Confesiones del Padre Arturo: El orfanato 5
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PadreArturo4.
Hola mis estimados lectores.
Antes que nada les debo unas disculpas debido al retraso en mis publicaciones.
No añadiré detalles del porqué del retraso ya que varias veces lo he dicho.
Vamos a lo que os interesa.
Mi historia continua pero antes les debo una explicación del porque he saltado ahora a retomar el título de “El orfanato”.
El caso es que sucedieron cosas en este lugar que tendrán gran influencia en los relatos futuros de Ángeles y habría sido un error pasarlos por alto.
Sin embargo pronto retomaremos la entrega de “Ángeles” dando por concluido su historia.
Debo indicar que en este relato he tratado de jugar con los tiempos de cada suceso para de esa forma dejar un poco de suspenso sobre el desenlace.
Me sería muy fácil contar mi historia de manera literal, sin embargo siento que sería más entretenido leer mi historia de la otra forma.
No extiendo más la introducción y vamos directo hacia el relato.
………………………………………
Pronto llegarían las vacaciones y como era costumbre me preparaba a fin de ingresar a trabajar al orfanato.
Sin embargo no llegaba como un ayudante cualquiera ya que debido a mis conexiones y la confianza lograda con el Padre Eugenio me permitió llegar como un ayudante de confianza para la hermana Julia quien dirigía el orfanato.
Como era de costumbre durante las vacaciones las familias viajaban a visitar parientes o al interior del país.
Esto no era una excepción para mis niñas, es por ello que mi tiempo junto a Anita y Katy estaría muy limitado, motivo por el cual decidí refugiarme en el orfanato a fin de saciar mis bajos instintos con alguna niña conocida.
En mi primera visita al orfanato para reunirme con la hermana Julia intente averiguar si Mery aún seguía en el orfanato pero me recordaron que ya hace algún tiempo había llegado una familia que cumplía todos los requisitos (vaya que son muchos) para adoptarla lo cual significo un duro golpe en mis expectativas ya que la había acostumbrado a “servirme”.
Además que sin ella ya no tendría alguna niña que me ayudara a calmar mi libido.
Ahora debería buscar a otra con quien empezar de cero.
Sin embargo cuando peor se está es cuando más le aguza el ingenio a uno y es así que como motivo de mi llegada al orfanato decidí programar junto a las monjas un horario en el cuál todos los niños y niñas visitaran el tópico a fin de pasar un “chequeo de rutina”.
Aunque mi verdadera intención era la de conocer personalmente a cada niña disponible a fin de seleccionar alguna o algunas para mis "propósitos".
Y fue así que pedí nuevamente que todos los niños pasaran por turnos en mi tópico según su número de orden.
Al principio pedí a la hermana Julia una monja para que me acompañara, el motivo era que despejar alguna mínima duda que ella tuviera sobre mi labor con los niños, pero cuando esta llego le dije que no habría problema y que podía usar su tiempo para descansar ya que bastaba conmigo lo cual me agradeció ya que ellas siempre andan muy ocupadas en sus labores.
Entusiasmado por un nuevo comienzo esperaba en mi oficina la llegada de los niños muy ansioso por conocer a quienes en mi mente tenía como las pequeñas "candidatas" a fin de reemplazar a mis niñas.
Durante el examen traté con neutralidad a los niños aunque a veces a los mayores les hacía ciertas preguntas sobre el orfanato y las niñas.
Fui muy sutil a fin de que alguno no me delatara frente a las monjas y además si lo hacían podía dar la excusa de querer relajarlos durante el chequeo.
Esta información me servia bastante ya que deseaba conocer algunos detalles que a veces a las monjas se les pasa por alto.
Con las niñas fui muy cuidadoso pero también buscaba a la más ideal que pudiera reemplazar a Anita.
Entre ellas estaba, por ejemplo, Cindy quien me seguía seduciendo a sus 7 añitos pero me mostré cauto a fin de evitar que se incomodara y me delatara, motivo por el cual la trate con neutralidad y luego del chequeo la deje ir.
También debo decir que con el tiempo y luego de disfrutar de varias niñas había comenzado a “refinar” mis gustos y me hacía exigente al momento de escoger alguna niña que me interesara.
Sabía que a diferencia del colegio parroquial en el orfanato sería difícil encontrar niñas que me interesaran.
Sin embargo las probabilidades por más crueles que sean siempre dejan una mínima posibilidad a la cual me aferraba.
Y si tu universo es grande como el orfanato que esta lleno de niñas esa posibilidad puede no ser tan remota.
Solo requería de al menos una que cumpliera con todas mis expectativas y fuera accesible.
Pasaron varias por el tópico y aunque muchas no levantaron mi atención y luego de hacerles el chequeo debido las dejaba ir, por fin logré encontrar a la candidata perfecta para esta ocasión.
Al pedirle que pasara para entrar a mi oficina me atrajo su rostro delicado y tez clara, cabello negro no muy largo pero que le llegaba hasta el cuello, además llevaba solo un vestido celeste con adorno de flores muy común como la ropa de los demás huérfanos.
Era de estatura normal para su edad y delgada.
Esta combinación me gusto ya que no me atraían tanto las niñas muy delgadas y peor aún las gorditas.
Era de esas niñas que destacaban por no parecer que fuera criada en un orfanato desde muy pequeña sino por haber llegado hace poco debido a circunstancias que en ese momento no conocía.
– Pasa por aquí, pequeña.
– digo señalando mi escritorio mientras cerraba la puerta.
Ella avanzó hacia donde señalaba dandome la espalda finalmente y fue en ese momento que quede en shock.
No podía creer lo que veía.
Ese vestidito corto y algo apretado para su talla me dejaba apreciar con total nitidez unas nalgas de mujer que se marcaban a través de la tela.
Ni siquiera Anita tenía ese equilibrio entre una cinturita de avispa, una espaldita curveada de la cual luego nacerían ese par de nalgas turgentes y bien paradas.
– Pero que preciosa niña ha venido a visitarme.
¿Cómo te llamas?- le saludo efusivamente luego de recuperarme de la impresión.
Me siento en mi escritorio.
-Rebeca.
– responde ella tímidamente.
Al parecer ella no confiaba mucho en mí y se le notaba algo sorprendida que le hablara de forma tan amable.
-Qué bonito nombre tienes.
Siéntate.
– le indico señalando la silla.
Ella obedece y procede a sentarse- ¿Y cuántos años tienes?
– Ocho.
-responde ella aun tímida.
– Vaya ocho.
Eso quiere decir que ya eres una niña grande.
– respondo aun sonriendo.
– Y dime ¿Cómo estas Rebeca?- continuo preguntando sin dejar de mirarla.
– Bien.
– responde ella aun mirándome sorprendida.
– Bien… ya veo.
Dime ¿Sabes quién soy y porque has venido a verme? – le pregunto sin dejar de sonreír.
Esperaba de esa forma parecer lo más amigable posible para ella.
– La hermana Sonia nos dijo que veníamos a ver al doctor.
– responde Rebeca aún algo tímida.
Poseía esa vocecita inocente y dulce que uno al escucharla de una niña da ganas de besarla.
– Así es.
– respondo amablemente.
– Hoy has venido para que te haga un chequeo.
Un chequeo es algo que hacemos los doctores a los niños y niñas para saber que están bien.
-le digo con voz infantil.
– Pero antes de comenzar quiero mostrarte algo.
– Me agacho y levanto mi maletín.
A los niños siempre les impresiona que los adultos les mostremos algo nuevo, algo desconocido para ellos y eso hace que uno se gane su atención instantáneamente.
De esa manera logran establecer un vínculo con uno y le permite a uno ganar parte de su confianza.
Es por ello que había decidido traer conmigo mi portátil.
Un día antes me había puesto a descargar un montón de videos y pequeños juegos para niñas con el fin de llamar la atención a mis “candidatas”.
Rebeca me mira curiosa como sacaba mi portátil del maletín y lo coloco encima de la mesa.
-¿Quieres saber qué es?- le pregunto.
Rebeca me mira y asiente.
– Es un portátil y hoy nos vamos a divertir con él, ¿Vale?- desde mi lugar abría la carpeta que había preparado.
– Mira, te enseño…
Dicho esto volteo la pantalla y queda antes los ojos de ella.
Empieza a reproducirse un video de una caricatura de princesas muy popular entre las niñas.
Era un programa que había preparado para atraer a las niñas que me interesaran.
– ¿Qué te parece? Se ve entretenido, ¿no?- pregunto volviendo a voltear la pantalla hacia mi aunque de fondo se escuchaba el sonido por los parlantes del portátil.
-¿Quieres seguir viendo?
-Si!! Si!!- responde Rebeca dando saltitos de anhelo.
Esto me pareció positivo ya que de alguna forma su temor inicial parecía haber menguado un poco.
Giro la pantalla y la dejo de perfil para que ambos podamos observarla desde nuestros lugares.
Fueron unos 10 minutos donde a pesar que fingí ver la caricatura junto a ella, aprovechaba para observarla cuando no me prestaba atención y de esa forma poder apreciarla.
Mi primera impresión se reforzaba en que no parecía una niña que hubiera vivido toda su vida en el orfanato.
Es mas no la recordaba de mis anteriores visitas a este lugar por lo cual debía haber llegado hace poco.
Era delicada y tenía gestos muy infantiles para su edad, pero sobre todo lo que me excitaba a más no poder eran esas nalgas turgentes que destacaban en su vestidito.
A la menor desatención de ella, no dejaba de observarlas de manera descarada sintiendo como mi miembro se endurecía de solo imaginar las cosas que podría hacerle a esa niña.
– Estuvo muy bonito.
¿No?- pregunto una vez acabo el video y salen los créditos.
– Siii.
Me gustó mucho cuando.
-responde Rebeca y así empezó a comentar sobre la caricatura a la cual fingí interés para ganarme su confianza.
– Ya veo.
A mí también me gustó esa parte.
Sobre todo cuando.
– respondo sonriendo procurando entrar en su juego y ganarme la confianza de esa niña que buscaba la atención de un adulto.
– Siii.
Ese gato que salió era muy bonito.
– completa haciendo un ademán infantil de tomarse las manos y apoyar su cabeza en ellas.
Sus respuestas no solo estaban plagadas de inocencia sino de una fineza que reconocía en las niñas que han sido criadas como princesas desde muy pequeñas.
– Así es.
– respondo sonriendo.
-Casi me olvidaba…- digo mientras me levanto y con ansias saco de mi maletín un estetoscopio.
– Ahora, ya es momento del chequeo.
Me mira un momento sin saber que decir, al parecer dudosa.
-No te asustes que no es nada malo.
– le digo aun sonriendo.
– Como te dije es algo necesario para saber si eres una niña sana.
-explico haciendo algunas mímicas.
Algunos quizás lo vean ridículo pero con los niños y niñas funciona mucho.
– Además, tengo un regalo para las niñas que se portan bien durante el chequeo.
– digo mientras saco de mi maletín una caja de bombones muy finos.
Otro elemento clásico que siempre termina por atraer a los niños, sin embargo lo había dejado para cuando ella ya tuviera alguna confianza en mí como un refuerzo a encaminar su decisión.
– Yo quiero.
Yo quiero.
– reacciona al ver la caja pidiéndome probar uno de ellos.
Nuevamente volvía a mostrarse inocente e infantil.
– Te daré uno después del chequeo.
– le digo sonriendo.
– ¿Quieres?
– Siiiii – reacciona Rebeca dando saltitos.
– Entonces acercate.
– digo arqueando mi silla para recibirla ya que apenas lo dije vino hacia mi lado.
Por fin tenía a esa niña culona frente mío a tan pocos centímetros.
Con la emoción palpitando la acerco tomándola del hombro y acerco la membrana del microscopio para sentir sus pulsaciones.
Ella se dejo pasar la membrana por todo el cuerpo sin saber que lo hacía para inspeccionar cada lugar que me ofrecía.
Lo pasaba por sus incipientes pechitos y recorriendo a lo largo de su abdomen disfrutando cada roce con su cuerpo.
Hasta se lo pase por su espaldita hasta llegar al nacimiento de esas nalgas turgentes que poseía.
– Muy bien.
Lo has hecho muy bien.
-le digo levantando la membrana y colocándome las olivas (por donde se escucha) sobre mi cuello.
– Ahora te has ganado uno de mis bombones.
-Yupi!!!-celebra contenta.
Acto seguido levanto la caja y le ofrezco uno de los bombones.
Ella empieza a tomar- Mmm!!!Estos bombones están muy ricos, señor doctor- me dice contenta luego de probarlo.
– Así es, se ve que te gusto bastante.
– respondo aun sonriendo mientras aun sostenía frente a ella la caja.
– Sí, señor.
-responde ella aun mirando los otros bombones que tenía.
Evidentemente no quería quedarse probando solo uno y deseaba con ansias probar otro.
– Dime, ¿Quieres que te de otro?- le prrgunto observando su reacción.
– Sii… ¡Quiero otro!- responde estusiasmada.
Al observarla parecía que había ganado algo de confianza en mí.
– Bueno.
Pues para eso voy a hacerte otro chequeo más para asegurarme que eres una niña completamente sana.
Es muy rapido y no duele ¿Vale?- pregunto.
– Si, señor doctor.
– dice luego de escucharme.
– Muy bien.
Pues quédate así paradita frente mío para que pueda examinarte.
Pero tú me vas a ayudar también.
¿Vale?
– ¿Como?- pregunta.
– Pues vas a sostener esto.
– digo mientras le colocaba el estetoscopio en su cuello que al ser pequeño no lograba caber del todo.
– Muy bien.
vas a escuchar como late tu corazoncito como si fueras una doctora.
¿Si? ¿Quieres?- pregunto con voz infantil.
– Siii… Si quiero.
– contesta feliz e ignorando lo que esta por pasar.
– De grande quiero ser doctora también y curar a la gente- me dice muy feliz.
No sé si lo decía de verdad o porque pensaba que era algo que quería escuchar pero decidí tomar su palabra.
– Pero que ternura de niña.
– la halago a lo cual ella gira en sus piecitos orgullosa.
Al parecer sus padres le habían dado muchos halagos y estaba acostumbrada a recibirlos.
– Entonces vas a practicar conmigo como hacerlo.
Voy a enseñarte algunas cositas, de acuerdo? Quiero que escuches hacia tu corazón- digo tomando la membrana y colocándosela en su pechito- Me vas a decir si esta latiendo rapido o lento.
¿Vale?
– Siii- contesta feliz colocandose el estetoscopio en sus oidos.
Toma la membrana y le señalo que la coloque en su corazón.
-¿Ese es mi corazón?-pregunta ella emocionada al escuchar sus propios latidos.
-Así es, Rebeca.
– respondo más fuerte para dejarme escuchar.
– Asegúrate de colocar tus dos manos y presionar para que escuches.
De esa forma la mantendría distraída de mis movimientos.
Con la emoción a tope procedo a acercar mis manos a esa niña quien hasta ese momento me había dado libertad a manipular su cuerpo durante el chequeo y parecía que no mostraría oposición a lo que pensaba hacerle.
– Muy bien.
– digo masajeando sus hombros y por fin tocando a esa tierna niña directamente.
Me sentia como un niño con juguete nuevo por la emoción del momento.
Nuevamente sentía esa emoción de poder intentarlo con otra niña
Lentamente comienzo a masajear sus hombros de arriba a abajo y sentir su contextura.
-¿Cómo va todo,?- pregunto mirándola ya muy cerca a mi.
– Esta latiendo rápido- contesta Rebeca aun con voz emocionada, al igual que yo se sentía usando un juguete nuevo (el estetoscopio).
Evidentemente no esperaba mucho de lo que me dijera, solamente mantenerla distraída mientras me dejaba manosearla.
– Muy bien.
– digo esta vez haciendo masajes en sus pechitos y abdomen planitos, muy cerca a la membrana.
Quería que pensara por si desviaba su atención que no ocurría nada malo y todo lo hacía por el bien del chequeo.
-Esta latiendo.
un poco mas rápido.
– responde titubeando de la emoción.
Poco a poco iba reaccionando a mis tocamientos y gracias a la situación en la que estábamos al parecer no sentía la intención de ellos o quizás sí, y si fuera ese el caso me aventuraba a que la confianza en mi posición de doctor lograra disipar sus dudas.
– Ya veo.
Entonces.
– empiezo esta vez a masajear su espaldita lisa por encima de sus vestidito haciendo movimientos por toda ella.
Realmente esa niña se me hacía más sexy a cada segundo y sentía que estaba llegando a mis límites dentro de poco.
– Ahora esta mas rápido, doctor!- repite Rebeca.
Realmente mis masajes a su espalda y por la cercanía de nuestros cuerpos parecía como si la estuviera abrazando.
-Muy bien… eres una niña muy bonita, Rebeca…sí.
Muy bonita y obediente.
– le digo sonriendo.
– Ahora.
-digo con la voz llena de emoción al bajar por fin por ese camino tan deseado de su espaldita hasta llegar a su derriere y finalmente acariciar esas nalgas de mujer que poseía a sus ocho añitos.
Joder! Me quedé hipnotizado al contacto con esas posaderas que se marcaban muy bien en su vestidito que como dije le quedaba muy apretado en esa parte.
– Que rapido suena!- me dice Rebeca sorprendida mientras escuchaba y no se daba cuenta de la intención de mis tocamientos.
– Si.
– le decía yo aún perdido en subir y bajar mis manos acariciando sus nalgas.
Las llamo nalgas y no nalguitas para distinguirlas de las que probe de otras niñas.
Estas eran ya las nalgas de una mujer en el cuerpo de una niña.
Eran paradas, turgentes y bien formadas.
Me faltan palabras para terminar de describirlas.
Lo maravilloso era ver como ese culo tan grande no desproporcionaba su figura ya que por lo general uno esperaría que fuera muy gordita, pero como les dije tenía una cinturita de ensueño que luego se curveaba para formar esas caderas que me tenían loco.
Me imaginaba que Rebeca de grande tendría el culo mejor que cualquier modelo, incluso podría destacar con él como Jennifer Lopez u otras famosas.
A estas alturas ya deliraba mientras continuaba subiendo y bajando mis manoseos sobre ese culote que tenía entre mis manos.
– Va.
Va muy rápido, doctor.
– responde Rebeca
– Si.
No te preocupes.
– decía perdido mientras la manoseaba más descaradamente sin querer dejar de tocar siquiera un centímetro de ese culote.
En mis pantalones ya sentía como mi miembro reclamaba a esa niña para calmar la tremenda calentura que tenía.
Yo mismo me sentía a punto de cometer una locura de la excitación.
Me imaginaba desnudándola para violarla ahí mismo a fin de saciar mi deseo por esa niña culona.
Lo habría hecho en otra ocasión con menos experiencia pero opté por contenerme lo más posible a fin de plantearme mejor la situación.
Haciendo un acto de voluntad enorme opté por detener mis manoseos y retirar mis manos de ella.
– Muy buen,.
ya terminamos.
– digo jadeante un poco por todo lo hecho.
Ella se sorprende ya que estaba muy concentrada en lo que oía, retiro el estetoscopio de su cuello y lo coloco a un costado.
– Te felicito, Rebeca.
Lo has hecho muy bien.
– digo con una sonrisa.
– Es por ello.
– tomo la caja de bombones y la coloco sobre la mesa-.
que te has ganado dos más.
– ¿En serio?- pregunta contenta acordándose del trato por el chequeo que acabo de hacerle.
– Gracias señor doctor.
– responde feliz tomando otro.
– Usted es muy bueno conmigo, señor doctor.
-responde sonriendo contenta.
– Es que me has caído muy bien.
– respondo aun con una sonrisa.
– Eres una niña muy bonita y obediente.
– Gracias señor doctor.
– responde Rebeca moviéndose juguetona por el halago.
– Me gusto mucho venir.
– Y yo estoy feliz de haberte recibido.
Pero ya hemos acabado.
– respondo serio a lo cual ella también reacciona ante tal noticia.
– Es momento que vayas con las hermanas.
Se que ellas también serán muy buenas contigo.
– .
– Rebeca se quedó callada.
– ¿No me puedo quedar aquí un ratito más?- pregunta infantilmente.
– Pero que niña tan tierna.
Aun quieres ver más caricaturas y jugar.
¿No?- le pregunto infantilmente.
Ella asiente con una sonrisa.
– Pero aun debo examinar a otras niñas.
El doctor tiene trabajo por hacer.
Me levanté y me dirigí hacia la puerta señalando que debía salir.
Ella se quedó callada aparentemente decepcionada por la respuesta, sin embargo no le quedo de otra que obedecer y seguirme hasta la puerta.
Antes de abrirla y cuando Rebeca se resignaba a pasar por mi lado para salir, me arrodillo a su lado y tomandola de los hombros le digo:
– Dime, ¿te gustaría venir otra vez a jugar conmigo, ver caricaturas y comer dulces?- pregunte en voz baja.
-Siii!!- celebra Rebeca muy contenta.
-Shhhh!!!- expreso haciendo el gesto de silencio.
Ella se calla al ver mi gesto y se tapa los labios con sus manitas.
– Escuchame.
– le digo en voz baja.
– no debes mencionar esto a los demás.
Si se enteran las monjas no te dejaran venir y se molestaran mucho contigo.
– ¿Porque?- pregunta Rebeca.
– Porque no les gustara que una niña se lleve los mejores dulces y te castigaran por ello.
– le digo haciendo el gesto de las zurras que le daban a los que se portaban mal en el orfanato.
– Nooo.
– expresa con miedo.
– Pero yo no quiero eso.
Si confias en mí y no les dices nada yo tampoco les diré nada.
– digo haciendo el gesto de cerrar mi boca como un cierre.
Ella sonríe al escucharlo.
– Además a mi me gusta darte estas cosas porque eres la niña más bonita que ha venido a mi consultorio.
– Gracias doctor.
– me contesta orgullosa.
– Pues bien.
espera que yo te llamaré para jugar.
No debes decirle a nadie sobre esto.
– hago otra vez el gesto de silencio.
-Recuerda, es nuestro secreto.
– Si.
Secreto.
– repite ella siguiendo la complicidad.
Me impresionó que confiara en mí tan rápido, la verdad es que me había atrevido un poco con ese gesto pero terminó funcionando.
Abrí la puerta para dejarla salir no sin antes admirar ese culo que poseía Rebeca y de la cual en mi mente ya ideaba como tomar ventaja sobre ella.
.
Luego de haber examinado a otras niñas de las cuales pocas atrajeron mi atención (y si lo hacían me las guardaba para otro momento), otras eran muy desconfiadas, con personalidades problematicas o simplemente no me atraían ya que como dije, teniendo niñas tan bonitas a mi disposición me había vuelto más exigente, finalmente dispuse a averiguar todo lo que podía sobre Rebeca a fin de poder elaborar mi estrategia con ella.
No fue muy difícil por mi posición acceder a los archivos del orfanato y preguntar algunas cosas a las monjas sin levantar muchas sospechas.
Fue así que pude poco a poco empezar a enterarme sobre ella.
Rebeca había llegado hace poco al orfanato producto de una tragedia en un accidente de tránsito en la cual sus padres fallecieron y al parecer por las circunstancias no había un familiar suyo en la ciudad que pudiera reclamar su tutela.
Tenía apenas ocho añitos pero al parecer sus padres la habían criado en una burbuja todo este tiempo.
A lo que me refiero es que era muy inocente e infantil que parecía quizás de 5 años en su edad mental.
No me refería que no fuera inteligente, sino en el grado de madurez que tenía ya que a veces hay niños y niñas que maduran mentalmente más rápido y otros que se quedan por diversas circunstancias y el ambiente que los rodea.
Con todo ello en mente planeé mi siguiente acercamiento a ella.
Ya un día después de su visita decidí acercarme a donde jugaba con otra niña y la llamé.
Al verme vino corriendo hasta donde estaba dejando a las demás.
– Hola, Rebeca ¿Quieres venir a jugar conmigo?- le pregunto desde detrás del muro que impedía que me viera la monja a cargo de ese patio.
– Siii!!!- celebra dando un saltito.
– Muy bien.
Pues sigueme rápido para que las monjas no nos vean.
– le digo caminando a paso rápido mientras ella me seguía casi corriendo.
Fuimos directo al topico evitando que las monjas pudieran encontrarnos por los pasillos, nos desviamos por algún pasillo para evitarlas hasta llegar al lugar.
Ya dentro del topico ella se acercó a mi mesa para ver su caricatura desde la silla de paciente.
Pasó media hora mientras veía el capítulo completo y yo lo observaba de un costado.
– ¿Quieres?- le acercó una bandeja con galletas y jugo que había preparado.
– Sii.
Gracias doctor.
– me agradece.
para luego tomar una mientras veía su caricatura.
Nos sentamos nuevamente y volví a dejar que viera su caricatura mientras la observaba de reojo.
Una vez terminó el capítulo volteo el portátil para mi lado.
– ¿Que te pareció la caricatura? ¿Te gusto?- pgregunto con una sonrisa.
– Siii… estuvo muy divertido.
– me contesta contenta aplaudiendo en gesto infantil.
Como os dije era muy infantil para su edad a pesar de tener ese cuerpito ya formado para el pecado.
Estuvimos hablando un rato más junto a ella sobre varias cosas como el orfanato y su opinión sobre ello a veces mezclando las preguntas con cosas de la serie para que no sospechara.
No pregunte tanto ya que quería dejar eso para la siguiente vez y es por ello que luego de darle un bocadito más la deje que se fuera a pesar que ella no quiso.
-¿No puedo quedarme?- pregunta ella ya que se había acostumbrado al buen ambiente que le había dado al tópico con la decoración y otros instrumentos.
-Quizás otro día.
– respondo algo evasivo.
La llevo hasta la puerta y la despido haciendo un esfuerzo por desprenderme de esa niña.
Todo era pensando a futuro.
Los demás días transcurrieron igual que esta visita.
La llamaba cuando las monjas la perdían de vista y la llevaba hasta mi oficina para departir con ella nuestro mejor momento del día:
Ella por pasárselo bien debido a que la dejaba ver su programa así como jugar con algunas muñecas que lleve para sus siguientes visitas, comer deliciosos dulces y yo por poder disfrutar de tenerla cerca mío y apreciar la perturbadora figura que tenía a sus ocho añitos.
En estos encuentros no volví a intentar ningún acercamiento ni intentar llegar a una situación sexual con ella.
No deseaba espantarla y prioricé el ganarme su confianza absoluta.
Algo que no debería ser muy difícil ya que durante el tiempo que teníamos juntos me dedicaba exclusivamente a Rebeca procurando llenarla de atenciones, algo que no tendría con las monjas quienes debían estar pendientes de todos en general.
No puedo negar que me provocaba hacerle muchas cosas a esa niña y luego de cada visita suya a mi tópico terminaba muy caliente por ella.
Afortunadamente disponía de mis otras niñas que podrían satisfacerme cuando las encontrara.
Mi plan era ir despacio y lograr una gran confianza con ella antes de intentar algo.
El jueves que era el cuarto día después que la conocí le invite una tarta que había comprado antes de llegar a fin de que se sintiera agradecida conmigo.
Desde ese día empezamos a merendar por la tarde por lo cual nuestro tiempo juntos se extendió ya confiado de que iba por buen camino con Rebeca.
Algunas veces leíamos cuentos de princesas que traía para ella y de esa forma hacer que se lo pasara lo mejor posible en mi compañía.
Por mi parte me lo pasaba bien poco a poco compenetrándome con ella, a pesar de no buscar aun ningún contacto físico, ni siquiera un roce casual ya que no deseaba que tuviera la mínima sospecha de mí.
Mi plan era ganarme su confianza absoluta para luego aprovecharme de ella, pero para eso debía hilar fino y evitar las prisas.
Paso dos semanas de estos encuentros diarios que tenía con Rebeca en los cuales no ocurrió nada fuera de lo normal.
Sin embargo el tiempo pasaba y sentía que debía ir avanzando con Rebeca ya que pronto no dispondría de Anita o Katy para satisfacerme.
Era crucial dar el siguiente paso pronto.
Consciente de que los niños no son solo dulces y juego esta vez me dedique a preguntarle algunas cosas más personales durante la merienda que tuvimos.
-Ya veo… y dime… a ti te gusta mucho el orfanato?-pregunto.
Rebeca se quedó callada sin saber que responder.
– Anda no seas tímida, puedes confiar en mí.
¿Y BIEN?
-No.
– responde algo avergonzada.
– Las monjas…
-¿Son muy malas?- pregunto.
-Sí, señor doctor.
– responde Rebeca tímida.
– Castigan a los niños por cualquier cosa.
Y…- así empezó a relatarme una por una algunas de las normas a las que había tenido que someterse y no se había acostumbrado ya que antes sus padres solían darle casi todo sin exigirle que hiciera algunas labores en la casa.
Una realidad completamente distinta al orfanato donde estaba.
-Ya veo.
Al menos aquí tienes algunas amiguitas con quienes jugar.
– le digo queriendo animarla.
Rebeca hace un gesto de disconformidad.
– Solo Silvia es mi amiga.
A las demás no les gustan mis juegos.
Juegan con los otros niños muy bruscos.
– me responde algo molesta.
Al escuchar eso pude ir entendiendo poco a poco como la razón de ello.
Silvia era una niña de 6 añitos, y he aquí por qué se llevaba tan bien con ella ya que en madurez mental era maso menos la edad de Rebeca.
-Ya veo.
– respondo aun observándola.
-¿Puede venir ella también a jugar con nosotros?- me pregunta esperanzada.
Por un momento lo pensé pero medite y me di cuenta que mientras menos personas supieran sobre mis encuentro con Rebeca era mejor.
Un paso a la vez.
-Ya te dije.
Si tú le dices a alguien sobre esto las monjas se darán cuenta y te van a castigar muy fuerte.
– hago otra vez el gesto de las zurras que le daban a los que se portaban mal.
– No querrás eso, ¿verdad?
-¡No! ¡No señor doctor!- exclama Rebeca asustada.
– Entonces mantenlo en secreto también de ella, ¿vale?- pregunto.
-Sí, señor doctor.
No diré nada.
– responde ella cerrando sus labios como le enseñe.
Luego de eso me dedique a hacerle algunas preguntas más personales (que os contare en el siguiente relato), ya se imaginaran maso menos que.
Antes de que se fuera esta vez despedirnos con un abrazo muy fuerte.
El día de hoy había ganado un poco más de su confianza y me sentía satisfecho.
Camino a mi departamento mientras manejaba me puse a pensar en su historia y en cómo podría lograr avanzar con esa niña que ahora confiaba en mí.
A decir verdad me imaginaba infinidad de cosas que deseaba hacerle a Rebeca valiéndome de esto, pero estaba siempre presente el riesgo de saber si funcionaria o no.
De saber si era suficiente lo que había conseguido.
Reflexionando y recordando pasos dados con mis anteriores niñas decidí intentar algo nuevo con ella, algo nuevo pero que se me había ocurrido pensando en mi niña preferida hasta entonces, Anita.
Es por ello que llegado el viernes de la tercera semana decidí llamarla nuevamente hacia mi tópico.
-Pasa, pasa… tengo muchas sorpresas para ti hoy.
– le digo cerrando la puerta y logrando deleitarme nuevamente con su perturbadora figura.
-¿Si? ¿Cuáles? Señor doctor.
– pregunta curiosa mientras ingresaba yo también y me colocaba de mi lado del escritorio.
-Dejémoslo para después.
Se te hace tarde para que veas tu programa.
Si no lo ves, ya no lo repiten después.
– miento para despistarla mientras coloco mi portátil frente a ella y unos dulces cerca para que pueda probarlos.
Ella se quedó viendo la siguiente media hora su programa muy atentamente mientras yo observaba expectante sus reacciones así como intentando aguantar la excitación de todo lo que se me pasaba por la mente sobre esa niña nalgona.
Luego de que termináramos de ver su programa, en el cual también me mostré interesado para que de alguna forma sintiera que podía conversar de ello conmigo tranquilamente voltee el portátil y comencé a buscar lo que había preparado para hoy.
– Puedo jugar con la Barbie?- me pregunta pensando que le prestaría la muñeca que le había regalado para que jugara solo cuando me visitaba.
– Hoy no, tengo otro juego más bonito que te va a gustar.
También trata sobre Barbie.
-la animo cuando me miro pensando que no la dejaba jugar.
– Es un juego aquí en el portátil.
Acércate- le ordeno a lo cual ella no desobedece.
Da la vuelta al escritorio y llega hasta mi lado para observar la pantalla.
Doy clic a iniciar y sale la animación en la pantalla junto a la música que salía de los parlantes termina por darle un toque más realístico.
-¡Qué bonito!- exclama Rebeca volteando a verme contenta.
-¿Verdad?–contesto sonriendo.
– Ven aquí más cerca que voy a enseñarte como jugarlo.
– le digo señalando que se acercara justo delante de mi frente al escritorio.
Ella toda inocente y sin sospechar nada se acerca a mi lado y se coloca mirando a la pantalla dándome la espalda.
Sentía mis latidos a mil por hora mientras tenia a esa niña culona delante mío dispuesta a que le enseñe a jugar en mi portátil.
Con la mayor cautela me acerco y tomándola de los hombros la acerco más a mí.
-No es bueno que te acerques mucho a la pantalla.
-le digo como excusa para atraerla hacia mí.
Abro bien mis piernas y con la verga ya hincando mis pantalones procedo a acercarme más.
– Se te pueden caer los ojos.
¿No quieres eso, verdad?
-No señor doctor.
– contesta obedeciendo.
– A mí me gustan mis ojos.
– responde juguetona.
-Pues no hay problema.
De aquí puedes ver bien y te voy a enseñar a jugarlo.
– le digo acercándola hacia mí.
Tomo su manita y la llevo hasta el teclado.
– Vas a poner tus dedos en estas teclas.
– le digo señalando cuales eran.
Rebeca se acerca al teclado arqueando un poco sus caderas para no moverse de su posición.
Me sentía ya casi en la locura al ver su culote parado casi rogando que me acerque para rozarlo.
Con la excitación a tope procedo a tomarla de las caderas y acercar mi verga y hundirla en esa raja divina que dividía sus nalgas de mujer en un cuerpo de niña.
-Muy bien… quédate quieta…Exacto… Ohh….
si… ahí…- deliro de placer al sentir como me amortiguaban esas nalgas con las que había soñado toda la semana.
Tantas cosas que había fantaseado hacerle a esa niña….
Este solo era el primer paso.
-Señor doctor…- empieza ella algo tímida.
-¿Si?.
-pregunto aun perdido en otro mundo.
Quizás se había dado cuenta de la situación y ahora sospechaba, sin embargo por el placer que me embarga no me importaba mucho.
-Podemos empezar a jugar?-pregunta ella impaciente.
-Pues… claro…esto…- digo dándole clic a empezar juego.
Intente recobrar la compostura a fin de poder luego tener más tiempo para disfrutar de la situación en que me encontraba con esa niña.
– Vas a presionar esto para moverte… así y así…- digo mostrándole como se movía su personaje que era una Barbie.
– Y luego puedes usar esto y esto para…- digo aun señalándole las otras teclas.
-Ya… yo quiero yo quiero…- me dice queriendo ser ella quien juegue ya que mientras la explicaba era yo quien manipulaba las teclas.
-Entonces colócate bien….
Ohhh… si….
muy bien- digo tomando su cintura nuevamente y dirigiendo su culote hacia mi verga mientras ella se preocupaba por moverse con su personaje.
Ya estaba envuelta en el juego y no parecía poder ni querer prestar atención a nada más.
Rebeca sin querer me dejaba total albedrio sobre su voluptuosa figura en un cuerpo de niña.
La tenía tan cerca de mí que sentía su respiración cuando colocaba mi cabeza sobre su hombro al acercarme a la pantalla.
-Yo… voy a guiarte si te pierdes así que concéntrate en el juego ¿Vale?- le digo volteando a verla.
-Si…- responde aun concentrada en el juego sin prestarme mucha atención.
Era eso lo que necesitaba, Con total libertad de mis actos esta vez procedí a dejarme llevar por el placer y sentir esas nalgas apretar mi miembro.
-¡Qué bonito! Se nota que te gusta el juego.
– le comento al mismo tiempo que observaba como jugaba.
Sin embargo ella ya no me contestaba y como todo niño o niña que anda en un juego de estos se quedó concentrada observándolo sin decir más.
Sintiéndome más seguro procuro dejarme envolver en el placer y atraer nuevamente hacia mí esas caderas que me tenían loco.
-Muy bien… cada vez lo haces mejor… Cuídate de eso…- le señalaba en la pantalla intentando distraer su atención de mis tocamientos.
Ya con la situación controlada sentía como mi miembro totalmente erecto punzaba esas nalgas y hasta me daba el gusto de palpitar en ellas.
Envuelto en mi mundo imaginaba que me la follaba mientras la punzaba con mi verga.
No sabía si era muy distraída o no, sea el caso que fuere me estaba aprovechando de esa niña para saciar mis bajos instintos y al parecer ella no hacía nada por evitarlo.
Por momentos dejaba de tomarla de la cintura a fin de que no sospechara cuales eran mis intenciones ya que a pesar de todo a veces las niñas son muy intuitivas y a la edad de Rebeca sospechan más de las intenciones de los adultos.
– Muy bien, Uy….
Que penita… perdiste.
– digo al momento en el cual suena la musiquita que indicaba GAME OVER.
Sin embargo para mi sorpresa, ella tan concentrada en el juego le dio click a reiniciar sin decir más dejándome nuevamente sin su atención.
Con esto a mi favor vuelvo a intentar presionar mi miembro en sus nalgas sobre todo en la abertura de su culote cubierto por el vestido.
Me sentía en el paraíso punzando con mi miembro esas nalgas y fantaseaba que la tenía desnuda dejándose penetrar.
Hubo un instante en el cual de tanto presionarla supongo que a causa de mi impaciencia sexual ella reacciona y voltea a mirar que era aquello que la empujaba.
Les juro que a pesar de la experiencia ganada por años sentí que se me caía el mundo pensando que ella se había dado cuenta de mis intenciones, fue una fracción de segundo en la cual dude, sin embargo decidí (como otras veces más por instinto que por algo decidido) que me haría el indiferente y continúe viendo la pantalla sin mostrar signos de perturbación aunque por dentro me sintiera con miedo.
Supongo ella habrá pensado que era algo normal y que no pasaba nada ya que luego de mirarme volvió su vista a la pantalla rápidamente como si nada hubiera pasado.
El alivio volvió a mí ser y trate de acomodar mi miembro en su culo de tal forma que no la molestara tanto y así evitar que volviera a sospechar.
Estuve varios minutos pegado a ese culote con la verga palpitando a mil sintiéndome venirme.
Me levante casi a punto de eyacular y como excusa me dirigí al baño para darme una paja final pesando en ella y de esa forma no sospechara nada.
Ya más calmado por haberme desahogado regreso hacia el tópico donde la encontré aun jugando muy concentrada.
Ingreso nuevamente cerrando la puerta.
-Siii!!- celebra ella repentinamente mirando la pantalla.
-¿Qué paso?- digo acercándome a ella.
-Pase al siguiente nivel.
– responde ella mostrándome la pantalla.
-¡Muy bien! Se ve que eres muy buena en ese juego.
– le respondo dándome el gusto de acariciar su cabello confiado de la confianza que me tenía.
Ella solo sonreía contenta del trato especial que le daba.
Aparentemente no sospechaba nada y es por eso que decidí atreverme un poco más.
– Sabes yo tengo así como ese otros juegos mucho más divertidos.
-¿En serio?- pregunta ella emocionada.
– En serio.
Son juegos mucho más divertidos.
¿Quieres que te enseñe?- pregunto.
-Sí, enséñeme, señor doctor.
– me pide de manera infantil.
– Lamentablemente se acabó nuestro tiempo libre hoy.
Te los enseñare el día lunes.
¿Vale?- pregunto.
– ¿Y mañana no vendrá?- pregunta Rebeca.
– No, mañana tengo que ir a atender a otros niños.
El lunes te dejare jugar otra vez.
– le digo mientras me levanto y la llevo hasta la puerta.
Rebeca me sigue sin mucho entusiasmo, aun con ganas de jugar ya que yo intencionalmente hacia que siempre se quedara con ganas de más para que así ella también buscara venir siempre a mi tópico.
-Rebeca.
– la llamo.
Ella voltea a mirarme.
– ¿No me vas a dar mi abrazo de despedida?-pregunto sonriendo para animarla.
-Siii- responde sonriendo.
Se acerca mí y también me arrodillo para abrazar a esa niña.
Realmente no parecía que sospechara nada sobre lo que realmente había hecho mientras ella jugaba.
Había dado un paso más.
.
Salí del orfanato con destino hacia la casa de Katy ya que en esta ocasión la llevaría nuevamente a su ensayo en el coro de la Iglesia.
Muy pronto al igual que Anita ya no podría disponer de ella para satisfacerme por motivo de las vacaciones.
Una vez llegue a su casa y luego de saludar a su mama procedí a subirla a mi auto.
Hoy iba muy bonita llevando su cabello arreglado en trenzas, una blusa blanca, una faldita corta celeste, zapatitos negros en medias de encaje blancas.
No paso mucho para que luego de lo sucedido con Rebeca me volvieran las ganas y de solo imaginar lo que le había hecho a esa niña culona empezara a despertar nuevamente la libido en mí.
Pero esta vez fue diferente a las otras veces.
Casi siempre había esperado a que Katy acabara su ensayo para poder gozar de ella ya que hacerla faltar podía levantar sospechas en las monjas y en sus padres.
Sin embargo ahora no pensaba racionalmente, me venían imágenes a la mente y recordaba nuevamente lo ocurrido con Rebeca; quiero decir, lo recordaba pero nuevamente mi miembro me reclamaba gozar a esa niña.
No podía pasar un momento más sin disfrutar de su cuerpo.
Volteo a mi costado, afortunadamente tenía una niña a mi costado quien ahora debería servirme como desahogo.
-Padre… se está desviando del camino.
– me dice Katy volteando a ver por donde debería haber doblado para dirigirme a la parroquia.
En su lugar me dirigí de largo pese a sus advertencias.
– Lo.
lo sé… Katy, lo se…- contesto evasivo mientras acercaba mi mano hacia ella, levanto su faldita para poder tocar sus piernitas y subir hasta acariciar sus caderitas.
El contacto con su piel tan suave era increíble.
– Pero hoy… hoy Diosito te ha designado una labor más importante que el coro.
Un deber por el cual no puedo… es decir por el cual Diosito no puede esperar.
-¿Sacarle la bendición, Padre?- me pregunta Katy, observando mis manoseos.
-Pero que niña tan inteligente.
– la felicito sin dejar de manosearla.
Me planto un momento mientras esperaba que el semáforo cambiara a rojo.
-¡Muy bien! hoy tenemos mucho por hacer y sé que deseabas ir a tu ensayo de coro…
– Si, Padre.
– contesta haciendo un gesto de pena.
– Pero si es por servirle a usted y a Diosito puedo faltar a mis ensayos porque soy una niña devota.
– contesta Katy de memoria lo que ha aprendido a decir cuando requiero de ella para satisfacerme, luego de algunas ocasiones en las cuales tuve que “educarla” para que entendiera su deber de “niña devota”.
Además su vanidad había crecido luego de que la hubiera elegido para esa “transmisión Santa” que había hecho hace poco y de la que luego os contare mucho más.
En resumen había logrado hacer que viera mis acciones como necesarias para mantener su posición.
– No esperaba menos de una niña tan devota como tu.
– contesto sonriendo.
Levanto nuevamente su faldita para poder apreciar sus braguitas.
– Veo que has traído las de corazoncitos….
– presiono para poder tocar su panochita.
– Nos vamos a divertir bastante…
……………………………………………………………….
Manejaba de regreso a mi casa ya más satisfecho y tranquilo luego de dejar a Katy en su casa y luego de haberle hecho todo lo que deseaba hacerle a Rebeca.
Aun no dejaba de pensar en cómo me había puesto esa niña que se había vuelto una obsesión que por el momento había tranquilizado usando a Katy, pero que en algún momento volvería a despertar.
Lo peor era que se acercaban tiempos difíciles ya que estaría separado de mis niñas y a pesar de que había pensado en Rebeca como “sustituta” de ellas el hecho es que se había vuelto mucho más que eso para mí.
Me quedaba claro que muy pronto cometería una locura por ella.
Meditando y pensado idea tras idea esa obsesión que Rebeca despertaba en mi empezó a tomar forma más concreta.
En mi mente dejo de ser solo una sustituta y se convirtió en algo imprescindible.
Dejo de ser solo una idea y luego de nublarme la cabeza varias veces pensando en ella nuevamente me volvía a excitar.
Pensaba en su cabello, su rostro delicado en su cinturita y sobre todo en esas nalgas que poseía.
Necesitaba un plan.
Un plan perfecto para lograr gozar de esa niña a plenitud.
Uno que debería seguir meticulosamente.
Al principio había tenido mis dudas pero conforme pasaban los minutos (llegue a mi casa y casi tropiezo en las escaleras por la distracción) me iba convenciendo que debía intentarlo.
Había hecho cosas arriesgadas antes, me había salido con la mía en tantas otras ocasiones, esto no era nada… Poco a poco así me fui convenciendo y despejando el miedo inicial que se asomaba en mi mente.
Investigue muchas cosas esa noche, me metí a páginas y hasta saque unos viejos libros de leyes que tenía entre mi lectura casual.
Siempre era bueno estar consciente de la legislación actual en caso pudiera suceder cualquier inconveniente.
Sin embargo esto me permitió tomar referencias y saber qué hacer para lo que se iba formando en mi mente.
Algo agotado por el esfuerzo hecho hasta ahora me eche sobre mi cama aun sin cambiarme.
Miro mi reloj y ya casi eran las once de la noche.
Luego de pasarme buen rato pensando y repensándolo tome el teléfono y comencé a llamar
– Arturo.
– contesta Oscar.
– ¿A que debo tú llamada tan tarde?
– Esperaba que me pudieras ayudar con un asunto difícil.
– empiezo.
– No tan difícil… bueno… no creo que fuera tan difícil para ti.
– Claro, siempre tengo tiempo para uno de mis productores.
Bueno, dependiendo de lo que se trate.
– contesta mientras se notaba algo ocupado por el ruido que había de fondo mientras hablaba.
– Si… pues se trata de algo que solo creo que tu podrías ayudarme y no negare que es algo arriesgado.
– continuo aun algo nervioso casi yéndome por las ramas a causa de no saber cómo expresar las ideas que tenía en la mente.
– Pues venga, te escucho, algo me dice que tienes un buen negocio entre manos.
– contesta Oscar.
………………………….
Era domingo por la mañana, la misa había durado un poco más de la cuenta debido a algunas indicaciones que hizo el Padre Eugenio a los distintos grupos pastorales con motivo de la cercanía de la Navidad.
Nos estábamos llenando de tareas ya que cada grupo continuaba con sus actividades y se requería de más ayuda para lo cual fue necesario que yo también colaborara en varias ocasiones.
Era una suerte que hubiera acabado el ciclo y ya más disponible me encontraba con algún tiempo libre.
Los grupos dominicales habían terminado sus actividades y ya la parroquia se encontraba vacía hasta dentro de una hora que llegaría el Padre Eugenio.
Sin embargo a pesar de eso aún quedaban dos personas en aquella parroquia, mejor dicho en un cuarto al final de algún pasillo: Un adulto y una niña.
– Ahhh ahhh….
– gemía Anita sobre la cama.
A cuatro patas era sometida por su Padre Arturo que la tenía tomada de su cintura.
– Mmmmm!! Uffff!!! Ohhhh!! – exhalo sobre la cama mientras empujaba con ímpetu a esa niña queriendo sentir esas nalguitas amortiguarme.
-Padre!!! Padre!!!- gime Anita al momento que acelero las embestidas.
-Ufff!!!!- bufo al colocarme encima de ella para tratar de sentir su espaldita.
RINGGG!!!!RING!!!
Empieza a sonar un teléfono en algún lugar de la habitación.
Aun concentrado en “alabar a Dios” trato de no prestarle mucha atención a pesar que nos sorprendió al comienzo e hizo que detuviéramos nuestra “alabanza”.
-Padre….
Ahh….
– gime Anita mirando hacia donde sonaba mi móvil.
Aún seguía a cuatro patas sobre la cama con mi verga en su vaginita.
-Anita…- digo bajando la velocidad de la cogida que le daba aun sin separarme de ella.
– No hay nada más importante que “agradar a Dios”.
Todo lo demás es secundario.
– la reprendo queriendo volver a obtener su concentración en nuestra “alabanza”.
– Lo siento, Padre.
– responde ella y vuelve a parar sus nalguitas dispuesta a continuar recibiendo mis ímpetus sobre ella.
– Muy bien mi amor….
– le digo acercándome a su rostro para besar a esa niña de casi nueve añitos.
– No olvides que es nuestra última alabanza antes de tu viaje.
– Si… Padre.
– responde Anita algo triste.
– Pues debemos….
Hacer que… valga la pena….
Ufff—bufo volviendo a empujar cada vez más rápido sus nalguitas.
-Ahhh….
Ahhh….
-gime Anita procurando disfrutar de la alabanza.
Sin embargo el teléfono sonaba y a pesar de la primera llamada perdida volvía a sonar nuevamente lo que significaba que quien me llamaba lo hacía muy insistentemente.
Aun perdido en los placeres que despierta en mí esa niña nalgoncita acelero las cogidas que le daba.
-Joder… OHHH DIOS SANTO!! Anita! Ufff- bufo ya regresando a nuestro ritmo normal.
-Padre… AHHHH!!! Padre!!!- resiste Anita arañando las sabanas.
-UFF!!! JODER!! Mi Anita… Mi culoncita!!! Joder!!! Que nalguitas tienes….
– le decía delirando de la excitación que provocaba en mí.
– AHHH!!! PADRE!!! QUE BIEN SE SIENTE!!! AH!!!- exclama Anita.
– Anita… Anita…!! Alaba a Dios!!! Alábalo!!!- exclamo sintiendo como poco a poco llegaba al éxtasis.
-Alabado sea… Alabado sea Dios!!!.
AHHH!!!- exclama Anita lo cual hace que me excite más y acelere las embestidas que le daba ya sin importarme si acababa muy pronto.
-OHH!! OH!!!UFF!!!- exhalo sintiéndome acabar mientras no dejaba de empujar a esa niña culoncita.
– OHH!!!!!OHHHHHHHHHHHHHHHH!! ufff…
-Ahhhh!!!Ahhh!!! ….
Ah….
– exhala Anita sintiendo como me venía dentro de ella.
-Uff…-exhalo mientras dejo un último chorro sobre su espaldita.
Me retiro a un costado de la cama buscando descansar para volver a gozar de Anita.
Ella también se deja caer sobre la cama pero se acomoda a un costado sobre la almohada para descansar un momento antes de reanudar nuestra “alabanza”.
Como dije este era uno de nuestros últimos encuentros en un buen tiempo por lo cual debía aprovechar para disfrutar de ella.
RING!! RING!!!!
Por sexta vez suena mi móvil desde el otro lado de la habitación.
Anita también reacciona y voltea a observarlo y luego mirarme.
Me levanto y con aun algo de cansancio me dirijo para ver quien me llamaba tan insistentemente.
Me llevo una gran sorpresa cuando al observar la pantalla logro distinguir el número de Oscar.
-¿Arturo?- se escucha una voz algo áspera de la impaciencia.
-Oscar, te escucho.
Dime… ¿qué sucede?- respondo algo extrañado de su llamada ya que nunca me molestaba en estos horarios donde me encontraba con Anita.
-Vaya que es difícil contactar contigo! Te he llamado como nueve veces!- me reprocha algo fastidiado.
-Estaba….
En unos asuntos importantes.
¿Qué sucedió?- pregunto alejándome un poco de donde estaba Anita queriendo evitar que escuche nuestra conversación, algo difícil ya que bastaba hacer silencio para escuchar todo lo que decíamos.
En tal caso decidí tomar algo con que cubrirme y salir con dirección al baño más cercano.
– Bien, te llamaba para confirmarte que tengo lista la persona que nos ayudara con lo que querías.
He conseguido comunicarme esta mañana.
– me dice más calmado una vez estaba en el pasillo procurando evitar encontrarme con alguien que se hubiera quedado rondando por la parroquia.
-¿En… serio?– pregunto aun sin creérmelo.
– ¡Perfecto!.
Bien creo que perfecto…-repito algo aturdido por haber cumplido un paso en mi plan.
-Solo hay un detalle.
Debes decirme que día necesitas te apoye con anticipación.
Ah! Y además como es natural te costara y no muy barato.
-me informa Oscar.
-Si… si sobre el dinero no hay problema….
Tengo lo suficiente.
– contesto aun sin saber el monto.
La verdad es que estaba dispuesto a pagar cual fuera el precio
-Cabron! Jejeje.
Así que en eso invertirás tus ganancias.
-me dice Oscar.
– Me parece bien.
Por cierto, ya debes saber cuál será mi pago como intermediario, ¿no?
-Me lo imagino.
– respondo.
– No hay problema.
-Perfecto.
Ahora todo está en tus manos.
No me decepciones Arturo.
Si esto sale bien, tengo muchas expectativas sobre ti en el futuro.
-expresa antes del colgar.
Otra vez en silencio en el baño miro por la pequeña venta hacia el cielo rogando porque todo saliera como quería.
Salgo del baño con dirección a mi habitación donde Anita me esperaba dispuesta a continuar con nuestras alabanzas.
………………………………………
Con la llegada del verano los días se hacían más extensos y las noches más cortas.
Poco a poco empezaba a hacer un tiempo más caluroso.
Era lunes y luego de haber tenido una conversación con la hermana Julia (que os contare en mi próximo relato), muy importante como parte de “mi plan”, decidí caminar un rato por el patio principal del orfanato.
Luego de saludar a algunos niños y niñas que me reconocieron me dirigí a mi tópico esperando nuevamente la ocasión en la que debía abordar a Rebeca.
Antes no lo había intentado para no levantar sospechas en las monjas que observaban desde sus ubicaciones.
Sin embargo antes de llegar me desvié de mi camino y me dirigí antes hacia el salón donde los chicos tenían su taller matutino.
Entreabrí la puerta y pase un momento.
En aquel salón encontré a Carlos, un chico de 9 años que cómo varias veces se encontraba castigado en el salón de clases por alguna fechoría.
Era un chiquillo muy travieso pero también muy popular en el orfanato entre los niños menores debido a sus ocurrencias y gracias que siempre hacía.
Como todo niño hiperactivo se le notaba aburrido aun golpeando la mesa mientras estaba sentado.
Al verme no mostro menor signo de interés sin embargo tome una silla cercana y me senté delante de el con intención de conversar un rato con él.
Luego de la charla (de la que también os daré más detalles en el siguiente relato) antes de llegar al tópico decidí darme un último desvió hacia el salón donde sabia estaba una de las hermanas encargadas de las clases matutinas.
Ningunos de mis movimientos era simple casualidad, con paciencia y diligencia podría hacer realidad lo que tenía en mente, solo necesitaba un poco de suerte y mi iniciativa.
Procure llenarme de esa energía que me invadía siempre que lo intentaba con una niña.
Y como tantas veces os he contado ese vértigo que siento es algo que realmente amo.
……………………….
Hasta aquí llega Confesiones del Padre Arturo: El orfanato parte 5.
Sé que muchos se estarán preguntando cual será mi plan y quizás otros ya tienen una idea de que puede ser.
Al igual que ustedes yo estoy muy ansioso por relatarles sobre el con lujo de detalles así como llenar los vacíos que he dejado en este relato.
Pero eso… eso será motivo de otro relato.
Hasta entonces.
PD: El próximo relato será Confesiones del Padre Arturo: El orfanato parte 6
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!