El paciente ardiente
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Recien separada con mis 2 hijos independizados y mis 40 (bien llevados segun amigas) decidí tomar un trabajo nocturno ideal para unos buenos pesos mas y descanso al fin.
Tengo el pelo por los hombros, senos medianos, delgada y cola que no pasa desapercibida, morocha, metro sesenta y muy agradable al trato.
La casa era tipo quinta y estaría con el abuelo (padre de la señora y con 70 años) en la casa que alguna vez ocuparon los caseros, el matrimonio tenía una nena de 5 y un nene de 14, la nieta como su madre y padre eran los que mas se daban una vuelta pero lo real y dicho por mis patrones es que el abuelo necesitaba su espacio y ellos su vida.
No era del todo inactivo el señor y bastante tranquilo para lo que uno imagina.
Pasaron los dias sin pena ni gloria ni problemas, biombo de por medio dormiamos en el mismo dormitorio hasta que una noche lo escuché toser en exceso; me levanté para darle un vaso con agua y a medida que lo tomaba noté en su mirada un dejo de ansiedad.
En mi inclinación se me salió un seno, lo mire con reproche y al guardarlo le dije que me podría haber avisado lo que me pasaba.
Me retas por tener buen gusto? contestó sonriendo.
Coloque el vaso en la mesita y le dije que cualquier cosa me llamara.
Quedate un poquito mas pidió.
Para que? contesté intrigada.
Estas muy linda con la luz detrás, se nota todo.
Cerdo dije entre enojada y orgullosa.
Me acosté pensando y excitada, hacia mucho que un hombre no me ponía la mano encima y si bien este era mayor que mi padre su grado de cinismo ardiente me prendió algo.
Volví entre húmeda y sin saber que decirle pero algo se me ocurriría, cuando pasé el biombo el prendió la luz y me miró descaradamente.
Dejé caer mi enagua quedando solo en tanga y me incliné para ofrecerle mis pechos.
De tanga negra que lindo dijo antes de empezar a chuparme la tetas, lo hacía con intensidad y dulzura mientras con mi mano busqué su sexo para acariciarlo aunque estaba segura de no lograr nada.
Subió la lengua por el cuello y abrí mi boca para recibir esa víbora que salía de su boca al tiempo que sus manos se encargaban de mis carnes bajo la cintura.
Lo pajeé sin éxito y me acosté con las piernas bien abiertas para que me hiciera un buen servicio oral.
Lengueteo mis muslos interiores y le bajé la cabeza rumbo a mi húmeda e hinchada vagina.
Como me la chupó y como me retorcí en su lengua descargando una y otra vez litros de flujo.
Podía sentir mis olores descarrilando en su boca hasta que subió para volver a hundir su lengua hasta mi garganta.
A partir de esa noche dormí con él durante el día vivía con sus manos bajo mis polleras y hasta nos chupábamos el culo con devoción; un día no me puse ropa interior y se excitó como nunca.
Le compré la dichosa pastilla azul y al caer la tarde ya quería tomarla.
A la noche se la dí y empezamos los besuqueos y noté como se le paraba; puso el velador apuntando mi cara para ver como le chupaba la pija la cual devoré como nunca se lo había hecho ni siquiera a mi marido, me pidió cogerme y lo recibí arriba mío rodeándolo de brazos y piernas sin dejarlo escapar y sin medir su vejez le pedí pija y leche apretando con mis paredes vaginales su miembro duro y repleto de nervios y el me sobró dándose cuenta de mi calentura por la dureza de mi senos a lo que reproché con un viejo de mierda yo te hago el amor y vos solo me coges.
Llegó el momento mágico de recibir raudales de leche, quedé exhausta como el día que dí mi virginidad y el a mi costado recuperando su respiración, bajé y le limpié la pija con mi boca.
Empezamos una 2 veces por semana a coger se hacía hacer de todo y gozaba con mis ardores anales por sus embestidas por el culo, le tomaba la leche y lo besaba en la boca esculpiéndose uno al otro.
Soy la hembra de un viejo por gusto aunque para aumentar mi recién despertado apetito estoy fijándome en el nieto.
que tanto.
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