Confesión (parte 1)
Relato dedicado a Ddani93. .
Relato dedicado a mi hermosa DDani93.
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Sr Juez, por la siguiente, me declaro inocente de todos los cargos que se me imputan, menos uno: el haber tenido sexo con una nena de 11 años, con penetración vaginal completa y satisfactoria para ambos.
Pero no fui yo quien pervirtió sexualmente a Martina.
En las siguientes líneas de esta, mi última carta, explicare a fondo los detalles que llevaron a alguien como yo, de 37 años, a cometer semejante acto.
Toda mi vida fui recto, honesto, derecho.
Trabaje duro y en forma honesta toda mi vida, como mi padre me enseño, así como su padre le enseño, y el padre de su padre.
Daniel: nunca robes, nunca mientas, ni saques provecho de una situación que deje en desventaja a otros o perjudique a alguien más, solía repetirme mi padre.
No fumo ni fume, no uso ni uso drogas de ningún tipo.
No me habré emborrachado más de un par de veces en toda mi vida, durante mi juventud.
Evite usar malas palabras delante de menores, y jamás le fui infiel a mi mujer, ni tampoco le levante la mano o le grite.
Y así y todo, la vida no me recompenso como yo esperaba o como me habían prometido.
El esperado ascenso de años en la empresa en donde me destacaba trabajando, jamás llego y en su lugar, vi cómo eran los parientes de mis jefes quienes se llevaban dicho ascenso, o los beneficios económicos.
Siempre me desempeñe magníficamente en mi trabajo, y el único día que cometí un error, producto de algo de lo que me enteraría más tarde, dejo en evidencia a la empresa y a sus directivos.
Un simple error en los números de uno de los muchos archivos, dejo en evidencia el estado de corrupción de mis jefes.
De seguro conocerá el caso, el de Aurora Seguros.
La empresa se declaró en quiebra, y los empleados quedamos todos en la calle.
Y quien tuvo la culpa de todo? Yo, o al menos eso es lo que los idiotas de mis compañeros decidieron.
Pero eso era apenas el comienzo, la entrada de tan menú especial que la cocina de la vida, tenía preparado para mí.
La situación familiar no era buena.
Toda una vida dedicado al trabajo duro, a mantener a mi familia, llevo a tener un hijo adolescente que me odia, y a una mujer bastante distante en lo emocional y en lo sexual.
Hacía más de 10 años que no teníamos sexo.
Ni siquiera para nuestro aniversario o alguna otra ocasión especial.
Su vagina estaba prohibida para mí.
Ese día, cuando ocurrió lo del trabajo, termine volviendo más temprano a casa.
Y ahí me encontré el plato principal: mi primo Javier, estaba en mi casa, en mi cama, cogiéndose a mi mujer.
En lugar de dar algún tipo de explicaciones o pedir perdón, o lo que sea, mi mujer Carmen, solo comenzó a insultarme a decirme que la culpa era mía.
Y el imbécil de mi primo?
Solo se reía, ahí, desnudo, sentado al lado de mi mujer y no dejaba de manosearla…como si el hecho de que mi mujer me gritara y me insultara, lo excitara más…
Y acaso cree usted que dejaron de tener relaciones?
No, solo me echaron de la habitación, y tuve que irme porque simplemente no podía quedarme a escuchar sus gemidos.
El vino para acompañar tal platillo, es que mi primo Javier, es mi abogado.
O bueno, solía serlo.
No recuerdo gran cosa de esa semana, porque no reaccione… no pude reaccionar, solo estuve en piloto automático, viendo mi vida pasar delante de mis ojos.
Mi vida se había convertido en una horrible película de la cual no tenía control alguno.
El divorcio no tardó mucho en salir.
Así que en poco más de una semana, mi mujer se había quedado con la casa, y yo tuve que mudarme a un viejo departamento en un barrio de mala muerte.
Lo bueno es que mi hijo ya había cumplido los 18 así que no tenía que pagarle mantención al vago infeliz ese.
Claro, tampoco tenía un centavo partido por la mitad para darle.
Todos mis ahorros se fueron en la comida y el alquiler del departamento.
No tenía muebles ni nada similar.
Lo básico indispensable.
Mi cama era un colchón usado sobre el suelo con un par de mantas, y unos cartones debajo para evitar la humedad.
Luego tenía las sillas y la mesa de camping, pero nada más.
El postre con su cereza de este interminable menú de mierda, me llego dos días después.
Estaba realizando las compras, tratando de ahorrar lo más posible en cada producto que compraba, cuando el mundo dio vueltas a mí alrededor, y perdí el conocimiento.
Me desperté en la cama del hospital en donde pase 2 días, antes de que un médico pudiera verme y decirme que me había ocurrido.
Cáncer.
Con que facilidad y cinismo que los médicos usan esa palabra.
Me quedaban al menos unos 5 a 7 meses de vida.
-Señor Daniel González, hemos detectado un tumor cerebral maligno en su cabeza… creemos…
El tumor era operable, no sin alto riesgo.
Pero sin dinero, y sin obra social que me cubra… que podía hacer?
Luego de salir del hospital, y sentir que ya no podía caer más bajo, tome la simple determinación de quitarme la vida.
No iba a esperar a que un día mí mente deje de funcionar y se apaguen mis luces.
Si algo quería en todo esto, era controlar mi puta vida.
Si me iba a morir, me iba a morir en mis propias condiciones y cuando yo quisiera.
Esa noche, salí a cenar afuera… me gaste un poco más de mis ahorros, y me di el lujo de una gran cena en un restaurante cercano.
No era 5 estrellas, pero era de los mejorcitos que había.
Luego de comer maravillosamente, volví a mi departamento, en donde deje una carta muy similar a esta, despidiéndome de quien la leyera y si acaso de a quienes yo le haya interesado.
Tome la soga que había comprado antes y me prepare para ahorcarme.
Cuando estaba en eso, veo por la ventana hacia afuera.
Por la disposición de los departamentos, ocurre que mi departamento se encuentra enfrentado con otro más.
Apenas unos 3 metros, deben separar ambas ventanas.
Y allí, estaba un nene, como de 7 u 8 años.
Estaba viendo lo que yo hacía.
Y claro, no podía ir y quitarme la vida frente al pibe… no podía traumarlo, que culpa tenía el pobre?
Así que desate la soga, y me salí de su vista, me fui a la habitación.
La ventana de mi habitación también estaba enfrentada con otra, de otro departamento.
Primero me fije, no sea cosa de que me pase lo mismo de antes, y ahí vi que en el departamento de enfrente, en la habitación colindante, un poco a penumbras, se encontraba una chica.
Tendría unos 10 a 13 años… la verdad es que no soy tan bueno para estas cosas.
Putee mi mala suerte, y me dije: a la mierda, me ahorcare a oscuras…
Apague la luz de la habitación que al igual que la ventana del comedor, no tiene cortinas, y trate de preparar de la mejor forma que podía, la soga.
Es ahí cuando veo de reojo, que el que asumo era su padre, entro a su habitación, y comenzó a bajarse los pantalones.
Aquello me saco por completo de mi tarea.
Había visto bien acaso?
Deje la soga a un lado, y me acerque a la ventana para tratar de ver mejor, ocultándome de la luz proveniente de afuera.
Efectivamente, podía verse como ante la poca luz de la lámpara de la habitación que ahora notaba era la habitación de la chica por el decorado infantil, la chica le estaba practicando sexo oral al hombre adulto.
Toda la escena me dejo pasmado.
Como un padre podía hacer eso con su hija?
No está bien, no está bien, me repetía a mi mismo.
Sin embargo, la escena estaba logrando calentarme.
Hacía años que no tenía sexo, y no lograba más de una paja ocasional viendo una película o una revista porno, de tanto en tanto.
Y es que el trabajo era tanto que me dejaba agotado.
Y ahí, de nuevo, ante algo que se suponía era atroz, inmoral, prohibido… estaba teniendo una erección.
Inconscientemente, comencé a manosearme.
El tipo no estaba obligando a la nena, de hecho a la mocosa parecía encantarle, estaba como poseída y hasta con sus propias manos agarraba su miembro erecto, mientras el “padre”, ponía las manos en la cintura y se dejaba hacer.
De pronto algo los asusto, ya que se detuvieron en seco y el tipo procedió a subirse los pantalones de inmediato, mientras salía de la habitación de la nena.
Luego pude comprender que la madre había llegado, y claro, hacían estas cosas a escondidas de ella.
Trate de razonar lo que me estaba pasando, que como era posible que yo me estaba calentando con semejante acto de pedofilia, cuando veo que la nena procede a desnudarse, no sin antes trabar la puerta de su habitación.
Y ahí mismo en su cama, acostada boca arriba y de piernas abiertas hacia mí, pude ver como la chica, como Martinita, comenzó a masturbarse.
Era un hermoso espectáculo ver a pocos metros, esta vagina infantil, cerradita y rosadita, toda mojada siendo frotada fervientemente por la mano infantil de su dueña.
Aquello me encendió aún más, y procedí a hacer lo mismo.
Me fui sacando algo de ropa, y me recosté en mi cama, mientras no dejaba de ver el espectáculo que me estaba dando la nenita.
Pensé que ante tal frenética masturbación no iba a tardar mucho en acabar, pero la nena parecía una experta, como seguro su padre le habrá enseñado.
Estaba tan cerca y tan lejos al mismo tiempo…
Podía ver su culito, su ano cerradito, fruncirse con cada orgasmo de tanto en tanto.
Variaba su velocidad e intensidad.
Yo no tarde mucho en acabar abundantemente como nunca lo había hecho antes.
Fue un enorme alivio el acabar de tal forma, luego de todos estos años.
Cerré los ojos un momento y luego trate de entrar en mis cabales.
Me dirigí al baño a limpiarme, mientras la nena continuaba sin descanso.
Fui, me lave las manos, mi pene, e hice mis necesidades.
Al salir unos 5 minutos después, veo que la nena sigue ahí, tal como la deje, disfrutando, dándose el lote con ella misma.
Acaso tendría algún problema?
Como sea, yo ya estaba listo para una segunda ronda, ya que ni bien veo su vaginita rosadita ya tirando a rojita, se me paro la verga de nuevo.
Esta vez me quite toda la ropa, quedando totalmente desnudo.
Me acomode mucho mejor en la cama, medio de costado, para verla con más detalle, y comencé a pajearme de nuevo junto a ella.
Había bajado el ritmo, pero se notaba que seguía caliente, necesitada de una buena pija.
Así que puse use mi celular para intentar grabarla…
Esta vez no me apresure y al igual que ella, me deje llevar por el momento.
Habrá pasado como una hora en todo eso, de la nena disfrutando de una buena paja… y yo con ella.
Cuando vi que ella acelero el ritmo una vez más, se notaba que esta sería la última.
Ambos estábamos listos para acabar y largar todo lo que teníamos dentro.
Fue otra hermosa explosión de sus jugos vaginales y mi semen volando por los aires de nuestras respectivas habitaciones.
Fue una noche maravillosa.
Desperté al otro día, cuando la luz de la mañana comenzaba a golpearme en la cara y el frio del departamento me pasaba factura por haberme quedado dormido completamente desnudo.
Me incorpore, pasando mis manos por mi cara tratando de despejarme, cuando al ver por la ventana, que se encontraba sin cortinas, veo a la nena del otro lado, mirándome sorprendida, el espectáculo que le estaba dando.
Mi primer pensamiento seria que se habría asustado de verme desnudo.
No había recordado ni pensado en la noche anterior.
Sin embargo, mientras trataba de vestirme apurado, y ver si gritaba o si hacia algo más pude notar como su mirada guardaba cierta… reacción.
Casi podría jurar que se estaba mordiendo los labios la verme la pija.
– La puta madre, quien me manda a esto?- deje en voz alta, lamentando mis estupideces.
Trate de no pensar en todo lo ocurrido.
Ni con la nena de anoche ni con mi intento de suicidio.
La soga estaba ahí, pero ahora me parecía algo que me daba vergüenza, como si de alguna manera hubiera recapacitado y todo mi dolor y angustia se había desvanecido.
Ya un poco cerca del mediodía, aún tenía algunos trámites por realizar, así que procedí a bajar.
Es ahí, que para mi sorpresa, me encuentro en el mismo ascensor, con la nena de enfrente, y su madre.
Claro, todo el edificio tenia este tragaluz en el medio, pero era todo del mismo complejo habitacional, y eran mis vecinas.
La madre, una mujer bastante recatada y correcta, me saludo, como dándome la bienvenida al edificio, siendo una buena vecina, todo muy correcta.
Yo estaba nervioso por la nena, a ver si decía algo, pero en lo que tardó en llegar y luego bajar el ascensor, no ocurrió nada malo, al contrario.
Pude saber que la nena se llama Martina, y que el tipo al que vi chupándole la pija, no era su padre, sino su padrastro.
Lo que yo veía más curioso, es que Martina tenía toda la apariencia, actitud y vestimenta de una chica muy, muy recatada y recta, como una de esas niñas inocentes de iglesia.
La madre, Estela, seguía hablándome de boludeces, de cosas banales, y yo solo podía seguirle la corriente.
Al llegar a bajo, nos despedimos amablemente, cada uno por su lado.
Yo pase toda la tarde terminando esos malditos trámites judiciales pero necesarios para poder seguir viviendo.
Es decir, era mi seguro de desempleo de los bastardos que me echaron.
Al regresar a mi ahora nueva casa, me cruce con la nena, con Martina en el ascensor.
Lamentablemente, no estaba sola y venía con unas compañeras del colegio de su edad.
Venían charlando y riéndose, comentando cosas de su edad.
Yo desee que ojala la nena se hubiera quedado sola, y preguntarle cosas… como por ejemplo por que no dijo nada y por qué al bajar con su madre me daba miradas picaronas.
Para mi suerte, las amiguitas se fueron bajando en los pisos siguientes, quedando solos con Martina los últimos tres pisos.
Yo lo deseaba pero no lo esperaba, así que no supe que decirle o como preguntárselo.
Cuando estaba pensando en chantajearle con lo de su padre si acaso la cosa se ponía fea, ella se dio vuelta con una sonrisa y procede a lanzarme su mano a mi bulto, a mi pantalón.
-Te gusta, viejo verde? Te gusta verme desnudita? Queres cogerme?
Yo solo pude tragar saliva, no me esperaba aquello.
Mi verga de inmediato quiso salir de mi pantalón de lo dura que se puso.
No sabía que responderle… no lo había pensado.
Ella continuaba manoseando el bulto de mi entrepierna mientras se pasaba la lengua por sus labios en forma provocativa.
Era claramente torpe, que solo estaba imitando a las mujeres mayores que habrá visto en alguna película o video porno.
Yo también comencé a lamerme los labios, como esperando un beso con ella, cuando repentinamente se escuchó la campanita de que habíamos llegado a nuestro piso.
Ella retiro su mano inmediatamente y ambos nos alejamos, como para disimular.
Aunque en mi caso era difícil por el bulto que tenía en mi pantalón. Además, ambos estábamos colorados.
Por suerte no había nadie del otro lado de las puertas y el pasillo estaba vacío.
Salimos y cada uno enfilo hacia su apartamento, cuando ella se dio vuelta y vino corriendo hacia mí.
Dio un salto que encima mío que me obligo a sujetarla por su culito, al tiempo que abría sus piernas.
Nos dimos un hermoso beso con lengua y todo.
Instintivamente yo la acomode para apoyarle todo mi bulto en su entrepierna, para que lo sienta.
Se bajó y se desprendió de mis labios, dejando un hilo largo de nuestra saliva espesa que nos hizo reír.
Luego se dio vuelta para irse a su lado del edificio, no sin antes girarse una vez mas y lanzarme un beso con su mano.
Yo solo le pude sonreír como un estúpido.
Dio un vistazo mas a la soledad del pasillo, como para asegurarse de que nadie mas nos viera, y acto seguido, me hizo un gesto obsceno con su mano en su entrepierna.
Ese gesto que hacíamos de jóvenes entre amigos, el de “toma, cómela por mirón”, mientras nos sujetábamos el bulto de nuestra entrepierna.
Cosas de jóvenes idiotas…
Pero acá, tenía otro significado, uno más sexual entre nosotros.
Era Martina diciéndome: Toma, veni y cómeme la conchita.
Finalmente nos alejamos, cada uno por su lado.
Yo tenía una erección muy evidente, así que procedí a apurarme a mi departamento, no sea cosa de que alguien me vea.
Mi aventura con Martina, la nena de 11 años, que vivía enfrente y se pajeaba seguido, recién había comenzado.
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