Confesiones del Padre Arturo: Anita parte 4
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Padrearturo3.
Ya ha pasado un tiempo desde la última experiencia que os relate, les pido me disculpen ya que debido a algunos inconvenientes y actividades propias de mi trabajo no he podido publicar con regularidad, pero no se preocupen a partir de ahora lograré subir con más frecuencia mis relatos.
Empezare contándoles que a pesar de que al comienzo la veía como un objetivo a mayores, Marina terminó alejándose circunstancialmente de mi lado debido a que no lograba encontrar muchos momentos a solas con ella por diversas obligaciones que se me presentaban, en realidad debo decir que de todas las niñas con las que tenía contacto era una de las cuales no lograba hacerme un espacio para poder atenderla como se debía.
Sin embargo aún lograba contar con Anita y Romina. A esta última solo lograba verla los sábados después de las reuniones de la parroquia.
Lo que les contare a continuación es un paso más en mi relación con Anita, aquella primera niña que me sedujo por su inocencia y que no puedo sacar de mi mente.
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El martes coincidió con el cumpleaños de un colega y decidimos después de las clases habituales pasarnos por un bar cercano a la universidad para festejarlo. Entre la comida, copas y más copas fuimos festejándolo hasta que al final Carlos, uno de mis colegas comenzó a contar algunas de sus experiencias sexuales, animado por el resto que ya lo había hecho.
Todos tenemos un amigo que es el más agraciado del grupo, ese al que no le faltan tías con las cuales acostarse y del que quizás te has “colgado” para poder ligar en pareja. Los demás queríamos conocer algunos de los detalles ya que siempre evitaba y se lo guardaba para el así que aprovechamos la situación y lo interrogamos.
Mientras tanto yo que andaba con algo de sueño por el trabajo y el estudio pensaba en que quizás mañana podría relajarme un poco después del colegio parroquial con Anita. Pensaba en esa niña que cada día se iba haciendo más linda, pero sobre todo cada día me daban más ganas de culearla ya que no solo ella iba creciendo sino también sus caderitas.
Lo único que quizás me incomodaba es que debido al estrés del trabajo mezclado con el estudio, ya que conforme iba avanzando en mi carrera dedicaba mucho de mi esfuerzo y mi tiempo en ello, los pocos momentos que pasaba junto a Anita se hacían gloriosos pero al ser tan escasos me quedaba ese sinsabor de no poder continuarlos.
En una parte de las anécdotas de Roberto nos contó que había logrado un cuarteto, algo que al principio no le creímos pero conforme fue explicando se nos hizo más creíble por ciertos detalles que fue revelando.
Nos comentó que para lograr “cumplir las expectativas” con todas ellas por recomendación de un colega había hecho uso de la pastilla azul comúnmente conocida como viagra.
Mientras todos escuchaban atentamente mis pensamientos se fueron por otro lado, pensando y preguntándome porque no se me había ocurrido experimentar esto antes…
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Desde una ventana en el segundo piso podía ver como los niños llenaban el patio en un día cualquiera, solamente que no era un día cualquiera, aquel día yo tenía libre la mañana debido a que normalmente tenía clases en la universidad sin embargo me encontraba en el colegio parroquial.
Suena el timbre que indica que las clases van a iniciar. Se ve ingresar a los últimos profesores por la puerta entre los cuales se encontraba la maestra de Anita quien rápidamente sube junto a sus alumnos.
Me dirijo hacia ella quien termina de contar a sus alumnos y a al darse cuenta de que le faltaba alguien me acerco y le informo:
– Señorita Flor, la niña Ana ————– tuvo que retirarse temprano debido a una fiebre.
-Uyy… Pobre…-se lamenta la Señorita Flor.- Gracias por informarme, Arturo.
-No hay por qué.- le respondo mientras la observo retirarse.
Después de aquello me quedo observando el patio mientras los demás alumnos y maestras continúan subiendo hacia los salones hasta que llego a quedarme solo en el lugar.
Empiezo a recorrer en mis dominios mirando hacia cada rincón verificando el lugar y que nadie se encontrara en el lugar.
Comienzo a avanzar con dirección hacia la capilla, realmente hace un día estupendo, el sol brilla en un cielo despejado, logro destrabar la puerta e ingreso dentro y cierro con seguro.
Ya adentro logro observar desde la puerta cada rincón de este lugar que ya lo veía como si fuera mi fortaleza. Camino a través de las bancas mientras observo hacia el altar en el cual se encuentra una niña de apenas ocho años cumplidos arrodillada frente a un cáliz depositado precisamente ahí.
Al verme ingresar Anita no se inmuta y continua con su rezo mientras yo aún me encuentro observándola espaldas a ella. No hago mayores gestos solo observo a esa niña recitar cada frase con total devoción.
-…Amen.- finaliza su oración y se levanta. Voltea a mirarme directamente y me dice: – Padre, termine con la oración que me pidió.
– Muy bien Anita- la felicito.- has logrado aprender un salmo bastante largo para una niña de tu edad, no hay duda de que Dios te ha iluminado y actúa a través de ti.- le digo mientras hago una señal de la cruz frente a esa niña que me mira con una sonrisa inocente.-No te hace eso feliz?
-Sí, Padre.- responde ella alegre.- Soy muy feliz sirviendo a nuestro Señor.
-Eso veo, es por eso que te he permitido venir aquí el día de hoy, para que me ayudes con esta ceremonia especial que realiza nuestro Señor solo con las niñas Santas que deben servirle antes que cualquier otra cosa.-le digo.- Agradarle a nuestro señor no es algo que cualquier niña puede hacer. Y a ti te gusta agradarle, no es así?
-Sí, Padre. Se siente muy bien agradar a Dios.-responde Anita.
-Veo que Dios ya ha actuado en ti, es tiempo que yo haga mi parte.- le digo mientras me acerco a Anita.
Anita devotamente se acerca al altar y toma el cáliz entregándomelo. Al tomarlo hago una señal de cruz y con los ojos cerrados dispongo a beberlo. Al bajar el cáliz me tomo un momento aun con los ojos cerrados fingiendo reflexión, hasta que decido romper el silencio.
– Lo has hecho muy bien Anita.- le digo.
– Vamos Anita. Es hora de comenzar nuestra ofrenda de penitencia.
Nos dirigimos como siempre hacia el pequeño cuarto, cruzamos el umbral y cierro la puerta con seguro.
Anita comienza a desvestirse, primero quitándose su blusa, revelándose su pechito plano, luego se bajó su faldita mostrándome su panochita al descubierto ya que la había obligado a quitarse sus braguitas cuando ingreso a la capilla. Por mi parte dispuse a desvestirme frente a ella y ya cuando ambos estábamos desnudos se podía apreciar a simple vista la tremenda erección que tenía.
A pesar de que tenía una ligera migraña sentía la verga como si estuviera hecha de metal.
Anita rápidamente se coloca en frente mío y se dispone a darle tratamiento a mi verga como solo ella sabe. Empieza a chupármela con entusiasmo mientras acariciaba su cabecita.
Subían y bajaban sus labios alrededor de mi miembro con sobrada destreza aprendida por esa niña. Me miraba por momentos esperando signos de aprobación de mi parte a los cuales ella sonreía continuando su labor tan bien aprendida.
Como os dije anteriormente, Anita se había convertido quizás sin proponérselo en una niña muy sexual y experta ya en estos matices a lo largo de todo este tiempo en el cual había logrado experimentar gracias a mí los placeres prohibidos a su edad.
Por mi lado, como os había dicho anteriormente deseaba poder disfrutar de esa niña durante más tiempo del que normalmente requería, por eso había logrado planear todo esto, apartarla de su maestra y compañeros de clase y deseaba tenerla durante todo el día solo para mí, ambos refugiados en este lugar al cual muy pocos tenían acceso.
Mientras Anita continuaba con su labor me doble hasta llegar a acariciar sus nalguitas y darles una palmada con deseo, muy pronto lograría que me dieran el inmenso placer que genera el coger una niña de su edad. Como os he contado me encantan las niñas como Anita, nalgoncitas pero sin llegar a ser gorditas y ella era perfecta para mis gustos.
-Muy bien mi amor.- le decía separando su boquita de mi miembro.- ya lo has preparado bien.- Con un gesto le señalaba el mueble.- Ya sabes lo que sigue.
Anita se dispone a subir al mueble y colocarse en posición de perrito, sabiendo lo que está por venir espera impaciente aquel juego que tanto placer nos genera a ambos y que se ha convertido en nuestra “ofrenda” a Dios.
Me acerco a ella con mi verga totalmente tiesa dispuesta a ingresar en lo más profundo de su ser.
-Estas lista, Anita?-pregunto presionando un poco mi verga en Anita.
-Lista… Padre.- responde Anita al mismo tiempo que comienzo la invasión de su agujerito. La ceremonia de ofrenda de penitencia ha comenzado, otra vez nuestros cuerpos son uno solo, Anita y yo juntos cogiendo para “alabar” a nuestro Señor.
Al sentir las nalguitas paraditas de mi niña favorita vuelvo a transformarme en ese animal que siento dentro mío cada vez que miro a una niña pequeña. Fuera de sí bufo como una bestia entregado solo a mis instintos de reproducción y empujo como si la vida se me fuera en ello a pesar de que en frente mío esta solo una niña de ocho años que se aferra al mueble y soporta estoicamente mis embestidas.
-Ufff…ohhhh…Anita….Anita…-bufaba embargado de sensaciones tan grandes que recorrían mi cuerpo y que no deseaba que cesaran jamás.
-Ahhhh….ahhhh….duele….me duele…. Padre…..-repetía Anita, pero a pesar de ello resistía mis embates hacia ella aferrándose con sus manitas al mueble mientras por momentos cerraba los ojos por la intensidad de la cogida que le daba.
Era muy excitante escuchar los embates con sus nalguitas mientras crujía el mueble sobre el cual cogíamos de manera desenfrenada como dos novios en luna de miel. Un Padre y su niña elegida para “alabar” a Dios, así lo veía Anita y yo no deseaba que eso desapareciera ya que su inocencia era una de las cosas que más me atraían de esa niña.
Sin embargo nos íbamos acercando al momento en el cual mi excitación rebasaba los límites y sentía que no tardaría en acabar.
-Uffff….ohhhh….ufff…- se escuchaba de mis labios entrecortadamente hasta tal punto de querer correrme ahí mismo.
Logro retirar mi verga en el momento justo que termino por eyacular en su espaldita de niña. Anita mientras se recupera poco a poco de la tremenda cogida que acababa de recibir pensando que quizás como en otras ocasiones debe esperar a que me recupere para así continuar. Sin embargo…
-Padre…- me dice Anita al observar con más detenimiento.
-Si? Anita.-pregunto.
-No entiendo… porque?…-inquiere la niña sin saber expresarse.
-Es la gracia de Dios, Anita. Gracias a esa bebida he logrado adquirir fuerza para que podamos continuar con la penitencia sin necesidad de detenernos.- me acerco a ella con mi verga totalmente tiesa y le hago la señal que ella ya conoce.
Anita aun dudando pero dejándose llevar poco a poco se estira en el mueble boca arriba levantando sus piernitas.
Tomo sus piernas con mis brazos y acerco mi verga a su anito adquiriendo ambos la pose del misionero. Mi verga ingresa en Anita y comenzamos nuevamente con nuestra “penitencia” a Dios.
-Ahhh…Ahhhh..- gemía la niña al sentir como iba adentrándome en su anito cada vez con más fuerza.
-Uffff…Ohhh…- bufaba yo, encima de Anita empujando hacia ella con fuerza, como si no acabara de eyacular hace unos instantes. Anita solo resistía estos embates quizás no acostumbrada a coger tan pronto, porque siempre nos tomábamos un descanso después de la primera ronda.
-Padre….Padre…!!-repetía Anita entregada a mí en cuerpo y alma mientras era taladrada por ese miembro que se introducía en lo más profundo de su ser.
Estuvimos cogiendo en esa pose por varios minutos y fue cuando luego de que debido a la velocidad por un instante mi verga saliera de su anito decidí cambiar de posición.
Volví a señalarle que se diera vuelta a lo cual Anita obedeció preparándose para recibir nuevamente en la pose de perrito.
Reanudamos la faena que tanto goce nos causa en la pose que más nos gusta a ambos. Mientras pasan los minutos de enorme éxtasis junto a Anita me pongo a pensar como sus demás compañeros y compañeras de clase se encuentran estudiando mientras ella se encontraba a cuatro patas sometida por mí, con mi verga entrando y saliendo de ella sin descanso, la excitación sube tanto que me siento acabar por segunda vez y esta vez si termino eyaculando dentro de ella.
-Ohhhh….-apenas podía expresar por la excitación. Pero no había terminado.
Apenas Anita se intentaba recuperar un poco, la excitación subía dentro de mí y nuevamente intento volver a penetrar a esa niña.
-Padre…- empieza Anita con su voz inocente algo cortada por el esfuerzo.
-Si?-pregunto con mis manos acariciando sus nalguitas antes de volver a introducir mi verga en su agujerito.
-¿No debo comenzar con el rezo de penitencia?-pregunta la niña.
-Es cierto, tienes mucha razón.- respondo y me dirijo hacia la mesa donde se encontraba el pequeño libro. Regreso hacia el mueble y se lo entrego rápidamente. Aun deseaba seguir penetrando a esa niña y las excusas ya no me importaban mucho.
-Venga, continuemos ya…- digo impaciente acomodando a Anita de costado mientras a su espalda y de costado me echaba con el fin de penetrarla.
-El rezo de penitencia…-empieza Anita buscando la página en el pequeño libro.
-Página 23.- le respondo levantando una de sus piernitas y acercando mi verga su abertura.
-No lo encuentro…- responde hojeando las páginas.
Impaciente tomo el pequeño libro y lo dejo a un costado. Lo único que deseaba era seguir cogiendo a esa niña y no quería perder más tiempo.
-Aún recuerdo el rezo no te preocupes. –le digo terminando de acomodarla para empezar la penetración.- Yo diré la oración y tu responderás: Perdón Señor, Perdón. Entendiste Anita?
La niña asiente entendiendo mi impaciencia como algo a lo que no se podía negar aunque quisiera.
-Por los pueblos en gue…rra.-enuncio mientras iba introduciendo mi verga en su raijita.
-Perdón…. Se…ñor.. Perdón.- contesta Anita entrecortadamente.
-Por los…. Niños que mueren de hambre….
-Per..don….Señor… Per…!!!-lograr decir Anita a pesar de la cogida que comenzaba a darle.
-Por…. los …. Por los… que no tienen donde vivir….-intentaba enunciar.
-Perdón… Perd….!!-gemía Anita debido a la velocidad de las embestidas.
-………….Ohhhh- era lo único que atinaba a balbucear después de ello.-Ohhh…
-Per…don!!.-apenas contestaba Anita.
No volví a recordar ningún salmo más y la verdad no me interesaba acordarme lo único que deseaba era seguir taladrando a esa niña aunque la vida se me fuera en ello.
Lo mismo pasaba con Anita que había olvidado ya todo protocolo que normalmente realizábamos en nuestros encuentros e igual que yo se entregaba al placer.
A partir de ese instante no conté los minutos ni las ¿horas? que nos tomamos cogiendo como animales en celo cuyo único fin es la cópula. Tampoco conté las veces que me vine dentro de esa niña, solamente me entregue junto a Anita a ese momento único del cual disfrutábamos.
Así continuamos follando sobre el mueble durante mucho rato después del cual por el cansancio ya me deje caer a un costado del mueble. Realmente no había vuelto a saber de mí luego de que desperté después debido al cansancio. Anita se encontraba también a mi costado, cansada también por el tremendo esfuerzo que acabábamos de hacer.
Mire el reloj y habían pasado ya varias horas desde que habíamos entrado a la pequeña capilla y no faltaba mucho para la salida. Mientras limpiaba el lugar ordene a Anita vestirse pronto después de despertarla.
Antes de que pudiera ser la salida del colegio parroquial decidí esperar el momento adecuado para que Anita pudiera mezclarse con los demás niños y así pudiera salir del lugar sin que nadie pensara que no había estado en clases.
-Creo que ya empiezan a salir. Puedes y mezclarte con ellos- le digo asomando mi cabeza por una abertura de la puerta.
-Padre…-comienza Anita.
-Si?-pregunto volteándome un momento.
-Puede acercarse? – pregunta la niña con una sonrisa nerviosa. Me acerco e inclino un poco mi rostro. En ese momento Anita me da un beso rápido y se retira por la puerta. – Hasta mañana, Padre.- repite con una risita traviesa dejándome sorprendido por su atrevimiento.
Realmente era algo que no me esperaba y hasta me preocupaba ya que normalmente Anita era si una niña muy devota de Dios pero también muy tímida. Sin embargo había experimentado un cambio que había comenzado a notar en sus actitudes y esto me lo confirmaba. Tenía en mi mente algo más para reflexionar.
…………….
Al llegar a mi departamento encendí las luces, prendí la TV y me eche sobre el sofá muy cansado. En la TV daba un programa del cual no deseo acordarme ahora, realmente no importa, solo permanezco echado pesando. Es momento de poner a trabajar mi memoria.
[-Sí que es una gran historia Arturo, no sabes la envidia que te tengo cabrón. Tener a tu alcance a todas esas niñas. – me contesta Oscar. Así es como lo llamo pero nunca he podido confirmar que sea su verdadero nombre, lo conocí por internet con ese nick mientras buscaba información, consejos y demás comunidades que compartan los mismos gustos.
Él es un distribuidor del bajo mundo, tiene su lista exclusiva de clientes quienes le compran material para consumo propio, según dice gana una moderada cantidad de dinero ya que siempre ofrece material directamente de los productores.
Es lo que me dijo para ganarse mi confianza y proponerme agregarme a su lista de productores.
-Si aceptas puedes ganar dinero extra sin hacer mucho esfuerzo y claro, siempre protegiendo tu identidad. Esa última parte déjamela a mí.- me dijo pasado un tiempo desde que lo había conocido.
-No lo sé…-respondí dudando.
-Anímate, es una gran oportunidad. Yo sé que dentro de ti deseas mostrar a los demás, tener a todas esas niñas y no poder presumir de ello… se me hace muy aburrido. No sabes lo que haría si tuviera la suerte que tienes.
-…..-no respondí.
-Mi lista de clientes es muy exclusiva, algunos de ellos son productores como tú y los que no lo son tienen mi absoluta confianza. Jamás arriesgaría mi trasero por alguien que no lo sea.
Por momentos lo pensaba seriamente y no me parecía mala idea pero…
-Aun no lo sé.- respondo.
-Ya veo. No te preocupes, te entiendo. Cuesta mucho empezar, pero te diré lo que haremos….]
Suena el móvil y me despierta de mis pensamientos aun con sueño dejo pasar las primeras timbradas, miro el reloj y ya casi son las nueve. Me apresuro a contestar.
-Arturo? Como estas, colega?- me saluda amistosamente una voz.
-Oscar? Justo pensaba en llamarte.- respondo dando un bostezo mientras me siento en el sofá.- Acabo de llegar hace poco.
-Me alegro. Eso significa que tienes lo que te pedí.
-Si. Tal como lo prometí, lo tengo listo y espero que pases por aquí para que puedas verificarlo.
-Perfecto, no tardare en llegar.
Y así fue, no tardó en llegar, casi como si hubiera estado muy cerca de aquí. Se me ocurrió preguntarle si viva cerca de aquí.
-Nada de eso, me encontraba en un pub cercano aquí. Esperaba que llamaras para venir aquí.
-Por qué?- pregunto.
-Sabría que tendrías éxito, siempre lo tienes, cabrón.- contesta sentándose en el sofá.
Me acerco a mi mesa y tomo el portátil del cual logro expulsar un DVD. Lo acerco a mi reproductor y cambio el modo a DVD en la TV. Con el mando del DVD le doy a encender y reproduce el video.
-Vaya… se ve que te fue de ayuda la cámara que te di… perfecta… y la niña lo es más aún que suerte que tienes cabron….-exclama Oscar.-Excelente, excelente, esto sin duda le gustara a mis clientes.
Se acerca al reproductor y expulsa el DVD guardándolo.
-El dinero…-interrumpí mientras el observaba el DVD como un tesoro invaluable.
-Claro, no hay problema.-responde Oscar. Saca un sobre de su bolsillo y me lo acerca- Justo acabo de recibir un pago por otro de tus videos. El de la niña de 5 años Noelia (Nayhelli, no le había revelado su verdadero nombre a Oscar por razones obvias aunque dentro de mi confiaba en el), se vendió muy bien. Realmente eres un éxito. Mis clientes me piden que les venda toda tu colección con ella, pero los he dejado esperando. Así pagan más.
-Seguro que cobraras el triple de lo que me pagaste.-respondo mientras revisaba la cantidad que había en el sobre.
-Es mi trabajo, Arturo. Ocúpate del tuyo y de proveerme de buenos videos como este. Si necesitas ayuda con ellos, no dudes en llamarme.
Se me viene a la mente algo en lo que recientemente venia pensando. Algo que era necesario.
-Realmente si necesito tu ayuda… Hay algo que necesito que consigas.
……………………
Era otra mañana en el colegio parroquial donde los niños corrían por todo el patio en sus juegos de siempre llenos de la más pura inocencia.
Suena el timbre indicando que ha terminado el recreo. Mientras terminaba de ver salir a los últimos niños que se encontraban haciendo desorden cerca a las aulas colindantes al patio logro ver pasar a dos niñas de seis años que se dirigían a su salón acompañadas por su maestra.
Estas dos niñas no eran desconocidas para mí, especialmente una de ellas de la que posiblemente pronto os cuente, pero no me adelantare más. Subo por las escaleras con dirección hacia al salón de almacén y regreso al patio llevando unos carteles que me habían preparado.
Me dirijo a uno de los murales donde se anuncian las diversas actividades tanto para alumnos como maestras, busco un espacio vacío y me dispongo a pegar un cartel de los que había traído.
-Cam… pa… mento?- lee una voz a mi espalda. Al mirar a mis espaldas logro encontrarme con Rodrigo, un niño que como recordaran era amigo de Marina.
-El timbre ya sonó. Deberías estar en tu salón.-le reprendo sin dejar de proseguir mi trabajo pegando el cartel.
-Auxiliar Arturo, va a haber un campamento?- pregunta con voz entusiasta Rodrigo.
-Así es.- respondo.- Para niños de 6 a 12. Lo organiza el Padre Eugenio junto a las hermanas de **********.
Así era. El Padre Eugenio y la parroquia habían programado un campamento con fines de esparcimiento a los niños de la comunidad. La idea había nacido por parte de las hermanas de ********** que como deducirán al ser un grupo de monjas tenían mucha actividad y organizaban este tipo de cosas.
En fin, el Padre acepto de buena gana la propuesta, sin embargo al conocer de esto me ofrecí como acompañante para brindar seguridad a los padres de familia, ir también al campamento como supervisor y brindar mi ayuda en lo que se pueda a lo cual el Padre Eugenio acepto gustoso de tener a alguien de confianza ayudando.
Esta sería una muy buena oportunidad para lograr mis propósitos. Junto a la hermana Natividad organizamos todo sobre el campamento, desde el transporte hasta los grupos. Está de más decir que con la experiencia ganada de ser el ayudante del Padre Eugenio estas cosas me resultaban sencillas, además cuando sabes de la recompensa que obtendrás la motivación no falta.
…………………………………….
-Padre… Padre…-repite Anita mientras me masturbaba mi verga.- Puedo preguntarle algo?
-Ahora no, Anita. No ves que estamos ocupados agrandando a Dios.-le respondo mientras en pleno 69 intentaba chupar su panochita e introducir mis dedos en ella.
-Perdón, Padre.- se disculpa regresando a su labor mientras yo no dejaba de manosear su panochita.
Era otro domingo después de la escuela dominical, no he relatado mucho sobre estos domingos ya que como os conté anteriormente solo relato las experiencias más resaltantes, está de más decir que este es otro domingo donde aprovecho que los padres de Anita llegan tarde a recogerla para poder “agradar a Dios” junto a ella.
Anita y yo ambos desnudos sobre mi cama mientras una cámara oculta en algún lado de la pared registraba otro de nuestros encuentros. Le tenía ganas desde la misa al verla en un vestidito corto debido al calor de hace unos días. En toda la semana no había podido encontrarme con ella debido a un proyecto de universidad en el cual uno de mis colegas había programado reuniones en mis espacios libres, lo cual me alejo de mi Anita. Eso sumado a un inconveniente que sucedió con Romina lo cual os explicare en otro relato termino por alejarme de mis niñas preferidas.
Ni bien llegamos a mi habitación olvide la mayoría de actos que en ocasiones normales realizo con ella con el fin de justificar mis acciones y la lleve directo a mi cama. La ayude a desvestirse y de esa forma quedamos ambos listos para poder “agradar a Dios”. Esta impaciencia denotaba las inmensas ganas que le tenía a mi Anita.
En otras ocasiones hubiera aprovechado para escuchar su pregunta y responderle pero en mi mente solo estaba el deseo incontrolable de culear a esa niña nalgoncita. Tal era mi excitación que al enterarme de que el Padre se iba a quedar en la parroquia le invente una actividad y lo mande a otra capilla, aun sabiendo que esto me valdría un reproche de su parte. Incluso invente una excusa para que la escuela dominical terminara temprano y así disponer de más tiempo junto a Anita.
-Ya está…-balbuceo retirando mi verga de su boquita sintiéndome que si seguía podría venirme.
Anita se sienta en la cama mientras yo me levanto y le hago la seña que ella conoce.
-Vamos, ya sabes que hacer.-le digo mientras me acerco con mi verga erecta y lista para penetrar a esa niña,
Anita se voltea y se coloca en posición de perrito lista para poder disfrutar del enorme placer que significa “agradar a Dios”. Sin embargo mi impaciencia es mucha y la ayudo a acomodarse y a la vez a parar muy bien sus nalguitas para poder gozarla a plenitud.
-Así… así está bien.- le digo mientras la acomodo sobre la cama y comienzo a penetrar a esa niña.
Otra vez unidos los dos en el acto más puro que puede haber, así lo debe pensar Anita, o tal vez no debido a que me he saltado varios pasos por la excitación del momento, pero eso no me importa ya que lo único que deseo en ese momento es empujar con todas mis fuerzas en esa niña que me traía loco desde el momento que entro a la misa con su vestido corto de ángel y su sonrisa angelical.
-Uff… ohhhh….-balbuceo mientras cruje los muelles de mi cama por la velocidad de la cogida que le daba a esa niña.
-Ahhhh… ahhh….Ahhhh… Padre…- gime Anita al sentirse penetrada mientras se escucha por encima del ruido de la cama el sonido del impacto con sus nalguitas bien paraditas para mi completo goce.
-Ufff…. Anita….Anita…. toda una semana…. Ohhh….!!- repetía mientras por momentos me echaba sobre ella para poder sentir su espaldita.
-Ahhhh….ahhhhh….Padre….-gemía Anita respondiendo por momentos a mis intentos por besarla cuando acercaba mi rostro cerca al suyo.
– Vamos a coger… toda una semana…Ohh!!!-repetía fuera de sí, totalmente ido por el placer. Ya no me importaba hacer el acto de agradar a Dios lo único en mi mente era gozar al máximo posible a esa niña.
-Ahhhh…. Mmmmm….-solo atinaba a contestar Anita sometida por mí. Pronto llegaría al climax mayor en unos minutos cuando me sentía acabar.
-Ohhhh!!! Ohhhh!!! ….-y así termino por correrme adentro de Anita en un mar de sensaciones indescriptibles que me invadían.
Anita se queda echada sobre la cama mientras termino de limpiarme la corrida en sus nalguitas las cuales golpeo con mi verga.
Pero aún no había acabado, aun me sentía con fuerzas para varias rondas más y así seguimos cogiendo en distintas posiciones durante quien sabe cuánto tiempo más hasta que el cansancio terminara por ganarnos y acabáramos encima de mi cama exhaustos.
Después de un rato en el cual solo descansábamos con Anita a mi lado, me acorde de su pregunta que al comienzo nos interrumpió.
-Anita. Dime, que era lo que deseabas preguntar?- inquiero mirándola fijamente.
-Sí, Padre. La próxima semana será el campamento…-empieza.
-Así es. –interrumpo.
-¿Entonces no podremos…. “agradar a Dios”?-pregunta Anita preocupada.
-Oh. Nada de eso.- respondo con una sonrisa, aliviado al comprobar que su fe estaba intacta. Realmente esperaba que me preguntara o cuestionara mis recientes fallas en nuestras “alabanzas”.-Al contrario…Anita. Va a ser un campamento muy divertido… sí. Ya lo creo.- digo más para mí que para ella.
-¿En serio?-pregunta algo aliviada Anita.
-Así es. Ya lo veras.-respondo con una sonrisa mientras acaricio su rostro y bajo mi mano desde allí recorriendo su espaldita hasta sus nalguitas las cuales acaricio y aprieto para sentir su turgencia.- No tienes idea de cuánto nos vamos a divertir.- le sonrió en el preciso momento en el cual con deseo le doy una palmada a sus nalguitas.
En mi mente iba planeando todo respecto a ese campamento. No solo por Anita con quien tendría una experiencia inolvidable sino por otra niña más de la cual aún debo relatarles su historia. Pero eso… eso será motivo de otro relato. Hasta entonces.
PD: Hasta aquí llega Confesiones del Padre Arturo: Anita 4. El siguiente relato será sobre esta niña cuyo nombre aún se los dejo en suspenso. No tardare en publicarlo. Esta vez sí… Hasta entonces.
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