El Baldío y El Mirador. 10ª parte.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sexigaleno.
“Breves e intensos fragmentos de mi adolescencia”
En este capítulo sigo recordando vivencias muy propias y que comparto con todos los que les gusté esta temática, agradezco de antemano todos sus comentarios que me llegan en los paneles de los episodios, así como a mi perfil en privado, es motivante para un servidor y amigo de todos ustedes seguir plasmando lo siguiente:
Continuación de la novena parte:
Al día siguiente el cansancio por el desgaste de estar con esas nueve nenitas y la acabada que me hizo tener esa mujer en el transporte colectivo llamado “metro”, uff, estaba agotado, pero con ganas de regresar a casa de Jacqueline “la barbi”, ya desayunaba algo de lo que esa mañana preparé, para mi Jenny y para mí, cuando veo el reloj y ya casi era el medio día, por lo que apure mis alimentos, tomé camino a asearme la boca y pasé al cuarto por una libreta, me despedí de mi “mujercita” Jenny, que a un lado de mi estaba esperando el besito de despedida de esa mañana, ya una vez fuera del edificio encamine mis pasos presurosos rumbo a esa mansión, a la que llegué pasada la una de la tarde, las nenas todas seguían divirtiéndose en la alberca jugando en el famoso tobogán y otras charlando entre ellas en una esquina de esa piscina, Miriam al verme se salió y fue a abrazarme y atrás obvio Jaqueline, Perla y Liliana, quienes me ofrecieron un coctel que hicieron de frutas con vino tinto y agua mineral el cual estaba en unas jarras de vidrio llenas de esa preparación y sudorosas del hielo que vertido estaba en ellas, el cual tomé y estaba muy suave pero sabroso, de ahí salieron las demás y me saludaron al igual yo a cada una les di su respectivo besito de “cachetito”, ya entre la plática de ese momento y entretenidos de lo que se iba a hacer ese día, de la mano me tomó Miriam y me jaló a manera de seguirla al espacio de hobby del papá de “la barbi”, por lo que la acompañé, mientras las demás se metían como sirenas a la alberca, ya estando juntos y a solas, me dice que quiere tener “algo” en ese momento, ¡pero para ella sola!, ya que ayer se había quedado con ganas, pero que no se masturbó, ¡porque quería “carne”, apretándome el pene con su manita!
Así que me di a ubicarla sentada en la plancha de la mesa de billar, y me arrimé a ella a manera de irnos dándonos unos besos muy cachondos a los que me correspondía ella con unos exquisitos y dulces “salivosos”, por lo que al cabo de unos minutos ya la estaba penetrando con sus piernas en mis hombros, su lubricación estaba al máximo, por lo que no hubo impedimento en penetrar a esta chica que me recibía en toda mi extensión varonil, más de quince minutos la estuve envistiendo, como siempre suave y delicadamente, por lo que me excitaba en demasía sus tiernos gemidos que me regalaba, me zafé de su vaginita y le di vuelta a manera de que su espalda estuviera pegando a mi pecho, con la babosidad de su lubricación y la mía me fui directo a pegar mi pene entre sus nalgas duras a las que presionaba hasta dar con su arito anal, al que le picaba despacio una y otra vez, haciendo que ella emitiera más gemiditos ricos para mis oídos, recuerdo que ella paraba su culito al encuentro de mis leves embestidas, hasta que ubiqué el centro de su anito estrecho correctamente, ella se quedó quietecita esperando la penetración, por lo que lentamente mi glande invadía el estriado y con lentitud iba entrando, sus gritos por la desfloración anal se daban de inmediato, por lo que los acallaba con mi boca a su boca haciéndole a un lado su cabecita, así con mi glande enterrado la llevé caminado a la puerta de ese espacio de diversión de juegos de mesa y cerramos la puerta, era una sensación exquisita el sentir estar penetrando su hoyuelito y ella caminado, una nalguita subía y otra bajaba en mi mente está grabado el recuerdo de ese culito duro y respingado que aperturaba esa mañana.
Ya no hubo regreso a la mesa de iniciación, nos quedamos quietos atrás de la puerta, y en el respaldo de una mecedora ella recargó sus bracitos, para dejarse hacer por mí ese acto que por primera vez ella era objeto, seguí presionado pero sus gritos no cesaban y al pasar los minutos ya teníamos público atrás de la puerta, ya que escuchábamos las voces de las otras chicas que en cúmulo estaban parando oreja, para escuchar lo que dentro estábamos consumando Miriam y yo, ya más de la mitad de mi pene estaba introducido, por lo que sentía la estrechez y calidez de ese agujerito, que en contracciones me estaba llevando al goce supremo, de repente sus gritos se intensificaron al grado de ser alertadas las demás que escuchaban tras de esa puerta, y la voz de Jacqueline se hizo presente, ¿qué te pasa Miriam, porqué gritas tanto?, Ayyyy, ayyyyyyyyy, ¡es que Marvin me está haciendo lo que te hizo a ti en su cuarto!, ¡a, cabrón!, dice Inés, ¿pues qué es lo que te hace?, y Jaqueline dice ¡le está haciendo el culito!, ¿a poco le estará doliendo?, dice Brenda, quien se estiraba por una de las ventanas para ver, pero estábamos Miriam y yo fuera del alcance de las miradas fisgonas de todas, ya que la visión no llegaba de ninguna de ellas, hasta donde estábamos conjugando y consumando nuestro encuentro de esa mañana.
El morbo que se creaba por estar escuchando a las nenas de afuera y las preguntas que le estaban haciendo a Miriam y ella al contestarlas pujando y gritando, hicieron que comenzará a cabecear mi erección dentro del anito de esta muñeca, quien recibió la caliente descarga espermática en todo su magnitud, ¡sentí en esos momentos que el alma se me iba por el semen!, no sé cuánto duré dentro, sólo sentía las contracciones del esfínter anal que acariciaban y apretaban mi nervio peneal, hasta dejarlo sin una gota, al salirme por la flacidez y de un apretón final, mi esperma brotaba de ese culito parado y firme de Miriam, quien volteaba su cabeza a ver el desastre en su núbil trasero de pre-adolescente.
Ya limpios ambos salimos despacio ya que le dolía su colita, la senté de ladito en una silla de alberca y salí a la farmacia más cercana a comprar unas pastillas para el dolor y una crema desinflamativa para ponerle, ya que se quejaba de lo sucedido.
Al regreso estaban platicando con ella Jacqueline, Liliana y Perla, mientras Miriam se tomaba con sus manos su vientre plano, por lo que la tomé de la mano y la lleve a ese lugar de juegos y le di su pastilla para el dolor, le apliqué con cuidado la crema desinflamativa, le acomodé su traje de baño y salimos de nuevo a que se acomodara y no sintiera las molestias en su anito, en eso me dice Jaqueline, ¡Marvin, ven que necesito hablar a solas contigo!, y me llevó al espacio de juegos de mesa, ¡oye Marvin, no se vale que a Miriam le diste bien por el culo! Y a mí sólo solo me diste un poco tú puntita, ¡yo voy a querer, como se lo hiciste a ella!, aquí y solas, ok, sí pero tú eres más gritona que ella, y se van a enterar las demás como hace rato y vienen a parar oreja a la puerta, ¡qué me importa, tú me haces la cola y se acabó!, mira traje el lubricante de papá, para que me lo hagas bien, ¡pero antes me das un poquito por la concha!, ok.
Ya desnudita y en la mesa de billar, ella abriendo sus piernas me fui directo a lamer su hermosa rajita rubia adornada de escasos vellos dorados como su cabello, a la que le daba sorbidas de jugos de almejita tierna, a los pocos minutos ya la estaba penetrando vaginalmente, ya ella aguantaba un cincuenta por ciento o un poco más de mi hombría, era esplendido ver cómo su manjar me absorbía lentamente y al retroceder mi glande se traía al exterior sus labios menores mostrándome su pequeño clítoris que erecto fuera de su fundita señalaba a mi ombligo, entre las ligeras embestidas me regalaba sus jugos que vidriosamente observaba en lo que entraba y salía de mi carne varonil, sus gemiditos acompañados de breves gritos hacían que perdiera la cordura, pero no iba más en ella, ¡sólo lo que me aguantaba!, de ahí me destrabé de hermosa conchita, por lo que se incorporó dándome la espalda como invitándome a comer lo que semanas antes ya había degustado, pero de manera breve, ahora ella se daba, le fui acomodando entre sus nalgas blancas como la leche mi inhiesta erección, pero por la posición ella más baja que yo, se tuvo que subir a una reja de plástico y parando su culito me aferre a su cintura y fui perforando suavemente ya el lubricante del tubo ella se lo había puesto, yo no lo hice, con la viscosidad de este y el calor de esa zona anal, mi pene se alojaba de a poco, ¡siguiendo su camino!, ayyyyyy, ayyyyyyy, despacitooo, ayyyyyyyyy, lentamente fui metiendo el glande inflamado en ese ojito trasero, hasta que por fin como en la anterior vez con ella ¡lo despareció!, entre pujiditos y ayes de dolor seguí mi camino en ese estrecho orificio, sus gritos agudos fueron a dar a los oídos de las demás e inmediatamente se posesionaron de la ventana que a espaldas mías estaba, y ellas eran observadoras de esa desfloración anal a Jacqueline, quien aparte de sus gritos y pujidos aguantaba estoicamente mis leves embestidas por su anito rosado, mi virilidad de a poco fue absorbida en su totalidad, sólo mis testículos estaban fuera, los que pegaban en las nalgas de “la barbi”, quien nunca dejo de gritar en ese acto de desfloración anal con público atrás de nosotros, mi lácteo yogurt humano era depositado en las entrañas de esta chica, quien se quejaba de lo caliente que sentía en su panza, mis disparos quedaron vertidos dentro de esta muñequita México-Argentina.
Después de todo lo ocurrido y limpios de todo residuo ya que nos duchamos en el baño de ese lugar, yo estaba agotado, le di una pastilla para el dolor e igual que a Miriam le puse su cremita en el anito que ni señales tenía de haber sido profanado, se salió con las demás caminando despacio, y yo me tiré en la mesa de billar a descansar un rato, por lo que el sueño me venció no sé cuánto, pero sólo escuchaba voces de algunas ellas que decían así:
¡Ya se cansó Marvin de hacérselo a Miriam y a Jacqueline!, vámonos afuera y lo dejamos que repose, a ver si al rato nos da un poco a nosotras, ¡yo ando con ganas desde hace rato que las escuché gritar a las dos!, mira siente ando bien babosa de la cosita, ¿crees que nos quiera dar un poco?, pues sí, no creo que se niegue, ¡ya vez que le gustan nuestros culitos!, ¡ándale así ando yo tócame abajo!, ¡a’ su Vianey la traes empapada!, y sí cerramos la puerta y se lo tratamos de hacer dormido, ¿crees que se moleste?, no, Marina ¡cierra la puerta!, y ¿veremos qué pasa?.
Ya cerrada la puerta las dos doncellitas se dieron a subir a la mesa donde yo estaba semi-dormido, y escuchaba todo lo que se decían entre ellas; mira Marina ahora que le veo bien su verga, ¡sí es grande y mira que gordita la tiene!, con razón me hizo orinarme ayer, >>> ¡sí ya la veo esta bonita y limpia!, ¡y que tal sí se la mamamos entre las dos para que se le enderece!, ay, sí vamos a agasajarnos las dos, mientras una me acariciaba por mi pecho y cuello, la otra oprimía con suavidad mi pene que descansado a la altura de mi ingle estaba, por lo que se dio valor y comenzó a jalármelo con suavidad, yo sólo y desde mi posición en que estaba entrecerrados los ojos observaba débilmente las acciones y las dejaba hacer a su gusto, en eso dice Marina, ¡mira ya se le puso duro y le crece!, >>> ¡pues chúpaselo pendeja, qué esperas!, >>> ¿y si se despierta?, y ¡nos ve que estamos abusando de él!, >>> a cómo serás de infantil, sí se despierta, ¡pues nos va a encimar!, >>> a, pues sí, ¡bueno voy a mamarle su verga!, lentamente sus labiecitos se fueron posesionando de mi glande, entre lengüeteadas y jalones al tronco, mi cabeza era engullida por la boquita tierna dándome buenas succionadas, en eso Vianey se bajó de la mesa y fue a un lado de Marina que entretenida estaba dándome una exquisita sorbida de cono, de ahí le dejo el camino a Vianey quien también hizo lo mismo, pero esta nena me lo chupaba y meneaba el tronco, como masturbándome, ¡qué ricas sensaciones me hacían sentir las dos!, ellas hicieron que me erectara al máximo, sentía que mi pene cabeceaba mirando al techo de ese lugar, ¡no lo cogemos!, dice Marina, >>> sí, claro que sí, ¡ahora es cuando!, dice Vianey, quien no soltaba mi erección con su mano, en eso se sube Marina a la mesa y pasa sus piernas por mis laterales torzales y se acomoda a manera de ponerse encuclillada, cuando siento que se coloca mi cabeza inflamada en su rajita húmeda y de a poco me iba absorbiendo dentro suyo, delicadamente se hundió sola con la ayuda de la saliva de Vianey y sus juguitos se acopló correctamente, su vaginita desapareció mi pene y así se daba a moverse encima de mí.
Con esos movimientos que rotaba su cadera y cintura, sentía que mi glande expandía por dentro su útero pre-adolescente, a los minutos ella se me encimó y con sus manos en la mesa para no abrazarme ella se salía un poco y se volvía a meter varias veces, hasta que en mis oídos llegó la sinfonía de gemiditos dulces que acompañados de su respiración agitada se estaba regando a chorritos de sus orines, ya que me sentía calientemente mojado de ese baño dorado que me tiró, para quedarse quieta e irse retirando con su almejita satisfecha.
Ya estando de pie y al lado de Vianey, le dice ¡órale te toca cogerte!, >>> sí, pero mira cómo lo dejaste de mojado, ¡te orinaste en su verga!, >>> ah sí, ¡espera ahorita lo limpio!, con una toalla se dio a limpiarme y yo según durmiendo veía todas las acciones que me estaban haciendo, >>> ¡órale ya está seco, móntate en él!, >>> sí, pero ayúdame tú, a sostenerme por las axilas, ¡no sea que me vaya a lastimar yo sola!, >>> ya encima de la mesa Vianey se acomodó igual que Marina y se fue sentando hasta encontrar su pepita con mi palo que no había perdido nada de erección, y Marina la sostenía por las axilas, con precaución Vianey se fue comiendo mi carne, y se escuchaban sus pequeños gritos que casi en voz baja me regalaba, ayyy, ayyyyyy, ¡no me sueltes Marina!, nunca me la ha metido mí abuelo en esta posición, no, cómo crees, ¿te duele mucho?, ayyy sii, pero, ¡si tú te lo comiste, yo también me lo comeré!, de a poco su estrecha vaginita ya casi sentaba en mi pelvis, cuando le dice a Marina ¡ya suéltame!, y un breve sentón se dio sola y mi masculinidad ya estaba desparecida en esa nena, que en gritos y pujidos se daba, ¡esta chica fue puros gritos!, pero no se salía, aguantaba lo que se estaba comiendo, nunca se movió cómo Marina, sólo se dio a tallarse de atrás para adelante con mi pene adentro, hasta que le llegó un orgasmito que igual previo a este me orinó similar a Marina, ya pasada la excitación se bajó, pero yo no había terminado, así que me hice el que despertaba en esos momentos y las vi que se tallaban mutuamente sus vaginas entre sí.
¿Pues qué me hicieron chamacas cabronas?, en un tono enojado les dije, >>> este, ¡pues la verdad nos cogimos solitas con tu verga!, me dice Marina, >>> con razón yo creía que estaba soñando que alguien me estaba haciendo el amor, pero miren yo no he acabado, ¡quien de ustedes me saca el yogurt con sus pepitas!, >>> ay no, ¡yo quede adolorida de estar encima de ti Marvin! y Marina ya no quiere, ¿verdad manita?, >>> no, ¡más al rato yo estoy bien rosada de la concha!, ¿pero si quieres te mamamos tu pene?, >>> no nenas, ¡quiero acabar en sus hoyitos!, espera Marvin, no seas así, ¡ya nos duele nuestras partecitas!, de verdad, ¿pero sí quieres acabar?, ¡le decimos a Paola que venga y a ella le llenas de tu caldito de hombre!, ¿quieres?, >>> bueno está bien, ¡llámenla y me dejan solo con ella!, en eso salieron por la chaparrita, quien presurosa llegó con ellas, y al verme erecto, su mirada iba directo a mi pene, ya solos la subí a sentarse en la mesa de billar.
A ver mi chaparrita, ¡ahora te toca a ti tu ración!, ay, sí, ¿yo creí que ya te habías olvidado de mí?, como crees que me olvide de ti mi hermosa Paola, ¡sí tienes la vaginita más pequeñita que todas las demás!, ¿a, poco?, sí la tengo chica, ¡pero comelona ya ves que te aguanto bien!, sí ya me di cuenta, oye y a propósito ¿ya tiene tiempo que te lo mete el chofer de tu casa?, >>> ¡pues será como de tres meses para acá!, pero muy rápido, ya que me sube a la camioneta cuando la está lavando y para no levantar sospechas con la sirvienta, así me lo hace, >>> ¿y él fue el que te desvirgó? >>>, sí, una mañana que me llevaba a la escuela, bajó a dejarme como siempre, pero no hubo clases y me regresé con el de nuevo para la casa, pero en el camino me decía que tenía que hacer cosas de encargo de mi madre, ¡que sí lo acompañaba!, y pues le dije que sí, recuerdo que pasamos al banco a pagar unas tarjetas de mi mami y de ahí a cobrar la renta de los departamentos que renta mi mami por allá por Chapultepec, ya una vez que cobró, nos fuimos hasta el último piso ya que ese departamento estaba desocupado e irían a verlo un matrimonio a la hora que ya estábamos ahí, pero nunca llegaron, en eso me dio ganas de hacer pipí y fui al baño, pero no había papel para limpiarme y pues tuve que llamarle, para que me consiguiera con que secarme mi cosita, creo bajó hasta la camioneta y trajo una caja de pañuelos desechables y saco unos cuantos, yo estire la mano para que me los pasara, ¡pero él se metió al bañito!, me tomo del brazo, me levantó y por atrás se daba a limpiarme, en eso vi que tiro los desechables a la taza del baño, pero seguía sobándome mi rayita en la posición que estaba empinada y parando la colita, en eso que me hacía sentía un cosquilleo raro en mi cosita, ya que no me metía los dedos, sólo encimita de la rayita me hacía y en mi culito también le daba caricias con un dedo, yo me dejaba hacer ya que me estaba gustando, ¡sentía que en gotitas me salía la pipí!, pero ya había hecho minutos antes, cuando en eso sonó el timbre, me ayudó a subirme mi pantaletita y me llevó a sentar a la mesa del comedor y fue a abrir la puerta y eran las personas que esperaba, para mostrarle el departamento, no dilatarían mucho, en eso se despidieron, cerró la puerta y me dice, ¿que cómo estaba?
Pues que le digo, ¡que tenía unas cosquis raras en mi cosita!, ¡qué me jala de la mano!, y me llevó a una de las recamaras de ese departamento y siguió tocándome por debajo de mi faldita y encima de mi calzoncito blanco, yo sólo cerraba los ojos y respiraba muy acelerada, no me di cuenta en qué momento, mi faldita despareció de mi cuerpo, mi interior estaba por mis rodillas y estaba abierta de piernas hasta donde el elástico de mi panty permitía y parada de frente a él, en eso me recostó en la orilla de la cama con mis pies tocando el piso y sólo dijo ¡con permiso!, se dio darme lengüeteadas en mis piernitas, me sacó los zapatos escolares y las calcetas, y me daba besitos en los pies, a mis deditos los dejaba con mucha saliva y luego fue subiendo hasta llegar a mis rodillas a las que igual le daba mucha lengua, la verdad mi cuerpo sentía algo raro, pero me estaba gustando ese juego de adultos, de ahí se pasó a mis muslitos y a los dos me los dejó llenos de saliva, ya de ahí se pasó en medio de mis piernas y me daba lengua yo me moría de risas, ya que me daba unas cosquillas raras, ¡cómo te dije!, en eso me dejó de hacer en mis piernas y me las abrió, para acomodarse hincado en el piso y me jaló mi pantaletita a sacármela de una pierna y su lengua fue a darme besitos tronados en mi cosita, ¡que sentía raros esos besos en ella!
¡Sígueme platicando esas acciones Paola!, >>> sí, ¡pero tócame mis piernas y mis pechitos!, ya que así me hacen sentir calorcito, aquí, ¡en medio de mis piernas!; pues te decía que me levanta mis piernas y se las acomodó a sus hombros, como me hiciste ayer, ¿te acuerdas?, >>> ¡cómo no voy a acordarme!, sí hasta no quería meterte mi pene, ya que te la vi muy chiquita, >>>, sí, es chiquita, ¡pero muy comelona!, bueno deja que te platique lo que pasó con Julio el chofer; después de muchos besitos a mi cosita, me pasaba su lengua en la rayita de mi pipí, y sentía que la empujaba hacia adentro y me la movía de arriba hacia abajo muchas veces, en eso se levantó del piso y me puso su lengua en mi boquita y algo de mi pegajoso y blancuzco me pasaba en los labios, yo sólo me dejaba hacer, me estaba gustando, ¡nunca sentí cuando él se acomodó entre mis piernas!, a las que abrió en compás y puso su pajarote encima de mi conchita, y se movía de atrás para adelante bien pegado, sentía todavía cosquillas por esos movimientos, ya que sus pelos me raspaban, ¡aquí, mira!, me decía, ¡lámete tus labios y siente el saborcito de tu empanadita!, lo que hacía, ¡la verdad me gustó el saborcito de mí!, en eso estaba yo entretenida con mis sabores, cuando me dice, ¡ahora vas a ser mi mujercita!, y yo le digo que sí, ¡sin saber a lo que se refería!
¡Sigue Paolita, sigue!, ya me tienes excitado de tu historia, ¡tócame estoy duro por escucharte!, >>> a´ su Marvin lo tienes como roca, y yo estoy mojadita de la pepita ji ji ji, pero espera te sigo diciendo lo que pasó; en eso bajó su mano y tomó su verga y me la pasaba en la rayita, recuerdo que en cada pasada, ¡mi cosita se abría con su punta dura!, yo me sentía mojada de su saliva y creo de mi pipí baboso, de momento se quedó quieto, ¡donde colocó la punta!, y se dio a presionarme al principio muy despacio empujaba y lo retrocedía, ¡mis piernas hizo que lo abrazaran por su cintura!, y seguía punzándomela, ¡cuando sentí que me la abría su verga prieta!, ahí comencé a sentir dolor y comencé a gritar y le decía, ¡ya, yaa no me hagas daño!, ayyyy, ayyyyyyyyyyy, pero no me hacía caso, y me lo seguía metiendo y yo gritando, hasta que de momento yo sentía la cabezota dentro de mi cosita, sólo dio un empujón fuerte y ya estaba dentro de mí, yo sólo sentí como una punzada fuerte y ya no supe más, ¡ya que por el dolor creo me desmayé!
Pero entre mi inconciencia momentánea le escuchaba a los lejos decir, ¡que se estaba gozando a una lolita!, y se daba a penetrarme en entradas y salidas rápidas, duraría algo así, cómo 10 minutos penetrándome, ¡hasta que sentí algo caliente que le iba saliendo! y lo dejaba dentro de mi conchita, su respiración agitada estaba en mi oído, yo al sentir esa descarga caliente, mi pepita comenzó a apretar su plátano y él decía, ¡qué cosa más rica!, ¡ésta mi lolita tiene perrito!, y no se salió de mí, de ladito se acomodó sin sacármelo, ya mi conchita me dolía y ardía, al paso de los minutos me besaba mi cuello, mis bubis que ya estaban sus pezoncitos paraditos y me los mordisqueaba, en eso yo sentía que se le engruesaba otra vez dentro mí, y vuelve a estarme metiendo y sacando, ya no soportaba y en eso abrí los ojos y le digo, ¡ya para, que me duele mi conchita!, sólo duraría otros minutos más y se volvió a vaciar dentro, quien sabe que era, pero yo al sentir lo caliente de sus espermas, ¡lo apretaba con mi conchita!, aunque me dolía, pero se lo seguía haciendo, hasta que sólo se le aguado y se salió de mi lastimada pepita.
Fue por los pañuelos desechables y trató de limpiarme, pero no le deje, ya que me dolía mucho, y me fui al baño, me senté y me fui limpiando yo solita, los desechables absorbían sus mocos y mi sangre que se venía en las pasadas que me daba de limpiarme, ya salí y él estaba acostado en la cama y que le digo, ¡Julio me sacaste sangre de mi cosa! Y me echaste tus mocos adentro, ¿a ver si no me embarazaste?, y el cínico se rio de mí, pero me dijo, ¿te gustó, o no?, pues la verdad no sé, ¿pero ahora que le digo a mi mamá?, pues nada, ¡esto será nuestro secreto!, ya eres mi mujercita y lo seguiremos haciendo hasta en tu casa, ¡no, como crees!, capaz de que se entera mi mami y me vaya a pegar, ¿bueno, pero sí te gustó, no?, ¡pues sí, pero duele eh!, a bueno te tienes que acostumbrar a hacerlo conmigo, la primera vez de ustedes las mujercitas así les pasa, pero ya en las próximas veces ya no, ¡hasta te voy a enseñar a que tú me cojas!
Ya estando afuera del edificio me subí a la camioneta, pero me dolía mucho debajo de mi ombligo y al sentarme lo hacía de ladito, ya que me molestaba sentarme bien, él me puso el cinturón de seguridad y salimos a la avenida, pero yo del dolor ese que sentía, ¡hasta las lágrimas se me salían!, el me vio así y se detuvo debajo de un puente de un distribuidor vial y se estacionó lejos de donde estaban negocios de comida y tacos, con su mano me empezó a sobar mi pancita y fue a traerme un jugo de un puesto, abrió la puerta del copiloto donde iba yo, y me daba el jugo con el popote, pero su otra mano me seguía sobando la pancita, la verdad el dolor no se me quitaba, al rato siento que su mano acariciaba mi cosita estando yo sentada, la verdad sólo abrí un poco mis piernitas y su mano se metió entre mi pantaleta y mi piel y se dio a darme dedo en la rayita, me dolía, pero a la vez sentía algo de cosquilleo hizo el asiento a que se hiciera cama y me seguía dando dedo, hasta que sentí que me lo metía en la pepita, y le digo, ¡noo, Julio, nooo!, ya me lastimaste hace rato, ya noo, ¡pero él seguía con su dedo dentro de mi cosita!, del dolor que sentía de momento ya no lo había y las cosquillitas regresaban como antes que me desvirgara y respiraba agitada y roja de la cara, ya que a la vez me veía por el espejo de la visera de sol, que él la había bajado, para que no me viera nadie la cara.
¡A qué Julio tan cabrón!, ¿y que más te hizo, o ahí quedo todo ese día?, >>> ay Marvin de tanto que te digo lo que me hizo, ¡ya estoy súper mojadita, siente!, >>> a, pues sí, como no vas a estarlo, si hasta te tocas sola, por tus recuerdos, >>> ¡ya méteme tu pene!, o, ¿quieres que te diga lo demás? .
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Les sugiero no se pierdan el siguiente capítulo de esta saga, dentro de mis vivencias, esta nena Paola, ¡me narra lo que pasó, más esa mañana con el chofer!, que la desvirgo y tanto ella al narrarme y yo por escucharla por más dos horas solos y sentados en la mesa de billar, pues mejor esperen la narración de ella y lo que hizo conmigo por lo que me dijo.
Ruego disculpas, trataré de confeccionar el siguiente episodio a la brevedad, para que la página me haga el favor de publicarlo, próximamente estaré con ustedes, hasta pronto.
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