Confesiones del Padre Arturo: "Ángeles" parte5
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PadreArturo4.
Hola mis estimados lectores, agradezco mucho sus muestras de aprecio por los relatos que tan humildemente tengo la dicha de poder contar.
Transcribirlas, ordenarlas y corregirlas me toma cierto tiempo que a veces no cuento debido a mis labores.
Sobre todo en estas fiestas que pasaron en las cuales tuve que hacer de todo para cumplir la noble tarea que Dios me ha encomendado en esta parte de mi vida.
Pero no os adelantare mucho más de mi historia que pronto espero llegar a mi presente.
Este relato cambia de nombre debido a que los sucesos en el orfanato y relacionados a tal lugar acabaron volvemos a la parte de “Ángeles” para concentrarnos primero en como logre recaudar algo de dinero extra que luego me sirvió bastante para mis propósitos con Rebeca, quien a partir de ahora a falta de mis niñas se convertiría en mi desahogo sexual durante este caluroso verano que se avecinaba.
Acabo la introducción y doy pase al relato que tanto esperaban estimados lectores.
……………………………………….
Empezaré retrocediendo unas semanas antes de entrar al orfanato para relatarles una experiencia que tuve.
Fue incluso antes de ingresar al orfanato.
Me encontraba esperando frente a un puesto de periódicos leyendo las noticias, era una calle algo apartada de la parroquia.
Llevaba chaqueta, pantalones, un pequeño sombrero veraniego y gafas.
Todo lo anterior con la intención de pasar inadvertido por si algún feligrés chismoso (siempre hay varios en cada parroquia) lograra reconocerme.
Mientras leía todos los periódicos de cuando en cuando giraba la vista hacia los lados esperando.
Pasaron varios minutos desde que llegue cuando de pronto siento que surge un auto amarillo al otro lado de la calle.
Era un taxi del cual de la ventana trasera entreabierta recibí el llamado de alguien familiar.
Rápidamente aprovechando que en ese momento no había muchos autos pasando por allí me acerco cruzando por la calzada.
Al llegar se abre la puerta trasera y alguien se aparta para dejarme pasar.
-Pasa, hombre.
Lamento la demora.
– me recibe Oscar estrechando mi mano luego de que cerrara la puerta.
Miro adelante y observo al conductor quien al parecer era un taxista común y corriente.
Al cerrar la puerta partimos tomando la carretera principal.
Durante el trayecto no hablamos mucho, nuestras preguntas y respuestas eran vagas y comunes.
Empezamos hablando del intenso calor que se viva en esta época para luego comentar algunos titulares del telediario.
Recuerdo que me preguntaba de política, economía y deportes.
Entendí que todo ello era porque aún no podíamos hablar con normalidad frente a nuestro conductor y por eso también procure responder y seguir con el parloteo.
Empezaba a inquietarme ya que debido al trayecto que andaba tomando nuestro conductor podía imaginarme hacia donde nos dirigíamos.
Trate de sacar el tema aunque sea sutilmente para evitar que se enterar de ello nuestro conductor.
-Nah , de eso hablamos después… ¿Puedes creer que España haya ganado el Mundial? Perdí mucho dinero apostando por los alemanes…- continuaba desviando el tema hacia otra cosa.
Pasado buen rato llegamos a donde sabia me estaba llevando, el conductor se paró y nosotros bajamos.
Oscar le pagó y este emprendió el viaje de vuelta ya que al parecer no esperaba conseguir pasajeros en la misma dirección que íbamos.
-Ah! Por fin llegamos.
Cada vez que vengo aquí siento que vuelvo a nacer.
– expresa Oscar mientras caminábamos por aquel camino sin asfaltar.
Se dirigió a la caseta para recibir como siempre las llaves.
El tipo de la caseta solo lo saludo de pasada y no conversaron como en otras ocasiones.
-¿Por qué pides las llaves si siempre Sem está adentro?- pregunto percatándome de aquel detalle.
-Seguridad.
No preguntes sobre ello.
– responde Oscar.
– Además te he traído por un asunto diferente.
– me dice mientras caminábamos.
No sé si era mi imaginación pero caminábamos lento como si Oscar deseara que demoráramos en llegar a la casa.
– Te dije que hablaríamos de negocios y eso haremos.
-Te escucho.
– digo mientras bajaba la velocidad de mi caminata para adecuarme a la de él.
Hubo un momento de silencio mientras caminábamos.
– Verás.
Desde que he empezado mi negocio en esta ciudad siempre hemos hecho videos y transmisiones normales como las que conoces.
– empieza Oscar mirando el paisaje.
– No fue fácil pero he logrado tener una cantidad de productores que han sacado este negocio a flote.
Mayormente todos fueron trabajos individuales, ya que en este negocio es muy difícil conseguir que incluso entre productores confíen mutuamente.
– expresa frunciendo el entrecejo.
– Nunca tuve ese problema en la capital cuando trabajaba con mi anterior jefe pero supongo que aquí en el interior la gente es más reservada.
– asevera mientras ya casi estábamos por la mitad del camino.
– Sin embargo siento que ha llegado el momento para avanzar a un nuevo nivel.
El mercado es exigente, cada vez más lo cotidiano se hace aburrido y mis clientes pagan por que les dé algo mejor.
Escucho en silencio procurando asimilar cada palabra que me decía.
-Últimamente he recibido muchas sugerencias de ellos.
Algunas irracionales para mis productores.
Muchos no quieren arriesgarse o simplemente no están interesados.
Sin embargo creo que puedo contar con ciertas personas de confianza.
– me dice deteniéndose a mirarme esta vez.
– como tú.
– Explícate mejor.
– digo mientras también lo miraba observándome calculadoramente.
– Puedo inferir maso menos a lo que te refieres pero si deseas pedir algo hazlo directamente.
-Quiero variar el contenido que reciben mis clientes.
Agregar más cosas… o más personas a cada video.
– me dice Oscar.
– Tengo muchas ideas en mente para los videos y las transmisiones, siento que ha llegado el momento para probar cosas nuevas.
Y el primer paso es empezar desde lo más básico.
Así mis productores puedan irse animando también a probar otras de mis ideas.
– expresa.
– ¿Y como me afecta eso a mí?-pregunto con voz cansina por tantos rodeos.
-Quiero que estés en una de mis transmisiones.
– expresa Oscar.
-¿Solo eso?- pregunto con sorna.
– Pues ya lo hago, junto a Katy tuvimos…- empiezo.
-Tú, sin Katy… Al menos no por ahora.
– me interrumpe Oscar.
Ya casi habíamos llegado a la casa frente a la cual distinguía un auto familiar pero que en aquel momento no recordaba de quien-.
-Tú y otro adulto más junto a un niño y una niña.
-Pero…-contesto sin comprender.
-… ¿junto a quienes?
Oscar no me contestó solo se limitó a señalarme con la mirada aquel auto familiar.
Una luz se encendió en mi cabeza.
-¿Don Rogelio? Estas… ¿estás hablando de sus nietos?- pregunto titubeando.
Oscar asintió.
– Te pagare muy bien por esto.
– me dice Oscar acercándose.
– Sera el primer video grupal que haré como director en esta ciudad.
Imagínate, dos adultos y dos niños.
– No… Yo no… pensé que lo sabias… a mí no me gustan los niños.
– respondo tajantemente.
-No te pido que se lo hagas al niño.
A Rogelio le gustan ambos así que el iría con el niño.
– me ofrece Oscar.
– En tu caso tendrías que cogerte a su nieta ¿estás seguro que no te provoca cogerte a su nieta?
-Bueno pues… La verdad es que tampoco creo estar seguro de intentarlo así.
– respondo dudando.
En realidad eso último había amainado la actitud inicial que tenía ante semejante idea.
Cuando Oscar lo menciono recordé la nieta de don Rogelio, se llamaba Celia y recordaba cómo me había excitado cuando la vi desnudita antes de que la gozara su abuelo junto a su hermanito.
Mi silencio momentáneo debió ser interpretado por Oscar como duda.
– Aquí afuera está haciendo mucho sol.
Pasemos adentro.
– me dice este queriendo entrar ya que a falta de sombra el sol nos estaba quemando.
Aun sin decidirme pase solamente para guarecerme de aquel sofocante sol.
No estaba muy convencido pero la idea de poder gozar de otra pequeña sin ninguna responsabilidad de por medio era un oportunidad para no desaprovechar.
Con todas aquellas dudas entramos a la casa.
Estaba igual que siempre, en un rincón Sem se encontraba preparando las cámaras, la cama al centro de la sala arreglada esta vez con sabanas color escarlata.
Continué girando la vista hasta…
-¡Padre Arturo!- recibo un llamado.
Giro rápidamente hacia el origen de la voz para encontrarme con don Rogelio que estaba sentado junto a sus dos nietos.
Ambos sentados mirando una especie de tablet que tenía la niña en sus manos Ni se inmutaron cuando me acerque a saludar a don Rogelio.
-Es un gusto verlo nuevamente.
– le saludo sonriente.
-El gusto es mío.
Qué bueno que llegó, temía que demoraran más.
Hoy no tengo mucho tiempo, después de esto debo llevarlos al dentista.
-me susurro esto último para que no puedan oírlo.
Giro la vista para observar a los pequeños.
El niño andaba con un conjunto normal que no me intereso y por ello no recuerdo mucho su ropa, pero la niña andaba con un conjunto blusa y minishort floreados, sombrero color crema que la protegía del sol y sandalias para sus pies.
Me atrajo de inmediato a pesar de ser tan pequeñita (solo un poco menos que Nayhelli si pudiera compararlas).
De seguro don Rogelio pudo notar por mi mirada que me deleitaba la vista con su nieta porque le ordenó:
-Celia, ve al vestidor, enseguida voy a ayudar a cambiarte.
Déjale la tablet esa a tu hermano, luego de que acabes lo que tienes que hacer jugaras con ella.
La niña obedeció sin chistar y se retiró tras la puerta del vestidor bajo mi atenta mirada.
-Es un ángel, ¿no? Es mucho más dócil que su hermano.
– me dice don Rogelio en voz baja acercándose a mí.
– No te causará problemas.
-Eh….
Pues yo…- empiezo algo confuso.
-Sé que no habrá problemas.
– se apresura acercándose a nosotros Oscar.
– Arturo sabe lo que debe hacer.
Después de todo para eso estas aquí.
Como te prometí grabaremos un video de prueba, para ver cómo te adaptas con Celia frente a las cámaras.
– informa poniéndome al corriente y guiñándome un ojo sin que lo viera don Rogelio.
– Necesitamos ver como se acoplan ambos.
Es esencial para el éxito de la transmisión.
-Eh…Pues… claro.
– digo finalmente ordenando las ideas y cayendo en la cuenta.
-Cómo te decía no creo que tengas problemas.
– retorna don Rogelio apartándome de Oscar y ofreciéndome un asiento frente al suyo.
– Ella obedecerá cualquier orden que le des.
Ya la he entrenado para eso.
– Ya veo…- respondo.
-Procuraré no ser brusco… Seré gentil con ella.
Lo prometo.
– dije en un afán de excusarme con él.
Es lo que mínimo hubiera querido poniéndome en su lugar si alguien aparte de mi le tocara disfrutar de mis niñas.
-No hay problema… no hay problema.
– responde este sonriendo.
– Esta muy bien preparada en esto.
La llevo entrenando desde los dos años.
A los tres empecé a penetrarla aunque muy suavemente, para que se vaya acostumbrando.
Ya a los 4 años aguantaba que me la cogiera por su culito aunque en una sola posición jeje.
pero desde los cinco ya recibe verga casi como una adulta… Ahora hace unos meses ha cumplido seis años.
-Ya veo…- respondo algo sorprendido pero también complacido por escuchar aquel breve resumen de todo el progreso que había logrado con su nieta.
Esto me dijo que podía ser más directo y desprenderme de mi típica reticencia sobre estos temas con otras personas- Entonces… solo la ha penetrado analmente, no vaginalmente.
-Mi hija es muy meticulosa en su salud y la lleva cada mes al pediatra para sus chequeos.
– responde.
– No quise arriesgarme por si pasara algo.
-Entiendo.
Sabia decisión- respondo.
– Es bueno escuchar que estará preparada.
Y pues necesitaremos protección… para ambos.
-Claro, pero no tienes de que preocuparte, me hago exámenes seguido y no tengo ninguna venérea por lo cual ellos tampoco lo tienen.
Y por tu ocupación y el hecho de que solo frecuentas niñas imagino que tú tampoco la tienes.
-Así es.
– respondo.
A pesar de mis reticencias creí que no había muchos motivos para dudar de ello, además que deseaba gozar a esa niña directamente.
-No tienes que preocuparte, yo estaré desde aquí dirigiéndolos.
– interrumpe Oscar.
– Ahora creo que tú también deberías cambiarte.
Me levanto ya sin dudas y con la excitación del momento.
Nos dirigimos a los vestidores donde se encontraba Celia sobre un banco esperándonos.
Su abuelo se acerca a ella y empieza a desvestirla.
No podía dejar de observarla mientras a su lado también procedía a quitarme mis prendas y dejarlas a un costado.
Solo me puse una especie de zunga (así le llamo porque era un calzoncillo corto).
Don Rogelio le quito todas sus prendas y la vistió con solo una faldita de tela color amarillo muy transparente desde la cual podía verse con claridad su panochita por delante y sus tiernas posaderas desde atrás, igual a aquella vez que conocí a don Rogelio.
Finalmente este la cubrió con una bata común blanca igual que la mía.
-No hay necesidad de usar el vestuario principal.
Ese lo tengo guardado para el gran día.
Hoy solo haremos una prueba para ver cómo se adaptan tú y Celia.
– me explica Oscar regresando a su posición tras su portátil desde el cual controlaba todo.
– Igual que el guion.
No es muy complejo.
Solo lo habitual para verlos y ver si pulimos algunas cosas.
Asiento al mismo tiempo que junto a don Rogelio y Celia nos acercamos a la cama.
-Este es el señor del que te conté Celia, salúdalo.
– le explica don Rogelio a su nieta.
-Buenas tardes señor.
– saluda educadamente la niña con una vocecita tierna.
-Buenas tardes preciosa.
– respondo sonriéndole.
– Se ve que eres una niña muy linda.
– Gracias, señor.
– contesta Celia.
-No te asustes por lo que el señor haga y obedécele como te indique.
– le dice don Rogelio a lo cual la niña asiente seria.
-¡Ya estamos listos!- anuncia Oscar desde su lugar.
Rápidamente don Rogelio se retira dejándome solo con Celia muy cerca la cama, todavía fuera del ángulo de visión de la cámara principal.
-3, 2,1… ACCION…- exclama Oscar.
Inmediatamente avanzo junto a Celia quien a diferencia de Katy ya estaba muy acostumbrada a estas grabaciones.
Ambos llegamos hasta frente a la cama y frente a frente cada uno empezamos a desamarrar nuestras batas y dejarlas en suelo.
Sem nos graba desde cierta distancia enfocando todo.
Volví a contagiarme de esa sensación diferente al estar siendo observado y procedí a indicarle que debíamos subir a la cama.
-Échate… muy bien… abre las piernas- ordeno y casi al instante Celia estaba estirada sobre la cama abriendo sus piernitas dejándome su panochita (que ya no era cubierta por esa delicada tela de su faldita) frente mío-… perfecto.
Ahora quietecita…- digo al mismo tiempo que colocaba mi rostro frente a su vaginita y comenzaba a lamerla.
Celia totalmente acostumbrada parecía no importarle y miraba el techo mientras se dejaba devorar su rajita por mi lengua experimentada.
Callada como estaba sin prestarme atención se dejaba manipular, de seguro su abuelo ya se lo había hecho desde muy pequeña y estaba acostumbrada a ello a diferencia de mis niñas.
-Mmm…!!- fue lo único que atino a decir cuando intensifique el tratamiento que le daba a su rajita ansioso por recibir al menos una respuesta de su parte.
Por el rabillo del ojo pude ver a Oscar ordenándome cambiar de escena.
-Ahora… es tu turno…-digo al mismo tiempo que me levanto y me coloco de rodillas sobre la cama.
Celia se levanta y se acerca gateando hasta mí, empieza a palparme aquel bulto que ya destacaba groseramente en aquella zunga.
La niña sabía lo que hacía y termino bajándome la zunga a lo cual ayude luego lanzándola lejos de la cama.
-Chúpalo…-ordeno pero no fue necesario una vez regrese a mi lugar ella fue directo a mi miembro ya erecto sin impedimentos, lo agarro y se lo metió a la boca sin ningún temor.
-Uff….
Esa niña sí que sabía dar una mamada como se debe.
Debo decir que nunca me esperaba esto de una niña que aun ni siquiera ingresaba a la primaria.
Me hizo recordar a Mery quien a sus 4 añitos me daba unas mamadas de ensueño.
Igualmente que antes, razone que era por todo el tiempo que tenía siendo la putita de su abuelo.
-Ufff…!!! Joder!!! Ohhh….
– exhalo sintiéndome venir después de unos momentos, cuando por un instante abro los ojos y observo a Oscar haciéndome señas.
Si acababa ahora no lograría gozar completamente de Celia.
– A ver…Ohh… paramos…Celia.
– Ordeno haciendo un esfuerzo enorme por interrumpirla ya que por dentro deseaba acabar en esa tierna boquita.
Ella obedeció y al instante se retiró hacia atrás sentada frente a la cama expectante de más órdenes.
Giro la vista y tomo el lubricante que estaba a un costado de la almohada.
-Date la vuelta.
-ordeno al mismo tiempo que me acerco y ella se coloca a cuatro patas dándome la espalda y levantando su culito.
Derramo un poco del lubricante sobre su anito y con mi dedo empiezo a esparcirlo dentro de su orificio y alrededores.
La niña ni se inmuto, también podía sentir que su anito ya estaba muy dilatado para una niña de su edad, de seguro hasta había sufrido desgarros previos y habían curado con el tiempo de las tantas veces que Don Rogelio abusó de ella.
-Muy bien… quietecita…Uf….
– digo finalmente acercando mi verga a su anito y presionando su esfínter.
– Ohh….
Joder!!- exhalo impresionado de lo fácil que fue.
Realmente esa niña estaba acostumbrada a recibir verga.
Acelero las embestidas dispuesto a gozar de Celia.
No había protestas de su parte, estoicamente esa niña aguantaba mis embestidas sin soltar un quejido.
Debía tener un poco más del tamaño de Nayhelli y me la estaba follando más violentamente sin que protestara por ello.
Pasaban minutos de máximo placer junto a esa pequeña y al final acelere mis embestidas de tal forma que ya no me importaba si me venía dentro de ella.
-Mmm…!!! MMMM!!!!- fue lo único que atino a decir cuando me encontraba culeándola muy rápidamente a punto de eyacular dentro de su esfínter.
-OHHH….
OH… UFFFF….
OHHHH!!!!- exhalo de placer al venirme por fin dentro de esa pequeña llenando su anito de mi esperma.
Se aparta un poco con lo cual el resto de mi corrida se lo deje en su espaldita.
– Ohh….
Muy… bien…
Ella se voltea y para mi sorpresa se acerca hacia mí para comenzar a lamerme la verga.
-Uff… muy bien.
– apruebo al observarla como me limpiaba la verga.
-CORTE!- se escucha la voz de Oscar desde su posición.
Don Rogelio se acercó a nosotros sonriente mientras yo levantaba la bata y me la colocaba otra vez.
También limpió y vistió a Celia con la bata mientras llevaba a su nieto del brazo.
-Salió muy bien, creo que ya no hay duda.
Estarán listos para la transmisión.
– interrumpe Oscar mientras íbamos hacia el vestidor.
Me quedo un momento ya que observo a Oscar llamarme con señas.
Me acerco hacia él con cautela viendo de reojo que don Rogelio pasara al vestidor.
– Esa niña está muy bien entrenada.
Vi su anterior presentación junto a su abuelo.
– le digo mirando a la puerta del vestidor.
– Todo esto… no era necesario.
-Lo sé.
Es una perfecta putilla a su edad- responde Oscar sonriendo.
– Pero no me negarás que lo disfrutaste.
-Pues… gracias…-respondo sonriendo.
– En realidad te lo agradezco.
-No lo hice por ti.
– contesta inmediatamente.
– Conseguí un video inédito más que venderé a mis clientes y tú disfrutaste de una nueva niña.
Ambos salimos ganando, lo que me recuerda… mañana grabaremos el especial.
Ya está programado hace una semana.
– me dice revisando sus notas ya de vuelta frente a su ordenador.
-¿Mañana?- pregunto extrañado.
– ¿Qué pensabas hacer si decía que no?
– Te conozco.
Sabía que cuando vieras nuevamente a esa niña… dirías que si.
– contesta Oscar.
Con esa última frase en mi mente me acerco a observar las ventanas abiertas en el portátil donde se observaban los depósitos hechos por el espectáculo.
Sea como fuere había logrado conseguir algo que me ayudaría económicamente y si sodomizar una niña de seis años estaba de por medio creo que no podría estas más agradecido.
…………………………………………
Algunas nubes ocultaban por un momento el intenso sol que había hoy sin embargo aún sentía la sensación de calor intensa que a pesar de estar expuesto al aire libre hacia que sudara copiosamente mientras levantaba el portaequipaje de mi auto.
-Tendrás noticias mías en algún tiempo.
-digo mientras llevo la pequeña maleta con las pocas pertenencias que poseía Rebeca desde el auto que había traído Oscar hacia el mío.
– Quizás después de Navidad, si hay suerte.
-Sé que lo harás, nunca fallas.
Lo que me preocupa son tus deudas.
– responde Oscar descansando apoyado en su auto.
– No es conveniente para el negocio que te quedes sin un centavo por todo esto.
Por lo que he visto has gastado mucho dinero.
-Ese asunto lo manejo yo.
Sé lo que hago con mi dinero- expreso cerrando mi portaequipaje.
– Además, tenía guardado unos ahorros.
Estaré bien.
– El dinero que conseguiste por lo de la transmisión con don Rogelio y sus nietos fue importante pero los gastos que hiciste esta última semana fueron demasiados… Sé que la seguridad es importante pero…
-Te lo dije.
Se lo que hago y tú sabes que mi seguridad y la de mis niñas es alta prioridad.
Además no insinuaras que me prestaras algo de dinero, no?- pregunto sarcásticamente.
-Ni de broma.
-responde Oscar.
– Solo te lo sugiero, es todo.
Nos encontrábamos en el estacionamiento desde donde nos embarcábamos y donde habíamos llegado luego de que saliéramos del orfanato.
Junto a Oscar estábamos fuera del auto mientras Rebeca seguía en el auto con la señora Martina conversando ambas muy animadamente.
Esta última se encontraba realizando su papel muy convincentemente.
La entrevista con la hermana Julia había sido un éxito y esta última estaba muy complacida con que la “señora Martina” se hiciera cargo de Rebeca y esta última nunca desmintió la historia que había creado.
-Has subido de peso… ¿eh?- me dice Oscar en burla al ver la dificultad con la que levantaba el capote de mi auto para observar que todo estuviera bien ya que hace unos días andaba dándome problemas de encendido.
-Últimamente estoy muy ocupado para ir al gimnasio.
– respondo mientras finalmente cerraba la puerta.
Esto último era cierto ya que era de contextura gruesa (no era delgado ni alto ni tan bajo) sin embargo últimamente exhibía algo de sobrepeso.
– Afortunadamente no es por mí que compran tus videos.
Puedo descuidarme si lo quiero.
-Quizás…- contesta Oscar riendo mientras daba un sorbo a su bebida.
-¿Quién es realmente ella?- pregunto en voz baja mientras miraba hacia la “señora Martina” quien aún seguía conversando con Rebeca, por lo que se veía explicándole algunas cosas.
-Es una socia de trabajo-responde Oscar- Ya sabes de qué trabajo me refiero.
Para tu suerte se encontraba en esta ciudad por sus asuntos y accedió a participar del plan, claro, a cambio de que le pagáramos muy bien.
– expresa Oscar mientras seguía observando a los alrededores.
– Lo que viene a partir de ahora te toca a ti.
Ya hemos hecho suficiente.
-Si.
Todo está saliendo bien.
– respondo al mismo tiempo que voy a los asientos traseros de mi auto.
De debajo de un asiento saco una cartera mediana similar a un canguro.
– Esto es lo que acordamos.
Puedes contarlo si lo deseas.
– No hay necesidad.
– responde Oscar colgándose la cartera.
– No te ayudaría en nada estarme mintiendo.
Además… me interesa más los intereses.
Jeje -expresa Oscar.
– Solo asegúrate de grabar unos buenos videos.
Los estoy esperando con ansias.
Inmediatamente procedió a acercarse a su auto mientras yo me mantenía junto al mío con la puerta del copiloto abierta.
Hubo una pequeña conversación de los tres dentro del auto de Oscar.
Luego de eso Oscar abrió la puerta cercana a Rebeca y esta salió del auto hacia donde me encontraba.
-Sube.
– le ordeno a lo cual ella inmediatamente obedece ingresando a mi auto.
– Ahora voy a abrocharte el cinturón.
– digo al mismo tiempo que la ayudaba a asegurarse en el asiento.
Regreso al asiento del conductor y procedo a encender el auto.
Espere unos minutos a que Oscar se retirara junto a la señora Martina mientras fingía esperar a que el auto encendiera bien.
Rebeca se despedía de ambos desde la ventana.
-Y dime, Rebeca ¿Qué te dijo tu abuelita?- pregunto mientras sacaba algo de mi bolsa.
-Ella me dijo que me iba comprar muchos regalos… pero…pero que quería que fuera una sorpresa.
– repite entusiasmada.
Respondo a su sonrisa queriendo mantenerla tranquila el mayor tiempo posible.
– Así es.
Es por eso que debemos adelantarnos y llevarte a casa.
-le digo también de forma muy animada.
– A tu nuevo hogar.
Ahí esperaremos a tu abuelita hasta que regrese.
¡AH! Casi me olvido… antes de eso…- explico al mismo tiempo que saco algo de mi bolsa.
– Está empezando a hacer mucho calor, afortunadamente traje unas sodas.
¿Quieres?- pregunto alcanzándole una botella pequeña.
Tome otra para mí que puse a mi lado del asiento.
-Siiii.
– responde Rebeca sonriente tomándola.
– Muchas gracias, señor doctor.
-No hay porque, no hay porque.
-repito mientras yo también bebo un poco sin dejar de sonreír mientras observo como Rebeca se lleva la boca la soda.
– Asegúrate de beberla toda.
-repito sin dejar de observarla.
– Listo.
Ahora si podemos irnos.
-Siii-celebra Rebeca infantilmente.
Al mismo tiempo que guardo los envases y procedo a conducir el auto hasta la salida.
– Sabe señor doctor, no recordaba muy bien a mi abuelita.
Solo la vi muy pocas veces.
Cuando la vi hoy creí que no era ella.
-¿Ah si?- pregunto mirandola fijamente.
– ¡Que raro!
-Pero si usted dice que es ella yo le creo a usted, señor doctor.
– repite Rebeca feliz.
– Además mi abuelita también me compraba muchos regalos.
Así que debe ser ella.
Si! Es mi abuelita.
Aun era muy pequeña y aparentemente no se había dado cuenta de la treta que había hecho.
Había elegido que quien me acompañara hiciera el papel de la abuela de Rebeca ya que como me había contado antes era un pariente que no veía mucho pero que siempre le mandaba regalos.
Presentí que seguir tocando ese tema con ella no era bueno por lo que decidí cambiarlo.
-Te va a gustar tu nuevo hogar.
Vivirás con alguien que te quiera mucho y todos los días serán de juego y diversión.
Oh si, ya verás cómo te divertirás.
– le decía al mismo tiempo que conducía el auto por las calles aledañas ya algo lejos del estacionamiento.
-¿Tendré mi propio cuarto? Mi abuelita me dijo que si.
– pregunta y se responde Rebeca emocionada.
– ¡Ya quiero verlo!
-Así es.
Tendrás habitación llena de todos los juguetes que una niña pueda querer.
– respondo mientras aun conducía ya tratando de dirigirme a la avenida principal.
–Ya verás… mejor no te digo más, no quiero arruinarte la sorpresa.
Jejej- respondo ante su mirada ya que al parecer quería que de verdad le dijera todo lo que tendría su habitación.
-Mi abuelita también me dijo que podre ir a mi antigua escuela.
– continúa Rebeca contándome entusiasmada.
– No la del orfanato, me refiero….
me refiero…*bostezo*….
Mi antigua escuela.
-Así es.
– contesto volteando un momento al escuchar su bostezo.
– ahí volverás a ver a tus amiguitos que te esperan de vuelta.
Apuesto a que deseas mucho volver a verlos.
¿No?
-Sí, señor doctor….
Yo…*bostezo*….
quiero…*bostezo*-continua mientras cada vez se le hacía más difícil hablar con normalidad.
Intentaba no ceder pero sus parpados empezaban a caer.
El cansancio iba ganándole hasta finalmente Rebeca se quedó acostada en su asiento con su cabeza sobre su hombro derecho sin decir nada más.
…………………………………….
-Mmmm….
– lograba expresar Rebeca mientras se frotaba los ojos.
Echada sobre mi sofá hacia intentos por levantarse.
Aún seguía vestida con su vestido amarillo del orfanato que era de su medida y no cubría sus rodillas y se apretaba bastante en sus turgentes caderas que no parecían pertenecer a una niña de su edad.
-¿Rebeca? ¿Ya despertaste?- pregunto al mismo tiempo que me acerco a ella.
-¿Qué sucedió?-pregunta con su vocecita Rebeca incorporándose en el sofá aun frotándose los ojos.
– Pues estabas cansada al parecer y te dormiste camino aquí.
– digo sentándome a su costado y acariciando su cabello.
Como ya habrán deducido aquella bebida que le entregue tenía un sedante disuelto en ella el cual utilice para poder traerla sin que supiera hacia donde estábamos yendo.
Esta fue una medida preventiva a fin de poder ingresar más fácilmente con ella sin que mis vecinos se dieran cuenta (la coloque en una caja que luego impulse con un carrito para entrar en mi casa, algo que pasaría desapercibido para mis vecinos ya que hace unos días había comprado varias cosas y me habían visto entrar con otras cajas) y ella no sospechara hacia donde la llevaba.
Al fin nos encontrábamos en mi casa, lejos de la mirada de extraños.
Al fin tenia a esa niña solo para mí, para hacerle lo que se me imaginara y vaya que tenía planeadas muchas cosas para ella.
-¿Y mi abuelita?-pregunta Rebeca mirándome.
-Como te dijo aún está comprándote más regalos sorpresa que te prometió.
– respondo con gesto entusiasta.
– Así que hasta que vuelva voy a cuidarte.
-¿Dónde estamos?-pregunta mirando alrededor.
– ¿Esta es la casa de mi abuelita?
– Estamos en tu nuevo hogar.
– le digo mientras aun la tenía abrazada del hombro ya que no deseaba separarme de ella.
– ¿Qué te parece? Ven te voy a mostrar todo.
– digo al mismo tiempo que la levantaba del asiento sin apartarme de ella que miraba hacia todos lados.
Comenzamos a caminar alrededor de la sala para luego ir saliendo por el pasillo hasta donde bifurcaba hacia dos caminos, uno hacia el baño y otro a las habitaciones.
En el camino ya Rebeca se despertó totalmente y se le quito la somnolencia inicial que tenía.
– No es muy grande pero tenemos muchas cosas aquí.
– digo mientras tomamos el camino de las habitaciones.
– Y aun no has visto tu habitación.
¿Quieres verla?
-Siii.
– responde dando saltitos de impaciencia.
-Por favor lléveme, señor doctor.
-Bueno bueno… ven esta por aquí…- digo mientras nos acercábamos a una puerta muy bien decorada que tenía el cartel que decía “REBECA”.
– Aquí es.
¿Quieres que entremos?
-Si, siiii.
– decía ella aun parada al lado mío.
-Entraremos, pero después.
– digo mientras intento llevarla a la sala.
Ella se queda mirando aun ansiosa de entrar a la habitación sin ceder al tirón de mi brazo que la llevaba de vuelta a la sala.
– Entraremos luego, Rebeca.
Ya casi es la hora del almuerzo.
-¿Vamos a comer?- pregunta ella cediendo por fin a la fuerza de mi brazo.
-Así es.
Lo estuve preparando mientras dormías.
– digo mientras ingreso con ella a la sala comedor nuevamente y la acerco a la mesa.
Jalo una silla y le señalo.
La mesa que no era muy grande estaba ya preparada para dos personas.
– Siéntate y espera aquí mientras regreso.
-¡Qué bonito!- exclama Rebeca al ver un adorno de cisne sobre la mesa (era un adorno decorativo que intencionalmente había puesto allí, ya verán más adelante con qué intención) que había conseguido tomar de algunos de los tantos adornos que encontré en la parroquia que no sé por qué razón un feligrés lo había donado.
-¿Te gusta, no?- pregunta a lo cual ella asiente mientras lo toma para observarlo ya que al agitarlo parecía mostrar que por adentro llovía nieve.
– Es un adorno muy hermoso y valioso de esta casa.
Debes tener cuidado porque es muy frágil.
Si se cae podría romperse.
– le indico mientras termino de mostrarle.
– Espérame aquí que yo regreso con la comida.
Regreso casi al instante ya con la lasaña preparada y de paso también regrese para traer una botella de soda.
Pude ver la expresión de felicidad de su rostro mientras le servía la lasaña y llenaba un gran vaso con soda.
También me serví mi parte y procedí a comer junto a ella.
-¿Qué tal está?- le pregunto mientras observo como probaba un pedazo de lasaña.
-¡Esta muy delicioso, señor doctor!- responde luego de probar un bocado.
-Me alegro que te guste, preciosa.
– respondo al mismo tiempo que tomo yo también un poco.
– Y luego de esto tendremos helado de postre.
-SI!!- celebra Rebeca.
– Usted es muy bueno conmigo señor doctor.
-Es porque eres la niña más hermosa que he visto.
– le respondo sonriendo.
– Además después del postre tengo una sorpresa para ti.
-¿Una sorpresa?- pregunta Rebeca emocionada.
– ¿Qué es? ¿Qué es?
-Es una muy buena noticia que te va gustar.
Pero te la contare después del postre.
Ahora debemos comer.
– respondo mientras le señalo la lasaña.
– ¿Vale?
-Sí, señor doctor.
– contesta al mismo tiempo que toma otro pedazo de lasaña.
Comimos mientras con el mando de mi equipo de sonido (algo barato pero con cierto volumen) ponía una música de princesas como fondo lo cual le agrado mucho.
Luego de que acabáramos tome los platos y me los lleve la cocina para traer el postre.
-¡Que grande!- exclamo Rebeca al observar el helado tamaño familiar que traje para ella.
– ¿Es todo para mí?
-Por supuesto.
Nada es muy grande para la niña más hermosa.
– le digo mientras se lo colocaba frente a ella.
Me senté a su lado mientras tomaba un poco de soda y la observaba comer su helado muy contenta.
Cuando finalmente acabo tomo una servilleta para limpiarse, era muy educada en comer y beber.
Al parecer sus padres la habían educado bien y por suerte no había perdido esos modales en su corta estancia en el orfanato.
-¿Te gusto, verdad? – pregunto mientras me llevaba la fuente a la cocina dejándola junto a las demás cosas en el lavadero.
Le pedí que se sentara en el sofá mientras desocupaba la mesa de todos los demás servicios y la limpiaba.
-¡Sí, señor doctor!- contesta ella mirándome desde el sofá.
– Usted es el mejor de todos los doctores.
-No me cansare de repetir que tú eres la niña más hermosa que he visto.
Te mereces todo esto y mucho más.
– contesto acercándome de regreso de la cocina.
Me siento en el sofá a su lado pasando mi brazo por su cuello y colocándolo sobre su hombro.
Ella sonríe como siempre feliz de recibir mis elogios.
Era una niña muy dócil, todo estaba saliendo muy bien y sentí que había llegado el momento de avanzar un poco más.
– Sabes, Rebeca.
Yo te quiero mucho.
Te he tomado mucho cariño a pesar de ser tu doctor.
Dime.
¿Tú me quieres?
-¡Lo quiero bastante, señor doctor!- responde ella sonriente e inocente de la intención de mis palabras.
Era natural que con el tiempo que pasamos ya hubiéramos formado un lazo del cual ahora buscaría aprovecharme para saciar mis bajos instintos.
-¿De verdad?- pregunto incitando con mi gesto una respuesta positiva de su parte.
– Sí, señor doctor.
Yo también lo quiero mucho.
Usted siempre es muy bueno conmigo.
Regalándome cosas y jugando conmigo cuando nadie lo hacía en el orfanato.
– responde ella con tal ternura que me era imposible dudar de sus palabras.
-Yo también te quiero bastante, Rebeca.
– respondo sonriente.
– ¿Te acuerdas de que iba a decirte una gran noticia después del postre?
-Sí, señor doctor.
– contesta ella.
– ¿Cuál es la noticia?
-Pues veras, Rebeca.
¿Recuerdas que te conté que tu abuelita se haría cargo de ti?- pregunto a lo que ella asiente.
– Pues eso es cierto.
Tu abuelita está muy contenta de hacerse cargo de ti, pero yo estaba muy preocupado por si ella podía hacerse cargo tuyo ya que ella necesita que la ayuden con las cosas de la casa.
Tenía miedo que tuviera problemas cuidándote.
– le cuento mientras ella me mira seria consciente de la importancia de mis palabras.
– Es por eso que para ayudarla con tu cuidado decidí que me mudaría también contigo.
¿Qué te parece?
-¿En serio? Sii!!!- celebra Rebeca muy contenta y abrazándome, gesto al cual correspondo y aprovecho ese momento para sentir su cuerpo con el mío.
– ¡Lo sabía! ¡Sabía que te gustaría! –exclamo también muy contento.
– Te quiero mucho, Rebeca!.
– digo al mismo tiempo que ya sin poder contenerme empiezo a besar su cuello.
-Jijiji!!! Me hace cosquillas.
– ríe Rebeca apartándose un poco sin dejar de sonreír.
– Yo también lo quiero mucho, señor doctor.
-A partir de hoy día también voy a vivir aquí.
No solo voy a ayudar a tu abuelita voy a cuidarte, jugar contigo y muchas cosas más.
Ya verás nos divertiremos mucho.
– le digo mientras la vuelvo a atraer a mí para continuar abrazándola.
-Muchas gracias, señor doctor.
– exclama Rebeca muy contenta.
-A partir de ahora no necesitas llamarme señor doctor, Rebeca.
Puedes llamarme señor Arturo.
– expreso apartándome un poco para observarla.
-Señor Arturo.
– repite ella.
-Así es.
– asiento en conformidad.
Reviso el reloj de la pared.
– Pero mira la hora que es.
Ya está dando tu programa en la TV.
¿Quieres que lo veamos juntos?
-Sí, señor Arturo.
– responde Rebeca al mismo tiempo que me acerco a la TV y tomo el mando.
– Muchas gracias.
-De nada, preciosa.
– respondo mientras enciendo la TV.
El programa duro media hora en las cuales fingí que también disfrutaba de verlo pero en realidad lo que deseaba era sentir el contacto con ella ya que aún conservaba mi brazo por encima de su hombro y por momentos la acariciaba mientras ella veía la TV.
Me comentaba cosas sobre el programa y le respondía interesado por lo que decía.
Deseaba aprovecharme más de ella como de seguro ustedes estarán pensando pero tenía que seguir el plan paso a paso.
Una vez terminó el programa con el mando apagué la TV.
Había llegado el momento de avanzar un paso más.
-Estuvo mejor que el de la semana pasada.
– comento mientras salía la canción de despedida.
Infantilmente ella comenzó a tararearla mientras la observaba.
Me encantaba verla actuar tan linda e inocente.
– Yo tengo esa de ahí.
– señalo a una de las princesas que yo le había regalado hace unas semanas.
– Pero aún me falta esa otra, está muy bonita.
-Pues ya sé que debo regalarte.
– respondo sonriente.
– Ahora que termino el programa, ¿Qué te parece si jugamos algo Rebeca?- pregunto mirándola directo a ella.
-Sii!!! –responde Rebeca sonriendo y parándose del sofá.
– ¿A qué jugaremos , señor Arturo? ¿Con mis muñecas?
-Ummm… podríamos, pero ¿te acuerdas que la anterior vez que viniste a mi consultorio te dije que te mostraría juegos más divertidos?- pregunto.
-Si.
– contesta ella sonriendo.
– ¿Entonces jugaremos con su portátil?
-Pues no, tengo preparado otro jueguito más divertido.
¿Quieres verlo?- inquiero.
-Sí, señor Arturo.
Muéstremelo.
– pide Rebeca algo curiosa.
Al escuchar su respuesta me levanto y me dirijo hacia atrás del sofá donde había una caja de algo ancha.
– ¿Twister? ¿Qué es? ¿Qué es?- pregunta observando la caja que tenía ese nombre en la portada.
Como era algo nuevo y llamativo rápidamente se interesó en el a pesar de no saber de que trataba.
-Es un juego muy divertido venga te voy a enseñar.
– contesto abriendo la caja.
– Ayúdame sacando poco a poco las cosas mientras yo muevo el sofá.
– le digo haciendo que ella se levante y luego empujando el sofá hacia la pared más cercana para dejar algo de espacio en la sala-comedor.
Ella comenzó a sacar lo que necesitábamos, un pequeño tablero que parecía un reloj donde en lugar de números había círculos de colores y solo tenía una manecilla o aguja que giraba señalando estos (los que lo han jugado alguna vez sabrán a que me refiero y los que no continúen leyendo el relato para entender la mecánica del juego) y tuvo problemas sacando lo que parecía una sábana con círculos de colores que estaba muy apretada en la caja que era ancha pero no de mucho alto.
Una vez termine de hacer espacio le ayude a sacarla y extenderla en el suelo.
-Hay círculos de muchos colores…- expresa sorprendida Rebeca tomando la sábana.
– ¿Y cómo se juega, señor Arturo?- pregunta al verme extender la sabana que no era tan larga.
-Voy a explicarte, preciosa.
Solo deja que yo me cambie para jugar.
Con esta ropa es algo incómodo- digo mientras salía hacia un pequeño cuarto que antes use para colocar las cosas de Nayhelli cuando se quedó en mi casa.
Termine de quitarme la camisa y los pantalones que usaba desde la mañana, en su lugar me puse una camiseta muy ancha de color blanco y unas bermudas muy delgadas de colores también holgadas sin calzoncillos.
-Ahora ya estoy listo.
– digo al entrar mientras observo como ella se reía cuando salí ya que de seguro le parecía graciosa mi ropa comparada con la que siempre me veía en el orfanato.
– ¿Te causa gracia, no?
-Un poco, señor Arturo.
– responde Rebeca aun sonriendo.
-De esta forma yo también puedo jugar.
– respondo mientras me coloco sobre el suelo.
– Muy bien, voy a enseñarte como se juega.
Estate muy atenta a la explicación ¿Vale?
Ella asiente observando como tomaba la aguja que giraba sobre su eje señalando en cada posición un color.
-Vamos a jugar por turnos, a quien le toque su turno debe girar esta manecilla y esperar donde se detiene.
Por ejemplo…- digo al mismo tiempo que giro.
Cae en una de las cuatro partes en las que estaba dividido el tablero (una para cada extremidad del cuerpo)- Mano derecha azul.
Eso significa que vas a colocar tu mano derecha hacia allá, luego en la siguiente podría ser para la mano izquierda giraremos la aguja luego podría ser tu pie derecho y quizás al final tu pie izquierdo si ese es el orden.
¿Me vas entendiendo?- ella asiente mientras continua mirando como giraba la aguja y luego los demás colores.
– Muy bien, luego de eso yo también entrare, girare la aguja y también ocupare los lugares que me diga la manecilla.
Pierdes el juego si te caes o no te sostienes bien de los círculos de colores.
¿Entendiste?
-¿Por qué hay distintos colores?- pregunta al señalar los cuadros morado, negro y rosado que estaban en el tablero ya que no había esos colores en la sabana.
-Ah pues son una sorpresa.
Jeje.
– rio mientras me quito las sandalias para no ensuciar la sabana.
– Te explicare de esos una vez estemos jugando ¿Vale?-Rebeca asiente Muy bien para empezar quítate los zapatos para que puedas pisar la sabana.
Ella obedece quitándose los zapatos y se queda solo con sus medias cortas de rodillas sobre la sabana esperando que empiece.
-Muy bien.
Para empezar gira la manecilla.
– le digo al mismo tiempo que se la alcanzo.
Rebeca le da un suave impulso y esta empieza a girar hasta detener en un círculo de color amarillo.
– Muy bien, eso indica que debes colocar tu mano izquierda en el color amarillo.
Por ejemplo allí te ayudaría a tener equilibrio cuando pongas tus pies.
Ella rápidamente dirige su mano hacia el círculo más lejano de ese color.
Salió color azul otra vez y dirigió su mano con dificultad hacia el otro lado donde le señale.
Resulto fácil, no ponía objeción a mis recomendaciones y aparentemente la situación la emocionaba por estar realizando un juego que no había visto.
Intento extender su mano para girar nuevamente la manecilla.
– NO! Rebeca.
– digo al mismo tiempo que evito que mueva su mano del lugar.
– No puedes apartar tus manos de donde están sino pierdes.
De eso se trata el juego.
-¿Cómo girare la manecilla entonces?- pregunta Rebeca.
Aparentemente se había dado cuenta de tal detalle.
(Normalmente se acostumbra que mueva su mano un instante y luego retorne a su lugar pero para mis propósitos había anulado esa regla)
-Para eso estoy yo.
– digo al mismo tiempo que por encima de su vista giro la aguja y espero.
Salió nuevamente azul.
– Bien.
Pues sale que debes colocar tu pie izquierdo en el color verde.
– miento mientras le señalo uno cercano a ella.
Con dificultad, ya que tenía ambas manos adelante intento estirar su pie hasta donde le señale logrando de esa forma quedarse a gatas.
Volví a girar la manecilla y nuevamente señale que debía colocar su pie derecho a un círculo rojo a espaldas de ella.
Había planeado desde el comienzo que en caso no saliera algún color que yo quisiera modificaría este para que el juego siguiera el curso que quería.
-Muy bien… muy bien… preciosa lo lograste.
– le digo mientras me deleitaba la vista con esa niña culona que en posición de perrito destacaba poderosamente aquellas caderas de mujer a pesar de sus ocho añitos.
– Mantente tal como estas, si te mueves o te caes perderás.
– ¡No voy a perder!- contesto Rebeca muy decidida.
Verla tan decidida y absorta en el juego me hacía delirar imaginando lo que podría hacer para aprovecharme de ella.
Con mi habitual calma decidí seguir con mi libreto hasta el final.
– Ahora es mi turno.
Debes tener cuidado porque también entrare.
Veremos cuál de los dos gana- digo al mismo tiempo que giro la manecilla del pequeño tablero.
Ella asiente mientras sonreía por la emoción del juego.
– Voy a comenzar con mis pies.
De esa forma podre girar las manecillas hasta el final ¿De acuerdo?
-De acuerdo.
– responde observando como giraba la manecilla.
-Muy bien, salió azul.
Voy a colocarlo en….
Allí.
– digo mientras estiro mi pie derecho muy cerca del suyo.
Vuelvo a girar la manecilla.
– Pie izquierdo irá en….
Rojo!- exclamo mientras obedecía y lo colocaba en el círculo muy cerca también a su pie derecho.
– Perfe… fec…to!
Estaba tan emocionado que al terminar esa última palabra emití un jadeo.
Levante la vista para poder observar el hermoso paisaje frente mío.
Tenía a esa niña nalgona de ocho añitos levantando su culote apuntándolo sin querer hacia mi entrepierna.
La cabeza me daba vueltas imaginado la situación en la que por fin nos encontrábamos.
Mi verga destacaba groseramente en mis bermudas delgadas que no permitían ocultarla ahora.
Rebeca de espaldas aparentemente no se había dado cuenta.
Con cuidado me la acomode apretando con el elástico de la bermuda para que estuviera recta y pegada a mi cuerpo.
-¿Señor Arturo?- pregunta Rebeca algo confusa.
-Emm… ya está girando la manecilla.
-digo mientras giraba esta, por fin había llegado el momento.
Espero un momento que pare y observo como cae en el color azul.
Lentamente bajo el tablero hasta la vista de Rebeca pero no sin antes girar un poco más la aguja hasta ponerla señalando el círculo morado.
– Cayo morado! Jejej… ¿Sabes lo que significa?
-No.
– responde Rebeca mirando el tablero.
Volteo el cuello a verme ya que como dije me encontraba a su espalda muy cerca de ella.
-Te explicare.
El morado al igual que el negro y el rosado indican órdenes.
– le explico con calma.
-AH!- expresa Rebeca.
– ¿Como premios y castigos?
-Exacto.
Y el color morado significa que… debo empujarte…- expreso sonriente.
-Pero si me empuja me caeré.
– protesta Rebeca.
– No me dejaste terminar.
-interrumpo.
– Debo empujarte con cualquier parte del cuerpo excepto las manos y los pies.
– señalo estos.
– Puede ser con cualquier otra parte del cuerpo excepto ellos.
Si no sería muy fácil hacerte caer.
Y debes resistirlo por 3 minutos.
-¿3 minutos?- pregunta Rebeca.
– Eso es mucho.
-Es porque no usare ni las manos ni los pies.
Va a ser difícil para mí también hacerte caer.
– le explico.
– Además…creí que dijiste que no querías perder… ¿Acaso te rindes?- pregunto queriendo picarle.
-NO! No voy a perder!- contesta Rebeca muy segura.
Al igual que en otros juegos su mente infantil evitaba que pensara en rendirse.
– Resistiré los tres minutos señor Arturo.
Vera que sí.
Escuchar ello era música para mis oídos.
Esa niña estaba decidida y mi instinto me decía que no protestaría mucho por lo que estaba por hacer.
-Muy bien….
– digo al mismo tiempo que tomo su cinturita con mis dos manos.
Rebeca al sentir el contacto volteava verme.
– Descuida.
Voy a ayudarte sujetándote con las manos para que no te caigas porque es tu primer juego.
-Pero…- empieza Rebeca volteando a ver como la tenía agarrada de su cinturita de avispa.
– No tienes que temer, más bien si volteas el cuello cuando te empuje puedes perder el equilibrio y caerte.
– le advierto con severidad.
– Mira hacia adelante.
Rebeca obedece y continúa en la posición en la que estaba con sus extremidades en cada círculo y de esa forma parando aquellas nalgas de mujer en el cuerpo de una niña de ocho añitos y que tanto me enloquecían.
-Prepárate hermosa… No olvides sostenerte bien.
– digo al mismo tiempo que aferraba su cinturita con mis pies me impulso y coloco mi entrepierna empujando ese culote bien parado.
– OHH….
oh.
Rebeca por instinto intenta voltear momento en el cual doy un empujón más brusco mientras aun permanecía pegado a ella haciendo que casi pierda el equilibrio.
-¿Qué te advertí? Si te…oh… volteas puedes…oh… caerte y perder.
– expreso con dificultad mientras aún continuaba tomándola de la cinturita pegando mi entrepierna a su culote.
– ¿O acaso quieres perder?
-No.
no señor Arturo.
– contesta Rebeca.
– Pero usted…
-Dije que te empujaría sin usar las manos y los pies así que eso…ohh….
hago.
– respondo volviendo a empujar mi miembro en ese culote.
Sentía mi verga palpitar por la embestida.
– Ohh….
Bueno… Rebeca, entonces, ¿empezamos los tres minutos?- silencio de su parte.
– ¿o te rindes?
-¡Empezamos, señor Arturo!- responde Rebeca luego de escuchar lo último.
-Alli vamos… Ohhh!!!- exhalo al mismo tiempo que empiezo con los esperados arrimones.
Aprisionada hacia mi cuerpo, a Rebeca solo le quedaba parar aquel majestuoso culote que poseía para evitar que mis arrimones la hicieran tambalear lo cual termino apretando mi miembro ya contenido por el elástico de las bermudas pero que ahora debía soportar la presión de semejantes nalgas.
-Ohhhh!!! Lo… lo haces muy bien Rebeca… Uff!!!- bufo sintiéndome sudar por la excitación.
– Estas resistiendo… ufff… muy bien…mis empujones….
-¿Cuánto tiempo ya vamos?- pregunta Rebeca de seguro algo incomoda por los empujones que a medida que ella paraba más sus nalgas se hacían más fuertes producto de la excitación que se apoderaba de mi cuerpo.
Se repetía el mismo círculo una y otra vez: yo la empujaba con mi miembro pegado a mi cuerpo, ella retrocedía un poco y luego paraba más su culote para aguantar el empujón, luego yo retrocedía para luego volver a empujar con más fuerza y volver a repetir lo mismo.
-Bueno pues….
Ohhh…- exhalo y sin dejar de empujarla volteo la vista fingiendo que miraba el reloj (habían pasado dos minutos ya)- recién… vamos a llegar al primer… Ohhh… minuto.
– contesto volviendo a concentrarme en empujarla.
Ambos absortos en esto y haciendo la pose del perrito parecía que folláramos con ropa- Ohhhh….
Joder!
Fue demasiado para el elástico de mis bermudas, al final tanto sobarme con Rebeca ocasiono que mi miembro se liberara y destacara más groseramente en mis bermudas.
-Señor Arturo! Hay algo…- me dice Rebeca sin voltear pero obviamente alarmada por aquello que se había liberado y que rápidamente trate de ocultarlo pegándolo directamente a la raja de su culote.
-OHHHHH….
Rebeca… no es nada…Uffff- bufo intentando contener mi excitación ya que el sentir mi miembro (ahora solamente cubierto por una fina tela) directamente en la raja de ese culote me tenía ido de placer.
– Pero… Hay una cosa ahí señor Arturo.
Se siente algo duro.
– me dice Rebeca con esa vocecita inocente que denotaba algo de desconfianza.
– ¡Si nos detenemos pierdes el juego!- expreso rápidamente.
– Ohhh….
Ufff….
Yo pensé que tu querías ganar, además…- volteo a ver el reloj (habían pasado 5 minutos)- Ya van 2 falta solo un minuto.
Pensé que realmente querías ganar… Pero si es mucho para ti puedes rendirte.
-¡NO! No voy a perder, señor Arturo.
– contesta Rebeca decidida al mismo tiempo que para mí placer paró bien ese culote que en aquel momento me tenía delirando.
– Muy bien… solo… solo un minuto más…- digo dispuesto a empujar y disfrutar aquel minuto mientras ella aun luchaba por sostenerse.
Parecía agotada y también sudorosa por el esfuerzo y el calor de ese cuarto cerrado en el que nos encontrábamos.
– Ohh….
Uff….
Paso uno, dos, tres minutos y en total luego de casi 10 minutos de haber empezado con lo de los empujones sentía mi verga ya húmeda de todo el líquido pre seminal.
-¿Ya acabo? Paso mucho tiempo señor Arturo.
– protesta Rebeca casi cayéndose por momentos pero como la tenía sujetada por su cinturita evitaba que esto ocurriera.
-Faltan… 5, 4…Ohhh.
3….
2…1….
yyyyyy Ohhhh uffff!!!- bufo corriéndome por fin en ese culote.
Fue un momento sublime ya que anteriormente no había podido hacerlo (orfanato 5) y me tuve que ir al baño para desahogarme.
Sintiendo como empezaba a eyacular me aparto rápidamente para evitar que a través de mi bermuda moje su vestido.
– CERO!! GANASTE!
Rebeca también se deja caer algo agotada por el esfuerzo hecho en sostenerse y empieza a tomarse los brazos obviamente algo fatigados.
-Lo has hecho… muy bien, Rebeca.
– expreso ya más satisfecho y aliviado.
Mis bermudas aún estaban húmedas por la corrida pero como eran de colores no se notaban.
– Espérame aquí.
Rápidamente salgo hacia la cocina, lleno dos vasos con soda y regreso a la sala.
Le entrego uno de los vasos.
-Bebe esto, debes estar cansada.
Me ganaste en este juego.
Jejeje.
Eres muy buena jugando al Twister.
– la felicito acariciando su cabello.
-Y como premio por ganar tengo para ti…- continuo mientras otra vez regreso a la cocina abro el refrigerador y regreso con.
– tengo un vaso más de helado!
-¡Gracias señor Arturo!- contesta Rebeca tomando aquel vaso que era más pequeño que el del postre pero que igual acepto gustosa.
-No hay de que preciosa, te lo has ganado.
– contesto aun bebiendo mi soda.
-Señor Arturo.
– empieza Rebeca luego de probar una cucharada de helado.
– mientras me empujaba… pude sentir algo duro presionándome- me dice Rebeca curiosa.
-Ese era mi móvil, preciosa.
– contesto mientras sacaba mi móvil de uno de mis bolsillos (al ir a la cocina lo había tomado y lo puse ahí porque sabía que quizás preguntaría por aquel bulto que la molestaba) y se lo mostraba.
– Necesito tenerlo siempre porque puede llamarme tu abuelita.
-AH!!- expresa Rebeca en señal de haber entendido.
Continuó comiendo su helado hasta terminarlo bajo mi atenta mirada.
– Y dime.
¿Te divertiste?- pregunto sonriendo.
-Si señor Arturo.
Fue muy divertido.
Casi me caigo pero logre resistir y gane.
-celebra contenta.
– Me gustan mucho sus juegos.
– expresa Rebeca también sonriendo mientras dejaba la cuchara en el vaso vacío.
-A mí me alegra que te gusten.
-contesto.
– Dime Rebeca, ¿Estas lista para jugar otro juego? o te sientes muy cansada.
– pregunto de manera que incitara a que continuáramos.
-¡NO! Aun quiero continuar jugando señor Arturo.
– contesta Rebeca parándose del asiento entusiasmada.
-Entonces continuemos.
No tienes idea de cuánto nos vamos a divertir.
– expreso con mucho entusiasmo parándome también del sofá.
Aún deseaba aprovecharme de la inocencia de aquella niña culona de ocho añitos y tenía preparado un juego más que ambos disfrutaremos.
Pero eso… eso será motivo de otro relato.
Hasta entonces.
CONTINUARA
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PD: El siguiente relato será Confesiones del Padre Arturo: “Ángeles” parte 6
PD2: Siempre estaré dispuesto a responder a cualquier duda que tengan mientras sea con respeto.
Ahora sí, hasta entonces.
Buenisimo relato!
Si puedes pasa por los mios