COMO NOS COGIMOS A LA SEÑORA DE LAS CARNITAS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Todos los viernes después de salir del cetis, nos íbamos al tianguis que se ponía cerca de la esquina de nuestra humilde escuela.
Vendían cosas de todo tipo como en cualquier tianguis de la ciudad, pero nosotros íbamos a lo que íbamos, a verle las tetas a doña Ema y darnos un atracón de tacos de carnitas.
Para esto ahorrábamos toda la semana algo de lo que nos daban para nuestros pasajes y gastos.
Éramos puros weyes de entre 17 y 19 años.
Todos pobres, pero eso sí muy calientes.
Las morras del cetis no estaban mal, habia varias que nos traian locos, pero la señora Ema, encargada del puesto de carnitas sin duda nos hacía chaquetearnos al menos el viernes por la noche.
Era una mujer no demasiado bella, tampoco horrible, algo rolliza, pero con unas tetas muy grandes y unas nalgas que le hacían juego.
Era simplemente una mujer que se veía le gustaba provocar a los hombres.
Era divertida, alegre, ingeniosa y vulgar .
Tenía la piel blanca y el pelo pintado de güero.
Usaba unas uñas falsas y siempre iba muy maquillada.
Cuando partia las carnitas con el pequeño machete de taquero, las chichotas se le movían y cimbraban muy sabroso como unas gelatinas y todos quedabamos hechizados cuando se agachaba para sacar los refrescos y entonces las blusas escotadas que usaba se le bajan aún más y hasta llegamos a verle las areolas gigantes que tenia y todos babeábamos.
Su trasero estaba muy sabroso también.
Tenía ese tipo de nalgas que son muy prominentes y anchas .
Más de una vez me imaginé a la ñora de las carnitas en tanga y sin brassiiere y hasta me escurría la verga de imaginar que podia meter mano en esas carnotas ,algo aguadas y celulííticas y más aún, de poder cojérmela como a mí se me diera la gana.
Doña Ema tenía como cuarenta y algo cuando la empezamos a frecuentar, y se veía que ella nos daba cuerda, pero había un inconveniente: su marido, don Beto.
El señor era mayor que ella, algo asi como unos veinte años y parecía un perro vigilante, o eso creíamos.
Estaba ahí todo el tiempo, siempre leyendo algún periódico de nota roja o la seccion deportiva.
Era callado y estorboso, tenía la cabeza llena de canas y la cara arrugada y morena.
Siempre nos decía:
– qué van a llevar hoy, muchachos, de maciza o surtida? Nosotros para fastidiarlo, siempre decíamos que de las dos, – de las dos don Beto, nos gusta de todo,- decíamos, porque en realidad nos referíamos a la ñora.
Pasaron varias semanas en que intentábamos acercarnos aunque sea un poco a doña Ema, mi compañero Carlos y yo, sin que don Beto se diera cuenta, un dia, estuvimos a punto de rozarle sus nalgotas cuando íbamos a ponerle salsa o guacamole a nuestros tacos, pero la señora se volteó a darnos el cambio y ya no pudimos hacer nada.
Hubo una ocasión que Galindo, el mayor de nosotros, se le acercó disimuladamente y le toco levemente un pecho con el dorso de la mano, ese día fue nuestro héroe.
Tal como esperábamos la señora no se quejó ni nada.
Por el contrario siguió bromeando y haciendo sus habituales chistes con nosotros.
– no mames wey, qué chido que pudiste manosearla, él nos contesto.
– no chinguen weyes, sentí como se me paraba la verga nadamás de tocarla y ella, yo creo que quería más, porque de volada se asomó a ver si don Beto estaba viendo y no se quito.
Ahí siguió durante unos segundos en que yo que subía y bajaba mi mano.
Lo malo que el pinche ruco llegó y pus ya, no se pudo más.
Tras varias semanas de tensión, un viernes don Beto nos dijo que ese día también llevaban cervezas por si queríamos.
Todos celebramos la buena idea.
Empezamos a emborracharnos, se puso chida la peda.
Hasta el viejo se empezó a tomar unas cervezas.
Ese día salimos ya tarde de la escuela y cuando empezamos a tomar ya serían casi las 6 de la tarde.
Total que se empezaron a levantar los del tianguis.
Y nosotros nos quedamos.
Entre el desmadre que traiamos nosotros por estar briagos y por los clientes que llegaban y se iban nos dieron casi las diez de la noche.
La señora Ema ese día se veía especialmente buenota, llevaba una blusa como de encaje; las chiches le quedaban muy apretadas y parecia que las iba a vomitar en cualquier descuido.
Traía una falda de tela suelta y se le marcaban sus enormes nalgotas.
Galindo dijo:
– no, cabrones, para mí que doña Ema o no trae calzón, o de plano ha de traer una tanga de esas bien chiquitas, toda metida en la raya.
– si wey, se ve bien rica la pinche vieja, pero cállate wey, que ahí esta don Beto.
Don Beto tosió un poco, se aclaró la garganta y luego dijo:
-no sé si escuché bien, pero como que oí que estaban diciendo algo de mi mujer.
– no, no, para nada señor, estábamos aquí hablando de una de las viejas de la escuela que aquí, a mi compa le gusta un buen, verdad? – dijo Galindo, viéndome con cara de idiota.
– ah ,si, sr.
este, es una morra del cetis, bien buenota.
– ah, – dijo don Beto con cara incrédula.
Después de ese insignificante incidente, todo continuo normal.
Ya nadie comía carnitas, todos seguíamos entrandole a las chelas.
Mis compas y otros weyes que llegaron al puesto seguían empedándose alegremente.
De pronto nos dimos cuenta y dieron las 11, varios se empezaron a ir.
Don Beto y doña Ema empezaron a recoger el puesto y a guardar las cosas en la camioneta.
De mis compañeros del cetis, sólo quedábamos Carlos, Galindo y yo.
Se nos hizo una buena obra ayudar al viejo don Beto a cargar las cosas y a desmontar los fierros del puesto.
El señor Beto y doña Ema, estaban muy agradecidos.
Se nos empezó a bajar un poco la borrachera y nos despedimos.
Pero el don dijo que ya que lo habiamos ayudado, lo menos que podia hacer era darnos un aventón, aunque fuera al metro.
No nos hicimos del rogar y nos montamos en la camioneta.
De pronto la señora Ema dijo que si no queríamos pasar un rato a su casa, que eramos muy buenos clientes y que nos iban a invitar un traguito.
A pesar de que teniamos que llegar a nuestras casas ya que teniamos madres fastidiosas y padres estrictos.
Decidimos darnos el chance de ir un rato más a ver que pasaba y si se nos hacía con la señora Ema.
Apagamos los celulares y llegamos a la casa de los ñores de las carnitas.
Era una sala algo desordenada ya que casi nunca estaban, pero en general el lugar era agradable, aunque eso era lo que menos importaba.
Llegamos y nos ofrecieron unas botanas y vodka.
Sabiamos que eso se subia muy rapido, asi que le tomamos con reserva, el único al que parecía no importarle era a don Beto que se empezó a empedar muy rápido.
Doña Ema también estaba muy briaga y más deshinibida de lo normal.
Puso música de banda y salsas.
Nos sacó a bailar, primero a mí, pero no acepte por timidez, entonces invitó a Galindo.
– y don Beto, preguntó él intrigado.
– no te apures hombre, para lo que le importa.
Empezaron a bailar, mi amigo emepezó poco a poco a tocarla, primero la cintura, luego bajó sus manos a las enormes nalgas y empezó a acariciarla, la señora le tomó una de las manos y se la puso en unas de sus chichotas que sobresalían de su ropa.
– termina lo qué hiciste ese dia- le dijo.
Ni tardo ni perezoso Galindo empezo a manosearla, primero con la mano y luego acercó su cara y se la puso entre las tetas.
Carlos y yo nos veíamos sorprendidos y con emoción.
De reojo veíamos al sr.
Beto, éste roncaba sin preocupación.
Galindo, empezó a subirle la falda mientras comenzaban a besarse en la boca.
Por fin pudimos ver sus nalgas y wow! Eran tal como yo las imaginaba, enormes, paradas y algo guangas, pero sabrosísimas.
La tanga efectivamente se perdía en ese mar de carne, aunque por encima se podia ver un pequeño pedazo de tela y unos listones negros que la sostenían.
Mi amigo Carlos no pudo resistir y fue y se le repegó por atrás a doña Ema.
– señora, Ema, qué carnotas! Escuche que le dijo, mientras le besaba la oreja.
La señora Ema, en respuesta, le agarró la verga por encima del pantalón.
La verdad es que yo ya no aguantaba, me la saqué discretamente y empecé a tocarme.
Se fueron al sillón y empezaron a encuerarla.
La ruca se veía riquisima.
Galindo le quitó la blusa y traía un brassiere negro, que no le tapaba casi nada.
Sus tetas se le veían muy suculentas, mí amigo empezó a besárselas, y a manoseárselas, primero despacio, depués con desesperación.
Carlos terminó la tarea y se lo desabrochó, era como una talla 38 DD o más.
Tenía unos areolas gigantes y unos pezones riquisimos.
Galindo se las comenzó a mamar con ansias, mientras Carlos se bajó la ropa y empezó a fotarse la verga en esas nalgas deliciosas.
– así, papi, así.
Qué rico! decía la señora en tono lujurioso.
– ay doña Ema, que ganas teníamos de comérnosla- dijo Carlos, mientras se agasajaba recorriendo sus manos por esas grandes nalgas mientras le frotaba la verga por la panocha.
– pues ya se habían tardado chamacos, les traía unas ganas!
– pues si, pero y don Beto?- Dijo Carlos mientras se comía sus tetas.
– a él no le importa, ustedes síganle.
– de pronto volteó y me miró – y tú ? – dijo en tono bromista .
– a poco no veniste a lo mismo? No hizo falta que me dijera dos veces.
Me levanté de inmediato y le mostré mi verga.
– ay doña Ema, no diga eso, mire como me tiene.
Entonces la señora me hizo señas que me acercara y mientras mis amigos se la agasajaban ella me la empezó a mamar deliciosamente.
Se veia que era una experta la señora, porque lo hacía riquísimo.
– pinche vieja, qué puta y que rica- dijo Galindo.
– nos la podemos coger por atrás ? – le dijo Carlos en foma cachonda
– ay siii mi amor, me encanta- dijo la ñora y se abria las nalgas para mostrar su culo.
Carlos entre tanto se empezó a hacer una rusa con sus chiches y yo me aparté un poco para ver el espectáculo.
Se veía hermosa la doña y súper piruja.
Mientras carlos ya se la estaba cogiendo por el culo y parecía que ya casi quería venirse.
Como no teníamos mucha experiencia, era facil que nos pasara eso.
Así que doña Ema tomó el control y nos cambió de posición.
A Carlos y a mí.
– vente para aca mijo, no te vayas a venir tan pronto- le dijo en tono maternal.
Yo mientras tanto me puse atrás de su culo y por fin sentí esas tersas y bellas nalgas contra mi verga y mis güevos, la sensación fue exquisita.
– ay doña Ema, no mame, está bien chida.
Mmmmmmm, me fascina su culote- se la restregué un rato y la nalgueé bien sabroso, hasta que las nalgas se le pusieron rojas.
Con cada nalgada, la señora Ema gritaba y gemía moviendo más sus nalgas y repegándose más a mí.
Me agaché y puse mi cara en esos cachetotes y fue delicioso sentir toda esa carne en mis labios, en mi nariz, en mi frente.
Se las agarraba y apachurraba, se las abria y cerraba, se las chupaba y apretaba.
No pude más y se la metí por la panocha.
– uffff, qué delicia! sentí su vagina caliente y esas grandes nalgas comtra mis testículos, sentí que iba a llegar al cielo.
– ahhhh, mmmmmm.
La señora Ema,mientras tanto, mamaba la verga de Carlos, y Galindo se seguía deleitando con sus chichotas.
Me empecé a mover más rapido porque estaba sintiendo delicioso.
– ay wey, me dijo Carlos, te la estás vergueando bien chido, cabrón.
Yo casi no podia hablar, y sólo me la seguía cogiendo.
– espérate chamaco,- dijo la señora al verme tan excitado- no te me vayas a venir.
– Ahora tú Galindo, vente para acá y pasa a este niño en tu lugar.
Ahora yo me puse delante de sus tetas y la verdad es que me excitó mucho ver que las tenía ensalivadas por mi amigo, no me importó y de inmediato me puse a mamárselas y a manosearlas.
Había sido mi sueño por mucho tiempo, así que no iba a desperdiciar.
Se las tomé con las dos manos.
Las apretaba como queriendo exprimírselas, o más bien como si quisiera ordeñarla.
Al mismo tiempo se las chupaba o pasaba mi lengua por encima de esos pezones hermosos.
La señora gemía y gemía.
Mientras Galindo se la culiaba, yo se la metí otras vez por la panocha.
Ah que vieja tan rica!
Todos estábamos extasiados de cumplir nuestro sueño de cogernos a la señora de las carnitas.
A parte me excitaba un chingo ver como mis amigos tambien se la cogían.
A veces sólo de ver que Galindo la tenía bien ensartada por el culo y que Carlos gemía mientas la experta doña se la mamaba.
Yo sentía que no podia más y que iba a venirme.
Era increíble ver esas escenas en vivo y a todo color (y calor) no se comparaba para nada con una escena porno.
Esto era la vida real y esa doña nos estaba dando la cogida de nuestras vidas.
De pronto me pasé al lugar de Carlos ya que quería sentir de nuevo las mamadas en mi verga.
Ya sólo me faltaba probar su culo.
Me imaginé que sería delicioso, sólo de ver a mi amigo Galindo, como bufaba mientras le agarraba sus nalgotas y se la clavaba una y otra vez por detrás sentia que iba a venirme.
– Dame chanca wey, le dije a Galindo, me la quiero coger por el culo.
Nadamás de verte ya se me antojó un montón
– si cabrón, espérame tantito, wey.
La doña pacientemente espero a que nos intercambiáramos.
– vente Galindo, eres al único que todavía no se la mamo.
Vas a aver que rico
Por fin me puse por atrás de doña Ema y ya tenía el culo abierto, pero no tanto como para no darme placer.
La verdad es que era mi primera vez anal y tenía mucha curiosidad de ver que se sentia.
Me escupí en la verga, aunque estaba goteando líquido preseminal y me puse saliva ya que sabia que era un lugar sin lubricación natural.
Le manoseé un rato de nuevo las nalgas, sobre todo me concentré en abrírselas para verle el culo, ummmm se le veía exquisito.
Le echaba saliva a ella también y la señora empezó a pedirme que ya se la metiera:
– ya corazón, ya métemela, ya me antojaste mucho.
No la dejé esperar más y por fin se la metí.
Estaba super apretado y caliente.
Wowww, fue una sensación exquisita.
-Ay doña Ema que rica, qué rica, Dije una y otra vez mientras me la ensartaba y la nalgueaba de nuevo.
No aguanté mucho más y lo cierto es que empecé a venirme.
Ahhh, ahhhhh, ahhhhh, mi cuerpo se deshizo momentáneamente en contracciones involuntarias y le deje ir toda la leche adentro.
Galindo al verme se le dejó ir en la boca y Carlos en la panocha.
La señora Ema empezó a gritar muy fuerte y tambien se vino deliciosamente
– ay niños qué rico! – escuché que gritó- escurria por todos sus orificios.
Cuando volteamos vimos que don Beto estaba despierto y observando, de momento me preocupé, pero cuando vi su sonrisa libidinosa, lo entendí todo.
– señor Beto, usted nos vió? preguntó Galindo en tono nervioso.
El señor tenia desabrochado el pantalón y manchas de semen aparecían por sus piernas y ropa.
– si hijo, así es, yo vi todo y la verdad es que me fascinó como trataron a esta golfa, como se cogieron sin piedad a esta piruja que tengo por mujer.
Hace tiempo que ella y yo ya no tenemos intimidad y la verdad es que sólo me excito cuando veo que tratan a Ema como la puta que en realidad es, ya que por si ustedes no lo saben, a esta ramera la saqué de un burdel, pero nunca se enmendó.
Le sigue gustando que se la cojan entre varios, que le den verga por todas partes, verdad mi amor?
La señora Ema con la cara roja, algo sudada y cubierta por una toalla, sólo sonrió y asintió.
– no se apuren chamacos, dijo don Beto,- de hecho no sabiamos como hacerle para que se animaran con Ema, hasta que se le ocurrió a ella lo de llevar las cervezas al puesto de las carnitas.
– Ah, vaya, agregué yo, – ahora lo entiendo todo
De ahora en adelante espero se les quite la pena y vengan más seguido a cogerse a mi esposa.
Luego de estas palabras les agradecimos a ambos y nos retiramos.
Cada quien se fue a su casa.
Después de las vacaciones salimos del Cetis y ya ninguno regresó al tianguis aquél de los viernes.
Es más ni siquiera entre nosotros volvimos a hablarnos.
Yo cada vez que tengo ganas de masturbarme, por supuesto que elijo, la mayoria de las veces, y recreo en mi mente, toda la escena con la señora de las carnitas.
FIN
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