Cuando me cojí a los viejos verdes de mi trabajo
El siguiente relato se ubica a mis 18 años cuando conseguí mi primer trabajo como secretaria de una planta de combustible donde trabajaban viejos verdes.
Hola a todos, mi nombre es Macarena y el siguiente relato se ubica a mis 18 años cuando conseguí mi primer trabajo como secretaria.
Por aquellos días la situación económica familiar no pasaba por un buen momento, por lo tanto al egresar del colegio tuve que buscar inmediatamente un trabajo para valerme por mi misma aunque fuera un poco y bajo el estereotipo de mujer joven, un tanto atractiva y necesitada de empleo conseguí el de secretaria en una planta de combustible, lugar donde los transportistas de las gasolineras locales se abastecen. El momento de la entrevista inicial fue un indicio sobre lo que viviría ejerciendo la actividad, el jefe de la planta, un señor barrigón y de bigote, vestido de una camisa que intentaba ser formal pero debido a lo ajetreado del oficio se mantenía un poco sucia y desaliñada me entrevistó cara a cara, mas que estar preocupado de mis aptitudes intelectuales o laborales parecía interesado únicamente en mi aspecto, no me considero sexy pero sí lo que la gente llamaría una «chica linda», cabello largo y rizado, ojos grandes color negro, tez blanquita, senos y trasero bien proporcionados y unas caderas bien formadas, mi forma de hablar es también muy educada. De todas formas ese día asistí con una falda negra bastante corta y una camisa blanca con la parte superior desabrochada. Naturalmente el jefe me miró por todos lados llegando a incomodarme en algunos momentos, sin embargo soy de las que le gusta ser vistas con deseo. Finalmente me dieron el trabajo sin mucho esfuerzo solo con la condición de asistir «bien vestida», nunca se puede salvar de los viejos verdes.
El siguiente lunes comenzaba a trabajar, a la primera persona que conocí fue Fabián, un chico poco mayor que yo que fue muy amable en introducirme al trabajo de la planta; los demás trabajadores eran: don Fede, mecánico encargado de la distribuidora de combustible, don Chejo el guardia, don Gonzalo el camionero, don Casimir y don Juanito los vendedores de jornada y por supuesto el jefe Oscar. Todos eran mayores de 45 salvo Fabián, gente de poco estudio, de chistes sucios y viejos verdes.
Recuerdo que una de las primeras cosas que Fabián me advirtió fue que don Fede siempre tenía problemas con las secretarias y que varias habían renunciado por su culpa, a los pocos días entendí el por qué. Pasadas unas tres semanas ocurrió que volviendo del horario de almuerzo encontré a don Fede utilizando el computador de la secretaría, cosa que era usual ya que no había otro computador salvo el de don Oscar; cuando me vió llegar dejó inmediatamente de utilizarlo y se marchó, al sentarme en el escritorio vi que don Fede había dejado un video porno abierto en el computador, en el cual había un hombre maduro al que una chica se la mamaba, más que enojarme me dió curiosidad y lo dejé pasar pero el mismo escenario comenzó a ocurrir todos los días y a la misma hora, seguramente don Fede le hacía eso a todas las secretarias, tal vez en su pervertida mente pensaba que uno se calentaría con tal acción, a mí mas que calentarme el video me calentaba pensar en como don Fede deseaba mi joven cuerpo. Cierto día el jueguito subió de nivel, al volver al escritorio luego del almuerzo sentí como se humedecía mi trasero, al tocarme sentí algo viscoso, don Fede se había masturbado en el asiento. La situación me puso bastante caliente y esperé el momento preciso para mi venganza, era normal terminar mi jornada de trabajo después que todos ya que tenía que quedarme cuadrando la caja del día con el vendedor que ese día era don Juanito, el mayor de todos, 64 años tenía el pobre así que me era normal decirle que se fuera y que yo terminaba de cuadrar, en eso estaba cuando como cada día don Fede pasaba a despedirse con el único afán de besarme la mejilla y tomarme la cintura y yo le seguía el juego:
-don Fede ¿me puede hacer un favor? le dije
-por supuesto querida, digame
-esque alguien derramó algo en la silla y mi falda quedó pegajosa, ¿sabe si sobra algún pantalón en los casilleros?
-vamos a ver
El complejo tenía una sala que servía de comedor, baño y casilleros individuales, también se guardaban todo tipo de objetos de la empresa como los uniformes nuevos. Don Fede me acompañó a buscar un pantalón de uniforme a lo que le dije que me esperara porque me iba a cambiar en el baño, dejé la puerta un poco abierta, que no se notara mucho ya que mi idea era calentarlo aún mas como venganza, sin embargo no me imaginé lo que pasaría. Me quité la falda lentamente con mi trasero dando a la puerta para que viera mis calzones y cuando me agaché a recogerla sentí como entró bruscamente al baño y cerró la puerta de un golpe:
-eres tan rica Maquita, siempre pienso como sería cogerte, ¿te gustan los videos que te dejo cierto putita?
Lo decía mientras jadeaba y me apretaba fuertemente las nalgas con sus manos gruesas,
-déjeme don Fede, lo voy a acusar con el jefe
La verdad si me asusté ya que nunca pensé que reaccionaría de esa forma,
-No me importa, el Oscar es mi amigo y me va a creer, no a tí
Decía mientras sacaba su pene ya erecto del pantalón. Al ver ese pene grueso me calenté bastante y mi mano se movió sola hacia él para masturbarlo
-ves como te gusta putita, ¿quieres que te coja bien duro?
-si
Tomó mi cabeza con ambas manos y me folló la boca con fuerza al punto que no podía respirar y me dieron arcadas, me levanté para terminar de sacarme la ropa, y él como una bestia me besó por todas partes, apretando mis pezones y mis nalgas, dando cachetadas y tocándo mi clítoris. Tenía olor a trabajo, a sudor y gasolina pero estaba tan caliente que incluso me gustaba, me tomó de la cintura y me empujó hacia el W.C, puse mis manos en el estanque y una rodilla en la tapa quedando mi vagina y mi culo a su merced. Sin esperar me introdujo la verga gruesa en la vagina, jadeaba muy fuerte como si no puediera aguantarse y me penetraba hasta el fondo, solo le importaba follarme lo mas duro posible, no pasó mucho tiempo hasta que dijo que no aguantaba mas y con un gemido grueso sacó la verga y eyaculó en mis nalgas y mi ano, el tacto tibio de su semen fue suficiente para correrme estimulando un poco el clítoris. Esa no fue la única vez que don Fede me cogió, sin embargo no quiero extender tanto el relato así que les contaré otras experiencias, si quieren que cuente mas cogidas de don Fede me cuentan en los comentarios.
Para la siguiente experiencia es necesario introducirles a don Gonzalo, don Gonza como le decíamos todos, era el encargado de transportar combustible desde la planta a las gasolineras que nos compraban, un hombre de 58 años en ese entonces, ojos achinados como se dice, nariz pronunciada y delgado pero barrigón. Cada día al salir del trabajo tenía que esperar bus en la carretera para llegar a mi casa, salvo los días que don Gonza hacía pedidos tarde ya que me llevaba en el camión a la ciudad. Normalmente hablábamos ridiculeces en el trayecto ya que él era muy inmaduro y chistoso, de vez en cuando también se me insinuaba en forma de broma, a lo que yo le respondía con sarcasmo. Cierto día sucedió que don Gonza se atrasó, con lo cual no pudo pasar a la planta a comer algo y pasar al baño como siempre hacía así que a medio camino me pidió que lo esperara porque iba a bajarse a orinar, lo que no sabía es que iba a hacerlo, tal vez con intención, al lado de la puerta de copiloto, con lo cual ví todo el espectáculo, a estas alturas ya no tendrán dudas de que me caliento con cosas bastante raras, la cosa es que se me antojó mamarle esa verga y la idea no salía de mi cabeza, así que sin pensarlo le dije aprovechando que estábamos bromeando:
-don Gonza para la otra que baje a mear no me muestre el pedazo
Se sonrojó y dijo:
-disculpe Maquita, como siempre viajo solo se me olvida
-que bueno porque cuando se lo ví se me antojó
Me miró confundido, no sabía si yo hablaba en serio o no, a lo cual me arriesgué y le agarré el paquete por encima del pantalón, noté como se puso muy nervioso, no era capaz de sacar una palabra pero obviamente quería que continuara, bajé la cremallera y él me ayudó desabrochando el pantalón y bajando los calzoncillos. Su verga era larga y no tan gruesa, con mucho pelo en la pelvis lo cual me gusta. Con la calentura ni siquiera me puse a pensar que hace nada había bajado a orinar y me la metí a la boca, pasando suavemente mi lengua por su verga que empezó a endurecerse en la boca
-sigue así, hace mucho que no me la chupan
-disfrute don Gonza, esto es por el viaje
Con su verga totalmente erecta comencé a mamar suave pero intensamente, pasando mi lengua por su glande, por sus testículos y metiéndola hasta el fondo, también gemía de vez en cuando con la boca llena, me encanta hacerlo, al poco tiempo ya no fue capaz de soportarlo y soltó todo el semen en mi boca, era muchísimo semen, tanto que se salió de mi boca y fue cayendo por su pelvis, tragué lo que quedó en mi boca y me entretuve unos segundos mas pasando mi lengua por su pelvis, lamiendo cada gota que había, me dijo que era la mejor mamada que le habían dado y yo le prometí que no sería la última.
Para finalizar quisiera contarles esta historia que muestra la ventaja que muchas veces tenemos las mujeres, lo cual no es una excusa para que nos falten el respeto pero también es algo a considerar. Lo siguiente ocurrió con el mismísimo jefe Oscar, después de algunos meses ya estaba un poco cansada de aquel trabajo y tenía ganas de entrar a estudiar, sin embargo no tenía tiempo para hacer ambas cosas ni tampoco ganaba lo suficiente para ahorrar así que decidí hacer algo al respecto. Estuve varios días dudando y repasandolo en mi mente hasta que cierto día me atreví a decirle a don Oscar que quería un ascenso, él se mostró extrañado de la solicitud y me dijo, pasa a mi oficina a las cuatro y lo conversamos a lo que respondí con un alegre ¡sí! seguramente con una feliz sonrisa. No podía esperar a que dieran las cuatro para saber si el jefe me daría o no el ascenso, miraba a cada rato el reloj hasta que después de una espera eterna por fin llegó el momento. Golpee la puerta de la oficina, desde donde escuché:
-¿Maquita?
-sí
-dame un minuto
-ok
Luego de una pequeña espera me permitió pasar, estaba detrás de su escritorio con una expresión extraña en el rostro, al acercarme me dí cuenta que estaba sentado, con la verga afuera masturbándose suavemente mientras me miraba, al ver mi cara de asombro me dijo:
-tú quieres que te suba el sueldo y te rebaje horas de trabajo, los ascensos no se ganan gratis, ¿qué harás?
Mi cabeza daba vueltas, odié como una persona usaba su poder para manipularme de esa forma, sin embargo tenía razón, el sexo es una buena moneda de cambio. Caminé a su lado, me agaché un poco para masturbarlo mientras él se acomodaba en la silla, su pene era tamaño pequeño pero por alguna razón me calentaba mucho, me puse de rodillas frente a él, posé mis manos en sus muslos y de un bocado me comí su verga, puse la mejor cara de puta que pude y fijé mis ojos en su rostro mientras levantaba lentamente mi cabeza sacando su verga de la boca, giré mi cabeza para mamarla de forma horizontal metiendola en mi boca y apretándola contra la mejilla, él solo observaba lo que yo hacía, comencé a besar suavemente su pelvis mientras mis manos acariciaban sus muslos y nuevamente la metí toda en mi boca esta vez chupandola de arriba a abajo ritmicamente:
-uff estoy muy caliente Maquita, te ves tan inocente pero lo haces muy bien, levántate
Me levanté y él metió sus manos bajo mi falda bajando mis calzones, luego acercó su rostro y comenzó a besar mi pelvis, luego pasó su lengua un par de veces por mi clítoris lo cual me calentó mucho. Comenzó a desabrochar mi camisa y quitar mi bassier, como si fuera una muñeca a sus órdenes, me dijo que me subiera a su verga, el tomó mis nalgas y comenzó a levantarlas para aydudarme a cabalgar, mientras me penetraba besaba suavemente mis pezones y de vez en cuando me daba nalgadas
-ayy Maquita, desde que llegaste esperé el día para cogerte
Yo comencé a gemir lo mas despacio que pude para que nadie escuchara mientras él seguía diciéndome lo mucho que siempre lo había calentado, finalmente no aguanté más y me corrí deliciosamente abrazándolo y gimiendo cerca de su oído, eso lo excitó demasiado y sin aviso sacó su verga de mi vagina y eyaculó en mi trasero, sentía como descargaba chorros de leche en mi culo que luego caían en sus piernas mientras ambos jadeabamos de cansancio y satisfacción.
Gracias a esa acción logré entrar a la carrera de enfermería pagándome con el aumento de sueldo y con la flexibilidad de los horarios que me permitía el jefe por un par de favores a la semana. Espero les haya gustado este relato.
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