Confesiones del Padre Arturo: "Ángeles" parte 7
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PadreArturo4.
Antes de comenzar el relato quisiera disculparme por subir el anterior relato cortado en la última parte.
Al parecer SST tiene un límite en cuanto al número de palabras que debe poseer un relato y sin querer termine excediéndolas.
Esto último ha hecho que tenga que modificar algunos relatos que ya tenía listo para subir y adecuarlos al tamaño que sea necesario.
No me refiero a modificar el contenido sino en modificar cuanto contenido ira en un relato.
Como todos sabéis intento narrar mi historia con las niñas que tuve la suerte de disfrutar hasta ahora y a pesar de las grandes satisfacciones que he tenido al relatarles mis vivencias, el tiempo actualmente es uno de mis mayores enemigos para la labor que realizo.
Sin embargo como siempre os he dicho por más que demore un tiempo volveré a publicar mi siguiente relato hasta poder llegar al presente.
Espero que sea lo más pronto posible.
………………………………………….
Primero les dejaré la parte que había quedado cortada del relato anterior:
[Rebeca se apartó hacia el otro lado de la tina, intento sentarse pero supongo que se encontraba muy adolorida por lo ocurrido y termino poniéndose de costado mientras aun sollozaba y lloraba agarrándose su cola por momentos con la cabeza agachada y apoyada a un borde de la tina.
Al observar como había quedado su ano se lo notaba muy dilatado.
Así permanecimos un rato luego del cual la cordura empezaba a llegarme por momentos, también el cansancio por todo el esfuerzo hecho ya que como os dije no me encontraba en buen estado físico todo aquello me había dejado muy exhausto, aunque desde luego muy satisfecho por haber gozado de aquella niña culona que hace varias semanas se había convertido en mi obsesión.
Levante la vista desde mi lado de la tina y observo a Rebeca aun gimoteando en su lado.
Me levanto y palpando el suelo de la tina encuentro el tapón que impedía que el agua se fuera.
Rebeca me ignoro y siguió en su lado sollozando.
-Ya hemos terminado el baño especial Rebeca- le digo abriendo la tapa que comenzó a drenar el agua con jabón.
Me levanto y tomo la manguera para empezar a enjuagarme.
Aun lavándome observo a Rebeca y le digo:
– Tranquilízate y deja de llorar, te repito ya hemos acabado el baño especial -expreso con voz seria.
Rebeca seguía sin reaccionar- ¿No tienes hambre? Después de bañarnos vamos a comer pizza.
¿No quieres? -pregunto acercándome a ella queriendo obtener su atención.
Rebeca permaneció inmóvil en su lado aun sollozando – ¿No me escuchaste? Ya acabamos todo, no tienes que llorar.
Ya acabamos el baño especial, así que cálmate preciosa.
– repito mientras me acerco a ella para abrazarla por los hombros.
Al principio no quiso mi contacto e hizo un amago por apartarse pero insistí y la abracé fuerte- Ya… ya… ya pasó todo, preciosa.
Sé que tenías miedo pero ahora ya se acabó- repito acariciando su hombro en gesto tranquilizador- Así que no tienes que llorar más.
Vamos a enjuagarte para que se quite el jabón de tu cuerpo- digo tomando la manguera para enjuagarla también- Si te enjuagas, te secas y vistes podremos esperar cenando a tu abuelita que ya debe estar por llegar.
¿No quieres ver a tu abuelita?
– Mi…*sollozo* ¿mi abuelita?-pregunta Rebeca secándose las lágrimas.
– Así es… así que deja de llorar preciosa- le digo sonriendo levantando la manguera y mostrándosela- Ven, voy a enjuagarte, secarte y ponerte ropa limpia para que ambos esperemos a tu abuelita.
Verás que todo este “baño especial” habrá valido la pena cuando ella venga y te traiga muchas muñecas y ropa muy bonita y nueva – pregunto mientras terminaba de secarme para hacer lo mismo con ella.
-Si… si- contesta Rebeca secándose las lágrimas y procediendo a obedecer.
-Muy bien- digo mientras la termino de enjuagar dejando su hermoso cuerpo libre de jabón.
Luego de eso le alcancé la toalla y la ayudé a secarse.
Al comienzo pareció que no quería que la toque ya que ella quiso tomar la toalla pero insistí y me dejo que la secara mientras aun gimoteaba- Ahora…voy a traerte tu ropa nueva que te dejo la abuelita.
Espera un momento.
Mientras voy hacia donde se encontraba el cambio de ropa para Rebeca (evitando pisar los restos del cisne de porcelana) pienso en lo que aún preparaba para esa niña.
Apenas llegaba la noche y tenía muchos más planes para este glorioso día.
Pero eso… eso será motivo de otro relato.
Hasta entonces.
CONTINUARA]
……………………………………………
Ahora regresamos al relato actual, junto a Rebeca acabábamos de terminar de bañarnos y después de que ella se mostrara más tranquila le indiqué que me esperara mientras traía la ropa nueva que usaría.
Le entregué unas pantimedias blancas y unas bragas rosas de seda completando el conjunto con un leotardo rosa que cubría la parte superior y que destacaba aquel culo que no parecía pertenecer a una niña de ocho años.
– Muy bien.
Te ves preciosa, Rebeca- le digo muy animado mientras terminaba de ayudarla a vestirse- Es un vestido como el que uso la princesa ******* en aquella película que te mostré ¿Te gusta?
-Me aprieta un poco- me dice Rebeca observándose.
Iba algo más calmada pero se notaba un toque de resentimiento en su voz que no podía ignorar.
-Ya te irás acostumbrando-respondo mientras también la miraba.
Salimos del baño y nos dirigimos hacia la sala.
– Ahora sé buena niña y espérame aquí en el sofá mientras yo traigo la pizza- expreso mientras la dejaba en el sofá invitándola a sentarse a lo cual ella acepta- Ah! Hay un programa muy bonito a esta hora, creo que te gustaría verlo- digo mientras tomo el mando del TV y lo enciendo.
Luego de dejar el mando de la TV en el sofá me dirijo hasta la cocina para traer la pizza que había pedido y la traje hasta la mesita frente al sofá para que ambos pudiéramos comer.
-Toma una, realmente… está buena- digo mientras yo también tomo un trozo de pizza.
Rebeca hizo lo mismo pero antes de comerla la miro y me pregunto:
-¿Mi abuelita demorará mucho?- pregunta sin levantar la vista de su pizza.
-Pues… me llamo hace un rato y dijo que llegaría a las nueve- contesto señalando el reloj que indicaba las 7 y media.
-¿Por qué demora tanto?- pregunta Rebeca algo recelosa.
-Bueno… pues a donde ha ido es un poco lejos y demora en llegar aquí por el tráfico que debe haber a esta hora- contesto acercándome a Rebeca.
Rebeca al observar esto se apartó un poco.
-Rebeca… ¿Qué sucede? ¿Porque te apartas?-pregunto acercándola a mi lado.
Rebeca se queda callada aun mirando la TV y luego al suelo.
-Tengo… tengo algo de calor, señor Arturo- contesta evasiva intentando apartarse.
-¿En serio?-pregunto buscando su mirada- Es cierto eso o quizás… ¿quizás sea porque me tienes miedo?- pregunto suavemente
-¡NO! No señor Arturo- contesta inmediatamente asustada.
Nos quedamos en silencio un instante.
-Jejeje… – río jovialmente para sorpresa de Rebeca- Es normal que puedas tenerme miedo, ¿acaso te olvidas que soy un doctor? Es normal que los niños y niñas les tengan miedo a los doctores.
-Pero…- empieza Rebeca algo nerviosa- yo no…
-Sin embargo- la interrumpo ya más serio- esa no es la razón por la que me tienes miedo.
Acaso…- bajo la voz acercándome a su oído para que pudiera escucharme- ¿Acaso me tienes miedo por lo que sucedió en el baño?
Rebeca se quedó en silencio sin impedir nuestro contacto ya que la tenía agarrada del hombro hacia mí.
Aun miraba hacia otro lado como queriendo evitar mi mirada.
-Venga… si eso es cierto no me voy a molestar.
– le expreso amablemente acariciando su hombro.
Guardo silencio por un momento esperando.
Por fin Rebeca voltea a observarme tímidamente de reojo- Pero quiero… quiero que me digas la verdad.
Es lo más importante.
No me molestare contigo si me dices la verdad.
Lentamente la niña levanto su vista hacia mí, aún podía verse miedo en sus tiernos ojos.
-Si…-expresa tímidamente Rebeca y mientras lo dijo pude ver como sus ojos se llenaban de lágrimas.
-Pobrecita… ven aquí, preciosa- digo al mismo tiempo que la abrazo aferrándola a mí.
Rebeca empezó a sollozar por momentos sobre mi hombro- Ya… ya paso…ya paso….
Espere unos momentos a que se calmara mientras acariciaba su espaldita y mientras lo hacía teniendo la cabeza sobre su hombro pude observar como al arquearse su cuerpo hacia mi destacaban en esa niña sus nalgas de mujer en aquel traje muy apretado.
Lentamente siento como regresa mi libido por esa niña, como era de esperarse mis ansias por Rebeca no se calmarían tan fácilmente con una simple cogida y aunque sentía mi cuerpo cansado esto no impedía volver a excitarme por Rebeca.
Sin embargo aún debía continuar con lo planeado.
-¿Ya estás mejor?- pregunto mientras nos incorporamos nuevamente luego de consolarla.
Rebeca asiente secándose las lágrimas.
-Bien… Pues vamos a hablar un poco, Rebeca- digo mirándola mientras sonrió.
Apago la Tv con el mando de la TV para tener toda su atención.
– Voy a explicarte lo que paso para que no vuelva a suceder.
¿De acuerdo?
Ella asiente mirándome muy atenta mientras acaricio su cabello.
-Rebeca, tu eres una niña muy buena y obediente- empiezo mirándola fijamente.
Hablaba con voz seria pero calmada para darle a entender que era algo serio sin asustarla- Es por eso que siempre te consiento con todo lo que puedo regalos, juguetes y demás.
Todo ello porque siempre haces méritos para merecerlo.
¿Lo entiendes?
-Sí, señor Arturo- responde Rebeca- Usted siempre es muy bueno conmigo.
-Incluso fui más allá de ser bueno y conseguí encontrar a tu abuelita para que pudieras dejar ese horrible orfanato.
– continuo con voz suave endureciendo mis palabras al mencionar el orfanato procurando que la impresión de ese lugar sea la peor posible- Todo porque quiero lo mejor para ti y que no tengas que regresar a ese lugar donde podrían pasarte cosas terribles.
¿Me entiendes?
-Sí, señor Arturo-contesta casi de inmediato Rebeca- Gracias a usted las monjas no me harán desaparecer.
Yo estoy muy agradecida de…
-Es por ello…-interrumpo amablemente colocando mi dedo índice en sus labios- Es por ello Rebeca que soy un adulto al que le debes mucho respeto- expreso con voz muy seria y contundente sin endurecerla demasiado- Puedo no ser tu papi, ni tu mami o tu abuelita pero al igual que ellos me debes el mismo respeto.
¿Lo has entendido?
Rebeca asiente con su cabeza con expresión algo afligida de seguro porque le recordé a sus papis.
-Y parte del respeto del que hablo es obedecer todo lo que yo te diga- expreso con la voz más seria que pude sin sonar molesto- ¿Entendido?
-Sí, señor Arturo-responde Rebeca.
-Porque yo jamás te ordenaría algo que te hiciera daño- indico sonando lo más didáctico posible mientras ella continuaba mirándome seria- Porque yo siempre quiero lo mejor para ti y no como otros adultos que podrían hacerte daño.
Rebeca se queda callada mientras vuelve a asentir aun mirándome.
-Es por eso que a veces…- explico intentando sonar un poco más amable-.
a veces cuando no me obedeces….
Pues… puedo sonar un poco malo y dar un poco de miedo…Como cuando no quisiste obedecerme enel baño…- expreso esta vez mirándola a los ojos.
Rebeca aparta su vista triste.
Al observar esto me acerco a su rostro y le doy un beso en su mejilla- Pero todo ello… todo ello es porque quiero que sigas siendo una niña muy buena y obediente- Rebeca voltea su rostro mirándome directamente- ¿Lo entiendes, preciosa?
-Sí, señor Arturo- responde ella más tranquila- Lamento haberlo desobedecido… pero tenía… tenía miedo…- solloza Rebeca perdiendo nuevamente la calma que había ganado-.
y pensé… pensé… que me hacía algo malo.
-Ya… ya…- expreso abrazándola nuevamente y acariciando su espaldita para que no volviera a llorar- Es natural… es natural que te asustaras porque es la primera vez que te doy un “baño especial”- le digo apartándome y mirándola a los ojos- Pero ahora ya sabes que no era algo malo.
-Sí, señor Arturo- responde Rebeca ya más calmada- Usted nunca me haría algo malo.
-Así es, preciosa-respondo sonriente.
Nuevamente abrazo a la niña- Nunca lo haría porque yo te quiero mucho.
-Yo también lo quiero mucho, señor Arturo- responde Rebeca también sonriente mientras corresponde al gesto a pesar de tener aún algunas lágrimas recorriendo su rostro.
Mientras la abrazaba y acariciaba su espaldita tuve la tentación de descender mis caricias hasta sus nalgas de mujer pero me contuve.
Ya habría tiempo para desquitarme sexualmente con Rebeca y no deseaba arruinar este momento con ella.
-Muy bien… ¿Qué te parece si vemos la TV un rato más mientras esperamos por tu abuelita?- pregunto apartándome y volviendo a mi tono casual- Tengo una película muy bonita de princesas en DVD.
¿Quieres verla?
-¡Sí! ¡Si! ¡Quiero ver la película!- responde Rebeca entusiasmada.
Inmediatamente cambio la TV al modo de DVD mientras Rebeca vuelve a tomar un trozo de pizza del plato de la mesa.
Pasamos el tiempo que quedaba hasta las nueve viendo la película.
Ya con Rebeca más calmada pudimos divertirnos juntos mientras comentábamos la película.
Por momentos me abrazaba a ella queriendo pasar mi mano por su perturbadora figura.
Al parecer ahora no sentía repulsión por mí, gracias a que atendí su trauma del baño oportunamente.
Sin embargo pasó toda la película y ya Rebeca empezaba a mirar el reloj cada cierto tiempo.
-Ya son las nueve- señala Rebeca observando del reloj.
Eran las 9 y 15- ¿No debería estar aquí mi abuelita a las nueve?
-Tienes razón.
Parece que se le ha hecho tarde- respondo observando la hora– Voy a llamarla para ver qué pasa, no debería demorarse tanto.
Salgo de la habitación con dirección a la cocina donde finjo llamar, lejos de Rebeca que me sigue con la mirada y me observa desde el sofá.
-¿Alo? ¿Señora Martina?- finjo hablar fuerte por teléfono ya que sabía que Rebeca me escuchaba atentamente- Si… es por eso que llamaba… ¡Vaya! Es una pena… Rebeca estaba muy ansiosa por verla de nuevo… No se preocupe…no se preocupe- volteo mi vista para sorprender a Rebeca observándome mientras continuo con la falsa conversación por teléfono-Yo le explicare a ella… Tómese todo el tiempo que pueda….
De acuerdo.
Buenas noches.
Regreso a la sala guardando mi teléfono mientras observo a Rebeca volver a sentarse correctamente en el sofá esperando.
-¿Qué sucede, señor Arturo?- pregunto ella impaciente por saber la respuesta.
-Pues tengo malas noticias, preciosa- respondo sentándome en el sofá- Resulta que el auto donde venía tu abuelita se malogró cuando estaba por salir de la tienda… Y parece que tu abuelita no podrá llegar hasta que lo arreglen mañana.
-¡Que mal!- expresa Rebeca apenada.
-Lo sé, lo sé.
pero tu abuelita pasara la noche en casa de una conocida que vive por allí muy cerca- contesto queriendo hacerle parecer que todo está bajo control- De seguro podrá llegar mañana en la mañana cuando reparen su auto.
No debe ser nada.
-¡Aaah!- expresa Rebeca en señal de entendimiento.
-Sé que querías ver a tu abuelita, pero… esperemos hasta mañana- digo mientras me levanto y apago la TV- Sin embargo me dijo que no quiere que te desveles mucho y es por eso que quiere que te acuestes temprano.
-Pero señor Arturo- interrumpe Rebeca- No tengo sueño.
-Mmmm ya veo- contesto satisfecho por su respuesta- Es natural ya que estuviste dormida todo el camino para aquí y un buen rato más.
Rebeca me mira también ansiosa por evitar ser mandada a dormir tan temprano.
-Te diré que haremos, voy a mostrarte tu habitación.
Ahí jugaremos hasta que tengas sueño- expreso por fin- ¿No tienes curiosidad por ver tu habitación?
-Si!!! ¿Ya puedo verla? pregunta Rebeca parándose y dando saltitos emocionada.
– Así es.
Y estoy seguro que te va a gustar- digo al mismo tiempo que me levanto para acompañarla.
Rebeca hace lo mismo y tomados de la mano salimos de la sala por el pequeño pasillo que llegaba a la habitación principal que antiguamente me pertenecía pero que ahora tenía una puerta nueva muy vistosa y de blanco con un cartel rosado que decía “Rebeca”.
Llegamos frente a la puerta y se podía observar muy emocionada a Rebeca.
-¡Qué bonita!- exclama la niña contenta cuando abro la puerta.
No podía ser para menos, no me había medido en gastos para hacer que aquella habitación le encantara a mi Rebeca.
Tenía todo una colección de muñecas junto a varios de sus accesorios en un lado, juegos de mesa para niñas en otro con el tema de princesas e imágenes en las paredes de una habitación que estaba pintada de rosa.
El piso a diferencia de las demás habitaciones estaba alfombrado.
La cama era grande y muy bien adornada, muy cerca a ella había una colección de peluches que destacaba en uno de los extremos cubriendo un armario algo antiguo que parecía ser lo único que no resaltaba la habitación.
Como no sabía mucho de decoración me guíe de una compañera de universidad que hace poco había redecorado la habitación de su hija y me dio algunos consejos, claro que no le dije para quien sería todo.
-Así es, aquí está todo lo que una niña pueda desear, es lo que te prometí- le decía mientras ella tomaba confianza y se acercaba hacia una casita donde se encontraba una Barbie grande con todos sus accesorios para que ella pudiera usar para vestirla y jugar- Ya no más los viejos juguetes del orfanato que debías compartir.
Aquí tienes todo para ti sola.
– ¿Puedo usarlos? ¿De verdad?- pregunta emocionada tomando la muñeca y otro de sus accesorios- ¡Esta se ve muy linda!- expresa tomando a otra muñeca de mediano tamaño que se encontraba al costado de lo que sería su armario lleno de ropa para ella.
– Por supuesto, es más te voy a ayudar a jugar con ella– digo al mismo tiempo que me quito las sandalias y me echo sobre el suelo alfombrado- ¿Qué te apetece si le cambiamos algunos accesorios?
-¡Aquí hay varios! –reacciona Rebeca levantándose y trayendo una de las cajas que estaban a un lado de la habitación donde debió reconocerla y saber que nos serviría para jugar.
Observé como el resto del tiempo hasta las diez Rebeca se entretenía jugando con sus muñecas, cambiándolas de vestidos, maquillándolas y colocándolas en una casa de muñecas que también le había comprado mientras la ayudaba de cuándo en cuándo procurando prestarle mucha atención para que sintiera que me interesaban sus juegos.
Sin embargo el mantenerla distraída me permitía deleitarme por momentos como su cuerpo se destacaba en aquel traje tan apretado que llevaba.
Particularmente el tenerla frente mío mientras observaba a sus muñecas me permitió ver como su panochita se marcaba en su leotardo mostrando más de lo que debería.
Hice todo lo posible para aguantar mientras observaba el reloj de cuando en cuando esperando que llegaran las diez.
Una vez sonó el reloj me paré inmediatamente.
-Mira cómo pasa el tiempo…- exclamo alarmado- ya son las diez.
Es hora de que nos vayamos a la cama- expreso apremiante.
– Aun no tengo sueño, señor Arturo.
¿Podemos jugar un poco más con mis muñecas?-pide Rebeca tomando aun a su muñeca entre brazos.
-No dije que nos iríamos a dormir.
– respondo sonriendo- Aun podemos jugar.
Es más te voy a mostrar uno nuevo que quiero que hagamos.
-¿Qué clase de juego?-pregunta Rebeca curiosa levantándose aun con su muñeca en brazos.
-Es un juego de adultos- respondo de manera casual- Los adultos también jugamos por cierto pero a otro tipo de juegos.
-¿Cómo se juega un juego de adultos?- pregunta Rebeca extrañada por la palabra.
-Ven, te enseñare.
Ya eres una niña grande así que quiero que me ayudes a jugar- le digo llamándola para que se acerque más a mí.
Subo a la cama junto a Rebeca quien también empieza a saltar sobre ella divertida.
-Es muy suave- expresa complacida parando sus saltos y quedando de rodillas sobre la cama.
-Sí, lo sé- digo impaciente al observarla ya por fin sobre la cama y llevando aquel leotardo que destacaba sus curvas de mujer en el cuerpo de niña de ocho añitos-Ahora Rebeca…Te explicare-continuo al mismo tiempo que ella vuelve a prestarme atención- para jugar un juego de adultos se necesita que las dos personas se quieran mucho.
-¿Porque?- pregunta Rebeca curiosa.
-Porque de esa forma si ambos se quieren mucho ambos se sentirán muy bien cuando jueguen– le expreso con voz didáctica- Cuando se juega los “juegos de adultos” las dos personas sentirá algo muy rico cuando lo jueguen.
-¿Se siente algo muy rico?- pregunta contenta.
-Así es preciosa- respondo sonriendo- Sientes que estás muy feliz porque es algo que solo pueden jugar dos personas que se quieren mucho.
Yo te quiero mucho Rebeca y tú ¿me quieres mucho?
-Sí, señor Arturo- responde Rebeca sonriente- Yo lo quiero muchísimo.
-Muy bien…- continuo sonriente- Ahora… para que empecemos a jugar debemos quitarnos la ropa.
Solo así podremos jugar juntos.
Empiezo quitándome la remera y lanzándola al suelo.
Rebeca se me queda mirando confusa.
-Anda, tú también debes hacerlo- le digo ya sin más deseos de esperar su decisión.
Me acerco a ella y comienzo a intentar que se quitara el traje.
-¿Por qué debemos quitarnos la ropa, señor Arturo?- pregunta mientras empiezo a bajarle su leotardo.
– Porque los juegos de adultos se juegan así, eres muy pequeña para entenderlo.
Pero aun así te necesito para que me ayudes a jugar- le explico mientras terminaba de bajarle su leotardo hasta la cintura descubriendo su pechito plano frente a mí.
A ese punto me encontraba muy caliente por Rebeca y observarla así ocasionó que me excitara más si era posible.
Me acerco por fin hasta el leotardo que llevaba dispuesto a quitárselo completamente cuando ella se aparta.
– ¡No!… no puedo…me da pena- replica Rebeca con un dejo de disculpa en su voz por la reacción.
-¡Rebeca!- expreso en voz alta por la impaciencia sexual que se apoderaba de mi cuerpo al tener en la cama a aquella niña culona-¿Qué acabamos de hablar hace un rato? ¡Creí que había quedado claro que cuando te doy una orden tú debes obedecer!
-Sí, señor Arturo- contesta Rebeca arrepentida- Es solo que…
-¡Hemos jugado lo que TÚ has querido durante el día! Ahora en la noche se juega lo que yo quiero, esa es una de las reglas de esta casa- expreso muy seriamente jalandola del brazo muy cerca a donde lo había hecho en el baño – ¿Me has entendido?
-Pero… Sí, señor Arturo- corrige rápidamente Rebeca al observar mi mirada severa.
-Muy bien…Ya te dije que no me gusta ser malo contigo- le expreso mientras acerco mis manos a sus caderas al mismo tiempo que la ayudo a desprenderse de su leotardo dejándola solo con unas bragas color rosa que no cubrían del todo aquellas espectaculares nalgas que poseía a sus ocho añitos.
Rebeca observa como lo lanzo a un costado mientras intenta cubrirse un poco.
-Oh… Rebeca… eres tan hermosa…-le digo acariciando su cabello y deleitándome con su perturbadora figura- No debes tener pena de esto.
Te ves preciosa.
-Gracias, señor Arturo- responde aun con algo de pena en su voz.
El observarla tan linda e inocente por mis intenciones hizo que no pudiera resistirme sin probar algo de ella.
– Vamos a comenzar Rebeca-expreso aun acariciando su cabello-Sabes hace mucho tiempo quiero jugar esto contigo… oh… si- digo mientras desciendo hasta su rostro sintiendo aquella piel tan suave- Lo primero que vamos a hacer es… besarnos….
Te voy a enseñar cómo hacerlo.
-¿Besar?- pregunta Rebeca algo extrañada por ello.
-Así es.
Como te dije este es un juego donde se necesitan dos personas que se quieren- le explico acercándome a ella y tomando su rostro con ambas manos- No tienes que tener miedo, voy a enseñarte a hacerlo.
-¿Va a enseñarme a besar, señor Arturo?- pregunta Rebeca mirándome a los ojos mientras la tenía aun acariciando su rostro.
-Así es preciosa- expreso suavemente muy cerca de ella.
Ya sin poder contenerme ante esa tierna niña acerco mi rostro al suyo.
Con el sudor empañando mi rostro por el nerviosismo acerco mis labios al de aquella niña que no pudo evitar el contacto con los suyos.
Fue un momento muy hermoso, dentro de mi mente vivía un fantasía al por fin tenerla para mí, pasando la noche juntos como dos novios en luna de miel.
El contacto con sus tiernos labios de miel se me hizo adictivo y con más entusiasmo volví a besarlos poseído por el deseo de introducir mi lengua y sentir el contacto con la de ella.
Rebeca algo confundida y sin saber cómo responder torpemente trataba de seguirme con el juego mientras mis manos empezaban a acariciar su cuerpito desnudo bajando por sus hombros hasta acariciar sus tiernos pezones de aquellos pechitos sin ningún desarrollo.
Mi entusiasmo era tal que no le dejaba algún respiro a Rebeca y es por ello que ella al final termino por apartarse.
-Ah… ah…-exhala Rebeca algo agitada.
-Oh…Rebeca… eres tan preciosa…-digo al mismo tiempo que intento volver a atraer su rostro a mí.
Volví a besarla pese a que ella parecía aun jadeante mientras la abrazaba hacia mí acariciando su espalda.
Si ella intento dar alguna oposición no lo supe ya que la aferraba muy fuerte intentando sentir el contacto con su piel tan suave.
Rebeca como era de esperar no respondía muy bien a mis besos producto de su inexperiencia y por momentos parecía querer morderme.
Sin embargo mi cabeza daba vueltas al sentir a aquella niña de mi propiedad de ahora en adelante.
Solamente haría lo que yo quisiera, por ahora la obligaba a obedecer con órdenes y amenazas pero pronto lograría que lo hiciera todo por voluntad propia.
Ese era mi objetivo.
Acariciaba su espaldita bajando mi mano por su derriere hasta llegar finalmente a acariciar aquel culote que tanto me quitaba el sueño y hace poco había disfrutado.
Empecé a acariciarlo bajando y subiendo mientras aun teníamos los labios pegados uno al otro.
-Ah… ah…-exhala Rebeca agitada separando nuevamente sus labios de los míos.
-¿Qué… que te pareció?- pregunto también apartándome aun acariciando su rostro.
-Se sintió… raro…- expresa Rebeca algo incomoda y aún con la respiración entrecortada- Y… su bigote…me hace cosquillas, señor Arturo.
-Vamos a continuar- digo sin prestarle más atención a ello.
La empujo suavemente hasta colocarla echada sobre la cama- Vamos a continuar con los juegos de adultos.
-¿Qué haremos ahora, señor Arturo?- pregunta Rebeca confusa de que la tuviera sobre la cama.
-Voy a hacerte algo que haga que sientas muy rico- le expreso sonriendo aun tomándola de los hombros mientras ella aún estaba boca arriba echada sobre la cama- Oh… si… eres realmente preciosa- digo bajando mis manos por su cuerpo acariciando sus tiernos pezones.
Acerco mi rostro hacia ellos y comienzo a lamerlos– Mi preciosa… y deliciosa Rebeca…Ohhh si…
-Jijijiji.
– ríe Rebeca queriendo apartarme de ella- Me hace cosquillas señor Arturo…Jijiji
-Preciosa… y deliciosa Rebeca…-repito mientras continuo lamiendo sus pezones y bajando mi lengua por su abdomen hasta su ombligo el cual beso- Por fin … puedo jugar contigo como siempre he querido.
-Jijiji….
Señor Arturo… ¿Esta bien?-pregunta Rebeca al verme quizás por momentos demasiado extasiado por ella a quien solo la cubría unas bragas rosa de seda y las pantimedias largas blancas.
-¿Por qué lo preguntas?- inquiero sin apartar mi vista de sus braguitas que en aquellas caderas parecían casi como una tanga.
-Esta… actuando muy raro… señor Arturo- se apresura a decir Rebeca algo nerviosa.
-Estoy muy feliz… porque estoy aquí contigo… jugando bonito…- expreso con la voz agitada y nerviosa al mismo tiempo que vuelvo a hundirme para lamer su abdomen suavemente ocasionándole más cosquillas- Ahora… viene algo que te va a gustar…
-Jijiji… -ríe Rebeca nuevamente mientras observa como mi mano derecha aparta a un costado sus braguitas que cubrían apenas su rajita hasta ese momento- No!! Señor Arturo… Jijiji!
-Mmmm!!! Rebeca… estas deliciosa mi amor…!!!- exclamo al por fin sentir el sabor de su vaginita tan tierna y que era la causa de que mi miembro estuviera tan duro como una barra de hierro.
-Ahí… ahí no señor Arturo… Jijiji.
– reía Rebeca intentando apartar mi cabeza de su rajita- No me lama en ese lugar…
-¿Por qué no Rebeca?- pregunto levantando mi cabeza y mirándola a los ojos- ¿Acaso no sientes algo rico cuando te lamo… aquí!- expreso volviendo a acercar mi rostro y lamer su rajita con mi experimentada lengua que esperaba recorrer esa vaginita como se debía.
-Jijiji.
Pero señor Arturo…Jijiji… no está bien…-expresa Rebeca entre risas.
– ¿Cómo puede no estar bien algo que se siente rico?- pregunto levantando mi cabeza de su rajita.
-Pero.
– expresa Rebeca algo confusa.
No supo que contestarme y se quedó callada.
-Voy a continuar haciéndote sentir bien, Rebeca- le digo mientras le quito sus braguitas.
-No… espere… Señor Arturo- expresa queriendo impedir que le quitara sus braguitas.
Se desliza hacia atrás sobre la cama queriendo evitar que la desnudara completamente y solo se quedara con las pantimedias blancas pero fue inútil porque la agarré fuerte hacia mi y logré quitárselas.
-Voy a continuar haciendo sentir bien, Rebeca- repito otra vez lanzando sus braguitas fuera de su alcance- Todo es porque te quiero mucho y deseo hacer esas cosas de adultos contigo- le digo acariciando su rostro y volviendo a colocarla sobre la cama- No tengas miedo que voy a hacerte sentir bien aquí abajo ¿Entendido?
Rebeca asiente algo dudosa volviendo a dejarse caer boca arriba sobre la cama.
-Muy bien… Ohh… Rebeca.
Mmmm!!!!- expreso al mismo tiempo que vuelvo a hundir mi rostro en su panochita y lamer su rajita con total gusto abriendo con mis dedos sus pequeños labios.
-Jijiji….
Mmm….
-expresa Rebeca aun echada y mirando de reojo como manipulaba a mi gusto su panochita- Ahhh!! Señor Arturo…
-Mmm!!! Rebeca….
Dime….
¿Cómo se siente?- le digo al mismo tiempo que presiono con un dedo en su panochita y vuelvo a lamer su rajita mientras-
-Es… Ahhhhh… extraño….
– expresa Rebeca dejándose manipular a mi gusto.
Miraba de reojo cada vez menos y se dejaba manosear sin poner muchas objeciones.
Al comienzo como que ansiaba por ver lo que le hacía a su vaginita y tomo una de las almohadas para acomodar su cabeza mientras miraba pero luego ya simplemente se dejó relajar sobre ella disfrutando del tratamiento que le daba.
Agradecí que fuera rápido este paso de mi plan ya que me imaginaba que quizás podría demorar en tener su aprobación y tenía algunos argumentos preparados por si se oponía pero estos no fueron necesarios.
Deduje que quizás ya a su edad y dada la confianza que me tenía había dado como resultado que se sintiera más cómoda de explorar su sexualidad conmigo.
Esta era una oportunidad que no quería dejar pasar.
-Ahhh… Ahh…- expresa Rebeca algo agitada después de varios minutos de tenerme manipulando su rajita.
El sudor recorría nuestros rostros pero a mí me fastidiaba en demasía aquel ser que presionaba por salir de mi bermuda y clavarse en aquella niña.
-Preciosa… Mmmm!!! y deliciosa… Rebeca….
Joder! Ohhh!- exhalo levantando por fin mi rostro de su rajita- Ya no puedo esperar más…
Con la excitación llegando a tope me levanto y para sorpresa de Rebeca empiezo a quitarme mis bermudas frente a ella liberando a mi verga completamente erecta frente a Rebeca.
-Rebeca….
Re…beca…-balbuceo mientras tomo mi verga y la acerco a su rajita.
Rebeca se me queda mirando sobre todo mi miembro, sorprendida de lo haya sacado de esa forma frente a ella.
Aprovecho este desliz de ella ya que no protestó y solo se limitó a ver cómo me exhibía frente a ella masturbando mi miembro.
Con la excitación a tope empiezo a frotar mi verga sobre su rajita subiendo y bajando suavemente.
– Estas muy suave… mi amor….
Oh… sí- exhalo poseso de placer aun frotando nuestros sexos.
– Señor Arturo… ¿Por qué frota su pene ahí?- pregunta Rebeca inocente observando nuestros miembros frotarse.
No contesto y me aparto para acercarme hacia el velador al costado de la cama, abro la caja y saco un frasco pequeño de lubricante.
-Ya verás.
Nos vamos a divertir.
Jejeje- digo al mismo tiempo que abro el frasco y derramo un poco sobre su panochita.
-Jijiji…No me moje señor Arturo- ríe Rebeca apartando mi mano para evitar que siga derramando el lubricante sobre ella pero ya era tarde.
Con mi otra mano empiezo a esparcirlo por su rajita intentando introducir mi dedo por su agujerito.
-No…Jijiji…no haga eso señor Arturo- se ataja Rebeca de mis manoseos sin poder levantarse ya que me encontraba casi encima de ella.
-Tranquila… solo estoy preparándote para comenzar… con el jueguito más divertido que hayas jugado – repito cínicamente mientras manoseo su panochita.
-¿El juego más divertido?- pregunta Rebeca extrañada.
– Sí… verás.
te explico- contesto mientras coloco mi miembro en su entradita y empiezo a restregarlo nuevamente en su vaginita- ¿Te acuerdas cuando te regale esa Barbie princesa que tanto querías?- pregunto queriendo distraer su atención.
-Sí, señor Arturo- responde Rebeca tímidamente observando el roce de nuestros sexos- Jiji… hace cosquillas…-ríe ante mis roces.
– ¿Te acuerdas que tenía un plástico protector que rompimos para sacar tu muñeca?- pregunto sonriente.
Rebeca asiente- Pues tu vaginita…- empiezo al mismo tiempo que detengo el roce y coloco la punta de mi miembro en su entradita-…también tiene algo ahí que debemos abrir antes de que podamos jugar- termino al mismo tiempo que presiono la punta de mi miembro en su vaginita- Ya verás que cuando lo abramos nos divertiremos a montones.
-Ayy…- se queja Rebeca al sentir mi miembro abrirse paso por sus pequeños labios– Pero… ¿hay algo ahí?- pregunta algo temerosa.
-Si… Uff… ya verás que luego de que lo abramos nos divertiremos mucho jugando…te lo prometo Rebeca…Ufff…-expreso mientras intento presionar mi verga poco a poco en su vaginita.
Rebeca solo me observaba presionar mi miembro mientras ella se quejaba por momentos.
-Ayy… no… no lo haga…- se queja Rebeca cuando me encimaba sobre ella abriéndola de piernas boca arriba sobre la cama para introducir mi miembro en su vaginita-… No lo haga señor Arturo… Ayy… me duele cuando pone su pene allí…
-Es… es solo porque es tu primera vez…-repito excitado intentando no resbalar y salirme de su vaginita ya que al comienzo Rebeca se movía- Tranquila… no te muevas… Rebeca… luego de que lo abra… podremos jugar y sentiremos muy rico ahí abajo…
-No.
No lo haga…NO!- expresa Rebeca apartándose más hacia atrás aprovechando que un momento no la sujete por querer encajar bien mi miembro en su vaginita.
– ¡REBECA!- grito molesto e impaciente por penetrar a esa niña de ocho añitos.
Rebeca se sorprendió porque le levantara la voz- ¡NUEVAMENTE NO TE COMPORTAS COMO UNA NIÑA BUENA Y OBEDIENTE! ¿ACASO DEBO CASTIGARTE?- grito realmente enojado por su terquedad.
-No…nono…no lo haga señor Arturo – gimotea Rebeca asustada por los gritos- Yo soy una niña buena y obediente.
– ¡No te creo!- expreso aún muy molesto.
No deseaba ser interrumpido mientras la desvirgaba y si para eso debía asustarla nuevamente no me importaba en lo absoluto- No te creo Rebeca… ¡VOY A CASTIGARTE!- grito al mismo tiempo que la tomo del brazo bruscamente jalándola.
– ¡NO! No no no….
Por favor señor Arturo…Noooo- implora Rebeca al mismo tiempo que la jale hacia mi lado- Lo haré lo haré.
por favor no me castigue… Uuuuuhhh…-lloriquea Rebeca por el dolor del apretón brusco que le hacía a su muñeca.
-¿HARAS QUÉ?- grito aun tomándola del brazo.
-Seré….
seré… una niña buena y obediente… lo prometo- implora Rebeca sollozando por momentos.
-No lo sé… parece que todo lo que te hable fue en vano… ¡Sigues sin obedecerme!- le grito apretando nuevamente fuerte su muñeca.
-Au!! Nonono… se lo prometo señor Arturo… no me castigue… ¡por favor!- implora Rebeca sollozante con lágrimas en los ojos.
Aguarde un momento mientras la observaba, al parecer realmente decía la verdad y apreciarla desnuda solo con unas pantimedias largas blancas hizo que mi excitación le ganara a mis intenciones de amedrentarla.
-Bien…- expreso soltándola a lo cual ella volvió a tomarse su muñeca aparentemente un poco dolorida- Pues eso espero… porque ya no estoy dispuesto a aceptar otra desobediencia de tu parte, Rebeca ¡¿ME HAS ENTENDIDO?!- le grito a su oído.
-*Sollozo*….
Lo… lo prometo señor Arturo, se lo prometo- contesta sollozando Rebeca.
Volví a acercarme a ella y la coloque nuevamente echada boca arriba sobre la cama en posición de misionero con las piernas bien extendidas para continuar con nuestro “jueguito”.
Rebeca no muestra oposición y sollozante se deja manipular.
-Ya no llores… preciosa- le digo volviendo a mostrarme amable con ella.
Acerco mi mano derecha a ella para secar sus lágrimas- Escucha… escúchame Rebeca- repito para obtener su atención y ella volvió a mirarme- No quiero gritarte preciosa, pero cuando los dos jugamos tus juegos de niña nunca te niego nada y siempre hacemos lo que tú quieres.
¿No es así?- pregunto sonriente.
-Sí, señor Arturo- contesta ella lanzando un último sollozo.
-Pues es igual con los juegos de adultos- le explico aun sonriendo.
-Cuando juguemos a los “juegos de adultos” debes hacer todo lo que yo te pida, sino yo me molestare- expreso tomando mi miembro y restregándolo en su panochita sin dejar de sonreír- Y no querrás verme molesto ¿O sí?- pregunto esto último borrando la sonrisa de mi rostro.
-No, no quiero eso señor Arturo- contesta Rebeca algo intimidada pero al parecer comprendiendo el mensaje que quería darle.
-Pues… Uff… Rebeca…- expreso excitado poniendo mi miembro en su entradita presionando un poco- vamos a abrir ese “algo” que tienes ahí adentro que impide que juguemos…
-Sí, señor Arturo- contesta Rebeca asustada pero al parecer no estaba dispuesta a oponerse.
-Como viste puede que te duela un poco al comienzo…- expreso intentando que suene como algo de poca importancia- … pero yo sé que eres una niña muy valiente y aguantaras mientras introduzco mi pene en tu vaginita- termino sonriendo mientras presiono ingresando en su entradita.
-Si, señor… Ay!! …Arturo…- responde Rebeca- Voy a resistirlo…
-Muy bien… preciosa….
Ohh… Muy bien… Uff!!- exhalo por fin ya con la cooperación de Rebeca procedo a abrirme paso en su entradita.
-Ayyy!!!.
Uhh…- se queja Rebeca al sentirme presionando dentro de ella su pequeño himen.
Estuve un rato presionando suavemente buscando asentarme bien dentro de ella.
-Ohhhh….
Muy bien… preciosa… ahí….
ya casi….
¡YA!- exhalo al sentir por fin como cedía su pequeña membrana y dejaba vía libre para que mi miembro avanzara.
-UUUUUUUHHHHHH!!!!- llora Rebeca tapándose con las manos en los ojos para no ver como me introducía en su vaginita- Uuuuuhhhh….
Me duele….
Me duele…- se queja Rebeca sollozante.
-OHhhhhh!!! Joder… por fin… por fin… somos uno solo Rebeca….
Ohhh!!!-exhalo de placer al sentir aquella estrechez apretarme la verga y queriendo expulsarme de su interior- Ay… relájate preciosa…Uff….
relájate… no llores… ya paso…por fin lo logramos mi amor…-deliro de placer al por fin tener sometida a Rebeca a mi voluntad.
-Uuuuuhhh….
Me duele….
Me duele….
Por favor sáquelo…-repite Rebeca sollozante con lágrimas recorriendo su rostro.
-No… no puedo… – contesto jadeante acercando mi rostro al de ella que aún tenía sus manitas tapándose los ojos y limpiándose las lágrimas- …debemos hacer que te acostumbres a tener mi pene en tu vaginita.
Así podremos jugar…siii… jugar…- deliro al tener su tierno rostro frente al mio- Rebeca….
Rebeca… te quiero mucho preciosa Rebeca…
Acto seguido no resisto y aun teniéndola sometida con mi miembro en su vaginita la obligo a que nos demos un beso prolongado a lo cual Rebeca responde torpemente.
-Bien…- expreso retirándome hacia atrás tomando sus piernas- Ahora vamos… a comenzar a movernos…
-Pero… pero me duele cuando nos movemos señor Arturo.
– me dice Rebeca aun sollozante.
Ya había dado algunos quejidos cuando hice esfuerzo de moverme para besarla.
-Ya va a pasar el dolor preciosa… ya va a pasar…-repito mientras aun la tenía tomada de las piernas- Vamos a movernos… Uff… Ohhhh!!! Rebeca!! Ohhh!!!- exhalo al empezar a sacar un poco mi verga de su vaginita y luego volver a introducirlo.
-Ayyy!! Uhhhh!!! Duele… duele señor Arturo.
– repite Rebeca gimoteando mientras metía y sacaba mi miembro de su entradita lentamente al comienzo.
-Ohhhh!!!! Joder… Joder!!! Rebeca!!! Ufff!!!- exhalo entrando y saliendo de aquella niña culona que en pose de misionero recibía mi verga en su vaginita.
Continúe entrando y saliendo lentamente de ella procurando que se acostumbre a este nuevo “jueguito".
Estuvimos unos minutos follando con Rebeca aun llorosa en sus quejidos luego de los cuales ya al final no lloriqueaba tanto y me pareció que comenzaba a calmarse.
– Uhhhh!!! Auuu… duele duele….
Ahhhh!!- gime de manera distinta Rebeca por primera vez desde que empezamos- Uhhh… Ahhhh!!!
– Ohhh… Rebeca….
Ufff!!! Por… ¿porfin lo sientes?…- pregunto aun gozando de ella- Por fin sientes eso tan rico ahí abajo…
-Ahhh….
Ahhh….
siento raro….
me dolía pero ahora…Ahhh!!!- gime Rebeca mientras aun la tenía en posición de misionero sometida.
– Siento…algo raro… Ahhhh!!!.
siento algo raro, señor Arturo… Ahhh!!!
-Esa sensación era la que quería mostrarte mi amor… Ohhhh!!!!- exhalo al nuevamente incrementar la velocidad de la cogida.
-Ahhh!! Ahhh!!!- gime Rebeca ya sin llorar ni taparse los ojos.
Con sus brazos extendidos en la cama solo se dejaba gozar al parecer disfrutando de todo ello- Ahhh!!! Siento algo raro…
-¿Raro?.
Ohhh!!!.
Uff!!! ¿No querras decir que se siente….
rico?- pregunto esbozando una sonrisa en el rostro- Es lo que quería que sintieras preciosa… quería que sintieras eso que sientes muy rico… Ohhhh!!!- exhalo de placer frente a ella.
-Rico… rico… se siente rico….
Ahhh!!!- expresa Rebeca con los ojos cerrados dejándose llevar por el placer generado.
Me quede gratamente sorprendido.
Había pensado que luego de aquel episodio en la tina, del anterior relato, que después de desvirgarla pasaría por otra fase de trauma y me costaría hacerle disfrutar del sexo.
Afortunadamente le había cogido el gusto a lo que estábamos haciendo.
No podía resistir más, si anteriormente me estaba conteniendo para poder gozar de esa niña culona y poder disfrutarla en otra pose, aquella imagen de Rebeca disfrutando del sexo se quedó grabada en mi mente y termino por hacerme olvidar mis propósitos acelerando mis embestidas sobre ella.
-Ohhhh!!! Rebeca!!… eres tan linda….
Joder!!! Ohhh….
OHHHHHHH!!!- exhalo y sin poder contenerme más termino corriéndome dentro de ella.
-Ahhhh!!! Ahhhh!!! Ayyy!!!-exhala Rebeca quejándose un poco al final por la velocidad de la cogida y como terminaba eyaculando dentro de ella- Ahhh….
Señor Arturo…
-Oh….
Rebeca.
preciosa… ha sido … increíble…- exhalo soltándola y retirando mi miembro de su vaginita dejando que salga rastro de mi semen que hace instantes le había vaciado dentro de ella mezclado con un poco de sangre.
-Sangre… me… me lastime…-expresa Rebeca asustada mirándose su vaginita.
-Eso… eso es natural no te preocupes…-contesto cansado dándole poca importancia a la sangre- Es porque es tu primera vez, Rebeca.
No volverás a sangrar la próxima vez… lo prometo.
-¿En serio?- pregunta mirando la mancha de su sangre sobre la cama.
-Así es, no volverás a sangrar y tampoco volverá dolerte.
Te lo prometo- le digo muy seriamente.
Rebeca permaneció aun mirando la mancha sobre la cama.
Supuse que lo mejor sería alejar su atención sobre lo malo de lo ocurrido hace instantes.
-Rebeca.
– le llamo queriendo tener su atención.
Ella levanta el rostro- Ves que tenía razón… al final terminaste sintiendo rico ahí abajo, ¿no es así?- pregunto incitándola a responderme afirmativamente.
-Sí, señor Arturo- responde Rebeca dudosa.
Aún tenía sus ojos algo rojos por haber llorado- Me dolió al comienzo pero se sintió rico al final.
-¡Rebeca!- exclamo al mismo tiempo que la abrazo acariciando su espalda desnuda- Me alegro que por fin hayas conseguido disfrutar de este “jueguito de adultos”- repito en su oído acariciando su espaldita.
Rebeca se sorprendió del abrazo pero correspondió a mi gesto- Sé que te asuste antes pero todo lo hice para que pudieras jugar conmigo y sientas eso tan rico que sentiste.
-Gracias, señor Arturo- contesta Rebeca cándidamente.
Sin embargo luego de separarnos aún seguía tomándose su vaginita.
– ¿Te arde?- pregunto observandola.
La niña asiente aun sobandose- No te preocupes voy a hacer que deje de dolerte- acto seguido me acerco a ella y la levanto de la cama- voy a llevarte al baño, te daré algo para que te mejores.
Nos dirigimos al baño para que pudiéramos atender su rajita la cual se veia algo inflamada.
La lavé nuevamente para intentar bajar la inflamación y luego le di una pastilla que tenía preparada.
Cuando estuvimos de vuelta ya se la veía más tranquila.
– Ya ves.
Poco a poco va a dejarte de doler- le digo mientras la subía nuevamente a la cama.
-Si- asiente Rebeca echándose sobre la cama.
-A ver… muéstrame una sonrisa- expreso soltándome de ella para observarla.
Rebeca esboza una sonrisa en su rostro aún lloroso pero de alguna forma sentía que su sonrisa era sincera.
Estaba muy contento por haber logrado (con algo de suerte ya que creí que tendría algo más de dificultad) que aquella niña nalgona de ocho añitos haya disfrutado del sexo en nuestra primera noche juntos.
Apenas la suelto sentí como Rebeca se apartó y se dejaba caer sobre la almohada algo dolorida.
-¿Sucede algo preciosa?- pregunto extrañado.
-Me arde un poco todavía- expresa quejándose señalando su vaginita- Auuu!!
-Aun estas algo dilatada… ya pasara…- la tranquilizo echándome sobre la cama a su lado y acariciando sus cabellos– Ya pasara preciosa… sé valiente.
El echarme sobre la cama produjo que por fin me relajara y me llegara el sueño.
Realmente durante todo el día había hecho mucha actividad para mi pobre forma física.
Hice un esfuerzo por levantarme mientras Rebeca aun echada sobre la cama me observaba.
-Ya es tarde… y creo que ambos estamos muy cansados… Debemos descansar…-señalo apagando la luz.
Pero el cuarto no quedo totalmente a oscuras ya que en el velador había un pequeño lamparín alumbrando.
– Usted… ¿usted va a dormir conmigo, señor Arturo?- pregunta Rebeca observando cómo volvía a subir a la cama y me colocaba a su costado.
-Así es, preciosa- contesto acariciando su rostro- Por esta noche dormiré a tu lado para cuidarte hasta que llegue tu abuelita.
Rebeca no mostró deseos de contradecirme y observo como también desde mi lado apagué el lamparín.
-Buenas noche, princesa- repito dándole un beso en su frente.
-Buenas noches, señor Arturo.
– contesta Rebeca mientras hago un esfuerzo visual en la oscuridad para observar como cerraba sus parpados y se entregaba a los brazos de Morfeo.
…………………………………………….
Era madrugada y desperté algo somnoliento aun.
Siempre solía despertarme alrededor de las 5 para ir al baño y esta no fue la excepción.
Intente aguzar la vista procurando distinguir algo en la oscuridad.
Todo volvió a tomar forma y tantee en la oscuridad el extremo de la cama.
Procedí a levantarme y dirigirme hasta la puerta, la abrí y pasé por el pasillo con dirección al baño.
Una vez acabé me dirigí de regreso hasta la habitación.
Al llegar y pararme frente a la puerta pude observar una niña sobre la cama.
Rebeca profundamente dormida, desnuda sólo con unas pantimedias sobre la cama me mostraba un ángulo realmente delicioso.
Poco a poco volví a sentir como despertaba en mí nuevamente ese deseo por gozar de esa niña culona.
Pero decidí no hacerlo, opté por cerrar la puerta y regresar por el pasillo que llevaba a mi habitación.
La razón de ello era que a pesar de las ganas que le tenía deseaba tampoco estirar al máximo el vínculo que habíamos formado forzándola a despertarse para gozarla.
Ya durante el día anterior me había aprovechado de ella y aunque me seducía aun decidí dejar que descansara un poco más.
Quizás más tarde podría volver a requerir de ella.
Llegué hasta la sala-comedor y me dirigí hasta el sofá.
Tomé el mando de la Tv y la encendí.
Me puse a buscar algún canal interesante de noticias mientras intentaba pasar el rato esperando el amanecer.
Sintonice un canal que pasaba noticias matutinas, eran casi las cinco y media.
Me puse a ver las noticias despreocupadamente hasta que una de ellas me despertó de mi somnolencia.
Se trataba de un hombre que había sido arrestado hace poco en una localidad muy cercana aquí, aparentemente la policía lo acusaba de abusar sexualmente de su hijo.
Esto medianamente me intereso pero lo que me llamo la atención fue que se sospechaba que podría pertenecer a una red de pornografía infantil.
-******….
recuerdo ese apellido- repito para mi pensando- Recuerdo ese apellido pero ¿de dónde?…
La idea comenzó a dar vueltas por mi cabeza, como era de costumbre censuraron el nombre del niño pero no el del padre.
Por más que le daba vueltas mi mente aun soñolienta no llegaba a caer en la cuenta.
Fui a la pequeña habitación a buscar algo de ropa que ponerme.
Continúe viendo las noticias un buen rato hasta que llegaron las siete, regrese un rato a la alcoba de Rebeca para encontrarla aun sobre la cama durmiendo pacíficamente.
Me dirigí hasta la sala y eleve un poco el volumen de la TV para escuchar las noticias desde la cocina donde decidí comenzar a preparar el desayuno.
Una vez terminé ordené la mesa y lleve todas las cosas necesarias para tomar el desayuno.
Sentí el sonido de mi móvil encenderse, siempre le ponía una alarma de las 8 y media de la mañana para hacerme recordar que llegaría tarde al orfanato si no salía pronto.
Regresé a la sala.
Al apagar la alarma de mi móvil en la imagen pude observar de fondo de pantalla una foto mía junto a varios niños y niñas del colegio parroquial que había colocado para recordarlos siempre.
Me puse a observar con detalle el uniforme que llevaba Anita quien también aparecía en la foto.
-¡******!- exclamo cayendo en la cuenta- Su apellido es igual al de Matías…eso significa…
– ¿Señor Arturo?- puedo escuchar una voz acercarse desde el lado del pasillo.
Rebeca asomaba su rostro por un lado de la entrada a la sala-comedor.
Olvide todo el asunto anterior y concentre mi atención en esa niña de ocho añitos.
-Rebeca… ya estas despiertas… ehh… bien… justo iba a llamarte- digo al mismo tiempo que me dirijo hacia ella- Ya está listo el desayuno preciosa, pasa.
Rebeca ingresa a la sala llevando su leotardo nuevamente, al parecer se había vestido sola antes de venir.
Se sienta sobre una de las sillas alrededor de la mesa que frente a ella tenía su desayuno.
– La leche es muy importante para que crezcas sana y fuerte.
También toma una tostada… debes alimentarte bien para tener un gran día- le digo sentándome también y señalándole el plato de tostadas- Hoy día tenemos mucho trabajo que hacer.
-¿Qué trabajo?- pregunta Rebeca curiosa.
-Pues veras… es un día especial… hoy es 24 de diciembre ¡Es Noche Buena!- exclamo en gesto de alegría para intentar contagiarle entusiasmo.
-¿Es Noche Buena?- pregunta Rebeca encantada- ¡Yupiii!
-Así es preciosa.
Hoy tendrás muchos regalos que va a traerte tu abuelita- repito muy contento- Es por eso que necesito que me ayudes a decorar la casa para la Noche Buena.
Tengo muchos adornos que colocar y necesito tu ayuda, ¿Qué te parece?
-Siiii sisisi… yo quiero ayudar, señor Arturo- responde Rebeca feliz por la idea.
-También voy a enseñarte como se hace un adorno de Navidad para colgarlo junto a los otros ¿Qué te parece?-pregunto sin dejar de sonreír.
-Siiiii…Por favor enséñeme, enséñeme señor Arturo- pide Rebeca más ansiosa por empezar.
– Pues para todo eso es necesario que te alimentes muy bien- contesto al mismo tiempo que señalo su desayuno- Necesitas mucha energía para este gran día.
Una vez dicho esto ambos nos disponemos a desayunar, muy entusiastas en este nuestro segundo día viviendo juntos y que aunque Rebeca no lo supiera no sería el último.
Para el día de hoy tenia preparadas muchas sorpresas con el fin de aprovecharme de aquella niña culona de ocho añitos.
Pero eso… eso será motivo de otro relato.
Hasta entonces.
PD: El siguiente relato será: Confesiones del Padre Arturo: “Ángeles” parte 8
PD2: Agradezco sus mensajes por los relatos, siempre estaré dispuesto a ayudar a aquel que lo pida.
Intentare no retrasarme con los relatos, si hay suerte la frecuencia con que publico podría mejorar.
Ahora sí, hasta entonces.
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