Confesión (Parte 2)
Mi vida estaba acabada… no solo mi mujer me dejo por mi primo, mi hijo me odiaba, me echaron del trabajo, y me enteraba de mi cáncer, sino que mi vecinita «Tina», Martina, una nena de 11 años, me calentaba como no tienen idea..
Dedicado a Ddani93
________________________________________________
Volví a mi departamento luego de lo ocurrido que me dejo sin palabras.
El pánico moral se apodero de mí, pensando en lo que había pasado con la nena, en como la noche anterior me había pajeado con una nena de solo 11 años…
Martina me traía loco.
Desde mi habitación un poco más tarde, podía verla seduciéndome desde su habitación, ya que ella ahora sabía que yo era un viejo verde que la espiaba.
Alrededor de las 19 horas, parece que Estela, la madre, había salido, ya que el padrastro se metió a la habitación de la nena en donde Martina se dispuso a chuparle la pija.
Yo podía notar como la muy desgraciada de tanto en tanto, miraba de reojo hacia donde estaba yo, en la completa oscuridad de mi habitación.
No paso mucho en que el padrastro acabo con esa chupada, y procedió a derramarle toda su leche en la cara, lo que la nena acepto gustosamente.
Aquello me puso mal, me descompuso.
No sabía si era causa de mi tumor cerebral, si de la situación e impotencia que sentía al ver algo tan inmoral… o porque muy en el fondo quería ser yo el que le derrame mi leche a la nena.
Me retire al baño, en donde vomite un poco.
Me enjuague la boca, me lave los dientes, y baje a la farmacia de la esquina, para ver si tenían algo para el malestar.
Allí, me cruce con Estela, la madre de Martina, quien volvía de unas compras.
De nuevo comenzó a charlarme de sus cosas y de chismes del edificio.
En eso me dijo:
– Espero, Daniel que no le moleste que sea tan chismosa, no? Pero es difícil no darme cuenta de que no posee cortinas en su comedor…
– Oh…si… es que… con todo esto del divorcio, estoy comenzando de nuevo, y hay cosas básicas para la casa que no he comprado aun. Ni cama tengo, jeje…
– Ay no, que mal que la debe estar pasando. Mire, si quiere, si me acompaña, yo puedo darle algunas cosas. Ayudo en la capilla y suelo tener ropa y elementos que donan para el ejército de salvación.
Al inicio me negué porque seguro que me iba a hablar de la iglesia y esas cosas.
Pero luego pensé que podría ser una oportunidad para denunciar al bastardo del padrastro… así que acepte.
La acompañe todo el trayecto a su departamento, quiso abrir la puerta con su llave, pero no pudo, estaba trabada.
Era obvio lo que el padrastro había hecho.
Estela dio unos cuantos golpes en la puerta, a la voz de:
-Sera posible, otra vez? Siempre que llego dejan trabada la puerta!
Se escucharon unos ruidos detrás de la puerta, y alguien que llegaba corriendo a abrirla. Más ruido, y del otro lado, aparecía Rubén, la pareja de Estela y padrastro de Martina.
Se sorprendió al verme, y mientras yo esperaba que Estela me presentara o algo, esta se quejaba de la puerta.
-Perdón, amor, es que salí a dejar la basura y después al volver me olvide de quitar la llave…-le ponía escusa el tal Rubén, mientras me miraba de reojo.
-Ah, sí… este es Daniel, nuestro vecino del otro lado. Daniel, este es mi novio, Rubén.
-Hola… que tal, mucho gusto, vecino- le dije estirando mi mano.
-Hola…- respondió en forma seca y no me correspondió el saludo de mano.
En lugar de eso, se metió al living, como aparentando estar muy ocupado, buscando algo, cuando en realidad no sabía disimular.
Yo sabía muy bien lo que ocurría, y quería de alguna manera dejarlo en evidencia.
Mientras Estela hacia sus cosas, y me hablaba de otras, yo iba pensando y respondiendo casi en forma monosílaba, concentrado en como dejar en evidencia al bastardo.
No quería decirle nada directamente a Estela, porque yo era un total desconocido… si le decía que veía algo sospechoso, ella no me iba a creer, o a decirme quien era yo para meterme en su vida.
Por el contrario, quería hacer algún tipo de comentario casual, como inocente, dejando en evidencia las mentiras del tipo.
Vi que aún tenía su bragueta abierta, y que la basura aún estaba allí, además de que estaba descalzo.
Martina no aparecía, de seguro estaría en su habitación masturbándose o vistiéndose o algo por el estilo.
Un poco casualmente, pregunte:
-Por cierto, ya que menciono la basura, a qué hora pasan a retirarla por esta zona?
– 7 de la madrugada.- me respondió el bastardo en forma poco agradable y seca. Se notaba nervioso con mi presencia.
Acaso Martina le habría hablado de mí?
Estela ya volvía con una bolsa con varias cosas, como sabanas, cortinas, manteles y una mochila.
Recordé que tenía las pastillas en el bolsillo de mi campera, y algunos papeles, así que abuse un poco de mi hospitalidad.
– Oh, gracias, muchas gracias… no se hubiera molestado, es usted muy amable doña Estela.
– No es nada, después de todo, estamos para ayudar al prójimo. Y llámame solo Estela.
– Entonces, Estela, puedo abusar un poco de su hospitalidad? No tendría un vasito con agua? Es que debo tomar mi medicamento.
Ella accedió gustosa y muy atenta.
Una vez me dio el vaso con agua, a propósito saque la pastilla con un bulto de basura que tenía allí.
– Es basura? Ay, démela que yo me encargo.
– Gracias de nuevo, usted es muy buena.- le respondí mientras procedía a tomarme la pastilla, con un largo sorbo de agua.
Mi plan había funcionado, ahora Estela se encaminaba al tacho de basura en su cocina, en donde vería que su novio, no había sacado la basura.
-Rubén… Rubén…! No me dijiste que sacaste la basura?
Rubén, quien estaba disimulando viendo la TV, se volteo con un claro nerviosismo en su cara.
– Emm… no…no… yo no dije que saque la basura.
– Si, si me dijiste… verdad que lo dijo, don Daniel?- Normalmente no me gusta estar en una situación así, pero acá iba a hacer todo lo posible por dejarlo en evidencia. No iniciaría el fuego pero tampoco lo apagaría… y si podía le echaría más combustible.
– Pues sí, eso dijo… dijo que había cerrado la puerta con llave por que bajo a sacar la basura, y al volver se olvidó de sacarla… – el tal Rubén me dio una mirada bastante mala… como diciendo “que mierda te metes pelotudo?”
– Para que me mentís?- le pregunto con insistencia y fortaleza Estela.
Al parecer, no era la primera vez que ocurría y sospecharía o algo por el estilo.
Casi como apoyándose en mi presencia, Estela ahora estaba encarando en sus diversas mentiras a su noviecito.
Cuando la cosa comenzó a ponerse caliente, intente irme.
– No quiero interrumpirlos, pero parece que tiene muchas cosas de las cuales hablar… y no quiero meterme en…- di un vistazo directo a la bragueta abierta del pantalón del tipo.
Ya lo había visto antes, y me desagradaba verlo.
Pero ahora, hacía de cuenta de que lo notaba por primera vez, y a propósito hice un silencio en mi dialogo, dejando en evidencia para Estela que es lo que me había distraído.
– Emm… su pantalón, señor.- Le dije, haciendo una mueca de sonrisa, como solemos hacer algunos hombres, con otros en acto de camarería varonil.
Solo que este no era el caso, quería ser bien obvio sobre el asunto.
– Que haces con la bragueta abierta??
– Emm…nada, no, que pasa…eemmm…-respondió Rubén intentado subírsela pero por los nervios de la situación se le había trabado y estaba luchando.
-Miren…les agradezco la hospitalidad, pero ustedes tiene cosas que charlar…. Cosas de pareja… yo me retiro, con su permiso….
– No, Daniel…por favor, quédese…-me pidió Estela con un aire de desesperación.-cada vez que pasa esto, Rubén me mete escusas y levanta la voz en forma agresiva.
– Que Acaso le pega?- pregunte metiendo más el dedo en la llaga.
– No, no lo hace pero tengo miedo de que lo haga…
Rubén se paró en seco cuando escucho eso. Incluso intento excusarse…
– No, no, no para, para un cachito que yo jamás te he levantado la mano en tu puta vida!
Mi idea era golpear el avispero y salir huyendo, no quedarme…
Pero ahí estaba, en una situación difícil.
No me esperaba que Estela ya sospechara algo y la situación escalara tan rápidamente.
– Trate de calmar la situación:
– Oigan, miren…. Yo no soy especialista en estas cosas… para eso hay consejeros y demás. Yo solo soy un tipo humilde que está pasando por sus propios problemas.
-…Bájate los pantalones…- dijo por lo bajo Estela.
– Que…? Que estás diciendo…?
– Que te bajes los pantalones…!
– E-estás loca, mujer…
– Que te bajes los putos pantalones, te dije!!
El grito nos sorprendió a todos.
Yo lo mire a Rubén…
El me miro y me dijo:
– Oiga…vecino, ayúdeme a hacerla entrar en razón… mi mujer está loca.
– Quiero que Daniel sea testigo de lo que yo ya sé!
– No… no… podes…
Ambos sabían algo que yo no sabía del todo… aunque en el fondo estaba sospechando algo turbio.
– Haga lo que le pide, Rubén. Ella ya lo ha visto desnudo, y yo soy hombre… haga lo que le pide…
Estela se abalanzo sobre el tipo y forcejearon.
Rubén intentaba sacársela de encima pero la desesperación de Estela pudo más.
Los pantalones de Rubén cedieron y dejaron a la vista, su verga flácida, pero con un preservativo puesto.
Un preservativo con manchas de sangre.
Estela se incorporó, y se dirigió a la cocina, a buscar un cuchillo.
Me abalance a detenerla y salí herido.
La conmoción y los eventos se produjeron de tal manera que todo se vio como un pase de diapositivas medio extraño, que culminó con la llegada de la policía y una ambulancia.
Solo me quedaron flashbacks de ciertos momentos, no mucho más.
Termine en el hospital con una herida nada grave, pero que necesito sutura, en el costado de mi abdomen.
Cuando la policía me indago, decidí no presentar cargos, y al contrario, di mi aporte para que el hijo de puta del tal Rubén, vaya preso por abuso de una menor.
Al tiempo apareció Estela, sola.
Había ido con Martina, quien estaba esperando en el pasillo.
Me pidió disculpas, y decidió hablar conmigo, que yo me sincerara.
– Lo sabias, no? Lo sabias muy bien… lo habías visto al hijo de puta. Por qué no me dijiste?
– Si, lo sabía…eso de no tener cortinas, se ve todo, incluso lo indeseado. Y no, no le dije nada porque no sabía cómo decírselo, como iba a reaccionar. Sinceramente, me habría creído si se lo hubiera dicho?
– Lo sospechaba, así que claro que te hubiese creído… Igual, lo siento… creo que te entiendo… es complicado.
– Si, lo sé…al menos pude detenerla antes de que cometa una locura. Mire si lo mataba e iba presa… quien se iba a hacer cargo de Martina?
Continuamos disculpándonos por un rato, y charlando de otras cosas.
Luego Estela hizo entrar a Martina quien lucía tan inocente como siempre, aunque algo había cambiado en ella.
Su inocencia ahora era más real, no tan actuada.
Estela continuo visitándome en el hospital especialmente al enterarse de que estaba recién divorciado, que mi mujer me metió los cuernos… y si bien le comente de mi cáncer, no le dije que era terminal.
Ya era suficiente lastima por un día, y no quería que fuera todos los días al hospital a verme y ponerse a llorar.
La verdad es que su compañía me agradaba bastante.
Incluso comencé a encontrarla atractiva, según le iba prestando más atención a su físico.
Y es que al vestirse en forma tan recatada como lo hacía, parecía más vieja, pero en realidad era más joven que yo.
Tenía 27 años.
Los días pasaron, y con Estela y con Martina nos fuimos haciendo más amigos.
Incluso pude notar la manera en que ambas me miraban.
Encima ambas tenían el mismo gesto que dejaba ver su interés sexual y/o romántico en mí, al morderse el labio inferior cuando me venían.
Mi deseo sexual, el cual había estado tanto tiempo dormido, ahora se dividía entre la madre y la hija.
Con la madre, era un deseo sexual genuino, con culpa por mi estado de salud y mi oscuro destino.
Y con Martina, la culpa era un valor moral agregado, que me hacía dudar mucho.
Las semanas pasaron, y por más que les pedí que no se preocuparan, ellas seguían visitándome más y más seguido.
Martina, o Tina, como la llamaban sus amiguitas, era una loba en piel de cordero.
Por ejemplo, ni bien su madre se iba por un par de minutos al baño o a otro lado, Tina que se quedaba en la habitación del hospital a solas conmigo, se acercaba a mí y me daba besos en la boca, mientras me decía como
—Mi papito está bien? Te voy a cu8idar y hacer muchos mimos.
También, de tanto en tanto, y siempre y cuando estuviéramos totalmente a solas con la puerta de la habitación cerrada, ya que no sea cosa que entre una enfermera, la terrible nena tomaba mi mano y la ponía sobre sus incipientes tetitas, sobre sus nalguitas, o para que le sobe su vagina por encima de la ropa.
Eso no duraba mucho, ya que ni bien aparecía su madre o alguien más, pasaba en forma automática a convertirse en la nena inocente que pretendía jugar o charlar conmigo de temas inocentes.
Estelita tampoco se quedaba atrás.
Cuando su hija no iba por encontrarse en la escuela o debía ir al baño, Estela además de la charla sobre romance, solía hacerme caricias en el rostro, cosa que yo agradecía muchísimo.
Era hermoso sentirse querido y mimado.
Eventualmente note como tomaba mi mano y me la masajeaba sobre uno de sus muslos.
Su escusa era la de darme masajes terapéuticos y esas cosas pero yo podía notar como quería que yo la acariciara.
Todo dio un paso decisivo cuando estando solos, ya que Tina se encontraba en el colegio, respondí sinceramente una de las preguntas de Estela, sin pensarlo.
—Y dime, Daniel… has pensado en como seguirá tu vida amorosa ahora después de tu divorcio? No estás muerto, lo sabias, no? Eres un hombre muy atractivo que yo… que cualquier mujer estaría encantada de tener.
Pobre hermosura… no sabía mi destino… y quizás por melancolía, dije:
—Solo estoy esperando a una mujer que valga la pena, no soy un tipo exigente… ella debe ser una buena mujer, una buena persona, que me cuide… y que no espere a que yo tome la iniciativa todo el tiempo. Con mi ex mujer era así: ella me echo toda la culpa de nuestro divorcio, cuando ella también pudo haber hecho algo para resolverlo.
Una mujer que no tenga miedo de dar el primer pasó…
Estelita quedo en silencio por un par de segundos, y cuando yo iba a comentar algo más para romper ese silencio raro que se estaba formando, su boca devoro la mía.
Pude sentir sus manos delicadas tomándome por el rostro, como quien se asegura de no fallar el beso o que su interlocutor dé vuelta la cara.
Yo le correspondí a pesar de la sorpresa.
En cierta manera estaba esperándolo…pero no con esa intensidad y pasión y romance.
Yo estaba muy bien, y solo me tenían en observación, me darían el alta en cualquier día de esos, así que no hubo preocupaciones por ir un poco más lejos.
Me tire el lance con mi lengua, lo que ella acepto gustosa y me ofreció la suya.
Luego, baje una de mis manos, de su cintura a sus caderas.
Su lengua se volvió mucho más juguetona, a la vez que su boca generaba más saliva y sus labios ejercían más presión sobre los míos.
Eso me dio luz verde para bajar mi otra mano, y con ambas, la tome de sus nalgas.
Ella se separó de mi boca y me miro.
—Perdón —le dije— hace años que no tengo sexo… y…
—No importa, yo también hace como dos años que no cojo… y quiero coger…quiero cogerte, Daniel… quiero sacarte toda la leche que tengas acumulada…
Mis ojos se abrieron como dos platos, y mi boca dibujo una gran sonrisa.
—…La puerta…—le comente.
Ella se incorporó y procedió a ponerle seguro a la puerta de la habitación, mientras yo hacía lo propio en la cama, para estar más cómodo. Estaba sacándome mis calzoncillos, cuando ella solo atino a meterse las manos dentro de su vestido floreado, se bajó las bragas, y salto encima mío buscando mi verga.
Mi pija estaba poniéndose dura muy rápidamente, pero aun así no logro despertar del todo, cuando unos labios peludos y jugosos se la devoraron.
—Aaaaah… aaay…aaah…
Años sin entrar en una conchita, mi verga lo agradeció… saltaba de felicidad dentro de la conchita de Estelita, quien ahora dirigía mis manos a sus tetas saltarinas debajo de su vestido.
Yo podía sentir esa conchita abrirse de par en par mientras su vello púbico me rozaba los huevos.
No hubo mucho tiempo de razonamiento, Estela en poco de nada ya estaba exprimiendo mi verga con su zorra peluda, sacándome todo el jugo posible.
Mi glande enrojecido, seguramente, se adentraba más y más en ella, buscando besar su útero.
Estela se dejó caer un poco y comenzó a besarme de nuevo, sin dejar de mover frenéticamente sus caderas, tratando de exprimir, de chupar con su concha, cada gota de mi leche…
Y así paso, no tardamos en llegar a nuestro clímax, debido a la calentura que tanto tiempo habíamos reprimido.
Como aquella vez que Tina me hizo acabar una gran cantidad paseándome, acá su madre me hizo descargarle lo que parecían litros y litros de semen, directo a su concha…
Yo pude sentir como sus labios peludos se contraían, como todos sus músculos internos me apretaban y me aprisionaban muy fuertemente con cada gemido de ella.
Su rostro y sus ojos estaban idos, su cuerpo tenia convulsiones como si le estuviera dando un ataque.
—Aah… aaah…ah…oh…aauuh…aaay… aaah…aaaaah….ahhhhhh…
Sus gemidos se iban relajando, así como sus caderas.
Cayo rendida sobre mí, mientras yo sentía como mi verga seguía derramando su contenido dentro de ella, al tiempo que algunos gemidos míos se escapaban por entre mis labios, tratando de ahogarlos por miedo a que se escuche allá afuera de la habitación.
Un poco más repuestos, ella se incorporó.
—Perdón…no sé qué me paso…hacía años que… yo no soy así…
—Está bien… no hay problema, fue hermoso, no?
—Fue maravilloso…aaaah… tenes una pij… un pen…—la suprema moralidad y recato parecía volver a ella— trenes un miembro muy grande y lindo… se sintió fantástico.
Se zafo de mi penetración, y procedió a ponerse los calzones, mientras me mitraba y me decía, picarona y pervertida:
—No quiero que se salga la lechita…
—Cuando salga del hospital… queres repetirlo? Digo…
—Obvio, Danielito… ese tesoro que tenes ahí no lo voy a dejar escapar… además —y se acercó a darme un beso en la boca—sos un hombre que vale la pena… me gustas… hace rato que me gustas, casi desde que te vi. Tu ex mujer fue una tarada por desaprovecharte… y si a vos no te importa estar conmigo y con Martinita…
No pasaron ni dos minutos cuando hubo unos golpecitos en la puerta de la habitación.
Yo me acomode y me tape con las sabanas, mientras Estela iba a abrir la puerta disimuladamente.
Coincidentemente, era Tina, quien había salido del colegio y fue directo al hospital.
Las saludamos, y Estela comento que iría al baño.
En ese instante, Tina cerró la puerta tras de Estela y se acercó coquetamente a mí.
Me dio un apasionado beso en la boca, y comento picaronamente:
—Así que te cogiste a mi mamá… la llenaste de leche, por lo que note, papi.
—Yo…
—Llegue antes y me puse a escucharlos detrás de la puerta… me asegure de que nadie los moleste ni los escuche mientras cogían, jiji… Por cierto, escuche eso de mi mamá… yo acepto que estés con mi mami y vivas con nosotros, con una condición:
—Que condición?
—Pues que me llenes tanto de leche como a mi mami… ella será tu mujer y yo seré tu putita…
—Nena…
—Sí, también tu nena, papi. Si no aceptas siempre le puedo decir a mi mami que no te quiero… que no me siento bien con un hombre viviendo con nosotros después de lo que paso con Javier. Soy buena actriz, sabias? Al boludo de Javier lo metieron preso gracias a mí, ya que conté que me violo contra mi voluntad…
Además no nos iban a creer si les decía que yo le pedí que me desvirgara.
—Que?
—Pues si… ocurrió que me calenté tanto con vos… cuando se la estaba chupando como siempre a Javier, no podía evitar mirar a tu departamento y verte, imaginarte ahí pajeándote conmigo. Y me agarre tal calentura imaginado que eras vos, que no aguante más y le pedí que me desvirgara. Al inicio no quiso, obvio… es un cagón. Pero como le insistí y le dije que vos me gustabas, medio que se enojó, se puso celoso y ahí me cogió.
—Nena…sos terrible…
—Si, lo sé… viste? Y que vas a hacer? Te venís con nosotros y nos coges todas las noches? Hacemos trato?
Wow que rica sera la continuacion por favor no tardes en escribir
Tremendo…