Con Mi Tia En Venezuela
Mi tia, mis ganas y su soledad nocturna, se unieron en una sola lujuria.
Rondaba yo los 14 años y mi tía unos 33.
Ella, gordita, tal vez media 1.55 cm, senos pequeños y bien paraditos, y un muy suculento, enorme y vigoroso culo con celulitis (lo sé porque a veces se notaba cuando usaba monos algo ajustados), que hacía darle play, a la película porno mental que me hacía con ella.
A mis 14 años, mis hormonas estaban en plena efervescencia y deseaba en todo momento poder probar por primera vez sexo salvaje como ya lo había visto en algunas películas pornos en algo que para auqella época se llamaba VHS.
Mi tía vivía en una zona un tanto alejada de mi casa, pero no tanto para visitarla y pasar un rato con ella, siempre charlando de cosas a veces triviales y uno que otro chisme de la cuadra que nos entretenía.
Eran charlas amenas que iban desde parte de su pasado, la religión, como fue su adolescencia, que platillos le gustaba cocinar. Sentía que mas que una charla de tia y sobrino, parecia ya una cita de amantes, por la manera tan cercana en la que dialogábamos.
Jamas en la vida me pasó por la mente tocar el tema sexual por el respeto que le tenía. Por aquellos años, aun tenia ese respeto absoluto en tocar temas de índole sexual con cualquier mujer; tambien se le sumaba a ello, el hecho de que por mi timidez y poca astucia en las artes amatorias, no sabía como «entrarle al juego» con ella.
Esta historia que les estoy contado, ocurre cierta vez estando ella sola en casa, un frío viernes por la noche en el mes de Diciembre.
Eran como las 9:30 pm, cuando ya el Nintendo me tenia aburrido y no podía «pasar de nivel» en un juego llamado «CONTRA» cuando me dispuse apagar aquel aparato y subir a casa de mi tía a charlar.
Toque la puerta de su casa y con el mismo gusto de siempre, me abrió.
Ella tenia 3 hijos pequeños, los cuales eran bastante traviesos, por lo que esa noche, estos diablitos estaban con su abuela. Es típico de costumbre de parejas en Venezuela que, algunas veces, «mandan» a sus hijos con su abuela, para que así dicha pareja, pueda quedar a solas y, quien sabe, desatar o reavivar sus mas carnales deseos.
Pasé y me senté tranquilamente en el sofa, pero con la malicia de siempre tener la mejor visión de sus movimientos de su enorme culote y sus anchas caderas, las cuales siempre me ponian duro como una piedra para machacar ajos.
Esa noche, mi tía llevaba puesto un short un tanto holgado color azul cielo, sus cholas de andar en casa, una camiseta color blanca (aquí en Venezuela le llamamos «Ovejita») y para mi grata impresión y contínua erección, pues, no tenía sostén.
Empezó la charla típica de la mujer que se encuentra aburrida en su casa un viernes por la noche, contándome uno que otro por menor de otro vecino.
Yo solo disfrutaba oirla cuidadosamente. Siempre se me inculcó que debía oir atentamente a los adultos y mas si son mis familiares.
He de hacer notar que, por razones laborales como vigilante de una empresa al oeste de Caracas, su esposo no estaba en la casa en ese momento y no regresaría a casa sino hasta el Sabado por la mañana.
Habian pasado tal vez unos 30 minutos de divina charla, cuando mi tía exclama: «Ya empezó la novela, pero provoca como un masajito. Me duele el cuello».
De solo oírla decir aquello, sentí que mi pene se erecto rápidamente. Era como si un corrientazo de 220 voltios hubiere emergido desde la base de mis testículos hasta mi glande.
¡Que incómoda y la vez, divina sensación!
Como no podía ni queria devolverme a casa con una erección volcánica y darme una rica paja, yo comencé a hacerme «una paja mental».
A la velocidad de la luz, me venian multiples escenas, en donde veia a mi tía sudorosa, montándose salvajemente sobre mi pene adolescente, dandole sus primeras caricias vaginales, con su cueva madura de 33 años.
Ella estaba sentada en una silla, en donde el espaldar solo le llegaba hasta la mitad de su espalda y desde el cual ella podía ver la novela, no de la manera mas cómoda para ella, pero si la mas erguída. Esa noche como que no deseaba dormirse temprano y quería estar muy al tanto a cada detalle de cada escena de la novela.
Me levanté del sofá y cuidadosamente y con un movimiento bastante sensual, pose mi mano sobre su hombro y le dije:
«Tía, no se preocupe. Yo puedo darle un rico masaje que le va a relajar.»
Yo de pie, tenia total libertad para explorar la geografía de su espalda y desde mi posición cercana detras de ella, pude ver desde arriba como se veía parte de sus areolas marrones como el café. Ya estaba empezando a calentarme un poco más solamente esta visión.
Le pedí solo un poco de crema para el cuerpo que ella tenía al alcance (lo habría puesto allí a propósito. Nunca lo sabré) y comencé a supuestamente a masajear su cuello, de manera «profesional».
Tomé el pote de crema corporal, el cual recuerdo que decía «EVERY NIGHT – Mandarina» (luego de adulto, compraría esta crema para mis encuentros amorosos. Luego les contaré).
Con mi mano derecha, apreté un poco el pote y me coloqué un tanto de crema en la palma de mi mano izquierda y con lentitud, cerré la tapa del pote, de manera tal que mi tía oyése. Fuí estratégico en esto, ya que ese típico sonido que hace «tik», te va indicando que se viene algo bueno.
Su cabello me impedía un poco en comenzar a darle el masaje, por lo que le dije: «Tía, acomódose un poco el cabello.».
La muy sensual, se deshizo el nudo que tenía puesto, batió su cabello y se hizo una cola en la cual enrolló todo su cabello y lo colocó sobre su cabeza. A mí ese tipo de colas en el cabello de una mujer, me enloquece.
Suspiré levemente, tomé un poco de aire y volví a mi faena.
Impregné la crema entre las palmas de mis manos y la yema de los dedos, de manera tal que estuviesen lo bastante suaves para comenzar la acción.
Calculé cual francotirador, la velocidad en la cual debia comenzar a rozar su piel. No sabia nada de dar masajes, pero algo me decía que debia hacerlo muy rápido, sino mas bien un tanto lento pero tampoco tanto. Suena extraño, pero puede compararse a la velocidad con la cual la neblina «peina» las montañas.
No dudé en ir acercandome mas y mas, hasta que mis manos, bordearon su nuca.
Coloqué ambas yemas de mis dedos pulgares en toda la frontera que divide su nuca del comienzo de su cabello. El resto de las yemas de mis dedos, fueron a colocarse cortesmente sobre el resto de su nuca.
Desde ese punto comencé a bajar, ni tan lento ni tan rápido.
Deseaba solo comenzar a «pintar» el cuello de mi tia, con la crema que tenía en mis manos.
Recordaba en ese instante que era bastante bueno para dibujar, y me hice la idea de que las yemas de mis dedos eran unos pinceles con los cuales debia pintar la nuca de mi tía.
Extendí mas mis manos y me dispuse a ir y venir, desde su nuca hasta sus hombros. A veces apretaba un poco su nuca, como buscando sumarle algo de «rudeza» ante tanta ternura. Nose, tratando de colocar «un gris» al momento.
Buscaba yo tal vez en esa rudeza decirme a mi mismo: «¿Estas loco? – ¿No ves que estas seduciendo a tu tía?»
Muy poco pudo este pensamiento casi moralista impedir que siguiera buscando de que manera hacer que mi tia siguiese recibiendo el masaje de la manera mas sensual posible.
Mis manos empezaron a cobrar vida propia.
Sentía como mi pensamiento y mi respiración se concentraban entre mis manos, como un transporte de pasión y deseos reprimidos.
En ese momento, mi mundo empezaba y terminaba en mi tia y sus hombros.
Subia mis manos apoyando el borde de mis palmas por su nuca, siendo esta vez un tanto mas fuerte mi presion, para luego finalizar con las yemas de mis pulgares, dando circulos nuevamente en la frontera del comienzo de su cabello y su nuca.
Ella estaba bastante quieta, nose si tal vez tensa, pero estaba allí sin decir ninguna palabra y muy atenta a cada escena de la novela que esta viendo.
Me controlaba para contenerme mas y mas.
Ya habian pasado un buen rato desde que mi erección se volvía mas y mas fuerte, hasta casí sentir que mi tibia esperma deseaba explotar a como diera lugar, ante semejante situación.
Tengo un olfato bastante sensible.
Entre tanto pensamiento, me llegaba un olor bastante particular.
Este olor venía de mí y no era mas que ese aroma característico de uno el hombre cuando está listo para tener sexo.
«Tía ya vengo. ¡Voy a orinar!» – exclamé tajante y apartando de forma rápida mis manos del cuello de mí tia fuí casi corriendo a…
«Tía ya vengo. ¡Voy a orinar!» – exclamé tajante y apartando de forma rápida mis manos del cuello de mí tia fuí casi corriendo al baño ya que sentía unas inmensas ganas de orinar y la llamada «cojonera» me tenía casi al desmayo.
Estando en el baño, ya bajando mi short fue que me percaté de lo que sucedía.
Ese aroma se volvió mas fuerte y se me adentró en mi nariz, ya que de mi glande ermegían sendas gotas de liquido preseminal.
Transparante como savila, mi boxer color gris, estaba bastante empapado y la cabeza de mi pene bastante brillante ante tanta untuosidad.
En verdad el olor a sexo era bastante fuerte cuando bajé mi bermudas, por lo que me disouse a orinar rapidamente.
Terminé de orinar, me subi el bermudas junto al boxer y me ví en el espejo del lavamanos.
Mi rostro era el de un adolescente inquieto, sediento de sexo primerizo y un toque de malicia. Empecé a practicar algunos gestos «por si se daba algo» y no quedar yo como un tonto petrificado ante una posible actitud de respuesta positiva para mí de parte de mi tia.
Salgo del baño y me dispongo a continuar mi faena.
Aprovechando que estaban los comerciales de tv, mi tia me pregunta: – «¿Por que tardaste tardaste tanto en el baño?» –
Yo le conteste rápidamente y con un gesto pícaro: – «Pues…¡prepárando la mejor parte!» -.
La mirada que correspondió a esta expresión mía de parte de mí tia, no podía ser mas que alentadora: con una mirada sensual y esbozando una tibia sonrisa con un toque de nerviosismo, fué la señal inequívoca para mí, que lo que venía era lo que estaba deseando.
Ella se voltea, y me dice: – «Sigue pues, que está bueno el masaje» -.
Comenzaba nuevamente la novela y yo nuevamente tomé un poco mas de crema entre mis manos y mientras me frotaba pensaba:
– «Yo creo que debo dar el paso. El hombre es quien tiene la iniciativa» -.
Esta vez seguía casi con los mismos movimientos anteriores.
Busqué de dibujar muchos surcos entre el recorrido de sus hombros hasta su nuca, de su nuca hasta sus hombros.
Era un total deleite para mí, hasta tambien ver como mi erección volvía a ponerme sumamente tenso. Mi pene tenía cada vez mas vida y vitalidad y hasta llegue a pensar que «me hablaba» como si me dijese algun consejo: – «¡Ve por más!» -.
Habia pasado ya bastante tiempo, cuando estando yo muy atento de los movimientos de mi tia, ella lanza un leve y muy profundo suspiro.
No desaproveché este momento.
Seguía masajeando y de manera muy dismisulada, alce un poco mas la vista hacia delante para poder verle el rostro. Para mi muy grata sorpresa y casí espasmo, pude ver como mí tia tenía los…
.
.
.
[CONTINUARÁ]
Amigo esta buenísimo, espero con ansias la segunda parte, dale bro no dejes con las ganas…..
Nos dejó nomás con las ganas cagándose en todo jaja
Jaja literal, el reputo de mierda este desapareció y nunca más dejó nuevos relatos xd