El agarrón que me dio un judio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Debo decir , con tristeza , que esta historia es totalmente real y si ahora me atrevo a escribirla es como una terapia para tratar de superar los traumas que me generó.
Todo empezó cuando estaba en secundaria y por desgracia mi papá se quedó sin empleo, con siete hermanos , la vida se puso tan complicada que me pidió a mí, que era la mayor en esa época , que me pusiera a buscar trabajo si es que quería seguir con mis estudios de prepa. Tenía casi 15 años y era una buena chica que pensaba como cualquier adolescente en el primer amor, mi ilusión era que un niño de mi salón me llevara agarrada de la mano hasta mi casa y me diera unos besos en la esquina de mi calle, eso era lo común. A pesar de mi edad tenia un cuerpo algo desarrollado, eso les encantaba a mis compañeros que a veces trataban de pasarse de listos e intentaban tocarme los pechos que eran algo protuberantes para mi edad y es que había heradado el cuerpo de mis tias, que tenían senos muy grandes y traseros prominentes. A pesar de eso me preocupaba más por la escuela y me gustaban mucho la clase de historia, biología y español. Quería entrar a la prepa y después estudiar una carrera.
Sin embargo todos mis sueños se fueron por la borda cuando entré a trabajar al maldito negocio del judio. Mi propio padre me llevó. El judio tenía una fábrica de ropa y mi papá fue humildemente a pedirle una oportunidad para su hija como costurera de cosas manuales. El judio me miró de arriba a abajo, preguntó si sabía coser a mano y si no era una chica escandalosa que sólo perdiera el tiempo. Mi padre aseguró que no, que yo era una niña decente y bien portada. El judio sonrió mientras se agarraba la barba y algo rato noté en su mirada, pero confiando en que mi papá estaría al tanto de todo me quedé tranquila.
Todas las tardes después de salir de la secundaria iba a la fábrica, no me gustaba. Las costureras tenían una forma vulgar de expresarse y eso me disgustaba. Hacían chistes de doble sentido e intentaban bromearme sobre mi virginidad. Me sentía fuera de lugar todo el tiempo y sólo esperaba que llegaran los fines de semana para cobrar la miseria que me pagaban y entregársela intacta a mis papás.
Iba a la fábrica con la ropa de la escuela ya que no me daba tiempo a cambiarme. Usaba una falda de cuadros gris con azul, blusa blanca y calcetas blancas largas hasta la rodilla. Me habia estirado un poco en los tres años de escuela y llevaba la misma falda desde el primer año, últimamente la sentía demasiado corta. Intentaba bajarla, pero en cuanto me descuidaba parecía que se me subía sola y no podia evitar mostrar las piernas. Notaba como los empleados del taller me miraban, sobre todo porque la blusa se me abria a la altura de los pechos y se veía estirada. Yo me sentia incómoda, pero hacía tanto calor ahí que era imposible que me pusiera el sueter para cubrirme un poco.
Una tarde mientras yo estaba pegando unos botones , la blusa se me desabrochó del botón a la altura de mis pechos; yo no me di cuenta, pero de pronto vi que el judio me observaba descaradamente las piernas y el escote. Cuando levante la vista se volteó de inmediato. Rápidamente me abroché el botón y seguí con mi labor.
Esa noche empezó a llover muchísimo y mi papá me habló al celular y me dijo que llegaría muy tarde por mí, que lo esperara porque había mucho tráfico. No podía hacer otra cosa más que esperarlo en la puerta de salida y mientras las otras empleadas empezaron a irse el judio que se llamaba don David, me preguntó que por qué no me había ido. Yo le conte que mi papá llegaría tarde y el muy encajoso me dijo que me metiera a hacer otros trabajos de costura segun el para que no me aburriera. Lo obedecí con desgano y un poco de temor ya que la fábrica se estaba quedando vacía.
Una sensacion rara se apoderó de mí cuando el último empleado salió. Yo me levanté y le dije:
– Don David, mejor espero a mi papá en la puerta.
El me contestó que no, que me metiera porque quedaría empapada. Obedecí con desgana y seguí cosiendo un dobladillo. Él estaba en su oficina, de pronto me habló:
– oye niña ven acá. Acaba de hablar tu papá y dice que si te puedo cuidar acá un par de horas porque llegó uno de sus compadres y tiene que atenderlo. Así que mejor vamos a platicar un rato, ya debes estar cansada de tanto coser.
Entré tímidamente en su oficina y me senté en la silla de los empleados. El estaba sentado en su silla de piel.
– A ver, mejor sientate acá y me señaló un sofá grande donde se sentaban los clientes y proveedores. – ya debes estar cansada de esas sillas duras.
Me senté mientras intantaba taparme las piernas y el escote, sin mucho éxito. Pasó a sentarse en el mismo sofá y empezó aflojarse la corbata,
– y a ver, cuentame Valeria( ese es mi nombre), tienes novio?
Yo le contesté que no, que había tenido novio el año pasado, pero que duró muy poco, así que consideraba que no.
– Ah mira, y con lo bonita que estás, nadie se ha fijado en ti?
Yo dije que no tenía tiempo ya que tenia que trabajar y estudiar para el examen de la prepa. Don David poco a poco se acercaba a mí, podia sentir el olor de su loción y también podia ver de cerca su cabeza calva y su barba un poco canosa. Tenía una sensacion extraña de miedo y a la vez de curiosidad. Era algo raro que sólo había sentido cuando veía algunas escenas de adultos en las películas.
De pronto estuvo junto a mi y me tomó la mano.
-Sabes niña, desde que te vi me gustaste mucho. Empezó a acariciarme las dos manos y a besarlas. Mi primer instinto fue quitarlas.
– no tengas miedo, no va a pasar nada que tu no quieras. Se acercó a mi cara muy lentamente y puso sus labios sobre los míos. Metió sus manos entre mi cabello y empezó a acariciarlo, después mi cuello. El tacto era agradable y pese a mi miedo. Lo dejé seguir. Unos segundos después le dijé:
– Don David, no, déjeme.
– por qué no princesa, sé que tambien te gusta. Sin soltarme me dio el primer beso. Fue extraño, solo había besado a mi novio del año pasado y no era nada similar. Don David tenía labios gruesos y parecía querer comerme. Mientras me besaba me acariciaba el cuello. Me levantó del sofá y me puso frente a él. Soy muy bajita y él era un hombre alto y robusto. Empezó a abrazarme de la cintura parecía no despegarse de mis labios. Lentamente empezó a tocarme las nalgas sobre la falda Y después los pechos. Fue ahí que comencé a sentir algo especial.
Lentamente me levantó la falda y me acaricio las piernas, poco a poco fue subiendo y metió el calzón entre las nalgas y empezó a tocarlas suavemente, pero con pasión:
– mira nadamás chiquita, que culote tienes, que nalgotas. Decía mientras me masajeaba con delicadeza con ambas manos.
– sr, no por favor, déjeme, mi papá ya va a llegar. Estaba roja de verguenza
– no niña no va a llegar, y tú lo sabes, asi que no te apures que tenemos muuucho tiempo.
Yo no sabia bien a bien como reaccionar. Tenia mucha pena, pero también esa rara sensación de lo prohibido y lo placentero que estaba resultando. Continuó besandome en la boca a pesar de mis protestas mientras me acariciaba las nalgas. Comenzo a desabrocharme la blusa.
– vamos a ver que hay por aquí, dijo en un tono lujurioso.
Casi me arranca los botones con sus manos grandes. Yo sentía morir de vergüenza e intentaba inútilemente taparme. La verdad es que mis pechos ya eran grandes para mi edad , pero lo que pareció enloquecerlo fue cuando por fín me desabrochó el brassier por enfrente y pudo ver mis areolas que eran muy grandes y sonrosadas. Se abalanzó , primero a tocarme y luego a lamerme, con gran excitación me dijo:
– Mira nadamas que buen par de tetas tienes! Ah que ricas, qué chichotas amor. Yo sentía morir de pudor. Sin embargo esas palabras y esas caricias para mí tan atrevidas, poco a poco empezaron a hacerme cambiar de opinión.
Veía su cabeza calva entre mis pechos y sentia sus manos tocandome al mismo tiempo las nalgas . Su lengua acariciaba y chupaba ávidamente mis areolas y luego con sus manos juntaba mis pechos y metía entre ellos la lengua y su antebrazo.
– ay mamacita , que escondidas tenias estas cosotas, sabia que eras de tetas grandes, pero no me imaginé que tan ricas, mmmmm , niña estás hermosa! Yo ya no saabia que decir, empezaba a disfrutar de esas caricias pervertidas. Mientras él se aprovechaba de mi cuerpo, a su gusto , yo empecé a sentir algo que escurria dentro de mi cuerpo. Era el líquido lubricante qué pocas veces, muy pocas, había sentido. Y nunca de esa forma. Ese hombre horrible se levantó por fin del sillón y se puso por detras mío y me restregó su miembro en las nalgas. Estaba vestido, pero aún así senti que era muy grande y sentí miedo.
– qué sientes muñeca, te gusta, ya viste como me tienes.
– Don David, por favor, déjeme ir, soy virgen, le juro que no le diré a nadie, pero déjeme ir, por favor, por favor! Empecé a llorar, pensé que se ablandaria, pero al contrario, eso pareció enardecerlo más. Y redobló sus asquerosas caricias.
Me bajó primero los calzones y se dio cuenta que estaban mojados.
– Ay chiquita, ya estás caliente! Ahora verás muñeca, no te voy a dejar con las ganas, mamacita!
Me quito el resto de la ropa mientras me besaba y me decia cosas asquerosas y atrevidas al oido:
– nunca te había cogido verdad, ay pero que rica estás y yo voy a ser el primero, mira mi vida como tengo la verga por ti!
El seguía vestido y me sentó en sus piernas me acariciaba por todas partes, me apretaba las nalgas, me tenía las tetas ya rojas y todas ensalivadas de tanto chuparme, me besaba. Me lamia. Yo empezaba a disfrutar todas esas caricias.
Con delicadeza me metió el dedo en la vagina, yo apretaba las piernas pues no estaba acostumbrada. Y me incomodaba bastante.
-A ver princesa, no te pongas asi, no te va a pasar nada, ya verás como te va agustar. A ver, espérate. Me acostó en el sofá y comenzó a besarme y lamerme muy suavemente la vagina.
– Ahhh, que rica panocha, estas deliciosa, tienes verdadera miel. Me lamía y lamía y muy a mi pesar empece a sentir algo muy agradable.
-Ya ves, ya te está gustando, te lo dije o no te lo dijé muñequita. El viejo judio comenzó a quitarse la ropa. Mientras se las arreglaba para no dejar de acariciarme. Dejó a la vista un miembro grueso y largo. Se abalanzó sobre mi cuerpo ya desnudo y se restregó en mi piel con delirio. Me besaba por todas partes, sobre todo me besaba las tetas y las nalgas, me las sobaba y las acariciaba con delirio. Me ponía su verga por todas partes, yo la sentía caliente y dura. Era una sensación muy extraña, me sentía usada y por alguna razón extraña, todo eso me hacía sentir algo muy placentero.
– que puta te ves muñeca! Me decia mientras ponía esa verga grande y gorda entre mis pechos . Con sus manotas me juntaba los pechos y se masturbaba con ellos, yo empezaba a sentir como un mareo y un calor muy grande, estaba escurriendo.
– Ay mi reina, seguro vas a ser una gran puta, te ves riquisima, decia mientras me ordenaba que se la chupara. Yo casi no podia chuparla por lo grande que estaba además me daba un poco de asco poque nunca habia hecho algo similar
– Así amor, mámala rico y mira, con esas tetotas que tienes que rica se ve ahi enmedio. Ahhh ven acá, -dijo de pronto- ya no aguanto más, te la voy a meter! Se acostó en el sofá y me puso encima de él. Primero sólo me la restrego en los labios vaginales Me estaba gustando todo aquello.
– Ay chiquita, que pucha tan rica tienes, estás súper mojada, quien lo hubiera dicho. Y mientras agarraba mis pechos, los mamaba y tambien me besaba en la boca.
– qué putita! Qué rica!
De pronto con suavidad empezó a penetrarme, me dolió bastante, intente zafarme, pero no pude.
– No, grité,- me duele. Pero era demasiado tarde. Ya me la estaba metiendo y el sr. David no tenia la menor intención de sacármela.
– ah cosa rica, que panocha tan apretada, qué delicia!
Y me agarraba y con sus brazos me levantaba y bajaba a su ritmo para gozar con mi cuerpo. Empezó a arderme y le pedí que parará. Pero sólo se detuvo para acomodarme de perrito. Fue entonces que me di cuenta que tenía unos testiculos muy grandes y como sueltos, chocaban contra mis nalgas y mi vagina.
– No te imaginas como se te ven asi las nalgas, las tienes hermosas, me decía, mientras me daba de nalgadas, me las acariciaba y la metía y sacaba con fuerza y pasion.
– Ya don David, decía yo. – suélteme, Me duele.
– Sientes como mis huevos chocan con tu panocha, eh? Los sientes,? No te voy a soltar putita rica, no te voy a dejar hasta que me venga Y claro que los sentía, y estaba empezando a excitarme demasiado, sentir ese movimiento contra mi cuerpo. Me sentía mareada envuelta en una espiral de deseo.
– ahora ven acá ricura, me la sacó y me acomodó frente de él. Me subió en el sofá y me mamó los pechos y me hacia circulos con su lengua en la areola y los pezones, mientras me penetraba, Al mismo me acariciaba las nalgas, yo me sentía desfallecer. Estaba sintiendo rico, riquísimo!
– te esta gustando verdad? Me dijo, yo no podía ni contestar, empecé a tener el que seria el primer orgasmo de mivida
– ahhh qué rico, Don David, alcancé a decir
– Ay mamacita, qué sabrosa eres, que puta, seguro vas a ser una rica piruja. Me la siguió metiendo así un rato y de pronto dijo:
– Ahhhh niña, ya no aguanto más quiero venirme! Entonces me acostó boca abajo en el sofá y se hecho sobre mí y así me la metió, me besaba el cuello, más bien me lo mordia y yo ya no sentía asco, ni ardor. El viejo por fin se vino adentro de mi cuerpo.
– uuhhhh, ahhhhh, ay niña,! que delicia! ya, ya, me vengo! – gritó.
Cuando acabó, me paré de inmediato y me vestí, estaba adolorida y me ardia bastante la vagina. Te gustó – dijo el judió, yo me quedé callada. Él tambien se vistió y mirando al reloj, agregó ya casi llega tu papá. No dije nada, me sentía molesta, a pesar del placer sabia que eso habia estado mal. No queria ni volver a verlo.. Mi papá llegó unos 10 minutos después. No dije nada, pero no quise volvíer a ir a trabajar. A la semana siguiente el judio me mandó un mensaje: "Te gustaria repetir la ricura del otro dia?" Un extraño estremecimiento me envolvió y un líquido tibio y espeso, empezó a escurrir por mi vagina.
FIN
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!