DOÑA GREGORIA. MI NOVIA DE 60
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hansolcer.
Tratare de contar algo quizás no muy sensual, pero que está dentro de mi cassette de memoria como parte de esas aventuras de sexo de juventud jajaja.
Tendría yo unos 13 o 14 años. Recuerdo que a mi casa llegaba una señora ya mayor, como de 35 o más. Ella siempre bromeaba con mi madre que yo era su novio, cosa que a mí me parecía de mal gusto.
Doña Gregoria (Así le llamare) era no muy agraciada de físico, bastante flaca y descuidada en su vestir, además de llevarme tantos años como dije antes. En mi cantón tenía fama de ser presa fácil de los señores para echarse una cana al aire y terminar cogiéndola en cualquier rincón solitario. Repito, ella no era mi tipo.
Un día que caminaba dentro de una pequeña finca cerca de mi casa, pude escuchar ruido entre la maleza y voces que me decían que no estaba solo en el lugar. Aunque no le di importancia camine sigiloso, como cazador tras su presa hacia aquello que había llamado mi atención.
Camine varios metros hasta ubicarme tras unos arbustos, en un pequeño claro de la maleza pude ver algo jamás pensado. Eran dos personas cogiendo, veía el culo del hombre balancearse y lanzarse con fuerza hacia adelante. Al parecer estaba a punto de acabar pues acompañado a su movimiento de caderas, rugía como si el aire de sus pulmones se le hubiera acabado. El tipo estaba gozando jajaja.
No sé porque, pero estaban a medio vestir. El con los pantalones hasta las rodillas y ella conservaba su vestido. O tenían prisa, pero ella solo se había quitado sus calzones y el solo se los había bajado. Aun así cogían de lo lindo.
Como es natural ante la situación mi verga se empalmo con solo oír los gemidos del sexo, y me dispuse a ver aquella escena hasta que terminara. Desde mi escondite mi visión se limitaba a ver el culo del fulano entre las piernas flacas de su hembra, a quien parecía quererle enterrar hasta los huevos.
Al parecer terminaron. El se aparto de ella y se paro aun con sus pantalones abajo, ella se incorporo y quedo sentada. Era Doña gregoria, tenía su pelo en desorden y su cara llena de sudor, daba muestras de haber recibido una buena ración de sexo. Pero no estaban solos, como Don Polin (nombre ficticio) se encontraba con el rabo al aire y medio masturbándose, pude ver como dos pequeños se acercaron hacia él y de manera ingenua le preguntaban acerca de su miembro.
– Don Polin – Dijo Dolores la mayor de los hijos de Doña Gregoria- Que grande tiene su pito.
Y que grueso – decía la niña- admirada.
Ella tendría unos 14, su hermanito talvez 12. Nos conocíamos aunque no nos tratábamos mucho, eran un poco alejados del resto de los chicos de nuestra edad, rara vez salían de sus casas. Vivian en la parte más alejada de la comunidad.
El pequeño Julio también se complacía en ver aquella herramienta que minutos antes se había tragado su madre. Los dos niños estaban embelesados viendo muy de cerca la verga que Don Polin muy amablemente dejaba que los chiquitos curiosearan.
– Quieren tocarla – pregunto el viejo- al momento que con sus manos les acercaba aquel buen pedaxo de carme semi erecto y morcillón.
Toquen pero despacito eh. Dolores toca la cabecita, descubre la cabeza y acaricia mis bolsas. Vengan no tengan miedo que no muerdo jejejeje.
El viejo parecía complacido de la ingenuidad de los chicos. Estos más por curiosidad que por morbo creo yo, estuvieron por un buen rato dándole caricias a la verga de Don Polin, Dolores hasta le dio un par de besitos y algunas mamadas al miembro, cosa que hizo que pronto ese instrumento estuviera listo para volverse a enterrar en la vagina de Doña Gregoria.
– Ya ve mi amor – dijo el viejo-, mejor los niños me dan gustito en mi pito y no usted.
– Es que no me gusta – dijo ella abriendo sus piernas y dejándose coger-.
Don Polin se metió otra vez entre las piernas de amante y dale de nuevo al perreo. Pude oír cuando de nuevo se descargo y como daba gemidos de gusto ante los niños. Esta vez se subió los pantalones y después de despedirse se dirigió con rumbo hacia donde yo estaba, razón por la cual tuve que deslizarme entre matorrales e irme a esconder a otra parte. Ya ahí me masturbe como si estuviera viendo la escena antes descrita.
Jamás se dio la oportunidad de hablar con Doña Gloria del asunto, aunque coincidimos muchas veces ella y yo seguimos viéndonos como meramente vecinos. Sus hijos crecieron, yo igual. Ella siguió como antes, de oídas escuchaba historias en donde ella era la protagonista, como cuando se junto con un vecino al que apodaban manguera. Este era famoso por tener ese tipo de vergas que hasta las putas se le corrían, pero Doña Gregoria se hizo su mujer y como es de suponer desfruto de tener en su casa semejante verga.
Ustedes se preguntaran: ¿Por qué el preámbulo de este relato? Como dije al principio, talvez no resulte sexi, pero es algo que viví y quiero compartirlo.
El día de mi historia llegaba a mi vecindario noche, cansado y con pocas ganas de entablar conversación. Yo, hoy de 35 años recién baje del autobús y me dirijo a mi casa, veo que delante de mí va Doña Gregoria, esa señora que decía ser mi novia, tendrá al momento casi 60 años. Sin maquinar nada me sonrió para mí, una chispa de picardía me nubla el pensamiento y decidido camino hasta darle alcance.
– Buenas noches – dije -. ¿Porque tan sola, no tiene miedo que se la roben?
– ¿Quién se roba una viejita como yo? – dijo. Hola ¿Como esta?- Me pregunto-.
– Por ahí pasándola – conteste-.
– Como se burla, verdad – me recrimino -.
– ¿Por qué? – dice frunciendo un poco la frente.
– Usted sabe. Cuanto me ha gustado usted desde chiquito, como he deseado que sea mi novio, pero usted nunca me ha “parado balón”.
– Jajaja – reí -. Y porque no aprovechamos ahora. Usted dígame cuando y vale, le damos vida a lo que usted quiera – dije casi en broma -.
– No me vaya a engañar –casi me amenazo-. Váyase adelante y me espera donde termina la luz, yo llego en cinco minutos.
– Vale
Camine rápido casi sin creer lo que pasaba. Mi verga estaba empalmada como si ignorara que la mujer que estaba por follarme era una vieja de 60 años y para colmo no tan guapa como yo quisiera. Llegue al lugar indicado y espere como adolecente. Estaba nervioso y para calmarme encendí uno de mis cigarros, antes de que este se acabara apareció Doña Gregoria.
No hubo preámbulos, tire mi cigarro y la hale hacia mí. La abrace y rápidamente tantie sus caderas, su espalda. Ella me impidió tocar sus pechos, disimuladamente bajo mis manos a su culo y me besaba tímidamente.
– Me voy a quitar el calzón – dijo -.
– No – respondí -. Ese es mi trabajo. Sabe una cosa, si vamos hacer esto, lo haremos bien, despacio. Le aseguro que vamos a coger y vamos a querer repetirlo otra vez.
Mi miro incrédula y se dejo llevar. La estuve magreando varios minutos y sutilmente le tomaba sus manos para llevarlas hasta mi verga. La obligaba a manosearme, cosa que ella parecía no gustarle pues disimuladamente la apartaba y la colocaba sobre mi espalda mientras nos besábamos.
– Sabe que – dije- . Usted dice que yo siempre le he gustado ¿Verdad? Entonces, déjeme hacer esto a mi manera. Déjese llevar y le prometo que no se va arrepentir.
Ella al parecer acepto pues empezó a darme más libertad. Yo le besaba en la boca, su cuello, tocaba su espalda, sus nalgas y aun con la poca resistencia que ponía metía mi mano bajo su vestido hasta rosarle parte de su peludo chocho.
Le restregaba mi bulto por encima y trataba de meterme entre sus piernas.
– Vamos a mi casa, o si quiere ¿Vamos a la suya? – dijo-.
– Mi casa está muy lejos – le susurre al oído- Si se puede vamos a la suya o donde usted quiera.
– Si verdad, ha de estar su mujer – dijo en tono irónico-.
– Usted sabe que estoy solito y disponible – dije también ironizando-.
No se dijo más y caminamos rumbo a su casa. Estaba no muy lejos del lugar, bastante apartado de la zona urbana. Entramos y sin detenernos llegamos a donde al parecer dormía. Había 3 camas separadas entre sí, y adivinando cual sería la suya la acosté en ella. Yo me coloque a su lado y loco de pasión me dedique a besarla, en la boca, cuello y entre sus tetas. Por increíble que parezca eran chicas y duritas, de pezón grande color negro claro.
Gregoria aunque no se resistía mucho, al llegar a esa parte de su cuerpo se retiraba como niña inocente e inexperta.
– Usted me hace cosquillas – decía-.
– Mas te voy hacer mamacita – dije -, cuando te mame todo el chocho.
– Como va a creer – aseguro. Eso no es normal. Yo no estoy acostumbrada a esas cosas, hagámoslo pero como la gente porfa, si mi amor rico. Métame esa verga ya, pero normal. Así siento rico, pero yo no estoy acostumbrada por favor – suplico-.
– ¿Sabe qué? Yo soy adulto y usted una mujer. Usted dice que yo le gusto, ¿Quiere que sigamos?, hagámoslo, pero a mi modo.
– Usted es mi sueño papi, pero entienda.
No conteste. La mire a los ojos y pareció entender pues dijo suspirando:
– No sabía que usted era un gran pícaro. Está bien, pero no se enoje porque no es mi culpa.
No sé porque, pero creí entenderla. Envalentonado metí mis manos en sus pechos y los toque a placer. Le desabroche su blusa y la deje completamente encuerado de arriba, por largos minutos me deleite saboreando esos pechos de señora con características de niña. Subí su falda y ya sin resistencia por parte de ella empecé a meter dedo en su rajita, le abría su chocho y tocaba sus labios vaginales. Al llegar al cliptoris se retorcía y cerraba sus piernas pidiéndome a ruegos que la penetrara.
Aunque estaba completamente excitado trate de olvidarme del momento y abriéndole completamente sus piernas metí mi cabeza para empezar a darle lengua como si me fuera la vida en ello. Ella encorvaba su cuerpo y retiraba su cabeza sobre la almohada, sin hacerme daño apretaba mi cuello con sus piernas y gritaba que se moría. Sin exageración alguna, su vulva prácticamente me escupió en los labios con su acabada. El sabor de su liquido quedo en mi paladar y termino de empalmarme, me desvestí completamente y me hinque entre sus piernas dejándola ver mi verga en mi mano.
– Degenerada – le dije sarcásticamente- me mojo toda la boca. Ahora yo voy acabar en usted.
Estiro su mano pidiéndome que la cogiera. Trato de incorporarse, pero suavemente la empuje sobre su espalda y seguí masturbándome. Mientras lo hacia veía su chocho abierto frente a mí, con mi mano derecha me pajeaba y con la izquierda le sobaba el cliptoris. En cuestión de minutos acabe bestialmente, me coloque sobre su vientre y deje caer cada uno de los muchos chorros de mi leche sobre sus pechos y parte de la cara. Deje escapar un suspiro de placer y me acosté de espaldas en la cama.
– Ahora corazón, tienes una gran tarea – le dije-. Tienes que revivir mi pajarito, pues por tu culpa está cansado ok.
Creo que entendió la indirecta, pues aunque de manera torpe y a consecuencia de haberle halado su cabeza hacia mi verga, empezó a metérsela en la boca. Prácticamente me toco guiarla en cada parte del proceso, hasta que finalmente acabo por terminar mamándomela de manera adecuada.
– ¿Quien duerme acá? – Pregunte señalándole las camas que estaban al lado.
– Mis hijas – dijo casi sin poder hablar con gran parte de mi miembro en su interior.
– ¿ Y donde están?
– Ya van a venir.
– ¿Que va pasar cuando vengan – pregunte nervioso-.
– Nada. Si se dan cuenta de que estoy adentro, se van a esperar.
– ¿Y si no se dan cuenta?
– No se preocupe- afirmo-. Ellas aunque mayores son como niñas, Dolores aunque tiene un hijo es como una chiquilla. Recuerde que nunca ha tenido marido, tiene su chamaco porque la violaron. Mercedes nunca ha tenido novio, pues cree que todos son malos.
El pensar en lo dicho por Gregoria mientras me mamaba la verga, aunque me resultaba de nervios que me hallaran cogiéndola, también me llenaba de morbo. Recordaba aquella escena cuando de chico descubrí a mi hoy amante cogiendo mientras era observada por sus hijos.
Sentía mi polla volver a la vida con cada lengüetazo que recibía. Como Gregoria parecía haberle hallado el gusto yo estaba casi totalmente empalmado. Se escucho ruidos afuera y sentimos que alguien llegaba al interior de la casa. De un salto de adolecente Gregoria se levanto y poniéndose un vestido salió al cuarto que servía de sala y recibió a sus hijas. Aunque no pude saber su conversación la vi llegar diciéndome que sus niñas se iban estar afuera. Se quito sus ropas y se acostó junto a mí de espaldas, abrió levemente sus piernas y me dijo:
– Ahora métame esa vergota. Quiero sentir como me llena de leche toda mi cosita.
– No mamacita. Vas a sentir como te cojo, pero por el culo.
– No mi niño. Eso si no. Lo podre querer mucho, pero mi culito nunca voy a dejar que me lo rompan.
– Ok entonces te veo otro día
– Papi, porfa. No se enoje – dijo casi llorando-. Tanto tiempo que espere para esto, por favor cójame
– A mi modo.
– Pero despacio, porque me va doler si.
– Estas en las manos de un experto jijiji – reí entre labios-.
La puse en cuatro y con mi verga en la mano empecé a ensalivarle el culo con mi boca. Pasaba mi lengua de arriba abajo mientras le pegaba pequeñas nalgadas con mi mano izquierda. Le sobaba sus caderas y le colocaba la cabeza de la verga en su ojete, pero no la penetraba. Ella culeaba hacia mí.
Aun inmerso al cien en la cogida que estaba a punto de dar, podía escuchar afuera las vocecitas de las hijas de Gregoria. Escuche que sabían que era yo, que espiaban, que veían que la tenía en posición de perro y como escuchaban gemir de gusto.
– Puta madre – dijo una de ellas -. Mira la verga que se maneja Don Robert. ¿ Como le hace mi mama para conseguir una polla tan rica?
– Eh – dijo la otra -. Que tan ansiosa estas de verga que hasta te imaginas que esta rica.
– Si no estuviera buena esa verga, ¿Cómo crees que mi madre esta tan feliz de que la estén cogiendo.
– Déjame ver -dijo la otra -. Yo creo que se la va meter por el culo. jajajaja, mira como se mueve, que envidia. Si me invitaran con gusto entro y me dejo coger por Don Robert.
– Regalada
– Déjame ver
Se callaron. Yo sabía que estaban viendo, y me abrace a la espalda de Gregoria y le dije al oído:
– Tus chamacas están espiando.
– Peor para ellas. Yo les digo que se consigan marido – dijo quedito -. mire ahí las tiene con más de 30 cada una y solteras.
Era cierto. Dolores era casi de mi edad, la menor tendría 30 máximos y esta no tenía hijos. Ante la respuesta de la señora de la casa decidí darle rienda suelta a lo que estaba haciendo. Me pase justo frente a la cara de Gregoria y le ofrecí mi verga. Se la metí en su boca y con mis manos le agarraba la cabeza simulando que me la estaba cogiendo, descaradamente arqueaba mi cuerpo hacia atrás para demostrar el gusto que me daba estar enterrando toda mi tranca en esa boquita algo inexperta.
De vez en cuando se la sacaba y la dejaba fuera el suficiente tiempo para que las espías pudieran contemplarla mejor. Fue con el mismo morbo que pude colocarme en un perfecto 69, siempre tratando de mostrar mi miembro en toda su extensión. Otra vez pude recibir otro buen puñado de jugos vaginales en mi boca y de nuevo mi tranca se puso como loca. Las venas parecían querer estallar de la presión de estar completamente excitado.
Me zafe de donde estaba y le dije a Gregoria sin que se oyera fuera:
– Esas chamacas, si tanto quieren estar viendo porque no entran. Me ponen nervioso – dije mientras me tocaba la verga y la ponía muy cerca del culo que iba a penetrar.
– Tranquilo papacito, pero ya no me haga sufrir. Cójame si
No pude negarme. Solo que con toda la intención del mundo me coloque acostado de espalda con los pies hacia la puerta. Le pedí a Gregoria que se subiera en mí, pero también viendo hacia el mismo lugar. Quedamos de tal manera que cuando mi verga entrara en su culito seria visto totalmente por sus hijas en primer plano. Todo salió perfecto, desde mi posición veía como bajaban las flacuchas caderas al irse comiendo mi verga ese ojete que parecía mas virgen que niña de 15. tardamos, ella controlaba la penetración y a fuerza de detenerse con sus manos en la cama avanzaba centímetro a centímetro.
– Que barbará – se escucho afuera -. Se la trago toda-
– Puta madre, que rico. Mire la cara de mama. Esta feliz
– Pero le dolió. Mira está llorando.
– Quien no. Mire como es de gruesa, mire esas venotas y esa gran cabeza. Qué envidia
– Entre pues.
– Mejor voy al baño. Necesito una masturbada jajaja
Yo adentro solo disfrutaba ese culito de 60 años, estrecho, caliente y con buen ritmo. Si la vieja ahora cabalgaba como buena puta, gemía dejándose caer rico sobre mi verga. Se recostaba sobre mi pecho y continuaba. Fue así cuando emitió un gran y agudo quejido.
– Voy acabar ahhh. Voy a terminar ahhh. Métame toda la verga. Hasta el fondo, dele duro quiero sentirlo todo, todo. Ahhhhh
Prácticamente cayó sobre mi aun con mi verga adentro. Se la saque y me pare exhibiéndome ante quien estuviera fuera. Me senté junto a ella y le dije:
– Debieras dejar entrar a las chamacas ya – le dije -.
– Diles que entren pues. Pero usted (después de tu me trato de usted) no se va todavía. Jamás me habían cogido así, y creo que nunca acabe tan rico. Qué buena verga papi, me la quiero comer toda la noche. ¿Que resistencia, verdad que no acabo?
– No dije – sonriendo y pensando-. Me estoy guardando para más noche.
– Chamaca puedes entrar – grito-.
– Voy al baño ok
– Bien bebe, ahorita te preparo algo de comer
Me puse mis pantalones y salí viendo a la menor de las hijas que estaba junto a la puerta. Esta disimuladamente bajo la vista pues aun con pantalones mi erección formaba una carpa
– Buenas noches Don Robert – dijo riendo-. Debería de ir al baño. quizás encuentre ahí a alguien que necesita ayuda.
– De verdad – pregunte sonriendo pícaramente-, y será que solo una persona necesita ayuda. Le guiñe un ojo , seguidamente me encamine hacia donde me decían.
– Y tu hermana – escuche preguntar a Gregoria a su hija menor-.
– En el baño, creo que se está dando dedo en honor a una verga que acaba de ver.
– Pues creo que no solo se va dar dedo. ¿Roberto va para verdad?. Mi hija en toda mi puta vida no me habían cogido así, como mujer, con deseo de hacerme sentir rico y eso que he tenido hombres con vergas que hasta espantan. Pero este es diferente aunque por verga no se sufre eh., pero que rico coge.
Hagámosle comida que creo que se va tardar en el baño. Dolores, Dolores – dijo refiriéndose a su hija que estaba masturbándose-. Qué suerte tendrás si tienes la dicha de ser su mujer.
– Y tu mami ¿ No quieres probar las mieles del placer?
– Pero ¿ Cree que él quiera?
– De querer no sé, pero que si tiene verga para todas nosotras no lo dudo. Cuando venga se lo proponemos vale
En mi recorrido al baño iba pensando – y creer que no quería -. Bueno al menos el día termino con un buen polvo. Es toda una putita la vieja y si se descuida le cojo a las hijas. Mi pensamiento fue roto por esos leves, muy leves quejidos en el interior del baño.
Me acerque y vi la puerta abierta. Dolores estaba encuerada de la cintura hacia abajo y se sostenía con una mano a la pared y con la otra se tocaba el chocho. El ojete de su culo estaba abierto indicándome que recién se había introducido los dedos.
– Cójame a mí también, Métamela en el culo ahhhh ahhhh ahhhh
No lo dude ni un instante, me baje los pantalones. Mi verga solo había echado leche una vez y mis huevos empezaban a resentir el auto limitarme para no acabar. Me coloque en la entrada de la puerta del baño y dije:
– Veo que está ocupado, pero veo que los dos tenemos algo en común. ¿ Qué te parece si nos ayudamos mutuamente eh ?
No me contesto, sonrió. La vi abrir sus piernas y colocarse de tal manera que podía mamarle yo estando atrás. Como escuche que aun tenían que prepararme algo de comer y tenía que esperar, mientras tanto decidí comerme ese chocho que se me ofrecía.
Verdaderamente fue una noche larga entre hembras con sed de sexo desde hace mucho tiempo.
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