a las nenas una a la par de la otra y les empezó a hablar más agradablemente sobándoles la cabeza a cada una – Bueno nenas, ¿se recuerdan lo que me confesaron que hacían con su padre? – Las niñas se le quedaron viendo y movieron sus cabecitas afirmativamente – pues bien, si desean conservar lo que tienen y que no nos echen a la calle, este caballero está dispuesto negociar lo que el pendejo de su padre le quedó a deber a cambio de jugar un rato con ustedes como jugaban con su papa, ¿les parece?
Las niñas voltearon a verme y ahora se me quedaron viendo hacia mi entrepierna, lo cual fue como una especie de choque eléctrico que inicio la irrevocable erección que me empezó a apretar el calzoncillo.
Entonces ambas emitieron al unísono una palabra que a mí me sonó como un canto de ángeles – Si mami.
– Ok, ahora los términos son entre usted y yo – me dijo la señora volteando a verme y sacándome de mis pensamientos que ya iban a mil por hora – el precio es el siguiente, puede hacer uso de Bety y Mary por 1,000.
00 por agujero de sus cuerpitos – eso implicaba que si me disfrutaba a cada una la deuda quedaba saldada.
Pero yo no estaba tan loco para dejar ir la oportunidad, además entendí que las niñas ya habían sido estrenadas por el papa, así que le rebatí la oferta – No.
Le doy 500.
00 por cada agujero, si realmente me complacen, entonces podríamos acordar otro pago.
– Imposible, Bety tiene apenas 9 años y Mary tiene 7, jamás va poder disfrutar de niñas más jóvenes – me dijo la señora, estaba negociando a sus hijas como si de ovejas se tratara – 750.
00 y ni un centavo menos.
Diciendo esto ella misma les saco los camisones, dejándolas únicamente en sus calzoncitos, y sobándoles las cabezas les susurro algo al oído, acto seguido las niñas se me acercaron y se subieron cada una a una de mis piernas, recostándose en mi pecho y empezaron a sobarme todo, llegando sentir mi erección sobre mi pantalón.
La jugada fue magistral, mi cerebro colgó el letrero de “no pensar más” y exclame – ¡De acuerdo, 750.
00 y veremos cómo nos va! –
– Bueno nenas hagan sentir al señor como si fuera su papaíto, yo estaré aquí por cualquier necesidad – diciendo esto se alejó un poco sentándose en el sofá, y las nenas ya se habían arrodillado entre mis piernas.
– Mira – le decía Mary a Bety – parece que la tiene como la de papito – mientras me desabrochaba el cincho y me desabotonaba el pantalón – mmm no creo, a mí me parece más grande – le replico Bety.
Me levante del sillón para darles completo acceso a mí, en menos de un segundo ya me estaban desnudando entre pequeñas risas – ¡Mira! La tiene más grande – decía Bety sujetando entre sus manitas mi falo ya erecto, no me presumo un gran mástil pero mis decentes 6.
5 pulgadas no son despreciables, aunque lo que dijo Mary me puso más excitado si se pudiere – Si es más grande y más gruesa, deja ver si me cabe en la boca – y diciendo y haciendo la pequeña intento introducirse la cabeza y parte de mi tronco, pero le fue imposible, luego Bety lo intento y aunque logro meterse un poco más que Mary no llego ni a ¾ del tronco – Sí que la tiene grande señor, – me dijo Bety mirándome desde abajo con esos lindos ojitos, y yo le replique – nomas un poquito mija, pero no me digas señor, tu mami les dijo que me traten como a su papa, así que dime papito, ¿de acuerdo? – Les dije mientras empujaba mi verga entre las boquitas de las nenas, las cuales me respondieron al unísono – ¡Si papi!
Luego de 5 minutos de estar degustando mi verga con sus lengüitas, la cual la recorrían de arriba abajo, me di cuenta que si ya habían practicado mucho, ya que las dos se turnaban con experiencia, mientras una intentaba metérsela hasta la garganta, la otra se entretenía lamiéndome los huevos y hasta llegaron a ser un poco atrevidas, pasando su leguita por parte de mi escroto y cerca de mi ano, cosa que me sorprendió un poco, pero no me desagrado.
– Bueno ya llevamos dos hoyitos, ahora vamos por los otros cuatro, les parece – y diciendo esto levante a Bety de los hombros y la recosté sobre el sofá, tome sus piernitas y se las lleve hasta que le quedaron sus rodillas a la altura de su cabecita, – ¿Quieres que le eche salivita en su hoyito para que entre fácil? – me dijo Mary hincándose de inmediato a lamerle el anito a su hermana, definitivamente que el papa de estas nenas si las había entrenado bien.
Y bueno ya no aguantaba más y aparte la cabecita de Mary ya apunte mi cipote al anito de Bety, ella solo me miraba con esos ojitos lindos y una sonrisa en su boquita, presione mi cabezón en el esfínter que se abrió como pétalo de flor, recibiendo poco a poco mi tolete.
Y aquí estoy, como les indicaba al inicio de mi relato, con media verga dentro del ano de Bety, y la nena recibiéndolo como toda una profesional, apenas si se le han llorado sus ojitos, y no ha renegado absolutamente nada, en menos de 2 minutos, tenía toda mi verga dentro, ¡Oh por Dios! Que delicia de culito, empecé mi mete saca despacio, disfrutándolo, Bety solo atinaba a repetir en vos bajita – Es más grande, es más grande, uuuyyy es más grande.
Mary solo observaba asombrada como mi pene entraba y salía del culito de su hermana, y vi un poco de miedo en su mirada cuando luego de 10 minutos de darle a Bety le dije a Mary – Bueno mija, es tu turno.
Saque mi duro tolete del culito de Bety y acomode a Mary en el sofá en la misma posición que Bety, realmente me gusta esa posición ya que así puedo apreciar el rostro de las nenas cuando les dejo ir mi verga en su culito, Bety le devolvió el favor a su hermanita lubricándole con su boquita y lengüita todo su anito.
Mary se miraba un poco más asustada, y me decía – Despacito por favor papi, despacito siiiii, ahhhhhhhh – la última frase la anido a un berrido cuando sintió que mi cabezón estaba horadando su anito, ciertamente más pequeño que el de su hermana, sentí como un anillo de metal alrededor de mi pene, por lo fui más despacio que con Bety, no quería rasgar a la pobre niña, si bien se notaba que ya habían recibido verga por el culito, por lo visto su progenitor no la tenía tan gruesa como yo.
Así que más despacito fue dejándosela ir, al llegar a la mitad empecé el mete y saca, no quise ir mas allá para evitar cualquier accidente, sin embargo luego de 10 minutos ella buscaba mi pene y logro tragarse por el anito más de ¾ partes del mismo, a todo esto me había olvidado de la mama de las niñas, cuando voltee a verla la muy puta estaba con el vestido levantado y con tres dedos dentro del chocho.
Empecé a moverme más rápidamente, definitivamente que era como estar en el quito cielo el poder tener ensartada a una nenita de 7 años y que su carita solo se pudiera ver con los ojos entrecerrados y pujando bajito – ah, ah, ah, ah, si esta grande, siiii, esta grandeee – mis cerebro no pudo más y automáticamente envió las descargas eléctricas a mis huevos que iniciaron la descarga de mi leche en el culito de Mary, ella solo atino a abrir los ojos como platos y decirle a su hermanita que no se había apartado de ella – Bety, le está creciendo más, uyyy le crece… le crece y le palpita como a papiiiii, uyy siento los chorritos, los siento adentro – y mientras yo terminaba de descargarme completamente, Salí de culito de Mary y rodé en la alfombra de la sala, me sentía en el cielo.
– Bueno creo que ya cancelamos 3,000.
00 no Licenciado – me decía la señora parada a la par mía, desde donde podía verle todo chocho encharcado como evidencia que la muy puta se había venido solo deber como se cogían a sus hijas por el culo.
– Pues creo que si – atine a decir.
– Bueno, pues tendremos que agendar otra cita con usted me parece, ¿verdad niñas? – y levante la vista para ver a las nenas con sus caritas de alegría, Bety limpiándole el culito a Mary de mi semen, ¡la muy pilas se lo estaba llevando a la boca!
– Si mami, creo que nuestro nuevo papi puede venir cuando quiera…
Continuara….
que delicia, me encanto este relato..