Cuando era chica
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por evloguer.
Cuando era chica
Mi esposo preguntaba cuáles eran mis recuerdos morbosos de niñez, creo que aprovechaba mi excitación por tenerla metida toda dentro.
Espero no haberle relatado los detalles, pero aun me estremezco al recordar cuando me caí de la bicicleta lastimándome feo.
Era chiquita deseando aprender a dominar ese infernal aparato de dos ruedas, y me caí a una velocidad que no deberían lograr esas bicis.
El resultado: me golpeé la cabeza quedando inconsciente e internada en un hospital.
Mientras despertaba comprobé horrorizada que no podía hablar ni moverme y unos tubitos molestaban en los brazos.
Podía percibir el entorno pero no expresarme, mi mamita estaba al lado de la cama muy feliz pq había recobrado la conciencia mientras me desesperaba no poder preguntarle que me había pasado.
Al anochecer se tuvo que retirar y bajaron la intensidad de la luz corriendo un biombo y allí quedé, solita y abandonada.
Al rato llegó un médico para tomarme la presión y explicándome que me había golpeado la cabeza pero ya estaba mejor.
Sacando un termómetro del bolsillo, procedió a ponerme de costado y sin mucha parsimonia me levantó la bata (no tenia ropa interior) y me tocó el culito.
¡ Que horror no poder quejarme de nada !
Separándome las nalguitas, metió el frío termómetro en mi agujerito de hacer caca.
Mi brazo había quedado extendido con la mano fuera de la camilla, sentía que algo duro me apretaba la mano, algo en forma de tubo que tenía el Dr en el pantalón.
Pensé que sería su teléfono móvil pero la forma me recordaba a lo que tenía mi padre entre las piernas, solamente que mucho más grandote y no una carne desinflada.
No tenía más remedio que sonreír para parecer valiente mientras sentía los dedotes masculinos hurgar en mi cola.
Con lentitud me sacó el termómetro que tenía enterrado en el culito y me masajeó un poco el anito intentando calmarme (igual no me dolía sentir eso metido).
Anotando la temperatura, me explicaba que debería hacer kinesiología (recién luego me enteré que era eso)
Tomando mi pié me hacía flexionar las rodillas mientras me horrorizaba no llevar bombachita y seguro me estaría viendo la puchita pelada.
Al final se fue y me estaba durmiendo al aparecer un enfermero.
El morocho grandote era menos suave, me despertó sacando media sábana de mi cama haciéndome girar como si fuese una pluma.
Metió otra sábana limpia y me hizo girar hacia el otro lado dejando la cama armada, me maravillaba la experiencia que tendría haciendo eso sin pensar que estaba desnudita allí abajo mostrando todo.
Luego tomando unas gasas humedecidas comenzó a limpiarme el cuerpo, era como si me bañase en seco.
Era bastante delicado repasándome los brazos y pecho, sentía cosquillas cuando me limpiaba los pezoncitos haciendo gestos como si tuviese ya pechitos de mujer.
Lo grave inicia cuando me limpiaba allí abajo, creo ni yo me bañaba tan meticulosamente.
Arrancando por mis pies, lavaba mis piernas subiendo hasta el centro de las mismas; allí donde tengo mis agujeritos secretos.
Sentía rayos y escalofríos en mi columna al lavarme la puchita, primero alrededor y luego en el medio, parecía que también me limpiaba por dentro con el dedo al metérmelo y moverlo lentamente.
Hacía poquito que había tenido un termómetro en el culito, pero nada similar a los dedotes que se paseaban por entre las nalguitas y en cada pasada hacían presión en mi anillo marrón.
Al final también me metió un dedo en el anito comprobando la limpieza.
Me había perdido un detalle, recién me percaté que mi pié estaba siendo fregado también.
Recién al sentir pegajoso pude ver que el enfermero tenía abierto el pantalón y me estaba pasando su coso por los dedos.
Tuvo que lavarme otra vez el piecito enchastrado.
Muy feliz me tapó y puso el botón de llamar en mi mano preguntando si podía mover el dedo si necesitaba algo.
Se despidió con un besito en mis labios dejándome pensando que ni mi familia era tan cariñosa.
Muy tarde soñaba que estaba en un lago a punto de ahogarme, al despertar siento que estaba por hacer pis pero no había modo de levantarme para ir al baño.
Con mucho esfuerzo logré apretar el timbre y apareció el enfermero con cara de sueño, no sé que estaría soñando pero su pantalón abultaba como el médico que vino a verme.
Con gestos logré comunicarle que necesitaba hacer pis, muy solícito me puso un orinal debajo, luego de subirme la bata quedando desnudita allí abajo.
Me costaba soltar los orines con ese hombre mirándome pero me ayudó al meterme una mano entre las piernas y acariciarme la chuchita mientras decía PSSSS PSSSS.
Al terminar buscó una gasa para limpiarme y enojado decía haber olvidado traer metiendo la cabeza entre mis piernas entreabiertas.
No entendía la razón de buscar allí hasta que sentí la tibieza de su lengua pasando por mi puchita.
Me costaba creer lo dedicado que era en su trabajo para limpiarme con su propia boca.
Creo que no lograba limpiarme bien pq seguía allí abajo dando lengüetazos cada vez más fuertes hasta en mi agujerito trasero.
Ya me parecía asqueroso que tuviese su lengua en el huequito de hacer caca, hasta la curvaba y una parte me entraba dentro del culito.
Luego cambió la lengua por un dedo masajeándome el anillo, cuando volvió la tibieza húmeda a mi chuchita estaba temblando al sentir cómo me entraba despacito un dedo en el ano.
Creo haberme desmayado cuando me lamía la rajita, nunca había sentido eso al limpiarme yo misma.
Antes de retirarse me dijo que lo llamase si quería que le chupase la conchita.
Quedé pensando que así se llamaba mi chuchita realmente, mi padre aveces me preguntaba si me había lavado bien la conchita.
Al amanecer apareció el médico, en este maldito lugar no se podía dormir en paz !!
Nuevamente la rutina de meterme el coso de vidrio en el culito, esta vez ya no me avergonzaba tanto, le haría eso a todos los pacientes.
Esta vez preguntaba si me había golpeado entre las piernas también, parece que tenía el tajito irritado de tanto que me lo habían chupado.
Pasaba sus finos dedos por todo mi bultito preguntando, solamente podía responderle con los ojos y parecía no entender mientras le contaba que me habían lengüeteado la puchita hasta hacerme ver las estrellas.
De tanto tocarme estaba respirando fuerte y esperando volver a sentir lindo como ayer, parece que se dio cuenta de eso al sonreír ampliamente y seguir con sus caricias mientras movía el termómetro que tenia ensartado en el ano.
Cuando se fue me dí cuenta que algo faltaba, no había tenido esas sensaciones raras y necesitaba más, no sabía de qué pero más.
Como aún no amanecía y todo estaba en silencio, no me quedaba otra que tocar el timbre.
Entró el enfermero a medio cambiar, parece que ya terminaba su turno.
Era un genio cómo lograba leerme la mirada, metiendo la mano debajo de las sábanas halló mi picazón al instante pasando el dedo con parsimonia por mi tajito mientras me agarraba una mano y se la metía en el pantalón desabrochado.
Eso ya me parecía horrendo, para qué me hacía tocarle el pipí todo gordote que tenía.
Mis dedos se pasaban por una mata de pelos hasta llegar al tubo carnoso donde me hizo doblar los dedos para agarrarlo.
Me decía al oído que debería tomar el desayuno, que la lechita tibia me haría bien.
Que iluso, no sabía que no podía comer nada y tenía suero por esa razón 🙂
Luego de cerrar la cortina, se sacó su coso inflado y me lo pasaba por la cara, intentó que abriese la boca para meterme su manguera pero no pude separar los labios.
Como anoche me dio vuelta subiéndome la bata, esta vez estaba mirando hacia la pared como ofreciéndole mi colita, yo estaba nerviosa por la situación hasta sentir su boca abrirse paso entre mis montañitas de carne.
Me estaba chupando el culito como anoche pero ahora en otra pose, un rato largo estuvo metiéndome la lengua como tratando de humedecerme el agujerito.
Yo estaba respirando raro como ayer, un dedote también me estaba masajeando la puchita, cuando me llegaron los temblores fuertes pude sentir cómo algo calentito y carnoso se apoyaba en mi anito haciendo fuerza para entrar.
Mi mente volaba a mil tratando de no sentir el dolor de estar haciendo caca hacia adentro, pero todo se focalizaba en sentir mi esfínter agrandarse para dejar paso a la barra de carne.
No sé cuánto me habrá entrado en el culito cuando se frenó retrocediendo, eso ya era doloroso pero volvió a metérmela mas profundo por el anito y así hasta que sentí un río tibio entrándome hondo en el intestino.
Sentía la cola pegajosa mientras solícitamente me pasaba una gasa húmeda para limpiarme bien.
Por suerte a esa edad no pude percibir que me habían hecho el culo impunemente.
(Continuará ?)
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