Doña Amparo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Esto que voy a contar me paso cuando Carlos y yo, que me llamo Eduardo, teníamos entre 15 y 16 años, de esto fue hace varios años, aunque el paso del tiempo no dejo que sigamos haciendo lo que empezamos a esa edad.
Carlos y yo ahora tenemos 21 años, mi amigo trabaja con su padre y yo estudio y muchas veces voy con ellos a trabajar, somos amigos desde el instituto. Carlos es colombiano y yo argentino, él vive con sus padres al igual que yo, pero lleva el añadido de que su abuela, la madre de su madre vive con ellos
Doña Amparo, una mujer viuda de 62 años, de caderas y nalgas muy generosas, tetas grandes, bastante entrada en kilos, muy risueña y siempre esta de muy buen humor. Nosotros a esa edad nos inventábamos a quien habíamos cogido, por donde, siempre veíamos pelis porno, teníamos las hormonas a flor de piel, estábamos detrás de todas las chicas que conocíamos, las queríamos coger, lo normal de muchachos de esa edad.
Una tarde en casa de Carlos, él me llama que venga rápido, yo fui y estaba con un calzón de su abuela, enorme, amarillento por delante, con un fuerte olor a orín, y donde iría el culo, tenía como manchas marrones, que pensamos que era la caca de la vieja, huy, haber visto eso fue para nosotros una locura, lo olíamos, lo manoseábamos como si estuviéramos manoseando a la vieja, lo apretábamos, y nos empezamos a hacer la paja, dejando ese calzón lleno de leche, Carlos lo dejo en la ropa para lavar y nos fuimos
Al otro día volvimos por si encontrábamos otro, pero no hubo suerte, rebuscamos haber si encontrábamos uno de su madre, pero tampoco, así pasamos un par de veces mas, y encontramos otro calzón de Doña Amparo e hicimos lo mismo que con el primero, yo creo que su abuela se había dado cuenta de que encontraba su ropa interior llena de leche, ya que los había empezado a dejar arriba, fácil de encontrar, ahora encontrábamos también el sujetador, enorme, pero perfecto para nuestras pajas, no nos dábamos cuenta que era todo muy fácil, hasta que una tarde, que pesábamos que no había nadie, estábamos oliendo y tocando el calzón de Doña Amparo, se abre la puerta del lavadero, "así los quería encontrar, muchachos mal criados, ahora se quien me deja mis calzones todos escurridos de leche", nos decía con cara de pocos amigos, y nosotros parados, con los pantalones en los tobillos y nuestras pijas duras, no sabíamos que hacer, "y miren como están, desnudos y con sus vergas duras", nos dijo la abuela de Carlos, nosotros nos queríamos morir de la vergüenza, "pero y por que hacen eso muchachos del demonio?", nos seguía diciendo Doña Amparo, nosotros no podíamos decir palabra, estábamos asustados, no sabíamos que hacer, ya se notaba que Doña Amparo se divertía con nuestra situación, tenía una mueca de sonrisa en su cara redonda, "que desperdicio de leche", nos dijo, recogiendo su pelo que lo tiene hasta la cintura en una coleta y ella nos agarro de la pija de cada uno y así como estábamos mi amigo y yo, nos llevó al salón, donde se sentó en un sillón y nosotros parados frente a ella con nuestras pijas duras, se metió la pija de Carlos en su boca primero empezando a chuparlo y luego la mía, Carlos y yo nos miramos sin poder creer lo que su abuela nos estaba haciendo, de como nos estaba chupando nuestras pijas, "ahora en vez de escurrirse en mi calzón se escurren en mi boca", nos dijo Doña Amparo, y siguió chupando una y otra pija sin dejar de acariciarnos, hasta que Carlos se empezó a acabar en la boca de su abuela y yo temblaba de los nervios, esperando mi turno, hasta que luego de tragar la leche de Carlos, me siguió chupando mi pija hasta hacer que me acabe en su boca, Carlos y yo estábamos en la gloria, nuestro primer polvo con una mujer, aunque esa mujer es la abuela de mi amigo, "la leche no se desperdicia, es pecado", nos dijo, relamiendo sus labios y lamiendo nuestras pijas de nuevo, "así que ya saben lo que tienen que hacer", nos dijo, poniéndose en pie y dejando que mi amigo y yo nos arreglemos la ropa, ella se fue a hacer vaya a saber que riendo a carcajadas de nuestras caras de asombro. Así fue que empezamos a dejar que Doña Amparo nos chupe la pija todos los días y se trague nuestras leche.
Un día como cualquier otro, Doña Amparo nos estaba chupando la pija y le pedimos si la podíamos ver desnuda, ella nos miro, y nos dijo que fuésemos con ella a su habitación, nosotros la seguimos y cuando entramos nos hizo sentar en el borde de su cama, que era una cama grande y dejando que la veamos, se empezó a quitar la ropa, quedando completamente desnuda, unas tetas enormes y que le caían hasta su barriga, una cocha muy peluda, un culo de nalgas grandes y lleno de celulitis, a nosotros se nos parecía la mujer mas hermosa del mundo viendo a Doña Amparo desnuda, no nos atrevíamos a tocarla, aunque ganas no nos faltaban, "haber una para cada uno", nos dijo agarrando sus enormes tetas y dejando que Carlos le chupe una y yo la otra, nos parecía mentira estar chupando las tetas de Doña Amparo, agarro una mano de su nieto y se la llevó al culo y una mano mía y la llevó a su concha, "acaricien mi culo y mi cuca también", nos dijo dejando que le metiéramos mano mientras ella seguía acariciando nuestras pijas, a Carlos lo hizo acostar sobre la cama y vi como le agarraba la pija y se la metía en la concha, gimiendo cuando desaparecía toda dentro
"Eduardo, ponte detrás mio", me dijo, levantando su culo, que a mi me parecía muy grande pero hermoso, vi como se abría sus nalgas dejando que le vea su enorme ojete, "intenta meter tu verga en mi culo", me dijo sin soltar sus nalgas, yo me fui ubicando como mejor pude, pero por mi falta de experiencia, ya que mi amigo y yo nos estábamos estrenando no podía, ella con su mano, como pudo me ayudo a acomodar mi pija contra su ojete y me dice que empuje, yo me quería morir al sentir como mi pija le entraba en el culo a Doña Amparo y se empezó a mover, estaba en medio de mi amigo y de mi, Carlos tenía su pija dentro de la concha y yo dentro del culo de su abuela, así nos movíamos los tres, nosotros con la inexperiencia y ella con su gordura nos arreglamos para poder coger lo mas rico posible, las tetas de Doña Amparo se chocaban contra la cara de mi amigo, y yo la agarraba fuerte de sus caderas y metía mi pija lo mas adentro que podía de su culo, "huy que ricas vergas me estoy comiendo, que rico que me cogen", nos decía moviendo su cuerpo y haciendo que nosotros movamos nuestras pijas dentro de ella, "así Carlos, sigue cogiendo mi cuca, que rico que me coges, y tu Eduardo, no dejes de mover tu verga dentro de mi culo que me estas cogiendo muy rico, denme verga, denme verga", nos pedía Doña Amparo, hasta que nos acabamos dentro de ella, yo sentía gemir a Carlos mientras se acababa en la concha y yo casi grito cuando me empecé a acabar dentro del culo de Doña Amparo, "así, que rica lechita me están dando, ahora cambien de lugar, ven Eduardo y me coges la cuca, y tu Carlos, metes tu verga en mi culo", nos dijo la abuela de mi amigo
Nos cambiamos de lugar y le metimos las pijas, yo por la concha y Carlos por el culo a su abuela, haciendo que Doña Amparo gima de placer al sentir nuestras pijas dentro de ella de nuevo, a medida que la seguimos cogiendo, yo sentía la leche de mi amigo, salir de la concha de Doña Amparo de tan llena que la tenía y se deslizaba a mis huevos, pero no me importaba nada, quería seguir cogiendo, quería seguir cogiendo a Doña Amparo, mientras que Carlos se quejaba, porque cuando metía y sacaba su pija del culo de su abuela, se ensuciaba con la leche que yo le había dejado dentro de su culo, y al sacarla y volver a meterla, hacía un sonido como si Doña Amparo se tirara pedos. Doña Amparo gritaba y nos pedía que no paremos de cogerla, "así, que rico me cogen, sigan dándome verga, no paren" y los tres nos movíamos como locos, ahora sus tetas golpeaban mi cara con el movimiento que hacíamos al estar cogiendo a la abuela de mi amigo, sentía su barriga, aplastarse contra mi cuerpo, "así, no paren de cogerme, no paren de darme verga", gritaba ella temblando, cansada, pero seguía pidiendo mas y mas pija, y mi amigo y yo la seguíamos cogiendo como locos, hasta que empiezo a acabarme de nuevo dentro de su concha ahora, gimiendo de placer y escucho como Carlos, también empezó casi a gritar, ahora llenando el culo de leche de su abuela
Doña Amparo temblaba como si tuviera frío, y siento algo liquido y caliente que salía de su concha y caía sobre mi, no se si era la leche que le había dejado Carlos primero y después yo, o se estaba meando de placer y Carlos se movía mientras estaba acabando y se escuchaba como le salían pedos del culo a Doña Amparo. La abuela de Carlos y nosotros caímos rendidos de cansancio sobre la cama
Doña Amparo respiraba como si fuera a tener un ataque de algo, de lo agitada que estaba, "que rico como me cogieron", nos dijo, acariciando nuestras pijas y llevando a su boca sus manos con lo que había sacado de nuestras pijas. "Si quieren les mano las vergas todos los días, pero coger si que no, me van a matar de placer", nos dijo, haciendo que nos acostemos a cada lado de ella, y mientras le acariciábamos las tetas, ella nos acariciaba la pija a nosotros.
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