Deportista de mis recuerdos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esto me pasó hace casi diez años. Ahora tengo 21 así que por aquella época debía tener 11 para 12 añitos.
Iba a clases de gimnasia por la tarde, dos veces en semana. Siempre que terminabamos la clase nos aseábamos para cambiarnos el chandal por la ropa de calle. Siempre coincidíamos yo y mis compañeros con un equipo de balónmano que terminaba entrenamiento a esa hora. Eran todos hombres de treinta y tantos ó más años de edad. Nunca me habían atraído los chicos. Pero en este caso era diferente. No podía evitar mirar sus pollas, grandes para lo que había visto, cuando se desvestían para ducharse. A veces, cuando llegaba a casa me masturbaba pensando cómo serían cuando se ponían duras y aún más grandes.
No pasé de estas fantasías hasta que un día me percaté de que uno de los hombres, uno de los más mayores, parecía exhibirse más de lo normal, como si supiera que me gustaba mirarle. Lo recuerdo como si fuese ayer mismo. No paraba de toquetearse su pene al descubierto, haciendo que se pusiera medio gordote. En una de mis ojeadas rápidas cruzó su mirada con la mía y no tuve duda de que sabía que no paraba de mirarlo. El hombre se metió en las duchas cuando todos sus compañeros ya se habían duchado. Dudé un momento y le dije a dos compañeros que estaban vistiéndose conmigo:
– Oye, creo que hoy voy a ducharme. No hace falta que me esperen ¿ok?
Así que cogí una toalla y me metí en las duchas. Me puse en la de al lado del hombre. Se estaba enjabonando el cuerpo. Era corpulento y tenía espeso pelo oscuro por casi todo el cuerpo.
– ¿No tienes jabón? Toma un poco – me dijo
Yo extendí la mano y echó un chorro en mi palma. El tipo empezó a masajerase la polla mientras yo me extendía el jabón. Luego abrió la ducha y empezó a aclararse. Yo lo miraba. Su pene era bien grandote, un buen pedazo de carne que ahora ya estaba casí totalmente hinchado, con su cabeza sonrosada apuntando hacia adelante.
– ¿No vienes todos los días, verdad? – preguntó
– Vengo a gimnasia un par de veces a la semana
Terminó de aclararse la cara y dijo de repente
– Oye chaval, no sé si podrías hacerme un favor…
– ¿El qué?
– Todavía eres chico, pero cuando seas mayor sabrás que los hombres necesitamos algunas cosas. Como por ejemplo que nos den cariño a menudo… en esta parte de nuestro cuerpo… – el tipo estaba frente a mí con la polla entre las manos, meneándola
– ¿No te gustaría tocarla?
Mi pequeña erección daba a entender claramente que lo estaba deseando. Se acerco más y pude cogerla. Estaba caliente y la piel era aspera. Apenás podía cerrar mi mano de lo gruesa que era. La estrujé adelante y atrás.
– !qué rico lo haces, chaval! – susurró
Después me puso su mano sobre la cabeza y me dijo: "puedes darme más gusto si te la metes en la boca…" Me agaché y comencé a chupar la cabeza con timidez. Su piel era más suave ahí. Pasaba la lengua y de la puntita le salía un poco de liquido clarito y pegajoso. Se mezclaba con mi saliva y le daba un sabor algo amargo. Yo estaba muy excitado porque nunca pensé que podría sucederme algo así en la realidad.
Al rato se inclinó para que me meterla dentro de la boca. Cedí gustoso y abrí mis labios para dejarle paso. Mientras con mi mano seguía agarrando su mástil para controlar la pronfundidad y no atragantarme con semejante trozo de carne. Él tomó mi otra mano y la acercó a sus huevos, dos macizas bolas bien pegadas a la base de su pollón de macho maduro. Los acaricié y con mis dedos los separé para palparlos mejor.
Tenía mis ojos cerrados disfrutando al máximo de todas las nuevas sensaciones. Mi mano recorriendo lo largo de su imponente pene, notando las numerosas venas hincharse. Mis dedos masajeando los huevos, comprobando su notable peso y tamaño. Mi boca, albergando la cabeza hirviente, que se movía en un acompasado vaivén. Y mi lengua que degustaba el rico sabor que iba destilando.
Así estuvimos un par de minutos que para mí fueron casi eternos. Entonces sacó su polla de mi boca, me cogió por la barbilla. Abrí los ojos y me dijo.
– ¿Todavía no has toma la leche de un hombre? – su voz hacía notar que estaba muy excitado
– No
– Bien, sigue tocandome las pelotas y abre bien esa rica boquita…
Me hizo levantar el rostro para que le mirase a la cara. Agarró firmemente su polla y empezó a menearla con rapidez. Después bajó el ritmo y su respiración se hizo más entrecortada. Acercó entonces la punta a mis labios entreabiertos. En mi mano notaba que sus huevos se habían puesto tensos.Yo esperaba algo más del liquido suave que ya había probado pero lo que lanzó dentro de mi boca fue un chorro de espesa y blanca leche. Notaba como encima de mi lengua se desparramaba por primera vez el calor del denso esperma de hombre adulto. Siguió echando varios chorros de abundante semen mientras veía como en su cara se reflejaba el placer de la corrida que estaba teniendo. Yo estaba fascinado sintiendo cómo su descarga iba llenando todos los rincones de mi boca. Cuando terminó de brotar leche, cerré de forma instintiva los labios porque su semen estaba a punto de rebosar por fuera. Ahora podía notar con detalle la maravillosa textura viscosa y el sabor un poco ácido y muy salado de su esencia. Tuve que abrir de nuevo la boca porque empujó su polla de nuevo al interior y en ese momento tuve que tragarme la mayor parte de la leche. Mientras movía lentamente su polla, ahora un poco menos dura, sentía como el calor del líquido pasaba de mi boca a mi garganta, y después llegaba a mi barriga. Yo estaba en el cielo, con la leche de ese hombre en mis entrañas, con su palpitante pene entre mis labios, descansando y recuperándose del intenso placer.
Su polla se desinfló poco a poco. La sacó de mi boca y después me dió un beso en los labios.
– Chico, no sabes que gran favor me has hecho
– Puedo volver a hacerlo, siempre que quieras – respondí rápidamente
– Bueno, como veo que te ha gustado podemos repetirlo en otra ocasión
Cogió su toalla y salió. Yo terminé de ducharme, con el sabor de su semen todavía en mi boca. Tuve que masturbarme ahí mismo de lo caliente que estaba. Cuando terminé y fui a vestirme ya se había marchado.
Pero a lo largo de otros cuatro meses repetímos muchas veces nuestros encuentros clandestinos en la ducha y bebí la sabrosa leche de macho que me tenía preparada. Pablo, que así se llamaba el gran hombre, nunca dió a entender que quisiera follarme por mi culito virgen aunque yo lo deseé durante el tiempo que tuvimos estas citas. Muchas veces me masturbaba pensando en su polla, y terminaba con un dedo metido en mi ano.
Y decirles que me considero heterosexual y ahora mismo tengo novia, pero esa experiencia tan joven con aquel hombre adulto me ha quedado en la memoria. Espero que hayan disfrutado de esta experiencia que he compartido con ustedes.
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