El Baldío y El Mirador. 3ª parte.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sexigaleno.
“Breves e intensos fragmentos de mi adolescencia”
Con los cordiales de siempre para todos, permítanme revivir mi adolescencia, misma que por primera vez plasmo y comparto con ustedes, mi extensa familia de S.
S.
T.
, respetuosamente me dirijo así a ustedes, para dar la continuación siguiente:
Inicio de semana:
mis actividades matutinas, preparar el desayuno de mi Jenny, ¡que desde temprano pasó por él!, de ahí salí a sacar fotocopias de mis deberes escolares, me puse a hacer mis tareas, en eso escuchó la campanilla de la hora de recreo de la primaria, cuando ya casi terminaba mi actividad, para tomar el telescopio de mi compañero y divisar al baldío, ¡para ver las hazañas de esa mañana con las nenas!, varios chamacos ya estaban en ese lugar, ¡en los árboles cortando nísperos y otras frutillas comestibles!, en eso por la lente observo pasar una cabecita de cabellos largos a media espalda ¡y era Perlita!, que se fue al fondo de ese baldío, a la que al instante la alcanzó un conserje de la escuela, por el lente veía que gesticulaban, ya que los movimientos de las manos de los dos, yo lo imaginaba, además que movían las bocas para hablar, él la tomó de la mano y la condujo a una escuadra, que me imagino en su momento iba a ser un baño, ya que las paredes de ambos lados eran angostas, y una plancha de concreto que ahí estaba; de un paquete que sacó ese hombre de debajo de la loza desenvolvió y extendió una cobija en la mencionada plancha, para acomodar a Perlita a la que echó para atrás a manera de tenerla acostada, él se ubicó entre sus piernas y la jalo hacia él, ¡yo todo lo veía desde mi observatorio!, le alzó las piernitas y le jaló su pantaleta a un lado, ¡para bajarse él, a darle besos a la tierna puchita de la nena!, mismos, que se fueron convirtiendo en lengüeteadas, la carita con gestos de Perlita estaban en mi vista, ¡miraba que ella lo disfrutaba!, ya que su boquita en “O” la delataba, así como sus gestos, en eso se abrió la bragueta del overol ese tipo y sacó su miembro para pasarlo en la panochita de ella, a la que lentamente le untaba la cabeza en la rajita, haciendo presión a manera de metérselo, más de diez minutos estuvo puyando la entradita sin lograrlo, ¡yo estaba erecto al máximo de ver esas acciones!, cuando ese hombre soltó una cantidad impresionante de semen, que por la parte interna del puente de la pantaleta de Perlita quedó embadurnado, ¡se veía que la nena le reclamaba esa acción al conserje!, quien a las risas la miraba, mientras él se limpiaba con su pañuelo tipo paliacate rojo, la nena de una bolsita de nailon sacaba papel sanitario y se limpiaba su conchita y trataba de limpiar su calzón, cuando el hombre sacó una bolsita de regalo y se la dio, ¡era una pantaleta nueva!, a la que le quitó la etiqueta de cartón y se la acomodó pronto, sonriendo ella le dio un beso de boca a boca, salió ella primero y después él de ahí, ¡dejándole la pantaletita enlechada en la mano!, para después de la acción, él quedarse a hacerse pendejo con los chamacos que comían frutos robados de ese lugar.
Mi mente en esos momentos se trasladaba a las imágenes frescas de Perlita, una niña bonita, limpia y muy propia, ¡con uno de esos tipejos!, ¡no lo creía!, mi mente volaba a mil, ¡yo quería hacerla mía!, esa chiquilla tenía algo, que no descifraba, pero me llamaba la atención su caminar, que era de niña desgarbada aún, sus piernitas ya cómo hoy se las había visto, ya estaban en franco desarrollo, la faldita de su uniforme le realzaba su parte baja por atrás, ya que sus pompas al caminar se notaban que estaban duras, me la imaginaba un cuero de niña, bueno me puse a preparar mis cosas para irme a la escuela, mi ropa y demás, en eso toca la puerta, mi traviesa Jenny, quien venía a dejar los recipientes del desayuno, nos besamos atrás de la puerta de entrada y se fue, mientras yo subí a bañarme y arreglarme, ya que tenía que pasar antes a un escritorio público a hacer un cuestionario.
Los días de esa semana pasaban, y siempre atento al recreo de la primaria, para ir de fisgón a ver a las nenas que se metían al baldío, ¡pero esta vez vi, que no era un conserje y una nena!, era una “mini parejita” que se metieron al fondo ella recargada de un árbol y el sujetándola de la cintura, ¡dándole unos buenos arrimones y fajes a esa chiquilla!, yo creo que las caricias y frotes entre esta parejita, y el calor del momento los hiso recostarse entre la hierba, ellos estaban solos, ¡no había quien los mirara en ese momento a su alrededor!, así que el montó a la chiquilla, quien lo recibía abriendo sus piernitas flacas, se frotaban encimados con ropa, por los movimientos que yo observaba estaban calientes los dos, de momento él se hincó y se desbragetó, sacando su pene al que le puso saliva, mientras la nena se quitó sólo una parte de su calzón haciéndoselo a un lado, él se acomodó a modo, dirigiendo su vara al encuentro de la calidez de esa vaginita, a la que comenzó a picar, ¡hasta que fue metiendo su chorizo en la pepita!, pero de una manera muy rápida, a la nena esa yo le veía sus gestos y hasta lágrimas le escurrían, no duró mucho ese chamaco cogiéndola, sólo unos tres minutos, pero suficientes, para haberla desvirgado y dejar sus mocos dentro de esa chiquilla, ¡que ahí perdió el quinto entre la hierba de ese baldío!
El fin de semana me la pasé haciendo trabajos de investigación, mis compañeros de departamento igual, cada quien a lo suyo, por la tarde salí con uno de ellos a comprar para la comida y cena, ya de camino de regreso de un “súper”, un elemento del ERUM, me dio un volante, el cual lo doblé y lo guardé en mi pantalón, ya para dormir vi ese volante, el cual me llamó la atención respecto a un breve curso de “paramédico”, y que era solo los domingos de 7 am a 15 pm, por lo que acudí a inscribirme, la preparación fue muy rápida de 80 elementos que nos inscribimos sólo concluimos 15, por lo cual me dieron mi diploma, y ya era un Paramédico al servicio de ese Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas del Distrito Federal, poco a poco fui escalando dentro y sólo los domingos asistía a la guardia, sólo a los quince que éramos nuevos, nos habían asignado un sueldo, pero más que sueldo era una pequeña gratificación, ¡pero me servía!, de ahí me nombraron jefe de paramédicos y me elevaron esa dádiva de dinero, ¡ya tenía un poco más cada quincena!, y así le consentía algunos caprichos a mi Jenny los días que la veía, o la llevaba a comer, o simplemente a Chapultepec a ver los animales, eso sí, sin descuidar mi preparatoria, e igual no descuidaba mí observatorio con las nenas por las mañanas, ¡me salí un poco del relato!, pero así comencé haciendo pininos, hasta llegar a ser lo que soy ahora un médico gineco-obstetra.
Las semanas seguían su curso, a veces eran las mismas acciones que veía a menudo, no había cambios, los mismos conserjes con distintas niñas que las ponían a mamarles sus vergas, “mini parejitas” que sólo se iban a dar sus buenos calentones, fajes y toqueteadas morbosas, de ahí no pasaba, cierta mañana coincidí de frente con las cuatro nenas amigas de mi Jenny; Perlita, Jaqueline, Liliana y Miriam ¡”las chicas de los conserjes”!, a quienes les invité un helado ya que hacía calor, platicamos unos minutos, mientras degustábamos nuestros conos, para quedar en hacer una reunión el fin de semana en mi departamento, ya que iba a estar solo, ellas propusieron llevar cada una un platillo preparado, yo iba a poner las sodas y cosas extras, le comente a mi Jenny, para que pidiera permiso y estuviera ahí, ¡pero no lo consiguió!, así que me la chuté amenizando con las cuatro “diablillas” en mi departamento, desde el medio día fueron llegando una a una, pusimos música, ellas bailaban, comimos los bocadillos que llevaron y nos pusimos a jugar el famoso ¡“juego de la botella”!, con apuesta del que perdiera, tenía que irse quitando prenda a prenda, hasta quedar desnudo, y así pasamos la tarde, hasta que de los cinco integrantes que éramos del juego, ¡ya no teníamos nada de ropa encima!, y propusieron seguir el mismo juego, ¡sólo que de castigos más pesados!, yo cómo era el único varón entre estas princesas, ¡entre ellas se aplicaban los castigos!, y a mí era con el que se desquitaban, ya que eran besos de boca a boca, acariciarme el pene, sentarse ellas encima de mí, ponerme sus conchitas en la boca, las más osadas pedían estar a solas, en mi cuarto por 5 o 10 minutos, o más, el chiste que castigaron a Perlita y me la mandaron desnudita al cuarto por ciertos minutos, y que debería hacerme un lingual, ya dentro los dos, ¡ella rápido se hincó a mamarme!, pero yo la detuve y nos dimos una calentada buena, al grado de que caímos en la cama y entre friccionadas y manoseos de los dos, me ubiqué encima de ella poniéndole mi pene en su empanadita, haciéndole movimientos coitales sin penetrarla, ella se dejaba hacer y cooperaba alzando su pelvis, ¡para encontrarla yo, en el viaje del vaivén!, ella sola jaló mi pene y se lo puso en su rajita caliente, sentía su calor que irradiaba a mi glande y fui forzando levemente su entradita, la cual me recibía una estrechez muy exquisita, la cual con el simple roce de nuestros sexos, acabé vaciando mí esperma en su entradita vulvar, nos limpiamos y salimos a seguir jugando.
La tarde continuaba su curso, el castigo era ahora para Jaqueline la nena de cuerpo de muñeca “barbi”, la cual me la castigaron, a que igual me diera ¡una mamada de pene!, pero hábilmente la tomé y nos comenzamos a rosar nuestros sexos estando de pie ambos en la recamara, el calor que emanaba de ambos, ¡era muy excitante en ese momento!, sus jadeos acompañados de ligeros gemiditos impregnaban la pequeña habitación, para caer ambos en mi cama, ella encima de mí, friccionando su pelvis a la mía, como pude y con una de mis manos acomodé mi pene a manera que ella se frotara en él, ya que estaba en dirección a mis piernas, ¡ella al sentirlo se frotaba más suave!, pero a la vez apretando sus movimientos, ella sola se abrió de piernas para ubicarse en posición sentada, sintiendo su humedad bajar al tronco de mí pene, su breve lubricación, la sentía que resbalaba entre mi glande y el surco de mi balano, ¡esta nena me resulto una maravilla con sus movimientos de cadera!, ya que la rotaba despacio, pero sin parar, ya después me enteré de su boca que iba a clases de ballet “hawaiano”, por eso sabía moverse muy bien, la nena era una batidora a baja velocidad, acabando conmigo en unos minutos y yo terminando en sus breves labios superiores de esa tersa conchita.
Ahora le tocó el turno de castigo a la dulce Liliana, a quien la llevé de la mano a la recamara, ¡para darle su castigo correspondiente de este morboso juego!, ella era de estatura bajita, bien piernuda, su cintura estrecha y con buenas caderitas en desarrollo que resaltaban, ¡que dé más grande sería una nena voluptuosa!, su linda conchita estaba adornada por una fina pelusita negra naciente de vellos muy finos en todo el espacio de su monte de venus, inmediatamente nos acostamos, comenzamos a besarnos y a la vez le tocaba esas nalguitas de niña, pero muy duras al igual que sus piernas, la fui besando rumbo abajo, pasando por su cuello, axilas, torso frontal, ombliguito en ese lugar un aroma exquisito me llegaba de más abajito de donde lamía e inmediatamente fui al centro de ese tufillo que me atraía, mientras seguía besando y pasando mi lengua en busca de “la esmeralda perdida”, qué escondía un par de labiecillos frontales hinchaditos, a los que mis arponeadas linguales aperturaron, mientras ella con las piernotas cerradas se daba a emitir risillas las cuales se convirtieron en una serie de jadeitos y gemiditos muy suaves, ¡jalándome de mis cabellos a pagar más mi boca a esa cuenca!, cual afluente mojaba mis labios, nariz y barbilla, y emanaba más intenso el aroma de niña con calentura corporal y de orines púberes, extasiado de sorber ese elixir de su tierno manantial, me ubique entre sus piernas, para reposar mi erección en su triangulo aterciopelado, haciéndole los tradicionales movimientos de cadera a la suya, hasta que lentamente fui bajando mi mano para tomar mi pene, al que le di con él varías pasadas de arriba-abajo, ¡sintiendo la calidez de esa vaginita!, la cual percibía mí glande una lubricación excelente, por lo que me di a punzar en ese estrecho orificio, logrando después de varios intentos introducir un poco de mí hombría, mientras la nena ya comenzaba a quejarse, ayyy, ayyyyyy, ¡soy chiquita eh!, ayyy, ayyyyyy, ¡no lo vayas a meter!, ayyy, ayyyy, ayyyyy, y así a cada instante que punzaba la entradita ella me decía lo mismo ¡qué era chiquita!, ya una vez que por fin mi glande quedó atorado en esa brevedad virginal, se lo hacía suave, pero a la vez platicando con ella.
Oye Lily, ¡estás muy rica eh!, >>> ¿sí verdad, estoy bien cerradita?, >>> sí, ¡estas selladita completamente!, >>> ah, ¡ya veo que hasta me dolió lo que me metiste!, >>> ¡pero, sí nada más es la puntita!, >>> ah, ¡pero esa puntita me la entraste toda!, >>> sí, ¡pero con cuidado te la estás comiendo!, >>> ayy, pero lastima, ayyy, ayyy, >>> ¿bueno sí quieres te la saco?, >>> ¡nooo, déjalo ahí, se siente bien, aunque duelaaa!, ayy, ayyyy; pero entre la plática yo iba ganado terreno dentro de ella, ya el surco del balano prepuncial ya estaba dentro, mi tronco comenzaba el desliz lentamente, pero unas voces del otro lado de la puerta nos importunaron eran, ¡Perlita, Jaqueline y Miriam!, las cuales se despedían, ya que se retiraban y que se veían mañana en la escuela, pero la voz de Perla se escuchó recomendándole algo a Liliana, que nos dio risa, ¡no tomes mucha leche eh!, acuérdate que eres intolerante a la lactosa, bye.
Escuchamos que las tres amigas de Liliana abrían y cerraban la puerta del departamento y ya así con más privacidad y yo sin haberme salido un milímetro de ella comencé mis movimientos coitales nuevamente, ella sólo cerraba sus ojitos y se dejaba hacer, al cabo de unos minutos sin querer y por la lubricación de los dos, mí glande le abrió el paraíso, entre unos gritos que acalle con mi boca en la suya la fui poseyendo con mucha suavidad, ¡mi primera virgen que desfloraba!, una experiencia inolvidable yo de 18 y ella de 12 y ½ años, fabuloso para mí, ¡pero pensaba en la que estaba debajo de mí!, comiéndome en contracciones, a los pocos minutos su dolor ya estaba en el pasado, ¡pero sí le causaba molestia lo que enterrado estaba dentro de ella!, que no era mucho, sólo un poco más de la mitad de mi hombría, ¡pero lo suficiente para haberme llevado su himen y hacerla doler!
Después de que el dolor ya sucumbía, y sin pronunciar palabra alguna de los dos ¡sus ojitos almendrados me observaban!, comencé mi retirada con mucha delicadeza, sólo hasta sentir mi glande dentro y volví a entrar por varias veces, hasta que sentí que ya me disfrutaba tanto, como yo a ella, entonces fui más rápido, pero con cuidado, sin sobrepasar lo que ya había penetrado con anterioridad, ella entre sus quejidos primarios y medios gemidos, se abrazaba a mi espalda arañándomela, aghhh, ahhmmmm, aggmmm, ¡en mis oídos aún los llevo esos quejiditos!, más de quince minutos la estuve penetrando de esa manera, hasta que por fin logré arrancarle de su interior un tierno orgasmito, el cual ella acompañó con, ¡un coctel de calientes orines que sentía mi pene al estarlo bañando!, ayyy, ayyyyyyyy, que ricoooooooooo, ¡me!, ¡¡meeee!!, ¡¡¡meeee!!!, hagoooooooooooooooooo, hasta quedar laxa debajo de mí, ¡yo quería que sintiera mi caliente semen!, pero yo ya no aguanté y así desmayada le suministré mi espesa y blanca leche, quedando depositada en su pequeña vaginita, y a la vez vertiéndola ella misma al exterior al retirarme, ¡de su vulvita le escurría hasta el anito!, que se contraía al caerle en hebras gruesas y pegajosas mi suministro lácteo.
Ya pasado todo este encuentro yo mismo la aseé, le lavé con sumo cuidado su partecita, ya que en mi bolsa de paramédico traía gasas, apósitos quirúrgicos, algodón etc.
, hasta que la deje libre de olores y señales de desfloramiento, la vestí y tomamos camino a llevarla a su casa, que no estaba muy lejos del departamento, sólo a un par de cuadras atrás de donde vivía, espere a que entrara a su hogar y me retiré, para vernos en los días próximos.
Comenten y califiquen los capítulos, ya que me motiva a seguir escribiendo mis memorias de juventud, y que espero sean del agrado a sus mentes, o por mensaje privado también les contesto a la brevedad, prometo regresar con el siguiente episodio en los próximos días, saludos a todos.
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