El Baldío – Parte 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
No diré mi nombre, ya que poco importa en la historia, y así quizás alguno pueda poner el suyo en su lugar.
Todo se remonta al año de 1995, en donde yo era joven, un muchacho terminando su adolescencia, ya mayor de 18, y era una época más tranquila, más segura, al menos en algunos aspectos como la delincuencia.
En aquellos días, yo estaba terminando el último año de lo que entonces era el colegio secundario en un establecimiento nocturno, ya que tuve algunos problemas con el colegio normal.
Aun no se implementaba el CEM, tan normal ahora en argentina.
Así que mi regreso, era alrededor de las 9 de la noche (21 horas), en donde aún quedaba un poco de luz para esa época de finales de Marzo.
Y como mencione, era una época más tranquila, así que no tenía problemas en cortar camino por un enorme terreno baldío, a unas cuantas cuadras de mi casa.
Lo conocía de memoria, ya que siendo más chico, solía jugar por allí con mis amigos.
Por esa época el pequeño sendero que usaba como atajo, estaba casi visible, debido a la vegetación que había crecido durante el verano.
En uno de esos tantos atajos, me cruce con un grupo de niños.
Específicamente, con una niña y dos niños.
La niña se notaba mayor, de quizás 10 u 11 años.
Al menos su cuerpo se notaba más desarrollado, aunque debo decir que no tenia rasgos faciales muy lindos.
Y es que como aun hacía calor, llevaban ropa de verano: pantalones cortos y una camiseta.
Los dos niños, ya se notaban menores.
Quizás alrededor de los 7 u 8 años.
Y no era la primera vez que veía niños jugando a esa hora, por el baldío.
Vamos que yo también solía hacerlo.
Solía construir chozas improvisadas con mis amigos, y en invierno, construíamos fuertes para crear guerras de bolas de nieve, en contra de algún otro barrio rival.
Pero lo que me llamo la atención de estos chicos, riendo y jugando en medio del monte, es que su juego, constaba en bajarse los pantalones, y mostrarle el culo a quienes pasábamos por allí, para luego irse corriendo.
Yo no pude más que quedar sorprendido por tal travesura… y continúe mi camino.
Pasaron un par de días, cuando nuevamente volvía del colegio a mi casa.
Y nuevamente, me cruce con los niños.
Solo que esta vez, eran dos: la misma niña, y otro de los niños.
Nuevamente lo mismo: se bajaron los pantalones, me mostraron sus culos, y se dieron a la figa entre risas y carcajadas.
Solo que se notaba que la niña era más atrevida, se quedaba más rato mostrándome todo su orto.
Luego, me dio un vistazo rápido mientras echaba a correr.
Fue en ese lapso en donde me miro llena de risa, y yo le devolví la sonrisa.
Ella dejo de reír, se paro por un momento, y me obsequio una sonrisa un poco nerviosa, para luego alejarse corriendo.
Yo solo atine a seguir sonriendo y continuar mi camino.
Aunque aquí, confieso que el verla me empezó a calentar.
Y es que yo estaba soltero, sin mucha suerte para con las mujeres, y caliente, sobretodo caliente con las hormonas.
Apenas había tenido dos encuentros sexuales: mi primera vez con una amiga, y luego una segunda vez con una prima lejana que era bastante putita, pero muy, muy flaca.
Pasaron quizás dos o tres días más, en que nuevamente, al cortar camino, me cruce a los niños.
Esta vez, creo que pase más temprano, o estaban en otra cosa, porque los sorprendí en medio del camino, y no entre los matorrales desde donde otorgaban su espectáculo.
Al verme, y quizás reconocerme, los dos niños de antes (o quizás otros nuevos) salieron corriendo como asustados, mientras la chica, se quedo ahí, como haciéndose la tonta.
– Corre, Vane! Solo atino a gritar uno de los niños, mientras huía.
Cuando estuve más cerca de ella, pude notar que era más bien feúcha.
También, note la gran nueva travesura: estaban intentando hacer una fogata en medio del camino.
– Por que corren tus amiguitos?
– Son miedosos.
– Iban a hacer un fogón acá?
– Ellos, yo no.
– Tienen que tener cuidado con eso.
Estas retamas arden rápido.
Menos mal que los pare o se hubieran quemado.
– Ellos, yo no.
Yo no estaba haciendo lo mismo que ellos.
– Y que es lo que te gusta hacer por acá?- le pregunte picaronamente.
La verdad es que tenía una mezcla de calentura y nervios.
Estaba feliz por encontrármela, ya que venía la semana caliente pajeandome pensando en ella.
– Cosas…- solo atino a responderme.
– Cosas como desnudarse ante los que pasan? – le dije con una sonrisa.
Entre nervios y calentura, no me di cuenta de cómo poco a poco, la empecé a llevar la conversación para el lado sexual sin tener cuidado de espantarla o algo así.
Hoy, por suerte, agradezco que no haya resultado mal.
– Cosas como desnudarse ante los que pasan? – le dije con una sonrisa.
– Si, un poco.
– Te gusta que los hombres te vean desnuda? Que alguien como yo vea tu culito?
– Sí, no sé.
Mire alrededor por si venia alguien y luego le pregunte:
– Y… te gusta hacer ese tipo de cosas? que tan lejos llegaste con tus amigos?
– Nada, son unos miedosos.
– Por qué?
– Les mostré lo que hace mi mama con su novio y no quieren hacer lo mismo conmigo.
– Queres hacer lo mismo que hace tu mamá? Y que hace?
– Pues le besa el pitulin a su novio.
– Si? Y que mas?
– Ella se pone como perrito y él se la monta atrás.
– Y vos queres hacer eso? Con un chico?
– Sí, quiero ver que se siente.
– Te animarías conmigo? – Dije mientras empecé a frotarme la verga por encima del pantalón.
– No sé… ahora no me animo.
– Dale… – le insistía.
– No sé, no me animo…
– Por qué?
– Me da vergüenza.
Ahí estuvimos un par de minutos en que yo intentaba convencerla, y ella solo repetía que no se animaba.
Casi inmediatamente, tuvimos que cortar, por que escuchamos que alguien más se acercaba por el sendero, más abajo.
Yo opte por meterme entre los matorrales y esconderme, mientras no sé donde se escondió ella.
Vi pasar un par de muchachos de mi edad, que iban riendo y comentando sus cosas, yo me quede callado y agazapado, esperando que no me vieran o no sabría cómo explicar el asunto.
Además de que los conocía bastante, pero eran como enemigos para mi, ya que uno de ellos solía hacerme bulliyng en la primaria.
Pasaron y luego de un par de minutos, apareció la mocosa a buscarme.
Se asomo en el camino, buscándome, y yo le chiste desde donde estaba escondido.
Iba a salir cuando veo que ella me hace señas de que me esconda de nuevo, que venía más gente por el sendero.
Se escondió a mi lado, y juntos, vimos pasar a un grupo de señoras con chicos pequeños a cuestas.
Eran lentas para caminar.
Mientras tanto, yo aproveche la situación para acercarme a la chica, a Vane.
En mi mente calentona, ella quería, pero no se animaba.
Así que mientras estábamos ahí tirados, deslice una de mis manos hacia abajo, y comencé a acariciarle la pierna desnuda, para luego subir y comenzar a manosearle descaradamente el culito por encima del pantalón corto.
Mis dedos índice y mayor, escarbaban ese culito lindo, buscando el agujerito de su conchita.
Ella se puso muy nerviosa, pero no podía decir nada ya que las viejas aun iban pasando a unos pocos metros.
Mi mano temblaba un poco, obviamente.
Aunque ya no sabía si era por nervios o por la misma calentura y emoción que sentía.
Yo seguí manoseándole el orto aun después de que la gente pasara.
Ella no dijo nada, ni se quejo.
Se quedo ahí también disfrutando, creo.
Hasta que en un momento, uno de sus amiguitos la comenzaron a llamar en la distancia.
Ella se incorporo, y solo dijo:
– Me tengo que ir, mi mamá!
– Espera… te gusto lo que te hice? Te dio calentura?
– Si… mucho, pero me tengo que ir.
– No queres que mañana lo hagamos de nuevo, a la misma hora?
– Dale, chau!
Y así se fue.
Yo estaba en si me quedaba y me hacia una paja ahí nomas, con la esperanza de que volviera, o me iba, y me la hacía en mi casa, más cómodo.
Me estuve manoseando unos minutos, hasta que decidí irme mejor.
Ya había caído la noche y se había puesto más fresco.
Para mi desilusión, pase al día siguiente y no me la encontré.
Incluso me quede ahí, la espere durante media hora, y como no apareció, pues me fui.
Era ya Viernes, cuando al final la encontré, me estaba esperando.
La salude con un beso en la mejilla, casi como una amiga o una novia.
Estaba feliz de verla.
Y ni bien pude, le pregunte por qué no apareció el día anterior.
Ahí me confesó que tenía miedo.
No recuerdo como fue lo que me dijo, pero yo hoy entiendo que estaba asustada y abrumada por lo que paso.
Nadie nunca la toco así, como a una mujer… y por supuesto, nunca nadie la hizo sentir lo que yo la hice sentir.
Estuvo dudando toda la tarde anterior, y ese día, apareció por que una vez pasado el susto, quedaron mas las ganas de lo que sintió.
Buscamos un lugar mejor, más alejado del camino, y ahí nos acostamos boca arriba.
Yo ni lento ni perezoso, comencé a tocarla, a manosearla.
Las tetitas, que asomaban en su remera como pequeños bultos bastante puntiagudos y suaves… y luego baje mi mano a su conchita.
Hoy recuerdo que en mi calentura yo era muy bruto.
En vez de amasarle su conchita y su clítoris en forma más suave, yo le amasaba la vulva con mis dedos.
Prácticamente con mi dedo le metía en pantalón corto dentro de la conchita.
Ella temblaba, ya no sé si de emoción o nervios o miedo.
Luego de un rato en que yo subía y bajaba manoseado su infantil cuerpo, nos relajamos mas, y comenzamos a hablar.
Yo le decía cosas como mamita, mi amor, ella también me decía mi amor, o papito, aunque se notaba que no captaba bien la intención de esas palabras, solo las repetía por que se supone que así se hablan las parejas calientes.
En un momento, ella me pregunto si podía tocarme el miembro.
– Te puedo tocar el pito, mi amor?
– Si, mi vida.
Y se llama verga.
Ella comenzó a acariciarme el bulto por encima del pantalón, y así seguimos.
Ahí, pues no aguante y comencé a besarla.
Ni yo era muy bueno, ni ella sabía nada de como besar, así que nuestros besos eran pura chupada de lengua y labios uno del otro.
Y en eso, pues metí mano a mi pantalón y mientras con mi mano izquierda, la había abrazado y le manoseaba la entrepierna por detrás, con mi mano derecha me pajeaba.
No tarde mucho en acabar.
Quede agotado y ella seguía caliente, besándome a su manera y llamándome mi amor.
Yo había dejado de manosearla, y ahora solo pensaba en como limpiarme el semen para no volver a mi casa con el pantalón manchado.
Ahí fue que cuando le comente, ella dijo que me prestaba su bombacha, que la tenía toda media orinada.
En realidad, pues se había mojado bastante, eran sus jugos, no sus orines.
Pero ni ella lo sabía, y yo solo supe decirle que era su “leche”.
Mi educación sexual en ese entonces, solo servía hasta ese punto, en donde la verga y la concha, arrojaban la “leche” cuando hombres y mujeres acabábamos.
Como sea, ella se saco la bombacha que tenia dibujos de frutillas y esas cosas.
De hecho, me lleve la bombacha en un bolsillo, y luego en casa se la lave.
Yo opte por irme, ya que había acabado y solo me preocupaba irme.
Ella quedo un poco decepcionada, ya que seguía caliente y quería mas, pero yo no supe dárselo.
Ese día, era un viernes y al otro día, sábado, como yo no tenía clases, podría ir más temprano al baldío, y estar juntos más tiempo.
Fue lo único que atine a decirle para calmarla y que me deje tranquilo en ese momento.
Pero no le especifique horario ni nada.
Ya en la noche, en mi cama, recuperado de la situación, quería estar de nuevo con ella.
Ya quería cogérmela, metérsela, y no solo manosearla por unos minutos.
Termine pajeandome una vez más esa noche, pensado en el día siguiente.
Eran como las 5 de la tarda ese sábado.
Esta vez, fui mejor preparado: mentí diciendo que me iba a estudiar a la casa de un compañero, y en la mochila, me lleve escondida, una manta, así como un rollo de papel higiénico para limpiarme.
También un desodorante, ya que luego no quería apestar a monte… no tenía en cuenta en apestar a sexo, jeje…
Ni bien llegue a nuestro lugar, me encontré con que ella ya estaba ahí, esperándome.
Nos saludamos como novios, con un beso, y ya se notaba que ambos estábamos muy calientes.
Yo la abrace y le agarre el culo.
Ella metió mano y me busco el bulto.
Tendimos la manta, y para mi sorpresa, ella también llevo una.
De hecho, fue más inteligente, ya que llevo una manta verde, que no era tan visible como la que lleve yo, que era celeste.
Así que pusimos mi manta en el suelo, y con la de ella nos tapamos.
Nos tomamos el tiempo para desnudarnos.
Ahí pude ver los hermosos bultos de sus pechos desnudos, y como sus tetitas sus pezones, estaban bien paraditos y puntiagudos, quizás por la frescura del lugar.
También, pude observar sus pelitos nacientes en su conchita blanquita.
Sus caderas y pecho, estaban blanquitas, ya que no les daba el sol, y supongo que la tierra, mientras sus brazos y piernas, se notaban un poco más oscuros, en parte por el sol, y en parte por andar jugando en la tierra, seguro.
En ese momento, pude determinar que no era una chica de familia rica ni tampoco era muy femenina.
Y como ya dije, no era muy linda, sino mas bien feúcha.
Así que era una marimacho, que juega con los niños, pero que según crecía, empezó a tener deseos sexuales.
Deseos que yo ayude a despertar.
Y esa tarde, yo tenía planeado que dejaría de ser una niña, para convertirse en mujer.
Ya desnudos, comenzamos a besarnos.
Ella estaba encima mío, rozando nuestros cuerpos.
Se asusto un poco cuando al fin me quite los calzoncillos y deje mi verga parada al descubierto.
No es nada del otro mundo, la tenía bastante normal.
Pero claro, ella siendo más baja que yo, y siendo una niña, se veía grande y que la iba a partir en dos.
Pero no me importaba, ni bien estábamos completamente desnudos, comenzamos a frotarnos los cuerpos y a rozar mi verga en su conchita.
Como la tenia parada e inclinada hacia arriba, no era difícil empezar a puntearle la rajita, en cada vaivén de roces, mientras nos dábamos besos de lengua.
No tardamos mucho en mojarnos, y pues, yo quería metérsela ya.
Así que la deslice hacia debajo de mi cuerpo, para que la punta de mi verga le quedara en la entradita de la concha, y ahí solo atine a empujarle el torso, para que se sentara en mi verga y le entrara.
Claro, idiota de mi, que me olvidaba de que era una nena de 11 años, totalmente virgen…
Así que cuando la hice incorporarse, y poner todo su peso en su conchita y mi verga, con lo mojados que estábamos, se le ensarto de golpe y hasta el fondo.
Creo que hasta hice tope con su útero.
Yo… caliente y complacido de que sentí un pequeño tope y en pocos segundos algo cedió y sentí su conchita virgen envolviéndome el miembro.
Ella, seguro que sintió que la estaba partiendo, así que pego un grito de dolor, y luego se puso a llorar.
Pero yo estaba muy, muy caliente, y ya la tenía ensartada, así que me incorpore y como pude le seguí dando bomba.
Era diferente a las otras dos veces… esta era una conchita suave pero apretadita.
Y supongo que era tanta la calentura que tenia, que no tarde en descargarle un terrible chorro de mi leche, de mi semen, dentro de su conchita, mientras ella ya solo sollozaba.
No recuerdo si acaso intento quitarse de encima mío, pero creo que si lo intento, yo no la habré dejado.
Estaba tan caliente…
Solo recuerdo que lo próximo que me dijo, es que estaba muy caliente, que le quemaba mi chorro de leche masculina.
Yo me recosté, y me puse a descansar… esperaba que ella se saliera, pero no, se quedo ahí inmóvil, aun ensartada.
Luego de un rato, entendí que le dolía tanto, que no quería ni sacarla.
Así que solo opte por acomodarnos suavemente, ponernos de costado, y recién ahí se la fui sacando lentamente.
Pensé que sería más fácil una vez que se me pusiera blanda, pero no, la seguía teniendo parada.
Supongo que como ella era tan estrecha y me apretaba el miembro, la sangre de mi verga no se iba, y por lo tanto seguía dura.
Tome un buen pedazo de papel higiénico, y mientras la iba sacando, la iba limpiando.
Primero era apenas un poco de sangre y nuestros fluidos.
Pero una vez se la saque por completo, de su rajita abierta ya con un agujero con la forma de mi verga, comenzó a salir esa mezcla de semen, sangre y sus jugos.
Deje que ella solita se limpiara, mientras yo me limpiaba el miembro para no manchar las mantas.
Ella solo tomo un rollito de papel en su mano, y se lo puso en la entre pierna, y ahí se quedo recostada, inmóvil por un buen rato.
En ese momento no entendí nada, pero ahora entiendo lo mucho que le dolió, y lo mucho que le ha quedado doliendo todo el cuerpo, sus caderas.
Anocheció temprano, ya que se terminaba el verano.
Así que mientras, opte por vestirme un poco, y quedarme a su lado viendo las estrellas.
Ya cuando la idea de coger, quedo a un lado en mi cabeza, me empecé a preocupar por la nena.
Me parecía que había pasado mucho rato así en su posición.
Cuando le pregunte si estaba bien, porque no se terminaba de limpiar, solo me dijo que estaba bien, que aun le dolía un poco.
Al menos no note que estuviera enojada o asustada en ese momento.
Tenía esa rara respiración post llanto.
Luego de un rato, empezó a limpiarse muy lentamente, adolorida, obviamente, mientras yo le ayudaba.
Yo guarde mi manta, le guarde la de ella, la ayude a vestirse… le di unos cuantos besitos en sus tetitas, como para tratar de hacerla sentir mejor.
Ahora creo que no lo supe hacer y le habré dado unos buenos chupetones a sus pezones.
Finalmente, se pudo mover mejor, y nos fuimos.
La acompañe y ayude o mejor que pude, hasta que nos despedimos y cada uno se fue por su parte del sendero.
No la volví a ver a pesar de que yo seguía cruzando ese sendero casi todos los días.
Hasta que un día… me lleve una sorpresa.
Quisiera ser ella