El Baldío y El Mirador. 9ª parte.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sexigaleno.
“Breves e intensos fragmentos de mi adolescencia”
De regreso con la continuación del anterior capítulo, ¡de mis recuerdos para todos ustedes!, se agradece sus lecturas, continuó de la manera siguiente:
Mira Marvin, me dice Jacqueline, ¡mi papá usa este lubricante!, tú también úsalo con Brenda e Inés, ya que las vas a desvirgar, llévalas a mi recamara ya que es su primera vez y pues así las inicias con comodidad, es más, mientras ustedes se entretienen, nosotras estaremos en la alberca hasta que salgan, >>> me parece bien, trataré de que sea todo suave y tranquilo, como contigo, ¿lo recuerdas?, >>> ¡ay, cómo no voy a acordarme sí hasta el culito me hiciste!, >>> ¡bueno, pues llévanos a tu recamara!
Ya solos en la intimidad de esa hermosa recamara, a Inés la notaba nerviosa, en cambio a Brenda se veía entrona y con risas animaba a su amiguita, para que no estuviera así como se notaba en esos momentos, por lo que me recosté en esa agradable cama de mi “barbi”, observando las comodidades de esa recamara, que era mucho más grande que mi cuarto de azotea que compartía con mi hermosa Jenny, en eso llamé a Brenda a que se subiera a mi lado comenzando a darnos unos ricos besitos candentes y largas caricias que nos propinábamos ambos, con el fin de que con la vista se excitara Inés, quien al vernos se tapaba sus ojitos con sus manitas, pero su respiración delataba que era lo contrario, ya que me iba retirando el bóxer y mi erección de lejos ella la veía, así que solita se fue a acomodar a un ladito de las nalgas de Brenda y se fue tendiendo a su lado, mientras besaba y lengüeteaba el cuello de Brenda una de mis manos acariciaba las tetitas de Inés, quien se dejaba hacer, así que le dije que se pasara al otro lado y yo quede en medio de las dos estatuillas de carne y hueso, tanto besaba a Brenda, cómo también a Inés le daba los suyos y le chupaba sus tetitas carnudas, entre caricias eróticas y besos prolongados fui ubicando a Brenda a manera de estar debajo de mí, por lo que me daba a frotar mi pene en el monte de venus de escasa vellosidad, pero a la ves jalé a Inés a manera de que sus piernas las abriera alrededor de la cabeza de Brenda, mientras frotaba mi masculinidad, lengüeteaba las piernas de Inés, quien al instante de comenzar a pasar mi lengua, ella inmediatamente se excitaba ya que alzaba y bajaba sus caderas al encuentro de mis lamidas, hasta que minutos después, pero sin dejar lo que debajo de mi tenía que era Brenda, mi lengua fue a posarse en la vulvita lubricada que emanaba hilillos de cálidos efluvios transparentes, los que absorbía con deleite, ya que estaba yo excitado por esas acciones.
Una de mis rodillas la situé en medio de las piernas de Brenda haciendo una leve presión a manera de que abriera las suyas, lo cual hizo, para situarme entre ellas, ella sola flexionó sus rodillas, mientras lamía el néctar de Inés, una de mis manos bajó al encuentro de mi pene, que erecto estaba de la calentura de tener a esos postres de niñas ricas, haciéndole unas pasadas en lo largo de esa vulvita que mojado me dejaba el glande con esas acciones propias de un encuentro carnal, jalé una de sus manitas que laxas estaban situadas a los lados de esa cama, e hice que tomara mi masculinidad y ella se diera esas pasadas que le daba, diestramente ella lo hacía, mientras seguía succionando esos jugos cálidos que me regalaba Inés, quien cerraba sus ojitos a cada arremetida de lengua que le daba, en eso me dice ¡para, paraa, por favor!, se levantó y fue por un oso de peluche que en un juguetero de pared estaba y volvió a acomodarse igual abrazando ese oso de frente a ella, mientras Brenda entre grititos suaves y jadeitos acababa en un torrente de caliente orina y a la vez convulsionándose debajo de mí, por lo que hice de lado mi pene a manera de descansarlo en una de sus piernitas exactamente a un lado de su alzada conchita entre la ingle y su pierna, mientras se le pasaba esas sensaciones me daba a seguir lamiendo la rajita de Inés, que por tanta lengua que le daba estaba roja de tantas pasadas, pero seguía subiendo y bajando sus caderas al encuentro lingual que era objeto.
En eso la vocecita de Brenda se escucha, ¡bájate de mí Marvin, tengo que ir al baño!, así que me levante de encima de ella, para que por un lado saliera, mientras ella estaba en el baño de la recamara, jalé a Inés a la orilla de esa King zize, ella solita abrió el compás de sus piernas por lo que me situé entre ellas, mi glande lo situé inmediatamente entre sus labios vaginales encontrando la emanación del calor erótico de ella, y me di a presionar con lentitud, hasta que por fin mi glande fue aperturándo la estrecha vulvita que me iba arropando, hasta que sintió los clásicos dolorcitos y ardores del empuje en su himen, así que me salí y tomé el lubricante que me dio mi “barbi”, le puse un poco en su orificio vaginal y yo igual me puse en mi extensión varonil generosamente, la volví a ubicar lentamente, hasta alojar el glande que minutos antes ya estaba haciendo el recorrido en el inicio de su canal vaginal, pausadamente mi glande invasor tocó la virginidad de Inés, ayy, ayyy, despacitooo, ayyyy, ayyyy, ¡duelee!, ayy, ayyyyy, ayyyy, sus gritos eran seguramente escuchados por Brenda que estaba en el baño aun, ¡no me lastimes mucho!, ayyy, ayyyy, lentamente mi glande se iba internando y abriendo el camino estrecho que sentía en ese breve recorrido, ayyy, ayyyy, ayyyyyy, yaa, yaaaa, ¡no lo metas!, ayyyy, ayyyyy, ayyyyyyy, entonces le dije, mira ¿hasta aquí no te duele, verdad?, retrocediendo un poco, pero sin sacarle mi glande que ya endurecido de más estaba, ¡no, ahí no me duele!, a bueno pues entonces, ¡muévete como cuando te estaba chupando la cosita, sí! ¡así verdad!, ándale así mismo, tu dale, ten el oso, ¡abrázalo!, sí, síii, ¡mientras seguimos haciéndolo!, síí, siiii, ¡pero que no me duela porfis!, no nena lo haré con cuidado, entre los movimientos de ella y los míos de cópula fui profanando un poco más adentro, sus bracitos casi estrangulaban ese oso de peluche, sus movimientos desordenados y los míos de penetración dieron el efecto adecuado, en una de esas subidas de la pelvis de ella, mi pene se llevó su epitelio himenal, sus ojitos se inundaron de lágrimas, unos leves gritos dio y por fin aloje una parte de mi hombría, sentía las pulsaciones de esa vaginita recién desvirgada, en eso sale del baño Brenda y ve la acción del desfloramiento de Inés que abierta de piernas y yo entre ellas le comenzaba a dar unas suaves embestidas de entrar y salir, sus gritos de a poco se fueron convirtiendo en unos pujidos breves que dieron paso en los siguientes minutos, para convertirse en tiernos gemiditos, ahh, ahhhh, ahhhhhh, ¡qué rico!, así, así, ¡hazme suavecito!, más de quince minutos la estuve penetrando con calma y ternura, ya no aguantaba yo, mi pene y testículos pedían descargar mi semen, así que le pregunté, ¿ya te baja la menstruación?, sí, ¿cuándo te bajo la última vez?, ¡se me quitó hace dos días!, a, que bien, ¿por qué me preguntas eso Marvin?, es que quiero dejarte mi lechita calientita en tu pepita, ¿no quieres?, ah, ahhhhh, síí, siiii, ¡échala dentro de mí!, diciendo esto, mi pene comenzó a tirar los disparos en la pequeña recién desvirgada vaginita, ahhhhhh, ahhhhhhhhh, ¡me quema tu lecheeeeee!, ahhhhh, ahhhhh, ahhhhhhh, al estarme vaciando, ella también acompañaba con ricos apretones a mi glande, esta nena era y me resultó extraordinaria, con lo poco alojado en ella, me exprimió hasta la última gota de semen, me despegué de ella y la acompañé al baño, ya que decía que le dolía su panza, la dejé sentada en la taza y me fui a recostar al lado de Brenda que ya me esperaba.
Ya cómodo en esa enorme cama de mi “barbi” y aun lado de mí, la hermosa Brenda, nos volvimos a trenzar en un ataque de besos y caricias eróticas, mis manos y las de ella no paraban, yo tomándole los senos de buen tamaño, carnudos y duros, así como sus nalgas igual de carnudas y puntudas, mientras ella obstinada en sólo estarme acariciando el pene que de a poco ya recobraba el conocimiento del desmayo previo, que flácido me quedó del encuentro con Inés, en eso me dijo, ¡voy a traer unos chocolates!, y salió así desnuda a la planta baja, al regreso traía tres chocolates y una paletita de bolita, nos comimos cada quien una tablilla, dejándole uno a Inés que no regresaba del baño, seguimos con las caricias y besos calientes llenos de excitación, de momento se me sube arriba de mi pasando ambas piernas a los laterales de mi cintura, acomodándose sobre mi abdomen, para comenzar a hacerme caballito, y con la paleta en la mano que llevaba a la boca de vez en vez, la imagen de esta nena la traigo muy presente, hasta estos días, su sonrisa, la manera de chupar su paletita, sus ojos negros como la noche, su voz aniñada ya agravándose para la adolescencia, eran el toque mágico en esos momentos, su cuerpo ya bien definido de niña-mujer, ya sus piernas eran de señorita, sus manos estilizadas de dedos largos, su mirada y boca invitantes al desvarío, era Brenda de entre todas la más alta, la más frondosa, dueña de una figura realizada en una estatuilla, ella sola se fue acomodando a manera de estarme magullando mi pene que debajo de su vulva había quedado con el tronco y glande señalando a mi ombligo, con la paletita en la boca se meneaba casi igual que mi “barbi”, por lo que intuí que ellas eran compañeritas de valet, ya que sus movimientos despertaron completamente mi erección, que bajo de ella y su vulva estaba, siendo objeto de unas caricias extremadamente calientes, sentía la sensación de eyacular en esos instantes, a no ser del que salió de baño Inés y nos distrajo con sus comentarios.
Oye Marvin ¡me dejaste el hoyito de mi pipí bien ancho!, y tengo hinchada mi cosita de afuera y por dentro me duele hasta la panza, ¡yo me acuerdo que hace rato antes de que me lo metieras, no me cabía ni la mitad de mi dedito largo!, y ahora me entra bien adentro,>>> ok, mira es un proceso que toda mujer pasa al ser desvirgada, ¡sus pepitas se abren!, ya que uno como hombre mete el pene entre esos labios hinchados que dices que tienes ahora, ¡hasta que llega a romperse el himen!, ya una vez rota esa telita ya entra un dedito bien sin que te duela, y eso que dices de que te lo deje ancho, no es problema en un par de horas o menos se te vuelve a estrechar ya que sus vaginitas son muy elásticas y lo inflamado, como fue tu primera vez te dilatará unos días, tal vez una semana y solita se desinflamará, de eso no te preocupes y del dolor igual en unos cuantos días se te quitará, a bueno, ¿entonces no voy al doctor? , no nena esto es pasajero, tu tenme confianza, ¡ya verás que no te miento!, a, bueno sí es así, ¡me aguantaré, por andar de caliente!, ¿a ver dime te dolió mucho cuando te lo metí?, pues, un poquito, pero me gustó, sentía que me orinaba cuando me estabas metiendo y sacando tu verga, ¿creo que me hice varias veces?, a, bueno, ¡entonces sí te gustó verdad!, ¿quieres otra vez?, no, ¡quiero ver que se lo hagas a Brenda!, ¡más al rato me echas o me tiras otro palito!, mientras se me pasa el dolor de ¡mi cosita!, sí.
Mientras Inés se acomodaba de espectadora en un sillón acojinado de ladito posaba una nalga y con sus manos se daba a sostener el peso de su cuerpo en el asiento de ese mueble, con el fin de no sentarse correctamente, por las molestias que sentía por la recién desvirgada de minutos antes, mientras yo ya tenía las piernas de Brenda en mis hombros, sólo bajé unos instantes a probar de su manantial la exquisitez de esas mieles que me ofreció en esos instantes, mi lengua se daba a pasear en ese recóndito pasaje de aromas de jovencita, mi lengua tomó camino arriba para pasar al ombligo al que lamí y seguir subiendo, hasta llegar a esas tetitas duras, sus pezones apuntaban al cielo del techo de la recamara inhalando y exhalando aire, como si le faltara para abastecer sus pulmones, lentamente me acomodé entre sus piernas, mi erección pegó en la puerta al paraíso de Brenda quien sólo apretaba la boca en señal de lo que estaba por venir, con una de mis manos le daba pasadas a la abertura de esos pronunciados labios vaginales, y así comenzar la debida introducción de mi viril miembro de una manera suave y tranquila, con lentitud alojé el glande, hasta que sentí que ya estaba dentro, le bajé sus piernas a manera de que en ángulo las sostuviera en el colchón, en ese instante empujé sólo un poco más dentro de ella, el calor de esa vaginita me hacía perder los estribos, pero tuve que calmar mis ímpetus de penetrar con rapidez ya que era la primera vez de esta chica, por lo que comencé con los movimientos de apareamiento al igual ella me acompañaba con los suyos de una manera muy erótica, esta nena desde un inicio era puros gemidos suaves, y palabras que decía en el momento de la penetración, ahhhh, ahhhhhhh, Marvin mmm, mmm, ¡házmelo suave por favor!, recuerda que estoy quinto todavía, ahhhh, ahhhhhhhh, ¡mételo despacio! , ahhhh, ahhh, sin querer ya sentía casi la mitad de mí pene dentro de ella, los movimientos coitales de ambos demostraban un apareamiento total, lentos pero calientes, sus caderas imprimían un ritmo muy exquisito, hasta que sentí el anillo himenal que lo estiraba mi capuchón, ¡ahí, sí Brenda pego un grito!, ayyyyyyyyyyy, cuando traspasaba esa barrera himenal, sus manos a mi espalda me arañaron, ¡me había llevado su virginidad!, con contracciones ella daba la bienvenida a su profanador que dentro cabeceaba de emoción, pero sin movimientos sexuales por unos minutos, hasta que su esfínter dejo de palpitar comencé la retirada y regresaba hasta donde le alojé por varias veces, poco a poco ella comenzó a disfrutar la danza sexual con penetración, no se movía, pero se dejaba hacer por mí, mientras ella se partía en gemiditos, ahhhhh, ahhhhhhh, ahhhhhhhh, sus piernas ella las subió a cruzarlas en mi cintura y en ese momento ella, también me acompañaba coitalmente, después de un breve espacio de estarnos dando con tranquilidad, mi pene se alojó completamente en su canal vaginal, hasta topar pelvis con pelvis, ya no había dolor en ella, sólo me quedé pegado, e igual ella, quietos los dos mi pene comenzó a lanzar la carga espermática que le correspondía a Brenda la cual acepto correctamente, luego nos separamos y fui por papel al baño, para limpiarla, después del acto y limpia superficialmente le pregunté, ¿oye Brendita cuando te baja la menstruación?, >>> ¡yo creo mañana o pasado!, >>> a bueno no hay problema, ¿problema de qué.
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?, >>> pues de que te regué por dentro la lechita, >>> ¡ay qué rico, la sentí calientita!
Después de dos horas de estar con esa nenas recién desvirgadas por mí, bajamos a la alberca, todas estaban jugando en el tobogán de la misma, nos vieron y salieron al encuentro de la nenas y de mí, y obvio las preguntas de ellas; como les fue en su primera vez, cuenten, platiquen, ¿qué pasó Marvin siempre sí te las cogiste?, ¡cuéntamelo todo!, me decía mi barbi, pero mejor deje que Inés y Brenda les platicaran, mientras me fui a dar un baño, me vestí y salí a despedirme de todas, ya que pasaban de la nueve de la noche y yo estaba con la preocupación de mi Jenny, que me esperaba en nuestro hogar, ¡el cuarto de azotea!
Oye Marvin, no se vale que te vayas, me decía barbi, ¡tú nos dijiste que te ibas hasta mañana!, pues sí eso estaba planeado, lo que pasa que me fueron a avisar temprano antes de venir aquí, que debo de presentarme a cubrir una guardia de un compañero al ERUM, que comienza a la 11 de la noche y salgo a las 9 am, pero les prometo estar con ustedes todo el día de mañana, ya con esa mentira me retiré de esa mansión dejando a las nueve nenas seguras en casa.
Ya de camino a casa recordaba los momentos que pasé con cada una de ellas, bueno en el famoso metro de la ciudad de México a esa hora iba atiborrado de gente, y yo llevaba una erección por recordar los sucesos, con los ojos cerrados pero no de sueño, era de soñar lo recién vivido, no sé cuántas estaciones pasarían, pero el viaje era largo, entre los apretones y empujones por entrar y salir, ¡un par de frondosas nalgas fueron a dar justo en mi erección!, por lo que abrí los ojos y vi que era una mujer no mayor de 30 años, que la empujaron y apretaron contra mí, ya que iba yo recargado en una de las puertas de ese vagón, al principio no hice caso a ese incidente, pero los movimientos del tren y la gente, esas nalgas frondosas se daban a dar unos movimientos calientes en mi pene cubierto por mí pantalón, así que se me erectó al máximo, la mujer volteo a verme y yo igual mi mirada en sus ojos que nunca desvié, y nuevamente se volvió a acomodar dándome la espalda, a medida que avanzaba en el recorrido ese transporte, sus nalgas estaban incrustadas sobre mi erecta verga a la que disimuladamente esa mujer le daba unos movimientos muy ricos, yo sólo estaba estático nunca había estado en esa situación y menos con público a mis lados y de frente, mis manos estaban quietas sin moverse, el ruido del propio tren y la gente la escuchaba como si fueran ecos, hasta que una de las manos de esa mujer fue al encuentro de una de las mías e hizo que la posara en los laterales de su cadera, al sentir la suavidad de la tela de ese vestido mi excitación estaba aún más arriba en ese momento, ¡así que la jalé a pegarla correctamente en mi estaca que picaba esa carne dura partida en zanja que era su exquisito culo!, los vaivenes de ella eran más intensos en ese instante, mis dos manos ya jalaban de la cadera a esa mujer que sola y yo sin moverme se daba a frotarse y picarse sola.
Paraba su hermoso culo y lo dejaba caer suavemente en eso llegamos a una estación en el que se transborda y la gente nos empujó más, por lo que ella se dio a dar vuelta a quedar cara a cara conmigo, al retomar el avance el tren, sus movimientos continuaron pero ahora de frente, ¡qué rica sensación sentí!, al estarse ella frotando con su pelvis y concha en mi pene cubierto, en eso me dice, ¿dónde te bajas?, >>> hasta una antes del final, >>> ah, bueno, ¡ayúdame a venirme, sí!, >>> sí claro, ¡pero tú también me deslechas!, >>> claro que sí, ¡bájate el cierre y sácate ese cañón!, ya veraz que nos haremos terminar bien rico, dicho esto, su mano comenzó el trasteo de mi pene que lloroso estaba y erecto de excitación, dándome unas buenas jaladas y masaje en el glande con las yemas de sus dedos, ya una vez que sintió que estaba por acabar, se volvió a ubicar pegándose de su pelvis a la mía, se levantó el vestido del frente y guío mi aparato al encuentro de su concha peluda, ya que así la sentía por los roces que ella se daba, su calzón bajado por el frente, y mi pene entrando en la zanjita delantera, el cual salía lleno de jugos vaginales de mujer, en eso ella me abrazó del cuello y pegada a mí, acabó intensamente, ya que su respiración agitada y apretando los labios de su boca demostraba un gran orgasmo que bañó mis testículos y pene, yo igual lancé una descarga abundante entre los labios vaginales de la mujer, los cuales percibía que olían entre la aglomeración de la gente e igual los jugos de ella impregnaban el ambiente encerrado de ese espacio, ¡ya me moqueaste a mi bebé!, al oído me decía, traes algo para ponerme, ¡te viniste un chingo, me está escurriendo el caldo!, de la bolsa trasera de mi pantalón traía un rollito de sanitario el cual le di y se lo acomodó entre la multitud de la gente, yo me limpié con un pañuelo, me dice, ¡gracias amigo, espero verte de nuevo!, llegó a su estación y entre la mancha de gente la perdí de vista, lástima jamás la volví a ver, ni supe su nombre, nada de esa gran mujerona.
Ya pasadas las 10:30 de la noche llegué a mi hogar, mi Jenny estaba despierta viendo la televisión, acostadita en la cama, ¿cómo te fue mi amor?, >>> bien gracias, todo en orden, >>> ¿y los libros que ibas a traer para leer?, >>> pues no me los prestaron, sólo ahí puedo hacer uso de ellos, ya que son de consulta diaria con los médicos de las guardias, así que tendré que ir mañana, ya que no terminé de leer lo que necesito, ¿quieres cenar?, mira te hice unas enchiladas rellenas de pollo, >>> bueno, pues cenamos los dos, ya vez que no estuve contigo hoy, >>> sí mi amor cenamos juntos, ve a lavarte las manos, ¡mientras caliento nuestra cena!, me fui a lavar las manos, el pene oloroso de la mujer del metro y hasta los testículos les toco shampoo generosamente.
Esto era lo que me mataba, la atención que me daba mi Jenny, ella ya cocinaba para los dos, me lavaba mi ropa a excepción de mi ropa interior, ya que andaba muy activo en los últimos meses con sus amiguitas y no quería que ella llegara a olfatear los humores de otras, me planchaba los pantalones, mis camisas, bueno sin querer, ¡ella era algo así como mi mujer en miniatura!, por eso la quería tanto y la respetaba en nuestra intimidad, con ella eran sesiones de roces, frotamientos, caricias calientes, besos fogosos, pero hasta esas fechas en que ella tenía los trece añitos, nunca la forcé a hacer lo que le hacía a sus amiguitas, hoy la extraño, ¡pronto lo sabrán porqué!
Espero me sigan en la próxima entrega de mi saga, “ “ “regreso a la mansión de Jacqueline “mi barbi”, y sigo con más encuentros con ella, con Miriam, Liliana, Perla y las otras cinco doncellitas de carne” “ “, hasta pronto, que regresaré a la brevedad, valoren y comenten de acuerdo a sus apreciaciones, saludos, un abrazo y hasta pronto.
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